EL Rincón de Yanka: octubre 2023

inicio














martes, 31 de octubre de 2023

ALERTA TEMPRANA (EARLY WARNING) 1981 👥👿 PELÍCULA DE HACE MÁS DE CUARENTA AÑOS QUE REFLEJA CON EXACTITUD LO QUE AHORA ESTAMOS SUFRIENDO CON EL GLOBALISMO

ALERTA TEMPRANA

Una mujer cristiana (Delana Michaels) está decidida a que un periodista (Greg Wynne) publique en su periódico un artículo sobre la fundación "One World", que según ella se ha instaurado con una única finalidad: conquistar el mundo. La mujer no sólo pretende que la gente conozca la verdad sobre la compañía, sino también de qué manera esta circunstancia se asemeja a las escrituras sobre el fin del mundo que están plasmadas en la Biblia. Aunque al principio la toma por loca, el periodista comienza a darse cuenta de que tal vez la mujer dice la verdad.

Esta película tiene mas de 40 años, 
pero refleja con exactitud lo que san Juan describió 
en el libro del Apocalipsis sobre la marca de la Bestia.

Alerta temprana (Early warning) - 1981 - VOS

VER+:










lunes, 30 de octubre de 2023

PELÍCULA "SONIDO DE LIBERTAD (SOUND OF FREEDOM)": 📢 LOS NIÑOS DE DIOS NO ESTÁN A LA VENTA


SONIDO DE LIBERTAD
SOUND OF FREEDOM

Ya ha sido estrenada en España y ya todo el mundo habla de ella. Nos estamos refiriendo, por supuesto, a la película "Sound of Freedom", protagonizada por el siempre excelente Jim Caviezel, el otrora intérprete de la no menos excelente "La pasión de Cristo".

En Estados Unidos, donde fue presentada el pasado 4 de julio, ha batido todos los récords, desbancando incluso a la que pretendía ser el boom de este verano: la infame (y wokísima) quinta entrega de Indiana Jones. Todas las majors hollywoodenses se han llevado las manos a la cabeza, porque no se esperaban este golpe bajo que les ha propinado Angel Studios: una minor sin ánimo de lucro —pero con un gran tirón en eso del crowfunding— que ya dio el campanazo con la serie The Chosen y el filme Su único hijo (ambos, insistimos, bajo el paraguas de la suscripción popular). Y por si todo esto supiera a poco, la cinta ha sido avalada por Mel Gibson, esa estrella a la que el propio Hollywood ha procurado apagar en más de una ocasión…, pero que se enciende una y otra vez para demostrarles su valía.

Sea como fuere, echémosle un vistazo al argumento de la cinta, aunque a estas alturas quizás ya todo el mundo haya leído sobre él en la red. Tim Ballard (Jim Caviezel) es un exagente del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos que ha dejado dicho puesto para consagrar su vida al rescate de niños, ya que muchos de estos son secuestrados por menoreros que trafican con ellos en países tales como México y Colombia. Pese a que siempre se ha tomado francamente en serio este desempeño —él se considera a sí mismo un “abolicionista de la esclavitud sexual infantil”—, la hora de la verdad le llega cuando uno de esos pequeños le pide que libere también a su hermana, de la que fue separado durante un terrible rapto. Ballard, pues, comienza una carrera a contrarreloj para liberar a la chiquilla, pues cuanto más tiempo tarde en hacerlo, más difícil será dar con ella.

Como el lector seguro que sabrá, la película se inspira en la hazaña verídica del mencionado Tim Ballard. Este, en efecto, que pidió expresamente ser interpretado por Caviezel, lleva en su haber más de un millar de incursiones contra los secuestradores de niños, y a día de hoy imparte conferencias por todo el mundo para concienciar a la gente del peligro que corren sus hijos. Si nos acercamos a cualquiera de sus vídeos que pululan por internet, nos daremos cuenta de lo ignorante que somos acerca de ese submundo y de las poquísimas precauciones que ponemos en aras de la protección de los menores. Él mismo se derrumba en más de una ocasión cuando evoca las cosas que ha visto y el dolor que ha tenido que soportar. Es por ello por lo que la película no escatima en crudeza en ningún momento del metraje (esto queda especialmente de manifiesto en los treinta minutos iniciales, que se grabarán a fuego en la retina del espectador).

El responsable de la cinta es Alejandro Monteverde, que hasta el momento solo había dirigido dos títulos cinematográficos (ambos, por otro lado, excepcionales): Bella y Little Boy. El primero de ellos aborda valientemente el tema del aborto, mientras que el segundo versa sobre la candorosa fe de un niño ante el posible fallecimiento de su padre; uno y otro, a pesar de su divergencia argumental, tienen una cosa en común: su carácter decididamente infantil, que pretende transmitirle al espectador la idea de estar leyendo un cuento (pese a que los asuntos que traten no sean para nada una mera fábula). Por este motivo, la película que nos atañe se aparta por completo del surco marcado por aquellas dos, ya que no pretende ni por asomo ser un cuento, sino, como queda dicho, una espeluznante historia real.

Y aquí entra en juego la enjundia del presente artículo. Resulta que, en efecto, Sound of Freedom procura ser una denuncia social de un problema que acucia a nuestro tiempo: la trata de menores. Esto, en principio, es objeto de crítica y persecución por parte de las élites de nuestro mundo, a las que se les llena la boca al hablar sobre los derechos de los más pequeños, su felicidad, su inocencia y etcétera. Pues bien, resulta que todas las productoras hollywoodenses y todas las plataformas digitales se negaron en su momento —sepamos que el rodaje de la cinta finalizó en 2018— a distribuir el filme, por considerarlo obsceno y falso. Da igual que el mismísimo Tim Ballard haya salido en su defensa para demostrar que todo lo narrado en él es auténtico, pues aquellas continúan haciendo oídos sordos a sus declaraciones.

Para más inri, como los productores de la película encontraron el providencial auxilio de Angel Studios, que se comprometió a llevarla al mayor número de salas posibles, y después, a ponerla disponible en su página web, aquellas nefandas plataformas —Netflix, Amazon Prime, Disney, etcétera— han llevado a cabo un boicot deshonroso contra ella: han subvencionado a las grandes cadenas del espectáculo en Estados Unidos, para que no la proyecten; han chantajeado a los críticos más influyentes de la nación, para que hablen mal de ella; han intentado contraprogramar la cinta con otros títulos pretendidamente más atractivos, para que el público acuda a estos, y por supuesto, se han negado a subirla a sus respectivas webs (eso sí, en Netflix pudimos ver no hace mucho Guapis, una cinta en la que unas niñas de tan solo once años bailan twerking y, según apunta su reseña, “exploran entre ellas su sexualidad”).

Así que esto nos lleva a la siguiente cuestión: si las susodichas plataformas abominan de un título que advierte contra la trata de menores, significa que ellas están a favor de la trata de menores. No hay más vuelta de hoja. A pesar de que beban los vientos por el discurso políticamente correcto acerca del bienestar infantil y que nos den lecciones de moral sobre cómo educar a nuestros hijos, lo cierto es que deploran el bienestar infantil y pretenden ser ellas las que eduquen a nuestros hijos. Y por supuesto, dicha educación pasa por la ubicua sexualización a la que los pobres niños están siendo sometidos impunemente: series trans no binarias, dibujos animados queer, un bisontito que no sabe si es macho o hembra… ¿Y qué decir de Amazon Prime? Si usted busca —mejor no lo haga— juguetes sexuales, descubrirá (con horror) que entre ellos se encuentran muñecas que imitan el cuerpo de una niña. Por consiguiente, ¿cómo va a estar esta multinacional a favor de una película que va en contra de lo que ella vende?

Me hace gracia que hoy, cada vez que se estrena una cinta arcoíris —en todo su amplio espectro—, sea promovida como una obra valiente, transgresora, necesaria y todos los parabienes que usted imagine; pero lo cierto es que ninguna de ellas es nada de eso, porque presentan problemas inexistentes en una sociedad abiertamente tolerante con todo (pero si todos los años celebramos una semana entera dedicada a los gais: ¿dónde está el menosprecio y la persecución?). Y así, mientras que estas cuentan con todo el respaldo de esas plataformas y majors, que cada vez producen más cine de ese tipo, las que son auténticamente osadas, como la que nos ocupa, reciben vituperios, ultrajes, conjuras, etcétera (¿recordamos el ejemplo de Unplanned?). Por suerte, el público no es tonto y percibe en el acto dónde está la calidad, y le otorga su apoyo (adiós, Indiana Jones y tu dial del wokismo).

Pero como decíamos al inicio de este texto, hay más: la película está avalada por Mel Gibson —la estrella más odiada del Hollywood actual— y protagonizada por Jim Caviezel, que no le va en zaga al director de Braveheart en lo que a sentimientos encontrados se refiere. El motivo de esta animadversión, como sabemos, radica en La pasión de Cristo, la cinta que acabó con la carrera de entrambos. Desde entonces, la “fábrica de sueños” se ha encargado de matar y enterrar a los dos, para que no levanten la voz más de lo debido. 
Es verdad que aquí no somos tan conscientes de lo que esta injusticia supone para el ciudadano norteamericano, que lleva muy a gala el ejercicio de su libertad de opinión, pero allí esto es un escándalo que continúa coleando; de ahí que cualquier cosa que aquellos toquen, encuentra rápidamente el favor de la gente.

SOUND OF FREEDOM SONIDO DE LIBERTAD Tráiler Español (2023) HD

VER+:



LA LIBERTAD TOTALITARIA por JOSÉ DANIEL ARIAS TORRES 🔐



La libertad totalitaria 
"La intención es homogeneizar a la sociedad a través de la diferencia para que esta se haga pasiva y receptiva, eliminar en apariencia las amenazas a la libertad individual e imposibilitar, de esta forma, cualquier tipo de oposición al sistema mismo..." José Daniel Arias Torres
El capital estandariza las prácticas de tolerancia en sus múltiples formas y hace del respeto a la diferencia una cuestión hegemónica, la sociedad contemporánea se arroja a la conquista de esta aparente igualdad discursiva y respeto a la diferencia, pero el sistema sabe leer bien las demandas y cambios, como siempre lo ha hecho, se adapta a estos movimientos y hace suyas las luchas sociales creando nuevos productos, tendencias, experiencias y conceptos para esa nueva forma de mercado, cliente, comprador, usuario y consumidor, vaciando a la lucha de significado real y llenándolo de mercadotecnia, haciendo de una cuestión con fundamento revolucionario, una mera cuestión de consumo que es, por supuesto, consumida por las masas, al haber sido presentada por los representantes del capital, como productos, experiencias y servicios revolucionarios que se pueden comprar.

El ser humano en sus inicios prehistóricos, tomando un atajo como especie y acelerando el proceso evolutivo, no se adaptaba biológicamente al cambio, sino que adaptaba el entorno a sus necesidades a través del lenguaje fundando así la cultura. Como si fuéramos víctimas ahora de nuestra propia naturaleza, el mercado en su relación simbiótica con las democracias liberales, ha comenzado a adaptar el entorno social a uno "libre de cualquier forma de violencia", al menos en el discurso y de igual manera a generar un consenso con relación a la libertad individual, una forma de libertad propia del sistema capitalista que aísla y se cierra sobre el sujeto aislado imposibilitado de generar sociedad y política, libre de comprar o elegir sobre diversas opciones preseleccionadas, es decir, libre dentro de los limites sistémicos, sin embargo, tan solo y egocéntrico que se ve incapacitado para la generación de organización y acción política, siempre como receptor pasivo del cambio aprobado, pero nunca generador de este.

Por otro lado, en esta generación de "entornos libres de violencia" al individuo posmoderno se le mutila de su capacidad de respuesta y defensa, al ya no haber supuestamente una amenaza en el exterior y al generar un espacio publicitario al respeto y tolerancia –reitero que esto es real solo en el discurso- es extirpado de su instinto de supervivencia al ya no existir depredadores, lo que en términos políticos es similar a decir que el sujeto embriagado por la supuesta “inclusión” que se gesta desde los representantes del mercado a través de campañas publicitarias o pronunciamientos, pierde su capacidad de resistencia al concebir al mercado como aliado y no como amenaza existencial, sin embargo, se tiende a olvidar que el generador de este “entorno libre de violencia” es el depredador por excelencia actual, el cual es el sistema capitalista y se prefiere ignorar el hecho de que siempre existirán amenazas humanas externas que violenten o amenacen la integridad física y moral de uno, sin entrar en el debate de la bondad o maldad natural humana, un sujeto siempre se encontrará –si reducimos a estos dos categóricos a la humanidad- con individuos malos y buenos, que lo ayudarán y perjudicarán, en otras palabras, al fomentar este tipo de entornos libres de violencia promovidos por el sistema capitalista, uno que por su propia naturaleza es violento, estamos recayendo, irónicamente, en un entorno violento y quedamos desprotegidos a las agresiones del capital al creer que por campañas incluyentes este nos representa y respeta, es decir, nos hacemos sumisos a sus designios.

De la misma manera, esta forma de entorno libre de violencia y de intolerancia a la intolerancia misma, es solo la forma visible de la adaptación del sistema a las circunstancias y una estrategia de mercado que al mismo tiempo mantendrá a flote la supervivencia del sistema. Se moldea y dirige la indignación social hacia sectores conservadores que poco tienen que ver con el poder o el mercado, se les convierte en los enemigos comunes de la libertad, ignorando que el sistema se alimenta de estas pugnas intra-sociales, y que el sistema apela a la diferencia solo por ser un extenso mercado a explotar, ignorando que estos nuevos “entornos libres de violencia” se generan desde el capital y están cimentados sobre la violencia misma, es decir, el capital redirige la indignación sistémica a sectores “intolerantes”, librándose de los ataques directos, su protección es un eslogan y campaña publicitaria que es aplaudida, a pesar de que en la práctica sean los bastiones de este sistema fundado en la desigualdad. Estas dinámicas en las que el capital se protege a si mismo desviando la lucha hacia cuestiones fútiles que no cambiarán nada de fondo y permaneciendo intacto gracias a su capacidad líquida de adaptación, pueden ser fácilmente trasladadas a la cuestión ambiental.

Se aplaude el mensaje sin cuestionarse la procedencia de este, "La inclusión es lo de hoy" reza el mercado y el mensaje se propaga por medio de slogans y campañas haciendo que todos los grupos se sientan incluidos en las marcas -como si eso diera identidad real- de esta forma se crea el sentimiento de habitar un entorno libre de violencia, el sujeto deja de ser crítico ante el sistema, es decir, sus defensas se desactivan y este se hace un receptor pasivo dispuesto al sistema, si no hay violencia o amenazas no hay necesidad de resistencia, se hace un objeto moldeable que a su vez dejará de atacar las prácticas enfermizas de los representantes del capital por haber sido incluido superficialmente en el sistema, se hace a la sociedad algo pasivo que se imagina a sí misma en un entorno cada vez más seguro, entregada a los designios de un capital al que aplaudirá siempre que abogué por la diferencia discursiva, a pesar de que su naturaleza en si sea violenta y opresiva.

La intención es homogeneizar a la sociedad a través de la diferencia para que esta se haga pasiva y receptiva, eliminar en apariencia las amenazas a la libertad individual e imposibilitar, de esta forma, cualquier tipo de oposición al sistema mismo, cualquier debate acerca de una libertad diferente a la hegemónica, diferente a la libertad de mercado, una que verdaderamente abogue por el ser y la humanidad en su coexistencia con lo natural.

La defensa de la libertad parece lo más importante hoy en día, sin embargo, es un tipo específico de libertad la que se defiende, una libertad sin límites y egoísta, un régimen totalitario de la libertad, esta carencia de límites en la libertad es lo que conlleva a las crisis actuales, pues si mi libertad de ser es infinita y sin límites y si en el sistema actual soy lo que tengo y lo que hago, en ese caso, nada me importará hacer, despojar y destruir sin moderación para llegar a ser, esto es lo que ha llevado a las crisis ambientales actuales, sin mencionar otra larga serie de crisis contemporáneas. Este régimen totalitario de la libertad se conjuga con su antagónico cómplice "la democracia de la libertad", pues esta forma de libertad promovida por el capital es una en la que hay cabida para todos los grupos, es decir hay una aparente representación de estos, aunque en realidad estos solo le signifiquen consumidores, usuarios o electores a los que no dudará en desechar en cuanto le representen pérdidas o riesgos mayores, un capitalismo que se adapta al cambio, pero que igualmente adapta y que, a pesar de eso, es defendido por ser "incluyente".

Calvin Klein y la repentina defensa popular que recibió su campaña publicitaria, o la cacería de brujas social que medios de comunicación emprendieron contra empresas que no se pronunciaron con respecto a lo acontecido con George Floyd y el movimiento racial, solo muestra que el individuo se ha pacificado y defenderá al capital y sus representantes siempre y cuando se sienta representado por estos en el discurso, a pesar de que, al formar parte del sistema, lo violente, estos representantes del capital se hacen líderes fascistas abstractos a los que el individuo se adhiere en su búsqueda de identidad, una que, de pronto, es otorgada por el mercado como un regalo conceptual y se le adora, a pesar de ser explotadores y violentos. Los representantes del capital no necesitan, ni deberían siquiera pronunciarse con respecto a luchas sociales por simple ética, los fines que persiguen son de mercado y prestigio, no de rebelión, tampoco tendrían que hacerlo por sencilla congruencia al ser entes que sobreviven solo gracias a la desigualdad fundante del sistema capitalista, finalmente, fueron las empresas y firmas que no se pronunciaron al respecto, las que más moral y congruencia tuvieron, sin embargo se festeja la hipocresía de las que sí lo hicieron y la hipocresía vende.

Él revisionismo que se está realizando con respecto a las cuestiones políticamente correctas no es más que otra parte de este problema de sumisión, si bien es cierto que los problemas existen y se debe hacer algo al respecto, la solución no debe emanar del sistema que es origen y causa de estos, eliminar ciertos símbolos que representan o representaron a la esclavitud, racismo, misoginia, etcétera, no es acabar con el problema, se les debe dejar de engrandecer, claro está, pero este dejar de engrandecerlos solo puede emanar del recordarlos, no de borrar sus rastros históricos, este proceder solo conlleva a la amnesia social y no a la justicia, eliminarlos es hacerlos inexistentes y con ello, hacer inexistente el problema mismo, un problema que si no existe, no puede ser conceptualizado, teorizado y accionado, no puede ser visualizado y, por ende, continuará presente pero sin historia, lo que conlleva a que sea posible que, generaciones posteriores, conciban estas problemáticas sociales como cuestiones “naturales”, apriorísticas, sin historia, sin pasado y por ende, sin solución cultural pues se verán como cuestiones fundantes del ser humano contra las que nada se puede hacer.

En esta lógica social de pretender crear un entorno libre de violencia, es la que provoca que cuando la violencia habita en la misma historia, se eliminan y se borran símbolos y restos que tienen inscrita la violencia en ellos, y con ello se escribe una nueva versión de la historia sin los importantes antagónicos que la hicieron, y que es importante recordar para no recaer en ello, recordar de qué somos capaces como especie y recordar que las desigualdades e injusticias son una cuestión histórica y de poder, y no biológica.

De esta forma tenemos a un individuo que destruye la memoria de su pasado y mutila los restos de quienes o lo que le resulta un pasado incómodo, la incomodidad es una cuestión que activa la respuesta defensiva humana, que activa su capacidad de movimiento, cambio y resistencia, es decir, el sujeto posmoderno es uno que tiende a “deshistorizarse” al cargar a la historia misma con una moral correctiva, y no como un campo que presenta hechos, que al ser analizados, pueden caracterizarse como acontecimientos y procederes correctos incorrectos por el lector o estudioso de la historia que está contextualizado en un entorno con una moral dominante, una que variará dependiendo del momento y lugar en que esa historia sea estudiada, claro, la historia la hacen los vencedores, sin embargo, los acontecimientos actuales parecen pretender descargar a la historia de las antagonías que le dieron origen y que, por tanto, le dan una explicación social y no natural a nuestro devenir actual. Una explicación social e histórica del presente tiene que ver con contextos, creencias, cosmogonías y relaciones de poder, son cuestiones no absolutas que se pueden contrarrestar por nuevos procesos sociales y que así se posibilita el refundar a la sociedad misma en una más justa, a su vez, posibilitarán que en el futuro las prácticas se puedan volver a refundar al ser creaciones sociales e históricas. Una explicación natural, por otro lado, se percibe como cuestión cuasi divina imposible de ser refundada por procesos sociales.

El individuo contemporáneo parece ser un ser pasivo que habita un “entorno libre de violencia” artificial creado por el mercado y el poder, un entorno superficial que incluye a la diferencia en el discurso, así es mutilado de su capacidad de defensa ante la aparente ausencia de amenazas o enemigos, un individuo moldeable que se hace consumidor ideal de la diferencia, uno que a su vez elimina elementos importantes de su historia y con ello, elimina a la historia misma, al no tener historia y ser totalmente un receptor pasivo de las creaciones del mercado, el sistema es libre de escribir también su futuro y ser, en apariencia, un sistema inmanente, omnipresente e infinito.

domingo, 29 de octubre de 2023

SACERDOTES PECADORES DE OMISIÓN Y DE APOSTASÍA E INDIFERENCIA ECLESIAL 👥👿💥



▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
SACERDOTES PECADORES DE OMISIÓN 
▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
El pecado de omisión es el pecado que hace condenar más sacerdotes. En el del juicio, dice san Bernardo, se levantará un grande clamoreo que dirá: Señor, somos condenados, lo conocemos, pero los sacerdotes tienen la culpa, ellos no nos avisaron, no nos corrigieron. Pero la voz más imponente, las palabras más aterradoras serán las del mismo Jesucristo, quien les dirá que no han distribuido el pan de la divina palabra, que no han vestido al desnudo con la estola nupcial de la gracia por medio de los sacramentos… ¡Cuántos sacerdotes que podrían, catequizando, predicando, confesando, misionando, socorrer las necesidades espirituales del prójimo! No lo hacen, y los dejan perecer y condenar, ¡ay de ellos!  San Antonio María Claret: SERMONES DE MISIÓN tomo I pagina 9


VER+:

















sábado, 28 de octubre de 2023

👀 ¿PERCEPCIÓN O REALIDAD? 👀



¿Percepción  o  realidad?

Sin pretender impartir cátedra respecto a la ciencia gnoseológica (la que estudia el proceso del conocimiento humano), he de manifestarle a usted mi más absoluta perplejidad existente hoy día respecto a la carencia del más elemental de los análisis, de la más básica objetividad y de la más mínima racionalidad en la vida actual (y los fenómenos concomitantes, desde la política a la religión, la economía o el deporte, la cultura o el arte), porque la fobia a la razón, la lógica y la verdad han llegado a límites inusitados e insospechados en época alguna de la historia universal.

Considero una osadía recordar a usted –y ruego su perdón– que el conocimiento de la realidad no depende de la política, de la ley, de las mayorías “democráticas”, de los sentimientos ni de la subjetividad. Meramente “es”. Mucho daño nos ha hecho esa cuarteta de Ramón de Campoamor, en la que afirma que “y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira; / todo es según el color / del cristal con que se mira”, ya que expresó el egoísmo y necedad del subjetivismo y la propia percepción como sujeto de decisión, cuando no puede ser así en la auténtica realidad.

En sí, estimado lector, la «percepción» no es otra cosa que los procesos de obtención de información de lo que nos rodea (usando los sentidos primarios de la vista, oído, gusto, tacto y olfato, además de los secundarios como la memoria, retentiva, estimativa y cogitativa). Lo mismo es válido para la «auto-percepción». Solamente nos proporciona datos, que pueden ser distorsionados según las facultades y capacidades externas e internas (y así, por ejemplo, un daltónico no percibirá visualmente el cromatismo como alguien que no lo sea, ni podrá afirmar como verdad objetiva universal su percepción, dado que es defectuosa genéticamente). Ciertamente, esa «percepción» es auténtica para cada quién, pero no es real, cierta ni verdadera –uno de los grandes problemas del mundo actual, que proviene incluso del nominalismo del siglo XIII de Ockham y anteriormente del escepticismo helénico, es la dificultad en desentrañar la verdad de la apariencia, la objetividad de la subjetividad–.

La realidad es la existencia verdadera y efectiva de algo o alguien, gústele a quien guste, quiera o no. No puede ser contradicha ni negada –excepto por un ejercicio de negación proveniente de la voluntad, obcecada por las “ideologías”, el egoísmo y la confusión–. El hecho real de que un ladrón es ladrón no varía ni por la cuantía de lo robado, ni por los atenuantes legales referentes a las circunstancias de la comisión del ilícito. Es un ladrón. Lo mismo es válido para un terrorista, un sedicioso, un corrupto, un violador, un traidor o un mentiroso, digan lo que digan las leyes vigentes en cualquier ámbito, puesto que la realidad (¡tozuda, en verdad!) no puede dejar de considerar el hecho primario. Si criticamos ampliamente (y con toda razón) ese machismo reflejado en “la maté porque era mía”, igualmente debemos realizar la misma aseveración sobre todos los supuestos, basados en los principios primarios de la lógica: el principio de no contradicción y el principio de identidad. Es decir, que lo que es, es, y no puede dejar por sí mismo de serlo (como lo proveniente de la biología y la genética, que no depende de un acto volitivo personal), y que una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo (¡para que me hablen a mí de “fluidez binaria” ni “modernidad líquida”!)

Aclarado lo anterior, no podemos restar importancia a la percepción como fuente de conocimiento y de acercamiento a la realidad, pero tampoco podemos interpretar esa realidad circundante bajo criterios subjetivos, so pena de perder la legitimidad del análisis de lo conocido. O séase, que no es lo que yo quiero o lo que a mí me guste o parezca, sino que hay una verdad que no depende de mí interpretar, solo conocer (si es que quiero, porque ahí llegan el trío de “ignorancia”, “necedad (nesciencia)” e “incapacidad (idiocia)”.

Analicemos un caso sin apasionamientos políticos: el Papa Francisco ha declarado que del 1 de septiembre al 4 de octubre es la “Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación”, y afirma que es “una oportunidad para cultivar nuestra conversión ecológica”. Quizá no sea su servidor muy ducho en estos asuntos, pero el Refranero nos dice que “zapatero, a tus zapatos”, por lo que puedo colegir, leyendo el Santo Evangelio, que la “conversión” no se refiere ni a cambio de divisas ni a ser una ONG ambientalista, sino a volver el corazón a Dios, con arrepentimiento, penitencia y amor. El hecho de que la máxima autoridad de la Iglesia Católica dedique su esfuerzo a una oración “ecuménica” para esta “conversión ecológica” puede ser percibido de dos formas: subjetivamente, como una llamada a cuidar el planeta, casa común de todos los vivientes; objetivamente, como un error al querer pensar “como el mundo” en lugar de “como Dios” (y nos lo advertía el Evangelio de San Mateo el pasado domingo, con esa imprecación a San Pedro: «¡Apártate de mí, Satanás!»). ¿Por qué? Porque la Sagrada Escritura no es “sinodalidad”, es Palabra de Dios que se cree y se aplica o no se cree y se abandona. No hay camino intermedio, porque el único camino es el de Cruz, que nos llama a negarnos, abandonar nuestras ideas y seguir obedientes el llamado a la santidad.

Por supuesto, muchas veces lo percibido y lo real concuerdan perfectamente uno con otro. Si percibimos que cada vez necesitamos más dinero para comprar los mismos productos que un año ha adquiríamos por menor cuantía, es constatable que la economía está en recesión (es decir, que el dinero vale menos). Aquí, lo percibido (el gasto) y lo real (lo gastado y adquirido) es elocuente hasta para la mente más cerril y obtusa –excepto que viva en Moncloa o en alguna mansión pagada por el Erario a un cargo público–. ¿Por qué? Porque, por muchas excusas y justificaciones que existan (aumento del precio del combustible, guerra en Ucrania, supuesto “cambio climático”, etcétera), lo que costaba un euro ahora cuesta el doble, pese a los aumentos insignificantes en salarios y pensiones.

Y para qué ahondar en más procelosas aguas como la “auto-percepción” esgrimida por seres apenas pensantes que creen ser cosa diferente a lo que la genética y la biología (la naturaleza y la esencia) dicen que son… Yo estaría casi de acuerdo con ellos si al percibirme “rico encerrado en cuerpo y salario de pobre”, el Estado me reconociera el derecho al desarrollo libre de mi personalidad pagándome diez mil euros mensuales, pero como no es así se eleva el pico de discrepancia con esas “ideologías”, constatando que lo “auto-percibido” solo tiene existencia mental (el famoso ens mentis de la filosofía escolástica, nada nuevo), y que no es real. Lo mismo aplica a personas que se “auto-perciben” cebras, alienígenas, del sexo opuesto o lo que gustaren… No es real, puesto que la percepción dimana de un error mental en el juicio objetivo de la naturaleza, la ponderación de la esencia y la adecuación veritativa. Pocos años ha, la ciencia psiquiátrica catalogaba estas “auto-percepciones” bajo un genérico de “locura” y un específico de “trastorno”, pero… ahora no puede hacerlo ni la ciencia, al haber abandonado los presupuestos científicos por los ideológicos.

En definitiva, mi estimado señor lector: pasemos siempre por el tamiz de la razón natural, objetiva, analítica, mensurada y desapasionada, cada aspecto “poco masticable” que se nos presenta en esta «nueva realidad» vendida por el globalismo y la ideología política, para poder entender cuál es la auténtica realidad, la verdad, la necesidad de cambiar lo malo para regresar a lo bueno (una “conversión”, en sentido espiritual). Todo lo que no sea esto, es querer ponerse el zapato izquierdo en el pie derecho…

viernes, 27 de octubre de 2023

LA MEMORIA DE LOS CRÍMENES DE LA DICTADURA CASTROCHAVISTA SE EMPIEZA A CONSTRUIR EN BUENOS AIRES, ARGENTINA 👿💥💀

 

La Memoria de los crímenes 
del régimen castrochavita comunista
 se empieza construir en Argentina

Un mural en Buenos Aires rinde homenaje a los 294 ciudadanos que murieron durante las protestas contra el régimen CASTROCHAVISTA de Nicolás Maduro entre 2014 y 2022

En un rincón de la Comuna 7 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, un mural se alza majestuoso, teñido de los colores amarillo, azul y rojo, como un faro de esperanza y resistencia en memoria de 294 valientes ciudadanos. Ellos fueron arrebatados por la sombra de la dictadura de Nicolás Maduro, durante las protestas ocurridas en Venezuela entre los años 2014 y 2022.
Esta obra trasciende un simple mural, pues encarna el sufrimiento y la pérdida, pero también la indomable fortaleza y el compromiso inquebrantable con los derechos humanos. Es un testimonio vivo de nuestra memoria colectiva, una llama que se niega a ser apagada u olvidada.
Para los más de 250 mil venezolanos que ahora llaman hogar a Argentina, y para los millones esparcidos por el mundo, este mural en honor a las víctimas de las protestas va más allá de una expresión artística. Es un recordatorio constante de nuestra resistencia y nuestra incansable lucha por un país libre, democrático y justo. Cada nombre escrito en la placa que acompaña la pintura (lista lograda gracias a las organizaciones venezolanas Provea y Justicia Encuentro y Perdón) representa a un ser humano que tuvo el coraje de enfrentarse a la opresión y al abuso de poder. Representa una vida perdida, un sueño truncado, pero también un grito de resistencia que se niega a ser silenciado. Son símbolos de una nación que, a pesar de los obstáculos y la represión, se niega a rendirse.

Este lugar, es el resultado de años de lucha también en tierras extranjeras. Es el fruto de innumerables horas de trabajo de defensores de derechos humanos, periodistas, políticos y ciudadanos comprometidos que son testimonio constante de lo que ocurre en Venezuela. Es también un tributo a los valientes venezolanos que han encontrado refugio en Argentina, cuyo pueblo ha abierto la puerta a tantos en busca de una vida digna. Desde ahora, este espacio único en el mundo será un santuario para honrar a 294 inocentes que se han convertido en parte de nuestra memoria colectiva.
La memoria es el pilar fundamental sobre el cual se construye el futuro de una sociedad. Recordar los momentos dolorosos y las injusticias cometidas es esencial para evitar que se repitan. En el caso de Venezuela, nuestra memoria adquiere un valor aún más profundo. No solo recordamos lo sucedido, sino lo que aún continúa sucediendo. Es una llamada incesante para nunca olvidar las atrocidades perpetradas por un régimen dictatorial al que debemos vencer, y para mantener viva la historia de aquellos que perdieron la vida en aras de la libertad, así como para evitar más muertes y sufrimiento.


¿Quién puede olvidar a aquellos primeros caídos de las protestas de 2014? ¿Quién puede borrar de su memoria la angustia que nos consumió durante esos largos y dolorosos seis meses de protestas en 2017? Cientos de miles de venezolanos tomaron las calles con valentía, pero no todos regresaron a sus hogares. Vivimos esos días con el terror de escuchar cada jornada los números de muertos, temiendo que el siguiente nombre que resonara pudiera ser el de un ser querido. A pesar de la conciencia del peligro, nuestra convicción en la necesidad de cambio superaba, y sigue superando, cualquier temor.
Este mural, por ello, también es un tributo a los familiares, aquellos que aún no han encontrado consuelo y que persisten incansablemente en la búsqueda de justicia. Ellos trabajan día a día para mantener vivos a sus hijos en la memoria de los venezolanos y del mundo entero, que los abraza en un gesto solidario, acompañando ese grito por justicia.
No podemos permitir que la memoria se desvanezca con el tiempo. Es nuestra responsabilidad mantener viva la llama de la indignación y la exigencia de justicia. Cada vez que nuestros ojos se posen en ese mural, debemos recordar que la lucha aún no ha terminado, que hay millones de personas de Venezuela que anhelan un futuro mejor. Debemos comprometernos a no dar la espalda a su dolor y a seguir presionando por un país libre y democrático. Debemos trabajar en conjunto con cada demócrata en el mundo, como lo hemos hecho esta vez con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Inauguran en Buenos Aires un Mural
en Honor a Todos los Jóvenes Venezolanos caídos 
en la lucha contra el Gobierno Chavista. 

VER+:





jueves, 26 de octubre de 2023

LIBRO "LA REVOLUCIÓN DEL CO²": UNA FARSA PARA UN IMPUESTO por JUAN ANTONIO DE LA RICA

La  revolución  del  CO²:
Una  farsa  para  un  impuesto

El anhídrido carbónico es un gas muy escaso –y valioso– en la atmósfera: sólo el 0,038% de ésta es CO², mientras que el oxígeno representa el 20,86%, casi 550 veces más. Los seres humanos producimos cuarenta mil millones de toneladas de CO2 cada año, pero las plantas necesitan cincuenta mil millones al año. Es decir, devolvemos a la atmósfera menos CO² del que las plantas necesitan para sobrevivir.
Si nuestra producción de CO² se ajustara a la política de “cero emisiones” –meta propuesta por los ecologistas–, todos los bosques de la Tierra desaparecerían por falta de CO²: los árboles y las plantas simplemente no tendrían qué respirar. Cobrar un impuesto por comprar gasolina o gasoil, y otro por producir CO², es como cobrar un impuesto por comprar pan, y otro por comerlo: un auténtico disparate.
Prefacio

En elaño 1957 tuvo lugar el Año Geofísico Internacional, que significó un importante esfuerzo internacional de inversión econó­mica y de trabajo científico y en el que participaron miles de investigadores de las distintas ramas de la geofísica. El resultado fue un notable impulso en el conocimiento físico de nuestro planeta en su conjunto y de la atmósfera y el clima en particular. Res­pecto a este, una de las conclusiones de los estudios realizados a lo largo de ese año fue que el clima de la Tierra está histórica­mente en permanente cambio, oscilando entre épocas cálidas y frías (glaciaciones), pero con una lenta tendencia general hacia el enfriamiento. Se determinó con precisión que en ese momento, año 1957, climatológicamente vivíamos un período interglaciar de calentamiento de la atmósfera iniciado hacía 10.000 años cuando los hielos comenzaron a retroceder de forma muy rápida en todo el mundo y el nivel del mar comenzó a subir también muy rápidamente. Ese cambio no fue continuo a lo largo de esos 10.000 años en que el nivel del mar ascendió 120 metros, sino que el mar ha ascendido 6 metros en los últimos 6.000 años, a razón de 10 cm por siglo, y 114 metros en los 4.000 años anteriores, a razón de 285 cm por siglo, lo que significa un crecimiento casi treinta veces más rápido que el actual.

Los geofísicos que estudiaron el clima y su constante cambio histórico consideraron que el actual proceso de cambio de nuestra atmósfera era absolutamente natural, pero que sería necesario estudiar más a fondo la posible influencia en el mismo de dos fenó­menos causados por el hombre: el incremento de partículas sólidas en el aire como más importante, y el incremento de CO² y su efecto invernadero como de menor impacto.

El polvo en la atmósfera es reforzado por el humo causado por la actividad humana y su presencia haría que llegara menos radia­ción solar al suelo, con lo que este se calentaría menos, mientas que ese polvo se calentaría más y calentaría a la propia atmósfera elevando la temperatura del aire. Sobre este posible problema se llamó la atención de forma importante, y con menos importancia se trató del tema del CO².

En este segundo caso, la influencia sobre el clima estaría producida por el efecto invernadero que tiene este gas, al hacer rebotar la radiación infrarroja procedente del suelo al enfriarse este durante las noches, radiación que en lugar de escapar al espacio exterior, regresaría al suelo.

Debido al extraordinario interés que tiene la predicción meteorológica y a su enorme importancia económica, el estudio del clima recibió un fenomenal impulso graáas al Año Geofísico Internacional. El tema del CO² y su posible incidencia en la evolución de un clima cambiante y con una continuada tendencia al calentamiento, llamó poderosamente la atención de muchos geofísicos alarmistas que predijeron con un gran oportunismo profesional, que al final del milenio, es decir hacia el año 2000, los niveles de CO² en la atmósfera habrían aumentado en un 25%. La alarma llama la atención y despierta el interés de la gente de la calle,y esto canaliza el dinero destinado a la investigación, con lo que ayudas, subvenciones, encargos, publicaciones, cátedras, etc. fueron a parar a las manos de los físicos alarmistas, cuyo objetivo pasó a ser, no el investigar desapasionadamente el comportamiento del CO², sino el demostrar la maldad del anhídrido carbónico como causante del calentamiento del clima. 

Por otra parte, este falso mensaje, lanzado durante los años sesenta del Siglo XX, fue tomado con entusiasmo por los ecologistas, que ansiosos de salvar al mundo, vieron en el CO² el instrumento perfecto para hacer realidad sus sueños antidesarrollistas, con lo que este gas cambió de manos y pasó de las de los científicos a las de los políticos de izquierdas, con todas las consecuencias negativas que esto implica. A finales de los setenta y principios de los ochenta, la idea de asociar el calentamiento continuo desde hace 10.000 años de nuestra atmósfera, con el CO² producido por la industria y el transporte, fue ganando partidarios y convirtiéndose poco a poco en uno de los dogmas de la ecología, y todo ello a pesar de que climáticamente entre los años 1945 y 1975 existió una ligera tendencia hacia el enfriamiento. Pero no importa, el dogma se estableció y en adelante se aceptó como tal por los ecologistas y la izquierda progresista.

Este cambio quedó curiosamente reflejado en un cambio semántico, y de esta forma el "cambio del clima" estudiado por los geofí­sicos, pasó a ser "cambio climático" impuesto por los políticos y a continuación gestionado y administrado por ellos. Climático, significa perteneciente o relativo al clima, cambio climático no es por tanto cambio del clima, sino cambio de lo relativo al clima. La forma de vida, la salud, la economía, la agricultura, están relacionadas con el clima, y esas son las cosas que van a cambiar, es decir lo que a nosotros nos afecta del clima, y van a cambiar por culpa del CO², un CO² que produce un sector de la sociedad, los egoístas, los insolidarios,los industriales, los trabajadores. Los ecologistas y los políticos de izquierdas, no, ellos no generan CO² y en todo caso el que producen es bueno porque lo hacen por nuestro bien, por eso ellos van a cobrar por el CO² creado, y los egoís­tas, los insolidarios, los no ecologistas, van a pagar.

De este modo, el cambio del clima, que es un fenómeno natural y una realidad constante en la historia de la Tierra, pues el clima nunca ha permanecido estable y no tiene ningún sentido esperar que deje de cambiar cuando a nosotros nos conviene, ha pasado a ser una amenaza para la humanidad: amenaza de la que nos van a salvar los ecologistas (que son gente muy noble y al mismo tiempo muy práctica), cobrando un impuesto por producir CO², con lo que la sociedad producirá menos CO², lo que a su vez ac­tuará como freno a un desarrollo ecológicamente destructivo. Con menos energía habrá menos fábricas, menos industrias, menos explotaciones nlÍneras, etc. lo cual es magnífico desde un punto de vista ecológico, porque habrá menos contaminación, aunque por supuesto también habrá menos trabajo, más miseria y más hambre en el mundo, pero eso no tiene demasiada importancia.

El establecimiento de un impuesto por producir CO² es una idea genial para la izquierda ecologista y progresista, porque las industrias que lo produzcan en gran cantidad aliviaran sus conciencias asumiendo la penitencia de su pago, y los ecologistas y los go­biernos de izquierdas que los sostienen obtendrán una fabulosa cantidad de dinero, lo que les permitirá aumentar su influencia en la sociedad y al mismo tiempo costear una metódica campaña propagandística para cuyo mantenimiento es necesario comprar la voluntad de miles y miles de periodistas y garantizar la prosperidad de sus medios. Ese impuesto servirá además para financiar es­ tudios interesados, comprar voluntades, promocionar a los amigos y silenciar a los enemigos, en fin, para hacer todo aquello que los políticos de izquierdas hacen con toda naturalidad en beneficio propio pero con el dinero de los demás.

El único requisito, además previo, para que todo este fenomenal montaje funcione, es que el CO² sea efectivamente un gas conta­minante, pero esto también se puede hacer por decreto como tanto les gusta a ciertos políticos, y de esta forma la Organización de las Naciones Unidas, que es elorganismo en donde nació esta idea, definió el cambio climático en el año 1988 de esta manera:

"El cambio climático hace referencia a los cambios a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos. Estos cambios pueden ser naturales, pero desde el siglo XIX, las actividades humanas han sido el principal motor del cambio climático, debido principalmente a la quema de combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas, lo que produce gases que atrapan el calor".

En la definición se dice que los cambios "pueden" ser naturales, pero a continuación establece que desde el siglo XIX no es así y la causa es la que a la ONU le interesa; sin más. Intelectualmente es una definición vergonzosa, es demagogia en estado puro.
Pero es demagogia activa, porque al mismo tiempo la ONU pone en marcha un organismo creado a partir del Programa de la Na­ciones Unidas para el Medio Ambiente (reducto ecologista-izquierdista), denominado Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, PICC, cuyo objetivo fundacional es, textualmente:

"Concentrar la información científica disponible sobre el cambio climático, determinar las consecuencias ambientales y socio­ polítícas del calentamiento y formular estrategias de respuesta al mismo".

Esta declaración es otro monumento a la demagogia, primero porque la ONU decide que existe un "cambio climático"y lo define a su conveniencia y a continuación crea un organismo para demostrar que existe. 
¿Qué significado tiene la frase: "concentrar la in­formación científica disponible sobre el cambio climático"? ¿Qué sucede con la información científica desfavorable al objetivo que se persigue?
De hecho, la propia creación de PICC es un acto de total manipulación política de la ciencia y de falsificación interesada de la infor­mación. Si no existiese "cambio climático" sino simplemente "cambio de clima", la existencia del PICC sería un absurdo, así que lo primero es demostrar el "cambio climático" y esto se hace primero por decreto y luego pagando a 2.000 científicos para que "sostengan" esa afirmación. Sin embargo, una verdad científica no tiene que ser sostenida por nadie, se sostiene a sí misma, lo que es necesario sostener es la falsedad, elengaño, el fraude.

Con todo esto, el cambio delclima pasó a ser cambio climático, y el calentamiento de la atmósfera pasó a ser producido por el hom­bre, no porque el clima se encuentre en un proceso de calentamiento interglaciar, sino por la maldad de unos pocos. Es inaceptable culturalmente que un tema tan tremendamente complejo como el cambio del clima en la historia de la Tierra, que llevaba relativa­mente pocos años estudiándose y en el que intervienen numerosos factores geofísicos, e incluso astronómicos de gran importan­cia, y del que se han obtenido resultados contradictorios, la ONU decida por su cuenta e imponga ante la opinión pública por su peso, que es causado por la actividad humana a partir del siglo XIX.
¿Cómo es posible tal atropello intelectual? La respuesta es muy sencilla: la ONU y el PICC, son organismos políticos,y los políticos deciden cómo ha de ser la realidad q¡ue les interesa. Una vez establecida la misma, se contrata a los científicos necesarios para "sos­tenerla". Esto significa politizar la ciencia, algo aberrante desde un punto de vista científico, pero natural en la izquierda que pretende politizarlo absolutamente todo, la educación, el derecho, la cultura, la forma de vida, todo.
El resumen es sencillo: el mundo científico sabe que el clima está en un proceso de calentamiento, pero la gran masa de la pobla­ción, no. Entonces interviene la ONU y lanza al mundo un aviso: El clima se está calentando por culpa del CO² producido por la in­ dustria y el transporte. Como la masa de la población comprueba que es verdad que el clima se calienta, acepta también como ver­dad que la causa es el CO², y lo que es más grave: acepta el pago de un impuesto absolutamente demagógico.
•••

En el año 2007 yo trabajaba desde hacía 25 años como periodista especializado en el mundo del motor y el tema de la contamina­ción producida por los automóviles me interesaba extraordinariamente. Desde mi postura de observador e informador, fui a lo largo de esos años comprobando como poco a poco el anhídrido carbónico, el gas más importante de toda la atmósfera para la Naturaleza, se iba convirtiendo primero en un posible contaminante, después en un probable contaminante y luego en un absoluto contaminante. Sin embargo, esto último chocaba frontalmente con mis conocimientos de química, biología y geofísica.

La vida animal consiste químicamente en un proceso de oxidación de materia orgánica, nuestros alimentos, gracias al oxígeno presente en la atmósfera, con lo que se obtiene calor por una parte y un residuo gaseoso (CO² o anhídrido carbónico) por otra. Que el gas que producimos los seres humanos (y el conjunto de todos los animales de la Tierra) al respirar sea un contaminante está fuera de toda lógica y suena sencillamente como un disparate.
Por otra parte el propio origen de la vida sobre nuestro planeta reside en el CO². Si no hubiera existido abundante CO² en la atmós­ fera primitiva de la Tierra hace 3.800 millones de años, la vida no hubiera aparecido tal como la conocemos. Básicamente la vida consiste en la creación de materia orgánica a partir del CO² atmosférico, del agua y de la energía de la radiación solar. Ese proceso se inició en un pasado remoto y continúa en la actualidad y son las plantas las que lo llevan a cabo tomando CO² del aire (respi­rando CO²), creando materia orgánica (de la que los animales se alimentan), y produciendo como residuo oxígeno. Que un gas esencial en el proceso de la vida, que el gas que respiran las plantas creadoras de vida, sea un contaminante, me resulta desde un punto de vista naturalista, un disparate absurdo.

Finalmente, aunque mis conocimientos de geofísica no sean muy grandes, soy consciente de que la cantidad de CO² presente en la atmósfera, la cantidad del gas más importante para la Naturaleza, es muy pequeña. El CO² es un gas no solamente valioso en el proceso de la vida, sino a demás escaso, porque únicamente el 0,038% de la atmósfera en peso está compuesto por este gas. Si las plantas y los árboles de la Tierra siguen tomando CO² del aire y fijándolo en el suelo, esta cifra se hará cada vez más pequeña en un futuro a largo plazo y la vida vegetal se paralizará por falta de CO² para respirar, los bosques desaparecerán. 
El CO² que hoy produ­cimos los seres humanos debido a nuestra industriosidad (por otra parte tan natural como el que los leones se coman a los ñus), formaba parte hace millones de años de una atmósfera más rica en anhídrido carbónico. A lo largo de todo ese dilatado tiempo las plantas fueron extrayendo CO² del aire para crear materia orgánica y pasando luego al suelo el carbono de la misma. Quemar com­bustibles es devolver ese CO² a su lugar de origen y al mismo tiempo es enriquecer la atmósfera con el gas del que se alimentan los árboles, por lo que cuanto más coz exista en esta, mejor y más rápido crecerán los últimos con lo que los bosques en lugar de des­ aparecer poco a poco, como sucede en estos momentos, ganarán en extensión de forma natural. ¿Es malo el CO² para la Natura­leza? ¿Es un contaminante? Pensarlo siquiera resulta ridículo.

Las anteriores consideraciones me llevaron a investigar más a fondo la relación entre automóvil y CO² y las causas o los motivos existentes para que el mundo ecologista colgara al CO² la etiqueta de "contaminante". Por otra parte, si un pequeñísimo incre­mento de CO² en el aire pudiera ser ligerísimamente perjudicial para las sociedades humanas, ese pequeño incremento resultaría beneficioso para todos los bosques del planeta. Hay que tener en cuenta que se calcula que en el mundo hay entre 100 y 150 árbo­les por cada ser humano. En beneficio de esos árboles perfectamente se puede asumir un pequeño perjuicio para nosotros, pero es que ni siquiera sería tal, porque los beneficios que esos 100 o 150 árboles nos devolverán lo compensa con creces.

Todas estas ideas las plasmé a lo largo de los años 2007 y 2008 en un libro sobre el CO² y el automóvil que se publicó el 2009. Tengo que decir que el libro, con gran dolor de mi corazón, fue un absoluto desastre editorial. Lógico, los resultados y conclusiones del mismo no coincidieron para nada con la doctrina oficial ecologista e izquierdista, y en esos momentos, en el año 2009, la socie­dad estaba entregada en los brazos de los ecologistas a los que había firmado un cheque en blanco. A nadie le gusta que le corrijan o que le lleven la contraria, menos aún que le cuenten cosas desagradables, y muchísimo menos que encima le digan que le están engañando y tomando el pelo, y, para colmo, timando.
Como dato curioso acerca de la postura de la sociedad en esos momentos, de mis compañeros periodistas en prensa escrita, radio o televisión, no hubo ni uno, que publicara una reseña del libro. Pero las cosas cambian y las sociedades también. Hoy percibo a mi alrededor un ambiente de cansancio, de falsedad, de hastío incluso frente a la marea ecologista, por lo que he decidido insistir nuevamente con mi libro que a continuación presento casi tal cual como se escribió hace 14 años. Se podría pensar que en este tiempo se ha quedado desfasado, pero no es así en absoluto, e incluso hoy resulta mucho más interesante aún porque pone en evidencia como nuestra sociedad, nuestra cultura y nuestra economía, pueden ser manipuladas y estafadas.

Introducción

La proporción de anhídrido carbónico en la atmósfera en relación con el resto de los demás gases es del 0,038%. En realidad, hay poquísimo CO² y este es un gas francamente escaso. Tan escaso como valioso. Nosotros, los animales llamados superiores, respira ­mos oxígeno, pero en nuestra atmósfera el 20,86% de la misma lo forma este gas. Tenemos mucho oxígeno, más de la quinta parte del aire que nos rodea es oxígeno y sin embargo solo tres con ocho diez milésimas partes son de CO².

¿Qué tiene esto de particular?
Pues en primer lugar,que todo ese oxígeno que hoy respiramos los humanos estaba en el pasado combinado con el carbono, for­maba parte del CO² primitivo, y las plantas lo han liberado. En segundo, que nosotros, los animales superiores que respiramos oxí­geno, somos en realidad parásitos. Somos seres vivos, sí, pero no creadores de vida, la vida la crean las plantas y estas dependen de ese valioso y escaso gas. Las plantas respiran anhídrido carbónico (CO²), y sin este gas no habría plantas y sin plantas no habría animales, y, por supuesto, no existiríamos nosotros, que somos auténticos y genuinos animales. Por eso, porque somos animales que respiran oxígeno, nos encantaría y nos resultar: a muy cómodo que en nuestra atmósfera hubiera más oxígeno y menos CO². Claro que, en ese caso, los árboles vivirían mucho peor. Sí, que lástima, pero no tendríamos que vivir bajo la terrible amenaza del cambio climático.
El CO², mucho o poco, puede ser bueno o malo para nosotros, los seres humanos, pero de lo no cabe la más mínima duda, es de que es maravilloso para la Naturaleza. Esto no es una afirmación, es simplemente una constatación de la realidad, y como tal ni si­ quiera se puede poner en duda. La vida en nuestro planeta tiene más de tres mil millones de años de antigüedad y comenzó gracias al CO² y a la energía de la luz solar. Sin esas dos cosas, no existiría la vida tal como la conocemos.

Tres mil millones de años, son muchos años, sobre todo teniendo en cuenta que nuestra propia historia no abarca mucho más de medio millón. Somos unos recién llegados, pero nos sentimos con derecho a llevarle la contraria a nuestra propia madre Natu­raleza, y disputar a sus criaturas, los árboles por ejemplo, el gas que respiran. Los árboles, sí, los verdaderos dueños de nuestro mundo, porque hay aproximadamente 140 árboles por cada ser humano, y porque colonizaron la Tierra hace aproximadamente cuatrocientos millones de años, y porque además son los que han creado el suelo fértil del que vivimos. Unos árboles que, por cierto, de no haber existido, tampoco habríamos existido nosotros, dado que nuestra evolución dependió de ellos.
Realmente, se hace difícil aceptar que el gas que respiran los árboles, el gas del que dependen, el gas del que nació la vida, el que producimos nosotros mismos al respirar y devolvemos por ello a la atmósfera (tremendamente importante este concepto de devo­lución) sea un contaminante, pero así nos lo está contando desde hace veinte años (por increíble que parezca) el Panel Interguber­namental para el Cambio Climático (PICC), auspiciado por la ONU y avalado por cientos o miles de firmas de científicos compro­metidos. Lo que no está muy claro es si se trata de científicos comprometidos con la ciencia, comprometidos con los intereses del PICC, o comprometidos con la divulgación de ideas políticas de izquierdas.

El CO², el anhídrido carbónico tan denostado y parece ser que tan peligroso, es muy importante en nuestras vidas y en toda la vida vegetal que nos rodea y nos soporta. Merece la pena examinar con decisión, con toda tranquilidad y sin ningún pudor, nues­ tra relación con este gas en el día a día, incluso haciéndolo desde el punto de vista más desfavorable; o, si se quiere, más criticable (aunque sería mejor decir que más criticado), precisamente por ese colectivo de cientos y cientos de científicos al servicio del PICC; el automóvil.
Cada vez que ponemos en marcha el motor de nuestro vehículo, sea de gasolina o diésel, lo que literalmente estamos haciendo es encender una hoguera. Los motores de combustión interna de nuestros vehículos queman combustible y utilizan la energía calo­rífica del mismo para transformarla en energía mecánica con la que crear movimiento. Lo que hacemos al arrancar el motor de un coche es algo muy parecido a lo que hacían nuestros antepasados cuando para combatir el frío se acercaban a una hoguera para aprovechar en beneficio propio una parte del calor generado por la madera de la misma al quemarse. Lo que sucede en nuestro caso, es que como conductores no somos muy conscientes de la cantidad de madera que quemamos. 

Para un automóvil de tipo medio, con un motor de alrededor de 100 CV y que produce una cantidad de CO² de 180 gramos por kilómetro, la cantidad de leña equivalente que se consume circulando a 120 km/h es de bastante más de medio kilo por minuto. Nuestra hoguera no es simple­mente un pequeño fuego, no, es una hoguera importante que en un viaje de cuatro horas quema más de 120 kilos de leña, lo que por su parte significa que en ese mismo tiempo producimos 86,4 kilos de anhídrido carbónico que pasa a la atmósfera. Ese es más que producen CO² al hacerlo como gas residual, y que añaden ese CO² a una atmósfera que los ecologistas apriorísticamente supo­nen saturada del mismo, es de 2.000 millones. No es una cantidad empleada ocasionalmente por un comentarista, me ha llamado la atención el que es sistemáticamente repetida y aceptada como cierta y que cuenta con lo que podríamos llamar "el aval ecolo­gísta". 

Soy periodista del motor desde hace muchos años, y tengo un especial interés por su historia. Conozco las cifras de produc­ ción mundial de automóviles y esos 2.000 millones de automóviles circulando cada día me chirrían.
Según la publicación que para mí tiene más prestigio en cuanto seriedad y objetividad en su información, la revista suiza "Revue Automóvil" que todos los años publica un catálogo estadístico que es la verdadera Biblia estadística de los periodistas del motor del mundo entero, la cantidad total de automóviles que se han fabricado en toda la historia de la automoción desde que el señor Benz solicitó la patente de su primer vehículo y lo condujo su mujer una vez construido, hasta el año 2008 en que se escriben estas líneas es de 1.583 millones de automóviles, lo que significa 417 millones menos de los que supuestamente circulan cada día por las carreteras y caminos de todo el planeta. Evidentemente, de esos 1.583 millones de automóviles fabricados, es lógico pensar (más bien es evidente) que únicamente una parte sigue en circulación, porque pensar en que todos los coches de los años, veinte, treinta, cuarenta, cincuenta, e incluso sesenta y setenta, sigan funcionando, es sencillamente absurdo.

Como dato interesante, en el año 1999 la misma revista suiza calculó que el parque mundial de vehículos de turismo, breaks y minivans, con capacidad de funcionar en ese momento (lo que no significa que se muevan todos los días, sino que simplemente eran capaces de moverse, que es algo que haría solo una fracción de los mismos), habría alcanzado la cifra de 500 millones de uni­dades, aunque la cifra real del número de los que lo hicieran a diario sería muy inferior. Personalmente he realizado el cálculo del número de turismos que podían estar circulando en el año 2007 con una media anual de 10.000 kilómetros recorridos, y la cifra que he obtenido (que no creo que tenga más de un 10% de error en más o menos) es de 600 millones de unidades, de los que diaria­ mente solo circularían un tercio, es decir 200 millones de unidades, lo que significa la décima parte de la cifra avalada por el colec­ tivo ecologista.
La diferencia entre los datos (del año 2008) muy fiables que estoy manejando,y los suministrados por este colectivo, es de nada menos que de 1.800 millones de vehículos. A la vista de los mismos una cosa me queda perfectamente clara: las fuentes de infor­mación comprometidas con el movimiento ecologista no me resultan fiables, utilizan cifras falsas y manipuladas interesada­mente. El problema del anhídrido carbónico emitido por los tubos de escape de los automóviles que circulan por el mundo entero, me parece enormemente serio y no puedo considerarlo fríamente dando por buenos datos como los que he comentado anterior­mente. Para ver el panorama que me interesa, tengo que mirar por otras ventanas y esto me lleva a una reflexión más profunda.
(...)

Juan Antonio de la Rica, autor del libro “La revolución del CO2”, 
sobre la real necesidad del CO2 y el fraude genocida climático.

Juan Antonio de la Rica presenta 'La revolución del CO2' en Dando Caña

VER+: