EL Rincón de Yanka: marzo 2023

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viernes, 31 de marzo de 2023

LIBRO "EL MITO DEL CAPITALISMO": LOS MONOPOLIOS Y LA MUERTE DE LA COMPETENCIA por DENISE HEARN


EL MITO 
DEL CAPITALISMO

Los monopolios y la muerte de la competencia

«La ralentización del crecimiento y el aumento de la desigualdad han acabado siendo una combinación tóxica en las economías occidentales, en especial los EE.UU. En la actualidad, esta combinación amenaza la supervivencia de la propia democracia liberal. 
¿Cómo es que ha pasado esto? Algunos echan la culpa a un exceso de capitalismo de libre mercado. En este libro escrito con claridad y bien documentado, los autores demuestran que en realidad ocurre exactamente lo contrario. 
Lo que ha surgido a lo largo de los últimos cuarenta años no es capitalismo de libre mercado sino una forma depredadora de capitalismo monopolista. 
Lamentablemente, los capitalistas siempre preferirán el monopolio. Solo el estado es capaz de restablecer la competencia que necesitamos, pero solo lo hará bajo la dirección de un público informado. Así pues, este es un libro de veras importante. Lee, aprende y actúa.» Martin Wolf, comentarista jefe de economía, Financial Times
"El mito del capitalismo" cuenta la historia de cómo Norteamérica ha pasado de ser un mercado abierto y competitivo a ser una economía en la que unas cuantas empresas poderosas dominan industrias clave que afectan a nuestra vida cotidiana.
Los monopolios digitales como Google, Facebook y Amazon actúan como guardianes del mundo digital. Amazon está captando casi todos los dólares de las compras por Internet. Nos da la impresión de que decidimos, pero para la mayoría de las decisiones críticas, cuando se trata de Internet de alta velocidad, seguros médicos, atención sanitaria, seguros de títulos hipotecarios, redes sociales, búsquedas en Internet o incluso bienes de consumo como la pasta de dientes, contamos solo con una o dos empresas.
Cada día, el norteamericano medio transfiere una parte de su sueldo a los monopolios y los oligopolios. La solución pasa por una enérgica imposición de leyes antitrust para devolver a Norteamérica a un período en el que la competencia genere más crecimiento económico, más empleos, salarios más altos y un marco de igualdad para todos.

"El mito del capitalismo" es la historia de la concentración industrial, pero es algo que importa a todos, pues los intereses no podían ser mayores. Aborda las grandes cuestiones de por qué los EE. UU. son una sociedad cada vez más desigual, por qué el crecimiento económico está anémico pese a los billones de dólares de deuda federal y la emisión de dinero, por qué ha disminuido el número de empresas emergentes, o por qué los trabajadores están cada vez en peores condiciones.

La razón principal de que las grandes multinacionales sigan creciendo y que para los emprendedores y pequeños empresarios sea difícil surgir en el mercado es la excesiva regulación estatal que mediante las licencias que otorga o deja de otorgar reduce la competencia que podría existir, infla los precios y en su consecuencia máxima mata a las empresas pequeñas que no pueden asumir los costes de tantas regulaciones, mientras las más grandes que sí los pueden asumir lideran los mercados y llegan a tener tanto poder como para sobornar o hacer presión a los políticos mediante lobbys.
«Si quieres comprender las razones de la desigualdad deja de leer a Thomas Piketty y lee a Tepper», decía alguien por ahí, y debo decirles que estoy muy de acuerdo con esta afirmación.
En Estados Unidos y en el Reino Unido, la desigualdad también ha crecido. El economista Thomas Piketty describió esta tendencia en su libro El capital en el siglo XXI. En su libro, argumenta que la creciente desigualdad deriva de un fallo esencial en el capitalismo; en su opinión, el retorno al capital se incrementa hasta generar revolución o un cambio de sistema. Según Piketty, el capitalismo devora su propio futuro. A pesar de demostrar que la desigualdad ha crecido, Piketty no pudo explicar por qué ha crecido el retorno al capital. 

En este libro, intentamos responder a esta cuestión y nos detenemos en una de las razones principales por la que las empresas han generado más beneficios y se ha incrementado la desigualdad. La respuesta, en parte, es el crecimiento de monopolios y oligopolios. De hecho, esta tesis forma parte de los argumentos de este libro. Y no debería sorprender que los países con los mayores monopolios son los que tienen las cuotas más altas de desigualdad. Entre los países más desiguales están México, Chile y Estados Unidos. 

Y no puede ser una coincidencia que también sean los que tienen más monopolios. Cada vez que un estadounidense, un mexicano o un chileno gasta sus dólares o sus pesos, transfiere un poco de su salario a compañías que canalizan el dinero a las familias más ricas del país. México es el país de los monopolios. A través de privatizaciones, Carlos Slim ha llegado a dominar por completo el sector de las telecomunicaciones. Hasta hace poco, ha controlado más del 80 % de la telefonía fija y más del 70 % de la telefonía móvil. 

No debería ser una sorpresa averiguar que México tiene los precios más altos del mundo y una pésima inversión en telecomunicaciones. Cada vez que un mexicano llama por teléfono, transfiere parte de su nómina y de sus ahorros a Carlos Slim. De este modo, Slim ha llegado a ser uno de los hombres más ricos del mundo. Sin embargo, los problemas en México se encuentran en docenas de sectores. En el del cemento, Cemex controla casi el 90 % de la producción. La compañía Peñoles domina la producción y el mercado de la plata. Bimbo controla el mercado del pan, y Gruma, el de maíz. 
Y la lista sigue. La consecuencia es que los mexicanos carecen de libre elección de consumo y pagan más de la cuenta, transfiriendo parte de sus salarios a los dueños de los monopolios. No debería sorprender la extraordinaria estadística que dice que el 1 % más rico de la población mexicana posee el 43 % de la riqueza del país, y que el 10 % más rico del país gana treinta veces más que el 10 % más pobre.

En el caso de Chile, el país tiene uno de los peores problemas de desigualdad del mundo: el 10 % más rico del país gana veintiséis veces más que el 10 % más pobre. El 80 % vive con ingresos medios comparables a los de Angola. Su desarrollo económico es tan desigual que solo un 20 % de los chilenos gana lo mismo que ganaría en otros países desarrollados. Chile también es un país dominado por monopolios. La mayoría de las empresas fueron monopolios estatales, pero pasaron a manos privadas a través de privatizaciones: ahora están bajo el dominio de unas pocas familias. Tres supermercados son dueños de todo el sector. Tres farmacias controlan la comercialización de medicamentos. Tres empresas controlan el sector eléctrico.

En Estados Unidos, los monopolios abundan. Cuatro compañías aéreas controlan el país, pero la situación general es aún peor. Las empresas se han repartido las ciudades para tener prácticamente un monopolio. Más del 75 % de los hogares no tienen elección a la hora de acceder a una línea de Internet de alta velocidad. En muchos estados, dos aseguradoras poseen una cuota de mercado de 80-90 %. 

Los estadounidenses creen que su economía les da la opción de elegir, pero lo cierto es que esa libertad es más bien escasa. Cada día transfieren parte de sus ahorros y su nómina a los monopolios. 

¿Y dónde queda España en comparación con Estados Unidos, México y Chile? España tiene una larga historia con los monopolios. Todo comienza con la dictadura de Primo de Rivera, allá por 1923. La dictadura impulsó la creación de monopolios del Estado. 
El proceso continuó con la Segunda República y el franquismo. En estos años se crearon todos los monopolios estatales: la compañía aérea (CLASSA, la futura Iberia), la del petróleo (CAMPSA), la Compañía Telefónica Nacional de España (que sería Telefónica), Tabacalera, Renfe, etc. 

Los monopolios dominaron el país hasta la llegada de la democracia. Con la muerte del dictador, el control y el intervencionismo del Estado no debía durar mucho. Cuando Adolfo Suárez, presidente del Gobierno, pidió en 1977 la entrada de España en la Comunidad Económica Europa (CEE), la actual Unión Europea, quedó claro que la economía española tendría que cambiar. Finalmente, España entró en el club europeo en 1986 y dio el primer paso hacia el desmantelamiento de los monopolios. Pero no fue hasta una década después cuando se pusieron en marcha las privatizaciones. 

En 1996, un mes después de que José María Aznar jurara su cargo como presidente, se lanzó un programa de privatizaciones llamado «Bases del programa de modernización del sector público empresarial del Estado». En los siguientes cinco años, casi todo el patrimonio empresarial de los españoles pasó de manos públicas a manos privadas. El cambio fue radical. En 1986, al entrar en la CEE, había unas ciento treinta grandes empresas públicas y unas ochocientas cincuenta filiales de las anteriores (además de las empresas públicas de los Gobiernos autonómicos y municipales). El Estado controlaba directamente casi un 20 % de la bolsa española a través de sus empresas. 

Veinte años después, en 2006, esta participación se había reducido casi a cero. Empresas como Gas Natural, Aldeasa, Tabacalera, Iberia, Endesa, Repsol, Argentaria, Indra y Telefónica habían pasado a manos privadas. España cambió el monopolio por los oligopolios que, como veremos en este libro, son casi lo mismo. Por ejemplo, los activos de CAMPSA se convirtieron en tres empresas que dominan la distribución de carburantes: Repsol, CEPSA y la británica BP. 

En las décadas en que los monopolios habían dominado la economía del país, los españoles no tenían elección. La situación no era óptima para el consumidor. No había competencia en cuanto a precio o calidad. Pero los monopolios al menos pagaban impuestos y generaban unos beneficios que no se acumulaban en manos de unos pocos, sino del Estado. El sistema era ineficiente, pero no generaba grandes desigualdades. Hoy en día, en la economía todavía abundan los monopolios y los oligopolios, pero ahora recaen en manos privadas. 

En muchas industrias, España sufre de ese exceso de concentración: En los medios de comunicación, el 58 % del mercado español está controlado por solo tres compañías. En el sector editorial, las cinco principales empresas representan el 97 % de las ventas de libros editados en España. En el sector bancario, los cinco grandes bancos españoles (Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia y Sabadell) controlaban en 2018 el 68,5 % de los activos del sector. Es un número que está muy por encima del resto de Europa.
En el sector aeroportuario, Aena tiene el monopolio total de aeropuertos en España. Aena cobra tarifas que incrementan el precio de los billetes. En el aeropuerto de Barcelona, El Prat, Vueling tiene un monopolio; cualquiera que haya viajado a Barcelona sabe que los vuelos son más caros y suelen partir casi siempre con retraso. Los viajeros no tienen otra opción. 

A pesar de directivas europeas, Renfe todavía es un monopolio (aunque esto finalmente cambiará en 2020, casi ochenta años después de su creación). La mayoría de los aparcamientos municipales en Madrid están en manos de Empark y de algunas de las familias más ricas de España

Son monopolios locales sobre bienes públicos que producen márgenes muy altos para sus dueños. España es el tercer país donde se produce la electricidad más cara de entre los veintiocho Estados de la Unión Europea. La Comisión ya advirtió en 2013 de que, al limitar con monopolios el número de gestores de la red eléctrica y de gas, está incumpliendo las directivas europeas. En cuanto al precio del gas, en España es el más caro de Europa. El coste de la energía para los hogares es un 49 % más caro que la media europea.

Estos son solo algunos de los monopolios españoles, pero hay muchísimos más. En teoría, el Gobierno debería velar por sus ciudadanos. De hecho, en 2013, unificó todos los organismos reguladores para la defensa de la competencia y creó la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).

En la práctica, la CNMC tiene muy poco poder, pocos recursos. Además, en los últimos años, ha sufrido muchos reveses en forma de sanciones anuladas en los tribunales.Su buen trabajo ha quedado invalidado después de que grandes compañías hayan recurrido sus multas en los tribunales.  De hecho, la Comisión Europea ha acusado a España de limitar en su legislación los poderes de la CNMC y su independencia, que repercute en su eficacia para proteger al consumidor. 

Los grandes monopolios tienen una existencia tenaz en España. ¿Por qué persisten? En un mercado libre, si una empresa logra beneficios altos, otras compañías querrán competir y hacerse con esas ganancias. Así debería funcionar el capitalismo. Por ejemplo, cuando se creó la tecnología de televisores en color, al cabo de pocos años existían docenas de alternativas para los consumidores (Telefunken, Thomson, Sharp, Sony etc.). Muchísimas empresas empezaron a competir en cuanto a precio y calidad para ganarse la atención del consumidor. Sin embargo, en el caso de los monopolios u oligopolios, no existe la competencia. El libre mercado es simplemente un mito. Para que se mantenga tal situación con los años, tiene que haber una serie de barreras de entrada que impidan la incorporación de nuevas empresas. 

¿Qué tipo de barreras nos encontrarnos en España

La más común es el exceso de regulación o de regulaciones específicas que impiden la llegada de nuevos competidores. La barrera estatal coarta la entrada de nuevas empresas, cuando la competencia crearía costes más bajos, daría más opciones al consumidor y eliminaría el sistema de peaje donde el consumidor transfiere parte de su nómina al monopolista. Para que un monopolio se mantenga con precios altos y poca calidad ha de haber barreras de entrada en la industria. El Estado, lejos de evitar que se formen monopolios, está en la raíz de muchos de ellos y de un buen número de oligopolios, como se demuestra en este libro. 

Las leyes sirven a los monopolios, no a los consumidores ni al libre mercado. En el Global Competitiveness Index, creado por el World Economic Forum (WEF), España está en el puesto número setenta y seis, al nivel de Uganda, en términos de eficiencia del marco regulatorio. 
El WEF no es el único organismo que ha notado los problemas de regulación en este país. De hecho, la Comisión Europea ha dicho que España es el segundo país de la Unión Europea, solo por detrás de Francia, con mayor número de restricciones comerciales. Es difícil entrar en el mercado español y competir en muchas industrias. 

En Estados Unidos, las barreras que se ponen en muchos estados devienen del exceso de regulación o de regulaciones específicas estatales que impiden la competencia. 
En España también existen barreras autonómicas y locales. El presidente de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), José María Marín Quemada, identificó uno de los mayores problemas que arrastra España en materia de libre mercado: la existencia de demasiadas regulaciones, que dificultan la actividad económica. España no es el único país del mundo en enfrentarse a tales problemas. 

En este libro, afrontamos la creciente desigualdad en Estados Unidos y el crecimiento de los monopolios. Miramos la situación con lupa. Nos centramos en él por varias razones: la historia de la lucha contra los monopolios empezó allí y se exportó a Europa después de la Segunda Guerra Mundial. No se puede entender la lucha contra los monopolios sin atender al caso estadounidense y a cómo ha afectado al mundo. Espero que este libro informe, entretenga y sea causa de debate y discusión.

Los mercados rotos provocan políticas rotas. Los poderes económico y político están cada vez más concentrados en manos de monopolistas lejanos. Cuanto más fuerte se vuelve una empresa, mayor se torna su dominio sobre los reguladores y los legisladores a través del proceso político. Esta no es la esencia del capitalismo. 

El capitalismo es un juego donde los competidores participan conforme a normas que todos aceptamos. El Gobierno es el árbitro y, del mismo modo que para jugar un partido de baloncesto se necesitan un árbitro y una serie de reglas acordadas, necesita normas que promuevan la competencia en la economía. Si no están sometidas a regulaciones ni controles, las empresas se valdrán de cualquier medio disponible para aplastar a sus rivales. 

En la actualidad, el Estado, como árbitro, no está imponiendo normas que incrementen la competencia; es más, mediante la captura regulatoria ha creado reglas que la limitan. Los trabajadores han contribuido enormemente a la riqueza de las corporaciones, pero los salarios no van a la par del crecimiento de la productividad y los beneficios. La explicación de la gran brecha está clara. 

El poder económico ha pasado a manos de empresas. La desigualdad en cuanto a rentas e ingresos ha aumentado a medida que las empresas se han apoderado de una porción mayor del pastel económico. 
La mayoría de los trabajadores no poseen acciones y apenas sacan provecho de unos beneficios empresariales sin precedentes. 

Como observó G. K. Chesterton, «demasiado capitalismo no significa demasiados capitalistas, sino demasiado pocos». 
Cuando, hoy en día, la izquierda y la derecha hablan del capitalismo, cuentan historias sobre algo imaginario. Los mercados libres competitivos, sin bridas, tan apreciados por la derecha ya no existen. Son un mito. 

La izquierda ataca el actual capitalismo grotesco, como si esta fuera la auténtica manifestación de la esencia del capitalismo y no una versión distorsionada de él. Algunos economistas, como Thomas Piketty, en vez de situar el problema en la falta de competencia, llegan a ver dentro del capitalismo una contradicción lógica que «devora el futuro». Sin embargo, lo que observamos hoy es el resultado del Monopoly Machine, en el que las empresas grandes se comen a las pequeñas, y el Gobierno queda preso para que amañe las reglas del juego a favor de los fuertes y a costa de los débiles. 

Aunque se han escrito muchos libros sobre el capitalismo y la desigualdad, la derecha y la izquierda no comparten las mismas lecturas. Tras analizar compras de libros, diversos investigadores han observado que casi no hay libros políticos y económicos escogidos y leídos por personas de ambos bandos. Del mismo modo, si nos fijamos en las discusiones en Twitter, los datos revelan que la izquierda y la derecha ni siquiera comparten o debaten ideas entre sí. Nada de hablar unos con otros y no digamos ya escuchar. El respaldo al capitalismo se ha identificado con preferir los grandes negocios al libre mercado. Este libro está descaradamente a favor de la competencia. 

Los grandes negocios no tienen nada de malo, si bien muy a menudo el tamaño responde a fusiones que han debilitado la competencia y han socavado las bases del capitalismo. Esperamos que esta obra supere la división y encuentre un denominador común de la derecha y la izquierda. Ambos bandos acaso discrepen con respecto a los tipos de interés, o tengan puntos de vista distintos sobre la política social, pero deberían coincidir en que la competencia es mejor para contar con mejores empleos, sueldos más altos, más innovación, precios más bajos y un mayor número de opciones. 

Un libro que se limite a analizar los problemas sin ofrecer soluciones no es especialmente útil. En este volumen aportamos soluciones. Al final incluimos una serie de ideas sobre cómo reformar y arreglar la economía y el sistema político. Esperamos que después de leer estas páginas que siguen te sientas indignado, pero sobre todo que te quede la sensación de que la ira del consumidor y del votante puede ser encauzada de forma definitiva.
Los votantes saben que algo está podrido en el capitalismo. Y la élite también es consciente de ello. Si lo que hace la persona corriente es votar a intrusos, lo que hace la élite es fingir que lee sesudos libros sobre capitalismo.
El razonamiento y la retórica de Piketty suelen tener fuertes ecos marxistas, lo cual no es tan extraño tratándose de un economista francés. Como Marx, hace grandes afirmaciones en el sentido de que existe «una contradicción central del capitalismo». Según Piketty, el capital «devora el futuro», como si los elevados rendimientos del capital provocaran inevitablemente ruina o revolución. Estas declaraciones lo han convertido en un héroe para la izquierda. La solución de Piketty para la gran desigualdad relativa a los ingresos pasa por tasas tributarias punitivas a los ricos para así transferir dinero a los pobres. Piketty llega a la conclusión de que las soluciones consisten en gravar hasta un 80 % las rentas altas e imponer un impuesto a la riqueza. Está dirigiéndose a los ya convencidos. 

Según Piketty, los orígenes de la inmensa desigualdad están en la falta de crecimiento. Si el crecimiento estructural es bajo, Piketty cree que el capitalismo se enfrenta a una contradicción lógica muy parecida a la descrita por Marx. La riqueza acumulada en el pasado adquiere gran importancia, mientras las labores del presente apenas son recompensadas. Cuanto mayor sea la brecha entre el crecimiento del capital en relación con el del trabajo, más desestabilización social supondrá: 

«El emprendedor tiende ineludiblemente a convertirse en rentista, cada vez con más dominio sobre quienes solo tienen su fuerza de trabajo. Una vez constituido, el capital se reproduce a sí mismo a un ritmo superior al del crecimiento de la producción. El pasado devora el futuro». 

Si el crecimiento es bajo, la contradicción interna del capitalismo hace que inevitablemente sea víctima de su propio éxito. Un mundo que buscaba respuestas acogió esta percepción de los orígenes de la desigualdad con gran sobrecogimiento y reverencia. Por desgracia, los datos de Piketty eran erróneos en algunos aspectos importantes, y sus conclusiones resultaban incompletas. 

Muchos periodistas y economistas sacaron a la luz fallos considerables. Según el Financial Times, la obra de Piketty contiene «una serie de errores que distorsiona sus hallazgos». 
El libro estaba plagado de «inexactitudes y de entradas inexplicables en sus hojas de cálculo». 

El profesor de economía Richard Sutch intentó reproducir los resultados sin éxito. En un artículo muy crítico, señalaba que «los procedimientos utilizados para armonizar y promediar los datos, la insuficiente documentación y los errores en las hojas de cálculo son algo más que irritantes. En conjunto, crean un cuadro engañoso de la dinámica de la desigualdad en cuanto a la riqueza». En resumen, los datos de Piketty no eran «fiables». Esto es lo peor que pueden decir de ti en un artículo académico.

El libro de Piketty tendrá defectos, pero sí identifica un problema real que está carcomiendo nuestra conciencia económica colectiva. Los lectores intuían que algo fallaba. La desigualdad económica ha estado creciendo en todo el mundo, y los ricos son ahora más ricos y se han distanciado de la mayoría. Piketty acierta al decir que, durante los últimos treinta años, ha habido una tendencia general a una mayor desigualdad dentro de los países, pero se equivoca al establecer la causa. La mayor desigualdad es un síntoma, no la enfermedad. 

Piketty tenía una fantástica teoría sobre el capitalismo, pero no entendía el mecanismo en virtud del cual el capital está ganando mucho más que el trabajo. El problema de la desigualdad es real, pero no se debe al crecimiento bajo. La desigualdad no es tanto una causa de cambios económicos y políticos como una consecuencia. Además, «desigualdad» no es lo mismo que «injusticia». Es la sensación de que una desigualdad cada vez mayor es injusta lo que ha suscitado tanto malestar político. El modo en que se ha producido la desigualdad es la parte problemática que Piketty no ha sabido identificar. 

Lo que está incrementando la desigualdad no es el crecimiento bajo, sino la mayor concentración del mercado y la desaparición de la competencia. Los datos resultantes de varios estudios recientes son incontestables: el poder económico y político de los monopolios y los oligopolios ha condicionado las reglas de juego en favor de las corporaciones dominantes y en contra de los trabajadores. Muchos sectores están dominados por un reducido número de empresas. Hay menos startups nuevas que compitan con las grandes firmas existentes. Hay menos compañías que compitan por contratar trabajadores, y los salarios se estancan toda vez que el equilibrio de poder se ha decantado hacia el lado de las grandes corporaciones. Ninguno de estos hechos es inevitable. 

El capitalismo se puede reparar. Podemos medir la desigualdad de diversas maneras. La más común es analizando los ingresos, es decir, lo que una persona gana en concepto de salario en un año dado. Podemos centrarnos en la riqueza, esto es, el total de activos que una persona ha acumulado a lo largo del tiempo, donde incluiríamos acciones, bonos, propiedades inmobiliarias, arte, etcétera. 

En ambos casos, se aprecia una brecha creciente entre los más ricos y los más pobres. Los primeros están ganando más dinero y poseen una proporción mayor de los activos del mundo. Si analizamos la riqueza más que los ingresos, queda claro hasta qué punto los resultados están distorsionados. Esto es muy útil, pues algunos directores ejecutivos poseen montones de acciones, que no constituyen ingresos, aunque sí tienen mucho peso si comparamos su bienestar con el del empleado corriente. 

La forma más fácil de examinar la desigualdad en cuanto a la riqueza es valorando qué proporción de esta última corresponde al 1 % más rico de un país, incluso al 0,01 %. Por eso el «1 %» ha acabado formando parte de nuestro vocabulario político.
 
 

jueves, 30 de marzo de 2023

NO SE COMETIERON ERRORES: UN HIMNO A LA JUSTICIA por MARGARET ANNA ALICE 💉😷💀

No se cometieron errores: 
Un Himno a la Justicia

Margaret Anna Alice. 
2 de enero, 2023

El genocidio Armenio no fue un error.
Holodomor no fue un error.
La Solución Final no fue un error.
El Gran Salto Adelante no fue un error.
Los campos de la muerte no fueron un error.

Elige el genocidio que quieras — no fue un error.
Eso incluye el Gran Democidio de los 2020’s.
Implicar otra cosa es darles a Ellos la salida que desean.

No fue chapuza.
No fue algo estropeado.
No fue una metida de patas.

No fue incompetencia.
No fue falta de conocimiento.
No fue histeria masiva espontánea.

La planeación ocurrió a la vista.
La planeación aún se lleva a cabo a la vista.

Los filántropos trajeron “La ₡iencia™.
Los modeladores proyectaron las mentiras.
Los que hicieron las pruebas confeccionaron la crisis.
Las ONGs rentaron a los académicos.
Los ₡ientíficos fabricaron los hallazgos.
Las bocas contratadas indicaron la conversación.

Las organizaciones declararon la emergencia.
Los gobiernos erigieron los muros.
Los departamentos escribieron las reglas.
Los gobernadores aplastaron los derechos.
Los políticos aprobaron las leyes.
Los banqueros instalaron la red de control.

Los hombres de paja lavaron el dinero.
Los departamentos de defensa hicieron los pedidos.
Las corporaciones cumplieron los contratos.
Los reguladores autorizaron la solución
Las leyes protegieron a los contratistas.
Las agencias ignoraron las señales.

Los gigantes consolidaron a los medios.
Los psicólogos diseñaron los mensajes.
Los propagandistas cantaron los eslóganes.
Los ahorcadores de hechos ensuciaron a los disidentes.
Los censuradores silenciaron a quienes cuestionaban
Las botas policíacas aplastaron a quienes se opusieron.

Los tiranos convocaron.
Los titiriteros jalaron los hilos.
Los títeres bailaron.
Los coludidos implementaron.
Los médicos ordenaron.
Los hospitales administraron.

Los menticidas escribieron el guion.
Los engañados gimotearon.
Los totalitarios acosaron.
Los Covidianos fueron chivatos.
Los padres se dieron por vencidos.
Los buenos ciudadanos creyeron… y olvidaron.

Esto fue calculado.
Esto fue formulado.
Esto fue con enfoque de grupo.
Esto fue articulado.
Esto fue manufacturado.
Esto fue falsificado.
Esto fue coaccionado.
Esto fue infligido.
Esto fue negado.

Fuimos aterrorizados.
Fuimos aislados.
Fuimos desacreditados.

Fuimos deshumanizados.
Fuimos heridos.
Fuimos asesinados.

No dejes que se salgan con la suya.
No dejes que se salgan con la suya.
No dejes que se salgan con la suya. 
No dejes que se salgan con la suya. 
No dejes que se salgan con la suya.

Los vendidos y títeres del sistema
De esta joya no nos vamos a olvidar, eh friker
IKER JÍMENEZ 
CUARTO MILENIO

No se cometieron errores: Un Himno a la Justicia - de Margaret Anna Alice


miércoles, 29 de marzo de 2023

LIBRO Y PELÍCULAS: "SIN NOVEDAD EN EL FRENTE": LA PSICOPATOCRACIA 👿💣💥💀








SIN NOVEDAD EN EL FRENTE 

ERICH MARÍA REMARQUE

La psicopatía del que manda, 
la borreguez del que muere

“Soy joven, tengo veinte años, 
pero no conozco de la vida más que la desesperación 
y la muerte, la angustia y el tránsito 
de una existencia llena de la más 
estúpida superficialidad a un abismo de dolor”.

“Podéis soportar los horrores mientras 
agacháis simplemente la cabeza; 
pero en cuanto reflexionáis, os matan”.

Erich María Remarque, autor del libro, refleja en su novela parte de sus experiencias como combatiente en la IGM. Su obra se convirtió en un éxito internacional. Posteriormente, el movimiento pacifista y antibélico adoptó su obra como un indispensable referente cultural. Cuando le preguntaron al autor si su intención al escribir la obra era concienciar y participar del movimiento pacifista, respondió que no, que simplemente quería reflejar su experiencia en la guerra.

Ser capaz de diferenciar la propaganda pacifista de un simple relato bélico es la clave para entender la obra originaria. La diferencia es sutil pero fundamental. En el primero hay una clara intención moralizante, en el segundo simplemente se está contando un relato siendo fiel a la realidad.

El libro de "Sin novedad en el frente" es bastante corto, nada desagradable de leer y bastante neutral en su forma de narrar. La película, en cambio, es larga, desagradable de ver por su excesiva recreación en la violencia y con una clara intención moralizante a base de desagradar y maltratar la sensibilidad del espectador. Y es precisamente esta evidente carga moralista la que la hace mucho más simplona, superficial y efectivista de lo que realmente es el libro.
Cuando uno lee el libro, pasa a formar parte de un grupo de amigos que sólo quieren sobrevivir, que nada entienden de política y que no tienen contacto alguno con las clases dirigentes. El libro no busca mostrar la barberie al lector recreándose en la sangre y en muertes grotescas, simplemente te cuenta la historias de los personajes y inevitablemente te encariñas con ellos.

El instinto de supervivencia provoca que los personajes hagan cosas poco heróicas pero que el lector entiende como normales dadas las circunstancias. Y es en estos pequeños detalles, y no en la sangre y en las mutilaciones, en donde el lector va participando de la degradación de la guerra. Por ejemplo, no importa celebrar la muerte de un compañero porque eso significa que puedes quedarte con sus botas. Nada importa que los novatos mueran en su primera noche en el frente, pues son imbéciles. Tampoco si te comes un ganso a escondidas mientras a tu alrededor se están muriendo de hambre. Tampoco serle infiel a tu mujer con una francesa a cambio de un trozo de pan. Tampoco desobedecer a superiores si ello implica sobrevivir.

El libro no tiene esa intención efectivista que la película sí. Y precisamente en esa sutilidad, donde se hace más partícipe al lector. No en las explosiones, la sangre y lo gore, sino en la insensibilización al horror de los personajes, en su humor negro y su justificado egoísmo. La película es simple y fácil, 2h y 30' de "mira qué mala es la guerra". El libro es más complejo, participas de la deshumanización de los personajes que nada tiene que ver con la maldad humana y que es la simple consecuencia de los horrores de la guerra. Eso y simplemente eso es lo que transmite el libro, la deshumanización del individuo en la guerra.
Poco después del inicio de las hostilidades en octubre de 1914, el Frente Occidental quedó trabado en una guerra de trincheras. Para el final de la guerra en noviembre de 1918, el frente apenas se había movido. Más de tres millones de soldados murieron ahí, a menudo, intentando ganar unos cientos de metros de terreno. Casi 17 millones de personas murieron en la Primera Guerra Mundial.
Por lo que cuentan los historiadores, la Primera Guerra Mundial fue de una crueldad extraordinaria, si es que hay guerras que puedan ser más o menos crueles, y en realidad no todas sean igual de brutales, salvajes y crueles... Y absurdamente inútiles. (véase en este momento la guerra Ucrania/Rusia, sin ir más atrás)

La extraordinaria Senderos de Gloria de Kubrick ya nos contó la carnicería que provocan los mandos psicópatas que desde su confortable despachito dan órdenes megalomaníacas, y Salvar al soldado Ryan en sus primeros 15 minutos nos quitó la épica del desembarco de Normandía para mostrarnos la masacre sanguinolenta en su verdadera dimensión.

Estremecedora película bélica alemana basada en la novela de Erich Maria Remarque. Ya existen dos películas anteriores, una de Lewis Milestone de 1930 que ganó el Oscar a la mejor película y provocó la ira de Adolf Hitler en aquellos años, y una película producida para televisión en 1979, (que en España se estrenó en cines) protagonizada por Richard Thomas y Ernest Borgnine.

"Sin novedad en el frente" no nos dice nada nuevo, cierto. Pero la fuerza de sus imágenes, el retrato del desconcierto de sus ingenuos protagonistas, el efecto del conflicto sobre sus cuerpos y sus almas, y apartados técnicos como su fotografía, sus efectos especiales o el montaje merecen sin duda una alta nota valorativa.

Estas peliculas, desgraciadamente, siguen siendo necesarias para que la gente recuerde lo que tiene tendencia a olvidar. Basta leer twitter para contemplar que el ser humano sigue siendo completamente imbécil... y peligroso.
Especialmente emocionantes o significativas son algunas escenas. Por ejemplo....

El contraataque de los tanques franceses y su paso por las trincheras es un prodigio del cine bélico y de acción.
Toda la historia de la granja, en dos capitulos, en búsqueda de gansos para comer es muy significativa del horror.
Y en el personaje del hijo del granjero nos apunta el odio que nunca cesa y transmitimos de padres a hijos.
Y al final, en la última escena vemos cómo Paul (Felix Kammerer) ha perdido toda su inocencia y sus sueños... acepta ir a luchar de nuevo sin ya deseo de sobrevivir.

Paul Bäumer con 17 años, falsifica la hoja de reclutamiento sin permiso de los padres para alistarse en la infantería e ir al frente junto a sus amigos. Cuando llegan a las trincheras y ven la muerte de cerca, ese sentimiento patriótico cambiara radicalmente. Sobrevivir será la única finalidad en medio de este horror.

Millones de soldados murieron en las trincheras durante la primera guerra mundial intentando ganar unos pocos metros de terreno, se utilizó gas venenoso y las estrategias de los mandos del ejército eran desastrosas, ya que salir a pecho descubierto para intentar llegar a posiciones enemigas era un completo suicidio. El hambre, el fango, las explosiones y el olor de los cadáveres tuvo que ser lo peor de lo peor.

El director Edward Berger, creador de algunas serie de Tv importantes como "Your honor", "Eden" o "The terror" logra captar tu máxima atención con la crudeza de las imágenes, ayudado de la impresionante fotografia de James Friends, y de una puesta en escena brillantisima, logrando una de las mejores películas bélicas de la historia, elegida para representar a Alemania en la carrera de los Óscar. Sin olvidar una siniestra y contundente música de Volker Betelmann que todavía retumba en mis oídos.

PSICOPATOCRACIA

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Película: Sin Novedad en el Frente (TV) 1979
 
Sin novedad en el frente | Tráiler oficial | Netflix 2022


martes, 28 de marzo de 2023

LIBRO Y PELÍCULA "LA MONTAÑA DE SPENCER" (SPENCER´S MOUNTAIN) - FIEBRE EN LA SANGRE)


LA MONTAÑA DE SPENCER 
(FIEBRE EN LA SANGRE)
(SPENCER´S MOUNTAIN)


“Confía en Dios y ve a la iglesia”.
Earl Hamner

Spencer's Mountain es una película dramática familiar estadounidense de 1963 escrita, dirigida y producida por Delmer Daves a partir de la novela de 1961 del mismo nombre de Earl Hamner Jr. y protagonizada por Henry Fonda y Maureen O'Hara las primeras apariciones en sus carreras de James MacArthur, Veronica Cartwright y Victor French, mientras que el veterano actor de Hollywood Donald Crisp interpreta al "abuelo", su último papel en la pantalla, y Wally Cox, Virginia Gregg, Lillian Bronson ,También aparecen Whit Bissell y Dub Taylor. La película, aunque ambientada en Wyoming en lugar de las montañas Blue Ridge de Virginia, es una precursora (o una versión alternativa temprana) de la serie de televisión The Waltons.


La película se centra en las pruebas y tribulaciones de los Spencer, una familia que vive en las montañas Grand Teton de Wyoming a principios de la década de 1960. Como patriarca de una familia numerosa y en crecimiento, el pobre Clay Spencer es ferozmente independiente, pero dedicado a su familia. Navega por cuestiones de religión y educación para lograr un futuro mejor para su familia.

El hijo mayor, Clayboy, aspira a asistir a la universidad y desarrollar una carrera lejos de la montaña. Para hacerlo, debe obtener una beca y ser aprobado por los funcionarios de la universidad. Teme que su familia tosca, en particular el padre Clay Sr., pueda perjudicarlo en estas actividades.

Grandes familias, hermosos alrededores y todos honestos y buenos. Ni un hombre de negocios ni un banquero en ninguna parte. Personas que construyen casas y hacen otros trabajos honestos. Familias unidas sin suprimir a otras familias; de hecho, todos los miembros de una gran familia feliz. Accidentes y muertes, sí pero no por villanos o explotadores. Uno para todos y todos para uno. Hay un dueño de un molino pero, al menos aparentemente, no está tomando más de lo que le corresponde. En otras palabras, según la medida de hoy, esto es un cuento de hadas y más que cualquier cosa que Grimm o Andersen hayan soñado.

De hecho, lo que se describe aquí es una sociedad anarquista, que hasta ahora nunca ha sido pero, como muestra la película, muy bien podría serlo. De acuerdo, no es una sociedad anarquista del todo: todavía hay un mundo exterior de "mejorar uno mismo" y tener "victoria y honor", pero esto está en la periferia y es fácil imaginar que los estudios y otras cosas se incorporan en la sociedad central descrita. aquí.

Las personas son libres e independientes y el trabajo que realizan en el ingenio podría verse fácilmente como un trabajo comunitario por el cual reciben atención médica, educación e infraestructura.

Sí, esto probablemente no es los EE. UU., pero de alguna manera creo que muchos estadounidenses están lo suficientemente locos como para creerlo.

Hacia el final de la película, los Estados Unidos reales se mueven un poco y esta reseña solo es para los primeros válidos 106 minutos y no para los últimos 12 minutos. Olvidémonos de estos últimos 12 minutos e intentemos hacer realidad estos primeros minutos. Ya es hora.


lunes, 27 de marzo de 2023

LIBRO "...Y OS UTILIZARON POR SER NIÑOS: ADOCTRINAMIENTO Y DESPROTECCIÓN PARA LEGALIZAR LA PEDERASTIA" por ALICIA V. RUBIO


...y os utilizaron por ser niños: 
Adoctrinamiento y desprotección 
para legalizar la pederastia

Van a por los menores. Los han convertido en objeto y sujeto de consumo. Sujeto, porque son un negocio de incalculables proporciones como clientes de esos servicios sexuales y reproductivos que mueven mucho dinero sin generar residuos. Objeto de consumo para esa parte de la sociedad que ha perdido el sentido de sus vidas y ve en el sexo con menores la última frontera de la transgresión. La Agenda 2030, con su objetivo tácito y prioritario de reducción poblacional, los ve como una masa ingente de peligrosos seres reproductivos, generadores de CO2 y consumidores de recursos. Masa ingente que hay que frenar destruyendo sus mecanismos biológicos de supervivencia como especie y como individuos.

Por eso hay que eliminarles las diferencias sexuales que atraen a los sexos y empujarles a relaciones no reproductivas, enseñarles desde muy niños la autosatisfacción sexual en soledad, mutilarlos, esterilizarlos, destruirlos. Por eso hay que educarlos en la ignorancia y el odio hacia su biología, sus raíces, su sociedad, su historia, sus valores, sus familias y su propio ser, para conseguir que se autoinmolen en el altar de una reducción poblacional que nos lleva a la extinción. Por eso deben sustraerlos de la protección natural y biológica por excelencia: sus padres.

Adoctrinamiento y desprotección. Las dos vías para hacerse con ellos.
Sí, van a por tus hijos. A por sus cuerpos, para lo que ya tienen montadas las leyes y las estructuras de expropiación, porque primero se han hecho con sus almas.
Y hay millones de estúpidos agentes de cambio para implantar la Agenda 2030 en las aulas, en la política, en las instituciones, en los medios de comunicación… Agentes de cambio que también serán destruidos, tras destruir a tus hijos.

Porque los objetivos 2030 que aparecen al final de esta historia no quieren supervivientes. No hacen rehenes, no respetan aliados. Y no va a dejar a nadie atrás.

Entre ellos y tus hijos solo estás tú.

NOTA DE LA AUTORA

Este libro no pretende otra cosa que analizar los hechos que han su­cedido y están sucediendo para intentar entender hacia dónde nos llevan. Para ello, se ha manejado mucha información que a menudo ha resultado difícil de referenciar por dos razones: su escasa inciden­cia en los medios de comunicación por motivos obvios y la desapari­ción de esa información y de trabajos y estudios en la red. La memo­ria de la humanidad está siendo alterada. Antes fueron las quemas de libros. Hoy, los enlacesa noticias e informes molestos desaparecen sin dejar huella y sin posibilidad de que, como en el caso de los libros, algunos ejemplares sobrevivan para dar luz a los analistas del futuro. Por eso es importante que sigan escribiéndose libros en papel que cuenten lo sucedido.
La desaparición de enlaces referencia les ha obligado, a veces, a bus­car otras referencias menos completas o fiables. En enero de 2023, to­dos los enlaces que aparecen en este libro han sido comprobados.

PROLOGO

Escribir u n prólogo para el último libro de Alicia Rubio constituye para el autor de estas lineas un inmenso honor y es así por varias ra­zones. La primera es que Alicia Rubio es una mujer de extraordinario valor que se ha atrevido a decir la verdad  -y documentarla sólida­mente- sobre la ideologia de género mientras los que tenían que ha­ blar callaban aunque, en los pasillos o en un reservado de un restau­rante, dijeran de manera confidencial y totalmente off the rerord lo que ella se atrevía a proclamar con coraje y contundencia. Para aquellos que deseen saber lo que es esa ideología y por qué resulta una pavo­rosa amenaza para la libertad e incluso la salud -literal- de millones de personas, los escritos de Alicia Rubio constituyen una referencia a escala internacional.

En segundo lugar, a la valentía, Alicia Rubio ha unido siempre una integridad moral vcrdaderamenle impresionante. Donde otros se han rendido, han pactado o han intercambiado la defensa de convicciones por una cómoda poltrona o por la esperanza de la promoción perso­nal, Alicia Rubio ha optado por pagar el precio de ser una voz de gente que muchas veces se ha visto privada de voz por los mecanismos nada sutiles de censura que intoxican a nuestra sociedad a uno y otro lado del Atlántico.

En tercer lugar, a esa valentía y a esa integridad, Alicia Rubio ha su­mado siempre el uso de una documentación verdaderamente aplastante. Por supuesto, se podrá o no estar de acuerdo con todas y cada una de sus afirmaciones, se podrá matizar aquí o allí, se podrá incluso pedir un tono más agresivo, pero de lo que no cabe la menor duda es de que sus argumentos presentan una solidez muy difícilincnte ata­cable y que no hay afirmación que no se sustente en hechos clara y contundentemente  demostrables.

A esas tres circunstancias, Alicia Rubio ha unido además siempre una respuesta a necesidades no teóricas sino dolorosarnente prácticas e inmediatas que convierten sus textos en materiales de lectura indis­pensablemente obligada. Ése y no otro es el caso del presente libro.

Cuando en el afio 2004, quien ahora se dirige al lector se opuso a la aprobación del matrimonio homosexual impulsada por el gobierno socialista que presidía Rodríguez Zapatero, lo hizo, entre otras razo­nes, porque sabía que aquello era sólo el inicio de un camino que na­die había transitado hasta entonces en el seno de la Unión Europea, que se exportaría a Hispanoamérica y que incluiría, cada vez de ma­nera más descarnada, la conversión de niños indefensos en las vícti­mas de asquerosos depredadores sexuales. Aquellas afirmaciones mías provocaron entonces un mar de reacciones negativas y no pocas veces maliciosas que el paso del tiempo ha demostrado sin causa real -al menos, noble- y totalmente equivocadas. Lo que entonces advertí basándome en los propios documentos publicados por distintos lob­bies gays es ahora una realidad angustiosa que Alicia Rubio desgrana magistralmente en este Libro.

Si el primer objetivo de destrucción fue el matrimonio y la familia na­turales, el actual es que criaturas inocentes sean entregadas a un con­junto de pervertidos que sueñan con convertirlas en su presa más co­diciada. Precisamente por ello no peco en absoluto de exagerado al calificar a la presente obra como un libro magnífico, sólido y, por en­cima de todo, necesario.

A lo largo de sus páginas, la autora va desgranando la base ideológica de esta monstruosidad que pretende adquirir rango de ley e incluso de derecho, las razones para colocar a los menores en el punto de mira de la infame ideología de género, los avances en la legalización de algo tan repulsivo y antinatural como las relaciones sexuales con ni­ños e incluso bebés, la manera en que se intenta blanquear las accio­nes de los paidófilos como si se trataran de una conducta sexual más totalmente permisible, la forma en que esa agenda está siendo impul­sada por organizaciones internacionales como la propia Organización internacional de las Naciones Unidas, el esfuerzo educativo -adoctri­nador, en realidad- para convencer a las nuevas generaciones de la normalidad de una perversión odiosa e incluso el engranaje de tan inmundas conductas en el conjunto de la Agenda globalista, una agenda perversa que pretende ejecutar un plan mundial de horrenda esclavitud para el conjunto del género humano. Todo ello, por su­puesto, con el aplauso de políticos sin escrúpulos y de furcias mediá­ticas.

Al respecto, basta ver las declaraciones repetidas urbí et orbí por la ministra de igualdad de España, Irene Montero, sobre las garantías que hay que dar a las relaciones sexuales de menores -todos, todas y todes, según sus palabras literales- o la manera en que la ley del «sólo sí es sí» permiite excarcelar a violadores o pidófilos para darse cuenta de que no hay ni un gramo de exageración en la demoledora y docu­mentada exposición de Alicia Rubio. A decir verdad, la actuación de la señora o señorita Montero sólo deja de manifiesto hasta qué punto el actual gobierno español -como  otros del globo- no  trabaja  en  pro de los intereses reales de los ciudadanos, sino que es una marioneta servil y lacayuna de la Agenda globalista.

Van a por los niños -en realidad, han ido siempre- y o la sociedad se moviliza ante semejante iniquidad o lo que le espera es un futuro de siervos sometidos incluso al derecho de pernada de las castas privi­legiadas. Al respecto, las informaciones de Cristina Seguí en España -otra mujer valiente que advierte de donde estamos contra viento y marea- ya han sacado a la luz cómo instituciones públicas se han convertido en caladeros donde van a pescar menores de los que abusar los personajes más variados.

Para aquellos que somos creyentes no existe la menor duda de que existe una Justicia cósmica que recaerá sobre aquellos que no han de­jado de dar pasos para destruir la inocencia de los niños, adoctrinar­los en la sumisión de tan espantosa tropelía y transformarlos al final en carne de abuso emocional y sexual. Pero incluso para aquellos que no son creyentes, deberían ser motivo de reflexión aquellas palabras del Maestro de Nazaret que anunció que «cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños más le valdría atarse una piedra de molino al cuello y lanzarse al mar» (Lucas 17:1-2). Ciertamente, una sociedad que no haga frente a esta marea de indecible maldad y perversión se verá anegada por ella. Y no entretengo más al amable lector. Le espera -se lo aseguro- una lectura más que imprescindible en estos tiempos que nos ha tocado vivir.

Que Dios los bendiga. 
César Vidal
Whashington, DC
Febrero 2023

Vienen por tus niños (con Alicia Rubio)


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