EL Rincón de Yanka: septiembre 2022

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viernes, 30 de septiembre de 2022

Custodio Ballester: «En España no hay libertad religiosa, sino dictadura del pensamiento único» con la complacencia de la jerarquía eclesiástica ⛪



Pregunta-. ¿Quién es el padre Custodio Ballester?
Respuesta-. Soy un sacerdote diocesano de Barcelona, ordenado por el cardenal Carles en 1998. Licenciado en Teología Fundamental, estoy preparando el doctorado sobre el tema: Benedicto XIII, el papa Luna. Teología de su legitimidad. Fui expedientado por la Generalitat de Cataluña y denunciado a la Fiscalía de odio por exponer en una homilía la doctrina moral católica sobre la homosexualidad. Declarado persona «non grata» en dos ocasiones por el pleno del Ayuntamiento de Hospitalet de Llobregat por no plegarme a la cacicada de Núria Marín, prohibiéndome procesionar a la Hermandad de Veteranos de la Legión con el Cristo de la Buena Muerte. Y ahora enjuiciado por la fiscal de Málaga, Maria Teresa Verdugo, por delito de odio al criticar el islamismo radical en un programa de Alertadigital.

P-. Mucho le consideran «el sacerdote de la disidencia» porque usted sabe decir «no» y «sí» cuando toca y sin miedo a nada. ¿Estamos ante un sacerdote «conflictivo» —así le acusan los enemigos de España y aliados de ultraizquierda en Cataluña— o estamos ante un sacerdote que solo dice la verdad, que mucho ya no se atreven a decir en público?
R-. Mira, la «cristiandad», el universo cultural, moral y social en el que movió España durante siglos, lleva muchos años cediendo terreno y más terreno a opciones políticas integristas (que operan como religiones), a pseudorreligiones como el ecologismo, el animalismo, el feminismo, la ideología de género y por supuesto a la religión islámica. Frente a ataques procedentes de todos esos frentes, nos hemos estado dedicando a tocar el violón, y los curas más que nadie. La cristiandad no ha presentado batalla. Creo que es mi deber anunciar la verdad y denunciar el error.

P-. Los años 2016 y 2017 usted fue víctima de una persecución ideológica y política en Cataluña. El Arzobispado de Barcelona, que hasta ahora no opn¡inaba contra esos mismos ataques, se ha conjurado llevar al Gobierno de la Generalidad de Cataluña ante los Tribunales por violar la «libertad religiosa» de los cristianos —en referencia a la última Misa celebrada en el templo de la Sagrada Familia de Barcelona por los difuntos caídos por el covid 19 (coronavirus) tanto en la comunidad autónoma de Cataluña como en el resto del Reino de España y el planeta tierra— ha anunciado acciones legales contra los enemigos de España y aliados. ¿Qué le parece que ese mismo Arzobispado, que escuchó a la Generalidad de Cataluña y al Gobierno municipal de Hospitalet de Llobregat de la alcaldesa, Núria Marín Martínez (PSOE), e hizo todo los posible para apartarle de su parroquia de Hospitalet esté hoy defendiendo la misma «libertad religiosa» por la que le fusilaron políticamente y públicamente entonces, con el silencio del arzobispado de Barcelona?
R-. Me alegro de verdad. Providencialmente, casi sin comerlo ni beberlo, se ha manifestado el cardenal Omella como el gran líder de la resistencia civil a los abusos del poder político contra los ciudadanos aprovechando la ocasión del coronavirus. En estos momentos el cardenal Omella es la personalidad más representativa que se ha atrevido a plantarles cara a los políticos y a los sanitarios a su servicio.

P-. Tenemos entendido que la Fiscalía habría finalizado su investigación sobre una denuncia de una organización islamista contra unas declaraciones que usted hizo en 2016 sobre el islamismo en Europa y habría pasado el caso a los tribunales para que un juez determinara si es consecutivo de delito y abra Juicio a usted. ¿Nos podría resumir el caso?
R-. Pues bien, en el escrito de acusación de la fiscala de odio, que se remitió por partes inconexas a los interesados, y al que accedimos por completo al exigirlo nuestros abogados, se imputaba los dos sacerdotes: a uno por denunciar el «Plan Kalergi» y la manipulación interesada del llamado «holocausto judío»; y al otro por indicar la peligrosidad del islamismo violento y, cómo no, a Armando Robles por dirigir un digital que daba cancha a tamaños odiadores y se sumaba con sus noticias —por veraces que fueran— a una supuesta intolerancia, que podía provocar reacciones violentas —hasta ahora ninguna— en un público fanatizado por sus soflamas periodísticas. El caso es que, finalmente, se trataba de un prolijo trabajo de redacción para buscar tres pies al gato y digno de mejor causa, ya que parece elaborado por la Fiscalía de Pakistán, acusando de blasfemia contra el profeta Mahoma (sws) a unos cristianos impenitentes.

Y, por otro lado, el padre D. Jesús Calvo, denunciando de viva voz el «Plan Kalergi», ya tan antiguo como una Catedral gótica, pero que a la fiscal de odio parece haber escandalizado sobremanera. ¿De qué va el «Plan Kalergi»? Pues es un plan desarrollado en 28 tesis, que contiene una serie de estrategias para alcanzar una dictadura que someta a los pueblos bajo el dominio de un único «Estado mundial», dirigido por una élite de raza superior: Bill Gates, los Clinton y toda su patulea. Las redes sociales van llenas de artículos sobre este tema, pero la fijación contra las sotanas, —las católicas, claro, no las de los muftíes de las mezquitas— ha llevado a la señora Verdugo a querer empurar al Padre Calvo por atreverse a afirmar lo mismo que dijo Fernando Paz sobre el tema del exterminio judío durante la Segunda Guerra Mundial: «Por un lado está lejos de haberse fijado con precisión lo que verdaderamente sucedió y por otro es un tema permanentemente bajo sospecha e incluso que entra dentro del Código Penal». La diferencia es que el Padre Calvo ha sido imputado y D. Fernando Paz no. La fiscalía del odio debe tener una curiosa capacidad selectiva. ¿Será entonces verdad lo que afirma el abogado Estanislao de Kotska Fernández?: «Lo importante no es lo que se dice, sino quién lo dice». Supongo que la señora fiscal tendrá un gran interés en demostrar al maestro de los supuestos odios y su superior directo, D. Miguel Ángel Aguilar que, como aventajada alumna, irá más allá del cumplimiento estricto del deber y se distinguirá, cual nuevo Torquemada, como perseguidora implacable de las intenciones y deseos más íntimos del corazón de los acusados.

P-. ¿Se recuerda usted de sus palabras textuales sujetas a la denuncia, que tanto molestan la Fiscalía y el islamismo en nuestro país?
R-. La señora fiscal citaba, como ejemplo de intolerancia y odio clerical, un largo artículo publicado por mí titulado «El imposible diálogo con el Islam» del que se extraía, expresamente descontextualizado, el siguiente párrafo: «No nos engañemos, el Islam de hoy y de siempre, que es lo que estamos intentando cohonestar con el cristianismo, con una mano impulsa las obras de caridad, mientras arma la otra mano para aniquilar a todos aquellos que se niegan a reconocer a Alá, y a Mahoma como el último y definitivo profeta de Dios». Se trata de un escrito presentado como trabajo final de la asignatura de «Diálogo interreligioso», que fue calificado como «sobresaliente» en la Facultad de Teología de Cataluña por el profesor Jaume Flaquer, jesuita, ex director de la «Fundación Migra Studium», nada sospechoso de islamofobia, por cierto.

P-. ¿Por qué la fiscalía y el islamismo no quieren que un sacerdote opine sobre una cuestión social, que, tal y como se ha visto precisamente en Cataluña, un año después de estas declaraciones, puede acabar en un atentado islamista como los atentados de Cataluña del 17 de agosto de 2017 (17A)?
R-. Creo que se trata de intentar amordazarnos a mí y al padre D. Jesús Calvo. La gran función de la Fiscalía de odio es la defensa del pensamiento único, de la ideología exclusiva que ha adoptado el Estado en su intento de someter al silencio a la disidencia en la sociedad española. Otra cosa es que lo consigan… Mis comentarios sobre el islamismo violento (un hecho absolutamente indiscutible) son el pretexto. Se trata de una punición oficial por ir contra corriente defendiendo nuestros valores cristianos: cosa prohibida si estos valores chocan con la nueva ideología. Se me han grabado sermones en la iglesia para acusarme por lo que he predicado según la doctrina de la Iglesia. Con la particularidad de que el ataque a los valores cristianos forma parte de lo políticamente correcto. Mientras el blasfemo Willy Toledo se va de rositas y al energúmeno Azcona, el que profanó en Pamplona las formas consagradas robadas de una Santa Misa, le sale todo gratis total, la fiscal «pro» odio de Málaga, María Teresa Verdugo, persigue con fijación las palabras de dos sacerdotes que, en un debate intelectual, expresan su opinión sobre el islamismo violento y el «Plan Kalergi». El despropósito es evidente y no resiste las comparaciones, a no ser que los sentimientos religiosos de los católicos españoles sean para la fiscal menos dignos de respeto que los de los musulmanes. Eso es lo que se deduce hasta el momento de la actuación de la fiscal Verdugo.

P-. ¿Custodio se siente querido? ¿Ante esta nueva persecución ideológica usted ha recibido el apoyo y cariño del pueblo?
R-. Muchísimo. Percibo la gran indignación que provoca entre la gente de bien el agravio comparativo construido por la fiscal Verdugo en su escrito de acusación. Son las dos varas de medir o la balanza trucada de la fiscalía de odio y, además, no se trata ya de juzgar sobre hechos materiales, sino sobre conceptos tan intangibles como las intenciones o los sentimientos de los acusados. Ciertamente me he sentido arropado por muchas personas, tanto conocidas como anónimas. Y a nivel asociativo, desde la Asociación enraizados.org, plataforma de referencia entre los creyentes que hace presente a Dios en la vida pública, pasando por la combativa asociación cívica catalana Somatemps, hasta la plataforma Familia Actúa, la cual está promocionando un hashtag en las redes sociales: #YoTambienSoyCustodio; y, por supuesto, Hazteoir, que prepara una alerta en favor de la libertad religiosa de los dos sacerdotes perseguidos con un ensañamiento digno de mejor causa.



¿Defendemos los españoles suficientemente nuestros valores?
¡En absoluto! Los llevábamos tan incorporados, que ya ni nos dábamos cuenta de que eran unos grandes valores. Nadábamos en ellos como el pez en el agua. Sólo nos hemos enterado cuando el Estado y las fuerzas ideológicas en que éste se sostiene, nos los cambiaron.
Nos los infiltraron desde las leyes hasta los medios de comunicación y hasta la escuela: unos valores diametralmente opuestos a los valores cristianos. Nos los birlaron sin que cayéramos en la cuenta. Y cuando nos enteramos era ya demasiado tarde; porque nos dejaron desarmados.

¿Qué opinión le merece la llegada de la ideología de género a las aulas?
Tremendísimo, desnaturalizado, una perversión absoluta. Es la corrupción de menores institucionalizada. Hace diez años años nadie se hubiese atrevido a predecir semejante aberración. Y resulta que ahí la tenemos. Pero como el terreno estaba muy bien preparado, no ha reaccionado nadie.
La sociedad (Iglesia incluida) está como anestesiada, embobada, sin darse cuenta de la que se le viene encima. Es que ni siquiera se han esperado a ir gradualmente: han metido ya en la escuela el conflicto totalmente artificial de la identidad sexual, y están ya sacrificando un gran número de niños a la perversión de cambiarles de sexo con cualquier pretexto. Están empeñados en destruir la división natural de los sexos desde la misma escuela, sin que les importe el número de niños que tengan que sacrificar. ¡No tienen conciencia! ¡Y son los que nos gobiernan!

«En Cataluña la fe nacionalista ha desplazado la fe católica: 
empezando tantas veces en los pastores»

¿Es fácil ser cristiano en España? ¿Y en concreto en Cataluña?
Es sumamente difícil ser cristiano pero por una razón básica: hemos sido cristianos por defecto, porque en principio no había otra opción. Y ésa fue la manera más floja de ser cristianos.
Ha sido muy fácil descabalgar a los españoles de esa flojera tan pronto como ha aparecido otra propuesta tan asimilable a la religión, que la política está trufada de desertores de la Iglesia. Los mismos que han contribuido a ofrecer a sus fieles ‘otra perspectiva religiosa’: exactamente la política.
Pero en Cataluña la cosa es más grave, porque el nacionalismo tiene unas fuertes connotaciones religiosas (ahora están en la salvación y la liberación por la independencia). Por eso son muchísimos los clérigos que han abrazado esa otra fe. Y ahí lo tenemos: la fe nacionalista ha desplazado la fe católica: empezando tantas veces en los pastores.

¿Qué opina de los ataques laicistas que están ocurriendo en España en los últimos años?
Llamarlos ‘laicistas’ es una benigna concesión del lenguaje. Al fin y al cabo, laico es simplemente el que no forma parte del clero; no el anticlerical ni el antirreligioso.
Lo que ocurre es que se ha puesto en marcha un afán revanchista respecto -no a la guerra civil (eso es para despistar)-, sino respecto a la revolución anticatólica que después de años de ejercicio y de muchos miles de muertos, se truncó con la Guerra Civil.
Lo que hay es añoranza de esa revolución en los herederos de los que ya la hicieron del 31 al 39 con diversas intensidades. Sueñan con retomar la misma revolución. Aunque ahora no necesitan matar (tampoco parece que les importaría a tenor de su grito de guerra «Arderéis como en el 36»); tienen métodos conductistas de una eficacia estremecedora.

«El primer paso es movilizarnos para que no acaben ellos con nosotros. Y a continuación nos corresponde rearmarnos doctrinalmente»

¿Cómo se puede acabar con ello?
El primer paso es movilizarnos para que no acaben ellos con nosotros. Y a continuación nos corresponde rearmarnos doctrinalmente, que andamos muy flojos, con una tremenda inclinación a acomodarnos doctrinalmente en el campo del enemigo.
Y una vez armados con el escudo de una fe trabajada a conciencia, atrevernos a salir: en primer lugar, a las universidades. Sin miedo, porque si nuestro mensaje es atractivo, nunca le faltarán adeptos. Y ya desde ahí a los otros niveles de enseñanza y a los medios.
De abajo arriba, no desde la jerarquía, los concordatos y los enjuagues con los políticos, que está visto que eso sólo sirve para adormecernos y sobornarnos. No es necesario que vayamos contra ellos. La solución es hacernos nosotros más fuertes.

«La España que se ha levantado en Cataluña, está ahí para quedarse y para iniciar desde ahí la necesaria reconquista»

¿Cómo vive la situación política de Cataluña?
Pues mire, a pesar de todo con enorme esperanza. Me llamó la atención un artículo del inglés Catholic Herald sobre la situación de Cataluña titulado: “El mundo no necesita otra república atea”.
Me sorprendió que desde el otro lado del océano se hayan dado cuenta de una realidad que casi nadie quiere afrontar: La ‘república catalana’ nace bajo el marchamo de la antireligión, el aborto libre y la ideología de género… y no admitirá discrepancias.
Por otro lado, el empeño en independizarse ahora, sin reunir las mínimas condiciones y provocando mucho más mal que bien a la población que dicen querer liberar, ha despertado a un gigante enorme. Bondadoso, pero gigante.
España está en Cataluña, claro que sí, con una fuerza que ni los más audaces soñadores se hubieran atrevido a sospechar nunca. De la noche a la mañana, Cataluña ha aparecido llena de españoles que exhiben su bandera con orgullo.
Hoy nos encontramos con 
la plandemia del coronavirus: 
una peste que comparada 
con las de la Edad Media, es una broma. 


Es hora de ir haciendo balance de la pandemia del coronavirus. Y en ese balance resulta que el fuego amigo tiene un papel preponderante. Son tres las imágenes (sí, sí, más que mil palabras), imágenes causativas que más me han impactado: las tres, de fortísima motivación ideológica. Sus puntos geográficos, Vaticano, Perpiñán, Madrid. Y la línea que une esos tres puntos, el coronavirus. Y el denominador común, que las tres son una muestra inequívoca de que “pasan” de la gente, a la que ha herido gravemente el fuego amigo de sus líderes.

Empiezo por la primera imagen, estremecedora, la que más me afecta como sacerdote: un papa solitario, dramáticamente solitario en una plaza de San Pedro totalmente vacía, la imagen más dramática de la Iglesia vaciada. Sí, una Iglesia vaciada con enorme tesón. Y en contraste, las otras dos imágenes multitudinarias, que los organizadores cifran en sendas multitudes de 200.000 personas: la primera en Perpiñán y la segunda en Madrid (sumando los 8-M de toda España, un millón de personas, dicen los convocantes llenos de orgullo). Estas dos grandes aglomeraciones, causa necesaria para explicar los dos máximos focos de virulencia de la pandemia: las dos son de motivación política. La primera, la payasada del indepe Puigdemont y la segunda, el empoderamiento de una mujer que, sola y borracha, quiere llegar a casa.

Los intereses políticos respectivos pudieron más que el interés de los ciudadanos de esas dos comunidades. Y en la imagen vaticana, el virus no es el causante de nada, en absoluto, sino el escenario en el que la Iglesia ha encontrado la gran oportunidad de mostrar urbi et orbi no cómo es, sino cómo está: vaciada. Primero de doctrina, y luego de fieles. Me temo que esa estremecedora imagen de vacío y soledad será tan letal para la Iglesia como lo serán para las respectivas causas, la de Perpiñán y las del 8-M.

Y todos al grito nada disimulado de “podemos”, “sí que se puede”. Y la prueba es que efectivamente han podido: las imágenes nos lo muestran. El papa ante un Vaticano vacío, imagen del dramático vaciado de las iglesias, y Dios quiera que no de la Iglesia. Han podido, ¡claro que sí! Y eso ha ocurrido en el epicentro litúrgico de la Iglesia, justo en la Semana Santa. ¡Iglesias vacías y hospitales llenos! Calles vacías y lugares de trabajo vacíos con el mantra de que sin salud no hay economía; echando en olvido que la salud es ya tan inmensamente cara, que sin economía tampoco hay salud: una salud que se lleva un tremendo pellizco de nuestra economía.

Y creo humildemente que los tres eventos, al disponer tan singularmente de los respectivos seguidores manejándolos a su antojo, con evidente y grave daño para éstos, creo que sí, que se han pegado un tiro en el pie.

La Iglesia, pensando en la salud, ¡vaya por Dios!, optando por el riesgo cero, parece que no ha tenido el mejor acierto. ¿Caigo en herejía por decirlo? Es el único “servicio público” que se ha podido permitir tal nivel de seguridad para sus “servidores públicos”, servidores del Pueblo de Dios. Otros servicios no tan esenciales como el culto divino y la asistencia espiritual, habían asumido ciertos niveles de riesgo, haciendo lo posible por minimizarlos. Los servicios sanitarios, los de seguridad, los de abastecimiento y los indispensables para que esos servicios funcionen, han seguido en activo. Muy caro ha salido el de sanidad en lo que afecta al riesgo de sus servidores en condiciones tan precarias; pero como no podían eludirlo por ningún concepto, no les ha quedado otra opción que pagar ese altísimo tributo. Y naturalmente, el pueblo los aclama como héroes.

Cerrar las iglesias dando cerrojazo al culto, justo en Semana Santa, es muy duro. Tiene muy mal aspecto. Igual que el Estado ha mantenido en activo servicios esenciales adoptando máximas medidas de seguridad, la Iglesia podía haber mantenido el culto de Semana Santa con parecidas disposiciones. Si ha sido posible mantener los supermercados abiertos limitando el aforo circulante, ¿no se podía haber hecho algo parecido en las iglesias en plena Semana Santa? Es muy evidente la falta de empeño, la falta de convicción de que la Iglesia esté atendiendo también a servicios esenciales. A muchos fieles les parece que ha importado bien poco darle el cerrojazo a este servicio; y ven que hemos pensado mucho más en nosotros mismos que en nuestros deberes para con Dios y para con ellos. El papa solo, totalmente solo… ¿Qué pinta el papa solo en un espacio tan inmenso? Inquietante y sobrecogedora imagen. ¡Menudo escalofrío!, ¡tremenda desolación!

Y eso ocurre mientras el Gobierno, al que con tanto entusiasmo hemos secundado (más bien precedido), declaraba a los infames abortorios servicios esenciales, servicios por los que vale la pena que se arriesgue y se sacrifique el personal que está a su servicio. ¡Deprimente! Los mataderos abortistas a pleno rendimiento, y la Iglesia sin culto público (ni medidas de seguridad ni nada), simplemente cerrada a los fieles. Después de todo, casi deberíamos sentirnos agradecidos de que el Gobierno que declaró a los abortorios "servicios esenciales", no cerrase por propia iniciativa las iglesias al culto. Pero de poco nos ha servido esta consideración del Gobierno, porque al final, en plena Semana Santa, nosotros mismos hemos cerrado los templos a cal y canto. ¡Qué solo se ha quedado el papa en esa foto histórica!

Y en sentido contrario, vemos lo mismo en las fotos de Perpiñán y de Madrid: en un momento fatídico, enormes aglomeraciones de gente contagiándose. Los convocantes sabían con toda certeza (aunque prefirieron ignorarlo) que de ese modo mandaban cantidad de gente al vírico paredón. Tanto los expertos como los ejemplos de China e Italia, se lo pusieron bien claro. Los documentos son irrefutables. Y la subsiguiente debacle, también.

“La gente” que dicen ellos, les tuvo sin cuidado a unos y a otros. Sabían perfectamente unos y otros que era muy alto el riesgo de infección. Ellos sí que lo sabían, porque ellos sí, tenían información privilegiada que se guardaron para sí mismos, para utilizarla a su conveniencia, en su propio provecho. Y llevaron engañada a la gente que no lo sabía: les ocultaron la información que ellos sí que tenían (igual que siguen retorciendo ahora las noticias). Pero lo importante para ellos no era “la gente” con la que se llenan la boca, sino su producto. Es decir, los réditos políticos que podían obtener en aquel momento.

Pero, ¿y nosotros, los curas? Nos hemos pegado un tiro en el pie o, por decirlo de otra manera, nos ha alcanzado el fuego amigo, es decir, los disparos provenientes de nuestro propio bando. Hemos acabado de asustar y dispersar a un rebaño que ahora permanece escondido y temeroso viendo el canguelo de sus pastores. De poco vale ya el streaming y los autoyoutubes y las misas en el tejado de la iglesia retransmitidas en directo. La realidad virtual -por friki que sea- nunca compensará la ausencia de aquellos que no estamos con quienes deberíamos de estar.
En resumidas cuentas, vivimos tan ricamente en un mundo apartado de la única Verdad que salva, un mundo pervertido por sus iniquidades y con unos gobernantes pérfidos que han estimulado el desenfreno moral de una población que se pasa “felizmente” el confinamiento viendo pornografía premium -gratis total- en internet y bebiendo la cerveza que rapiñan de los supermercados… ¿Son ellos los que marcan el paso a la comunidad eclesial? ¿Qué digo marcando el paso? ¡Nosotros vamos un paso por delante del Estado en la autoprotección y el riesgo cero!

Siempre un paso por delante en la sumisión a un poder político que, tras la pestífera epidemia, nos devolverá al mismo estercolero que dejamos a la puerta de casa. El reseteo será económico seguramente. Nunca moral. Resetearán sí, las empresas que queden y los sueldos de los que puedan trabajar…Volverán como sea los baretos de playa, los cachondeos estivales, las juergas hasta el amanecer, los abortos pagados, los botellones interminables… y los chiringuitos políticos promotores de la parranda. Y nosotros seguiremos con la flor en la mano -cada vez más marchita-, con la tramposa estupidez de querer pensar que la vida es una risueña yincana y que tras la muerte no está ya el juicio divino, porque la responsabilidad personal hace tiempo que dejó de existir. Nos autoconvenceremos de que la felicidad eterna será absolutamente para todos en una especie de paraíso islámico. Sin lujuria, eso sí, pero con el mismo profano bienestar que aquí pudimos a duras penas disfrutar. Y para ello, podaremos prudentemente la doctrina católica de sus molestas aristas.

Y nosotros permanentemente… a rebufo no del público, ni siquiera de un Estado corrompido y corruptor, sino dos pasos por delante de él en prudencia e higiene, tratando -con nuestra carnal ausencia- de salvar una vida que deberíamos haber entregado ya a Cristo el día de nuestra ordenación sacerdotal, olvidando así que el que desea conservarla, la acaba perdiendo para siempre (cf. Mateo 16,25).

Según los análisis realizados (sólo los que se han podido realizar), los infectados en todo el mundo, y en sólo un trimestre, no llegan a los 150.000. De éstos se han curado cerca de 75.000, y han muerto menos de 5.500. El índice de mortalidad no alcanza al 4%. ¿Cuál es el mayor problema? El tremendo desarme moral y el pánico. No tenemos de dónde sacar fuerzas, no tenemos en qué sostener nuestras defensas para hacer frente al coronavirus. No tenemos, por supuesto, el potentísimo recurso con que contaron los habitantes de Benicarló ante una peste tremendamente más destructiva: la mortalidad alcanzaba fácilmente al 50% de los infectados. Pero ellos tuvieron la enorme fortuna de contar con la defensa del Cristo del Mar.

Pero nosotros somos mucho más racionales que ellos, mucho más “científicos” y no nos dejamos llevar, como ellos, por temerarios e imprudentes impulsos religiosos. La fuerza moral y el subidón de las defensas que creyeron ellos que les podía aportar la religión, no cuentan para nada. Dios no tiene ningún papel en esta crisis.

Con esta teología ruinosa y estropeada, ¿qué respuesta estamos dando los curas a la pandemia del coronavirus? Misa a puerta cerrada, sin fieles que puedan hallar consuelo en el pan de la palabra de Dios y de la Eucaristía… Los sacerdotes -semienterrados- diciendo misa y rezando -el que más- por streaming y pidiendo que luego vayamos atender a los contagiados a sus casas y a los hospitales, los sagrarios tristes y desangelados… ¿Los hospitales abiertos y los templos sin eucaristía pública? ¿Era ése el hospital de campaña?

¿Dónde están aquellos predicadores que, como el profeta Jonás, recorren ahora la ciudad diciendo a voz en grito: “Si no os convertís de vuestra mala vida, Nínive o Madrid, o Barcelona o Roma ¡serán destruidas!”? (cf. Jonás 3) ¿Dónde está Abraham ahora intercediendo por Sodoma y Gomorra, esclavas de la perversidad y la lujuria, para que no fuesen exterminadas? (cf. Génesis 18,16) ¿Y Daniel advirtiendo al inicuo rey Baltasar de que su reino estaba “contado, pesado y dividido” por haber profanado las cosas santas? (cf. Daniel 5,25) ¿O como Ezequiel gritando: “¡Arrepentíos y apartaos de todas vuestras maldades, para que el pecado no os acarree la ruina!”? (cf. Ezequiel 18, 30)

¿No es el coronavirus una oportunidad para que la predicación de la Iglesia católica vuelva a señalar el suicida derrotero que ha tomado la humanidad en su ansia por rechazar la soberanía de Dios sobre el universo y pervertir así la naturaleza de un hombre y una mujer creados a imagen y semejanza de su Hacedor?
Pero… ¿y nosotros, los pastores? Llevamos años tocando el violón mientras nuestro pueblo se pudre con abortos -también en los hospitales que cogestionamos nosotros-, concubinatos y eutanasias…. Mientras se destruye la mismísima naturaleza humana con la ideología de género, asumida por un Estado tiránico que encauza a los niños hacia la sodomía desde su más tierna infancia. Sin criterio ni liderazgo, preocupados tal vez más en salvar nuestra vida que en perderla por el Evangelio. ¿No es la epidemia del coronavirus la consecuencia natural de una sociedad herrumbrosa y podrida por un pecado jaleado como liberación y progreso?

El Cristo del Mar de Benicarló, encerrado ahora en la soledad de su capilla, mientras la jauría feminazi y plurisexual salía en multitudinaria procesión por las calles de toda España en plena expansión del virus… Ellos no contagian, ¡nosotros sí! Y ahora que debería ser el Cristo del Mar el que estuviese procesionando por las calles para librar otra vez a su pueblo de la peste… Miedo y silencio. Y sin fe en el poder de Cristo resucitado, no hay salvación y sin predicación pública, no surge la fe ni el arrepentimiento.
¿No somos nosotros -al decir del profeta Isaías- vigías ciegos, perros mudos que no pueden ladrar? Ven visiones, se acuestan, amigos de dormir. Son perros voraces, no conocen hartura, y ni los pastores saben entender. Cada uno sigue su propio camino, cada cual, hasta el último, busca su provecho: «Venid, voy a sacar vino y nos emborracharemos de licor, que el día de mañana será como el de hoy o muchísimo mejor” (Isaías 56,9).

Y el Pueblo de Dios solo, inerme, con la angustia del rebaño que, ante el lobo, ha perdido a su pastor. Acumulando papel higiénico y comestibles y luego solos, y con coronavirus, todos en una casa sin padre ni madre para no contagiarlos… a oscuras y, sin esperanza, podridos por la pornografía del lobby gay. De esta podredumbre ha venido a enseñorearse el coronavirus.

Señor, ¡ten piedad de nosotros!

VER+:


CURA REBELDE PERSEGUIDO POR LA IGLESIA Y LAS ÉLITES// LA HUMANIDAD SECUESTRADA POR LAS ÉLITES


"NADIE NOS PUEDE IMPEDIR PROCLAMAR LA VERDAD" por el R.P. Custodio Ballester

«La lucha por la verdad es el símbolo de la valentía cristiana»

“El peor defecto de un apóstol es el miedo. El miedo incita a dudar del Maestro y estrangula el corazón y la garganta. El que permanece en silencio alienta a los enemigos de la causa y el temor de los apóstoles es su primer aliado. La estrategia de los impíos es hacer callar por medio del temor.
¡Oh Cristo, despreciado, flagelado y crucificado, seguirás siendo el Rey de mi corazón, incluso en lo profundo del infierno! 
Si yo tuviera que escoger el camino de mi vida, volvería a emprender la senda del sacerdocio, aunque al final me esperara la guillotina. Si tuviera que escoger entre la biblioteca entera del British Museum y el misal, preferiría el misal. Puedo seguir esperando pacientemente desde esta cárcel.
Si tuviera que volver a nacer y me preguntaran qué vocación iba a seguir, respondería sin vacilar, jugándome el cadalso: la vocación de sacerdote, aunque supiera desde el primer momento que iba a acabar encadenado por Cristo. Es preferible ser un sacerdote perseguido que un César adorado (Cardenal Stephan Wyszynski. Diario de la cárcel).

La condición esencial para la liberación del hombre, que le permitirá vivir en la verdad, es la adquisición de la virtud de la valentía. La lucha por la verdad es el símbolo de la valentía cristiana. La virtud de la valentía es una victoria sobre la debilidad del hombre, una victoria sobre el miedo y el temor. El único temor que hay que tener es traicionar a Cristo y a la verdad por un plato de lentejas. (…)
¿Puede un sacerdote, en una homilía de una Misa católica, hacer una consideración moral sobre un determinado comportamiento, basándose en la palabra de Dios y en sus Mandamientos? Porque si un sacerdote, en una homilía católica, no puede calificar determinados comportamientos como pecado, está dejándose atemorizar por un poder que fabrica un pensamiento único que quiere someternos. (…)
Seamos conscientes de que exigiendo la verdad hemos de vivir también nosotros según la verdad. Y entonces, hermanos, no habrá ningún poder político, económico ni cultural, no habrá ningún poder jurídico, ninguna Fiscalía del odio que pueda impedir que proclamemos desde las azoteas la verdad que hemos escuchado del corazón de Cristo”.
Por supuesto, manifiesto mi apoyo al padre Custodio ante esta nueva persecución. Y para terminar esta entrada, una cita evangélica, tomada del Evangelio según San Lucas (19:39-40):
Algunos fariseos que se encontraban entre la gente dijeron a Jesús: “Maestro, reprende a tus discípulos.” Pero él contestó: “Yo les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras”.


El aparato estatal de lo políticamente correcto nos quiere a todos callados y atados de pies y manos; sin embargo no nos dejaremos amedrentar, al igual que el Padre Custodio no se está callando.
No permitiremos que la libertad religiosa y de expresión del Padre Custodio se vean recortadas por la maquinaria de lo políticamente correcto. No consientas que encierren a un sacerdote.


LAS DOS IGLESIAS Y LAS DOS MUJERES DEL APOCALIPSIS.
CON EL PADRE CUSTODIO BALLESTER.
PARA QUE LO PUEDAS ENTENDER AQUÍ TE DEJO, LA PALABRA DE DIOS, Y UNA CLARA ESPIRITUAL INTERPRETACIÓN.


LAS DOS MUJERES DEL APOCALIPSIS, LAS DOS IGLESIAS DE ESTOS TIEMPOS.

Dos figuras claves que están mencionadas en el libro del Apocalipsis, dos mujeres, una de ellas ""vestida del sol", y otra que es una "gran ramera":

"Y una gran señal apareció en el cielo: una Mujer vestida del sol y con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza, la cual, hallándose encinta, gritaba... el Dragón se colocó frente a la Mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su Hijo luego que ella hubiese alumbrado... Cuando el Dragón se vio precipitado a la tierra, persiguió a la Mujer que había dado a luz al varón, pero a la Mujer le fueron dadas las dos alas del águila grande para que volase al desierto, a un sitio donde es sustentada por un tiempo y (dos) tiempos y la mitad de un tiempo, fuera de la vista de la serpiente..." (12, 1-4; 13-14).

La otra mujer del Apocalipsis, la gran ramera:
"Y vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas y habló conmigo diciendo: ven acá; te mostraré el juicio de la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas; con la que han fornicado los reyes de la tierra, embriagándose los moradores de la tierra con el vino de su prostitución. Y me llevó a un desierto en espíritu; y vi a una mujer sentada sobre una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos. La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y cubierta de oro y piedras preciosas y perlas, y llevaba en su mano (por una parte) un cáliz de oro lleno de abominaciones y (por otra) las inmundicias de su fornicación. Escrito sobre su frente tenía un nombre, un misterio: Babilonia la grande, la madre de los fornicarios y de las abominaciones de la tierra. Y vi a la mujer ebria de la sangre de los santos y de la sangre de los testigos de Jesús; y al verla me sorprendí con sumo estupor." (17, 1-6).

En el Antiguo Testamento, la "mujer" significa en la Escritura constantemente Israel, es decir, la religión del pueblo judío. En el Nuevo Testamento, San Pablo representó a la Iglesia con la figura de una doncella, una virgen que se va dar en matrimonio a Cristo.

Es decir, las dos mujeres del Apocalipsis representan la religión en sus dos polos extremos, la religión corrompida y la religión fiel; la falsa iglesia y la Iglesia verdadera: la Gran Ramera sobre la Bestia es la falsa iglesia y la Mujer Vestida del Sol con la luna bajo sus pies y que está a punto de dar a luz, y coronada con una corona de doce estrellas es la Iglesia fiel. El vestido de sol es la fe verdadera, y la luna bajo sus pies es el mundo cambiante; la corona de doce estrellas es la plenitud de la doctrina y los predicadores de ella, siguiendo la inspiración de los primero doce predicadores, los apóstoles.

Estos dos aspectos de la religión son perfectamente distinguibles para Dios, pero no necesariamente para nosotros. La cizaña se parece al trigo, y estos no serán separados sino hasta el día de la siega. Por eso son dos los ángeles que siegan el Día de la Gran Ira de Dios: uno cortará la mies madura, y el otro a los racimos que han de ser pisoteados en el gran Día de la Ira de Yahvé. Íntimamente entremezcladas y confundidas estuvieron y están la Iglesia Santa e Inmaculada y la iglesia farisaica y adulterada, la parte carnal de la Iglesia, formada por la cizaña, por aquellos que han sido llamados pero que no serán escogidos.

Por eso la ramera lleva en su frente el nombre de la gran Babilonia, la Roma que representa a la iglesia desvirtuada de los Últimos Tiempos (Ap 17, 9), la falsa iglesia que no es ya la Iglesia de Cristo, porque Roma estará en connivencia con el falso profeta y al servicio del anticristo luego de que la Iglesia Verdadera haya sido recogida y llevada al desierto, es decir, cuando el trigo haya sido guardado en el granero y la paja esté entonces pronta para la quema.

Una prostituta no se distingue ni en la naturaleza ni en la forma externa de una mujer honesta. Sigue siendo mujer. Pero la mala mujer, la Gran Ramera, está sentada sobre la Bestia.
Esto es lo que significa entonces el falso profeta. Éste encabezará la falsa iglesia y estará al servicio del anticristo, quien también se parece a Cristo. Por eso dice la Escritura que "el falso profeta hablaba como el dragón, pero tenía dos cuernos semejantes al cordero" (13,11).

En definitiva, la Gran Ramera es un cristianismo esencialmente desvirtuado.
Para mayor comprensión de lo anterior recordemos que cuando vino Cristo eran tiempos confusos y tristes. La religión estaba pervertida en sus jefes y consiguientemente en parte del pueblo judío. Por eso Jesucristo decía a sus apóstoles "haced todo cuanto os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen".
Lo mismo pasa hoy día, se propaga el aspecto carnal de la religión, ocultando, adulterando, y aún persiguiendo a la verdad. En el lugar santo se ha instalado el misterio de la iniquidad; es la Gran Ramera embriagándose con la sangre que los mártires derramarán en estos Últimos Tiempos.

Por eso, la parte fiel de la religión, es decir, la Mujer Vestida del Sol, la Iglesia verdadera, padecerá "dolores de parto", y el Dragón estará a punto de tragar a su Hijo. Perola Mujer se salvará porque será llevada a la soledad del desierto con dos alas de águila; y aún allí la perseguirá esa oleada de agua sucia y torrentosa que el Dragón lanzará contra ella. Pero la nueva esposa, con el crisol del sufrimiento y la purificación, quedará sin mancha, concebida de nuevo de forma inmaculada. Es decir: la Iglesia verdadera, la Nueva Iglesia, subsistirá para su triunfo glorioso y definitivo.
El error fundamental de nuestra época es que se quiere amalgamar el Reino de Dios y de la Iglesia con los criterios del mundo, lo cual es exactamente lo que la Sagrada Escritura denomina "prostitución".

Las dos mujeres son hermanas, nacidas de una misma madre, la religión, la religiosidad, el profundo instinto religioso del hombre y del cristiano, pero una de esas dos mujeres se ha prostituido con el naturalismo mundano.
La Bestia de la tierra (el falso profeta) se parece al Cordero, porque hace milagros y prodigios engañosos, y promete la felicidad y habla palabras hermosas llenas de halago; predica el amor, la democracia, los derechos humanos y la paz. Promete el reino y la felicidad, como Cristo, pero en el reino de este mundo, con las solas fuerzas del hombre, sin Dios, así como el Dragón le prometía a Cristo todos los reinos de este mundo en el monte de las tentaciones.

La Mujer vestida de sol es el pequeño resto fiel que resiste los embates del dragón y de la "segunda bestia", el falso profeta.

jueves, 29 de septiembre de 2022

CRISTO PROFETIZÓ DOS COSAS: QUE OTRO VENDRÁ EN SU LUGAR Y SERÁ RECIBIDO Y QUE EN SU SEGUNDA VENIDA NO HALLARÁ FE SOBRE LA TIERRA 🕂🙏🕂



Parábola de los pájaros y los lirios
Cristo profetizó dos cosas: que otro vendrá en su lugar y será recibido y que en su segunda venida no hallará fe sobre la tierra.
Jesucristo no sabía Economía Política, pero si sabía acerca de lo que hay en el corazón del hombre, por eso hizo esta parábola para que no andemos inquietos por la Solicitud Terrena.
No hay duda que despreciar el dinero es ser sobremanera imprudente, eso lo saben muchos; sin embargo Cristo vivió como las Aves del Cielo y los Lirios del Valle, y también otros, muchos otros vivieron en la pobreza voluntaria como las ordenes mendicantes y los que viven en la pobreza en general y en el sufrimiento y en las virtudes y en la vida contemplativa.

Cristo, aunque no tenía donde reclinar su cabeza, durante el tiempo de su predicación no predicó la haraganería, ni la supresión de la prudencia: la más importante de las virtudes morales porque ordena a las otras.
Santo Tomás, que era fiel discípulo de Jesús y además frayle mendicante sabía Economía Política y más sólida que la de hoy. En su Tratado para el Príncipe enseña que las naciones han de tratar de ser ricas, es decir que el Rey debe tener riquezas, no para él, sino para el pueblo todo en orden a un fin superior: el bien común.
Pero la Solicitud Terrena es difícil de vencer y poco a poco gran mayoría llegan a pensar que si no tienen dinero para muchos años se hace difícil vivir y menos hacer ningún bien a las almas.
Cristo no nos manda ser imprevisores, nos manda vencer en nosotros la Solicitud Terrena; “Mirad las Aves del Cielo ….¿Hay alguno de vosotros que pueda añadir un trecho al tiempo de su vida?”

La Solicitud Terrena ha de ser vencida por el cristiano con todos los medios, porque ella es la raíz de la avaricia, de la codicia, de la soberbia y de muchos otros desórdenes y esto lo vemos en que el capitalismo mundial y el comunismo que son la mejor concreción sociológica del resentimiento humano tanto en los ricos como en los pobres.
Actualmente se estima que ciento cincuenta personas controlan las riquezas del mundo llevándolo todo a un estado totalitario en el que unos pocos mandarán y muchos obedecerán, sumidos en la esclavitud.

La Solicitud Terrena vuelta Angustia nos lleva al temor, la inquietud, la ansiedad, al Desasosiego. Y el Desasosiego NO se puede suprimir, se puede convertir en Inquietud Religiosa para la vida eterna; en Solicitud Terrena, la cual es mala y prohibida por Cristo y en Angustia Demoníaca, la cual es pésima prestando servicio a los demonios.
El vicio de la avaricia y codicia de bienes han ocasionado muchísimos males en el mundo, y esto lo podemos comprobar en nuestra propia experiencia, porque es degradante para el alma humana tener atados sus pensamientos, que le son necesarios para ir más arriba, por la molienda del sustento diario y el temor del porvenir, la vejez, los eventos desdichados y la miseria. La pobreza es una bendición, pero la miseria es un infierno.

Por eso Cristo invitó a los más fervientes a renunciar a todo por amor a Dios, los cuales con sus vidas de pobres voluntarios:

1) prueban que es posible vivir como las Aves de Cielo y las Flores del Campo,
2) incitan con su ejemplo a los demás al desapego y la confianza
y 3) viviendo con lo mínimo regalan todo a los demás; pues nadie da más que
el que poco tiene; y el que todo lo deja mucho regala.

Por ello ante los graves anatemas de Cristo a las riquezas y a los ricos busca oponer a su tremenda atracción natural el contrapeso de la religión; facilitando de ese modo la distribución justa.
Y por increíble que parezca lentamente la Cristiandad fue acercándose al ideal de la Sociedad que cuida de sus miembros.
Las catástrofes que hemos visto en el mundo y las que nos amenazan han hecho buenas todas las palabras de Cristo.

“Buscad, pues, primero el reino de Dios y su justicia, 
y todo eso se os dará por añadidura” Mateo 6, 33

Nota: Dónde nos lleva la Solicitud Terrena.

Cristo profetizó dos cosas: que otro vendrá en su lugar y será recibido y que en su segunda venida no hallará fe sobre la tierra. Si Él es el camino, la Verdad y la Vida quiere decir que en algún momento nos encontraremos con el mal, la mentira y la muerte como instrumentos de dominio sobre los hombres. En efecto el mal irá concentrándose, creciendo, y esto ocurrirá justamente en el corazón humano por haber abandonado a Dios. 
La boca del hombre habla de lo que hay en su corazón: malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias.
Por ello ante una generación perversa y mala, o sea lo general podrido, concentrado en los últimos tiempos, los parusíacos, el hombre de fe será un mártir.

LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO: "Salió como vencedor para seguir venciendo"

martes, 27 de septiembre de 2022

HACIA EL NIHILISMO por JUAN MANUEL DE PRADA 👤💀👿


Hacia el nihilismo

La gente ingenua suele asociar la 'autodeterminación' a la pretensión de independencia que esgrimen una porción nada exigua de catalanes. Pero lo cierto es que la autodeterminación es un concepto filosófico y jurídico disolvente que está minando el orden jurídico, la comunidad política y la propia naturaleza humana.

En efecto, nuestra época tiende a reconocer cualquier pretensión como derecho subjetivo, considerando legítima la consecución de cualquier fin, anhelo o apetencia personal sin responder ante nadie. Esta 'autonomía de la voluntad', inevitablemente, acaba cristalizando en el reconocimiento de que las personas pueden 'darse' normas que satisfagan sus anhelos (de poder mandar a su cónyuge a freír espárragos, de poder asesinar a sus hijos o rebanarse los órganos genitales, de que le sufraguen un suicidio asistido, etcétera). Y, al considerarnos con la capacidad para darnos las normas que satisfagan nuestros anhelos, nos convertimos en 'dueños y señores' de esas normas, cuya existencia depende de nuestra voluntad. Nuestras pretensiones, digámoslo así, se convierten en condición de la existencia del Derecho, que ya no reflejará nunca más un 'orden del ser', un juicio de la razón práctica sobre la naturaleza de los actos humanos.

En una fase anterior de esta corrupción filosófica y jurídica, era la voluntad del Estado quien establecía (muchas veces caprichosamente) lo que podía considerarse derecho y lo que no. Pero, frente a esta corrupción inicial, nuestra época consagra otra todavía mayor: el titular de este poder ya no será el Estado, sino el individuo, de cuya voluntad soberana el Estado deber ser garante. El individuo podrá afirmar siempre su voluntad soberana, salvo algunos límites (muy laxos y brumosos) que, de no existir, harían imposible la coexistencia social (y decimos 'coexistencia' porque, allí donde las voluntades individuales son soberanas, no puede hablarse propiamente de convivencia, mucho menos de comunidad). Y, allí donde la voluntad del individuo no puede realizarse plenamente, deberá intervenir el Estado, para asegurar su realización. Así, el Derecho deja de ser el instrumento para determinar la justicia, y se convierte en un instrumento que permite a todos y a cada uno realizar sus proyectos vitales (aunque sean por completo quiméricos) y sus aspiraciones (no importa que sean legítimas o desquiciadas).

Esta autodeterminacin acaba convirtiendo el Derecho (que ahora ya no se podrá escribir con mayúscula, pues ha dejado de ser 'uno' para multiplicarse según los anhelos y aspiraciones en liza) en una sucesión proteica de normas positivas, sin ningún anclaje en la realidad de las cosas; pues las pretensiones de esos individuos autodeterminados estarán siempre cambiando, siempre renovándose, siempre deseosas de alcanzar nuevos finisterres que, por supuesto, no se detendrán ante el escollo de la naturaleza humana (que también deber ser rectificada o incluso destruida si se opone a los anhelos personales). 
La autodeterminacin hace que toda nuestra existencia sea incierta y precaria, porque las leyes quedan sometidas al señorío de cada individuo. 
El orden jurídico se construye sobre decisiones puramente voluntaristas; pero, como esas decisiones cambian constantemente, se vuelven inaceptables las normas que fueron promulgadas según una decisión contingente (una mayoría parlamentaria, un referéndum general, etcétera), pues... ¿por qué habrían de impedir el ejercicio de autodeterminaciones ulteriores? De este modo, normas con pretensiones ridículas de duración como las llamadas 'Constituciones' se tornan insufribles. 

¿Por qué han de estar sujetos a su mandato quienes no las votaron, por carecer de edad legal, o incluso por no haber ni siquiera nacido? ¿Y por qué habrían de aceptarlas quienes, habiendo votado en su día a su favor, han cambiado de parecer? Puesto que la misión de las leyes es atender las pretensiones de la voluntad individual, pretender que las leyes sean inamovibles, o muy difícilmente reformables, las convierte en jaulas de la autodeterminación, que reprimen o dificultan la realización indiscriminada de los nuevos derechos.

La autodeterminacin es, por naturaleza, proteica, cambiante, incluso voluble, reacia a asumir compromisos duraderos: de ahí que los contratos tiendan a ser temporales (y cada vez más temporales); de ahí que los matrimonios sean disolubles (y cada vez más disolubles); de ahí que se hable de género fluido; de ahí, en fin, que se minen todos los vínculos humanos (incluso el vínculo que cada persona tiene con su propia naturaleza, que se considera un mecano convertible). La autodeterminación conduce, inevitablemente, a la anarquía y el nihilismo jurdico.

lunes, 26 de septiembre de 2022

EL DECLIVE DE LA RAZÓN EN OCCIDENTE 😨😮😯😱😲😵😷


El declive de la razón en Occidente

Hace muchos años preguntaron al Premio Nobel Albert Schweitzer en una entrevista: “Doctor, ¿qué le ocurre al hombre de hoy?” Tras meditar unos segundos, Schweitzer respondió: “El hombre de hoy simplemente no piensa”. Si ésta era la respuesta hace décadas, me pregunto cómo sería hoy cuando el móvil ha reducido nuestra capacidad de atención al nivel de un simio.
¿Qué es pensar? Pensar es formar y combinar ideas en la mente tras atenta reflexión. ¿Pensamos antes de actuar o de emitir un juicio o nos limitamos a imitar a otros? Porque saber en tiempo real todo lo que acontece o repetir como un papagayo lo que oímos de otros no es pensar. Como escribe el gran pensador colombiano Nicolás Gómez Dávila, “en un siglo donde los medios de publicidad divulgan infinitas tonterías, el hombre culto no se define por lo que sabe sino por lo que ignora[2]”.

Pensar exige detenimiento, atención, tiempo y esfuerzo. Cotorrear, sin embargo, no exige nada de eso, motivo por el que es una actividad más popular. Pero pensar tiene otro atributo adicional: es el escudo que protege nuestra libertad.

Por este motivo, los yonquis del poder intentan disuadir al hombre para que no piense por sí mismo, pues no quieren individuos pensantes sino clones obedientes, al igual que no desean hombres libres e independientes sino hombres-masa, dependientes y controlables.

Para lograrlo, lo primero que hacen es enardecer sus pasiones, puesto que éstas dificultan pensar, y les inclinan hacia el vicio, que siempre esclaviza (del mismo modo que la virtud libera). En efecto, raro es que un político proponga a los votantes sacrificio, generosidad, esfuerzo, responsabilidad, cumplir con la palabra dada, veracidad o respeto a quien opina diferente.

Más bien les enseñará a temer (y, por tanto, a detestar) al adversario político, fomentará la envidia y la codicia de los bienes ajenos (bajo la coartada de la “solidaridad”) y prometerá fantasías como vivir sin trabajar (o sea, del trabajo de otros) evitando asumir ninguna responsabilidad, que asumirá el Estado Leviatán, carcelero benevolente. Por ello, en palabras de Gómez Dávila, “aun sin querer la tiranía, el pueblo quiere fines que la implican”.

Por lo tanto, el sistema de incentivos perverso de las elecciones en las democracias “del Bienestar” conlleva el paulatino debilitamiento moral del individuo y, como moral y libertad son conceptos indisolublemente ligados, la pérdida de moral conduce a la servidumbre.

El poder del miedo

Los yonquis del poder conocen un atajo para lograr que el hombre deje de pensar, se deje dominar por las pasiones y acepte la servidumbre. Se trata del miedo.

El miedo puede ser una táctica de control para dirigir nuestras pasiones (generalmente la ira) hacia terceros: se crea un miedo, real o ficticio; se señala un culpable, real o inventado; y “los salvadores” se postulan para protegernos y devolvernos nuestra seguridad a cambio de entregarles nuestra libertad. Miedo y libertad, por tanto, acaban siendo incompatibles.

Pero el miedo también puede ser utilizado para doblegar voluntades de forma más directa. No olviden que el poder se define como la capacidad de modificar la situación de otra persona mediante la administración de premios y castigos, esto es, de someter la voluntad de los demás.

Un modo de lograrlo es intimidar mediante la presión de grupo. ¿Cómo funciona? Por un lado, confunde adrede la verdad con la opinión de la mayoría, confusión facilitada por la ficción democrática. Como animal gregario y social que es, el hombre cree que si toda la manada se dirige hacia un lugar allí debe haber comida y agua (aunque sea un despeñadero). No es estrictamente necesario que la mayoría real piense de un modo; basta con que el individuo así lo crea, y esto lo logran los yonquis del poder a través del martilleo mediático.

Asimismo, esa misma naturaleza social mueve al ser humano a temer ir contracorriente y arriesgarse a ser estigmatizado y condenado al ostracismo, pues la soledad le asusta y frecuentemente construye su opinión sobre sí mismo en función del aplauso ajeno.

No olviden que enfrentarse a la masa requiere mucho valor. Como nos recuerda Hannah Arendt en Los Orígenes del Totalitarismo, “han existido hombres capaces de resistir a los más poderosos monarcas y de negarse a someterse ante ellos, pero ha habido pocos que resistieran a la multitud, que permanecieran solos ante las masas manipuladas atreviéndose a decir no cuando se le exigía un sí”.

El último instrumento de manipulación que quiero comentar es el abuso del principio de autoridad. Antaño la autoridad podía ser política, militar o religiosa, pero dado el descrédito de la política, la preterición de lo militar y el declive en las creencias religiosas, los yonquis del poder han decidido convertir a la Ciencia (con mayúscula) en el nuevo dios y a los científicos en los nuevos sumos sacerdotes, siervos útiles del poder. Lo dice “la Ciencia”, así que no discutan: obedezcan.

Naturalmente, todo esto está inventado desde hace milenios y los estudiantes de siglos anteriores, más inteligentes que los de hoy (pues carecían de móviles), lo estudiaban en cualquier curso de lógica antes de cumplir los 16: es la falacia ad verecundiam, que defiende algo únicamente porque alguien considerado una autoridad lo ha afirmado, la falacia ad hominem, que en lugar de argumentar desacredita a la persona que defiende la postura contraria, y la falacia ad populum, que defiende que algo es verdad sólo porque así lo opina una mayoría o la “opinión pública”.

Finalmente, cuando la intimidación blanda falla, el poder aumentará la presión a través del silenciamiento del disidente mediante la censura o la persecución judicial, y llegados al extremo, utilizará su privilegio de la violencia física, por ejemplo, arrestando al individuo en cuestión, legal o ilegalmente.

Hemos recorrido así el camino por el que los yonquis del poder manipulan, engañan e intimidan al hombre para que no piense y le controlan a través del miedo.

Resulta irónico que esta destrucción de la razón se haya dado precisamente en nombre de la diosa Razón en sociedades que, habiendo abandonado la idea de Dios y el sentido de la trascendencia, se sentían por fin liberadas para alcanzar la iluminación a través de un cientificismo que prometía ser la cúspide de la civilización: el hombre, por fin, se había declarado dios, definidor del bien y del mal y dueño de la vida y la muerte.

“Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra; elegisteis el deshonor, y tendréis la guerra”, espetó un premonitorio Churchill tras el infame acuerdo de Chamberlain con Hitler. Utilizando una paráfrasis, podría decirse de las sociedades occidentales: “Os dieron a elegir falazmente entre fe y razón. Elegisteis perder la fe, y acabareis perdiendo la razón”. Como católico no puedo dejar de admirar la clarividencia de Juan Pablo II cuando defendía en Fides et Ratio que “fe y razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad”.

El declive de la razón se ha acelerado en la última década. Ejemplo de ello serían la ideología de género o el ecologismo radical que, como en épocas primitivas, adora a la Madre Tierra, pero voy a centrarme en dos cuestiones: el relato oficial sobre el covid y su paralelismo con la religión climática, cuyo principal punto en común es el control a través del miedo. En ambos casos se nos ordena que no utilicemos la razón y confiemos ciegamente en la autoridad (“científica”, naturalmente). Desobedezcamos.

Terror y mentiras covid

El SAR-CoV-2 apareció a finales del 2019 en una ciudad china en la que existe un laboratorio parcialmente financiado por instituciones norteamericanas que estaba investigando o más bien modificando genéticamente ese patógeno en concreto.

Imaginen que se produce un vertido de cacao en un pueblo donde hay una fábrica de chocolate. Como comprenderán ustedes, la probabilidad de que, de todos los lugares de la Tierra, de decenas de miles de ciudades de 195 países de cinco continentes, la epidemia del coronavirus surgiera precisamente en una ciudad donde existía un laboratorio que trabajaba con ese coronavirus sin que el origen sea ese laboratorio es ínfima. Podía haber surgido en cualquier lugar, pero lo hizo precisamente en Wuhan. Fíjense qué puntería.

Luego la razón sugiere claramente que el origen del coronavirus fue una filtración accidental de dicho laboratorio. Digo accidental porque obviamente si el gobierno chino hubiera querido desatar una epidemia no lo habrían hecho en China sino en EEUU.

A pesar de ello, los medios enseguida se hicieron eco de la versión oficial chino-norteamericana respecto al origen supuestamente zoonótico de un pangolín que aún sigue en busca y captura. La irracional e improbable explicación de un salto accidental de animal a humano prevaleció sobre la racional y probable explicación de una negligencia en un laboratorio utilizando la falacia ad verecundiam (algo es verdad porque una autoridad lo dice), y a los que osaban discutir la versión oficial se les tildó de paranoicos de teorías de la conspiración (falacia ad hominem, criticando a la persona y no el argumento).

Tras esta cortina de humo, vino el control a través del miedo: el contubernio político-mediático-farmacéutico puso en marcha una campaña de terror sin precedentes para que la población aceptara alucinantes restricciones a su libertad y se inyectara unas “vacunas” y terapias genéticas en gran medida experimentales.

Este pánico artificialmente creado permitió escenarios propios de dictaduras, como abusos policiales, toques de queda y confinamientos, mientras aparecía la figura del colaboracionista, típica de regímenes totalitarios, que denunciaba patéticamente a sus vecinos.

La clave de la campaña de terror fue la ocultación de un dato esencial: desde mediados del 2020 se sabía que el covid sólo era una enfermedad peligrosa para una minoría de la población de riesgo, definida por edad y cuatro patologías concomitantes: obesidad, diabetes, hipertensión y cardiopatías. Para el resto el covid era una enfermedad estadísticamente leve, como pusieron de manifiesto numerosos estudios epidemiológicos realizados en muchos países[3], España incluida[4].

Medidas absurdas, despóticas y arbitrarias

Las medidas liberticidas e irracionales se sucedieron una tras otra. Los ilegales confinamientos fueron un completo desastre que arruinaron mental[5] y económicamente a decenas de miles de personas sin beneficio epidemiológico alguno, llegando a la barbarie de condenar a nuestros mayores a morir solos.

Tras negar la utilidad de las mascarillas nos las impusieron caprichosamente hasta en el campo y en la playa, algo tan ridículo que da vergüenza recordarlo. En interiores la obligatoriedad de las mascarillas también constituyó un rotundo fracaso (salvo para los comisionistas), pues no impidió que se sucedieran ola tras ola de contagios[6]. Lo que sí logró la maldita mascarilla fue crear una permanente sensación de peligro que convertía al otro en una potencial amenaza para la salud, contribuyendo a la hipocondría, a la discordia y al aislamiento.

El disparate llegó a obligar a familias que vivían juntas y viajaban en un mismo coche a sentarse separadas en un restaurante, ¿lo recuerdan?

Otro ejemplo de irracionalidad fue la negación de la inmunización natural de mano de quienes sin embargo glorificaban unas terapias genéticas experimentales incluso antes de ser desarrolladas, un acto de fe muy poco científico y una contradicción flagrante, pues casi siempre pasar una enfermedad infecciosa genera una respuesta inmunológica natural más potente y duradera que vacunarse contra ella[7].

Quizá la mayor irracionalidad fue la imposición del pasaporte covid[8]. Las vacunas y terapias genéticas covid nunca previnieron el contagio ni la transmisión de la enfermedad, pero el contubernio político-mediático-farmacéutico, con el único fin de promover torticeramente la vacunación y a sabiendas de la falsedad del argumento, hizo creer que los vacunados estaban protegidos y desató una caza de brujas contra los no vacunados, acusándoles falsamente de propiciar la continuación de la epidemia. Así se completaba la tríada necesaria: un miedo, un culpable, un salvador.

Aunque los vacunados continuaron contagiándose a mansalva y muriendo por covid[9], se siguió proponiendo nuevas dosis de unas inyecciones que no sólo no funcionaban, sino que causaban un nivel de efectos adversos sin precedentes[10].

Por último, a quienes denunciaban estas contradicciones basándose en datos se les tildaba de “negacionistas” (crítica ad hominem)y se censuraban sus escritos. Mientras, los colegios médicos amenazaban a los pocos facultativos valientes que osaban alzar su voz en defensa de la evidencia científica. “Limítense a obedecer”, era la consigna. Todo muy científico.

Terror y mentiras climáticas

El experimento totalitario del covid tiene muchos paralelismos con la manipulación climática. Es incluso probable que sus autores intelectuales sean los mismos (malos, pero poco creativos), pues no por casualidad el término denigratorio “negacionista”, elegido para etiquetar a quien no aceptaba comulgar con las ruedas de molino del covid, es el mismo término que se utiliza para criticar a quienes ponen en duda la teoría del calentamiento global antrópico.

¿Qué similitudes encontramos en ambas histerias colectivas? Al igual que con el covid, el fanatismo climático ha construido un Himalaya de falsedades con fines propagandísticos partiendo de algunas premisas reales, como el aumento de CO2 en la atmósfera y el ligero calentamiento global de 0,14°C por década desde 1979[11]. Los datos, sin embargo, desmontan sus eslóganes preferidos, de modo que la letanía catastrofista se ha convertido en una cansina reiteración de necedades: la población de osos polares está aumentando[12], el coral en la Gran Barrera australiana está en máximos de los últimos 35 años[13] y la superficie de bosques del planeta crece[14].

El hielo del Ártico, sujeto a enormes variaciones estacionales e influido por fenómenos poco comprendidos como las corrientes oceánicas, está revirtiendo su anterior tendencia y lleva varios años creciendo: 2021 marcó el segundo año con más hielo desde 2003[15]. Además, como flota y ocupa ya un volumen, su derretimiento no supondría un aumento del nivel del mar. Echen hielo a un vaso de agua, esperen a que se derrita y compruébenlo.

Dado que la Antártida contiene 1.250 veces más hielo que el Ártico, el hielo que debería preocuparnos es el antártico, pero la Antártida se ha enfriado ligeramente desde 1979, lo que quizá explique que esté estable o ganando hielo[16]. De hecho, en 2021 vivió los seis meses más fríos jamás registrados[17].

La tranquilizadora realidad es que el nivel de los océanos ha aumentado unos 120 metros desde la última glaciación y en el último siglo ha aumentado entre 1 y 3mm anuales[18], un ritmo despreciable y normal en una época interglaciar.

Asimismo, los huracanes están disminuyendo en número e intensidad al menos desde 1990[19], la superficie total quemada por incendios forestales a nivel global ha descendido un 25% en las últimas dos décadas[20] y “sigue sin haber evidencia a nivel global respecto al signo de la tendencia, magnitud y frecuencia de las inundaciones y de las sequías desde mediados del s. XX” (IPCC, AR5, WG I, capítulo 2.6, p. 214-217).

Cuando las generaciones venideras estudien las histerias colectivas del s. XXI se preguntarán cómo las sedicentes “élites” occidentales decidieron empobrecer a su población en nombre de una excéntrica teoría sustituyendo fuentes de energía baratas, eficientes y fiables por otras que son caras, ineficientes e intermitentes (alias “renovables”), que sólo funcionan en determinadas latitudes, cuando luce el sol o cuando sopla el viento. Alucinante.

El control a través del miedo

El contubernio político-mediático primero nos dice de qué debemos asustarnos. Luego busca un culpable: los no vacunados, los “irresponsables” jóvenes o los combustibles fósiles. Seguidamente, nos intimida mediante la presión de grupo y figuras de autoridad (los famosos “expertos”).

Se niega el debate, se censura cualquier información que no coincida con la mentira oficial y quienes osan mostrarse escépticos son tachados de “negacionistas”. Evidentemente, esto no es ciencia sino la antítesis de la ciencia, un dogma de obligada creencia que no está permitido discutir ni puede ser sometido al escrutinio de los datos.

Como es bien sabido, el método científico (o la inferencia de teorías a partir de hechos observados) tiene una parte inductiva, en la que de un número limitado de observaciones se intentan extraer leyes, reglas o principios generales que permiten hacer predicciones, y una parte deductiva en la que se aplica la teoría general y se observa si los datos reales validan la hipótesis.

Tanto con el covid como con el cambio climático el proceso de deducción ha fallado, por lo que si el proceso fuera científico dichas hipótesis habrían sido desechadas.

En el caso del covid, las intervenciones no farmacéuticas (confinamientos, mascarillas, etc.) no han funcionado: Suecia, que no hizo nada, ha tenido un exceso de mortalidad muy inferior a la mayoría de países que sí tomaron dichas medidas, España incluida[21], y en EEUU, estados que no tomaron medida coercitiva alguna (como Dakota del Sur) han tenido similar o menor mortalidad que otros estados que sí las adoptaron[22]. Por otro lado, las “vacunas” y terapias genéticas no sólo han resultado ineficaces para acabar con la epidemia, sino que han causado efectos secundarios adversos sin precedentes (no hay más que ver el “inexplicado” exceso de mortalidad[23]).

En el caso del cambio climático, los modelos de circulación general en cuyas proyecciones se basan las predicciones catastrofistas llevan 30 años fracasando en sus previsiones de un apocalipsis que nunca llega. Si se tratara de ciencia, un historial predictivo tan lamentable hace tiempo habría desautorizado la hipótesis de origen. En realidad, el hombre aún ignora en gran medida el porqué de las variaciones climáticas, de modo que “los modelos matemáticos simplifican una realidad tremendamente compleja, caótica, en aras a realizar proyecciones – a treinta, cincuenta, setenta años – que carecen de robustez[24]”.

Una realidad orwelliana

En su novela 1984, George Orwell describe una distopía totalitaria en la que un Estado todopoderoso y opresivo tiraniza a la población mediante una vigilancia masiva y una represión implacable.

Parte importante del sistema es el control del pensamiento mediante la perversión del lenguaje, de modo que el significado real de las palabras sea el opuesto al que le corresponde. Así, el Ministerio del Amor se ocupa de administrar los castigos y la tortura, el Ministerio de la Paz se encarga de lograr un estado de guerra perpetua (¿epidemia perpetua?), el Ministerio de la Abundancia está encargado de conseguir que la gente viva siempre al borde de la subsistencia mediante un duro racionamiento (¿de la electricidad?) y el Ministerio de la Verdad se dedica a engañar constantemente (¿a través de los medios?).

¿Estamos viviendo el comienzo de esta pesadilla distópica? A la superstición la llaman ciencia; a la censura, libertad; a la envidia y la codicia de los bienes ajenos, solidaridad; a la histeria, sensatez; a un totalitarismo creciente, democracia; a los que ofrecen datos, “negacionistas”, y a los que los niegan, “científicos”; a los que aplican razonamientos lógicos, “paranoicos de la conspiración”, pero los que repiten la consigna como papagayos, ciudadanos ejemplares.

Tanto la Cultura del Miedo como el declive de la razón, que difumina los contornos que separan la verdad de la mentira, son incompatibles con la libertad. Como nos advierte Hannah Arendt, filósofa judía alemana superviviente del nazismo, “el objeto ideal de la dominación totalitaria no eran el nazi o el comunista convencidos, sino las personas para quienes ya no existía la distinción entre el hecho y la ficción, entre lo verdadero y lo falso”.

Querido lector: yo quiero interpelarle directamente. Cuando llegue el nuevo totalitarismo encontrará dos grupos de personas. El primero, mayoritario, estará compuesto por personas aborregadas, supersticiosas, esclavizadas por el miedo y las adicciones y corrompidas por las promesas de los demagogos. Éstas recibirán a los nuevos tiranos entre vítores, pues los considerarán sus salvadores. El segundo grupo, minoritario, estará formado por los centinelas de la verdad y de la libertad, personas sobrias, libres, valientes y pensantes que le plantarán cara. Constituirán la última línea de defensa, y yo le pregunto: ¿a qué grupo se unirá usted?

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[1] Conferencia pronunciada en la II Escuela de Liderazgo y Vida Pública del CEU-CEFAS.
[2] N. Gómez Dávila, Escolios a un Texto Implícito, Ed. Atalanta.
[24] La difícil modelización sin una teoría más sólida del clima, J. J. Calaza, CLAVES núm. 268, ene 2020.


"Hay quienes pierden la mente por completo para ser alma: 
los locos.
Hay quienes pierden el alma por completo para ser mente: 
los intelectuales.
Y también hay quienes pierden ambos
para ser aceptados". 
Charles Bukowski


Están abriendo la Caja de Pandora, es decir, nosotros (EL PODER) cambiamos las leyes, cambiamos conceptos porque una vez que tú cambias el concepto, automáticamente tú estás haciendo un cambio completo en la Norma, que es lo que no terminan de entender. No se trata simplemente, de dejar que dos personas del mismo sexo se casen, no se trata simplemente, de decir, Bueno, vamos a cambiar los pronombres, sino que se trata un cambio completo: y es una ideología.

El problema es que ellos dicen y, ellos mantienen que no es una ideología, sin embargo, una ideología que busca modificar, buscan modelar y. busca condicionar. Así es, modificar, condicionar y modelar. Eso es lo que busca una ideología.


"La raíz de la libertad se encuentra en la razón.
No hay libertad sino en la verdad". 
Santo Tomás de Aquino

"LA VERDAD ES LA GARANTÍA DE LA LIBERTAD". 
BENITO XVI

"No tengáis miedo a la verdad, creed en Jesucristo, sentíos orgullosos de pertenecer a su Iglesia. Porque solo Él –Jesús– es el redentor del hombre. Solo Él es la verdad que garantiza vuestra libertad, vuestra prosperidad, vuestra dignidad, vuestros derechos, vuestro presente y vuestro futuro". San Juan Pablo II
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Fernando del Pino Calvo-Sotelo

Durante dos años hemos sido testigos del mayor y más exitoso experimento de control del comportamiento de la población de la Historia.