EL Rincón de Yanka: febrero 2009

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CALENDARIO CUARESMAL 2024

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sábado, 28 de febrero de 2009

POR TI VENEZUELA




viernes, 27 de febrero de 2009

¿Qué le dirías a alguien que ha venido al mundo en un momento como éste?




jueves, 26 de febrero de 2009

APOYO A EMILIO GUTIÉRREZ


EMI-THOR


TOD@S CONTRA ETA


¡BASTA YA!
Estamos cansados de tanta mierda terrorista y
neonazista etarra. De tanta COBARDÍA Y FASCISMO DEL PNV Y DE LA ECLESIÁSTICA VASCA Y DEL SOMETIMIENTO DEL PUEBLO.
La Historia los maldecirá.




“Es tan homicida el ojo que mira hacia otro lado
como el que apunta con la mirilla del fusil;
es tan culpable la mano que echa la persiana
para no enterarse de lo que ocurre afuera
como la que aprieta el gatillo”.
W. Szpilman.
.
“Quien acepta pasivamente el mal es tan responsable
como el que lo comete.
Quien ve el mal y no protesta, ayuda a hacer el mal”
Martin Luther King
.
.

Todos contra el terrorismo, porque la única forma de acabar con el es enfrentándose a el como lo hizo Emilio Gutiérrez en Lazkao, Guipúzcoa, España.

Haz clic aquí para ayudar a Emilio Gutierrez
http://justicierolazkao.blogspot.com/


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miércoles, 25 de febrero de 2009

CUARESMATE

La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Es tiempo de morir al hombre viejo y resucitar en el hombre
nuevo.

La Cuaresma empieza con el gesto de la ceniza. Pero acaba con el renovado fuego y con el agua de la Noche Pascual.



Ceniza al principio. Agua de Bautismo al final.
Ambos gestos tienen una unidad dinámica. La ceniza ensucia. El agua, limpia. La ceniza habla de destrucción y muerte. El agua es la fuente de la vida en la Vigilia
Pascual.
Esta relación se encontraba ya en el curioso rito de las cenizas de la vaca roja, totalmente consumida por el fuego, que servían en el AT para destacar el valor de las aguas lustrales en la que se purificaba simbólicamente toda impureza (Núm.19; tambien Heb 9.13 alude a estas cenizas).
.
Y tambien esta Noche de Pascua encendemos fuego. Fuego que es luz, renovación, vida resucitada. De la ceniza al fuego vivo. La Cuaresma empieza con ceniza y acaba con fuego y agua.
Del pesimismo en nuestra caducidad, la ceniza nos conduce a la visión pascual. Como la Cruz de Cristo, con toda su carga de muerte y fracaso, nos asegura la Pascua de la nueva vida.
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El lenguaje con que la Cuaresma nos quiere hacer "entrar en la Pascua" es muy variado: oraciones, cantos, lecturas bíblicas, ayuno, etc. Pero ciertamente uno de los signos más pedagógicos es esta "dramatización" de las cenizas que nos recuerda nuestra debilidad y nuestro pecado, para que dejemos a Dios actuar en nosotros, incorporarnos a la resurrección de su Hijo y lavarnos con el agua bautismal de la Pascua.
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Eso no es deprimente. Es sencillamente recordarnos que eso de vivir en este mundo y de ser cristiano es algo serio, que exige reciedumbre, y que supone una lucha contra el mal que hay en nosotros y alrededor de nosotros.
Es un rito antiguo. Pero no anticuado.


DECÁLOGO DE LA RESILENCIA


RESILENCIA




Salir ileso y aún sacar provecho de las malas situaciones.


La resilencia es una palabra que proviene de la física y significa «la capacidad de un material de recobrar su forma original después de haber estado sometido a altas presiones».
Analógicamente, en las ciencias humanas se utiliza ésta palabra para referirse a la facultad humana que permite a los hombres, a pesar de atravesar situaciones adversas, lograr salir no solamente a salvo, sino aún transformados por la experiencia. La capacidad de encontrarle algún sentido a la vida. Hay que fomentar la capacidad de averiguar y darle significado a lo espiritual, religioso o ideológico.


Analógicamente, en las ciencias humanas se utiliza ésta palabra para referirse a la facultad humana que permite a los hombres, a pesar de atravesar situaciones adversas, lograr salir no solamente a salvo, sino aún transformados por la experiencia.
10 consejos para desarrollar la resilencia (RESILIENCIA)

La resilencia es una capacidad que puede aprenderse. Desarrollar resilencia (resistencia), la capacidad para afrontar con éxito la adversidad, el trauma, la tragedia, las amenazas o incluso fuentes importantes de estrés, puede ayudar a manejar el estrés y los sentimientos de ansiedad e incertidumbre. Sin embargo, que los niños sean resilentes (resistentes) no significa que no experimentarán dificultades o angustia. El dolor emocional y la tristeza son comunes cuando tenemos un trauma de importancia o una pérdida personal, o incluso cuando nos enteramos de la pérdida o trauma de otra persona.

¿Cuáles son algunos consejos que pueden ayudarte a aprender a desarrollar la resilencia (resistencia)? A medida que uses estos consejos, ten en cuenta que cada persona recorrerá la senda hacia la resilencia (resistencia) de manera diferente, lo que funciona para ti puede no funcionar para tus amigos.

Reúnete
Habla con tus amigos e incluso con tus padres. Entiende que tus padres pueden tener más experiencia en la vida que tú, incluso si parece que nunca fueron jóvenes. Pueden temer por ti si estás atravesando momentos realmente difíciles y puede costarles más que a ti hablar sobre el tema. No temas expresar tu opinión, incluso si tus padres o amigos tienen un punto de vista opuesto. Formula preguntas y escucha las respuestas. Intégrate a tu comunidad, ya sea como parte de un grupo de la iglesia o de un grupo de colegio secundario.

Tómate un respiro
Cuando algo malo sucede en tu vida, el estrés de lo que estás atravesando puede agudizar las tensiones cotidianas. Tus emociones pueden de por sí estar alteradas debido a las hormonas y los cambios físicos. La incertidumbre durante una tragedia o trauma puede hacer que estos cambios parezcan más extremos. Prepárate para esto y sé menos exigente contigo y con tus amigos.

Crea una zona de tranquilidad
Haz de tu habitación o departamento una "zona de tranquilidad". Esto no significa que nadie pueda entrar sino que el hogar debe ser un refugio libre de estrés y ansiedad. Sin embargo, entiende que tus padres y hermanos pueden tener sus propias tensiones si algo grave acaba de suceder en tu vida y pueden desear compartir contigo más tiempo de lo habitual.

Sigue las rutinas que te has fijado
Pasar tiempo en las instalaciones del colegio secundario o la universidad significa tener más opciones; por lo tanto, deja que el hogar sea tu constante. En períodos de mucho estrés, planifica una rutina y cúmplela. Puedes estar haciendo toda clase de cosas nuevas, pero no olvides las rutinas que te hacen sentir bien, ya sea las cosas que haces antes de clase, salir a almorzar o sostener una conversación telefónica con un amigo por las noches.

Cuídate
Asegúrate de cuidarte física, mental y espiritualmente. También asegúrate de dormir. Si no lo haces, puedes estar más malhumorado y nervioso en un momento en que necesitas estar animado. Muchas cosas suceden a nuestro alrededor y te va resultar difícil enfrentarlas si estás muerto de sueño.

Toma el control
Incluso en medio de la tragedia, puedes avanzar hacia tus metas dando un paso pequeño a la vez. Durante un momento realmente difícil, es posible que nada más que levantarte e ir a la escuela sea todo lo que puedas hacer, pero aun lograr esto puede ayudar. Los malos momentos nos hacen sentir fuera de control, recupera parte de ese control tomando una acción decisiva.

Exprésate
La tragedia puede provocar una serie de emociones conflictivas, pero a veces, es simplemente muy difícil hablar con alguien sobre lo que sientes. Si hablar no funciona, haz algo más para captar tus emociones como comenzar a escribir un diario o recurrir al arte como medio de expresión.

Ayuda a otros
Nada libera más tu mente de los problemas que resolver los problemas de otros. Procura ofrecer tus servicios como voluntario en tu comunidad o en tu escuela, limpia la casa o departamento o ayuda a un amigo con sus tareas.

Pon las cosas en perspectiva
Lo mismo que a ti te estresa puede ser de lo que todos están hablando ahora; pero a la larga, las cosas cambian y los malos momentos terminan. Si te preocupa pensar si estás preparado para superarlo, recuerda un momento en el que hayas enfrentado tus temores, ya sea cuando invitaste a salir a alguien o solicitaste un empleo. Aprende algunas técnicas de relajación, ya sea pensar en una canción en especial durante los momentos de estrés o respirar profundamente para calmarte. Piensa en las cosas importantes que han seguido igual, aun cuando el mundo externo está cambiando. Cuando hables sobre malos momentos, asegúrate de hablar también de los buenos momentos.

Desconéctate
Deseas estar informado, incluso puedes tener tareas que requieran que veas las noticias. No obstante, las noticias algunas veces con su enfoque en el aspecto sensacionalista, pueden añadir la sensación de que nada va bien. Intenta limitar la cantidad de noticias que ves, ya sea en televisión, diarios o revistas, o Internet. Ver un reportaje noticioso una vez te informa; pero verlo repetidamente sólo genera más estrés y no aporta ningún otro conocimiento.

Puedes aprender la resilencia (resistencia). Sin embargo, el solo hecho de aprenderla no significa que no te sentirás estresado ni ansioso. Puede haber momentos en los que no estés feliz, y eso está bien. La resilencia (resistencia) es un camino y cada persona se tomará su propio tiempo para recorrerlo. Puedes beneficiarte con algunos de los consejos anteriores para desarrollar la resilencia (resistencia), mientras que algunos de tus amigos pueden beneficiarse con otros.

La resilencia (resistencia/templanza) que aprendes durante muy malos momentos te será útil incluso una vez que éstos hayan terminado y es bueno contar con esta capacidad en todo momento. La resilencia (resistencia) puede ayudarte a ser una de esas personas que salen a flote o tienen capacidad de recuperacción.

Documento de apahelpcenter.org puede ser reproducido íntegramente siempre y cuando se acredite que proviene de la Asociación Americana de Psicología.



martes, 24 de febrero de 2009

LA ESPIRITUALIDAD GARANTIZA LA FELICIDAD DE LOS NIÑOS

La religiosidad y el dinero, en cambio, no los hacen más felices


La espiritualidad ayuda a que los niños sean más felices, señalan los resultados de un estudio realizado con más de 760 niños de colegios religiosos y públicos. La razón: la espiritualidad, considerada como un sistema interno de creencias, produce el sentimiento de vivir con un sentido, estimula la esperanza, refuerza las normas sociales positivas, y proporciona una red social de apoyo, todos ellos elementos que mejoran el bienestar personal. Estos resultados hacen pensar en la necesidad de estrategias destinadas a proporcionar a los niños una educación espiritual, a inculcarles actitudes hacia los demás como la amabilidad o el altruismo. Porque, en definitiva, la gente feliz es más tolerante, creativa y productiva, según los científicos.

La espiritualidad determina el grado de felicidad de los niños, señala un estudio realizado por los científicos Mark Holder, Ben Coleman y Judi Wallace, de la Universidad de Columbia, en Canadá, y cuyos resultados han aparecido publicados en la revista especializada Journal of Happiness Studies.

Los mismos resultados apuntaron, sin embargo, a que las prácticas religiosas (como ir a la iglesia, rezar o meditar) no influyen en el nivel de felicidad infantil. Una explicación posible para esta ausencia de relación podría ser que los padres, y no los niños, son los que determinan la frecuencia de estos hábitos, explican los investigadores.

La espiritualidad podría describirse como el hecho de tener un sistema interior de creencias, mientras que la religiosidad es una actividad más organizada y externa, que puede estar basada en una iglesia, un libro, unas prácticas o rituales, etc.

Aspectos personal y comunitario

La investigación fue llevada a cabo en cuatro colegios públicos y dos privados (religiosos), con un total de 761 niños. A todos ellos se les sometió a seis cuestionarios distintos con los que se midieron los niveles de felicidad, espiritualidad y religiosidad de los pequeños, así como su temperamento natural.

Los padres de los niños también participaron en las encuestas, informando sobre el grado de felicidad y el tipo de temperamento de sus hijos.

Aunque ya se habían realizado investigaciones acerca de la relación entre felicidad y espiritualidad y religiosidad en adultos y adolescentes, esta misma relación no había sido nunca bien estudiada en niños.

Según explican los científicos en su artículo original, los participantes seleccionados para las pruebas tenían entre ocho y 12 años, porque es en estas edades cuando los niños son capaces ya de identificar y emplear sus emociones.

El análisis de los datos de los cuestionarios reveló que los niños que afirmaban ser más espirituales eran más felices.

En concreto, el aspecto personal (por ejemplo, el valorar la propia vida o sentir que ésta tiene sentido) y el aspecto comunitario (la calidad y profundidad de las relaciones interpersonales) de la espiritualidad de los niños fueron potentes pronosticadores de la felicidad de éstos.

Altruismo y amabilidad

La espiritualidad explicó de hecho el 27% de las diferencias en los niveles de felicidad de los niños.

Por otro lado, el temperamento de los pequeños también fue un importante pronosticador de su felicidad. En particular, los niños más felices resultaron ser los más sociables y los menos tímidos.

Pero, incluso sin tener en consideración el temperamento a la hora de medir el grado de felicidad de los participantes, la relación entre espiritualidad y felicidad siguió siendo importante.

Según los autores, la investigación apunta a que el incremento del sentido personal podría ser un factor clave en la relación entre espiritualidad y felicidad en los niños.

Por eso, cualquier estrategia en esta dirección, como ayudarles a expresar amabilidad hacia otros, a ser altruistas o a practicar el voluntariado, les hará sentirse más felices.

El dinero no da la felicidad

Estos resultados coinciden con los de estudios similares realizados a adultos y adolescentes. Diversas investigaciones han demostrado que existe una relación positiva similar entre la espiritualidad o la religiosidad y la satisfacción vital, la felicidad o el bienestar.

Según explica Holder en un artículo publicado anteriormente por la Universidad de Columbia, factores como el dinero contribuyen poco a la felicidad de los niños.

De hecho, señala el investigador, el dinero sólo explicaría el 1% de los sentimientos de felicidad de los pequeños, tanto si éstos estudian en colegios públicos como si lo hacen en colegios privados.


Es la espiritualidad, en cambio, la que produce el
sentimiento de vivir con un sentido, estimula la esperanza, refuerza las normas
sociales positivas, y proporciona una red social de apoyo, todos ellos elementos
que mejoran el bienestar personal.


Aún quedan muchas cuestiones por explorar a este respecto, como la de cómo potenciar la felicidad de los niños aplicando esta nueva comprensión de lo que contribuye a que sean felices, pero los investigadores esperan que algún día haya actividades escolares que vayan en esta dirección. En definitiva, la gente feliz es más tolerante, creativa y productiva.

lunes, 23 de febrero de 2009

El filósofo ateo de Gustavo Bueno defiende la presencia del crucifijo


El filósofo ateo Gustavo Bueno, ha afirmado en declaraciones a Popular TV que “es absurdo retirar los crucifijos de los sitios publicos y escuelas de España y tal y como se lo propone el partido del presidente Zapatero.

El crucifijo es un símbolo histórico, teológico y artístico que forma parte de nuestra cultura. Quitar el crucifijo es quitarse el vestido. Los que lo defienden son unos indoctos. El que haya leído no a Santo Tomás sino a Hegel, sabe que el crucifijo no se puede quitar”.

El líder de la escuela del materialismo filosófico sostiene también que “la Iglesia Católica es la que ha salvado la razón en la historia de Europa. Frente al Islam, que en realidad es una herejía del cristianismo, una herejía arriana, y frente al gnosticismo, la Iglesia mantuvo los criterios de la filosofía griega que incorporó a la teología dogmática”. Bueno además ha asegurado que se han invertido los términos:
“La gente dice que no cree en la Iglesia pero que sí cree en Dios. Cuando en realidad es al revés. Creer en Dios es algo metafísico, la Iglesia es algo histórico. Hay que estar en la realidad y saber lo que ha significado la Iglesia en la historia”.

«Es el Dios de los cristianos quien ha salvado a la razón humana a lo largo de la historia de Occidente». 



«El que no se interesa por la religión es alguien ciego, porque la religión es un fenómeno histórico y cultural absolutamente fundamental en la historia de la Humanidad, como la música o el arte», critico lo que califico como «posiciones de progresismo cutural» que consideran la religión como la causante del atraso de Europa y, más concretamente, España. «Esta idea es un bulo», hay que recordar los avances científicos propiciados por religiosos, empezando por Copérnico. «Por eso, estudiar la religión tiene que interesar a todo el mundo».

Gustavo Bueno de su libro «¡Dios salve la Razón!»


 




La cultura se manifiesta en el arte y en la religión 
El ateísmo estético - Antonio García-Trevijano

VER+:

MANIFIESTO CONTRA LA MUERTE DEL ESPÍRITU Y DE LA TIERRA


domingo, 22 de febrero de 2009

IMAGINACIÓN MISIONERA Y EVANGELIZADORA


"Llegarón cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo (en la casa de Jesús), por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico. Viendo la fe que tenían, le dijo al paralítico:
- Hijo..." Mc 2, 1-12
...................................................
Nosotros como Iglesia, debemos ser más creativos y más imaginativos para llevar la misión auténtica y verdadera que nos han mandado:
Llevar la Buena Nueva de Liberación Salvadora a tod@s .Y ser menos herméticos y rigoristas. Y no ser como los escribas, que estamos allí dentro, sentados, obstaculizando a otros a estar con Jesús.
.
Que La Iglesia sea como la casa de Jesús en Canfarnaún:
.
"Danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana, inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo y desamparado, ayúdanos a mostrarnos disponibles ante quien se siente explotado y deprimido.

Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando". (Plegaria eucarística)


sábado, 21 de febrero de 2009

RAZONES PARA VIVIR


Razones Pa'Vivir 
Jesús Adrián Romero

Me has dado tanto que no sé 
 cómo expresar mi gratitud 
 por lo que has hecho 
Tú por mí  Me diste amor 
me diste paz 
 tomaste de Tu plenitud 
 para llenarme de Tu luz 
 Mi corazón se ha acostumbrado 
así a vivir rodeado de tu bendición 
en mi existir 

 CORO: 
Tengo razones pa' vivir 
 tengo canciones pa' escribir 
 tengo una voz y un corazón 
 Tengo un camino pa' seguir 
 tengo un amor pa' compartir 
 tengo una voz y un corazón 
 Me has inundado de Tu amor 
 de Tu ternura y comprensión 
 de Tu cuidado y Tu calor 
 Cada mañana puedo ver 
 cuando respiro y miro el sol 
 que permaneces siempre fiel 
 Mi corazón se ha acostumbrado 
así a vivir rodeado de tu bendición 
en mi existir 

 CORO: 
Tengo razones pa' vivir 
 tengo canciones pa' escribir 
 tengo una voz y un corazón 
 Tengo un camino pa' seguir 
 tengo un amor pa' compartir 
 tengo una voz y un corazón

REGALOS DE DIOS ( GRACIAS POR TU GRATUIDAD)

viernes, 20 de febrero de 2009

ECHA TUS REDES

ECHA TUS REDES
No, no ha sido fácil estar donde estás
Después de tantos intentos dirás, no vale la pena seguir...
Ya te sabe amargo el vivir.
Sé que perdiste la tranquilidad, y tienes miedo de lo que vendrá.
Te tragas todo tu dolor y en silencio lloras cada noche más
Dios me dijo, que el fracaso no es tu apellido
Da un paso al frente que no es tu final
Es tu oportunidad para un milagro.

Echa tus redes que vas a encontrar.
Un gran tesoro escondido en el mar
Echa tus redes, que Él está aquí.
Echa tus redes solo hay que confiar
Lo que has perdido lo vas a encontrar
Echa tus redes, que Él está aquí.

Vez no es tan difícil si puedes creer
Y nunca es tarde para comenzar
Te digo que Cristo es real
Él me dijo puedes descansar
Que mi vida, entregué para que tengas Vida
Todas las cosas son nuevas en mí
No tengas miedo, Mi Nombre te di
Echa tus redes que vas a encontrar


A mi me costó como a ti, por hacer mi voluntad pero hoy
prefiero Su Voluntad, en Su Palabra yo voy a confiar.

Echa tus redes que vas a encontrar



martes, 17 de febrero de 2009

ENTRE LA HIPOCRESÍA Y EL PURITANISMO


1 de agosto de 2014


Revelan que el planeta está entrando en un periodo de Enfriamiento Global

Un verano frío ártico ha llevado a un aumento récord de la capa de hielo, lo que lleva a los expertos predecir un período de enfriamiento global.
El frío ártico de verano ha dejado cerca de un millón más de kilómetros cuadrados de océano cubierto de hielo que en el mismo período del año pasado – un aumento del 60%.

Algunos eminentes científicos creen ahora que el mundo se encamina hacia un período de enfriamiento que no terminará hasta mediados de este siglo – un proceso que expondría los pronósticos informáticos del calentamiento catastrófico inminente como peligrosamente engañoso.
Hay evidencia de que los niveles de hielo del Ártico son cíclicos. Los datos descubiertos por los historiadores del clima muestran que hubo un deshielo masivo en las décadas de 1920 y 1930, seguido de un intenso re congelamiento que termino sólo en 1979.
Las instituciones primero, marcando la pauta, y después las gentes siguiendo el ejemplo, se esfuerzan todos en exhibir una impudorosa exposición de fingimientos filantrópicos que deja como un neófito al famoso Tartufo de Moliere.

Se trata del rasgo mas común que retrata una época en la que los ciudadanos hacen gala ante los demás de su infinita bondad, solidaridad, conciencia medioambiental, preocupación por el Tercer Mundo y fanática defensa de toda especie animal, especialmente gatitos y perritos, elevados a la categoría humana. En general, el artificio se reduce a un derrame de grandes palabras y términos altisonantes cuyo objetivo esencial acaba siendo la denuncia de los que no están en este exquisito club de las simulaciones.

Escudados en la defensa del nuevo orden puritano se imponen un sinfín de normativas, que bajo el pretexto del bien común, rozan a menudo los límites de las libertades esenciales del ciudadano. Invariablemente van apareciendo cruzadas contra fumadores, bebedores, taurófilos, cazadores, contaminadores, machistas, mentes conservadoras o simples aficionados a la incorrección política. Es obvio que a medida que la mediocridad invade el poder político, más normativas son necesarias para suplir la falta de criterio de cualquier dirigente. El resultado puede ser, en breve plazo, una nueva forma con tintes autoritarios encubierta en la aquiescencia general y el sufragio universal.

No parecen existir antecedentes históricos de una epidemia
generalizada con tal grado de impostura e hipocresía
como la que venimos sufriendo en las sociedades occidentales.


Los temas medioambientales figuran hoy en lugar destacado entre las exhibiciones de magnanimidad con las que los gobiernos tratan de justificarse ante un electorado tan exquisitamente predispuesto con las abstracciones sentimentales. En este ámbito virtual, se legislan medidas destinadas a inculpar al ciudadano del progresivo deterioro del planeta. Obviamente, tales medidas tienen buen cuidado que no perjudiquen un ápice al consumo general, al cual, paradójicamente, se le hace responsable del deterioro. Sin embargo, la realidad demuestra que todas las medidas emprendidas sobre el tema tienden a convertirse en un nuevo negocio con patente de corso ecológica.


Que llega el apocalipsis
La situación resulta extravagante. Desde los gobiernos se promueve una información alarmista destinada a las masas, en la cual fluyen las amenazas sobre el cambio climático y la subida de los océanos, pero en el fondo todo se reduce a un acto de fe en los políticos. Si aparece alguna referencia a los científicos, se tiene buen cuidado de citar solo aquellos que abonan sus argumentos y cuyas tesis permitan seguir promoviendo el filón medioambiental. De momento, con una actuación semejante, es difícil creer nada grave en relación a este tema y el número de escépticos se mantiene aun en una proporción razonable.


No obstante, el Apocalipsis pronosticado corre el riesgo de convertirse en una nueva inducción religiosa destinada a la masa de tartufos que andan siempre persiguiendo asuntos para la exhibición, y precisamente, en este sentido es donde hay razones para la inquietud. La coartada de la salvación del planeta puede resultar una causa perfecta para que fanáticos y sectarios compulsivos puedan encontrar motivos urgentes que justifiquen una nueva doctrina ordenancista de carácter indiscutible.


Ya sabemos que en el mundo desarrollado son muchos los ciudadanos que actualmente abandonan las creencias tradicionales para poner la misma fe al servicio de estrafalarias religiones laicas. He conocido algunas gentes involucradas en estas místicas y siempre me ha parecido un personal de alto riesgo, como por ejemplo, es el caso de los antitaurinos. Se da la paradoja de que estos individuos e individuas desprenden una violencia insólita en contradicción total con los argumentos pacifistas que pregonan. Si esta voluntad fundamentalista la trasladamos a la trama medioambiental con el objetivo de salvar el planeta, cabe pensar que la sustancia del asunto se convierte todavía en algo más peligroso, porque el tema esgrime razones superiores al ser humano. ¿Quién se opondrá a la salvación del planeta?


Mi impresión personal es que no deberíamos permitir que los gobiernos se vayan recreando tan frívolamente sobre estas cuestiones, pues se corre el riesgo de que la amenaza no sea tanto el deshielo y la subida del mar, como una ola de fanatismo e intolerancia que encuentre de nuevo una imagen con apariencia altruista para imponer nuevas formas de represión a las libertades individuales. Como de costumbre, con la inmaculada excusa del bien común. No recuerdo ningún sistema totalitario que haya esgrimido otras razones.

Albert Boadella

El calentamiento global no es ciencia, 
es ideología

En las últimas décadas venimos siendo bombardeando mediáticamente con mensajes apocalípticos sobre las devastadoras consecuencias del calentamiento global, culpabilizando a la humanidad por el supuesto incremento de las temperaturas y el riesgo que eso puede tener para el ecosistema y la vida animal y vegetal. Hay quienes incluso nos califican a los humanos como una amenaza, como una especie invasora, una plaga de langostas que destruye todo a su paso cual marabunta que es preciso exterminar para preservar el equilibrio ecológico de la “Madre Tierra”.

El motivo de la alarma es que desde hace unas décadas, concretamente desde 1970, la temperatura del planeta parece que ha aumentado unas décimas. Un hecho que según los calentólogos nos tiene que hacer recapacitar. Que en 40 años la Tierra haya sufrido una variación tan drástica de la temperatura –unas cuantas décimas- es para algunos un hecho muy preocupante, que no debiera dejarnos dormir.

Pero pongamos las cosas en perspectiva. Nuestro planeta se formó hace unos 4.550 millones de años. A lo largo de esos 4.550 millones de años la Tierra ha sufrido 7 Eras Glaciares de entre 1.500 millones de años a unos 65 millones de años de duración cada una de ellas y ha habido 4 épocas de frío extremo durante las cuales el planeta estuvo totalmente cubierto de hielo, en lo que vienen siendo conocidas como “Tierra Blanca”. Durante la Era Cenozoica –que es en la que nos encontramos y que dio comienzo hace 65 millones de años- se repite la misma pauta de alternancia de épocas frías o glaciales y cálidas que ya se dieron en el pasado y hace 2 millones de años empezó la Época del Cuaternario, en la que aun estamos inmersos. El homo sapiens apareció hace unos 200.000 años y sabemos por vestigios humanos documentados que el clima en los últimos 5.000 años ha variado mucho: desde el otrora boscoso Sahara poblado de hipopótamos a la verde Groenlandia y pasando por la Pequeña Edad de Hielo padecida entre los siglos XV y XIX.

Es decir, la vida del planeta es una sucesión de cambios de temperatura constante que se prolongan durante millones de años y en ocasiones con alteraciones bruscas y breves. Pretender evaluar la climatología del planeta sobre la escala temporal humana o incluso de un par de décadas –que es en lo que estamos- no es sólo una boludez, es una irresponsabilidad. Es como si quisiéramos medir la distancia entre galaxias utilizando la unidad de medida de los milímetros en vez de la de los años luz. O como si una mosca –cuya vida oscila entre los 15 y los 30 días- se dedicara también a preocuparse por el cambio climático que se produce entre las 7 y las 9 de la mañana de un mismo día. La escala climatológica de la Tierra no puede trasladarse a referencias temporales de escala humana. No puedes sacar conclusiones sobre la base del cambio de temperatura producido en 40 años respecto de algo que tiene 4.550 millones de años y que los geólogos miden en eras de entre 1.500 y 65 millones de años y éstas a su vez en épocas de 2,4 millones de años, glaciaciones de 125.000 años e interglaciaciones de 10.000, sencillamente es una estupidez mayúscula y un fraude de desastrosas consecuencias para millones de personas que ven cómo las absurdas, inútiles y carísimas medidas para luchar contra el supuesto “cambio climático” están lastrando la recuperación económica y destruyendo empleo.

Se estima que el coste para el contribuyente español del cumplimiento de los Acuerdos de Kioto para el periodo 2008-2012 fue de 3.000 millones de euros –sólo los directos por la compra de derechos emisión de CO2- y los compromisos adquiridos para nuevo tratado, el de París, se calcula que nos costarán unos 385.000 millones de euros de aquí a 2050, 10.000 millones al año, más de lo que el Estado van a invertir en 2017 en infraestructuras a través de los Ministerios de Fomento, Agricultura y Energía (unos 7.000 millones). Y todo eso no se sabe muy bien para qué, como mucho para reducir -según unos modelos teóricos simulados por ordenador bajo unas premisas arbitrarias e interesadas- un par de décimas o tres la temperatura media del planeta dentro de 33 años.

Las variaciones climatológicas, los altibajos en las temperaturas producidas en unas cuantas décadas a escala geológica es como pretender valorar las variaciones que pueden producirse en una fracción de segundo. Lo que está claro es que el calentamiento global es un gran negocio para muchos y un muy mal negocio para el ciudadano y los contribuyentes. Y es que, al fin y al cabo, el calentamiento global no es ciencia, es ideología.

La gran estafa del calentamiento global documental doblado 
versión completa, no censurada

.


lunes, 16 de febrero de 2009

MALOS PADRES

QUIERO VOLVER A SER FELIZ

El Árbol Generoso

TÚ ERES MI DIOS AÚN CON MI CRUZ

Si Tu Fuego Ilumina mi alma, y mi punto final eres Tú,
que me importa perder una batalla,
si al final del camino con mi cruz eres mi Dios.

domingo, 15 de febrero de 2009

QUIERO SER AGUA FRESCA




sábado, 14 de febrero de 2009

DÍA DE LA AMISTAD





viernes, 13 de febrero de 2009

EL DÍA QUE "LA CORUÑA" DESAPARECIÓ

El gallego es tan español 
como el español 

El 3 de junio de 1997 tuvo lugar en el Parlamento español una sesión que merece no quedar en el olvido. Se reunían los padres de la patria con el fin de discutir una propuesta de ley del Parlamento gallego para modificar oficialmente el nombre de dos provincias españolas, La Coruña y Orense, que pasarían a partir del momento en que fuera tramitada la ley a ser denominadas A Coruña y Ourense. No se trataba de la última ocurrencia del cantonalismo periférico, sino que era una solicitud unánime del Parlamento gallego, que fue aprobada también casi unánimemente por su homónimo español (306 votos a favor y una abstención).

Era un día de triunfo para el nacionalismo gallego. Eran ellos quienes habían sacado adelante la moción, tanto en el parlamento de Santiago como en el de Madrid, en un tedioso proceso que les había llevado años. Toparon no con una oposición abierta de los partidos nacionales, pero sí con una palpable desgana. Sin embargo, PP y PSOE estaban atrapados en sus propias contradicciones, pues en 1993 se había aceptado una propuesta idéntica por parte de la minoría catalana. Gerona y Lérida desaparecieron de mapas y matrículas para convertirse en Girona y Lleida. En 1997, en la primera legislatura de Aznar, un débil gobierno central se sintió forzado a aceptar el cambio de denominación.

Y así el tercer día de junio de 1997 los representantes de la soberanía nacional se sentaron a votar en favor de la prohibición del uso oficial de dos palabras españolas. Pues de eso se trataba, por más que se edulcorara el hecho con frases rotundas sobre el reconocimiento del gallego. La nueva ley, al reconocer la oficialidad única de A Coruña y Ourense, rechazaba implícitamente la cooficialidad de las formas castellanas. Éstas, tras largos siglos en uso, dejaban aquel día de existir en la lengua oficial.

El acto golpeaba de paso a las provincias, bastiones del centralismo. Los racionalizadores del XIX habían cuarteado así el territorio español con el objeto de dominarlo mejor desde el centro. Al darles el nombre, los decimonónicos, siempre tan prosaicos, escogieron el de la ciudad capital en la lengua común, el español. En el caso de La Coruña (el más polémico), la forma normativa convivía, y convive, con otras expresiones que varían en función del dialecto, del contexto y de la lengua: A Coruña/Coruña/Curuña/Curuña (la u apenas pronunciada)/Cruña. Ya en el siglo XX, cuando a los galleguistas les dio por normativizar las hablas rurales y marineras de Galicia, escogieron A Coruña como forma standard de su neolingua. Con esta elección, demostraban otra vez su preferencia por la pronunciación castellanizada del idioma, así como su aversión instintiva y profunda por los rasgos más populares y extendidos de las hablas gallegas, como la oscuridad de sus vocales, el seseo y la gheada (j por g).

La división territorial en provincias, a pesar de su centralismo (o gracias a él) se ha mostrado durante siglo y medio como estable y pragmática, un gran avance sobre el arcaicismo del Antiguo Régimen. En la España autonómica de hoy las provincias han quedado, sin embargo, obsoletas. Aun así, los parlamentarios gallegos se acercaron a Madrid no a solicitar su desaparición, sino... a que les cambiaran el nombre. Tal es el alcance de la voluntad reformista de las nuevas clases políticas de la periferia.
Los separatistas como maestros de ceremonia
Aquel día de junio en el Congreso, pareció a todos bueno y justo que fuera el Bloque Nacionalista Galego (BNG) quien abriera la sesión. Su responsable de cultura, Pilar García Negro, venía desde Santiago a exigir "en nombre del pueblo gallego" la restitución de sus palabras mancilladas. No se molestó en dar muchas razones: los nombres de A Coruña y Ourense eran los únicos que le parecían admisibles, estaban documentados desde antiguo, en los tiempos en que "el gallego era lengua oficial", hasta que en 1833 llegó el triunfo de los liberales y ocurrió la tragedia:

Señoras y señores Diputados, don Javier de Burgos, Ministro de Fomento, en 1833 procedió a la invención de las provincias como categorías administrativas. Han pasado 164 años desde entonces, desde que se inventó (sic) La Coruña y Orense como nombres de las provincias.

Su compañero en Madrid, el diputado Francisco Rodríguez Sánchez, aprovechó la ocasión para recordar las muchas injurias recibidas por su pueblo, injurias que era difícil olvidar (ya está él para recordarlas). Pero al fin el estado español aceptaba la versión "democrática" del nombre de dos de sus provincias.

No hicieron falta más argumentos. Saben bien los nacionalistas que el pueblo necesita de mitos sobre los que fundamentar la "construcción nacional", por lo que han abrazado con alegría la pretensión posmoderna de que cualquier historia no es más que una selección arbitraria de hechos que el poder utiliza para legitimarse. Y si les dejan mentir en los libros de texto, ¿qué no podrán decir en la tribuna de oradores?

No todos coincidieron con García Negro en culpar a Javier de Burgos de la falsificación de los nombres gallegos. Los socialistas responsabilizaron a Franco, los nacionalistas vascos y catalanes al secular centralismo hispánico. En lo que casi todos estuvieron de acuerdo era en aquel día se recuperaba el nombre originario y genuino de dos provincias norteñas. No hizo mella en ellos que el diputado González del PP, quien fue el único que intentó razonar las nuevas formas oficiales, les explicara que los nebulosos orígenes de esos nombres se hallaban en el céltico Clunia (que quiere decir cerro) para Coruña y el latín Auriensis (Portus auriensis, es decir del oro, porque de allí partía el camino a las minas del Miño) para Orense. Tampoco hubieran cambiado su opinión si alguien les hubiera mostrado centenares de ejemplos de la aparición de las formas La Coruña y Orense en textos españoles desde la Edad Media. Los congresistas estaban decididos a dar por cierto que los constructores de la Torre de Hércules ya decían A Coruña.

Se comprende así por qué las curiosas historias del nacionalismo han sido integradas en el discurso oficial de la política española. Los nacionalistas llevan tantos años dedicados a diseminar burda propaganda, con ese fervor que da el tener una sola idea y estar seguro de ella, que no sólo se la han creído, sino que sus oponentes ya no se molestan en refutarla. Muchos, incluso, la dan por cierta.

El complejo de culpa

Pero no son los nacionalistas los personajes más interesantes de aquel día. Tenemos cumplidas noticias de su espíritu hispanófobo y de su deshonestidad intelectual. Son los representantes de electores que se consideran españoles los que merecen mayor atención. Son el PP y el PSOE los que aportaron los votos necesarios para que la propuesta de ley fuera aceptada. Y la aceptaron, parece ser, con gusto pues parlamentarios suyos, tanto de Santiago como de Madrid (escogidos estos últimos entre los gallegos), la jalearon con entusiasmo y se apresuraron a defenderla.

El PP, por medio de la parlamentaria gallega María Jesús Sainz, se sirvió, a diferencia del BNG, de la constitución y el estatuto para justificar el cambio de nombre. La Sra. Sainz alabó la dignidad del gallego y su vinculación eterna con la Tierra, lo que obligaba a la Xunta a protegerla y recuperarla. Tampoco olvidó de mencionar con orgullo la pluralidad lingüística de España (Galicia, según se intuye, es monolingüe).

El complejo de culpa de la derecha española le ha llevado a aceptar muchos desvaríos. Pero los motivos de fondo de su sector gallego son quizás más tangibles. Las tentaciones que para el poder tiene una lengua autóctona son casi irresistibles: legitima su autonomía política, facilita la integración y cohesión del territorio, favorece una política educativa diferenciada, justifica una televisión y una radio públicas, sirve de excusa para insuflar tal cantidad de fondos en la cultura y en los medios de comunicación que los nuevos jerarcas pueden controlar lo que se dice en ellos. Añádase a esto una mezquina idea del futuro de Galicia, et habemus linguam.

También asomó en el discurso de Maria Jesús Sainz una querencia tradicional del conservadurismo gallego: Su instintiva simpatía hacia el gallego primigenio, ese labrego analfabeto, portavoz de una lengua intacta (Omisión de "e incomprensible más allá de su valle"), sobre cuyos hombros tan fácil le ha sido siempre a la derecha conservadora asentar su poder. Asomó en forma de filfa romántica, chorradilla inane que anduvo un día en boca del padre da patria galega.

Yo quiero recordar, señorías, aquella frase maravillosa de Castelao, precisamente pronunciada en las Cortes Generales, cuando se debatía el artículo 4 de la Constitución de 1931, que decía: El idioma es una fuente de arte, es el vehículo del alma original de un pueblo, y sobre todo es en sí una gran obra de arte que nadie debe destruir.

Entonemos un lamento por la derecha gallega, que eleva a Castelao al indisputado rango de Padre Fundador de la Patria. ¡Qué extravío el suyo¡ Y esas frases de Castelao, tan antiguas y anticuadas que parecen dichas por un estudiantillo romántico en unos juegos florales, tomárselas en serio, hacer política con ellas... Insisto: ¡qué extravío el de la derecha gallega, construyendo en leyes y aulas las armas de quienes la quieren destruir¡

Pasemos de la derecha conservadora al socialismo progresista. Es difícil ser socialista en la era del individualismo. Es difícil ser progresista cuando nadie cree en el progreso. Quizá por eso buscan denodados savia nueva que revitalice sus discursos, y cuando no pueden salir del paso con la solidaridad y la tolerancia, se sirven de conceptos tan vagos y dudosos como pueblo, raíces, diálogo cultural. No es raro que los socialistas tiendan a parecerse a los nacionalistas, aunque sin el integrismo de los verdaderos creyentes. Y quizá por esa dificultad para articular propuestas de futuro, María Xosé Porteiro, enviada desde Santiago por el PSdG-PSOE, no tuvo más argumento que iniciar su discurso arrojando las culpas sobre (¿se lo imaginan?) un generalísimo ferrolano, gallego renegado como nunca hubo otro.

Señoras y señores diputados, con esta proposición que hoy traemos las diputadas y diputados gallegos a esta Cámara, venimos a corregir una actuación que es parte de las trágicas consecuencias de la Guerra civil, cuando Galicia vio cómo se arrasaban y alteraban (¿puede algo ser arrasado y alterado al mismo tiempo?) los nombres de sus lugares, de sus aldeas, de sus villas y de sus ciudades.

La historia oficial procura que se olvide que el reducido número de protonacionalistas tenía en general unas fuertes inclinaciones reaccionarias, y que, en los turbulentos tiempos de la República, la mayoría de ellos fue más fiel a su señoritismo que a su nacionalismo. El mismo fundador del Partido Galeguista, Vicente Risco, acabó por traicionar su causa y escribió sonetos en loa de Franco. Por supuesto, es iluso buscar este dato en libros de texto o en discursos públicos.

Pocos argumentos serios, en verdad, se escucharon aquel día. Los más de los oradores no pasaron de frases retóricas y sonoras palabras. Baste un fragmento del diputado socialista por Lugo, José Blanco López (sí, Pepiño en sus tiempos de meritorio):

"recuperamos parte de nuestra historia en un acto de afirmación de libertad, de convivencia, de reafirmación cultural"

Recupera la historia borrando de un plumazo siglos de ella; afirma la libertad inmiscuyéndose en lo que la gente libremente habla y escribe, menciona la convivencia en un acto que rechaza la doble oficialidad de las formas gallegas y castellanas, considera reafirmación cultural a una medida que deslegitima formas culturalmente establecidas durante siglos. Los socialistas, ya les decíamos, andan un tanto despistados.

Al margen de los ciudadanos

No descubrimos nada nuevo al comentar que la nueva ley nacía con una abierta resistencia civil. En el mismo Congreso, el político que con más legitimidad podía hablar en nombre de La Coruña, su alcalde Francisco Vázquez, la rechazó abiertamente y se negó a apoyarla. Alguna noticia tendrían de ello los congresistas, pues emplearon muchas veces expresiones del tipo "Galicia solicita", "los gallegos agradecemos", "en nombre de Galicia", pero ninguno solicitó nada "en nombre de los coruñeses". Hubiera sido demasiado chirriante.

Aquel día de junio, el diputado Rodríguez del BNG, previendo la polvareda que iba a levantar en la misma Galicia la propuesta de ley, mencionó de soslayo a los disconformes:

el orgullo que sentimos de contar con la presencia aquí de los representantes del Parlamento de Galicia que con tanta razón como entusiasmo defendieron lo que en la Galicia que no reniega de sí, la inmensa mayoría quiere.

Es fea palabra la de renegado, pero no sorprende. Nunca han ocultado los nacionalistas, por muy democráticos que se digan, su vocación de expender carnés de identidad sujetos a la fidelidad étnico-lingüística de los súbditos. No se conforman con tus impuestos, quieren tu alma.

Los ciudadanos españoles y los gallegos renegados que discreparon con la medida no han permanecido en silencio. El argumento más popular contra la ley es tan obvio e instintivo que resulta difícil de rebatir: si yo no digo London ni Milano, ¿por qué he de decir A Coruña? El diputado González del PP contrapuso el ejemplo de O Porriño, que nadie piensa en traducir por El Porriño (mucho menos, El Porrito). Sin embargo, esto quiere decir únicamente que tal villa nunca ha merecido el honor de que su nombre resuene en lenguas de gentiles. De haber sido una ciudad conocida, los castellanohablantes (y los francos e ingleses) hubieran adaptado el nombre a sus respectivas lenguas.

A esto se le añaden otro par de paradojas. En primer lugar, no parece que el respeto que los galleguistas solicitan para sus denominaciones "propias", lo tengan ellos mismos por las ajenas. La nueva toponimia galaica ha creado formas de tanta raigambre como Estremadura, Cidade Real, Alacante, Xaén, Lión (Lyon)... Quizás no les extrañe saber que ha respetado o, por mejor decir, introducido Lleida, Gasteiz y Porto.

Mucho más significativo nos parece otro ejemplo: al nacionalismo le molesta gravemente que se diga La Coruña, pero en nada les perturba que los ingleses hablen de Corunna y los franceses de La Corogne. No parece, por tanto, que sea la corrupción del nombre original lo que les duele. Lo que les molesta, y mucho, es que ese nombre ande en bocas españolas como si fuera propio.

Y tengo para mí que, más allá de racionalizaciones inconsistentes y excusas banales, es por aquí donde debemos encontrar la razón última de la insistencia casi patológica de los nacionalistas en suprimir las formas españolas allá donde las encuentran, ya sea en señales o en jardines, ya sea, cuando les dejan, en el BOE. Algo de ello barruntó la diputada socialista Porteiro cuando afirmó en el Congreso:

cuando los hombres y mujeres le damos nombre a una cosa estamos estableciendo un pacto de pertenencia, estamos quedándonos con el alma de esa cosa, de esa tierra, de ese lugar.

Aquel día, con la excusa demostrablemente falsa de la recuperación del nombre histórico, los diputados españoles estaban votando simbólicamente la ruptura del pacto de pertenencia entre la lengua española y Galicia. Disfrazados de representantes electos del idioma, los partidos políticos españoles repudiaron al castellano como lengua histórica de Galicia.

El mensaje implícito del ritual en el Congreso rezaba así:

Vosotros, españoles, no tenéis derecho a darme nombre. Vosotros no tenéis derecho a hablar por mí.Vuestra voz me es ajena.

Y el Congreso dijo "es cierto" y aplaudió.

Reinventando la Historia y la lengua

A pesar de todo lo dicho, es necesario admitir que tenían razón los congresistas al observar que lo que se solicitaba no era más reformar una denominación que no se correspondía con el ordenamiento jurídico nacido de la Transición. Recordemos los hechos: en 1983 el Parlamento Gallego aprobaba la Ley de Normalización Lingüística (un calco de la catalana, por cierto) que establecía en su Artículo X que:

Os topónimos de Galicia terán como única forma oficial a galega

Las provincias, como órganos territoriales dependientes del Estado central, quedaban fuera del alcance fiscalizador de la Xunta, y era al Estado central al que le correspondía la obligación de adaptar al efecto su denominación oficial para que coincidiera con el de las capitales. Todo ello apoyándose en el Artículo I de la ley, el cual establece que:

O galego é a lingua propia de Galicia. Todolos galegos teñen o dereito a usalo

La legislación es, por tanto, clara y taxativa: la lengua propia de Galicia es el gallego. No es una consideración meramente simbólica, ad usum nostalgicorum, sino jurídicamente pertinente, de acuerdo con el Tribunal Supremo. Recientemente, ante una demanda del BNG contra el Ayuntamiento de La Coruña por su insistencia en estampar en los documentos oficiales la doble denominación, Concello de A Coruña/Ayuntamiento de La Coruña, la Alta Corte ha prohibido al alcalde esta costumbre basándose en el concepto de "lengua propia":

Por consiguiente, resulta que la lengua vernácula no es sólo cooficial en Galicia, junto con el castellano por serlo en todo el Estado español, (da la impresión de que la oficialidad del castellano viene dada "por serlo en todo el estado español", no por el irrelevante hecho de que sea la lengua hablada por la mayoría de los gallegos) sino también "propia", lo que comporta una singular consideración jurídica asociada a la condición de factor de identidad política.

O sea, que las dos lenguas son iguales, pero una es más igual que la otra, ya que es la "propia", con comillas añadidas por el propio tribunal. Va de suyo que si el gallego es la lengua propia, el castellano es la impropia y/o ajena.

Asombra comprobar lo que es capaz de hacer un concepto. En la vida real, el castellano es una lengua que se habla en Galicia desde hace siglos, es la lengua que mejor dominan los gallegos, y es la lengua en que han escrito la mayoría de sus sabios, escritores e intelectuales. Es la lengua, no lo duden, en la que los legisladores gallegos se expresan cuando no hay micrófonos por medio. Es la lengua, tampoco esto lo duda nadie, en la que hablarán sus hijos y nietos.

En el plano del discurso, es una lengua impropia, una lengua que no debería ser escuchada en Galicia y el Estado ha de impulsar su expulsión de las aulas y oficinas.

Y el gallego es la lengua propia, la que ha de ser normalizada. Esta fea palabra nos demuestra otra vez hasta qué punto triunfan los nacionalistas (hasta qué punto hemos dejado que triunfen) cuando toca dar un nombre a sus acciones. Han conseguido que todos consideren "normalización" a una de las políticas lingüísticas más extravagantes de las que se tiene noticia: coger unas hablas campesinas sin apenas uso escrito, depurarlas y unificarlas, darles una normativa, inventar un sinnúmero de palabras (por ser tantas las situaciones en las que nunca se había usado el gallego) e imponer la neolingua recién sacada del magín en la administración y la enseñanza. Los precedentes existen, pero hay que buscarlos en las regiones del planeta recién incorporadas a la cultura escrita. No en un sitio donde ésta se remonta por siglos, y existe una lengua común y estandarizada accesible para toda la población.

El resultado es, en el plano del discurso, el gallego normativo. En la vida real, el neogallego no es más que un español escaso de recursos y con ciertas particularidades fonéticas, que las televisiones nacionales ya no se molestan en traducir.

El Land de Baviera no considera un oprobio el que en Munich no se estudie en bávaro. La Universidad de Edimburgo no enseña en escocés. El sardo no ha pasado a ser la lengua prioritaria de Cerdeña. Y no hay noticia de que en Francia se fuerce a la población a abandonar el francés para que aprendan bretón, catalán o vasco. En España se ha hecho, so capa de que es "lo normal".

Quien lo impone, una coalición de políticos ágrafos e intelectuales para quienes la defensa de su cultura no es otra cosa que el mantenimiento de su sueldo, arguye que "como esto es Galicia, aquí en gallego", a pesar de que cierto pudor debería hacerles recordar que ese argumento en nada difiere del "en España, habla español". El espíritu es el mismo: siempre gente que se arroga el derecho de imponer cómo uno tiene que hablar, cómo tiene que opinar, cómo tiene que ser.
La diferencia está en la lengua. En el caso del español, además de la pujanza que le dan sus centenares de millones de hablantes, tenemos un vehículo cultural de 800 años, que ha sido trabajado y modelado por incontables generaciones de escritores, creadores, gramáticos, traductores. Sus palabras son fruto de un esfuerzo secular por expresar el mundo, no capricho de un comisario político-lingüístico. En ellas está inscrita la historia de Galicia como rincón atlántico, occidental, excristiano, post-romano, ibérico, cuasiportugués y español. Renunciar a ellas implica el repudio de toda esa historia, con el fin declarado de hablar una lengua que los otros no entiendan, y que es tan gallega como el esperanto.
LAS PARADOJAS DE LA “NORMALIZACIÓN” DEL GALLEGO

"El experimento para reconstruir al gallego ha de proseguir cueste lo cueste.


Ante él se inmolan la educación, la política cultural, la economía, los derechos individuales.


Y también el sentido común. Sobre todo el sentido común".
VER +:

Queremos promover y apoyar la conservación y difusión del patrimonio cultural y paisajístico de Galicia

Queremos promover y apoyar la creación cultural en las dos lenguas de Galicia con especial atención a los nuevos creadores

Queremos lo mismo de lo que disfrutan los ciudadanos que viven en las democracias con más de una lengua oficial en parte de su territorio.

Queremos que se pueda elegir la lengua vehicular en la enseñanza, estudiando la otra lengua como asignatura

Queremos una educación libre de adoctrinamiento ideológico y partidista

Queremos que se enseñe el gallego como una de nuestras dos lenguas, sin ideología, sin intentar cambiar el idioma de los niños, sin promocionar a grupos radicales.

Queremos que la administración: Xunta Diputaciones y Ayuntamientos ofrezcan la información y la documentación en formato bilingüe.

Queremos que las subvenciones públicas a los ciudadanos se concedan en Galicia independientemente de la lengua utilizada

Queremos que se abra la cultura a los creadores en ambas lenguas.

Situación de los derechos 
lingüísticos en Galicia

Desde que Galicia Bilingüe comenzó su labor en 2007, conseguimos frenar la imposición lingüística, que se había desbocado durante el período del gobierno socialista-nacionalista, pero todavía queda mucho por hacer. Los compromisos asumidos por Nuñez Feijóo sólo se han llevado a la práctica de forma muy tímida, y la labor de dotar a la sociedad de argumentos basados en el derecho comparado, después de 30 años de manipulación nacionalista, de falsificación de la Historia, de tergiversación del contenido de tratados internacionales, y con un sector cultural afín al nacionalismo que obtiene pingües beneficios y privilegios gracias a la llamada normalización lingüística, es ingente.

1. En el ámbito de la Educación, en la etapa de Infantil no se respeta el derecho individual a recibir la enseñanza en lengua materna, un derecho reconocido incluso en la Ley de Normalización Lingüística de Galicia.

2. En Primaria y ESO a los alumnos se les obliga a estudiar en gallego las asignaturas con más texto, tales como Conocimiento del medio, Historia, Geografía, Ciencias Naturales o Biología. El Conselleiro de Educación explicó que se hizo así porque lo contrario tendría mayor rechazo en el ámbito nacionalista dado el peso lingüístico de esas asignaturas. Se pueden estudiar en español según el Decreto, Matemáticas, Física y Química y Tecnología. En definitiva, por ley, ningún alumno de Galicia puede estudiar en su lengua materna ni recibir la enseñanza de las materias troncales en la lengua elegida como se había prometido.

3. Este Decreto sólo se cumple de forma generalizada en los colegios concertados. En los centros públicos, excepto en los de la ciudad de La Coruña, el incumplimiento es bastante frecuente. 4.500 profesores le manifestaron por escrito a la Xunta que no impartirán sus asignaturas en español, de manera que muchos alumnos no pueden recibir la enseñanza de ninguna asignatura en este idioma aunque así lo deseen. Galicia Bilingüe ha denunciado casos concretos de incumplimiento, pero hasta ahora, la Xunta no ha sancionado a ningún profesor, y tan sólo les ha proporcionado ayuda a aquellas familias que han solicitado un traslado de centro.

4. A los alumnos se les permite, de facto, utilizar los libros de texto en gallego para todas las asignaturas, pero en español, tan sólo los de asignaturas asignadas a este idioma. Galicia Bilingüe había logrado que la Xunta plasmara en el borrador del Decreto la libertad de lengua en el uso de los libros de texto, pero tras una reunión con la Asociación de Editores de Galicia, el gobierno de Feijóo cambió de opinión. Los editores que publican libros de texto sólo en gallego tienen así aseguradas sus ventas y las subvenciones que reciben por publicar en gallego.

5. El adoctrinamiento nacionalista en la enseñanza ha ido en aumento desde la llegada del partido Popular de Galicia a la Xunta. Galicia Bilingüe trabaja de manera prioritaria en este ámbito.

6. La Administración de la Xunta está dejando de ser exclusivamente monolingüe en gallego, pero algunas Consellerías, como la de Educación y Cultura, son reacias a abandonar el monolingüismo. En cuanto a los ayuntamientos, siguen en vigor normativas contrarias a la doctrina del Tribunal Constitucional. Galicia Bilingüe tiene abierto en este momento un proceso judicial contra el Ayuntamiento de Lugo y, esto ya ha dado algún fruto ya que el ayuntamiento ha publicado una nueva web en ambas lenguas. Por otra parte, la Xunta había elaborado un proyecto de Ley de toponimia que suponía un aberrante ejemplo de imposición de lengua y una inaceptable intromisión en el ámbito privado, pero lo retiró ante las protestas de Galicia Bilingüe.

7. Desde la llegada de Feijóo a la Xunta se han concedido más de mil millones de euros en subvenciones a empresas, investigadores y particulares condicionadas al uso del gallego.

8. Sólo se subvenciona la cultura 
en lengua gallega, ya sea en el ámbito literario, audiovisual, o de cualquier creación artística.

9. El programa A Xuventude crea, puesto en marcha por la Xunta para ayudar a jóvenes creadores gallegos, excluye de las ayudas a aquellos que utilicen el español.

10. Las salas privadas sólo pueden contratar a través de la Rede de teatros y auditorios de Galicia a compañías interpreten sus obras en gallego, ya que el 100% de lo que se represente en ellas debe estar en este idioma. En el caso de las públicas, el porcentaje debe ser al menos del 75% por lo que las compañías ya saben en qué idioma conviene preparar su repertorio

Por una no política lingüística

Hace años, cayó en mis manos una noticia acerca de las protestas que los anglos de un pueblo de California dirigían contra su alcalde. El ayuntamiento sólo contrataba empleados que dominaran español o chino y los nativos se sentían discriminados. El alcalde admitió tal política, pero lo justificó, afirmando que «la competencia por atraer gentes y empresas es despiadada, lo que nos obliga a dar el mejor servicio posible si queremos atraerlas. Por eso necesitamos empleados que dominen tales lenguas».

Confieso mi admiración al leer la noticia. Tenía ante mí una política lingüística en la que el estado luchaba por adaptarse a las necesidades cambiantes de la ciudadanía, en lugar de la acostumbrada entre nosotros, donde el establishment político-cultural, apoyado por toda la panoplia del estado, se cree con derecho a decirle a la población qué lengua debería usar.

Porque, en el fondo, el problema básico de la normalización lingüística es el concepto, la sola idea de que el estado tiene derecho a meter sus narices en la lengua que hemos de hablar.

La normalización nos considera vasallos al servicio de la Idea. Piensa en nosotros no como individuos, sino como obligados miembros de la tribu. Y la lengua, en vez de un sistema de comunicación, pasa a ser símbolo de esa tribu, y peaje obligado que ha de pagar cualquier política pública, educación y economía incluidas. Tal concepto olvida que somos ciudadanos libres, que la administración y la política están a nuestro servicio, que pagamos impuestos y tenemos derechos.

En un país normal, en un país de ciudadanos y no de súbditos, las discusiones lingüísticas tendrían que girar en torno a la nueva realidad que nos rodea: cómo permitir que minorías que así lo desean tengan derecho a recibir la educación en su lengua, o cómo ese ayuntamiento del Levante, ante el influjo de una nueva población, ha decidido convertir el inglés o el alemán en lengua oficial.
En cambio, la nueva España está siendo aherrojada por la santa alianza entre esas parodias de estado jacobino llamadas autonomías y sus intelectuales cortesanos, obsesionados por construir naciones de entusiastas patrioteros. Se atreven incluso a definir lo que es normal y a intentar «normalizarnos».

Y ¿dónde quedaría el gallego con una política lingüística distinta, no al servicio de la Historia y la Nación, sino al de los ciudadanos? Donde debería quedar, en la boca de las gentes y en una administración que facilite su uso oficial y educativo a quien lo solicite. Con un futuro que han de asegurar sus hablantes, persistiendo en su uso, ampliando sus posibilidades, leyéndolo y escribiéndolo, de modo que más y más gallegos se sumen libremente a la lengua. Mas el nacionalismo lingüístico no hace eso; prefiere manifestarse para que papá-estado nos fuerce a usarlo. Que no se extrañe, entonces, de que aquellos de nosotros que aún conservamos el espíritu libre sintamos la obligación moral de oponernos.

Queremos galego

Es el nuevo eslogan del nacionalismo lingüístico. «Queremos galego», manifiestan con su habitual entusiasmo. Nuestra primera reticencia: la oración carece de sujeto explícito y uno desconfía por sistema de las oraciones sin sujeto. Permiten lanzar piedras y esconder manos: «Oye, dicen que...», «se rumorea que...»

El sujeto gramatical, sin embargo, es un «nosotros» que se oculta. ¿Quién es el nosotros que dice «queremos gallego»? Probablemente los manifestantes piensen que ese nosotros es un «los gallegos», según esa sinécdoque tan nacionalista: son una parte de la población, casi partija si atendemos a los datos, que se considera con derecho a hablar en nombre de todos, o pobo galego.

La oración es sólo predicado: queremos galego. No dice «queremos ao galego», lo que sería una encomiable proclamación de su amor a la lengua, sino «queremos galego», como quien quiere pan o agua. Notamos, pues, que no es una declaración de amor (quiero a alguien), sino una expresión de voluntad urgente (quiero esto).

Pero a ese verbo de voluntad (querer) le hace falta algo. Le hace falta el verbo auxiliar que complete y limite su alcance. Le hace falta un acompañante como hablar (quiero hablar galego), leer (quiero leer galego), estudiar (estudiar galego). Entendemos por qué falta el auxiliar: nada les impide hablar, escribir, estudiar, cantar, hacer pelis en gallego.

Y esta carencia de auxiliar nos apunta la clave para comprender la protesta: en el fondo, su afán por el gallego no conoce límites. El alcance de su voluntad es totalizador. Para ellos, el idioma es el más alto objetivo de la sociedad gallega, en tanto que comunidad de gentes (nación, región, país, escoja el lector la palabra). A él todo ha de estar subordinado; ante ese tótem, no hay precio ni peaje que no se deba pagar. Observen el debate educativo en Galicia: el establishment político-cultural da por sabido que el principal objetivo del sistema escolar gallego es la conservación y expansión del idioma.

Por ello es imposible el consenso con el nacionalismo lingüístico. Todo acuerdo que firma ha sido y será, únicamente, una parada táctica en el camino que conduce a una clara dirección: el gallego como única lengua de Galicia; el castellano como lengua foránea que acaso haya que usar de vez en cuando por necesidad. De ahí que un eslogan más sincero hubiera sido: Queremos que la Administración os fuerce a todos a usar el gallego.