EL Rincón de Yanka: HOGAR

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domingo, 3 de agosto de 2025

LA MESA COMO TRINCHERA: 👪 LA COMENSALIDAD O SOBREMESA FAMILIAR, EL ARTE PERDIDO DE COMER EN FAMILIA PARA COMBATIR EL INDIVIDUALISMO EGOTISTA

 

LA MESA COMO TRINCHERA:

EL ARTE PERDIDO DE COMER EN FAMILIA
PARA COMBATIR EL INDIVIDUALISMO EGOTISTA.
Si hay un complot para atomizar la sociedad y dejar inermes a los ciudadanos, entonces ese complot tiene que pasar sí o sí por destruir las comidas en familia y las sobremesas con amigos. Frente al ritmo vertiginoso de la vida actual, la mesa de la cocina o del comedor son trincheras contraculturales que sostienen vínculos, sanan heridas emocionales y reconstruyen el sentido de comunidad desde lo cotidiano. Lo dice la experiencia. Y también la ciencia.

NILO VIEJO 

(Revista "LA ANTORCHA" Nº 8: LA MESA)

No es casual que en el castellano antiguo, hogar y cocina fuesen sinónimos. La mesa -ese altar cotidiano donde se cruzan miradas, se comparten historias y se transmite la vida- ha sido durante siglos el corazón palpitante de la familia. Y España ha dado al mundo un nombre propio para ese espacio en el que la comida se digiere mejor, porque lo nutritivo son los lazos que se construyen en torno a ella: la sobremesa. Un tiempo suspendido, ajeno al reloj, en el que tanto los comentarios como los silencios saben a complicidad, y las palabras tejen pertenencia. Hoy, sin embargo, ese reloj se ha roto en demasiados hogares.
La cultura de la prisa, los horarios fragmentados, la omnipresencia de pantallas y la crisis de sentido han desplazado las comidas familiares al terreno de lo ocasional. Ya no cocinamos juntos ni conversamos con lentitud. Se come de pie, se cena viendo una serie o se pica algo sin mirar a nadie. Y sin darnos cuenta, en ese proceso hemos perdido algo más que un hábito: hemos extraviado un a de las columnas invisibles que sostenía nuestra salud emocional y nuestra vida en común.

La mesa como protección

Puede parecer una exageración, pero las investigaciones más recientes lo confirman: comer juntos no es solo una costumbre entrañable, es una herramienta con la capacidad de prevenir enfermedades mentales -ese gran mal de nuestros días-, proteger la infancia y reconstruir el maltratado tejido familiar.
Un estudio de la Universidad de Oxford demuestra que quienes comen en compañía con frecuencia se sienten más felices, conectados y satisfechos con su vida. El dato, lejos de ser trivial, apunta a una de las raíces del malestar contemporáneo: el aislamiento afectivo y la soledad encubierta, incluso dentro de la familia.
España ha tenido históricamente un antídoto contra ese fenómeno: la sobremesa. A diferencia de otras culturas, aquí la comida no termina cuando se recoge el plato, sino que continúa en la conversación, la risa, el debate o la confidencia. Es un rito que enseña a esperar, a escuchar y a mirar a los ojos. Y ese pequeño milagro diario ha demostrado ser, además, un factor protector frente a trastornos como la ansiedad, la depresión o los comportamientos adictivos.
"Comer en familia es un acto profundamente contracultural. Y, por tanto, profundamente cristiano"
Cómo como, cómo comemos

La antropóloga Margaret Mead decía que uno de los signos más reveladores de una civilización es cómo y con quién se come. Comer en familia es, en este sentido, un acto de civilización: nos humaniza, nos pone en relación, nos recuerda que no somos autosuficientes.
En muchas familias, además, la comida es también un espacio sagrado, iniciado con una oración y vivido como un momento de gratitud y entrega. Así lo vivieron generaciones enteras, donde el pan se partía como se partía el tiempo: para darlo. Ese espíritu de donación está en la raíz de toda mesa cristiana. No en vano, la eucaristía -centro de la vida católica- es, al fin y al cabo, una cena.
La crisis de la mesa es también una crisis espiritual. Cuando los padres comen solos en la cocina, los adolescentes cenan en su cuarto y los niños aprenden a entretenerse con la tableta mientras mastican, se rompe la cadena de transmisión. No solo de la fe, sino del idioma afectivo, de la historia familiar, de la experiencia compartida. Y sin eso, ninguna comunidad resiste.

La ciencia lo confirma: comer juntos protege

Las evidencias empíricas sobre los beneficios de las comidas familiares son abrumadoras. El Family Dinner Project, una iniciativa académica nacida en Harvard, documenta que los niños que cenan con sus padres de forma regular tienen mayor autoestima, mejor rendimiento escolar, menor probabilidad de consumir drogas o alcohol, y una relación más sana con la comida y con su cuerpo.
En España, un estudio realizado en Terrassa (Cataluña) mostró que los adolescentes que cenaban en familia tenían una menor probabilidad de experimentar inseguridad alimentaria y presentar comportamientos peligrosos o dañinos fuera del hogar. Otro estudio publicado en la revista "Nutrients" concluyó que las comidas familiares frecuentes están asociadas con una menor incidencia de trastornos alimentarios entre los adolescentes.

Comer juntos enseña más que hablar

La mesa no es solo un espacio de conversación. Es también un lugar de silencios respetuosos, gestos que hablan y ru1inas que educan. Sentarse en torno a la mesa implica asumir un ritmo común, respetar turnos, aprender a ceder y a comportarse de forma cívica. Son aprendizajes pequ eflos, pero necesarios. Como lo son también las tareas de poner la mesa, servir al otro, recoger juntos. Pequeñas liturgias domésticas que enseñan el arte de vivir en comunidad.
En este sentido, la comida conjunta es una escuela de humanidad en la era de la tecnocracia y la fascinación adolescente de la Inteligencia Artificial.
"La sobremesa es un gesto de abundancia interior: cuando ya no queda comida, queda el tiempo"
Un acto contracultural que reconstruye 

Recuperar las comidas en familia puede no parecer una pequeña revolución. Pero lo es. En un tiempo que glorifica la productividad la velocidad y el rendimiento individual detenerse para cocinar, servir, pone la mesa y comer en común es un acto profundamente contracultura!. Y, por tanto profundamente cristiano.
Porque una cultura sin vínculos estables, sin memoria y sin raíces no puede generar hombres fuertes, capaces de amar, venía a decir Benedicto XVI en Caritas in veritate. Y lo decía de forma expresa en Spe Salvi

"Ningún ser humano es una mónada cerrada en sí misma. Nuestras existencia están en profunda comunión entre entrelazadas unas con otras a través de múltiples interacciones. Nadie vive solo. Ninguno peca solo. Nadie se salva solo. En mi vida entra continuamente la de los otros: en lo que pienso, digo, me ocupo o hago. Y viceversa, mi vida entra en la vida de los demás, tanto en el bien como en el mal".


La mesa es precisamente uno de los espacios donde se cultivan las raíces, se genera memoria común y se aprende el arte del amor concreto: servir, escuchar, compartir, esperar.
Las consecuencias sociales son evidentes. Allí donde se pierde la mesa común, se multiplican las patologías del alma. El aumento de los problemas de salud mental en niños y adolescentes no es ajeno a la disolución del vínculo familiar cotidiano. Tampoco lo es el auge de la polarización social, el vacío espiritual o la banalización del sufrimiento.

La sobremesa: patrimonio emocional

No existe en inglés una palabra para sobremesa. Ni en francés. Es un invento español -como el tapeo, la siesta o la tertulia- que dice más de nuestra alma que los tratados de sociología o la cocina del CIS. La sobremesa es un gesto de abundancia interior: cuando ya no queda comida, queda el tiempo. Cuando ya no hay platos, hay historias.
En muchas familias, es el espacio donde los hijos escuchan relatos de sus abuelos, donde se comentan las noticias, donde se debaten temas de fe o de actualidad, donde se pregunta al otro cómo está. Donde se construye un "nosotros" que no nace de la sangre, sino del encuentro.
Big Think, una plataforma que difunde investigaciones sobre  desarrollo humano, subraya que la sobremesa representa un sistema de valores: prioriza la conexión personal frente al aislamiento digital, el tiempo compartido frente a la eficiencia técnica, la escucha frente al monólogo.

Claves prácticas para restaurar la mesa familiar

Volver  a  la  mesa  requiere  intención. No ocurre solo porque se desee. Hace falta orden, renuncias, decisiones pequeñas pero firmes. Algunas claves prácticas, señala el Family Dinner Project, pueden ayudar:
  • Establecer una comida diaria común. Aunque sea solo una, que tenga horario fijo y sea prioridad. La cena suele ser la más viable.
  • Involucrar en la preparación. Que los niños ayuden a poner la mesa, que se planifique el menú en familia, que cada uno tenga una responsabilidad.
  • Eliminar distracciones. Sin televisión, sin móviles, sin pantallas. Solo personas.
  • Cultivar el arte de conversar. Hacer preguntas abiertas, evitar discusiones innecesarias, escuchar con atención.
  • Valorar la sobremesa. Aunque sea breve, que no se levante nadi e hasta compartir al menos unos minutos de charla o agradecimiento.
Una mesa que sostiene a las familias 

Porque en última instancia, la mesa no es solo un lugar donde se alimenta el cuerpo. Es, o puede ser, un santuario cotidiano donde se alimenta el alma, se refuerza la identidad y se cultiva la pertenencia. Es uno de los pocos espacios donde  todavía  se  puede  resistir al desarraigo, al individualismo, a la prisa. Donde se puede enseñar a vivir.
Tal vez por eso, como señalaba Chesterton: "el hogar sigue siendo la última fortaleza de la civilización. Y en el centro del hogar, siempre, hay una mesa.

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sábado, 26 de abril de 2025

REVISTA "LA CASA DE NUESTROS PADRES": UN PASEO NOSTÁLGICO POR LO QUE NOS LEGARON NUESTROS MAYORES 👪👦👧👨👩👴👵


LA CASA DE NUESTROS PADRES
Un paseo nostálgico por los valores, 
los principios, las normas y tradiciones 
del mundo que nos legaron nuestros mayores

Revista Naves en Llamas Nº 8: 
Crónicas y análisis desde el fin de Occidente

 Raúl González Zorrilla

La Revista Naves en Llamas, que se ha convertido en uno de los grandes referentes informativos del pensamiento conservador en castellano, alcanza su octavo número. En este número especial de Navidad, que se abre con una magnífica ilustración que el inolvidable dibujante y pintor norteamericano Norman Rockwell realizó en 1950, la publicación, de la mano de algunos de los ensayistas españoles más destacados del momento, recorre lo que define como "la casa de nuestros padres". O, lo que es lo mismo: un espacio nostálgico donde se aglutinan los valores, los principios, las normas y las tradiciones que construyeron el mundo que nos legaron nuestros mayores, y que hoy parecen licuarse ante nuestros ojos a velocidad de vértigo.
La revolución del Varón Dandy

Mis recuerdos de la infancia huelen a café recién hecho, a biz­cochos dorándose en el horno y a vapores de eucalipto en una cocina que era el corazón de todos y de todo. Mis recuerdos de la infancia tienen de fondo la voz de mi madre charlando con las vecinas, la sintonía del con­sultorio de Elena Francis que permanentemente sonaba en la radio del aparador, las canciones de Nino Bravo que se repetían una  y otra vez en el radiocasette del coche familiar y los discos de Fórmula V que buscaba en los mercadillos de las fiestas de los pueblos. Mis recuerdos de la infancia tienen el sabor del cocido madrileño que en los inviernos oscuros y siempre húmedos del norte preparaba nuestra yaya, de la merluza a la parrilla que cocinaba mi padre en una auténtica ceremonia cotidiana en la que él era rey y vasallo a la vez y de los polvorones que siempre llegaban por Navidad. Mis recuerdos de la infancia son imágenes cada vez más borrosas de mis padres vestidos de domingo para salir a tomar el vermut, de mi tío Julio, perfumado a rebosar de Varón Dandy, ataviado con su eterna gabardina marrón, su inmenso maletín negro y un Farias inagota­ble colgando de la boca, llegando a casa siempre protestando porque lo que veía en la calle ya casi nada tenía que ver con lo que él había cono­cido en su amada tierra castellana...

Ahora, muchos años después de aquellos tiempos idos ya para siempre, cuanto más me esfuerzo en rememorar cómo era el hogar donde viví los primeros años de mi vida, más claramente comprendo que el universo de aromas, sabores, sonidos y visiones que conformó nuestra infancia y nuestra primera juventud estaba también repleto de una larga ristra de valores, saberes, costumbres, tradiciones, principios y normas que pa­cientemente, y en ocasiones también involuntariamente, nos transmitían nuestros mayores y que son los que, en tiempos muy difíciles, hablan conseguido convertir el mundo, en general, y nuestro mundo, en particu­lar, en un lugar infinitamente mejor que el que ellos habían recibido de sus antecesores.

De este modo, junto a los vahos de Brummel y del Agua de Colonia Concentrada Álvarez Gómez viajaba nuestro primer contacto con la hon­radez, la decencia y la dignidad y, sobre todo, aquellos aromas alumbra­ban una realidad en la que nuestros padres y abuelos, con mucha menos riqueza que nosotros a su alrededor, distinguían claramente a las víctimas de sus verdugos, valoraban como un tesoro el acceso a la educación que ellos apenas habían disfrutado, reconocían a un bribón en cuanto lo te­nían delante, sabían el significado de un apretón de manos y conocían la justa medida, la importancia exacta y los límites claros de palabras como democracia, libertad, tolerancia, justicia o progreso. Todavía no había caído el Muro de Berlín y, por ello, aún no había comenzado la venta generalizada de compromisos, el toma y daca de principios e ideas y la quiebra de las grandes ideologías referenciales del pasado siglo XX, cu­yo estrepitoso hundimiento abriría el camino al mundo distópico que hoy arde impenitentemente ante nuestros ojos.

Occidente ha crecido, se ha desarrollado y se ha convertido durante cen­turias en el faro del mundo levantándose sobre la fuerza del individuo, de los derechos y deberes de cada persona, pero también haciéndose fuerte en una inquebrantable estructura familiar que, siguiendo poderosas estir­pes, engarza con nuestros más remotos antecesores y que, a lo largo de los siglos, se ha visto reforzada por la solidez y consistencia que la filo­sofía griega, el conocimiento romano y la espiritualidad cristiana han proporcionado a esta institución troncal para el desarrollo colectivo. Hoy, cuando todo lo que un día levantó nuestra civilización parece encontrarse en liquidación por derribo, bajo múltiples fuegos cruzados o en el más completo abandono, vemos cómo la familia, en su papel de piedra angu­lar de nuestras sociedades, es la principal pieza a abatir por todos aque­llos que desde visiones, intereses y puntos de vista muy diferentes, con­vergen y coinciden en un objetivo común: acabar lo más rápidamente posible con eso que la nueva presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha definido como "estilo de vida europeo", aunque poste­riormente haya tenido que pedir perdón por semejante "atrevimiento".

En este sentido, las elites empresariales y económicas, abrazadas en el "capitalismo woke" o en el "capitalismo políticamente correcto" que po­ne el planeta en manos de personajes de sainete como Greta Thunberg con el fin de poder continuar haciendo lo que les resulte más interesante para sus cuentas de resultados; los nuevos bárbaros neocomunistas que tratan de conquistar Hispanoamérica y Europa impulsados por el marxismo cultural difundido desde el Foro de Sao Paulo; el islam políti­co y económico que arrasa Occidente devorando nuestros valores y prin­cipios más sólidos con la fuerza de un tsunami alimentado incansable­mente con millones de petrodólares; y, en fin, el totalitarismo socialdemócrata que quiere convertir nuestras sociedades en un gigantesco proyecto de ingeniería política y cultural, saben, todos ellos, que las familias tradicionales, como si fueran las neuronas más activas del cuerpo social, son las que almacenan la memoria de nuestro pasado, nuestras tradiciones, nuestras costumbres, nuestras creencias y, en fin, todo el acervo ético, ideológico, intelectual y emocional que forma parte de nuestra geografía moral colectiva, desde Lisboa a Estocolmo y de Lon­dres a Moscú. 

Y, por ello, quieren acabar con esas mismas familias sub­vencionando sin concesiones el aborto extremo, promocionando la ideo­logía de género hasta la extenuación, impulsando los matrimonios del mismo sexo, eliminando la figura del padre de la ecuación procreadora, ridiculizando el instinto maternal, alentando el invierno demográfico, pennitiendo la difusión de la poligamia que llega de la mano de un ince­sante y bien engrasado flujo migratorio que tiene su origen en múltiples países musulmanes y, sobre todo, bailando el concepto de 'familia natu­ral' de una pátina de radicalismo, extremismo, intolerancia y "ultradere­chismo" que actúa como un disolvente perfecto para licuar esa trinidad que ya casi no se puede nombrar padre-madre-hijos.

Pero, sobre rodo, al dinamitar la familia tradicional, buscan acabar con el legado de nuestros antecesores para que los mandarines del nuevo orden mundial, ya saben, los turbocapitalistas tradicionales, los tecnócratas so­cialdemócratas, los funcionarios contados a miríadas, Jos matones de extrema-izquierda que hacen el trabajo sucio a todos los anteriores y los ejércitos islamistas bien subvencionados también por todos los anterior­mente citados, puedan a comenzar a recrear una realidad virginal mol­deada a su medida, sin pasado, sin tradición, sin nostalgia y sin anales ni legados a los que atender y rendir respeto. El sociólogo canadiense Ma­thieu Bock-Côté, lo explicaba perfectamente en el número anterior de Naves en Llamas: 
"La tentación totalitaria que se está desplegando hoy en día significa alejamos de la antigua civilización occidental y obligar­nos a una utopía diversitaria que dará a luz al nuevo hombre, sin raíces ni sexo, sin naturaleza ni cultura, sin padres o hijos, y perfectamente ma­leable de acuerdo con los métodos de la ingeniería de la identidad".
Efectivamente, eslc es el porvenir que están tratando de conformar para nuestros vástagos, un mañana volteado y alienante donde las ideas con­servadoras serán castigadas con la cárcel, donde el sentido común más elemental, como heredero privilegiado de una larga cadena de conoci­mientos transmitidos de padres a hijos, será arrumbado a los manicomios estatales y en el que día tras día todo será impenitentemente nuevo, reno­vado, reciente, actual y moderno. Vayan preparándose para entrar en ac­ción, porque cuando la quimera tiránica que tantos de entre nosotros están empeñados en poner en marcha se convierta en una realidad inelu­dible habrá de nacer una nueva Resistencia que reconocerá a los suyos en pequeños detalles que serán como linternas identificativas entre la llovizna totalitaria que nos calará hasta los huesos: una mano de mujer que tenuemente roza la mano de un hombre, un árbol de Navidad apenas vis­to en un jardín, un niño que juega con un viejo fuerte Comansi de vaque­ros e indios mientras su hermana peina a una estilizada muñeca Nancy, el humo poderoso de un asado de carne trabajado en la intimidad de una cocina recóndita, una pequeña cruz disimulada en el pecho, un flyer con la imagen de una modelo en bikini o, simplemente, la contraseña XXv­ XYp ('Las niñas tienen vulva y los niños, pene), que correrá solamente entre los canales más codificados, secretos y privados. Cosas como estas serán las que llamen a la acción. Que no les quepa duda: la siguiente Re­conquista, que también será conocida como la Revolución del Varón Dandy, comenzará un no muy lejano mes de diciembre, cuando unas po­cas familias, que luego serán muchas, levantarán un nacimiento sexista mientras cantan un villancico discriminador en un mercadillo navideño que, por supuesto, será ilegal.

Felíz Navidad.

 
Dégénération - DEGENERACIÓN (Mes aïeux) (Subtitulada)


Degeneration
Mes Aïeux

Degeneración

Tu tatarabuelo limpió la tierra
Ton arrière-arrière grand-père il a défriché la terre
Tu bisabuelo aró la tierra
Ton arrière-grand-père il a labouré la terre
Y entonces tu abuelo hizo la tierra rentable
Et puis ton grand-père a rentabilizé la terre

Y entonces tu padre vendió para convertirse en funcionario
Et puis ton ton père il a vendu pour devenir fonctionaire
Y entonces tu pequeño no sabes lo que vas a hacer
Et puis toi mon petit gars tu sait plus se que tu vas faire
En su pequeño tres y medio demasiado caro, 
frète en invierno
Dans ton petit trois et demi bien trop chère, frète en hiver
Se trata de usted del deseo de convertirse en un propietario
Il te vient des envie de devenir propriètaire
Y sueñas en la noche con tener tu pequeño pedazo de tierra
Et tu rêve la nuit d'avoir ton petit lopin de terre

Tu tatarabuela tuvo catorce hijos
Ton arrière-arrière-grand-mère elle a eu quatorze enfants
Tu bisabuela tenía casi tantos
Ton arrière-grand-mère en a eu quasiment autant
Y luego tu abuela tenía tres, eso fue suficiente
Et puis ta grand-mère en a eu trois c'tait suffisant
Entonces tu madre no lo quería, fuiste un accidente
Puis ta mère en voulait pas; toi t'étais un acciden
Y luego tú, mi niña, cambias de pareja todo el tiempo
Et puis toi ma p'tite fille tu change de partenaire tout le temp
Cuando haces basura, te salías con un aborto
Quand tu fait des conneries tu t'en sors en avortant
Pero hace la mañana te despertaste llorando
Mais ya des matin tu te reveille en pleurant
Cuando sueñas en la noche de una gran mesa rodeada de niños
Quand tu rêve la nuit d'une grande table entouré d'enfants

Tu tatarabuelo ha vivido la gran miseria
Ton arrière-arrière-grand-père a vécu la grosse misère
Tu bisabuelo recogió los Black Cennes
Ton arrière-grand-père il ramassait les cennes noir
Y entonces tu abuelo, milagro, se convirtió en millonario allí
Et puis ton grand-père, miracle, y est devenu millionaire
Tu padre lo heredó y lo puso todo en su RRSP
Ton père en a hérité et l'a toute mis dans ses REER
Y entonces, joven, le debes el trasero al ministerio
Et puis toi p'tite jeunesse tu dois ton cul au ministère
No hay forma de tener un préstamo en una institución bancaria
Pas moyen d'avoir un prêt dans une institution bancaire
Para calmar tus antojos de atracar al cajero
Pour calmer tes envies de hold-uper la caissière
Usted lee libros que hablan de simplicidad voluntaria
Tu lis des livres qui parlent de simplicité volontaire

Tus tatarabuelo sabían cómo celebrar
Tes arrière-arrière-grand-parents il savaient comment fêtez
Tus bisabuelos se arremolinaron fuerte en la estela
Tes arrière-grand-parents ça swignait fort dans les veillées
Entonces tus abuelos conocían la era del yé-yé
Puis tes grand-parents on connu l'époque yé-yé
Tus padres eran disco. Ahí es donde se conocieron
Tes parents c'etait les disco c'est là qu'ils se sont rencontrés
Y luego, amigo mío, ¿qué haces con tu noche?
Et puis mon ami qu'est-ce tu fais de ta soiré
Apaga el televisor. No te quedes atascado
Éteint donc ta TV, faut pas rester encabanné
Cada hora que en la vida hay cosas que se niegan a cambiar
Heuresement que dans la vie y a des choses qui refusent de changer
Ponte tu mejor ropa porque vamos a bailar esta noche
Enfile tes plus beaux habits car nous allons ce soir danser

VER+:



martes, 5 de marzo de 2024

"YO QUIERO VOLVER ANDANDO": ¡PAISANO, QUE "EL EMIGRANTE" MORIRSE QUIERE EN SU LECHO! por RAFAEL LLAMAS JIMÉNEZ


YO QUIERO VOLVER ANDANDO
Rafael Llamas Jiménez

Yo quiero volver andando
sereno por el barbecho,
silbando por el camino
con paso firme y derecho.

Que vengo cansado y triste
de tanto penar mi pecho,
de echar de menos la plaza,
el limonero y mi helecho.

Lejos de las aceitunas,
amargas penas cosecho.
¡Yo quiero quedarme siempre!
¡Poquito queda, sospecho!

No quiero volver en hombros,
pálido, frío y estrecho,
a paso lento y callado
entre el ciprés y el repecho.

Yo creo que todavía
tengo tiempo de provecho,
¡paisano, que “el emigrante”
morirse quiere en su lecho!

🌳La inmigración no solo deja marcas en documentos… deja vacíos en el alma del árbol familiar.
Si sientes que hay una tristeza que no es tuya, un desarraigo silencioso o un duelo no cerrado… es momento de mirar esa historia con amor.

viernes, 25 de agosto de 2023

👉 PELÍCULA "MARTY" 1955: LA GRANDEZA DE LA GENTE SENCILLA 💕👫


👉"MARTY" 1955👈
La grandeza de la gente sencilla


A esta película no le resulta fácil llegar al gusto de mucha gente. Primero, por ser en blanco y negro; después, porque la pareja protagonista, en nada se parece él a un galán o ella a una diva. Tampoco se verá ni una sola escena de espectaculares acciones, ni tipos requetemalos que le amarguen la vida a nadie. No tiene efectos especiales... y vestuario, escenografía e iluminación son casi neorrealistas. Es decir, fue clara y decididamente hecha como televisión para el cine, o si se quiere, cine para pasar en la televisión.
Pero bien mirado, ésta es la clase de filme que debería interesarle a muchísima gente, porque nos enseña a personas comunes como nosotros; sencillas como las que nos gustan de veras y como las que apreciamos en nuestro barrio; con problemas de socialización como algunos de los nuestros, y con serias oportunidades de mejoramiento que están dispuestas a enfrentar a la primera ocasión que se presente. La ausencia de riqueza material la suplen con una gran riqueza humana y espiritual, pues, tanto Marty como Clara, saben de solidaridad, de tolerancia y respeto como muy pocos en este mundo... ¡Y esto es ejemplar!

El guión de, Paddy Chayefsky –ganador del Oscar y del premio en Cannes- consigue extraer y dar brillo a la grandeza de lo simple; nos deja sentir cuán diáfano es aquello que fluye del corazón sin prevención ni malicia alguna; y sin reproches ni condenas, nos convida a revisar los parámetros de belleza y de valoración personal que discriminan e imponen reglas que nunca hacen justicia a la pluralidad humana.
Ernest Borgnine y Betsy Blair, resultan encantadores e inmejorables como aquel carnicero de 34 años y aquella maestra de 29 que, a punto de alcanzar la llamada edad de la soltería eterna, de pronto se encuentran en un salón de baile y sienten renacer la esperanza el uno con el otro.
Con gran tino para los detalles, el director Delbert Mann, va entremezclando sus debilidades, contradicciones y grandísimos valores... y al final deja bordada una preciosa semblanza de dos seres humanos a los que se consigue amar sin restricción alguna… y es entonces, cuando uno se da cuenta de que, en definitiva, la verdadera belleza va sensiblemente ligada al conocimiento.

Muy merecidamente, "MARTY" recibió también el premio Oscar como Mejor película; Borgnine se llevó a casa el Oscar al mejor actor; y Delbert Mann -entonces un notable debutante-, fue premiado como mejor director.

Y tú, que ya tienes 30... 35 años... ¡¿Qué esperas para casarte?!


domingo, 16 de julio de 2023

ABRE LA PUERTA Y ENTRA A MI HOGARL: ALLÍ DONDE FUI FELIZ 🏠

 ENTRA A MI HOGAR

Abre la puerta y entra a mi hogar
Amigo mío, que hay un lugar
Deja un momento de caminar
Siéntate un rato a descansar
Toma mi vino y come mi pan
Tenemos tiempo de conversar
Hay alegría en mi corazón
Con tu presencia, me traes el sol
Manos sencillas, manos de amor
Tienden la mesa y le dan calor
El pan caliente sobre el mantel
El vino bueno y un gusto a miel
Habrá en mi casa mientras estés
Qué felicidad, amigo mío
Tenerte conmigo y recordar
Hacer que florezca pecho adentro
Ardientes capullos de amistad
Toma mi guitarra y dulcemente
Cántame con ella una canción
Que quiero guardar en mi memoria
El grato recuerdo de tu voz
Abre la puerta y entra a mi hogar
Amigo mío, que hay un lugar
Deja un momento de caminar
Siéntate un rato a descansar
Toma mi vino y come mi pan
Tenemos tiempo de conversar
Que hay alegría en mi corazón
Con tu presencia, me traes el sol
Manos sencillas, manos de amor
Tienden la mesa y le dan calor
El pan caliente sobre el mantel
El vino bueno y un gusto a miel
Habrá en mi casa, mientras estés
Qué felicidad, amigo mío
Tenerte conmigo y recordar
Hacer que florezca pecho adentro
Ardientes capullos de amistad
Toma mi guitarra y dulcemente
Cántame con ella una canción
Que quiero guardar en mi memoria
El grato recuerdo de tu voz
El grato recuerdo de tu voz

Autores de la canción: 
Carlos Carabajal / Juan Carlos Carabajal

ENTRA A MI HOGAR


Allí donde fui feliz

Sé que pronto he de volver
Y vendrán recuerdos a mi encuentro
Los buenos momentos los reviviré
Cuántas ganas de correr
Por el monte, donde ayer
Fui creciendo libre como el viento
Allí fui aprendiendo lo poco que sé
Quiero sentir todas las mañanas
El aroma a pan casero que mi madre preparó
Luego, saludar a algún carrero, gente buena de mi pueblo
Gente con alma de sol
Como en mi niñez me iré
A entregarle al río aquel
Mis sueños de ser quién soy ahora
Un hombre que ríe y llora también
Quiero volver a tus casas viejas
A tus calles polvorientas, quiero ver tu amanecer
Ese amanecer tan diferente, sé que ya no cambiaría
Sé que pronto he de volver
Sé que pronto he de volver
(Sé que pronto he de volver)
Volver

Autores de la canción: 
Carlos Oscar Carabajal

Los Manseros Santiagueños - 
Alla Donde Fui Feliz 

domingo, 18 de junio de 2023

VACIAR LA CASA DE LOS PADRES 🏡💕👪👨👩👴👵

Vaciar la casa de los padres 
🏡💕👪👨👩👴👵


Vaciar la casa de los padres es morir. Sajar el astroso armario donde tu madre guardaba el bolsón de gusanitos, que compraba en el mercado para tus hijos. A tu primogénito abarcándolo a duras penas y llevándoselo al sofá de la abuela para atiborrarse y decirle en su media lengua que los que sobraran se los iban a dar a los patos del parque. ¡El parque, en el cual tantos sueños se hacían carne con él de monarca y su abuela de escudera!
Desalojar la casa de los padres es no contemplar el sillón en el que tu madre, roída por el cáncer, sin fuerzas para llevar a sus nietos al jardín, disfrutaba viéndolos con los gusanitos, que ahora compraba tu hermana para conducirlos luego a alimentar a los patos. Había tradiciones que no se debían romper mientras estuviera viva. Rutinas que con ella también murieron. Como tantas otras cosas.
Cerrar la casa de los padres es perder para nunca el fantasma de la que te insufló luz, llevada al hospital a que la sedaran definitivamente, con una sonrisa en sus yertos ojos, intentando dar ánimos y abrazando, exánime, a sus nietos, en la convicción de que no habría más abrazos.
"Estremecerte al traer a tu hígado cuando, en un rapto de lucidez, te dijo que sabía que tú no eras muy católico, pero él sí. Iría al cielo: había luchado por ser un buen hombre"
Desocupar la casa de los padres es desarraigar el vergel en el que tu padre convirtió el balcón donde ella tenía macetas. Mimarlas, combinar claveles con geranios, petunias y margaritas era mantener viva a la mujer a la que comenzó a amar con doce años y hubo de dar tierra a los 60. Es extirpar los porrones de vino y puñados de cascaruja que vaciasteis al arrullo de las macetas, mientras intentabas aliviar su viudedad. Lo que más me gusta en la vida, hijo, es el vino, las flores y las mujeres. Sonreír al rememorar cómo, tras trasegar el primer porrón, empezaba a cambiar el orden de su tríada vital y las mujeres o las flores iban escalando peldaños.

Despejar la casa de los padres es vislumbrar las nieblas que empiezan a empañar la última vez que lo viste, 24 horas antes de que lo fulminara el infarto, celebrando la vida y agradeciendo a tus dioses que las brumas del alzheimer no te lo hubieran arrebatado del todo.
"Es sepultar al niño obeso, miope y fantasioso que siempre fuiste para ellos, aunque sobrepasaras la cincuentena. Ser consciente de que jamás volverás a poseer un cobijo igual"
Estremecerte al traer a tu hígado cuando, en un rapto de lucidez, te dijo que sabía que tú no eras muy católico, pero él sí. Iría al cielo: había luchado por ser un buen hombre. Como tal vez el camino a la Gloria fuera algo largo y se conocía, te rogó que le metieras en el ataúd una buena botella de vino, para hacerle más dulce la espera. Con él aún en el tanatorio, rota el alma al perder tu último asidero, te dirigiste a la Machacanta, su ventorrillo. Le pediste a Paqui una frasca. Ella, que lo conocía desde niña, rebuscó entre los estantes, limpió con mimo la mejor botella y la rellenó del tonel centenario. No te quiso cobrar: nadie mejor que él para llevar su vino al Cielo. Mientras le metías la frasca en el féretro y lo acariciabas, rememorabas las veces que le escuchaste “como a la Gloria vamos, bebamos”. Y bebiste por él antes de cerrar la tapa.

Es descubrir en los recovecos los primeros dientes, tuyos o de tus hermanos, los recordatorios de primeras comuniones y las calificaciones escolares, tus cartas de amor, atesorado a modo de reliquias por tu madre, sacerdotisa suprema del Amor. Hallar los relojes de su padre, al que no conociste, o las agujas de ganchillo con las que su madre le enseñó a bordar.
Es sepultar al niño obeso, miope y fantasioso que siempre fuiste para ellos, aunque sobrepasaras la cincuentena. Ser consciente de que jamás volverás a poseer un cobijo igual. De que quedas a la intemperie, cual Odiseo zaherido por Poseidón, con el solo tronco de una higuera al que aferrarse en la tormenta.

Vaciar la casa de los padres es, al fin y a la postre, morir.

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jueves, 13 de abril de 2023

¿HACIÉNDOME VIEJO? 👴👵 (EL ORIGINAL SE TITULA "ESTA CASA TERRENAL" (This Earthly Housepor) JACK JACKSON 🏡


Esta casa terrenal
🏡
Por Jack Jackson (aprox.1952-1955)

"Abraham obedeció porque quería ir a la ciudad 
que tiene cimientos eternos, una ciudad 
cuyo arquitecto y constructor es Dios".
Hebreos 11, 10

Me dices que me estoy haciendo viejo, pero en realidad no es así.
La casa en la que vivo puede estar desgastada y eso, por supuesto, lo sé.
Ha estado en uso durante mucho tiempo y ha resistido muchos vendavales.
Por lo tanto, no me sorprende encontrar que ahora es algo frágil.

Me dices que me hago viejo, mezclas mi casa y yo.
Estás mirando el exterior, eso es todo lo que la mayoría de la gente ve;
El habitante de la casita es brillante, joven y alegre.
Acaba de empezar una vida que dura a lo largo de un largo día eterno.

El color está cambiando en la torre, la ventana se ve oscura;
La pared es un poco transparente y se vuelve bastante delgada;
Los cimientos no son tan firmes como solían ser,
y eso es todo lo que observas, pero no soy realmente yo.

Reparo un poco la vieja casa para que dure toda la noche,
pero pronto estaré volando a mi hogar de luz infinita.
Voy a vivir para siempre allí, mi vida continúa, es grandiosa.
¿Cómo puedes decir que me estoy haciendo viejo? Usted no entiende.

Estos pocos años no pueden hacerme viejo, ¡siento que estoy en mi juventud!
La eternidad está justo delante, llena de vida, alegría y verdad.
No nos inquietaremos por ver esta casa en mal estado día tras día,
pero miraremos hacia nuestro nuevo hogar que nunca se deteriorará.

Quiero ser hecho apto para morar en esa bendita casa de lo alto,
Purificado en la sangre preciosa de Cristo, y creciendo en amor.
La belleza de ese glorioso hogar, ninguna palabra puede decirlo, está oculta a estos ojos mortales, ¡pero guardada para nosotros algún día!

Mi casa se está preparando en la tierra más allá del cielo,
Su Arquitecto y Constructor es mi Salvador en las alturas,
Pero prefiero pensar que Él me está dejando los muebles a mí.
Así que es un tesoro en el Cielo que debo almacenar cada día que viva.

¿HACIÉNDOME VIEJO?

"Hoy es el primer día del resto de tu vida".

"Graba esto en tu corazón: 
cada día es el mejor del año". 
Ralph W. Emerson

– Te estás haciendo viejo -me dijeron-, has dejado de ser tú, te estás volviendo amargado y solitario.

– No -respondí-, no me estoy haciendo viejo, quizá me estoy volviendo sabio; y te voy a decir por qué. Ya he dejado de ser lo que a otros les agradaba que yo hiciera, para convertirme en lo que a mí me gusta ser, he dejado de buscar la aceptación de la gente para aceptarme a mi mismo, he dejado atrás esos espejos mentirosos que engañan sin piedad.

No, no me estoy haciendo viejo, me estoy volviendo asertivo, selectivo de lugares y personas, costumbres e ideales. Ya dejé ir apegos, lastres y dolores innecesarios, ya dejé ir personas tóxicas y almas que me dañaron, y quiero que sepas que no es por amargura, es simplemente por salud. Ya dejé las noches de fiesta por insomnios de aprendizaje, dejé de vivir historias que nunca me llevaron a ningún lado y que solo los viví en mi mente, ya no las vivo, ahora las escribo, ya logré hacer a un lado a los estereotipos que tanto me marcaron, porque eran impuestos, como llegué a dañar a gente precisamente por estereotiparla, ya dejé también de usar maquillaje y pinturas para el pelo, solo ocultaba mis heridas, esas las dejo ahí, por algo las tengo, ahora llevo un libro que embellece mi mente.

Cambié las farras y la ingesta desmedida de vino y alcohol por tazas de café o té, ya me olvidé de idealizar la vida, ahora la estoy viviendo. No, te repito que no estoy envejeciendo, ahora llevo en mi alma esa lozanía que debí haber usado antes, y en mi corazón llevo también esa inocencia de quien a diario descubre algo nuevo. Llevo en mis manos la ternura de un capullo que al abrirlas expandirá sus alas, con objeto de ayudar y sanar a más gente, e iré a sitios inalcanzables, dejé la frivolidad de lo material para llevar una vida más espiritual.

Llevo en mi rostro la sonrisa que se escapa traviesa al observar la simplicidad de la naturaleza, llevo en mis oídos el trinar dulce y bello de las aves al oírlas al despertar y esto alegrará mi andar.

No, no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo selectivo, apostando mi tiempo a lo intangible, redescubriendo el cuento o el libro que alguna vez leí o me lo contaron, reentendiendo lo que quizá no quise entender redescubriendo nuevos mundos, y rescatando aquellos libros que a medias páginas yo había olvidado.

Me estoy volviendo más prudente, he dejado los arrebatos que nada enseñan, estoy aprendiendo a hablar de cosas trascendentes, estoy aprendiendo a cultivar conocimientos, estoy sembrando ideales y forjando mi destino.

No, no es que me esté volviendo viejo por dormir temprano los sábados, es que también los domingos, hay que despertar temprano, disfrutar el café sin prisa y leer con calma, un poemario.

No es por vejez por lo que se camina lento, es para observar la torpeza de los que a prisa andan y tropiezan con el descontento.

No es por vejez por lo que a veces se guarda silencio, es simplemente porque no a toda palabra hay que hacerle eco.

No, no me estoy poniendo viejo, estoy comenzando a vivir lo que realmente importa.

TE ESTÁS PONIENDO VIEJO