EL Rincón de Yanka: PRUDENCIA

inicio














Mostrando entradas con la etiqueta PRUDENCIA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta PRUDENCIA. Mostrar todas las entradas

lunes, 31 de julio de 2023

NUEVOS PECADOS CAPITALES: "MALEDICENCIA" 🍎 por ESTHER BENDAHAN 🍎

PPC estrena una colección de ensayos "PECADOS CAPITALES" en los que analiza las fragilidades humanas desde una perspectiva actual
“Al igual de que El Bosco hizo una lectura del ser humano y del mundo de su tiempo en ‘El jardín de las delicias’, nosotros hemos intentado acceder al paradigma cultural actual desde nuestros anhelos, preocupaciones y fragilidades”.

¿Y si los pecados capitales 
fueran nueve y no siete?

Los pecados y sus autores
  1. El catedrático de ética Miguel García-Baró se adentra en la avaricia, partiendo de la idea de que “no es simplemente el deseo de posesiones, bienes, dinero, honras”. “Tener 20.000 millones de euros no quiere ya decir que seamos avariciosos: dependerá de si sabemos usarlos para el bien de muchos, puesto que, aunque nos propongamos dilapidar en solo nosotros mismos una cantidad así de dinero, no alcanzaremos el objetivo por más larga y disipadamente que vivamos”, apunta.
  2. La Académica de la Real Academia de la Historia, Marifé Santiago Bolaños, se enfrenta a la envidia, con el preaviso de que quien la ejerce, “se ve juzgado siempre, y señalado”. “Sus relaciones sociales aparejan, por eso mismo, un permanente estado de alerta y una reacción automática violenta –reprimirla no impide que se note– ante cualquier sospecha emanada de su incapacidad para enfrentarse a sí mismo”, advierte.
  3. El crítico literario Rafael Narbona bucea en las consecuencias de la ira. “Su expresión más radical es la violencia”, apunta el escritor, que habla sobre cómo es “gestada en el laboratorio de las ideologías”. “La ira solo genera devastación; la compasión y el perdón, lejos de destruir, son los cimientos de todas las obras dignas de perdurar”, subraya Narbona.
  4. El arquitecto Álvaro Galmés parte de la gula para denunciar el actual “exceso de consumo, en cuanto al equilibrio, no del propio individuo, sino al equilibrio exterior”. “Es un hecho que los recursos del planeta son limitados y que, aunque una pequeña parte de él tenga la capacidad económica para explotarlo hasta la extenuación, la responsabilidad del ciudadano moderno tiene que prevalecer sobre su poder”, aporta.
  5. La periodista Cristina Sánchez Aguilar se pregunta por la lujuria, para sentenciar que “no es una mera liberación de tabúes o una ruptura con el «moralismo cristiano”. “Deja víctimas: adictos a la pornografía; niños que, a edades muy tempranas, pierden su virginidad y se acostumbran a prácticas sexuales salvajes; víctimas de trata vejadas para satisfacer la demanda desmedida de sexo…”, alerta.
  6. La directora del área de cultura del Centro Sefarad Israel, Esther Bendahan, redescubre la maledicencia desde su raíz hebrea que evoca a la “lengua venenosa”. “El pecado, la desconexión que es la maledicencia, la lengua venenosa, el ser transmisor de un rumor, nos corresponde a cada uno, y también a nuestros líderes”, expone.
  7. Asunción Escribano, catedrática de Lengua y Literatura Española, se sumerge en la pereza desde “la fragilidad de nuestra especie, de nuestra limitación como seres creados a partir de un soplo sobre la materia más fácil de quebrar”. Para Escribano, “el perezoso se aísla y dinamita una especie de acuerdo tácito con su mundo por el que se espera de él que contribuya a empujar la historia, al menos ese trozo pequeño que está al alcance de su espacio y de su tiempo”.
  8. El fraile capuchino Víctor Herrero de Miguel aborda la tristeza desde su cotidianidad personal: “Lo contrario de la tristeza es la realidad. Lo dice Simone Weil y así lo creo. Creo que en la realidad está la dicha. Lo he visto en la sonrisa de mi madre antes de morir”.
  9. El jesuita Xavier Quinzá se detiene en el espejo de la vanidad “que falsea lo que somos y le imprime una dinámica de perversión del don recibido de la vida” de la mano del orgullo y la soberbia. “Nos recuerda la enorme fragilidad de nuestra vida, que nos empuja a cultivar la humildad, como el deseo de verdad, que tanto ama Dios”, añade el teólogo.
MALEDICENCIA
"Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Si en verdad decimos que somos Cristianos ,no podemos estar murmurando con chisme ,envidia y otras cosas que hacen mucho daño cortamos el crecimiento espiritual y desanimamos a los demás a seguir,pidamos perdón a Dios y que lo que hagamos y hablemos sea para edificar y no derribar a nadie". Efesios 4:31-32
“Mi espada está en mi boca, / mi dardo está en mi lengua / y es mi labio mi escudo y mi rodela; / y para el corazón del que lo oye / es mi canto una maza que revienta / la rosa, y con mi cólera trituro. / Soy para mis amigos miel y leche, / más ponzoña de áspid para aquellos / que a mala parte echan mis consejos (…)”. Avicebrón (Salomón Ibn Gabirol)

Este libro sobre la maledicencia se puede llamar también, como en hebreo, lashón hará', lengua venenosa.
Es un paseo por libros y películas conversando con la idea del poder transformador y creador de la palabra.
Las palabras pronunciadas pueden ocasionar acontecimientos imprevisibles.
Si pecar es transgredir una norma, pasar un límite consensuado, al no insistir en el problema de la maledicencia, al premiar la mentira y el insulto gratuito, se provoca que no se atienda a la importancia de lo que se dice; así, el decir traidoramente no se relaciona con pecado.
Sin embargo, en la civilización judía hay todo un tratado sobre la palabra y la voluntad.

En la lengua hay poder de vida y muerte;
quienes la aman comerán de su fruto.
Proverbios 18:21

LA CONDENA



Era domingo por la mañana en lo más hermoso de la primavera. Georg Bendemann, un joven comerciante, estaba sentado en su habitación en el primer piso de una de las casas bajas y de construcción ligera que se extendían a lo largo del río en forma de hilera, y que sólo se distinguían entre sí por la altura y el color. Acababa de terminar una carta a un amigo de su juventud que se encontraba en el extranjero, la cerró con lentitud juguetona y miró luego por la ventana, con el codo apoyado sobre el escritorio, hacia el río, el puente y las colinas de la otra orilla con su color verde pálido.

Reflexionó sobre cómo este amigo, descontento de su éxito en su ciudad natal, había literalmente huido ya hacía años a Rusia. Ahora tenía un negocio en San Petersburgo, que al principio había marchado muy bien, pero que desde hacía tiempo parecía haberse estancado, tal como había lamentado el amigo en una de sus cada vez más infrecuentes visitas.

De este modo se mataba inútilmente trabajando en el extranjero, la extraña barba sólo tapaba con dificultad el rostro bien conocido desde los años de la niñez, rostro cuya piel amarillenta parecía manifestar una enfermedad en proceso de desarrollo. Según contaba, no tenía una auténtica relación con la colonia de sus compatriotas en aquel lugar y apenas relación social alguna con las familias naturales de allí y, en consecuencia, se hacía a la idea de una soltería definitiva.

¿Qué podía escribírsele a un hombre de este tipo, que, evidentemente, se había enclaustrado, de quien se podía tener lástima, pero a quien no se podía ayudar? ¿Se le debía quizá aconsejar que volviese a casa, que trasladase aquí su existencia, que reanudara todas sus antiguas relaciones amistosas, para lo cual no existía obstáculo, y que, por lo demás, confiase en la ayuda de los amigos? Pero esto no significaba otra cosa que decirle al mismo tiempo, con precaución, y por ello hiriéndolo aún más, que sus esfuerzos hasta ahora habían sido en vano, que debía, por fin, desistir de ellos, que tenía que regresar y aceptar que todos, con los ojos muy abiertos de asombro, lo mirasen como a alguien que ha vuelto para siempre; que sólo sus amigos entenderían y que él era como un niño viejo, que debía simplemente obedecer a los amigos que se habían quedado en casa y que habían tenido éxito.

¿E incluso entonces era seguro que tuviese sentido toda la amargura que había que causarle? Quizá ni siquiera se consiguiese traerlo a casa, él mismo decía que ya no entendía la situación en el país natal, y así permanecería, a pesar de todo, en su extranjero, amargado por los consejos y un poco más distanciado de los amigos. Pero si siguiera realmente el consejo y aquí se le humillase, naturalmente no con intención sino por la forma de actuar, no se encontraría a gusto entre sus amigos ni tampoco sin ellos, se avergonzaría y entonces no tendría de verdad ni hogar ni amigos. En estas circunstancias ¿no era mejor que se quedase en el extranjero tal como estaba? ¿Podría pensarse que en tales circunstancias saldría realmente adelante aquí?

Por estos motivos, y si se quería mantener la relación epistolar con él, no se le podían hacer verdaderas confidencias como se le harían sin temor al conocido más lejano. Hacía más de tres años que el amigo no había estado en su país natal y explicaba este hecho, apenas suficientemente, mediante la inseguridad de la situación política en Rusia, que, en consecuencia, no permitía la ausencia de un pequeño hombre de negocios mientras que cientos de miles de rusos viajaban tranquilamente por el mundo. Pero precisamente en el transcurso de estos tres años habían cambiado mucho las cosas para Georg. Sobre la muerte de su madre, ocurrida hacía dos años y desde la cual Georg vivía con su anciano padre en la misma casa, había tenido noticia el amigo, y en una carta había expresado su pésame con una sequedad que sólo podía tener su origen en el hecho de que la aflicción por semejante acontecimiento se hacía inimaginable en el extranjero. Ahora bien, desde entonces, Georg se había enfrentado al negocio, como a todo lo demás, con gran decisión. Quizá el padre, en la época en que todavía vivía la madre, lo había obstaculizado para llevar a cabo una auténtica actividad propia, por el hecho de que siempre quería hacer prevalecer su opinión en el negocio. Quizá desde la muerte de la madre, el padre, a pesar de que todavía trabajaba en el negocio, se había vuelto más retraído. Quizá desempeñaban un papel importante felices casualidades, lo cual era incluso muy probable; en todo caso, el negocio había progresado inesperadamente en estos dos años, había sido necesario duplicar el personal, las operaciones comerciales se habían quintuplicado, sin lugar a dudas tenían ante sí una mayor ampliación.

Pero el amigo no sabía nada de este cambio. Anteriormente, quizá por última vez en aquella carta de condolencia, había intentado convencer a Georg de que emigrase a Rusia y se había explayado sobre las perspectivas que se ofrecían precisamente en el ramo comercial de Georg. Las cifras eran mínimas con respecto a las proporciones que había alcanzado el negocio de Georg. Él no había querido contarle al amigo sus éxitos comerciales y si lo hubiese hecho ahora, con posterioridad, hubiese causado una impresión extraña.

Es así cómo Georg se había limitado a contarle a su amigo cosas sin importancia de las muchas que se acumulan desordenadamente en el recuerdo cuando se pone uno a pensar en un domingo tranquilo. No deseaba otra cosa que mantener intacta la imagen que, probablemente, se había hecho el amigo de su ciudad natal durante el largo período de tiempo, y con la cual se había conformado. Fue así como Georg, en tres cartas bastante distantes entre sí, informó a su amigo acerca del compromiso matrimonial de un señor cualquiera con una muchacha cualquiera, hasta que, finalmente, el amigo, totalmente en contra de la intención de Georg, comenzó a interesarse por este asunto.

Georg prefería contarle estas cosas antes que confesarle que era él mismo quien hacía un mes se había prometido con la señorita Frieda Brandenfeld, una joven de familia acomodada. Con frecuencia hablaba con su prometida de este amigo y de la especial relación epistolar que mantenía con él.

-Entonces no vendrá a nuestra boda -decía ella-, y yo tengo derecho a conocer a todos tus amigos.

-No quiero molestarlo -contestaba Georg-, entiéndeme, probablemente vendría, al menos así lo creo, pero se sentiría obligado y perjudicado, quizá me envidiaría y seguramente, apesadumbrado e incapaz de prescindir de esa pesadumbre, regresaría solo, solo ¿sabes lo que es eso?

-Bueno, ¿no puede enterarse de nuestra boda por otro camino?
-Sin duda no puedo evitarlo, pero es improbable dada su forma de vida.
-Si tienes esa clase de amigos, Georg, nunca debiste comprometerte.
-Sí, es culpa de ambos, pero incluso ahora no desearía que fuese de otra forma.

Y si ella, respirando precipitadamente entre sus besos, alegaba todavía:

-La verdad es que sí que me molesta.

Entonces era realmente cuando él consideraba inofensivo contarle todo al amigo.

-Así soy y así tiene que aceptarme -se decía-. No pienso convertirme en un hombre a su medida, hombre que quizá fuese más apropiado a su amistad de lo que yo lo soy.

Y, efectivamente, en la larga carta que había escrito este domingo por la mañana, informaba a su amigo del compromiso que se había celebrado, con las siguientes palabras: Me he reservado la novedad más importante para el final. Me he prometido con la señorita Frieda Brandenfeld, una muchacha perteneciente a una familia acomodada que se estableció aquí mucho tiempo después de tu partida y a la que tú apenas conocerás. Ya habrá oportunidad de contarte más detalles acerca de mi prometida, baste hoy con decirte que soy muy feliz y que en nuestra mutua relación sólo ha cambiado el hecho de que tú, en lugar de tener en mí un amigo corriente, tendrás un amigo feliz. Además tendrás en mi prometida, que te manda saludos cordiales y que te escribirá próximamente, una amiga leal, lo que no deja de tener importancia para un soltero. Sé que muchas cosas te impiden hacernos una visita, pero ¿acaso no sería precisamente mi boda la mejor oportunidad de echar por la borda, al menos por una vez, todos los obstáculos? Pero, sea como sea, actúa sin tener en cuenta todo lo demás y según tu buen criterio.

Georg había permanecido mucho tiempo sentado en su escritorio con la carta en la mano y el rostro vuelto hacia la ventana. Con una sonrisa ausente había apenas contestado a un conocido que, desde la calle, lo había saludado al pasar. Finalmente, se metió la carta en el bolsillo y, a través de un corto pasillo, se dirigió desde su habitación a la de su padre, en la que no había estado desde hacía meses. No existía, por lo demás, necesidad de ello, porque constantemente tenía contacto con él en el negocio; comían juntos en una casa de comidas, por la noche cada uno se tomaba lo que le apetecía pero después la mayoría de las veces se sentaban un ratito, cada uno con su periódico, en el cuarto de estar común, a no ser que Georg, como ocurría con mucha frecuencia, estuviese en compañía de amigos o, como ahora, fuese a ver a su novia.

Georg se extrañó de lo oscura que estaba la habitación del padre incluso en esta mañana soleada, tal era la sombra que proyectaba la alta pared que se elevaba al otro lado del estrecho patio. El padre estaba sentado ante la ventana, en un rincón adornado con recuerdos de la difunta madre, y leía el periódico, que sostenía de lado ante los ojos, con lo cual intentaba contrarrestar una cierta falta de visión. Sobre la mesa estaban aún los restos del desayuno, del que no parecía haber comido mucho.

-¡Ah Georg! -exclamó el padre, e inmediatamente se dirigió hacia él. Su pesada bata se abría al andar y los bajos revoloteaban a su alrededor.

Mi padre sigue siendo un gigante, se dijo Georg.

-Esto está insoportablemente oscuro -dijo a continuación.
-Sí, sí que está oscuro -contestó el padre.
-¿También has cerrado la ventana?
-Lo prefiero así.-Afuera hace bastante calor -dijo Georg como complemento a lo anterior, y se sentó.

El padre retiró la vajilla del desayuno y la colocó sobre una cómoda.

-La verdad es que sólo quería decirte -continuó Georg, que seguía los movimientos del anciano totalmente aturdido- que, por fin, he informado a San Petersburgo de mi compromiso.

Sacó un poco la carta del bolsillo y la dejó caer dentro de nuevo.

-¿Cómo que a San Petersburgo? -preguntó el padre.
-Sí, a mi amigo -dijo Georg, y buscó los ojos del padre.

En el negocio es completamente distinto, pensó. ¡Cuánto sitio ocupa ahí sentado y cómo se cruza de brazos!

-Sí, claro, a tu amigo -dijo el padre recalcándolo.
-Ya sabes, padre, que en un principio quería silenciar mi compromiso. Por consideración, por ningún otro motivo. Tú ya sabes que es una persona difícil. Puede enterarse de mi compromiso por otros cauces, me dije, y si bien esto apenas es probable dada su solitaria forma de vida, yo no puedo evitarlo, pero por mí mismo no debe enterarse.
-¿Y ahora has cambiado de opinión? -preguntó el padre.

Puso el periódico en el antepecho de la ventana y sobre el periódico las gafas que tapaba con las manos.

-Sí, ahora he cambiado de opinión. Si verdaderamente se trata de un buen amigo, me he dicho, entonces mi feliz compromiso es también para él motivo de alegría y por eso no he dudado más en comunicárselo. Sin embargo, antes de echar la carta quería decírtelo.
-Georg -dijo el padre, y estiró la boca sin dientes-, escucha por una vez. Has venido a mí por este asunto, para discutirlo conmigo. Esto te honra sin duda alguna, pero no sirve para nada, y menos aún que para nada, si no me dices ahora mismo toda la verdad. No quiero traer a colación cosas que nada tienen que ver con esto. Desde la muerte de nuestra querida madre han ocurrido ciertas cosas desagradables. Quizá también les llegue su turno, y quizá antes de lo que pensamos. En el negocio se me escapan algunas cosas, quizá no se me oculten, ahora no quiero en modo alguno alimentar la sospecha de que se me ocultan, ya no estoy lo suficientemente fuerte, me falla la memoria, ya no puedo abarcar tantas cosas. En primer lugar esto es ley de vida y, en segundo lugar, la muerte de tu madre me ha afligido mucho más que a ti. Pero ya que estamos tratando de este asunto de la carta, te pido, Georg, que no me engañes. Es una pequeñez, no merece la pena, así pues, no me engañes. ¿Tienes de verdad ese amigo en San Petersburgo?

Georg se levantó desconcertado.

-Dejemos en paz a mis amigos. Mil amigos no sustituyen a mi padre. ¿Sabes lo que creo?, que no te cuidas lo suficiente, pero los años exigen sus derechos. En el negocio eres indispensable para mí, bien lo sabes tú, pero si el negocio amenaza tu salud mañana mismo lo cierro para siempre. Esto no puede seguir así. Tenemos que adoptar otro modo de vida para ti, pero desde el principio. Estás sentado aquí en la oscuridad y en el cuarto de estar tendrías buena luz. Tomas un par de bocados del desayuno en lugar de comer como es debido. Estás sentado con las ventanas cerradas y el aire fresco te sentaría bien. ¡No, padre mío! Iré a buscar al médico y seguiremos sus prescripciones Cambiaremos las habitaciones. Tú te trasladarás a la habitación de delante y yo a ésta. No supondrá una alteración para ti, todo se llevará allí Ya habrá tiempo de ello, ahora te acuesto en la cama un poquito, necesitas tranquilidad a toda costa. Vamos, te ayudaré a desnudarte, ya verás cómo sé hacerlo. ¿O prefieres trasladarte inmediatamente a la habitación de delante y allí te acuestas provisionalmente en mi cama? La verdad es que esto sería lo más sensato.

Georg estaba de pie justo al lado de su padre, que había dejado caer sobre el pecho su cabeza de blancos y despeinados cabellos.

-Georg -dijo el padre en voz baja y sin moverse.

Georg se arrodilló inmediatamente junto al padre, vio las enormes pupilas en su cansado rostro dirigidas hacia él desde las comisuras de los ojos.

-No tienes ningún amigo en San Petersburgo. Tú has sido siempre un bromista y tampoco has hecho una excepción conmigo. ¡Cómo ibas a tener un amigo precisamente allí! No puedo creerlo de ninguna manera.
-Padre, haz memoria una vez más -dijo Georg, levantó al padre del sillón y le quitó la bata, estaba allí tan débil-, pronto hará ya tres años que mi amigo estuvo en casa de visita. Recuerdo todavía que no te hacía demasiada gracia. Al menos dos veces te oculté su presencia, a pesar de que en esos momentos se hallaba precisamente en mi habitación. Yo podía comprender bien tu animadversión hacia él, mi amigo tiene sus manías, pero después conversaste agradablemente con él. En aquellos momentos me sentía tan orgulloso de que lo escuchases, asintieses y preguntases… Si haces memoria tienes que acordarte. Él contó entonces historias increíbles de la revolución rusa. Cómo, por ejemplo, en un viaje de negocios a Kiev, había visto en un balcón a un sacerdote que se había cortado una ancha cruz de sangre en la palma de la mano, la levantó e invocó con ella a la multitud. Tú mismo has contado de vez en cuando esta historia.

Mientras tanto Georg había conseguido sentar al padre y quitarle cuidadosamente el pantalón de punto que llevaba encima de los calzoncillos de lino, así como los calcetines. Al ver la ropa, que no estaba precisamente limpia, se hizo reproches por haber descuidado al padre. Seguro que también formaba parte de sus obligaciones el cuidar de que el padre se cambiase de ropa. Todavía no había hablado expresamente con su prometida de cómo iban a organizar el futuro del padre, porque tácitamente habían supuesto que él se quedaría solo en el piso viejo. Sin embargo, ahora se decidió, de repente y con toda firmeza, a llevárselo a su futuro hogar. Bien mirado, casi daba la impresión de que el cuidado que el padre iba a recibir allí podría llegar demasiado tarde.

Llevó al padre en brazos a la cama. Una terrible sensación se apoderó de él cuando, a lo largo de los pocos pasos hasta ella, notó que su padre jugueteaba con la cadena del reloj sobre su pecho. Se agarraba con tal fuerza a la cadena del mismo, que no pudo acostarlo inmediatamente. Apenas se encontró en la cama, todo pareció volver de nuevo a la normalidad. Se tapó solo y se cubrió muy bien los hombros con el cobertor. No miraba a Georg precisamente con hostilidad.

-¿Verdad que ya te acuerdas de él? -preguntó Georg, y asintió con la cabeza haciendo un gesto alentador.
-¿Estoy bien tapado? -preguntó el padre como si no pudiese asegurarse él mismo de que sus pies se encontraban tapados.
-Así es que te gusta estar en la cama -dijo Georg, y colocó mejor el cobertor a su alrededor.
-¿Estoy bien tapado? -preguntó el padre de nuevo, y pareció prestar especial atención a la respuesta.
-Estate tranquilo, estás bien tapado.
-¡No! -gritó el padre de tal forma que la respuesta chocó contra la pregunta, echó hacia atrás el cobertor con una fuerza tal que por un momento quedó extendido en el aire, y se puso de pie sobre la cama. Sólo con una mano se apoyaba ligeramente en el techo.

-Querías taparme, lo sé, retoño mío, pero todavía no estoy tapado, y aunque sea la última fuerza es suficiente para ti, demasiada para ti. ¡Claro que conozco a tu amigo! Sería el hijo que desea mi corazón, por eso también lo has engañado durante todos estos años. ¿Por qué si no? ¿Acaso crees que no he llorado por él? Precisamente por eso te encierras en tu oficina: el jefe está ocupado, no se le puede molestar. Sólo para poder escribir tus falsas cartitas a Rusia. Pero, afortunadamente, nadie tiene que dar lecciones al padre sobre cómo adivinar las intenciones del hijo. De la misma manera que ahora has creído haberlo subyugado, subyugado de tal forma que podrías sentarte con tu trasero sobre él y él no se movería, en ese momento mi señor hijo ha decidido casarse.

Georg levantó la mirada hacia el espectro de su padre. El amigo de San Petersburgo, a quien de repente el padre conocía tan bien, se apoderaba de él como nunca hasta ahora. Lo vio perdido en la lejana Rusia. Lo vio en la puerta del negocio vacío y desvalijado, entre las ruinas de las estanterías, entre los géneros hechos jirones, entre los tubos de gas que estaban caídos… y él permanecía todavía erguido. ¿Por qué había tenido que irse tan lejos?

-¡Pero mírame -gritó el padre-. Georg corrió, casi distraído, hacia la cama, con la intención de comprenderlo todo, pero se quedó parado a mitad de camino.

-Porque ella se ha levantado las faldas -comenzó a hablar el padre-, porque se ha levantado así las faldas de cerda asquerosa -y para expresarlo plásticamente se levantó el camisón tan alto que se veía sobre el muslo la cicatriz de sus años de guerra-, porque se ha levantado así, y así las faldas, te has acercado a ella y, para poder gozar con ella sin que nadie molestase, has profanado la memoria de nuestra madre, has traicionado al amigo y has metido en la cama a tu padre para que no se pueda mover, pero ¿puede moverse o no?

Permanecía en pie sin apoyo alguno y lanzaba las piernas en todas las direcciones. Sonreía con entusiasmo al comprenderlo todo.

Georg estaba de pie en un rincón lo más lejos posible del padre. Desde hacía un rato había decidido firmemente observarlo todo con exactitud, para no ser indirectamente sorprendido de alguna forma por detrás o desde arriba. Entonces se acordó de nuevo de la decisión, ya hacía rato olvidada, y volvió a olvidarla tan deprisa como se pasa un hilo corto a través del ojo de una aguja.

-No obstante el amigo no ha sido todavía traicionado -gritó el padre, y lo corroboraba su índice movido de acá para allá- yo era su representante en este lugar.

Georg no pudo evitar gritar:

-¡Comediante!

Reconoció inmediatamente el daño y, demasiado tarde, los ojos fijos, se mordió la lengua hasta doblarse de dolor.

-¡Sí, por supuesto que he representado una comedia! ¡Comedia! ¡Buena palabra! ¿Qué otro consuelo le quedaba al anciano padre viudo? Dime, y durante el momento que dure la respuesta sé todavía mi hijo vivo. ¿Qué otra salida me quedaba en mi habitación interior, perseguido por un personal infiel, viejo hasta los huesos? Y mi hijo iba con júbilo por la vida, ultimaba negocios que yo había preparado, se retorcía de la risa y pasaba ante su padre con el reservado rostro de un hombre de honor. ¿Crees tú que yo no te hubiese querido, yo, de quien saliste tú?

Ahora se inclinará hacia delante, pensó Georg, ¡si se cayese y se estrellase! Esta palabra le pasó por la cabeza como una centella.

El padre se echó hacia delante, pero no se cayó. Puesto que Georg no se acercaba como había esperado, se irguió de nuevo.

-¡Quédate donde estás, no te necesito! Piensas que tienes todavía la fuerza suficiente para venir aquí, y solamente te contienes porque así lo deseas, ¡No te equivoques! Todavía soy el más fuerte, ¡Yo solo habría tenido quizá que retirarme, pero tu madre me ha dado su fuerza, con tu amigo me alié maravillosamente y a tu clientela la tengo aquí en el bolsillo!
-¡Incluso en el camisón tiene bolsillos! -se dijo Georg, y creyó que con esta observación podría hacerle quedar en ridículo ante todo el mundo. Pensó en esto sólo durante un momento, porque inmediatamente volvía a olvidarlo todo.
-¡Cuélgate del brazo de tu novia y ven hacia mí! ¡La barro de tu lado y no sabes cómo!

Georg hacía muecas como si no pudiese creerlo. El padre sólo asentía con la cabeza, ratificando la verdad de lo que decía y dirigiéndose al rincón en que se encontraba Georg.

-¡Cómo me has divertido hoy cuando has venido y me has preguntado si debías contarle a tu amigo lo del compromiso! ¡Si lo sabe todo, estúpido, lo sabe todo! Yo le escribía porque olvidaste quitarme las cosas para escribir. Por eso ya no viene desde hace años, lo sabe todo cien veces mejor que tú mismo, tus cartas las arruga con la mano izquierda sin haberlas leído, mientras que con la derecha se pone delante mis cartas para leerlas.

De puro entusiasmo agitaba el brazo por encima de la cabeza.

-¡Lo sabe todo mil veces mejor! -gritó.
-Diez mil veces -dijo Georg con la intención de burlarse de su padre, pero todavía en su boca estas palabras adquirieron un tono profundamente serio.

-¡Desde hace años estoy a la espera de que me vengas con esa pregunta! ¿Crees que me preocupa alguna otra cosa? ¿Crees que leo periódicos? ¡Mira! -Y tiró a Georg un periódico que, de alguna forma, había ido a parar a su cama. Un periódico viejo con un nombre que a Georg le era completamente desconocido.
-¡Cuánto tiempo has tardado en llegar a la madurez! Tuvo que morir tu madre, no llegó a ver el día de júbilo. El amigo perece en su Rusia, ya hace tres años estaba amarillo de muerte, y yo, ya ves cómo me va a mí, para eso tienes ojos.
-Entonces me has espiado -gritó Georg.

El padre, en tono compasivo e incidental, dijo:

-Probablemente eso querías haberlo dicho antes, ahora ya no viene a cuento -y en voz más alta-: Ahora ya sabes lo que había además de ti, hasta ahora no sabías más que de ti mismo. Lo cierto es que fuiste un niño inocente, pero aún más ciertamente fuiste un hombre diabólico. Por eso has de saber que yo te condeno a morir ahogado.

Georg se sintió como expulsado de la habitación, el golpe con el que el padre a su espalda había caído sobre la cama resonaba todavía en sus oídos. En la escalera, por cuyos escalones bajaba tan de prisa como si se tratase de una rampa inclinada, sorprendió a la criada que estaba a punto de subir para arreglar el piso.

-¡Jesús! -gritó, y se tapó la cara con el delantal, pero él ya se había ido.

Salió del portal de un salto, el agua lo atraía por encima de la calzada. Ya se asía firmemente a la baranda como un hambriento a la comida. Saltó por encima como el excelente atleta que, para orgullo de sus padres, había sido en sus años juveniles. Todavía seguía sujeto con las manos, débilmente. cuando divisó entre las barras de la baranda un ómnibus que cubriría con facilidad el ruido de su caída. Exclamó en voz baja: Queridos padres, a pesar de todo siempre los he querido, y se dejó caer.

En ese momento atravesaba el puente un tráfico verdaderamente interminable.
FIN
“Das Urteil”,
Arcadia, 1913

VER 

EN EL PROGRAMA "SHALOM" DE TVE2:



COMUNICAR INVOLUCRA


jueves, 13 de abril de 2023

¿HACIÉNDOME VIEJO? 👴👵 (EL ORIGINAL SE TITULA "ESTA CASA TERRENAL" (This Earthly Housepor) JACK JACKSON 🏡


Esta casa terrenal
🏡
Por Jack Jackson (aprox.1952-1955)

"Abraham obedeció porque quería ir a la ciudad 
que tiene cimientos eternos, una ciudad 
cuyo arquitecto y constructor es Dios".
Hebreos 11, 10

Me dices que me estoy haciendo viejo, pero en realidad no es así.
La casa en la que vivo puede estar desgastada y eso, por supuesto, lo sé.
Ha estado en uso durante mucho tiempo y ha resistido muchos vendavales.
Por lo tanto, no me sorprende encontrar que ahora es algo frágil.

Me dices que me hago viejo, mezclas mi casa y yo.
Estás mirando el exterior, eso es todo lo que la mayoría de la gente ve;
El habitante de la casita es brillante, joven y alegre.
Acaba de empezar una vida que dura a lo largo de un largo día eterno.

El color está cambiando en la torre, la ventana se ve oscura;
La pared es un poco transparente y se vuelve bastante delgada;
Los cimientos no son tan firmes como solían ser,
y eso es todo lo que observas, pero no soy realmente yo.

Reparo un poco la vieja casa para que dure toda la noche,
pero pronto estaré volando a mi hogar de luz infinita.
Voy a vivir para siempre allí, mi vida continúa, es grandiosa.
¿Cómo puedes decir que me estoy haciendo viejo? Usted no entiende.

Estos pocos años no pueden hacerme viejo, ¡siento que estoy en mi juventud!
La eternidad está justo delante, llena de vida, alegría y verdad.
No nos inquietaremos por ver esta casa en mal estado día tras día,
pero miraremos hacia nuestro nuevo hogar que nunca se deteriorará.

Quiero ser hecho apto para morar en esa bendita casa de lo alto,
Purificado en la sangre preciosa de Cristo, y creciendo en amor.
La belleza de ese glorioso hogar, ninguna palabra puede decirlo, está oculta a estos ojos mortales, ¡pero guardada para nosotros algún día!

Mi casa se está preparando en la tierra más allá del cielo,
Su Arquitecto y Constructor es mi Salvador en las alturas,
Pero prefiero pensar que Él me está dejando los muebles a mí.
Así que es un tesoro en el Cielo que debo almacenar cada día que viva.

¿HACIÉNDOME VIEJO?

"Hoy es el primer día del resto de tu vida".

"Graba esto en tu corazón: 
cada día es el mejor del año". 
Ralph W. Emerson

– Te estás haciendo viejo -me dijeron-, has dejado de ser tú, te estás volviendo amargado y solitario.

– No -respondí-, no me estoy haciendo viejo, quizá me estoy volviendo sabio; y te voy a decir por qué. Ya he dejado de ser lo que a otros les agradaba que yo hiciera, para convertirme en lo que a mí me gusta ser, he dejado de buscar la aceptación de la gente para aceptarme a mi mismo, he dejado atrás esos espejos mentirosos que engañan sin piedad.

No, no me estoy haciendo viejo, me estoy volviendo asertivo, selectivo de lugares y personas, costumbres e ideales. Ya dejé ir apegos, lastres y dolores innecesarios, ya dejé ir personas tóxicas y almas que me dañaron, y quiero que sepas que no es por amargura, es simplemente por salud. Ya dejé las noches de fiesta por insomnios de aprendizaje, dejé de vivir historias que nunca me llevaron a ningún lado y que solo los viví en mi mente, ya no las vivo, ahora las escribo, ya logré hacer a un lado a los estereotipos que tanto me marcaron, porque eran impuestos, como llegué a dañar a gente precisamente por estereotiparla, ya dejé también de usar maquillaje y pinturas para el pelo, solo ocultaba mis heridas, esas las dejo ahí, por algo las tengo, ahora llevo un libro que embellece mi mente.

Cambié las farras y la ingesta desmedida de vino y alcohol por tazas de café o té, ya me olvidé de idealizar la vida, ahora la estoy viviendo. No, te repito que no estoy envejeciendo, ahora llevo en mi alma esa lozanía que debí haber usado antes, y en mi corazón llevo también esa inocencia de quien a diario descubre algo nuevo. Llevo en mis manos la ternura de un capullo que al abrirlas expandirá sus alas, con objeto de ayudar y sanar a más gente, e iré a sitios inalcanzables, dejé la frivolidad de lo material para llevar una vida más espiritual.

Llevo en mi rostro la sonrisa que se escapa traviesa al observar la simplicidad de la naturaleza, llevo en mis oídos el trinar dulce y bello de las aves al oírlas al despertar y esto alegrará mi andar.

No, no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo selectivo, apostando mi tiempo a lo intangible, redescubriendo el cuento o el libro que alguna vez leí o me lo contaron, reentendiendo lo que quizá no quise entender redescubriendo nuevos mundos, y rescatando aquellos libros que a medias páginas yo había olvidado.

Me estoy volviendo más prudente, he dejado los arrebatos que nada enseñan, estoy aprendiendo a hablar de cosas trascendentes, estoy aprendiendo a cultivar conocimientos, estoy sembrando ideales y forjando mi destino.

No, no es que me esté volviendo viejo por dormir temprano los sábados, es que también los domingos, hay que despertar temprano, disfrutar el café sin prisa y leer con calma, un poemario.

No es por vejez por lo que se camina lento, es para observar la torpeza de los que a prisa andan y tropiezan con el descontento.

No es por vejez por lo que a veces se guarda silencio, es simplemente porque no a toda palabra hay que hacerle eco.

No, no me estoy poniendo viejo, estoy comenzando a vivir lo que realmente importa.

TE ESTÁS PONIENDO VIEJO


sábado, 29 de octubre de 2022

LIBRO "CÓMO SOBREVIVIR A LA ERA DEL ANTICRISTO". UNA SUMA CATÓLICA PARA TIEMPOS SOMBRÍOS 👥👿💥


“Cómo sobrevivir a la Era del Anticristo”, 
una suma católica para tiempos sombríos


“La Iglesia es a la sociedad civil lo que el alma racional es al cuerpo.”

Los tremendos problemas político-sociales que sacuden nuestro tiempo no serían tales si la Iglesia Discente, es decir el cuerpo de fieles católicos, gozara de una instrucción teológica adecuada. Por desgracia, desde que el Concilio Vaticano II erradicó la Apologética del apostolado de la pluma, los educandos en la doctrina católica se han visto literalmente privados de una enseñanza acorde a los intereses de la Catolicidad, que son universales y no parcelarios. Las fuentes del conocimiento, por tanto, han sido cuasi erradicadas o bien contaminadas con inextricables venenos liberales y/o modernistas.
Como réplica y reacción ante la indigencia en materia doctrinal dominante, surge este libro de filiación anti-modernista, cuya función no es otra que la de “iluminar” (en las antípodas del sentido masónico que esta palabra pueda denotar) parcelas del conocimiento sumidas en la tiniebla de la postmodernidad: Cómo sobrevivir a la Era del Anticristo, editado y coordinado conjuntamente por Patricio Shaw y José Antonio Bielsa, mira a las viejas «sumas» del siglo XIX para recuperar la cordura en este infausto siglo XXI.
«El que os escucha a vosotros, me escucha a mí; y el que os desprecia a vosotros, a mí me desprecia. Y quien a mí me desprecia, desprecia a aquel que me ha enviado» (LC 10,16).
Autores tradicionalistas y anti-modernistas son rescatados con un objetivo diáfano: salvaguardar el magisterio perenne ante el ingente caudal de libros modernistas y neo-modernistas difundidos, de tan peligrosa lectura como indeseables frutos.
Queda quizá por hacer la pregunta más pertinente, al fin y al cabo: ¿cómo sobrevivir a esta Era del Anticristo que nos consume? He aquí la cuestión capital.

Esta obra surgida a tiempo y destiempo pretende afianzar una respuesta, y por tanto quiere significarse ofreciendo al lector un amplio arsenal de refuerzo con el que fortificar su Espíritu, aferrándose a algunas de las más preclaras inteligencias del catolicismo romano, como Auguste Dubois, el P. Sertillanges o el jesuita Giovanni Maria Cornoldi, entre otros; las traducciones de sus excelsos textos han sido llevadas a término por Patricio Shaw tras varios años de fatigosa disciplina.
Entre las primicias que incorpora el libro, merece destacarse especialmente la recuperación íntegra de la hasta hoy inédita (en lengua española) SYNTHÈSE CATHOLIQUE, de Auguste Dubois, aparecida el 15 de febrero de 1896 en «La Science catholique: revue des questions sacrées et profanes».

En manos del interesado está acercarse a esta fuente cuasi infinita de saber y estudio. LAUS DEO.

EL ANTICRISTO. QUIÉN ES | Reportajes Refugio

VER+:


jueves, 20 de octubre de 2022

LIBRO Y PELÍCULA "EL JUGADOR" 🂡🃏 (EL GRAN PECADOR - THE GREAT SINNER) DE Fiódor Dostoyevski 🂡🃏 Y ORACIÓN PARA LA LIBERACIÓN DE CADENAS Y VICIOS 🙏


“Jugar significa mucho más que ganar o perder,
al final, es tu alma lo que terminas jugando”


¡SÁLVAME DEL MAL QUE HAY EN MÍ!

En 1867, el escritor ruso Fiódor Dostoyevski, publicó su novela, "El Jugador (Игрок)", en la que recreara su propia adicción a la ruleta durante el tiempo que estuvo en Wiesbaden, Alemania, atraído por, Apollinaria Prokófievna Súslova (Polina, la llamaban sus amigos), con quien sostuvo un apasionado romance. Escrita bajo la presión del editor -con quien firmó un contrato que lo obligaba a entregarla en un plazo perentorio, so pena (en caso en caso de incumplimiento) de que éste se quedaría con los derechos de todo lo que publicara en los siguientes nueve años-, Dostoyevski, logró entregarla en tan solo 26 días, y dejó bordada una magnífica trama donde, el infierno que padecen los ludópatas queda meticulosamente recreado, al tiempo que deja expuesta la suerte de vida que solían llevar los rusos en el extranjero.

Con estos elementos, y también con una clara alusión a “Crimen y Castigo”, magistral novela en la que, el escritor ruso, alude al asesinato de una anciana prestamista y los posteriores tormentos de su victimario, los guionistas Ladislas Fodor, Christopher Isherwood y René Füelöep-Miller, consiguen redondear una historia muy dostoyevskiana, pero, dejando que, el espectador, tenga que advertir quién es el autor del que la sustrajeron, ya que ellos asumen sus particulares cambios.

Puesta en manos del director alemán, Robert Siodmak -por entonces asentado en Hollywood- y con un sólido reparto encabezado por un joven, Gregory Peck, junto a, Ava Gardner, en el esplendor de su belleza; secundados por Melvyn Douglas, Walter Huston, Ethel Barrymore y Frank Morgan, entre otros, "EL GRAN PECADOR", es una de esas historias que toca seguirlas para poder anticiparse a esa suerte de temibles adicciones en las que cualquiera puede llegar a caer… y si ya caíste, quizás motive la reflexión necesaria para escapar si se está a tiempo.

El filme resulta bastante fluido y con gran fuerza emotiva; y como lo hiciera Dostoyevski, juega a la observancia de aquellos personajes que nadie pareciera ver, pero que, él veía, porque su propósito -al entrar personalmente en semejante escenario- era dejar, fielmente plasmados, la suerte de caracteres que por allí circulan, más los ocasionales beneficios y muy frecuentes desgracias que, en los casinos, suelen causarse.

Una nueva versión de “El Jugador”, sería rodada, en 1958, por el director francés, Claude Autant-Lara (“Le Joueur"); y en 1981, el director soviético, Aleksandr Zarkhi, filmaría, “26 días en la vida de Dostoyevski”, sobre lo ocurrido durante la escritura de la inmortal novela.

Una frase del filme que nunca deberíamos olvidar:

“Jugar significa mucho más que ganar o perder, 
al final, es tu alma lo que terminas jugando”.

Bastaría ser prudente y paciente una sola vez en mi vida, y esto es todo. Bastaría una sola vez tener carácter y, en una hora, podría cambiar todo mi destino. Lo esencial es el carácter. No tengo más que acordarme de lo que me sucedió hace siete meses en Roulettenbourg, antes de arruinarme definitivamente. ¡Aquél fue un ejemplo de resolución!: lo había perdido todo... Miro… todavía se paseaba un florín por el bolsillo de mi chaleco. Puse ese florín à manque, y realmente, se experimenta una sensación particular cuando solo, en un país extranjero, lejos de la patria, de los amigos, no sabiendo si se va a comer aquel día, arriesga uno su último florín… Gané, y veinte minutos más tarde salí del Casino con setenta florines en el bolsillo”.

VER+:

“Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo. Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto fue para que se cumpliese la Escritura, que dice: Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. Y así lo hicieron los soldados”. Juan 19:23-24

🙏
Oración para la liberación de males 
(vicios, dependencias, alcoholismo, ludopatía...)

+ En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

(ORACIÓN INICIAL SOLICITANDO LA AYUDA DIOS)

Dios nuestro Señor,
Dios Padre bueno y lleno de infinita clemencia,
nos ponemos con humildad ante Tu Presencia
para suplicarte la liberación de todo espíritu maligno,
de todo mal, de toda dependencia o tentación,
de todo mal deseo o vicio (alcoholismo, drogas, ludopatía…)
de todo lo que nos causa desgracia y aflicción.
Danos tu Espíritu, Creador del universo,
para que nuestra oración sea agradable a tu Corazón,
que él nos inspire las mejores plegarias,
nos haga comprender tu mensaje
y tener la fortaleza necesaria
para la conversión de nuestras vidas.
Que la Santísima Virgen María, junto al Arcángel San Miguel
nos acompañen en esta oración.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

ORACIÓN DE PETICIÓN

Señor, Dios todopoderoso, misericordioso y omnipotente,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
expulsa de mí ....... (o de .......)
toda influencia de los espíritus malignos.
Padre, en el nombre de Cristo
te pido que rompas toda cadena y atadura
que los demonios tengan sobre mí.
Derrama sobre mí la Preciosísima Sangre de tu Hijo.
Que su Sangre Inmaculada y Redentora
quebrante toda atadura sobre mi cuerpo y mi mente.
Todo esto te lo pido confiadamente
por mediación de la Santísima Virgen María.
San Miguel arcángel, intercede, ven en mi ayuda.
En el nombre de Jesús ordeno a todo demonio
que pueda tener alguna influencia sobre mí,
que salga para siempre.
Por Jesucristo, nuestro Señor y hermano,
por su flagelación, por su corona de espinas,
por su cruz, por su sangre, por su resurrección,
ordeno a todo espíritu maligno que salga.
Por el Dios verdadero, por el Dios santo,
por el Dios que todo lo puede,
te ordeno espíritu inmundo
que salgas en el nombre de Jesús, mi Salvador y Señor.
Dios omnipotente, Padre de Bondad,
que a los abandonados los haces habitar en tu casa,
y concedes la felicidad a los cautivos,
mira nuestra (mi) aflicción y ven en nuestro (mi) auxilio,
vence al enemigo malvado que me atormenta,
de modo que superada la presencia del adversario,
nuestra (mi) libertad alcance su descanso,
y restituidos a la tranquila devoción
podamos (pueda) confesar que eres bueno y admirable
y que concediste a tu pueblo la fuerza.
Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.

Sálvame, Cristo Salvador, por la fuerza de tu Cruz. +

Tú que salvaste a Pedro en el mar, ten misericordia de mí.

Por la señal de la Santa Cruz +
de nuestros enemigos del alma y cuerpo
líbranos, Señor, Dios nuestro.
Por tu cruz + sálvanos, Cristo redentor,
que muriendo destruiste nuestra muerte
y resucitando restauraste la vida.
Honramos tu Cruz +, Señor.
recordamos tu gloriosa Pasión.
Ten compasión de nosotros, tú que padeciste por nosotros.
Te adoramos, Cristo y te bendecimos,
porque con tu Santa Cruz + redimiste al mundo.
En el Nombre de Jesús,
espíritu de .......
(nombrar el motivo por el que se hace la oración,
por ejemplo, espíritu de la violencia, o de la drogadicción,
o del alcoholismo, o de la blasfemia, o del vicio de …)
te ordeno que salgas de .......
Ato todo poder que tengas espíritu inmundo, sobre .......
La Sangre de Cristo rompe toda atadura,
toda influencia, que tengas sobre.......
Así sea.

Rezar tres Padrenuestros, Avemaría y Gloria

A tu amparo y protección, Madre de Jesús, acudimos.
No desprecies nuestros ruegos
y protégenos de todos los peligros,
Virgen gloriosa y bendita, defiende siempre a tus hijos.
Que la Santa Cruz sea mi luz,
no sea el demonio mi guía.
Retírate, Satanás, no me aconsejes vanidades,
son malas las cosas que das,
bebe tú esos venenos.
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas escóndeme.
No permitas que me aparte de ti.
Del maligno enemigo defiéndeme.
En la hora de mi muerte llámame,
y mándame ir a ti, para que con tus santos te alabe
por los siglos de los siglos.
Amén.

Dios Padre, manda ahora Tu Espíritu sobre .......
para que lo guie, lo dirija y lo aconseje,
en la reparación de todas las faltas cometidas
y los perjuicios que ha causado.
Sella a esta tu criatura .......
para que lo que ha sido liberado no vuelva nunca jamás
Que así se cumpla, porque está en nuestra Fe.
En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. +
Amén, Amén, Amén.

Rezar el Padre Nuestro, Credo y Gloria.

La oración se puede hacer para si mismo o para otra persona
que queramos ver libre de cualquier vicio o dependencia.

Dostoievsky. El Jugador by .