EL Rincón de Yanka: agosto 2014

inicio









CALENDARIO CUARESMAL 2024

CALENDARIO CUARESMAL 2024





sábado, 30 de agosto de 2014

BANKSY GRITA EN SUS PINTADAS LA ESTUPIDEZ POSTMODERNISTA




 MovileLovers


Nosotros estamos siendo escuchados por la gente que no queremos ser escuchados e ignorados por la gente que más queremos.




#Banksy



jueves, 28 de agosto de 2014

SOMOS EL COSMOS MISMO





Somos hijos del cosmos, es más... somos el cosmos mismo y analógicamente hay humanos que son como estrellas, soles e iluminan, son creadores, sostenes de vida, de futuro. Pero otros son como agujeros negros... succionan la luz, devoran y destruyen todo lo que se les aproxima, cae bajo su ámbito.¿Será un destino del planeta que sea tan evidente y desde los inicios del Hombre, que estemos condenados a esa ley cósmica.

Tú y yo formamos parte indisoluble, indistinguible, del cosmos. Somos materia y energía, existimos en el espacio y el tiempo, evolucionamos con la entropía, la fluctuación, la luz y el calor. No hay tanta diferencia entre tú y yo y los peces y los diamantes y las estrellas. Nuestra naturaleza es la misma; somos –muy, muy profundamente– la misma cosa. Para ti, para mí y para todo lo que existe, el cosmos es algo personal.



Y esta es la auténtica historia más grande jamás contada: la historia de todo y de todos, de lo que fuimos, de lo que somos y de lo que seremos. Comprender el cosmos es comprendernos a nosotros mismos; entender tu ser profundo y el mío. De dónde venimos, dónde estamos, a dónde vamos y qué pintamos aquí, suponiendo que pintemos algo.

La Humanidad forma parte indisoluble, indistinguible del cosmos. Todo lo que somos surgió con el mismo universo y en el corazón de las estrellas. En palabras de Carl Sagan, somos polvo de estrellas.

Es un muy largo viaje el que nos trajo hasta aquí, iniciado cuando tus primeros quarks y electrones surgieron en un lugar y tiempo de extrema energía. Ahora, vivimos en un universo a escalas inmensas, lleno de realidades asombrosas, desde la materia más minúscula hasta las grandes murallas estelares. Pasando, claro, por la vida: las plantas, los animales, tú, yo.

También ha sido un largo viaje de conocimiento, aprendizaje y evolución personal colectiva. Desde que algún retatarabuelo miró a las estrellas y se preguntó qué había allí hasta las naves que surcan el espacio profundo y observan galaxias lejanas, hemos vivido una fascinante aventura de curiosidad, maravilla, imaginación, escepticismo y pensamiento científico. Sobre las cenizas de aquella Biblioteca de Alejandría donde pereció el saber de la Antigüedad, hemos terminado por comenzar a entender. Poco a poco, hemos empezado a aprender.






"Lo más importante es no dejar de interrogarse. La curiosidad tiene su propia razón de existir. Uno no puede evitar asombrarse cuando contempla los misterios de la eternidad, de la vida, de la maravillosa estructura de la realidad. Es suficiente si uno trata simplemente de comprender un poco de este misterio cada día. No hay que perder jamás la sagrada curiosidad". Albert Einstein



miércoles, 27 de agosto de 2014

NADIE CAMINA LA VIDA SIN HABER PISADO EN FALSO MUCHAS VECES...




NADIE… 

Desconozco autoría

Nadie camina por la vida sin haber pisado en falso muchas veces… 
Nadie recoge cosechas sin probar muchos sabores y abonar mucha tierra… 
Nadie mira la vida sin acobardarse en algunas ocasiones, ni se mete en el barco sin temerle al agua, ni llega al puerto sin remar muchas veces… 
Nadie siente el amor sin probar muchas lágrimas, ni recoge rosas sin pincharse con las espinas… 
Nadie hace obras sin martillar sobre el edificio, ni cultiva amistad sin renunciar a si mismo… 
Nadie llega a la otra orilla sin haber construido puentes para pasar… 
Nadie consigue su ideal sin haber pensado muchas veces que perseguía un imposible… 
Nadie alcanza la meta con un solo intento…, ni perfecciona la vida con una sola rectificación, ni alcanza altura con un solo vuelo… 
Pero nadie deja de llegar a su objetivo cuando tiene la claridad de un don. 
El crecimiento de su voluntad, el poder para realizarse y el impulso de su pasión… 
Nadie deja de llegar cuando en verdad se lo propone. 


NADIE
PAULO COELHO

“Nadie alcanza la meta con un solo intento, ni perfecciona la vida, con una sola rectificación, ni alcanza altura con un solo vuelo. 
Nadie camina la vida sin haber pisado en falso muchas veces. 
Nadie recoge cosechas sin probar muchos sabores, enterrar muchas semillas y abonar mucha tierra.
Nadie mira la vida sin acobardarse en muchas ocasiones, ni se mete en el barco sin temerle a la tempestad, ni llega al puerto sin remar muchas veces.
Nadie siente el amor sin probar sus lágrimas, ni recoge rosas sin sentir sus espinas. 
Nadie hace obras sin golpear sobre su edificio, ni cultiva amistad sin renunciar a si mismo.
Nadie llega a la otra orilla sin haber ido haciendo puentes para pasar.
Nadie puede juzgar sin conocer primero su propia debilidad. 
Nadie consigue su ideal sin haber pensado muchas veces que perseguía un imposible. 
Nadie reconoce la oportunidad hasta que esta pasa por su lado y la deja ir. 
Nadie debe vivir sin cambiar, ver cosas nuevas, experimentar otras sensaciones, y tener la capacidad de corregir sus errores. 
Nadie tiene el derecho de consumir el amor o la amistad de las personas si uno mismo no la produce. 
Nadie puede intercambiar un apretón de manos con el puño cerrado. 
Nadie encuentra el pozo del placer hasta caminar por la sed del desierto. 
Pero nadie deja de llegar, cuando se tiene la claridad de un don, el crecimiento de su voluntad, la abundancia de la vida, el poder de realizarse y el impulso de si mismo. 
Nadie deja de arder con fuego dentro, sin antes saber lo que es el calor de la amistad.
Nadie deja de llegar cuando de verdad se lo propone. Si usas todo lo que tienes y confías en ti ¡esfuérzate! porque… ¡vas a llegar! Sin fe se puede perder un juego, cuando ya estaba casi ganado.”






Nadie 
Zenaida Bacardí de Argamasilla 
Libro: 
Ramillete de Estrellas 

Nadie se hace corriente, sin haber sido agua muchas veces... 
Nadie se hace flor, sin haber sido primero cascarón y semilla... 
Nadie cuaja en fruto, sin haber vivido bajo tierra en buen tiempo... 
Nadie llega a la muralla, sin haber empezado por ladrillo... 
Nadie sube una escalera, sin haber pisado escalón por escalón... 
Nadie ama la vida, sin haberle conocido todos sus matices... 
Nadie perdona, sin haber goteado todo su veneno... 
Nadie se conforma, sin haber sentido la mano de Dios... 
Nadie se conoce, sin desnudar su conciencia... y descartar su apasionamiento... 
Nadie llega a la cima, sin haber resbalado muchas veces subiendo la montaña... 
Nadie concibe un ideal, sin una mecha dentro... 
Nadie cumple su destino, sin trazar su meta... 
aferrarse al timón... y plantarse ante la vida... 

Nadie puede conocer la religión, sin el "botón de oro" de la muerte de Cristo... 
Nadie pesca almas, sin tirar las redes... 
Nadie oye a los que pasan, sin abrir sus ventanas... 
Nadie se resignaría a morir, si la muerte no fuera puerta... principio... cielo... ¡y Dios! 

Nadie es feliz por conseguir lo que quiere, sino por querer el bien... el amor... y la dicha de todos. 
Nadie podría entender esta vida, si no miráramos al derecho lo que esta al revés... y no miráramos por otro lado, los renglones torcidos. 
Nadie reparte lo que tiene, sin amor al hermano... sin sentido de justicia... y sin generosidad del corazón... 
Nadie alcanza la meta con un solo intento, ni perfecciona la vida con una sola rectificación. Ni alcanza altura con un solo vuelo... 
Nadie camina la vida sin haber pisado en falso muchas veces... 
Nadie recoge cosecha sin probar muchas clases de semillas... 
Nadie mira la vida sin acobardarse en muchas ocasiones... 
Nadie llega a puerto, sin bracear muchas veces... 

Ni siente el amor, sin probar sus lágrimas... 
Ni recoge rosas, sin sentir sus espinas... 
Ni forma hogar, sin prolongarse en otros... 
Ni cultiva amistad, sin renunciar a si mismo... 
Ni se hace hombre, sin sentir a Dios... 

Nadie sería nada, 
sin la "Gracia Divina" detrás de cada sueño... 
de cada conquista... 
de cada éxito... 
de cada galardón 

Nadie seria ni lo poco que somos!



martes, 26 de agosto de 2014

MI POBRE VENEZUELA RICA DE SERGIO DELGADO



MI POBRE VENEZUELA RICA


Pobre Venezuela rica, en manos de quién caíste,
grandes jaurías de verbo hiriente,
agreden con piedra, puñal y plomo,
el delito es pensar, tan sólo pensar,
como rebaños detrás de su guía,
que les enseña a odiar y gritar,
pero no a trabajar,
a existir y ser.


Pobre mi
Venezuela rica,
atrapada en dogmas y seres dogmáticos,
buscando su necesidad de ser y existencia en el pasado,
despertando al Libertador de su muerte,
trayendo sus despojos a nuestra época,
veo cómo lo levantan con dificultad en vilo,
y se ponen a gritar consignas extrañas,
irrespetando su morada,
irrespetando sus conceptos y su tiempo.

Pobre mi
Venezuela, herida en sus entrañas,
llena de un odio visceral de unos contra otros,
tan separada de la inteligencia y la cordura,
tan lejana del equilibrio y la abundancia.
¿Amigo revolucionario crees que vas a cambiar internamente sólo vistiéndote de rojo?
¿Crees que vas a cambiar a
Venezuela sin producir?
¿Crees que vas a cambiar a
Venezuela sólo repitiendo eslogans?
Pobre mi
Venezuela, tan rica y tan pobre,
todas sus riquezas la están expoliando sus vecinos,
es tan sólo una política extraña de un Estado extraño, alienado,
“todo para nuestros vecinos, nada para nosotros".
¿Puede un Estado alienado, alejado de la realidad, tan dogmático,
tan lleno de vicios pasados y presentes, darnos la libertad económica,
hablarnos de revolución?
Un Estado que practica el monólogo y solo se escucha a si mismo no puede llegar a un socialismo verdadero,
Pobre mi
Venezuela, tan rica.






TENEMOS LA MALA COSTUMBRE


TENEMOS LA MALA COSTUMBRE

Tenemos la mala costumbre
de querer a medias, 

de no mostrar lo que sentimos a los que están cerca.
Tenemos la mala costumbre
de echar en falta lo que amamos, 
sólo cuando lo perdemos es cuando añoramos.
Tenemos la mala costumbre de perder el tiempo, 
buscando tantas metas falsas tantos falsos sueños.
Tenemos la mala costumbre
de no apreciar lo que en verdad importa,
y sólo entonces te das cuenta 
de cuántas cosas hay que sobran.
Tenemos la mala costumbre de buscar excusas, 
para no desnudar el alma y no asumir culpas.
Tenemos la mala costumbre
de querer queda siempre bien con la Sociedad,
con el miedo del que dirán de mi.
Tenemos la mala costumbre
de mirar todo desde nuestro propio punto de vista
si considerar que cada vida es un mundo diferente.
Tenemos la mala costumbre
de mantener distancias y silencios prolongados.
Tenemos la mala costumbre
de utilizar palabras con doble sentido.
Tenemos la mala costumbre
de ser religiosos en público
pero no de amar al prójimo en privado.
Tenemos la mala costumbre
de tener la mala costumbre de saber todo esto
y no querer cambiar nada.





                                      La mala costumbre - Pastora Soler




lunes, 25 de agosto de 2014

MEMORIA Y OLVIDO



Perder de la memoria es una de los temores más extendidos entre los seres humanos. Nos da miedo perder esa capacidad para codificar, guardar y evocar experiencias vividas, imágenes, pensamientos, sentimientos..., es decir, recuerdos. Tener una buena memoria, una buena capacidad para retener determinada información, suele resultar beneficiso para nuestro día a día. Pero, ¿qué pasa cuando esos recuerdos nos hacen daño, son traumáticos y queremos dejarlos a un lado? Científicos de todo el mundo buscan la clave de la memoria, el método que nos ayude a olvidar o conserva nuestros recuerdos.


La pérdida de memoria es uno de los grandes temores para las personas. Es una epidemia que va en aumento. A medida que vivimos más tiempo, envejece nuestro cerebro, y tenemos más y más información para olvidar.

Para los norteamericanos, la pérdida de memoria es la segunda mayor preocupación, en lo que a salud se refiere, después del cáncer. Y no podemos, simplemente, olvidarnos de ello, porque hay demasiadas cosas que olvidar. Vivimos en una era de sobrecarga informativa; desde números PIN, hasta códigos de alarma y contraseñas de seguridad personales de nuestras cafeteras para hacer capuchinos. No es de extrañar pues, que a veces olvidemos que las gafas que hemos perdido están más cerca de lo que creemos.

A partir de los 25 años, las conexiones entre las neuronas empiezan a debilitarse, de modo que a nuestro cerebro le cuesta más recrear el pasado. A mitad de los cuarenta, muchos episodios se vuelven vagos, difusos, incluso se pierden.

¿Estamos todos condenados a perder la cabeza? ¿O hay maneras de mantener nuestra memoria e incluso mejorarla? El descubrimiento más reciente y espectacular de la ciencia actual es, sencillamente, el ejercicio a la vieja usanza. Se ha demostrado que incrementa la potencia cerebral más que ninguna otra cosa, añadiendo cinco años de memoria saludable, gracias al aumento de flujo sanguíneo al cerebro. De hecho, si combinamos el entrenamiento físico con el mental, nuestra memoria mejorará ostensiblemente. En este documental conocemos a personas que tienen grandes habilidades de memoria.



"El arte de olvidar"

Borges dejó dicho que el olvido es una de las formas de la memoria, la "otra cara secreta de la moneda". Ahora que la memoria está tan de moda, y en una era en que la tecnología digital pone difícil borrar nada, la revista Scientific American recuerda en este reportaje de portada las ventajas que tiene olvidar.

La inteligencia está íntimamente ligada a la capacidad de recordar cosas, dicen los gurús de la autoayuda. Pero ¿qué hay del arte de olvidar? Lejos de ser un fallo, por así decir, de nuestro mecanismo, la capacidad de olvidar es un aspecto vital del hecho de recordar, indican los científicos; una limpieza mental sin la cual sería muy difícil asimilar nuevos datos. Aquellos a los que se les da mejor olvidar deliberadamente son, también, aquellos a los que se les da mejor recordar cosas.

Una mente ágil y saludable es aquella que puede recordar y olvidar. Olvidar no es un signo de un intelecto inferior, sino todo lo contrario. “Si olvidas cosas, hay menos interferencias con las cosas que quieres mantener”, dice el psicólogo John Jonides, de la Universidad de Michigan.

Tratar de olvidar determinados sucesos para conseguir paz interior tiene mala reputación por culpa del legado freudiano sobre represión, que viene a decir que nunca hay una buena razón para expulsar algo de tu mente. El simple hecho de intentarlo muestra la necesidad de confrontarlo o saldrá por otro sitio (como meter un saco de dormir grande en una funda pequeña, en mi visualización de andar por casa).

Pero las investigaciones recientes sugieren que, diga lo que diga tu psicoanalista, la capacidad de reprimir es muy útil. Con práctica, las memorias no deseadas tienden a difuminarse. Esto quiere decir que una terapia a base de supresión de pensamientos indeseados podría convertirse en el futuro en una herramienta eficaz para el tratamiento de desórdenes del comportamiento o cognitivos.

La capacidad de olvidar –o su ausencia– tiene efectos en la personalidad. Un pobre control de la memoria viene acompañado de otros problemas cognitivos, como la falta de atención. Como señalan los científicos, mantener cosas en la mente está relacionado con mantener cosas fuera de la mente, no muy diferente a guardar orden en tu armario o tu espacio de trabajo.

La habilidad de olvidar cambia con el paso del tiempo. Al final de la vida, señalan los investigadores, olvidar es más difícil. 

Los recuerdos nos transportan al pasado, nos ayudan a tomar decisiones en el presente y nos preparan para el futuro. Nos hacen ser quienes somos. Pero, ¿qué sucede con los acontecimientos terribles y experiencias dramáticas que tenemos grabadas en la mente y que nos gustaría olvidar pero no podemos?.

El centro de control del miedo está en una de las partes más antiguas del cerebro: el sistema límbico. Aquí es donde el cerebro ve qué recuerdos son importantes. El nivel de importancia viene determinado por la intensidad de la emoción y los recuerdos reciben su certificado de permanencia. Este certificado es un requisito para pasar a la memoria a largo plazo.







domingo, 24 de agosto de 2014

A PESAR DE TODO... SIGO APOSTANDO A LA VIDA



A pesar de todo

A pesar de que se duermen 
mis sentidos por rutina. 
A pesar de esta apatía 
que bosteza enmohecida. 
A pesar de muchas broncas 
que quedaron escondidas. 
A pesar de mis fracasos, 
mis pecados, mis caídas. 
A pesar ya de ilusiones 
que están por siempre dormidas, 
y de fantasmas internos 
prendidos en mis pupilas. 
A pesar de que me invento 
muchas veces la sonrisa. 
A pesar de que me trague 
mis verdades, mis mentiras. 
A pesar de mis defectos, 
de mi cólera, de mi ira, 
y de mis eternos miedos 
que desde mi alma silban, 
y que viva disfrazando 
mis pequeñas cobardías. 
A pesar de mi pasado 
que me espía a escondidas. 
A pesar de mis angustias 
que rasguñan mis costillas. 
A pesar de mi energía 
que se agota, se termina, 
y del paso de los años, 
de mis luchas, mis heridas. 
A pesar de todo eso… 
Sigo apostando a la vida. 

Del libro "En voz baja"





viernes, 22 de agosto de 2014

DESPERTARES: LA GENTE HA OLVIDADO LO QUE ES LA VIDA, LO QUE ES ESTAR VIVO


QUE SON LAS COSAS IMPORTANTES Y NO URGENTES, LAS QUE TENEMOS OLVIDADAS: LAS MÁS SENCILLAS Y ORDINARIAS




Una mujer se mira a sí misma en el reflejo de un escaparate

"Hay Cada Vez Más infelices Que dejan de "VER"
los reflejos infinitos de comunión de la "VIDA", 
Para encerrarse SÓLO en el ensimismado mirarse 
al espejo de su proprio Vacío". 
Yanka




jueves, 14 de agosto de 2014

CRISIS DE LA ELOCUENCIA: ¿ESTÁ EL "RELATO" A LA ALTURA DE LA HISTORIA?




CRISIS DE LA ELOCUENCIA: 
¿ESTÁ EL “RELATO” A LA ALTURA DE LA HISTORIA?



Decir mal es como no decir o como decir lo contrario a lo que se desea. La historia de las luchas humanas, especialmente de las luchas revolucionarias, ha estado a expensas de una variedad de filtros ideológicos, de léxicos paupérrimos y jaleos mediáticos (jamás ingenuos) sobre los que siempre es bueno tender mantos de dudas o de francas sospechas. 


Una herramienta muy útil para el ejercicio de la autocrítica, bien pudiera comenzar por preguntarse ¿quién soy para contar esta Historia? ¿Qué me habilita, qué me da el derecho, desde dónde la cuento y al servicio de qué intereses? Incluso, es recomendable interrogarse: ¿tengo el vocabulario, la destreza técnica, las habilidades pertinentes y los dispositivos creativos para huir del tedio, la rutina, los estereotipos, las repeticiones y los plagios? ¿Tengo sentido del humor y sentido de la proporción asociados al sentido del ridículo? No importa si se trata de escribir poemas, novelas, cuentos, telenovelas, radionovelas, ensayos, reportes científicos o películas. La pregunta dura es ¿está mi "relato” a la altura de la Historia? Responda primero lo más difícil.

Victimados como nos tiene la ignorancia y la no poco pésima educación que hemos recibido en materia de semántica, sintáctica e interlocución; acorralados por los miles de modelos narrativos acartonados y por la dictadura del mercado que imponen estereotipos estéticos a mansalva y normas aberrantes para gustarle al "público”… la producción de nuestros "relatos” se debate en linderos donde siempre es más fácil errar que anotarse triunfos. Y para colmo en orfandad casi total de auto-crítica. Tal como te lo cuento.

Desespera ver (o escuchar) cómo sucumben las mejores intenciones en garras de las frases hechas, en garras de los planos obsecuentes, en manos del facilismo, la egolatría, el individualismo y la charlatanería. Da rabia ver que el empirismo carcome una inmensa cantidad de "relatos” mientras, también, la arrogancia pudre el trabajo y lo ahoga en subjetivismos que inventan realidades con toda impunidad. Sálvense las excepciones que se puedan.

En muchas obras la ignorancia se vuelve procaz y hace de las suyas para convencer a los autores de que "el público” es igual, o peor, de ignorante y que cualquier cosa puede deslizarse como "obra cumbre” del genio o del ingenio bajado de los cielos por obra de "las musas” o del iluminismo extraterrestre. Y, encima de eso, pretenden cobrar por su "trabajo”. Mientras tanto, afuera, la historia es un incendio y las crisis se huracanan al ritmo del capitalismo en agonía larga.

No se puede narrar con balbuceos erráticos la magnitud de las luchas humanas ni la magnitud de los desafíos por venir. No se puede, y no se debe, tolerar la chabacanería teórica ni el simplismo práctico. La cosa está que arde, la humanidad se debate contra la barbarie y el escenario se recalienta, cada minuto, al fragor de la lucha de clases que sigue expidiendo, a borbotones, las líneas narrativas centrales que la humanidad protagoniza en el camino de su emancipación. ¿Estamos listos para contar esa epopeya de nuevo género? Ni todos ni siempre.

Exaspera ver batallas magníficas contadas con vocabularios a veces míseros. Exaspera ver que, en manos impertinentes, los temas cruciales, que han cambiado la historia, aparecen contados como melodramas ramplones.Y, por si fuese poco, aparecen los relativistas y los reformistas con sus anestésicos de ocasión para exculpar la ineficiencia, la falta de autocrítica e indisciplina contrarias a la militancia de aquellos que se entregan a la exigencia suprema de las convicciones más hondas y serias trabadas con la calidad y con la poesía. No faltan los zoquetes, los alcornoques ni los alfeñiques teóricos que hacen de la superficialidad un manifiesto de mediocres y que, con sus banderas, hacen felices a las oligarquías de cada terruño. "A mucha honra”. Dicen.

Buena parte del antídoto está en la investigación honda y científica, en la experimentación creadora dirigidas por los conflictos sociales y por los contenidos que de ellos emanan para poner la obra al servicio de quienes luchan, palmo a palmo, por la emancipación humana. Sea tanto en el campo de las refriegas políticas como en los territorios académicos, artísticos o científicos. Sea en el campo de la poesía, de la literatura o de la cinematografía. Necesitamos una gran Revolución del "relato”, parida por el motor de la historia. 

Es necesario tomárselo muy en serio, dejar de perder el tiempo en obras reiterativas y cansinas de las que sólo emergen bostezos y no poesía ni conciencia organizadora y movilizadora. Es urgente dejar de perder tiempo. 

El mundo es una gran fábrica de armas, es el negocio de los negocios y eso incluye las armas de guerra ideológica, los medios de comunicación, los narcóticos, las instituciones educativas, políticas y bancarias. La historia de la humanidad prepara profundo cambio que debemos saber protagonizar y narrar para el corto, el mediano y el largo plazo. El reto es saber contarlo. 
¿Está nuestro "relato” a la altura del reto?


"La Objetividad no debería existir en el periodismo", 
porque "el deber supremo del periodista de izquierda 
no es servir a la verdad, sino a la revolución". 
Salvador Allende



"Pero la Revolución francesa no fue tan solo un proceso político. Fue también, y sobre todo, el triunfo de las ideas filosóficas de la Ilustración, hijas de aquella formulación de Descartes: «Si aplicamos la mecánica a la sociedad como a la naturaleza, todo hay que empezarlo desde cero». Esta visión del mundo como algo que se puede empezar desde cero es el pensamiento voluntarista inspirador de la Revolución francesa (y el alma de la democracia): voluntad humana de rehacer la historia, voluntad humana de sustituir la realidad por una ideología, voluntad humana de imponerse sobre el orden natural y rebelarse contra el Dios que hasta entonces lo había regido. A este pensamiento dará formulación Rousseau en su Contrato social, cuando establece que la naturaleza del hombre, de por sí buena, se halla corrompida por el orden existente, que debe ser demolido, para que la Voluntad General pueda expresarse con plena libertad; y, al hacerlo, tal Voluntad habrá de ser necesariamente benéfica e infalible, autónoma, soberana y absoluta, no sujeta a ninguna norma extrínseca a sí misma. Inevitablemente, toda persona o institución que impida o dificulte el triunfo de esta Voluntad General engreída y omnímoda (deificada) se convierte, ipso facto, en enemigo de la democracia que debe ser anulado del modo más igualitario posible (con guillotina o mediante técnicas más refinadas de muerte civil)".



lunes, 11 de agosto de 2014

YA NO TENGO PACIENCIA Y EN ESTE MOMENTO DE MI VIDA




"Ya no tengo paciencia para algunas cosas, no porque me haya vuelto arrogante, sino simplemente porque llegué a un punto de mi vida en que no me apetece perder más tiempo con aquello que me desagrada o hiere. No tengo paciencia para el cinismo, críticas en exceso y exigencias de cualquier naturaleza. Perdí la voluntad de agradar a quien no agrado, de amar a quien no me ama y de sonreír para quien no quiere sonreírme. Ya no dedico un minuto a quien miente o quiere manipular. 

Decidí no convivir más con la pretensión, hipocresía, deshonestidad y elogios baratos. No consigo tolerar la erudición selectiva y la altivez académica. No me ajusto más con la barriada o el chusmerío. No soporto conflictos y comparaciones. Creo en un mundo de opuestos y por eso evito personas de carácter rígido e inflexible. En la amistad me desagrada la falta de lealtad y la traición. No me llevo nada bien con quien no sabe elogiar o incentivar. Las exageraciones me aburren... Y encima de todo ya no tengo paciencia ninguna para quien no merece mi paciencia".  Meryl Streep




Lo que quiero ahora

... Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.

Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.

Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.

También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.





domingo, 10 de agosto de 2014

PSICOLOGÍA DE LA SOBERBIA




Psicología de la soberbia
catedrático de Psiquiatría. 
Su último libro es Adiós Depresión 
(EL MUNDO, 01/03/08):


La soberbia consiste en concederse más méritos de los que uno tiene. Es la trampa del amor propio: estimarse muy por encima de lo que uno vale. Es falta de humildad y por tanto, de lucidez. La soberbia es la pasión desenfrenada sobre sí mismo. Apetito desordenado de la propia persona que descansa sobre la hipertrofia de la propia excelencia. Es fuente y origen de muchos males de la conducta y es ante todo una actitud que consiste en adorarse a sí mismo: sus notas más características son prepotencia, presunción, jactancia, vanagloria, situarse por encima de todos lo que le rodean. La inteligencia hace un juicio deformado de sí en positivo, que arrastra a sentirse el centro de todo, un entusiasmo que es idolatría personal.

Hay dos tipos de soberbia; una que es vivida como pasión, que comporta un afecto excesivo, vehemente, ardoroso, que llega a ser tan intenso que nubla la razón, pudiendo incluso anularla e impedir que los hechos personales se vean con una mínima objetividad. La otra es percibida como sentimiento cursa de forma mas suave y esa fuerza se acompasa y la cabeza aún es capaz de aplicar la pupila que capte la realidad de lo que uno es, aunque sólo sea en momentos estelares. Entre una y otra deambula la soberbia, transita, circula, se mueve y según los momentos y circunstancias hay más de la una o de la otra.

La soberbia es más intelectual y emerge en alguien que realmente tiene una cierta superioridad en algún plano destacado de la vida. Se trata de un ser humano que ha destacado en alguna faceta y sobre una cierta base. El balance propio saca las cosas de quicio y pide y exige un reconocimiento publico de sus logros. Para un psiquiatra , estamos ante lo que se llama una deformación de la percepción de la realidad de uno mismo por exceso.

Ante la soberbia dejamos de ver nuestros propios defectos, quedando éstos diluidos en nuestra imagen de personas superiores que no son capaces de ver nada a su altura, todo les queda pequeño.

Hay una gradación entre las tres estirpes, soberbia-orgullo-vanidad, que van de más a menos intensidad, tanto en la forma como en el contenido. Entre la soberbia y el orgullo hay matices diferenciales, aunque el ritornello que se repite como denominador común puede quedar resumido así: apetito desordenado de la propia valía y superioridad. Es una tendencia a demostrar la superioridad, la categoría y la preeminencia que uno cree que tiene frente a los de su entorno. En general estos dos conceptos se manejan como términos sinónimos, aunque se pueden espigar algunas diferencias interesantes.


La soberbia es más cerebral, se da en alguien que objetivamente tiene una cierta superioridad, que realmente sobresale en alguna faceta de su vida. Facetas concretas de su andadura tienen un relieve que las realzaba sobre los demás. Hay una evidencia por la que puede ser tentado por la soberbia, no necesitando del halago de los otros y haciendo él mismo su propio y permanente elogio de forma clara y difusa, rotunda y desdibujada, a tiempo y a destiempo, con ocasión y sin ella. Sus manifestaciones son más internas y privadas, aunque pueden ser observadas por una atmósfera grandiosa que él crea sobre su persona y además, a través de sus máscaras; hay arrogancia, altanería, tono despectivo hacia los demás, que se mezclan con desprecio, desconsideración, frialdad en el trato, distancia gélida, impertinencia e incluso, tendencia a humillar. Otras veces, esas máscaras son de una insolencia cínica, mordaz, con un ritintín de magnificencia que provoca en el interlocutor un rechazo frontal. En los casos algo más leves, baja la hoguera del engreimiento y entonces la relación personal se hace más soportable.

El orgullo es más emocional. Es una alta opinión de uno mismo mediante la cual la persona se presenta con una superioridad y un aire de grandeza extraordinario. Puede ser lícito y hasta respetable. Decía Luis Vives que «es un amor a uno mismo por méritos propios». Puede ponerse de manifiesto en circunstancias positivas, en donde el lenguaje coloquial se mezcla con hechos e intenciones. En esos casos dimana de causas nobles y puede ser hasta justo. El orgullo de ser un buen cirujano, un buen padre, un excelente poeta, ser de una región concreta de un país… Todo esto está dentro de unos límites normales. Puede encuadrarse en el reconocimiento a una labor bien hecha.

La palabra vanidad procede del latín vanitas,-tatis, que significa falto de sustancia, hueco, sin solidez. Se dice, también, de algunos frutos cuyo interior está vacío, en donde sólo hay apariencia. Mientras la soberbia es concéntrica, la vanidad es excéntrica. La primera tiene su centro de gravedad dentro, en los territorios más profundos de la arqueología íntima. La segunda es más periférica, se instala en los aledaños de la ciudadela exterior. La soberbia es subterránea. La vanidad está en la pleamar del comportamiento. En la soberbia uno tiene una enfermedad en el modo de estimarse uno a sí mismo, en una pasión que tiene sus raíces en los sótanos de la personalidad en donde brota el error por exceso de autonivel. En la vanidad la estimación exagerada procede de fuera y se acrecienta del elogio, la adulación, el halago, la coba más o menos afectada y obsequiosa que lleva a dilatar alguna faceta externa y que de verdad tiene un fondo falso, porque no contempla más que un segmento de la conducta.

En la soberbia y en la vanidad hay una sublevación del amor propio que pide un reconocimiento general. La primera es mas grave, porque a ella se suele añadir la dificultad para descubrir los defectos personales en su justa medida y apreciar las cosas positivas que hay en los demás, al permanecer encerrado en su geografía ampulosa.

Se pueden distinguir dos modalidades clínicas de la soberbia, entre las cuales cabe un espectro intermedio de formas soberbias. Una es la soberbia manifiesta que es notarial y que se la registra a borbotones, con una claridad absoluta, lo cual suele ser poco frecuente. Hay petulancia y presunción. La otra es la soberbia enmascarada, que es la más habitual y que se camufla a soto voce por los entresijos de la forma de ser y que es más propia de las personas inteligentes y teniendo un sentido amplio y desparramado que asoma, se esconde, salta y bulle y revolotea por su mundo personal.

¿Cuáles son estos síntomas? 
Voy a resumirlos esquemáticamente:

1.- Aire de suficiencia que refleja un bastarse a sí mismo y no necesitar de nadie. Engreimiento que esculpe y hace hierático el gesto y lleva al hábito altanero.

2.- La borrachera de sí mismo tiene su génesis de una zona profunda e íntima donde se elabora esa superioridad. Las manifestaciones más relevantes son: susceptibilidad casi enfermiza para cualquier crítica con un cierto fundamento; gran dificultad para pasar desapercibido; tendencia a hablar siempre de sí mismo, si éste no es el tema central de conversación, enseguida decae su interés en la participación y el diálogo con los demás; desprecio olímpico hacia cualquier persona que aflore en su cercanía y de la que se pueda oír alguna alabanza. Esta embriaguez puede disfrazarse de los más variados ropajes

3.- La soberbia entorpece y debilita cualquier relación amorosa. Cuando alguien tiene un amor desordenado a sí mismo como el descrito, es difícil darse a otra persona y poner los sentimientos y todos sus ingredientes para que esa relación se consolide. Esto hace casi imposible la convivencia, volviéndola insufrible, pues reclama pleitesía, sumisión, acatamiento y hasta servilismo.

No podemos olvidar, que para estar bien con alguien, para establecer una relación de convivencia estable y que funcione hace falta estar primero bien con uno mismo

4.- En la soberbia se hospeda una obsesión exagerada por uno mismo, que ha ido conduciendo a una excesiva evaluación del propio mérito. Y afloran términos como alardear, jactarse, vanagloriarse.

Lo contrario de la soberbia es la humildad. Todo el edificio de la persona equilibrada se basa en una mezcla de humildad y autoestima. La una no está reñida con la otra. Una persona que reconoce sus defectos y lucha por combatirlos y a la vez, tiene confianza y seguridad en sus posibilidades.

Entre la soberbia, el orgullo y la vanidad hay grados, matices, vertientes y cruzamientos recíprocos. Por esos linderos se suele acabar en el narcisismo, patrón de conducta presidido por el complejo de superioridad, la necesidad enfermiza de reconocimiento de sus valías por parte de la gente del entorno y la permanente autocontemplación gustosa.

Lasch, en su libro La cultura del narcisismo, dice que en la cultura americana éste es un emblema de nuestro tiempo. Freud puso de moda este término, recordando a la planta del narciso, que crece a orillas de los estanques y se mira en el espejo que el agua le ofrece. Lipovetsky, en su obra La sociedad perdida, habla del interés desmedido por la propia imagen: por la personalidad, por el cuerpo y sus partes descubiertas (la cara y las manos) y por la necesidad de aprobación de los demás que tienen este tipo de personas. El análisis se complica más de lo que quisiéramos y hay un terreno magnético e imantado entre estas tres estirpes mencionadas.

Sólo el amor puede cambiar el corazón de una persona. Cuando hay madurez, uno sabe relativizar la propia importancia, ni se hunde en los defectos ni se exalta en los logros. Y a la vez, sabe detenerse en todo lo positivo que observa en los que le rodean. Saber mirar es saber amar. A lo sencillo se tarda tiempo en llegar.