EL Rincón de Yanka: LA PALABRA INICIAL: CUANDO TODO CALLA DE HUGO MUJICA

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lunes, 4 de agosto de 2014

LA PALABRA INICIAL: CUANDO TODO CALLA DE HUGO MUJICA



Poemas de Hugo Mujica 

CUANDO TODO CALLA



LXXIII 
Siempre hay algo 
que no llega a volverse carne: 
no es que nos falte 
es que nos excede. 

La vida no cabe en la vida 
por eso siempre, 
en algún lugar, se nos parte. 

LXXVIII 
Al final no habrá final 
habrá la entrega: 

ese salto 
sin orilla desde donde darlo, 
ese saltar al vacío 
desde el que una vez 
llegamos, 

esa entrega 
para la que nos fuimos 
vaciando.


                                                                                      LA PALABRA INICIAL DE HUGO MUJICA


La absolutización de la razón de la modernidad ha matado el sentido de la existencia y en Auschwitz murió toda razón de ser...




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Revolución

"Pero la Revolución francesa no fue tan solo un proceso político. Fue también, y sobre todo, el triunfo de las ideas filosóficas de la Ilustración, hijas de aquella formulación de Descartes: «Si aplicamos la mecánica a la sociedad como a la naturaleza, todo hay que empezarlo desde cero». Esta visión del mundo como algo que se puede empezar desde cero es el pensamiento voluntarista inspirador de la Revolución francesa (y el alma de la democracia): voluntad humana de rehacer la historia, voluntad humana de sustituir la realidad por una ideología, voluntad humana de imponerse sobre el orden natural y rebelarse contra el Dios que hasta entonces lo había regido. A este pensamiento dará formulación Rousseau en su Contrato social, cuando establece que la naturaleza del hombre, de por sí buena, se halla corrompida por el orden existente, que debe ser demolido, para que la Voluntad General pueda expresarse con plena libertad; y, al hacerlo, tal Voluntad habrá de ser necesariamente benéfica e infalible, autónoma, soberana y absoluta, no sujeta a ninguna norma extrínseca a sí misma. Inevitablemente, toda persona o institución que impida o dificulte el triunfo de esta Voluntad General engreída y omnímoda (deificada) se convierte, ipso facto, en enemigo de la democracia que debe ser anulado del modo más igualitario posible (con guillotina o mediante técnicas más refinadas de muerte civil)".



El monje que me dirigía me dijo que todas las tardes, de 2 a 6, debía ir al bosque. Yo le respondí que iba a rezar. Él me dijo que no haga eso, que eso era sacar cuentas. Gracias a ese momento en particular supe aprender a que se te vaya la pasión utilitaria que ya no suele circular en la sangre. La vida es aprender a morar, a estar, y eso se traduce en mi poesía. Como me dijo una amiga: “Tu poesía capta lo que pasa cuando recién nos levantamos y andamos desnudos”.