EL Rincón de Yanka: febrero 2020

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CALENDARIO CUARESMAL 2024

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sábado, 29 de febrero de 2020

SI ESPAÑA NO HUBIERA DESCUBIERTO AMÉRICA: CONTRA LA LEYENDA NEGRA HISPANÓFOBA 💥💣




Si España no hubiera descubierto América
ABC
«Según cuál hubiera sido la nación colonizadora, los indios habrían sido esclavizados, extinguidos, alcoholizados o sustituidos por africanos. En lugar de eso llegó a América un país, España, que protegió a los indios, su libertad, su trabajo retribuido y sus tierras, hasta el punto de que hoy en América viven más indios que a la llegada de España»
Suponer lo que podría haber sido, la llamada historia contrafactual, suele ser ejercicio inútil. ¿Qué habría ocurrido si la Armada Invencible hubiera derrotado a Inglaterra ? Imposible saberlo. Pero otra cosa es si hablamos del destino de América y sus gentes, de no ser España la nación descubridora y colonizadora. Y es necesario hacerlo, porque cuántos son los hispanos y los indigenistas que añoran otra cosa: ¡Ah, si nadie nos hubiera conquistado¡ ¡Ah, si nos hubiera colonizado Inglaterra!, son preguntas harto frecuentes entre los criollos hispanos y los indigenistas, esos que están derribando las estatuas de Colón. Y es posible, porque basta con ver la obra de otras naciones en los rincones de América que poblaron, y proyectarla luego al resto del Continente.
Pudo ser China, porque la exploradora Flota del Tesoro del almirante Zeng He estaba a punto de descubrir América, cuando recibió la orden de regresar a China porque había cambiado la dinastía reinante, y la flota fue desmantelada. En este caso América sería una simple prolongación de la China comunista, en consonancia por otra parte con el probado origen oriental de los indios americanos.
Como se hallarían los amerindios bajo regímenes totalitarios, tiránicos y teocráticos, de no haberlos colonizado país europeo alguno, pues los indígenas de América, de condición sumisa, llevaban milenios asfixiados por sucesivas dinastías tiránicas, de las que los terribles aztecas e incas fueron simplemente las últimas.
Más posible es que hubiera sido Portugal el país colonizador, pero ahí está el ejemplo de Brasil para saber lo que hubiera ocurrido: Desde su ínfima porción brasileña inicial, los bandeirantes portugueses progresaron robando territorio a España e indios en las misiones españolas, para esclavizarlos en sus plantaciones de azúcar. Pero no siendo suficientes estos brazos, importaron masivamente esclavos, africanizando en buena medida al Brasil actual.
Francia, ansiosa por hacerse con un imperio en el Nuevo Mundo, lo intentó en Norteamérica y se topó con Inglaterra  al Norte y con España al Sur. Sus esfuerzos no hicieron otra cosa que importunar a ambos, hasta que acabaron expulsando a Francia del Continente. Pero su paso por América dejó no obstante la muestra de su pésimo hacer: en la Luisiana se dedicaron los franceses a suministrar a los indios ron a destajo y armas contra los españoles, y en el Caribe dejaron tras ellos Haití, un país paupérrimo, con una población enteramente negra descendiente de esclavos.
Holanda, otro potencial descubridor, fue un caso extremo de codicia calvinista, que no vio en América otra cosa que un botín, hasta el punto de que, al igual que Inglaterra , colonizó su porción americana con el sistema de Compañías de Indias para su explotación, y aplicó en Antillas la práctica del monocultivo, lo más perverso inventado por el hombre para la tierra y para el ser humano, y del que hablaremos luego. Su depredador paso por América no dejó otro rastro que beneficios en Holanda, y en América campos yermos y negros esclavizados.

Y queda por supuesto Inglaterra . Sus colonos no buscaron en América cosa distinta a los recursos naturales, la tierra sobre todo, a despecho de sus propietarios anteriores, los indios americanos. No contaron con ellos ni como dueños de la tierra, ni como mano de obra, ni como parejas sexuales. Ocuparon la tierra y extendieron el sistema del monocultivo, que consistía en desbrozar los campos y condenarlos a un solo cultivo, en los primeros tiempos la caña de azúcar.
Pero el monocultivo es un azote para la tierra, ya que agota sus minerales y la esquilma, siendo necesario desbrozar más y más suelos para alimentar al rey azúcar. Después siguieron el plátano, el algodón… insaciables monocultivos destructores de la tierra y de las personas, porque precisan de una ingente cantidad de brazos.
Y estos brazos salieron de Africa. Con el azúcar como eje, Inglaterra  instauró el infame comercio triangular: Sus colonias americanas producían azúcar, que se llevaba a Inglaterra  y se transformaba en ron; este ron se llevaba a Africa y servía para comprar esclavos, capturados en el interior del Continente por corruptos caciques negros, que los servían maniatados a los barcos de la trata; y estos esclavos se llevaban a las plantaciones de azúcar de América, cerrándose así el siniestro triángulo. Y en el camino quedaban las fortunas de conocidos aristócratas ingleses, que con semejante negocio decoraron la campiña inglesa con soberbias mansiones palaciegas.

¿Y los indios? ¿Qué fue de los indios bajo los ingleses? Dicho que no contaron con ellos, sí les interesaron sus tierras, de las que los colonos se apoderaron sin más. Y cuando las tribus protestaron, fueron exterminadas. Inapelables son los números: cuando España e Inglaterra desembarcaron en Estados Unidos había un millón de indios. Cuando salieron quedaban 500.000, todos ellos en las áreas españolas del Oeste y casi ninguno en las inglesas del Este.
Esta es la realidad. De haber llegado nadie, hoy seguirían los indios presos de tiranías teocráticas. Y, según cuál hubiera sido la nación colonizadora, habrían sido esclavizados, extinguidos, alcoholizados o sustituidos por africanos. En lugar de eso llegó a América un país, España, que en líneas generales, y siempre con las consabidas excepciones, no dedicó la tierra al monocultivo, sino a un saludable mosaico de cultivos; ni tampoco extendió la esclavitud, como lo prueba que los antiguos virreinatos españoles no sean naciones negras; que con las Leyes de Indias protegió a los indios, su libertad, su trabajo retribuido y sus tierras, hasta el punto de que hoy en América viven más indios que a la llegada de España; que se mezcló con ellos hasta hacer de América un continente mestizo; que extendió el cristianismo y la lengua española; y que llevó a América, además de alimentos, aperos y ganados europeos, la cultura occidental, sembrándola de hospitales, templos, catedrales, colegios, universidades, ciudades, pueblos y misiones.
Documéntense pues los habituales críticos de la herencia española, a la que acusan de genocida, rapiñadora y destructora de culturas, y agradezcan que no otra nación, sino España, con su humanismo cristiano y sus leyes, arribara a sus costas.
Borja Cardelús es presidente de la Fundación Civilización Hispánica.

Resultado de imagen de FUNDACIÓN CIVILIZACIÓN HISPÁNICA

¿Qué habría sucedido si España no hubiera descubierto América? 
(hispanofobia)

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viernes, 28 de febrero de 2020

HÉROES DEL PROGRESO 7: MALCOLM McLEAN, PAUL HERMANN MÜLLER Y LOUIS PASTEUR 🔬🐛



Héroes del Progreso, 
Parte 17: Malcolm McLean
Alexander C. R. Hammond destaca al individuo que revolucionó el transporte de carga a nivel mundial: Malcolm McLean, quien desarrolló el contenedor intermodal de carga.
Hoy presentamos la edición No. 17 de la serie de artículos publicados por HumanProgress.org, titulada "Héroes del Progreso". Esta columna presenta una introducción breve a los héroes que han realizado una contribución extraordinaria al bienestar de la humanidad.

Nuestro Héroe del Progreso No. 17 es Malcolm McLean, un conductor de camiones estadounidense y, posteriormente, un empresario que desarrolló el moderno contenedor intermodal de carga. El desarrollo de McLean de contenedores de carga estandarizados redujo significativamente el costo de transportar carga alrededor del mundo. Los costos de carga más bajos fomentaron significativamente el comercio internacional, lo cual, a su vez, ayudó a sacar a cientos de millones de personas de la pobreza. La "contenerización" de McLean sigue siendo un pilar vital de la economía global interconectada de hoy. 
Antes de que McLean desarrollara su contenedor de carga estandarizado, casi toda la carga del mundo era transportada en una mezcla diversa de barriles, cajas, fundas, cajones y cilindros. Un barco típico en la era previa a los contenedores portaba hasta 200.000 piezas individuales de carga que eran montadas al barco a mano. El tiempo que tardaba llenar y vaciar la carga muchas veces equivalía al tiempo que el barco requería para navegar entre dos puertos. Esa ineficiencia contribuyó a mantener los costos de transporte muy altos. Aquí es donde entra en nuestro relato McLean. 

Malcolm (luego Malcom) McLean nació en noviembre de 1913 en Maxton, en Carolina del Norte. Cuando se graduó de secundaria en 1935, su familia carecía de suficientes fondos para mandarlo a la universidad. En cambio, empezó a trabajar como un conductor de camiones en la empresa de camiones de sus hermanos.
En 1937, McLean hizo una entrega rutinaria de pacas de algodón a un puerto en Carolina del Norte que serían enviados a Nueva Jersey. Como McLean no podía dejar su carga hasta que esta sea montada en el barco, se sentó horas viendo como docenas de manos en el puerto cargaban miles de paquetes pequeños al barco. McLean se dio cuenta de que el proceso de carga gastaba cantidades enormes de tiempo y dinero, y empezó a imaginarse si podría existir una alternativa más productiva.

En 1952, a McLean se le ocurrió cargar camiones enteros al barco para ser trasladados a lo largo de la costa estadounidense (esto es, desde Carolina del Norte hasta Nueva York). Aunque esta idea reduciría dramáticamente los tiempos de carga, pronto se dio cuenta de que estos "barcos de camiones" no serían muy eficientes debido a la gran cantidad de espacio de carga desperdiciado. 
McLean modificó su diseño original de tal manera que los contenedores –y no el chasis del camión– fuesen montados al barco. También desarrolló una manera de que los contenedores sean apilados uno encima de otro. Ese fue el origen del contenedor de carga moderno. 
En 1956, McLean obtuvo un préstamo bancario de $22 millones. Utilizó el dinero para comprar dos buques cisterna de la Segunda Guerra Mundial y para modificarlos para que pudiesen cargar sus contenedores. Después ese mismo año, uno de sus dos buques, el SS Ideal-X, fue cargado con 58 contenedores y salió de Nueva Jersey hacia Houston, Texas. En ese momento, la empresa de carga de McLean ofrecía precios de transporte que eran un 25 por ciento más bajos que aquellos de su competidor así como también la capacidad de cerrar con llave los contenedores para prevenir el robo de carga, lo cual también resultaba atractivo para muchos clientes. 

Para 1966, McLean lanzó su primer servicio transatlántico y tres años después, McLean había iniciado su línea de transporte transpacífico. Conforme se volvieron más claras las ventajas del sistema de contenedores de McLean, se desarrollaron barcos más grandes, contenedores más sofisticados y grúas más grandes.
En 1969, McLean vendió su primera empresa de carga por $350 millones ($3.800 millones en dinero actual) y luego inició una serie de negocios. Más notablemente, compró la empresa de carga United States Lines en 1978 y construyó una flota de 4.400 barcos de contenedores. McLean continuó refinando sus contenedores de carga durante el resto de su vida. Murió a la edad de 87 años en Manhattan en el 2001. Cuando murió, la revista Forbes denominó a McLean "uno de los pocos hombres que cambió el mundo". 

En 1956, montar la carga a un barco con las manos en un puerto estadounidense costaba $5,86 por tonelada ($55,58 en dólares corrientes). Para 2006, los contenedores de carga redujeron ese precio a tan solo 16 centavos por tonelada ($0,21 en dólares corrientes). El miembro del Consejo de Human Progress Matt Ridley ha señalado que "el desarrollo de la contenerización en la década de 1950 hizo que la carga y descarga de los barcos fuese alrededor de veinte veces más rápida y de esta manera redujo dramáticamente el costo del comercio".
Esta reducción dramática en los costos del comercio fomentó el comercio internacional. Esto implica que los consumidores ahora tienen acceso a productos de alrededor del mundo a un precio más bajo de lo que antes se creía posible. De igual manera, los costos más bajos del transporte han ayudado a elevar la calidad de vida de cientos de millones de personas en países en desarrollo orientados hacia las exportaciones durante las últimas décadas.
Sin los contenedores de McLean, el comercio global estaría muy por debajo del nivel en que se encuentra hoy, y casi todos nosotros gozaríamos de una calidad de vida inferior. Por estas razones Malcolm McLean es nuestro diecisieteavo Héroe del Progreso.
Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 3 de mayo de 2019.

Héroes del Progreso, 
Alexander C. R. Hammond destaca a Paul Hermann Müller, el químico suizo que descubrió las características de insecticida del DDT, sustancia que logró ser eficaz para matar mosquitos, pulgas y moscas de arena que portan malaria, tifus, la plaga y algunas enfermedades tropicales.
Hoy presentamos la edición No. 18 de una serie de artículos publicados por HumanProgress.org titulada "Héroes del Progreso". Esta columna presenta una breve introducción a los héroes que han realizado una contribución extraordinaria al bienestar de la humanidad. 

Nuestro Héroe del Progreso Paul Hermann Müller, un químico suizo del siglo XX que descubrió las características de insecticida del dicloro difenil tricloroetano (DDT). La efectividad del DDT para matar mosquitos, piojos, pulgas y moscas de arena que portan malaria, tifus, la plaga y algunas enfermedades tropicales, respectivamente, ha salvado innumerables millones de vidas.
Müller nació el 12 de enero de 1899 en Solothurn, Suiza. A los 17 años, Müller dejó la escuela y, un año después, empezó a trabajar como un químico asistente para Lonza –una de las empresas de biotecnología más grandes del mundo.
En 1918, Müller volvió a la escuela. En 1919, empezó a estudiar química con una mención en botánica y física en la Universidad de Basilea. Luego de completar su título de pre-grado en 1922, Müller se hospedó en la Universidad de Basilea para estudiar para obtener un doctorado en química. Müller completó su doctorado en 1925. Ese año, empezó a trabajar para J.R. Geigy, una empresa especializada en "químicos, tintes, y drogas de todo tipo". Allí Müller haría su gran descubrimiento.
En 1935, Suiza empezó a experimentar una gran escasez de alimentos debido a la infestación de dos cultivos, y la Unión Soviética experimentó la epidemia más extendida y letal de tifus en la historia. Estos dos eventos tuvieron un impacto profundo en Müller. Antes de la década de 1940, los insecticidas eran o productos naturales costosos o baratos pero elaborados con compuestos de arsénico que los hacía venenosos para los seres humanos y los mamíferos.

Alentado por la necesidad de crear un agente que proteja a las plantas, sea barato, dure mucho tiempo y que no sea perjudicial para las plantas o los animales de sangre caliente, Müller decidió desviar su el enfoque de su trabajo en J.R. Geigy desde la investigación de tintes vegetales y agentes naturales de curado hacia la investigación de agentes que protegen las plantas.
Para 1937, Müller había desarrollado un desinfectante exitoso de semillas llamado Graminone, el cual, cuando se lo aplicaba a las semillas, las protegía de patógenos e insectos provenientes de la tierra. Luego de este éxito inicial, Müller se enfocó en los insecticidas. Luego de cuatro años de trabajo intenso y de 349 experimentos fracasados, Müller encontró el compuesto que había estado buscando en septiembre de 1939.

DDT había sido sintetizado por primera vez por el farmacólogo vienés Othmar Zeidler en 1874. Desafortunadamente, Zeidler no reconoció el valor de DDT como un insecticida. J.R. Geigy sacó una patente suiza para el DDT en 1940 y a esta le siguieron las patentes británica, estadounidense y australiana a principios de la década de 1940.
El descubrimiento del DDT llegó en un momento importante en la historia. Este jugó un papel especial protegiendo a los soldados aliados en el Lejano Oriente, donde las camisetas de los soldados británicos muchas veces fueron impregnadas con el compuesto. En 1943, DDT fue utilizado en Nápoles para controlar una epidemia de tifus en tan solo tres semanas. Entre la década de 1950 y 1970, DDT fue usado para erradicar la malaria de muchos países, incluyendo a EE.UU. y gran parte del sur de Europa.
El uso del DDT cayó después de 1972, cuando fue prohibido debido a preocupaciones ambientales por parte de la Agencia para la Protección Ambiental de EE.UU. Como Richard Tren del grupo partidario de la salud pública llamado Africa Fights Malaria señaló, "mientras que hay evidencia de que el uso amplio y prácticamente no regulado del DDT...si perjudicó al medio ambiente, ningún estudio...ha mostrado que el DDT sea la causa de cualquier problema de salud para los seres humanos".

En 2006, la Organización Mundial de la Salud (OMS) revirtió su posición respecto del DDT. La OMS ahora recomienda "el uso del [DDT en] las aspersiones residuales puertas adentro" dado que "el DDT no presenta riesgo de salud alguno cuando es utilizado de manera adecuada".
Luego de su descubrimiento, Müller llegó a ser el sub-director de investigaciones sobre protección de plantas en J.R. Geigy. En 1948, Müller recibió el Premio Nobel en Fisiología o Medicina. El hecho de que Müller recibió este premio aún cuando no era un fisiólogo ni un investigador de medicina resalta el impacto inmenso que el DDT tuvo en la lucha contra las enfermedades.
Posteriormente, Müller recibió muchos premios y doctorados honorarios. En 1961, Müller se retiró de J.R. Geigy, pero continuó realizando investigaciones en su laboratorio en casa. En 1965, Müller murió a los 65 años en Basilea. 
Gracias al trabajo de Müller, miles de millones de personas han sido capaces de evitar ser expuestos a enfermedades mortales que han plagado a la humanidad desde el inicio de nuestra especie. Por esta razón, Paul Hermann Müller es nuestro dieciochoavo Héroe del Progreso.
Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 17 de marzo de 2019.

Héroes del Progreso, 
parte 19: Louis Pasteur
Alexander C. R. Hammond destaca el trabajo del científico francés Louis Pasteur, conocido como "el padre de la microbiología". 
Hoy presentamos la edición No. 19 de una serie de artículos publicados por HumanProgress.org, titulada "Héroes del progreso". Esta columna provee una breve introducción a los héroes que han realizado una contribución extraordinaria al bienestar de la humanidad. 

El Héroe del Progreso de hoy es Louis Pasteur, un científico francés del siglo diecinueve, quien es comúnmente conocido como "el padre de la microbiología". Pasteur es famoso por haber desarrollado la teoría microbiana de la enfermedad, creando el proceso de pasteurización (el cual previene que se dañen muchos productos alimenticios), y por haber cambiado la forma en que los científicos desarrollan las vacunas. 
Louis Pasteur nació en el seno de una familia pobre y católica en Jura, Francia el 27 de diciembre de 1827. En 1839, Pasteur se inscribió en el Royal College of Besançon, la misma ciudad en la que había asistido a la escuela secundaria. Dentro de un año, Pasteur había obtenido su Bachillerato en Letras. En 1842, se graduó con un título en ciencias. Un año después, empezó a estudiar en el École Normale Supérieure, una escuela de posgrado en París. En 1848, Pasteur fue designado profesor de Química en la Universidad de Estrasburgo. 
En Estrasburgo, Pasteur conoció a su esposa Marie. La pareja se casó en 1849 y tuvieron cinco hijos. Sin embargo, solo dos de esos niños llegaron a la adultez, mientras que el resto murieron de tifoidea. Se dice que la muerte de sus tres hijos alentó a Pasteur a estudiar las infecciones y las vacunas.
En 1856, cuando fue decano de la facultad de ciencias en la Universidad de Lille, Pasteur empezó a estudiar la fermentación para ayudar a un fabricante local de vinos a superar el problema del avinagrado del alcohol. 

Antes de Pasteur, la gente creía en la doctrina de la "generación espontánea", la cual sostenía que la vida espontáneamente aparecía en la materia no viviente. Ese razonamiento defectuoso era utilizado para explicar por qué los alimentos se dañaban y cómo las infecciones se desarrollaban.
Para derribar la teoría de generación espontánea, Pasteur "expuso un caldo recientemente hervido al aire en vasijas que contenían un filtro para capturar todas las partículas que pasaban hacia el medio de crecimiento, e incluso sin filtro alguno, siendo el aire admitido a través de un tubo largo y tortuoso que no dejaría pasar partículas de polvo. Nada creció en los caldos: por lo tanto los organismos vivientes, que crecían en los caldos que no habían sido calentados, provenían de afuera en la forma de esporas en el polvo, en lugar de ser generadas desde dentro del caldo". 

Además, Pasteur descubrió que el calentamiento de las bebidas a una temperatura que va desde 140F hasta 212F (60°C-100°C) mataba las bacterias en esos líquidos. Su primera prueba exitosa fue completada el 20 de abril de 1862, y el proceso que desarrolló llegó a ser conocido como la pasteurización. Pasteur patentó su descubrimiento en 1865.
Pasteur luego volcó su atención al desarrollo de las vacunas. Él y sus colegas inyectaban a las gallinas con microbios cultivados de cólera. Luego de muchos experimentos, el equipo descubrió que si las aves eran inyectadas con microbios vivos de cólera luego de que ya habían sido inyectados con una variante más débil del cólera, las gallinas permanecerían sanas.
Pasteur por lo tanto se convirtió en el primer científico que utilizó virus artificialmente debilitados como vacunas. Pasteur luego desarrolló una vacuna contra el carbunco (anthrax) en 1881. En 1885, Pasteur desarrolló de manera exitosa una vacuna contra la rabia. 
En 1888, Pasteur había recibido suficientes donaciones para abrir el Instituto Pasteur –una fundación privada dedicada al estudio de la biología, los micro-organismos, las enfermedades, y las vacunas. Permaneció como director de su instituto hasta que murió el 28 de septiembre de 1895. 
Pasteur fue nombrado Gran Funcionario de la Legión de Honor en 1878. Recibió docenas de premios honorarios y hoy hay alrededor de 30 institutos, y varios hospitales, escuelas y calles con su nombre. Cuando murió, Pasteur recibió un funeral estatal en la Catedral de Notre Dame y su cuerpo fue enterrado en una bóveda debajo de su instituto, donde todavía se encuentra actualmente. 

El trabajo de Louis Pasteur cambió fundamentalmente el mundo en el que vivimos. La prueba que el aportó acerca de la existencia de la teoría microbiana de la enfermedad revolucionó la forma en que pensamos acerca de la salud humana. La pasteurización nos permitió preservar las bebidas y alimentos enlatados por mucho más tiempo de que lo que anteriormente se pensaba que era posible. Y, finalmente, Pasteur revolucionó el desarrollo de las vacunas. 
Mucha de la ciencia moderna se basa en el trabajo de Pasteur. Sin él, es probable que cientos de millones, sino miles de millones, de personas no estarían vivas hoy. Por esta razón, Louis Pasteur es nuestro Héroe del Progreso No. 19.
Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 31 de mayo de 2019.


jueves, 27 de febrero de 2020

ESTÚPIDOCRACIA (ILITIOCRACIA) IDIOCRACIA 😵


Estúpidocracia (Idiocracia)

"Ilitiocracia"


Stultorum infinitus est numerus (El número de tontos es infinito) advertía el Eclesiastés (1:15). Stultorum plena sunt omnia (El número de los necios es infinito), reza un adagio latino. Pero quizá porque casi nadie lee ya la Biblia, considerada anticuada por bastantes eclesiásticos, y las humanidades están de capa caída, se olvida que la estupidez es un poderoso factor histórico. Es conocida la frase de Einstein “hay dos cosas infinitas: la estupidez humana y el universo; y no estoy seguro de lo segundo”. La estupidez puede condicionar o determinar una época o un momento histórico. Ortega recordaba que la gente se había vuelto estúpida al final del Imperio Romano.

1.- El gran escritor austriaco Robert Musil percibió tras la guerra de 1914-1918 en El hombre sin atributos (1930 y 1943) el brote de la estupidez (de stupidus, aturdido) como un fenómeno colectivo. Después de la segunda guerra mundial vieron la época muchos más como cretinocrática. A Ortega no le pasó desapercibido el fenómeno. Pero como todos cometemos estupideces lo atribuyó a que «no se dan las circunstancias vitales que permitan tomar distancia». Sloterdijk coincide en cierto modo con él: no cree se esté perdiendo la capacidad de pensar, sino que la vida actual no invita a pensar. La causa sería, que se vive tan de prisa, que las noticias se atropellan sin dar tiempo a digerirlas. Ahora bien, al exceso y la rapidez de la información, relativamente recientes (radio, televisión, internet,…),[1] se unen el imperio del modo de pensamiento ideológico que tiende de suyo a idiotizar unilateralizando el pensamiento, la especialización excesiva que impone la técnica, la propaganda homogeneizadora y entontecedora de los media que llega a todas artes, las continuas reformas para “democratizar” la enseñanza igualando por abajo, la “dictadura del relativismo”, o la burocratización de la vida. Estos y otros hechos, fomentan la idiocia colectiva como característica del Zeitgeist o espíritu del tiempo.

Con todo, el gran problema de la Europa actual no es tanto la estupidez colectiva cualesquiera que sean sus causas, trátese de la infantilización de las masas o lo que llamaba Christopher Lasch, completando La rebelión de las masas Ortega, la rebelión de las élites. [2] Lo peor es la estolidez de las clases dirigentes y que la potestas política sin el contrapunto de la auctoritas religiosa en franca decadencia (quizá por la estupidez) está desde hace tiempo en manos de demasiada gente más que mediocre, estúpida, como si fuese una condición necesaria del estado democrático de la sociedad. Una posibilidad de la democracia política intuida tempranamente por Tocqueville.
El estúpido, como es estúpido no se da cuenta de qué lo es, no descansa, le puede la vanagloria y, como un demagogo demente, poder perseguir fines disparatados para deslumbrar. Por ejemplo, la igualdad absoluta, que sólo puede ser efectiva en los cementerios
2.- El caso de España es especialmente llamativo. Javier Benegas y Juan M. Blanco diagnosticaron en 2016, que el sistema político instituido en España tras la muerte de Franco era “el régimen más estúpido de la historia de España”. Y Jesús Cacho aseveraba el año siguiente que «España se enfrenta a una crisis de idéntica envergadura a la del 98 del siglo XIX, o a la que supuso el estallido de la Guerra Civil».[3] Los hechos parecen confirmar ambos diagnósticos a los que podrían añadirse muchos más y, tras la entronización del Dr. Sánchez, una consecuencia casi lógica del espíritu -o falta de espíritu- de la Reinstauración juancarlista, está subiendo la temperatura política. Su figura está despertando a mucha gente -incluso de ”izquierdas”- del sueño dogmático de la transición, pese a que Jesús Fueyo la desmitificó enseguida presentándola como una “transacción”.

La sustitución de la Dictadura por la Monarquía democrática fue formalmente correcta según la experiencia histórica: la Monarquía es una institución de gobierno que garantiza la estabilidad como contrapunto a la democracia, régimen de opinión fluctuante y plural. Pero constituye una contradicción, que la democracia tenga que ser “avanzada” -es decir, “revolucionarista” en el sentido de Jules Monnerot)- a tenor del preámbulo de la Carta Otorgada de 1978,[4] que funge como Constitu-ción, y que la Monarquía sea cuasi imperial al transformarse el Estado en Estado de las Autonomías y las Nacionalidades. Una forma estatal inédita en la historia de las formas de lo Político. Ideada sin duda para asegurar el Estado de Partidos y la Monarquía -dependiente de ellos al no ser Constitucional sino Parlamentaria-[6] alentando la multiplicación de oligarquías locales clientelares. Antonio García-Trevijano definió el sistema establecido como una Monarquía de Partidos, otra forma inédita de Monarquía, cuyo papel parece reducirse a legitimar a la clase política con su presencia y anuencia.[7]

3.- Por otra parte, una cosa es la forma del Estado -Monarquía (Hereditaria, Presidencia-lista, Dictatorial, etc.) o República (también Presidencialista, Dictatorial, etc,)-,[8] otra la del gobierno y otra la del régimen. La del gobierno es siempre oligárquica en virtud de la ley de hierro de la oligarquía.[9] En cambio, nunca ha estado clara la diferencia entre la forma del gobierno y la del régimen. Lo reconocía, por ejemplo, Julien Freund, uno de los mayores pensadores políticos del siglo XX.[10]
Ateniéndose a los hechos, es bastante evidente en el caso español, que el régimen ha devenido una oligarquía crisocrática (mando del oro o del dinero) basada en el consenso entre los partidos, que utiliza el Estado como un centro de negocios (el capitalismo de Estado de los regímenes socializantes), y, como es también obvio, cleptocrática (mando de los ladrones); no tanto por los escándalos más o menos conocidos, como por la explotación económica de las clases medias y, por implicación a las bajas, a las que dice favorecer.[11] Es el resultado de la ideología de la III Instauración monárquica desde la guerra de la Independencia -Amadeo de Saboya, Alfonso XII, Juan Carlos-, en la que la España europea se rebeló contra la estúpida clase política y la sumisión a Napoleón, restaurando empero la Monarquía que se la había regalado. En cambio, las provincias de la España de ultramar se independizaron como Repúblicas.[12]

4.- Se dice que, con el gobierno del Frente Popular Separatista, presidido por el Dr. Sánchez, legitimado políticamente por la Monarquía después de tres intentos -otra innovación en los usos parlamentarios-. comienza una II Transición. ¿No será más bien la culminación del proceso de la Instauración y la estabilización definitiva del régimen como una democracia totalitaria que proscribe la Monarquía?[13] El régimen es definitivamente idiocrático en el doble sentido de la palabra griega idiotés, de idión, privado, particular: un régimen que vive para sí (y sus parientes, amigos y clientelas) sin importarle la cosa común, o sirviéndose de ella en el sentido en que se usa el término en castellano. Basta considerar los nuevos ministerios -nada menos que cuatro vicepresidencias- y organismos y las figuras de las gobernantas y los gobernantes que rodean al Dr. Sánchez para dirigir y administrar el Estado, el Gran Artificio de Hobbes. Nudistas políticos, mentales y morales la mayoría -en la que abundan por cierto los efebócratas sin oficio en busca de beneficio-, cabe concluir científicamente, que la palabra adecuada para designar la innovadora forma del gobierno coherente con la del régimen es estúpidocrática. Una innovación en la clasificación tradicional desde los tiempos griegos de las variantes impuras de la aristocracia, en la que los gobernantes son virtuosos y anteponen a todo el bien común de la res publica o comunidad política. La estúpidocracia o mando de los estúpidos se distingue de las demás formas de la oligarquía en que hay que interpretarla aplicando la ley o principio de Hanlon: «no atribuir a la maldad lo que pueda ser explicado por la estupidez».

El Dr. Sánchez cuenta con la ventaja de que el pueblo “soberano” está acostumbrado a la estúpidocracia gracias a la ímproba tarea de infantilización llevada a cabo por el consenso político entre la derecha y la izquierda durante los casi cuarenta años de transacción.
El establecimiento de la estúpidocracia como la forma progresista ideal del gobierno ha sido posible por el trabajo incansable del socialismo y el comunismo contemporáneos, que han impuesto su sello a la época

5.- El establecimiento de la estúpidocracia como la forma progresista ideal del gobierno -cual-quiera puede ser ministro, sentenció el Licenciado Sr. Rodríguez Zapatero, uno de sus preclaros representantes, al parecer en el sentido amplio de “un” cualquiera-[14] ha sido posible por el trabajo incansable del socialismo y el comunismo contemporáneos, que han impuesto su sello a la época. Al principio fueron ideas de origen cristiano, que inspiraron movimientos de solidaridad para paliar las consecuencias de la revolución tecnológica, industrial y la urbanización. Pero como «toda sociedad constituida por hombres dependientes unos de otros evoluciona conforme a las leyes de la naturaleza orgánica»,[15] está sometida a la ley inexorable de la anaciclosis de Polibio y acaba degenerando, hoy no son más que la voluntad de obtener el poder como un botín: demagogia, desgobierno, corrupción, mentira, cinismo, explotación, desprecio, persecución, represión y si es preciso violencia física o moral contra el discrepante, resentimiento, deshumanización, destrucción de la familia, la institución natural fundamental sobre la que descansan los órdenes políticos (promiscuidad sexual, pornografía, aborto, eugenesia, homosexualidad), y de las relaciones naturales entre las personas, controladas y reguladas por la infinita legislación detallista, etc. En el fondo, el nihilismo anunciado por Nietzsche, en el que lo único permanente es la voluntad de poder.

Lo que queda del socialismo y el comunismo, religiones del modo de pensamiento ideológico que presumen de su superioridad moral a falta de otros argumentos, es el caos multicultural de las ideologías absurdas, que llama Sloterdijk “modales”. Generalmente son bioideologías, modas heréticas para compensar el aburrimiento que produce el colectivismo socialista, muy rentables para los dirigentes igual que en las nomenklaturas. Las de género, ecologista, higienista, climática, etc., son por cierto más deudoras del biologicismo nacionalsocialista que del mecanicismo leninista, del que conservan sus tácticas.
Las ideologías modales florecen como religiones histéricas, que atribuyen también la estupidez de los incrédulos al “Capitalismo”. El Satán de las religiones totalitarias[16] en una civilización que ha perdido el sentido común, la base del entendimiento y la inteligencia.[17] Un rasgo de todas ellas es que, al fundamentar científicamente su superioridad moral, «las estupideces modernas, son más irritantes que las antiguas, porque sus prosélitos pretenden justificarlas en nombre de la razón» (Nicolás Gómez Dávila).

6.- No escasea la literatura sobre la estupidez y los estúpidos. Los estúpidos, aunque sean científicos, son más peligrosos para la sociedad que la mafia, decía en Allegro ma non troppo Carlo Cipolla. Quien, preocupado por el creciente acceso de estúpidos a los puestos de directivos y de mando, investigó Las leyes fundamentales de la estupidez humana (ambos escritos en internet). Pedro Voltes escribió una interesante Historia de la estupidez humana, que no es la única. Etc. [19]
Pero, ¿en qué consiste la estupidez? El estúpido no es exactamente el tonto, el “corto de luces”, el necio [de ne scio, “no sé”], el imbécil, el resentido de Scheler o Marañón, el psicópata, el arribista o el malvado, aunque puedan estar asociados con la estupidez. La estupidez colectiva, ¿es genética, es una patología, un producto del ambiente, de la cultura, del azar siempre presente? Probablemente es un precipitado histórico resultado de multitud de causas concu-rrentes.

7.- Voltaire retrataba al estúpido como un narcisista incapaz de percibir su propia estupidez, «una enfermedad extraordinaria». Lo malo, continuaba, es que «no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás». Ortega comparaba el estúpido con el malvado: “el malvado descansa algunas veces; el necio jamás”. “En mi vida he visto muchos malos volverse buenos, pero nunca he visto un necio volverse sabio”, reza un dicho anónimo.[20] En efecto, el malvado prescinde de escrúpulos para alcanzar sus fines: “el fin justifica los medios”. Pero es realista y cuando consigue lo que quiere, descansa e intenta incluso parecer bondadoso. No obstante, a Voltaire y Ortega les faltó añadir, que los estúpidos convencidos de su superioridad, incluso moral, si tienen poder se convierten fácilmente sin darse cuenta en canallas.
Einstein, interesado en el tema, decía también, que “la diferencia entre la estupidez y el genio consiste en que el genio tiene límites”
El estúpido, como es estúpido no se da cuenta de qué lo es, no descansa, le puede la vanagloria y, como un demagogo demente, poder perseguir fines disparatados para deslumbrar. Por ejemplo, la igualdad absoluta, que sólo puede ser efectiva en los cementerios, el Estado o la Sociedad Perfectos o la “verdadera” democracia, la forma utópica definitiva de esta forma del régimen como forma también del gobierno. Einstein, interesado en el tema, decía también, que “la diferencia entre la estupidez y el genio consiste en que el genio tiene límites”. Lo que vale asimismo para la gente normal, aunque no la libra de cometer estupideces. El mismo enamoramiento se presta a la estupidez.
La estupidez no es incompatible con ser “listo” -palabra de origen incierto que podría estar relacionada con la alemana List, astucia- y el estúpido más temible es el que tiene influencia o poder público. La estupidez del listo o la listeza del estúpido con poder puede ser muy rentable para él unida a la falta de escrúpulos, como ocurre en un ambiente amoral o nihilista, aproximándole a la figura del psicópata narcisista. No es el necio, pero puede describirse con Yolanda Couceiro, como “el necio que no atiende a consejos ni prevé los frutos de sus acciones: es terco en su proceder y no escucha ni entiende otras razones, argumentos o incluso evidencias de su error; siempre buscará una interpretación alternativa -y errónea- para explicar los desastres que normalmente ocasiona, en una mezcla a partes iguales de desmedida soberbia, de firme convencimiento de su superioridad moral y de inalterable creencia de poseer la verdad absoluta”.

En fin, el mando de los estúpidos es una inversión de las jerarquías naturales: «el que es necio servirá al sabio» (Proverbios11, 29). Pues, como decía Oliverio Cromwell, «un hombre nunca va tan lejos como cuando no sabe a dónde va». Alguien ha sugerido la urgencia de un movimiento para sobrevivir a la estupidez humana.

[1] Karl Steinbuch publicó en 1966 Die Gesellschaft informierte. Geschichte und Zukunft der Nachrichtentechnik, La sociedad informada. Historia y futuro de la técnica de las noticias (Stuttgart, Deutsche Verlagsanstallt 1966) sobre la necesidad de que la sociedad estuviera suficientemente informada. En 1989, publicó Die Gesellschaft desinformierte, La sociedad desinformada (Stuttgart, Seewald 1989), quejándose de que la abundancia de noticias destruía la educación, cuyo desastre predijo, y desconcertaba a la gente. En 1992 publicó Kollektive_Dummheit.Streitschrift gegen den Zeitgeist, Estupidez colectiva. Disputa contra el espíritu del tiempo presente. Munich, Herbig,1992.
[2] La rebelión de las élites y la traición a la democracia (1991). Barcelona, Paidós 1996.
[3] Ambos diagnósticos en vozpopuli.com (16. I. 2016 y 1. X. 2017).
[4] “La democracia avanzada” es un concepto leninista. Lenin se había referido en Dos tácticas a las “tareas democráticas avanzadas de la clase de vanguardia” y el jefe del partido comunista uruguayo Rodney Arismendi utilizó la expresión democracia avanzada en Lenin, la revolución y América Latina. Montevideo, Ediciones Pueblos Unidos 1970. No es un secreto que hizo de “clase de vanguardia” el ínclito partido socialista. Cf. G. Bueno, Fundamentalismo democrático. La democracia española a examen. Madrid, Planeta 2010. “Democracia de guardería”, llama Javier Benegas a la “restaurada” en la transición-transacción.
[6] Se omitió absurdamente -igual que la convocatoria de Cortes exclusivamente constituyentes, es decir para hacer la Constitución, que es por eso formalmente una Carta Otorgada- un referéndum sobre la forma del Estado, que hubiera sido favorable a la institución en aquel momento y, vinculándola al pueblo, la habría independizado de los partidos.
[7] La legitimidad -inconfundible con la legalidad- tiene velis nolis un carácter sagrado y la capacidad legitimadora de la Monarquía deriva, como observó entre otros Bertrand de Jouvenel, del imaginario derecho divino de los reyes, inventado en el siglo XVI para justificar la Monarquía Absoluta vinculando a una familia el derecho a reinar. La legitimidad dinástica por derecho divino de la Monarquía Absoluta desvió el curso natural de la historia política europea. Vid. P. Manent, Cours familier de philosophie politique. París, Fayard, 2001. (Hay trad. española).
[8] La diferencia entre Monarquía y República consiste en que la primera es una institución, la segunda el concepto o la idea de formar una comunidad de los iguales con libertad política, los ciudadanos.
[9] Vid. G. Fernández de la Mora, “La oligarquía, forma trascendental del gobierno”. Revista de Estudios Políticos. Nº 205 (1976). La partitocracia. Madrid, Instituto de Estudios Políticos 1977. J. M. Ortí Bordás, Oligarquía y sumisión. Madrid, Encuentro 2013. D. Negro, La ley de hierro de la oligarquía. Madrid, Encuentro 2015.
[10] Vid. El gobierno representativo. Madrid, Encuentro 2017. “Régimen y clasificación de las instituciones”.
[11] García-Trevijano distingue tres tipos de corrupción: la ocasional, la consecuencial y la constitutiva. Entre la literatura sobre el tema, son todavía interesantes, por ir al fondo de la cuestión en el momento en que empezaba a ser notoria la corrupción constitutiva o estructural de los Estados socialdemócratas europeos, H.-E. Richter, Die hohe Kunst der Korruption. Erkenntnisse eines Politik-Beraters (Hamburgo, Hofmann und Campe 1989) y el premonitorio de R. Lay, Die Macht der Inmoral. Oder der Implosion des Westens. Dusseldorf/Wien, ECON Verlag 1993. En Europa, se llega a utilizar las palabras democracia y antifascismo para justificar la corrupción política.
[12] El principal problema político de España es probablemente la falta de una clase política competente y al servicio de la nación desde Carlos III. Se atribuye a Bismarck la frase “lo increíble de España, es que exista todavía con una clase política tan inepta”, y el gran historiador Macaulay recomendaba estudiar la historia de España para entender cómo se debilita y arruina una gran nación. Les pasa lo mismo a las repúblicas iberoamericanas.
[13] Clásico sobre esta forma de la democracia, J. L. Talmon, Los orígenes de la democracia totalitaria y Mesianismo político. Madrid/México, Aguilar 1956 y 1969.
[14] “Sabe muy bien lo que quiere y a donde va”, dijo el entonces rey Juan Carlos.
[15] E. Jünger, El teniente Sturm. Barcelona, Tusquets 2014. 2, p. 21. Como es sabido, Jünger recomendaba emboscarse para huir del creciente intervencionismo estatal. Vid. La emboscadura. Barcelona, Tusquets 1988.
[16] Como demostró Otto Hintze, el Capitalismo no existe. Vid. “Der moderne Kapitalismus als Historisches Individuum”. Historische Zeitschrift. 1929. Tomo 139, 3. El único “Capitalismo” es el Capitalismo de Estado.
[17] Vid. M. Crapez, Défense du bon sens ou la controverse du sens commun. París, Éds. du Rocher 2004. A. N. Whitehead había notado ya que la crítica del sentido común comenzó en el siglo XIX con el Romanticismo
[19] Alguna bibliografía: M. F. Sciacca, L’oscuramento dell’intelligenza. 2ª ed. Milán, Marzorati 1971. A.Finkielkraut, La derrota del pensamiento. Barcelona, Anagrama 1987. C. Castoriades, El ascenso de la insignificancia. Universitat de València, 1998. A. Glucksman hacía responsable al postmodernismo en El poder de la estupidez (1985). Barcelona, Crítica 2010. Giancarlo Livraghi examina el poder de la estupidez en La estupidez. Ideologías del postmodernismo. Barcelona, 3ª ed. Península 1997. J. L. Trueba Lara, La tiranía de la estupidez. Madrid, Taurus 2012. 
[20] Citas de Y. Couceiro Marín en su sugerente artículo “La superioridad moral de los necios”. Latribunadelpaisvasco (13. IX. 2018).
VER+:
Dalmacio Negro: 
Charlamos con uno de los pensadores hispanos más influyentes de las últimas décadas sobre el Estado, su origen y sus formas de gobierno. Hijo de la misma generación que Mario Hernández o el ya difunto Gustavo Bueno, una generación irrepetible como antaño fue la de Ortega y Gasset, D'Ors, Madariaga o Sánchez Albornoz.

Dalmacio Negro: "La Revolución Francesa sustituye a Dios por la razón"

VER+:




IDIOCRACIA: BRILLANTES ESTÚPIDOS




LA ESTUPIDEZ PERJUDICA GRAVEMENTE LA SALUD




miércoles, 26 de febrero de 2020

UNA PROPUESTA DE CONGRESO DE LAICOS PERMANENTE ⛪


EL MAL LLAMADO CONGRESO DE LAICOS 2020. 
REALMENTE FUE UN CONGRESO ECLESIÁSTICO DE LAICOS DIRIGIDOS.
(SE REQUIERE UNA IGLESIA MÁS ECLESIAL Y MENOS ECLESIÁSTICA)


Una propuesta de Congreso de Laicos permanente


Tres ideas:
- Instituir el Congreso de Laicos Permanente y los Congresos Diocesanos de Laicos, con la misma lógica que el Congreso 2020.
- El reto no es poner o quitar laicos, sino formar comunidades integrales de discernimiento en los centros eclesiales de decisión. El desafío es la sinodalidad en cada lugar decisivo.
- La Iglesia no es minoritaria ni está en tierra extraña, sino que hay un 67,2% de católicos en España y el 46,7% no la siente suficientemente como hogar.
Un hito conciliador excepcional

El Congreso de Laicos 2020 celebrado en Madrid se ha convertido en el evento más importante de la Iglesia española en lo que llevamos de siglo XXI y una suerte de catalizador del rumbo de profundización conciliar del Vaticano II que sigue la Iglesia con el papado de Francisco. La experiencia del Congreso ha sido muy buena para prácticamente todos los que hemos estado allí. Fue una vivencia de alegría, inspiradora, conciliadora y conciliar.
En las conversaciones y talleres había un gran consenso sobre la necesidad de emprender de un modo más decidido un modo sinodal de ser Iglesia en España y sus diócesis. El Congreso fue un punto de partida, pero es necesario que no sea un escaparate, sino un nuevo camino.

¿Cuánto ha avanzado el laicado desde 1991?

Si una cosa está clara, es que la Iglesia comienza a asumir por fin con los hechos, el reto que de palabra se presentó en el documento de 1991, ‘Los cristianos laicos, Iglesia en el mundo’ (CLIM), realizado por la Conferencia Episcopal Española. Ese documento comenzaba en sus dos primeros puntos como sigue:

(1) “La nueva situación de la sociedad, dramática y esperanzadora a un tiempo, y la nueva situación eclesial, con sus luces y sombras, reclamaba nuestra especial atención sobre la situación del laicado en España, y exigía nuestra palabra y nuestro compromiso para orientar y promover la corresponsabilidad de los laicos en la comunión y en la misión de la Iglesia.
(2) Había que actualizar las orientaciones del año 1972. A los problemas de entonces –algunos todavía no resueltos–, hay que sumar los nuevos: los derivados de la corresponsabilidad de los laicos, hombres y mujeres, en la vida de la Iglesia; la presencia pública de la Iglesia y la participación de los laicos en la nueva sociedad; la formación de los laicos; el reconocimiento, discernimiento y promoción de las asociaciones y movimientos; la participación de la mujer en la Iglesia; la promoción de los ministerios laicales…” (CLIM, 1991: nos.1-2).

El CLIM de 1991 venía a actualizar casi 20 años después las orientaciones de 1972 y este Congreso de Laicos 2020, casi 30 años después, viene a retomar los muchos “problemas todavía no resueltos” de 1991. ¿Habrá otro hito dentro de 20 o 30 años para recordarnos que los problemas siguen sin resolverse o esta vez se hará el camino que hay que abrir? (Por ejemplo, el tema del foro de laicos no se hizo nada al respecto). Esperemos que no o, al menos, que no haya que esperar tanto.

Se necesita una nueva arquitectura

Lo que queda claro en ‘Un Pentecostés renovado’, la ponencia final del Congreso Nacional de Laicos 2020, es que los laicos debemos activarnos, impulsar la creatividad misionera, ser emprendedores y asumir responsabilidades en esa clave de ‘Iglesia en salida’. Lo que no quedan claras son las reformas internas que la Iglesia española debe hacer para que eso sea posible. Dichas reformas ya han comenzado de un modo decidido en la Santa sede, pero en España son todavía tímidas e insuficientes. No basta con agitar las aguas para que se abra un camino.
Cada época ha tenido una arquitectura de las iglesias. La Iglesia cambia su arquitectura a través de las distintas épocas. En el siglo XXI es necesario que la Iglesia convierta su arquitectura para hacer posible la comunión y la evangelización: la arquitectura de las parroquias, de las curias diocesanas, de los seminarios, de los departamentos pastorales, de las comisiones que lanzan los proyectos a largo plazo, etc. No se trata de que “ahora los laicos quieren decidir”, sino que una verdadera Iglesia siempre tiene la forma de una comunidad participativa. El reto no es la participación de los laicos, el horizonte que buscamos es la genuina comunión. (En mi opinión personal: Se requiere una nueva eclesiología y una nueva eclesialidad. Una Iglesia más eclesial y menos eclesiástica).

Lo esencial es ese impulso del Espíritu en el corazón de cada uno de nosotros, pero también el Espíritu debe dar forma a nuestras comunidades –sean locales, diocesanas o la gran comunidad que formamos toda la Iglesia española–. Es un clamor en todo el pueblo que la superación del clericalismo exige reformas urgentes en nuestra propia forma de participar. En las conversaciones y talleres del Congreso se percibía un gran consenso sobre ello. Ya es hora. Confiemos en el laicado, al menos como Jesús confió en un pequeño grupo de pescadores sencillos e iletrados.

Instituir el Congreso de Laicos Permanente

El propio Congreso de Laicos puede no ser un hito sino un método, camino. ¿Por qué no constituirlo como un organismo permanente que se reúna cada dos años? Además, habría que constituir congresos diocesanos de laicos, que se reúnan en los años alternos, pero que tengan una estructura que funcione de modo permanente.
Entendemos que el gasto que supuso el Palacio de Cristal de Madrid no es bueno repetirlo cada dos años, pero se puede hacer de un modo más sencillo. Estamos acostumbrados. Lo importante es que se haga un camino con ello. Creo que este sería el punto más importante que debería impulsar la Conferencia Episcopal Española en estos momentos de la historia de la Iglesia en España. Hay dos cuestiones clave en ese Congreso de Laicos Permanente: la comunión y la participación.

Comunión

Es bueno que el laico sea de laicos, pero no solo estén los laicos. Los obispos son signo y trabajo de unidad de todos. Necesitamos hacer camino en unidad, especialmente con aquellos que nunca están y con quienes son más fácilmente excluidos de la Iglesia. En unidad con otras partes del mundo donde tenemos responsabilidad y que no debemos olvidar, sino poner en el centro de nuestra reunión. En unidad con la Iglesia universal y la Creación, de la que no debemos dividirnos, sino cumplir el mandato de cuidarla. Necesitamos a los pastores que trabajan por la integración de todos y de todo.
Es buena la participación de presbíteros y religiosos con los laicos. En general, el problema no es si hablan, hacen o deciden unos u otros, sino si formamos una comunidad de discernimiento y servicio, donde todos escuchamos al Espíritu y Él sopla en quien menos se espera, muy especialmente en los más sencillos y vulnerables. El gran aprendizaje que debemos hacer no es esencialmente poner a laicos donde no los hay, sino aprender a ser comunidades integrales de discernimiento. En todos los lugares de decisión en la comunidad eclesial debería estar la gran voz laical y, muy especialmente, la voz de la mujer, no como asistentes, sino como miembros de una comunidad cristiana de discernimiento.

Participación

La otra clave es la participación. La Iglesia es muy grande y plural. En primer lugar, en el Congreso se ha apreciado mucho el fuerte peso de la parroquia, de los tejidos parroquiales de todo nuestro país. Los movimientos ayudan en la Iglesia y expresan la diversidad de carismas, pero las comunidades parroquiales generales son esenciales. Sin parroquias vivas de todos, con todos y para todos, la comunidad eclesial del siglo XXI no es sostenible. También es importante cuidar la presencia de instituciones importantes donde hay miles de laicos trabajando por la misión como son los colegios, las ONG y universidades.
En segundo lugar, habría que preguntarse por grupos significativos que no han estado presentes y cuyas voces no hemos escuchado: los muchos inmigrantes que comparten nuestra comunidad cristiana han estado muy ausentes, el pueblo gitano, las comunidades más pobres de nuestro país cuya voz tenían que haber tenido un papel principal, los colectivos más vulnerables dentro de la Iglesia… Al menos tenían que haber sido más visibilizados.

El gran desafío del 46%

La Iglesia española no vive en tierra extraña ni es una minoría en España. No puede sentirse en el exilio babilónico cuando en 2020 hay un 67,2% de españoles que se consideran católicos. Un 20,5% son católicos practicantes. El problema es complejo, pero la cuestión central es la debilidad de la comunión en esa gran comunidad católica. Hay una desconexión que afecta negativamente al 46,7% de la población. Sin duda tienen mucho que ver las incoherencias, las ideologizaciones, las superficialidades o el pragmatismo de ese 46% y también de ese 20,5%.
El gran desafío es que ese 46% –donde se encuentran tantos familiares, amigos, y compañeros nuestros– sienta de nuevo la Iglesia como un hogar. El reto de la participación no es solamente cuidar las proporciones de representación de las realidades de Iglesia, sino, sobre todo, que los que estén en el centro quienes generalmente son excluidos y que ese 46% se sienta como en casa.
Sigue siendo bastante cierto aquella frase con que la Conferencia Episcopal Española terminaba el documento CLIM hace 30 años: “La nueva evangelización se hará, sobre todo, por los laicos, o no se hará”. Hágase.


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