EL Rincón de Yanka: LA SOCIEDAD PERDIDA (III): "LA NEGLIGENCIA POLÍTICA", "LA INCAPACIDAD DE REBELIÓN" e "IGUALDAD SOCIAL" por ANTONIO HR

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sábado, 27 de abril de 2024

LA SOCIEDAD PERDIDA (III): "LA NEGLIGENCIA POLÍTICA", "LA INCAPACIDAD DE REBELIÓN" e "IGUALDAD SOCIAL" por ANTONIO HR

LA SOCIEDAD PERDIDA

La negligencia política 
de la sociedad española


El accidente, es inconsciente, es imprevisto, es repentino, es incontrolable, es inédito, no se podía haber evitado; la negligencia, es consciente, en algunos casos, sin necesidad de ser a propósito, en cambio, se termina dando o se deja o permite que se dé, no es que se pudiera haber hecho mejor, es que se podía haber parado y evitado, la negligencia es controlable, es cómplice, el daño ya está hecho.

Siguiendo la estela del propio Régimen de los partidos del Estado, el rastro de fracaso y derrota que va dejando a su paso el consenso o unanimidad en el pensamiento entre quienes habitan dentro de la veda legal de la acción política, lo que ha traído esta forma sociopolítica a los españoles desde la Transacción a la muerte del Dictador hasta este estado actual de las cosas, es la necesidad por parte de los artífices del “tinglado”, herederos del Régimen anterior, y a lo largo del actual Régimen, mediante sus sucesores, de mantener lo único que hoy puede sustentar, por razones fundamentales, los pilares esenciales del mismo Régimen del 78, que es el cinismo y la corrupción, y la ficción del bienestar público y la justicia social. Así han aprendido a crecer las últimas generaciones de españoles. En la costumbre de la corrupción. En la costumbre de la corrupción. Lo inédito pues, en España, es que los políticos estuvieran en la cárcel. No es de extrañar entonces y como resultado lógico de la experiencia partidocrática, la situación de hastío, de desesperanza y de impotencia de la mayoría de las personas, que resume y refleja el panorama público en España, y que, cualquier ser, puede observar allá donde se encuentre, dentro de nuestras fronteras, un verdadero desguace desolador. De lo que fue a lo que es, o, mejor dicho, a lo que ha dejado ser. Y como todo lo público no se puede tapar o esquivar, ni puede ser interpretado como una opinión personal, ya que es un hecho, y porque no está sino a la vista de cualquiera, ninguna persona sensata, cabal y decente puede negar pues la perentoriedad de un cambio drástico que pare la evidente situación de demolición de la Nación española. El estado de la moral que sufren hoy una gran mayoría de los españoles, que están extraviados en el Régimen partidocrático, resulta peligroso, no sólo para el transcurso de la vida en sociedad o el crecimiento mismo de la propia persona, sino en lo que se refiere al porvenir de las generaciones venideras.

Todo el edificio partidocrático trasciende, al final, como se puede observar claramente, en una expansión de la corrupción, de lo que se puede tocar y de lo que no, de lo físico y lo espiritual, hasta los últimos cabos de la nación, en toda situación y momento, y, que, en el transcurso del deterioro de todo, ya no se encuentra cabida para más infamia sino es en el descaro y la impudicia de quienes observan desde el poder la impasividad de los españoles. Los más cobardes sonríen bufonescamente mientras adulan a los amos que instituyen y camelan. Los que no saben o no quieren saber, transcurren de un modo insolente o indiferente hacia los asuntos públicos. La pereza, que es pecado capital, y la actitud general de quietud social, propia de las necrópolis, dan ventaja en la carrera política a los oligarcas para avanzar en sus planes y objetivos por mantener el poder, mientras custodian, agradecidos por sus adeptos votantes, a una sociedad cada vez más exhausta y agonizante ante las injusticias y la corrupción. La realidad perdularia existencial de la sociedad española nos está dejando ver hasta dónde llega su peor cara, no sólo observando la nula aptitud para la reacción, sino siendo la desconfianza y el fanatismo hechos y actitudes entre convecinos, e incluso entre familiares, cada vez más cotidianos. No puedo dejarme en el baúl del olvido, el gran motivo por el que, la sociedad española, muestra aversión a la reflexión, a la sensatez y al consejo, esas son las recalcitrantes y vetustas ideologías que usa la propia propaganda para el teatro de los sueños, que, manteniendo las urnas llenas de ofuscados, más que promover una solución, son la causa que mantiene a los españoles apartados de su realidad política.

Por consiguiente, a todo lo anterior escrito, y porque la realidad intelectual histórica de los españoles trae un inmenso océano de desconocimiento sobre los asuntos públicos, ya que el Estado ha sido siempre, y sigue siendo hoy, quien organiza la vida pública en España, y como nunca tuvieron la experiencia los españoles del peso de la responsabilidad de decidir su futuro en Libertad, ni de elegir las formas de gobierno ni quienes les han de gobernar, es normal que la reacción, que no es acción política, como un ciego ebrio en mitad de una estampida, sea la conocida indignación social continuada y permanente. Pasto para el poder. Indignación que reconoce esos efectos, como la infamia, la injusticia y la corrupción, esas penurias que, al que más o al que menos, le llamaron a su puerta, pero que, sin embargo, se equivoca en su apreciación, no da crédito de las causas que los produce, no da con la clave para zafarse, así de simple que, porque si diera con ella, no se indignaría. El indignado termina en el delirio y el hastío. Un indignado sólo puede ser eso, una persona que no sabe, que ignora las causas que le indignan, y que, en su intento por sacar la cabeza para coger aire votando o saliendo a la calle a manifestarse pidiendo Derechos u otras incumbencias, ve la derrota en el intento de acción haciéndola fracasar siempre, se ahoga en las arenas movedizas del mismo Régimen al que pretende combatir. Un indignado, cuanto más se mueve, más se hunde, por eso no es apto para una acción política inteligente.

Sin embargo, aquellas personas que se han liberado del juego partidocrático, que han aceptado el error de haber votado alguna vez, que han superado su soberbia; que han visto la gran mentira en la que viven los españoles y lo dicen o lo denuncian, que asumen la realidad con responsabilidad cívica, con integridad en los asuntos políticos y que no se dejan engañar por el primer pregón político en escena, lo primero que se les ocurre, por decencia, es NO VOTAR A NADIE, seriamente, en conciencia, sabiendo que es un juego fraudulento; no creo que haya otra manera de caminar con dignidad en España hoy. Aquellas personas reciben el nombre de Repúblicos, estadistas de la política, que conocen bien los asuntos del poder, que caminan con la aptitud del que sabe hacia dónde se dirige, sin temor en su andadura contracorriente a lo preponderante, que es lo anormal y lo deprimente, y por destacar en su actitud ante una sociedad incapaz, darán ejemplo de ciudadanía, revolucionan lo establecido, ya que, tienen el control de su posición política, y porque, ya no es posible que caigan más veces en la pretensión de ir a las urnas del Estado de partidos a legitimar la desgracia. Una vez abiertos los ojos ya no hay peligro. Aquellos, saben que la penuria y la calamidad se encuentran en la ausencia de Libertad Política Colectiva y de Democracia, que la corrupción sistemática de todas las instituciones, y también la división social, que va en aumento cada día, se da porque no hay separación de poderes Legislativo y Ejecutivo, es decir, porque España no tiene aún una constitución en vigor. Esto no es una reflexión de izquierdas ni de derechas, esto es un hecho político real, que existe y se está dando a diario, y que echa de menos la voluntad de la sociedad española para cambiar la situación de las cosas; empezando por una reflexión moral y de valores cívicos. Ya la realidad y los hechos ponen en evidencia el temor que hay para oponerse a quien abusa de poder, ya las urnas delatan la voluntad de los españoles, puesto que, no sirviendo para la elección de nada, no siendo representativas del elector, sólo pueden mostrarnos la servidumbre voluntaria de un pueblo que se somete ciegamente y por devoción a los que le hacen agonizar. El cinismo y la demagogia partidista ha sedado las mentes débiles y despistadas de la mayoría de los españoles, que han hecho del Estado sin control una religión por bandera; no importa si la mofa, la humillación, la mentira y el vasallaje llegue a la mesa de los españoles, 2/3 de ellos siguen diciendo que siga el juego tortuoso de la partidocracia. Quizá sea a base de golpes de la manera que muchos tengan que aprender antes de haber reflexionado sobre lo que aquí escribo, del mismo modo que muchos otros han tenido ya la experiencia en la calamidad.

Los españoles se equivocan. El Estado de partidos en España se mantiene vivo gracias a los cobardes, los cínicos, los neutros y los oportunistas. Por aquellos que miran para otro lado ante la barbarie sociopolítica que nos ha acompañado y que acontece, y por aquellos que son incapaces de hacer oposición a la oligarquía de partidos descontrolada que hay dentro del Estado en España. Por aquellos que callan y están en connivencia con el juego social y político, y los que esconden su convivencia con la posición pusilánime de la excusa fácil de alegar que el cambio es imposible, mientras llevan de la mano las listas de partido, que ellos no han elegido, que les hace culpables igualmente de la corrupción, y que con su papeleta mantienen. Por aquellos cínicos que presumen de constitucionalistas sin existir una constitución que un solo juez en toda España pueda aplicar. Por los que participan de esta imparable degeneración de todo lo público acomodados a las prácticas de la ideología imperante de todos los partidos estatales, que es la Socialdemocracia. Por aquel tahúr de muchos, que, por motivos ideológicos reaccionarios, colmados de oportunismo en las urnas, niegan la realidad política legítima en el ejercicio de los españoles en las urnas encarnada en la degeneración del franquismo; republicanos de la Monarquía puesta por Franco; impostores que llaman concordia y reconciliación a lo que es realmente reparto de botín. Por aquellos que participan y han participado por miedo al “qué dirán”. Por los traidores a la Libertad Política y la Democracia. Por los que votan a facciones inmersas en la corrupción y el crimen de Estado, el mismo Estado administrativo Legal de Franco en los tiempos lóbregos y corroídos actuales de su ocaso, corrompido por el oportunismo, el vicio y la licencia; por el consenso entre antiguos enemigos. Esos son, los que, en silencio cómplice, de la mano con su fechoría y falta de valor humano y moral, permiten que su servidumbre y esclavitud siga más en vigor que nunca. Ustedes se han equivocado y se equivocan queriendo votar para arreglarlo. Los tiempos venideros, la verdad de las nuevas generaciones, la realidad de la historia y la experiencia, irán dibujando vuestras siluetas y moldeando la forma de vuestras caras en los lares más temibles y terribles de la Historia de España. Ustedes se hallarán en el desagradable recuerdo para la eternidad.

La incapacidad de rebelión 
y las aguas estancadas del franquismo.

Más que aprender de las consecuencias empíricas que ofrece esta forma de gobierno de Estado de partidos, y así, naturalmente, rebelarse y poder defenderse de los abusos e injusticias sociales, millones de españoles prefieren seguir buscando la solución al problema político durante el extenuante recreo y agobiante espectáculo dentro del patio donde siempre ha perdido la partida y nunca ha encontrado nada, más que corrupción, cinismo y humillación; esto es, que millones de españoles siguen atendiendo a la propaganda, indignados, y confiando en las listas de empleados que ofrece el poder, que son las facciones del Estado, que son el motivo de tal indignación, las cuales, anormalmente, apoyan en la urna. Y como la educación y el aprendizaje, en cuestiones públicas, solo puede venir, con la experiencia personal, de la mano de la Libertad Colectiva, porque sin Libertad Política un pueblo no puede madurar, los españoles generalmente permanecen así en una infancia y un estado cándido y pueril profundo, y como en España no ha habido un cambio de Régimen político desde la Guerra Civil hace ochenta y cuatro años sino que actualmente se vive en una Reforma de lo que existía antes, sin ruptura moral ni política, la mayoría de españoles se ven impotentes y exhaustos, realmente exánimes, sin herramientas para protegerse de los golpes que inevitablemente produce un poder corrompido como el que hay en España. Y como no ha cambiado la forma de pensar, como no ha cambiado la moral de servidumbre, como persiste el miedo característico a desobedecer y a los asuntos políticos heredado de la Dictadura, como toda la educación política de los españoles, unas veces por tendencia y otras por tradición que inevitablemente se ha transferido de padres a hijos, dos tercios de los españoles aproximadamente votan, o tienen la intención de hacerlo, a sus verdugos en las siguientes votaciones porque quieren creerse aún que ahí está la salida, como digo, exactamente igual que lo hacían sus padres y sus abuelos en la Dictadura, sin Libertad Política ni Democracia. Es decir, sin querer madurar.

El pensamiento público de la sociedad española no ha salido del recalcitrante patio de la servidumbre voluntaria y del miedo, de la represión mental, por consiguiente, viven con un pavor y un retroceso o complejo en las consideraciones de más calado en su vida pública acompañado por un enaltecido sentimiento de culpabilidad y rencor. Es normal que los españoles no crean ni tengan ilusiones ni esperanzas puestas en nada, ya que no creen ni en ellos mismos. Lo único que ha variado para la sociedad española ha sido que, sin cambiar las estructuras de poder durante el tránsito de un Régimen a otro de manera legal, sin haber hecho tampoco una ruptura moral con la Dictadura desde la Transacción política a la muerte del General Franco hasta la fecha, y en virtud de una Ley fundamental que no ha estado en vigor nunca ni puede estarlo y no condena los crímenes del Régimen dictatorial, la corrupción moral, y tras de ella, la institucional y gubernamental que genera el consenso político entre las facciones que se apoderan del Estado en el periodo de un Régimen a otro, es el motor de la relacion gobernado-gobernante, gobernado-gobernado y gobernante-gobernante. Esta corrupción en que las generaciones actuales han sido educadas en su máximo exponente, es algo que no conocían antaño, y que hoy se ha convertido en factor, no solo para poder gobernar, sino de convivencia social para las generaciones actuales, que a diferencia de las generaciones que vivieron el anterior Régimen, que no conocieron la Libertad, al igual que no la conocen aún hoy, pero en cambio, no era la corrupción por sistema un factor de vida política y social. Esta corrupción es aprobada y compartida hoy por una mayoría de españoles cada cuatro años en las urnas. Estos ejemplos de natural evidencia, esta forma de pensar y moral de las cuales empezamos hablando, en España encuentran el equilibrio en el cinismo, la mediocridad y la indecencia pública ya por costumbre.

La razón de vida para cualquier ser humano es la de su seguridad personal y su disposición social, su evolución y progreso, su triunfo en lo personal y colectivo, la creatividad y el desarrollo del talento, y como los efectos del Régimen de partidos impiden tales objetivos en las personas, hoy, cualquier rebelión social o individual tiene un cometido curativo, que va directamente relacionado y se origina en la conciencia para encaminar a la moral y darla oxígeno; y sirve también para dar ejemplo al vecino. Rebelarse u oponerse, no dar legitimidad o autoridad moral al poder corrompido siguiendo sus programas y matrices de conducta, o lo que es lo mismo, su propaganda mediática, política y social, es sano, es viable, robustece el alma y es en este momento necesario. Encontrar una persona así decidida, es sin duda un apoyo moral y de ánimo para aquellas personas honestas que se ven acorraladas por la corrosión de lo público y no sienten ya ningún interés en arreglar sus vidas porque no tienen ni las ganas ni la confianza en que pueda ocurrir un cambio; hoy esas personas nos encontramos rechazados y en muchas ocasiones estigmatizados por una sociedad de un único pensamiento.

Si no hay una respuesta lógica y natural de oposición a la constante degeneración de lo público que originan desde 1978 las facciones estatales, en virtud de la realidad social empírica, lo que hay entonces es soberbia y cerrazón, hay desidia y pirronismo moral, hay constante decadencia. No se puede vivir por encima de la realidad, ni por debajo tampoco; no se puede vivir ignorando el presente de corrupción; no se puede obviar el continuismo del legado de Franco mediante esta Monarquía putrefacta de corrupción puesta por el Dictador mismo; no se puede estar viviendo como si no pasara nada, en la inopia, o en la opinión y juicio personal, porque, lo que pasa, que son los hechos que están a la vista pública de todos, no tienen otra causa última y originaria que esa realidad insuperable por las generaciones de españoles actuales. Para el enfermado con la fiebre del consenso político, a quien las capacidades de su cerebro se han visto inutilizadas y atrofiadas a consecuencia de la prohibición de pensar, que es el resultado propio del consenso político, que son los efectos de su enarbolada reconciliación y concordia donde encuentran siempre su justificación política, la cura es el escepticismo y subjetivismo, conducidos y educados en la agonía del relativismo en cualquier ámbito y asunto del que se trate. El hecho de tratar a todo como si fuera una opinión y no un criterio verdadero es un síntoma inequívoco de una anomalía mental cuando se trata de describir algo o cuando hablamos de hechos ciertos y reales. Ese retraso es, no sólo mental en el sentido intelectual o psicológico, sino una anomalía y degeneración de la moral de los individuos, ya que no se puede tratar ya nada como verdad, de tal manera que la nación española ha tomado verdaderamente un aspecto propio de un centro psiquiátrico y un panorama de verdaderos seres enfermos, incapaces, de la mente puramente desquiciados. Sin cordura, sin sentido común y sin moral. Se vive con rencor, con ofuscación y con soberbia. Cualquier asunto se hace incapaz y se vive sin vergüenza. Se vive impotente.

Un engendro insoportable 
llamado “igualdad social”. 
La verdad parcial 
de la socialdemocracia.

Pasaré por aquí para dejar enterrado bajo tierra, con una simple y clara reflexión, el discurso y la intención que sostienen todas las facciones y agrupaciones políticas que habitan en Europa desde que terminó la Segunda Guerra mundial, y en España, a la muerte del Dictador, con los pactos del consenso entre antiguos enemigos, para volverse todos cómplices y pensar igual, y con ello, adheridos a la unilateral dirección política que toman todos los partidos europeos, imponer en España la ignominia, el cinismo y la barbarie humana de querer volvernos a todos iguales. Hablo de la ideología de la socialdemocracia, que todos, o la gran mayoría, han aceptado, siguen y acatan hoy sin considerar pertinentemente sus consecuencias morales en las sociedades actuales. Tendencia ideológica que, como hecho político fáctico, es la degeneración del socialismo y que no es ni mucho menos de izquierda, está políticamente incrustada en el Estado, es decir, contra todo aquello de lo que la sociedad gobernada se tiene que defender todos los días.

Con este mensaje aprovecho para advertir a todos aquellos huérfanos de intelecto, y también para mofarme de la propaganda de los partidos del Estado y de todos sus votantes seguidores que piensan como ellos, que aquí, al menos en este muro, no va a triunfar el cinismo y la demagogia que trata de vender la existencia de un liberalismo, de un comunismo o socialismo, o cualquier otra verdad parcial que se les antoje, direcciones políticas todas obsoletas actualmente. Precisamente la socialdemocracia es esa idea parcial que no compromete a nada, sólo a estar al lado de los ricos y poderosos y hundir al más débil. Lo primero porque sin libertad Colectiva las ideologías no existen, son todas falsas, y segundo, históricamente, porque todas esas tradicionales ideológicas desaparecieron en Europa por lo antedicho, y en España, a la muerte del General Franco, desde que todos los partidos, aunque mantuvieron el colorido y el discurso para la ficción de la propaganda y la distracción teatral del pobre ignorante y del fanático, que son los que llenan las urnas que los legitiman, dejaron de ser lo que eran para hacerse, en consenso, órganos permanentes del Estado, repartirse el poder que dejó el Dictador y hacer las listas de diputados ellos, y después, llamar a sus súbditos para que las refrenden. Sin libertad nadie puede probar lo que dice.

No sólo hay putrefacción moral de los españoles por ser partícipes de un fraude público votando listas de partido sin elección ni control político sobre ellas, o votar a facciones que están corroídas hasta el tuétano por la necesaria corrupción que precisa y premia el propio Régimen para poder funcionar, que son todas ellas viviendo del erario público; es la enfermedad moral que vive a base de cinismo y de matar todo valor propio relacionado con la naturaleza humana; la infame pretensión de querer creerse y hacer que todos seamos iguales, que es la ideología para masas en toda Europa de la socialdemocracia, esa que vende la utopía de la igualdad social y justicia social para enfermos de espíritu y afectados con el cáncer cerebral y moral del consenso político que lleva al nihilismo y al monstruo social.

El principio realizable de la libertad es el único que nos puede llevar a la igualdad de derechos y de oportunidades, es decir, a la democracia formal. La propia libertad Colectiva crea y garantiza esos derechos hermanados y ligados intrínsecamente con los intereses y la naturaleza de los individuos de cada país. Pero no existe ni puede existir la igualdad social, esa es la falsedad de la propaganda partidista que millones de españoles se quieren creer como si intentáramos tragarnos un ladrillo a bocajarro. La consecuencia en las personas de esta insania pretensión, conduce al pirronismo moral y la soberbia de no aceptar que se equivocan y que ese no es el camino correcto.

La naturaleza produce desigualdad necesariamente. Porque hay servidumbre, pero también hay dignidad; porque también hay torpeza y hay genialidad; porque hay cortedad, pero hay talento; porque hay hipocresía, pero también hay virtud; porque hay ineptos, también hay inteligentes; porque hay culpables y también hay inocentes; porque hay feos y hay guapos, hay gordos y delgados; porque hay holgazanes y porque hay trabajadores; porque hay cínicos, pero también hay sinceros; porque les hay que son ciegos, unos por no poder y otros por no querer ver. La libertad es realizable y es la herramienta, si es libertad Colectiva, de todos, para arreglar los defectos que la naturaleza produce inevitablemente. Mi libertad la constituyen los demás y con uno que no sea libre en una sociedad determinada, no es libre nadie.

No todos pensamos ni sentimos lo mismo, ni podemos sentir tampoco por el otro, por eso no existe ese conjunto de letras que se ha inventado la socialdemocracia de la “empatía”, es falso, no existe para la naturaleza humana ese vocablo, se usa para no decir simpatía o antipatía. No todos somos iguales y ese hecho natural es precisamente lo maravilloso de este planeta, y precisamente, es lo que ustedes, los socialdemócratas, los nihilistas, los que no creen en nada más que en el dinero y en votar sin elegir nada, ustedes, los que votan a partidos del Estado, quieren y están dispuestos a devastar y aniquilar por su ineptitud, por su soberbia y demencia furiosa y por su poca vergüenza pública.

Ustedes, los socialdemócratas, sois el ácido que come la grandeza de la naturaleza y la moral del hombre para dejarlo en el disvalor. En la nada. Sí, ustedes, los que votan a la socialdemocracia, que es la ideología de todos los partidos políticos en toda Europa. Es el fascismo de antaño mucho más desarrollado, es “El Estado Minotauro” de Bertrand Jouvenel. No digan entonces que es imposible cambiar de Régimen, lo imposible es lo que ustedes apoyan, que es querer hacernos a todos iguales y que es absolutamente lo contrario de la libertad y la democracia. ¡¡Cobardes y cínicos!! digan que ustedes son unos irresponsables y vanidosos y que no creen en nada. No se atrevan a negar una revolución con las listas conservadoras, lo cual, de derechas, socialdemócratas de partido estatal en la mano.

El fascismo hoy no se viste de blanco y negro con una ametralladora de la mano y una pistola en el cinturón, el fascismo hoy es un arco iris de muerte y desolación moral y mental que se mantiene legítimo en las urnas de las listas proporcionales de partido, enemigas de la libertad y de la democracia.