LA SOCIEDAD PERDIDA
La negligencia política
de la sociedad española
El accidente, es inconsciente, es imprevisto, es repentino, es incontrolable, es inédito, no se podía haber evitado; la negligencia, es consciente, en algunos casos, sin necesidad de ser a propósito, en cambio, se termina dando o se deja o permite que se dé, no es que se pudiera haber hecho mejor, es que se podía haber parado y evitado, la negligencia es controlable, es cómplice, el daño ya está hecho.
Siguiendo la estela del propio Régimen de los partidos del Estado, el rastro de fracaso y derrota que va dejando a su paso el consenso o unanimidad en el pensamiento entre quienes habitan dentro de la veda legal de la acción política, lo que ha traído esta forma sociopolítica a los españoles desde la Transacción a la muerte del Dictador hasta este estado actual de las cosas, es la necesidad por parte de los artífices del “tinglado”, herederos del Régimen anterior, y a lo largo del actual Régimen, mediante sus sucesores, de mantener lo único que hoy puede sustentar, por razones fundamentales, los pilares esenciales del mismo Régimen del 78, que es el cinismo y la corrupción, y la ficción del bienestar público y la justicia social. Así han aprendido a crecer las últimas generaciones de españoles. En la costumbre de la corrupción. En la costumbre de la corrupción. Lo inédito pues, en España, es que los políticos estuvieran en la cárcel. No es de extrañar entonces y como resultado lógico de la experiencia partidocrática, la situación de hastío, de desesperanza y de impotencia de la mayoría de las personas, que resume y refleja el panorama público en España, y que, cualquier ser, puede observar allá donde se encuentre, dentro de nuestras fronteras, un verdadero desguace desolador. De lo que fue a lo que es, o, mejor dicho, a lo que ha dejado ser. Y como todo lo público no se puede tapar o esquivar, ni puede ser interpretado como una opinión personal, ya que es un hecho, y porque no está sino a la vista de cualquiera, ninguna persona sensata, cabal y decente puede negar pues la perentoriedad de un cambio drástico que pare la evidente situación de demolición de la Nación española. El estado de la moral que sufren hoy una gran mayoría de los españoles, que están extraviados en el Régimen partidocrático, resulta peligroso, no sólo para el transcurso de la vida en sociedad o el crecimiento mismo de la propia persona, sino en lo que se refiere al porvenir de las generaciones venideras.
Todo el edificio partidocrático trasciende, al final, como se puede observar claramente, en una expansión de la corrupción, de lo que se puede tocar y de lo que no, de lo físico y lo espiritual, hasta los últimos cabos de la nación, en toda situación y momento, y, que, en el transcurso del deterioro de todo, ya no se encuentra cabida para más infamia sino es en el descaro y la impudicia de quienes observan desde el poder la impasividad de los españoles. Los más cobardes sonríen bufonescamente mientras adulan a los amos que instituyen y camelan. Los que no saben o no quieren saber, transcurren de un modo insolente o indiferente hacia los asuntos públicos. La pereza, que es pecado capital, y la actitud general de quietud social, propia de las necrópolis, dan ventaja en la carrera política a los oligarcas para avanzar en sus planes y objetivos por mantener el poder, mientras custodian, agradecidos por sus adeptos votantes, a una sociedad cada vez más exhausta y agonizante ante las injusticias y la corrupción. La realidad perdularia existencial de la sociedad española nos está dejando ver hasta dónde llega su peor cara, no sólo observando la nula aptitud para la reacción, sino siendo la desconfianza y el fanatismo hechos y actitudes entre convecinos, e incluso entre familiares, cada vez más cotidianos. No puedo dejarme en el baúl del olvido, el gran motivo por el que, la sociedad española, muestra aversión a la reflexión, a la sensatez y al consejo, esas son las recalcitrantes y vetustas ideologías que usa la propia propaganda para el teatro de los sueños, que, manteniendo las urnas llenas de ofuscados, más que promover una solución, son la causa que mantiene a los españoles apartados de su realidad política.
Por consiguiente, a todo lo anterior escrito, y porque la realidad intelectual histórica de los españoles trae un inmenso océano de desconocimiento sobre los asuntos públicos, ya que el Estado ha sido siempre, y sigue siendo hoy, quien organiza la vida pública en España, y como nunca tuvieron la experiencia los españoles del peso de la responsabilidad de decidir su futuro en Libertad, ni de elegir las formas de gobierno ni quienes les han de gobernar, es normal que la reacción, que no es acción política, como un ciego ebrio en mitad de una estampida, sea la conocida indignación social continuada y permanente. Pasto para el poder. Indignación que reconoce esos efectos, como la infamia, la injusticia y la corrupción, esas penurias que, al que más o al que menos, le llamaron a su puerta, pero que, sin embargo, se equivoca en su apreciación, no da crédito de las causas que los produce, no da con la clave para zafarse, así de simple que, porque si diera con ella, no se indignaría. El indignado termina en el delirio y el hastío. Un indignado sólo puede ser eso, una persona que no sabe, que ignora las causas que le indignan, y que, en su intento por sacar la cabeza para coger aire votando o saliendo a la calle a manifestarse pidiendo Derechos u otras incumbencias, ve la derrota en el intento de acción haciéndola fracasar siempre, se ahoga en las arenas movedizas del mismo Régimen al que pretende combatir. Un indignado, cuanto más se mueve, más se hunde, por eso no es apto para una acción política inteligente.
Sin embargo, aquellas personas que se han liberado del juego partidocrático, que han aceptado el error de haber votado alguna vez, que han superado su soberbia; que han visto la gran mentira en la que viven los españoles y lo dicen o lo denuncian, que asumen la realidad con responsabilidad cívica, con integridad en los asuntos políticos y que no se dejan engañar por el primer pregón político en escena, lo primero que se les ocurre, por decencia, es NO VOTAR A NADIE, seriamente, en conciencia, sabiendo que es un juego fraudulento; no creo que haya otra manera de caminar con dignidad en España hoy. Aquellas personas reciben el nombre de Repúblicos, estadistas de la política, que conocen bien los asuntos del poder, que caminan con la aptitud del que sabe hacia dónde se dirige, sin temor en su andadura contracorriente a lo preponderante, que es lo anormal y lo deprimente, y por destacar en su actitud ante una sociedad incapaz, darán ejemplo de ciudadanía, revolucionan lo establecido, ya que, tienen el control de su posición política, y porque, ya no es posible que caigan más veces en la pretensión de ir a las urnas del Estado de partidos a legitimar la desgracia. Una vez abiertos los ojos ya no hay peligro. Aquellos, saben que la penuria y la calamidad se encuentran en la ausencia de Libertad Política Colectiva y de Democracia, que la corrupción sistemática de todas las instituciones, y también la división social, que va en aumento cada día, se da porque no hay separación de poderes Legislativo y Ejecutivo, es decir, porque España no tiene aún una constitución en vigor. Esto no es una reflexión de izquierdas ni de derechas, esto es un hecho político real, que existe y se está dando a diario, y que echa de menos la voluntad de la sociedad española para cambiar la situación de las cosas; empezando por una reflexión moral y de valores cívicos. Ya la realidad y los hechos ponen en evidencia el temor que hay para oponerse a quien abusa de poder, ya las urnas delatan la voluntad de los españoles, puesto que, no sirviendo para la elección de nada, no siendo representativas del elector, sólo pueden mostrarnos la servidumbre voluntaria de un pueblo que se somete ciegamente y por devoción a los que le hacen agonizar. El cinismo y la demagogia partidista ha sedado las mentes débiles y despistadas de la mayoría de los españoles, que han hecho del Estado sin control una religión por bandera; no importa si la mofa, la humillación, la mentira y el vasallaje llegue a la mesa de los españoles, 2/3 de ellos siguen diciendo que siga el juego tortuoso de la partidocracia. Quizá sea a base de golpes de la manera que muchos tengan que aprender antes de haber reflexionado sobre lo que aquí escribo, del mismo modo que muchos otros han tenido ya la experiencia en la calamidad.
Los españoles se equivocan. El Estado de partidos en España se mantiene vivo gracias a los cobardes, los cínicos, los neutros y los oportunistas. Por aquellos que miran para otro lado ante la barbarie sociopolítica que nos ha acompañado y que acontece, y por aquellos que son incapaces de hacer oposición a la oligarquía de partidos descontrolada que hay dentro del Estado en España. Por aquellos que callan y están en connivencia con el juego social y político, y los que esconden su convivencia con la posición pusilánime de la excusa fácil de alegar que el cambio es imposible, mientras llevan de la mano las listas de partido, que ellos no han elegido, que les hace culpables igualmente de la corrupción, y que con su papeleta mantienen. Por aquellos cínicos que presumen de constitucionalistas sin existir una constitución que un solo juez en toda España pueda aplicar. Por los que participan de esta imparable degeneración de todo lo público acomodados a las prácticas de la ideología imperante de todos los partidos estatales, que es la Socialdemocracia. Por aquel tahúr de muchos, que, por motivos ideológicos reaccionarios, colmados de oportunismo en las urnas, niegan la realidad política legítima en el ejercicio de los españoles en las urnas encarnada en la degeneración del franquismo; republicanos de la Monarquía puesta por Franco; impostores que llaman concordia y reconciliación a lo que es realmente reparto de botín. Por aquellos que participan y han participado por miedo al “qué dirán”. Por los traidores a la Libertad Política y la Democracia. Por los que votan a facciones inmersas en la corrupción y el crimen de Estado, el mismo Estado administrativo Legal de Franco en los tiempos lóbregos y corroídos actuales de su ocaso, corrompido por el oportunismo, el vicio y la licencia; por el consenso entre antiguos enemigos. Esos son, los que, en silencio cómplice, de la mano con su fechoría y falta de valor humano y moral, permiten que su servidumbre y esclavitud siga más en vigor que nunca. Ustedes se han equivocado y se equivocan queriendo votar para arreglarlo. Los tiempos venideros, la verdad de las nuevas generaciones, la realidad de la historia y la experiencia, irán dibujando vuestras siluetas y moldeando la forma de vuestras caras en los lares más temibles y terribles de la Historia de España. Ustedes se hallarán en el desagradable recuerdo para la eternidad.
La incapacidad de rebelión
y las aguas estancadas del franquismo.
Más que aprender de las consecuencias empíricas que ofrece esta forma de gobierno de Estado de partidos, y así, naturalmente, rebelarse y poder defenderse de los abusos e injusticias sociales, millones de españoles prefieren seguir buscando la solución al problema político durante el extenuante recreo y agobiante espectáculo dentro del patio donde siempre ha perdido la partida y nunca ha encontrado nada, más que corrupción, cinismo y humillación; esto es, que millones de españoles siguen atendiendo a la propaganda, indignados, y confiando en las listas de empleados que ofrece el poder, que son las facciones del Estado, que son el motivo de tal indignación, las cuales, anormalmente, apoyan en la urna. Y como la educación y el aprendizaje, en cuestiones públicas, solo puede venir, con la experiencia personal, de la mano de la Libertad Colectiva, porque sin Libertad Política un pueblo no puede madurar, los españoles generalmente permanecen así en una infancia y un estado cándido y pueril profundo, y como en España no ha habido un cambio de Régimen político desde la Guerra Civil hace ochenta y cuatro años sino que actualmente se vive en una Reforma de lo que existía antes, sin ruptura moral ni política, la mayoría de españoles se ven impotentes y exhaustos, realmente exánimes, sin herramientas para protegerse de los golpes que inevitablemente produce un poder corrompido como el que hay en España. Y como no ha cambiado la forma de pensar, como no ha cambiado la moral de servidumbre, como persiste el miedo característico a desobedecer y a los asuntos políticos heredado de la Dictadura, como toda la educación política de los españoles, unas veces por tendencia y otras por tradición que inevitablemente se ha transferido de padres a hijos, dos tercios de los españoles aproximadamente votan, o tienen la intención de hacerlo, a sus verdugos en las siguientes votaciones porque quieren creerse aún que ahí está la salida, como digo, exactamente igual que lo hacían sus padres y sus abuelos en la Dictadura, sin Libertad Política ni Democracia. Es decir, sin querer madurar.
El pensamiento público de la sociedad española no ha salido del recalcitrante patio de la servidumbre voluntaria y del miedo, de la represión mental, por consiguiente, viven con un pavor y un retroceso o complejo en las consideraciones de más calado en su vida pública acompañado por un enaltecido sentimiento de culpabilidad y rencor. Es normal que los españoles no crean ni tengan ilusiones ni esperanzas puestas en nada, ya que no creen ni en ellos mismos. Lo único que ha variado para la sociedad española ha sido que, sin cambiar las estructuras de poder durante el tránsito de un Régimen a otro de manera legal, sin haber hecho tampoco una ruptura moral con la Dictadura desde la Transacción política a la muerte del General Franco hasta la fecha, y en virtud de una Ley fundamental que no ha estado en vigor nunca ni puede estarlo y no condena los crímenes del Régimen dictatorial, la corrupción moral, y tras de ella, la institucional y gubernamental que genera el consenso político entre las facciones que se apoderan del Estado en el periodo de un Régimen a otro, es el motor de la relacion gobernado-gobernante, gobernado-gobernado y gobernante-gobernante. Esta corrupción en que las generaciones actuales han sido educadas en su máximo exponente, es algo que no conocían antaño, y que hoy se ha convertido en factor, no solo para poder gobernar, sino de convivencia social para las generaciones actuales, que a diferencia de las generaciones que vivieron el anterior Régimen, que no conocieron la Libertad, al igual que no la conocen aún hoy, pero en cambio, no era la corrupción por sistema un factor de vida política y social. Esta corrupción es aprobada y compartida hoy por una mayoría de españoles cada cuatro años en las urnas. Estos ejemplos de natural evidencia, esta forma de pensar y moral de las cuales empezamos hablando, en España encuentran el equilibrio en el cinismo, la mediocridad y la indecencia pública ya por costumbre.
La razón de vida para cualquier ser humano es la de su seguridad personal y su disposición social, su evolución y progreso, su triunfo en lo personal y colectivo, la creatividad y el desarrollo del talento, y como los efectos del Régimen de partidos impiden tales objetivos en las personas, hoy, cualquier rebelión social o individual tiene un cometido curativo, que va directamente relacionado y se origina en la conciencia para encaminar a la moral y darla oxígeno; y sirve también para dar ejemplo al vecino. Rebelarse u oponerse, no dar legitimidad o autoridad moral al poder corrompido siguiendo sus programas y matrices de conducta, o lo que es lo mismo, su propaganda mediática, política y social, es sano, es viable, robustece el alma y es en este momento necesario. Encontrar una persona así decidida, es sin duda un apoyo moral y de ánimo para aquellas personas honestas que se ven acorraladas por la corrosión de lo público y no sienten ya ningún interés en arreglar sus vidas porque no tienen ni las ganas ni la confianza en que pueda ocurrir un cambio; hoy esas personas nos encontramos rechazados y en muchas ocasiones estigmatizados por una sociedad de un único pensamiento.
Si no hay una respuesta lógica y natural de oposición a la constante degeneración de lo público que originan desde 1978 las facciones estatales, en virtud de la realidad social empírica, lo que hay entonces es soberbia y cerrazón, hay desidia y pirronismo moral, hay constante decadencia. No se puede vivir por encima de la realidad, ni por debajo tampoco; no se puede vivir ignorando el presente de corrupción; no se puede obviar el continuismo del legado de Franco mediante esta Monarquía putrefacta de corrupción puesta por el Dictador mismo; no se puede estar viviendo como si no pasara nada, en la inopia, o en la opinión y juicio personal, porque, lo que pasa, que son los hechos que están a la vista pública de todos, no tienen otra causa última y originaria que esa realidad insuperable por las generaciones de españoles actuales. Para el enfermado con la fiebre del consenso político, a quien las capacidades de su cerebro se han visto inutilizadas y atrofiadas a consecuencia de la prohibición de pensar, que es el resultado propio del consenso político, que son los efectos de su enarbolada reconciliación y concordia donde encuentran siempre su justificación política, la cura es el escepticismo y subjetivismo, conducidos y educados en la agonía del relativismo en cualquier ámbito y asunto del que se trate. El hecho de tratar a todo como si fuera una opinión y no un criterio verdadero es un síntoma inequívoco de una anomalía mental cuando se trata de describir algo o cuando hablamos de hechos ciertos y reales. Ese retraso es, no sólo mental en el sentido intelectual o psicológico, sino una anomalía y degeneración de la moral de los individuos, ya que no se puede tratar ya nada como verdad, de tal manera que la nación española ha tomado verdaderamente un aspecto propio de un centro psiquiátrico y un panorama de verdaderos seres enfermos, incapaces, de la mente puramente desquiciados. Sin cordura, sin sentido común y sin moral. Se vive con rencor, con ofuscación y con soberbia. Cualquier asunto se hace incapaz y se vive sin vergüenza. Se vive impotente.
Un engendro insoportable
llamado “igualdad social”.
La verdad parcial
de la socialdemocracia.
Pasaré por aquí para dejar enterrado bajo tierra, con una simple y clara reflexión, el discurso y la intención que sostienen todas las facciones y agrupaciones políticas que habitan en Europa desde que terminó la Segunda Guerra mundial, y en España, a la muerte del Dictador, con los pactos del consenso entre antiguos enemigos, para volverse todos cómplices y pensar igual, y con ello, adheridos a la unilateral dirección política que toman todos los partidos europeos, imponer en España la ignominia, el cinismo y la barbarie humana de querer volvernos a todos iguales. Hablo de la ideología de la socialdemocracia, que todos, o la gran mayoría, han aceptado, siguen y acatan hoy sin considerar pertinentemente sus consecuencias morales en las sociedades actuales. Tendencia ideológica que, como hecho político fáctico, es la degeneración del socialismo y que no es ni mucho menos de izquierda, está políticamente incrustada en el Estado, es decir, contra todo aquello de lo que la sociedad gobernada se tiene que defender todos los días.
Con este mensaje aprovecho para advertir a todos aquellos huérfanos de intelecto, y también para mofarme de la propaganda de los partidos del Estado y de todos sus votantes seguidores que piensan como ellos, que aquí, al menos en este muro, no va a triunfar el cinismo y la demagogia que trata de vender la existencia de un liberalismo, de un comunismo o socialismo, o cualquier otra verdad parcial que se les antoje, direcciones políticas todas obsoletas actualmente. Precisamente la socialdemocracia es esa idea parcial que no compromete a nada, sólo a estar al lado de los ricos y poderosos y hundir al más débil. Lo primero porque sin libertad Colectiva las ideologías no existen, son todas falsas, y segundo, históricamente, porque todas esas tradicionales ideológicas desaparecieron en Europa por lo antedicho, y en España, a la muerte del General Franco, desde que todos los partidos, aunque mantuvieron el colorido y el discurso para la ficción de la propaganda y la distracción teatral del pobre ignorante y del fanático, que son los que llenan las urnas que los legitiman, dejaron de ser lo que eran para hacerse, en consenso, órganos permanentes del Estado, repartirse el poder que dejó el Dictador y hacer las listas de diputados ellos, y después, llamar a sus súbditos para que las refrenden. Sin libertad nadie puede probar lo que dice.
No sólo hay putrefacción moral de los españoles por ser partícipes de un fraude público votando listas de partido sin elección ni control político sobre ellas, o votar a facciones que están corroídas hasta el tuétano por la necesaria corrupción que precisa y premia el propio Régimen para poder funcionar, que son todas ellas viviendo del erario público; es la enfermedad moral que vive a base de cinismo y de matar todo valor propio relacionado con la naturaleza humana; la infame pretensión de querer creerse y hacer que todos seamos iguales, que es la ideología para masas en toda Europa de la socialdemocracia, esa que vende la utopía de la igualdad social y justicia social para enfermos de espíritu y afectados con el cáncer cerebral y moral del consenso político que lleva al nihilismo y al monstruo social.
El principio realizable de la libertad es el único que nos puede llevar a la igualdad de derechos y de oportunidades, es decir, a la democracia formal. La propia libertad Colectiva crea y garantiza esos derechos hermanados y ligados intrínsecamente con los intereses y la naturaleza de los individuos de cada país. Pero no existe ni puede existir la igualdad social, esa es la falsedad de la propaganda partidista que millones de españoles se quieren creer como si intentáramos tragarnos un ladrillo a bocajarro. La consecuencia en las personas de esta insania pretensión, conduce al pirronismo moral y la soberbia de no aceptar que se equivocan y que ese no es el camino correcto.
La naturaleza produce desigualdad necesariamente. Porque hay servidumbre, pero también hay dignidad; porque también hay torpeza y hay genialidad; porque hay cortedad, pero hay talento; porque hay hipocresía, pero también hay virtud; porque hay ineptos, también hay inteligentes; porque hay culpables y también hay inocentes; porque hay feos y hay guapos, hay gordos y delgados; porque hay holgazanes y porque hay trabajadores; porque hay cínicos, pero también hay sinceros; porque les hay que son ciegos, unos por no poder y otros por no querer ver. La libertad es realizable y es la herramienta, si es libertad Colectiva, de todos, para arreglar los defectos que la naturaleza produce inevitablemente. Mi libertad la constituyen los demás y con uno que no sea libre en una sociedad determinada, no es libre nadie.
No todos pensamos ni sentimos lo mismo, ni podemos sentir tampoco por el otro, por eso no existe ese conjunto de letras que se ha inventado la socialdemocracia de la “empatía”, es falso, no existe para la naturaleza humana ese vocablo, se usa para no decir simpatía o antipatía. No todos somos iguales y ese hecho natural es precisamente lo maravilloso de este planeta, y precisamente, es lo que ustedes, los socialdemócratas, los nihilistas, los que no creen en nada más que en el dinero y en votar sin elegir nada, ustedes, los que votan a partidos del Estado, quieren y están dispuestos a devastar y aniquilar por su ineptitud, por su soberbia y demencia furiosa y por su poca vergüenza pública.
Ustedes, los socialdemócratas, sois el ácido que come la grandeza de la naturaleza y la moral del hombre para dejarlo en el disvalor. En la nada. Sí, ustedes, los que votan a la socialdemocracia, que es la ideología de todos los partidos políticos en toda Europa. Es el fascismo de antaño mucho más desarrollado, es “El Estado Minotauro” de Bertrand Jouvenel. No digan entonces que es imposible cambiar de Régimen, lo imposible es lo que ustedes apoyan, que es querer hacernos a todos iguales y que es absolutamente lo contrario de la libertad y la democracia. ¡¡Cobardes y cínicos!! digan que ustedes son unos irresponsables y vanidosos y que no creen en nada. No se atrevan a negar una revolución con las listas conservadoras, lo cual, de derechas, socialdemócratas de partido estatal en la mano.
El fascismo hoy no se viste de blanco y negro con una ametralladora de la mano y una pistola en el cinturón, el fascismo hoy es un arco iris de muerte y desolación moral y mental que se mantiene legítimo en las urnas de las listas proporcionales de partido, enemigas de la libertad y de la democracia.
A propósito de la cerrazón,
la cobardía y la mala conciencia
de la sociedad española
que participa en política
sin haber democracia
No es por error, equivocación o inofensiva ilusión, ni mucho menos por lógica, si se excluye el oportunismo de muchos, que aquellos que votan y participan o quieren participar en las cuestiones públicas o políticas dentro del contexto funcional del actual Régimen de partidos, practican una conducta evidentemente inmoral. Y no es tan inocente, aunque la voluntad sea la de arreglarlo todo, en tanto en cuanto surge de la impotencia (indignación) y el hastío interior que supone no conocer las causas que producen el abuso, la injusticia o la corrupción política, que es conocer precisamente el problema político. Aquel que acude a votar sin democracia a organismos del Estado como son los partidos o sindicatos estatales, se apunta a un partido o sindicato y quiere participar de una u otra forma en los asuntos públicos con el afán ansioso de cambiarlo todo, lógicamente, sin el reconocimiento epistemológico del nombrado problema político, que es únicamente la ausencia de libertad política y democracia formal, terminará siempre en el fracaso total, porque cada paso que intente dar dentro de este Régimen, el cual impide precisamente la libertad política y la democracia, no conseguirá variar un solo átomo en cuanto al problema nuclear anteriormente dicho, y los efectos seguirán siendo los mismo, o incluso peores.
Así, proliferan con mucha normalidad, pero con poca duración, no sólo por la inútil efectividad como solución viable, sino porque producen el efecto contrario y se llega pronto a desistir (por eso digo que volverlo a intentar una y otra vez por los mismos medios “legales” es ocurrencia perversa o necia o con un fin lucrativo o de fama), varios tipos de casos de participación o asociacionismo político, todos conexos o relacionados con la acción y pensamiento de los partidos del Estado, que son los corruptores y corruptos (por eso empecé diciendo que no era un asunto de inocencia). No siendo ningún movimiento el cual haya surgido del seno de la sociedad civil como posición contraria al Régimen establecido, que es el que provoca aquello que se quiere arreglar; es decir, ningún movimiento político en España se sitúa en una posición política ajena o al margen de las consignas legales del Estado (izquierda política); podemos ver: aquel que por oportunismo se apunta a asociacionismos o cargos institucionales para beneficiarse y enriquecerse a costa de ello, donde existe la lógica y la moral natural y evidente propia del corrupto o del sinvergüenza; o nos podemos encontrar con aquellos que, en un intento (inútil) delirante de heroísmo (podemos decir caritativo o no sabría decir exactamente de qué naturaleza, supongo que en ello existe un afán de fama o reconocimiento vecinal) de hacer una limpieza inmediata de las penurias, abusos y humillaciones que se sufren, frutos y efectos directos del Estado de partidos actual, en el cual, insensatamente se apoyan legalmente para llevar a cabo tal delirio.
Aunque a alguno le resulte ofensivo o escandaloso decirlo, el que participa de ello, realmente posee una enfermedad relativa a la rabia o la ira, y que tienen mucho más que ver con los síntomas característicos de la esquizofrenia. Es un estado de demencia furiosa realmente, y lo vemos muy fácil si nos paramos a pensar profundamente, a pesar de lo desagradable que es realmente para cualquiera aceptar un asunto de tan gravedad. Entre otras causas más superficiales, uno de los principales y más profundos motivos del deterioro del cerebro y la moral de los españoles son los efectos devastadores que produce en la persona el consenso político, el cual aquellos que votan y participan de una manera u otra, comparten y aceptan desde hace 45 años. Un mal especialmente contagioso que, confundido con la democracia, que originariamente constituyó el principio funcional del Régimen y que simboliza como propaganda la reconciliación nacional, pero que en la realidad es REPARTO de botín (cargos, poderes y dinero entre los partidos dentro del estado, es decir corrupción, es decir, a lo que se apuntan todas estas personas salvapatrias, como digo, enfermas moral y mentalmente), ha atravesado generaciones enteras aniquilando la capacidad de pensamiento de las personas. Lo que sostiene al período dictatorial, el miedo social a todo lo público o político, erigido en la educación y la conducta social bajo la fuerza del poder autoritario, hoy, el espíritu del actual Régimen está sujeto a dicho consenso entre las facciones que toman el testigo del poder en el Estado, con el añadido del miedo tradicional heredado de las generaciones anteriores. Un problema social de conciencia y moral que, al no haber habido ruptura moral del paso de un régimen a otro, comienza con el miedo en la dictadura ocasionando en la comunidad vigilancia y desconfiada al vecino haciendo a cada uno policía de todos, fenómeno, de hecho, que perdura y se traslada hasta día de hoy en cualquier comunidad vecinal. De esa naturaleza y hábitat son la envidia, que termina en calumnia y la difamación; la antipatía y la inquina, que destruye la confianza siendo todo “malas habladurías”; y el cinismo de todos, que es donde viven hoy todos los españoles, por estar tanto tiempo fingiendo creerse la mentira de “la democracia española y el consenso”. Esto les sonará a muchos, o, mejor dicho, a todos. Este es el modelo de vida social en España que hoy se conoce.
Después de que el poder haya estrujado los cerebros, de haberlos sometido a la coacción y la mentira, de haber humillado durante generaciones enteras inyectando desde las escuelas ignorancia y adoctrinamiento y eso se acepte con toda naturalidad; después de que haya sido el Estado el que interfiera en la natural educación familiar de los niños, barbarie animada por la aquiescencia del profesorado y que hace culpables a todo ese sector, hoy sumido en la putrefacción natural del propio Régimen y de la que todos somos testigos, no hay un español, ni siquiera intelectual, que tenga el valor y la dignidad de decir la verdad. Los españoles están imbuidos y atragantados con el consenso político de la ideología de la socialdemocracia. Son garantes de la nada moral y testigos como culpables de la absoluta corrupción. Quieran o no con toda la buena voluntad apuntarse a un partido para arreglar nada, van a empeorar todo más, incluso a ellos mismos, ya que pronto van a ver que no vale para nada y será inútil, en todo caso que no sea de aprovechamiento personal, entonces no sería buena voluntad.
Después de que el poder ha hecho creer a los españoles que la corrupción sistemática es normal en política, o que “los políticos son corruptos”, en pleno siglo XXI, la sociedad española se ve incapaz de decir o mirar a la verdad a la cara, de manera responsable, para poder constituir unas instituciones que puedan controlar dicha corrupción. Por hastío, prefieren vivir en la mentira, o en este caso, en el eterno fallido intento de arreglar lo que hay desde dentro de las instituciones establecidas, utilizando la legalidad vigente, que precisamente es lo que provoca la penuria y es lo que hay que arreglar. De lo que todos somos y hemos sido testigos pero que nadie se atreve por nada del mundo decir, es la ausencia de libertad política y democracia, empecemos por decir lo que tenemos de verdad. Lo que tenemos no es fruto de la democracia porque nunca hubo democracia, son los efectos de un Estado de partidos o Partidocracia. Los españoles, le pase a quien le pese, han vivido engañados toda la vida, ese ladrillo hay que tragarlo, se derrumba el ego personal y aparece la verdad, la vergüenza pública, que hoy no hay. Hay que digerir que se han equivocado, todos, que están equivocados y que se han criado y crecido a generaciones enteras en la recalcitrante costumbre de la servidumbre, de la mentira y de la inmoralidad. Es difícil aceptar tal empresa, pero no imposible, hay personas que lo hemos aceptado ya y lo decimos, como estoy haciendo yo aquí ahora mismo. Es decir, no se puede salir del leganal donde está sumida la sociedad española sin previamente, individualmente, no se ha hecho un ejercicio en conciencia de reconocimiento de la realidad pública, esto es, de aceptar la verdad y decirla, objetiva y desapasionadamente, sin ningún tipo de prejuicios, obcecación ni romanticismos ideológicos u opiniones personales.
Aquel que se dé cuenta de esto, que reflexione y entienda la gravedad que implica continuar con estas conductas suicidas y necias de querer continuar por caminos ya fallidos, puede poner remedio, y no precisamente participando de lo que hay. Puede decirlo también y ser ejemplo, sin complejo: “en España no hay democracia”. Por necedad y mezquindad no se transige, y no se hace el mínimo esfuerzo de llevar a cabo el ejercicio reflexivo, personal, moral, de acatar la única realidad política que todos podemos apreciar para poder poner remedios lógicos y viables. Este sobrepeso amargo de la conciencia, esconder tu propia mentira, produce un estado de la moral pública perverso y trastocado, y que será algo que tardará generaciones enteras para sanarlo. El que vive en el cinismo, termina por no respetarse ni guardarse dignidad a sí mismo. La sociedad española vive desde hace cuarenta y cinco años en una mentira y un fraude público. El negarse a asumir una responsabilidad pública de tal calado por cerrazón, por oportunismo o por fanatismo ideológico, provoca con el tiempo la irritación y el complejo interior, una cólera depresiva con uno mismo que termina por ser una verdadera enfermedad, como decía al principio. Termina en las urnas de la corrupción y la desesperación, ahí termina.
“Frente a la organización institucional de la indecencia política, han fracasado las personas honestas, pero ilusas, que se incorporan a los partidos estatales creyendo que pueden mejorar el Régimen. Y fracasaría la organización de la decencia civil, si prometiera adecentar la vida pública participando en la contienda electoral partitocrática, para instaurar la democracia desde el interior del Estado de partidos. Eso sería pura utopía de la pura idiotez y otra ilusión reformista para el engaño de sí mismo”. Antonio García-Trevijano Forte (Teoría pura de la Republica Constitucional)
Este ejercicio descriptivo, que no es ninguna opinión, sino que describo lo que mis ojos pueden ver y que está a la vista de cualquiera, como son los asuntos públicos, manifiesta mi afán y mi esfuerzo por destruir esas barreras, casi infranqueables, del miedo, de la ofuscación y de la incredulidad de los españoles, que viven con la rabia y la espina de saber que les han engañado toda su vida pero que, ridículamente, no se atreven a decirlo, lo guardan o lo ocultan, tienen miedo. No se puede creer en la verdad si constantemente uno mismo se la niega en su propia conducta. Pero en cambio, cuando uno vota, o que se afilia o apunta al asociacionismo legal de los partidos o sindicatos estatales, sea cual sea su voluntad, sabe muy bien que vota y apoya a ladrones, sabe que es inmoral; ya no hay ignorancia ni ingenuidad, se sabe y se sabe muy bien que, el que va, va a corromperse para ser igual de sinvergüenzas como la clase estatal a la que vota y apoya en la urna. Ahí no hay pena ninguna, y mucho menos gloria, ya que, desgraciadamente, afecta, no sólo a él, sino a todos los demás convecinos; como vemos, cada vez todo está más muerto debido a todo lo que acabo de escribir aquí.
Cualquier sociedad que rechace o se aparte del principio político fundamental de la Libertad Colectiva, está condenada a la muerte en vida.
El Tribunal de la verdad
No es necesario tapar la corrupción, porque está impregnada en la conciencia de los españoles, saben que es necesaria para que el Régimen de partidos pueda funcionar y se han acostumbrado, como enfermos crónicos, a ella. Saben que no son las personas que aparecen en cada proscenio de la función partidocrática las causas; saben que la forma de gobierno es la que produce y necesita corrupción. Que no es ocasional o puntual, sino que es lo que da equilibrio a la vida pública.
Se ha cambiado de partidos, los pactos, el consenso, han sido la tragedia moral de los españoles y la mentira electoral, y se sigue votando. Realmente como verdaderos idiotas y descerebrados, que al ver que poner la mano en el fuego quema, andan descalzos sobre las ascuas. Los Decretos/Ley han instituido la corrupción impune y libre de cargos, los Tribunales juiciosos son una comedia propagandística, y se vota igual, se echa más madera al fuego con infantes ilusiones y propaganda para atrasados mentales. Repito, no para ingenuos, ingenuos ya no hay, eso hace 25 años, a estas alturas todos sabemos muy bien que quien entra ahí es para robar. La humildad personal está prohibida por las instituciones del Estado de partidos. A estas alturas todos somos conscientes, en esto estamos de acuerdo.
El haber participado en la corrupción tan descaradamente, con tanta animosidad, por creer ser “español de bien”, que es insoportable el peso de la conciencia, y es tal la impotencia que son tan incapaces y tan cobardes, que la verdad es un tabú. Entiendo que no la intenten cambiar, pero al menos díganla. Es tal el grado de soberbia con la que emprenden el día a día los españoles que son capaces de cargar en la conciencia la mentira que condena a sus hijos y ha condenado a sus padres.
No tienen el valor de ir tras la elaboración de una constitución, de un periodo de libertad Constituyente, ya que España no tiene constitución, eso que tiene, que es una Ley fundamental no está en vigor, no es vinculante, no es aplicable o practicable por ningún juez, no sirve ni ha servido nunca, en cambio, se vota de igual forma.
La gran mentira que asola a la nación española no la hacen los políticos, ya no está detrás del escenario, la mentira es la propia realidad pública, sellada para siempre en la conciencia de los españoles. Y es que en España no hay democracia, porque si no, no habría este grado de corrupción y se dirigía la verdad. Existiría el respeto, que es propio de la libertad.
La desgracia es que no hay nadie en España que manifieste el más mínimo interés por la verdad, por las causas verdaderas, ni que se oponga a esta forma de gobierno degenerada. Siempre hay una excusa para no hacer nada. Dentro de poco no habrá comisiones de la investigación, no habrá telediarios, no habrá prensa, sólo urnas de borregos encadenados. La mentira se ha instalado en el lenguaje de las propias causas, de los falsos mesías, charlatanes y youtuberos que alzan la voz en nombre de la libertad y la democracia con la aquiescencia del propio Régimen al que dicen combatir. Es mentira hasta la indignación, antes había ingenuos, hoy nadie puede negar la evidencia, hoy las quejas son mentira. No se quejan de la corrupción, lo que quieren es esconder su conciencia torcida y la mentira de la que no pueden dejar de ser cómplices, porque reconocerla les pondría ante el Tribunal de la verdad como verdaderos culpables.
Decir la verdad condena al que la dice, como me pasa a mí, como les ha pasado a otras personas ya y como les pasará a aquellos que la digan, siempre aparecerán tergiversadores, cínicos y demagogos para taparla, o si no, el ostracismo es la lengua de la miseria, la indigencia y el desamparo moral que habla en voz alta alrededor de ella.
¿Con quién de todos te quieres corromper y carcomer por dentro? Vota y púdrete bien y mucho, y dile a tus hijos que se pudran también votando contigo, miéntele y dile que no hay solución, que “es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer”; dile que, si te tiene que robar alguien, que te roben “los tuyos”, o “que vote al mal menor”; dile que si “los rojos” y que si “los fachas”; dile que “el dinero todo lo cura”. Pero dile también que eres un cobarde, un miserable y un pobre idiota que vota a la corrupción, sin libertad ni democracia, sin elegir nada y sin estar representado. Eso díselo también a tus hijos si quieres ser sincero con ellos, para que sepan al menos, por qué lo que se han encontrado da tanto asco.
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