Oriol Jara:
“Si Dios existe,
todo cambia radicalmente”
Para Oriol, ser cristiano significó aceptar a Cristo como Señor, permitiéndole que fuera Él quien gobernara su vida. A diferencia de otros que hayan crecido en entornos cristianos, Oriol no tuvo la tradición familiar de la fe. Procedía de un entorno no cristiano, incluso, se podría decir que ateo y con mucha inquietud intelectual. Su búsqueda de Dios comenzó después del instituto, sin prejuicios hacia la verdad cristiana, pero con un corazón abierto a cualquier revelación divina.
Este pecador redimido descubrió la perfección de la revelación de Dios, una verdad que trasciende lo espiritual y mágico para respaldarse en la ciencia y la historia. Oriol nos invita a reflexionar sobre la evidencia histórica destacando, por ejemplo, que hay más infinitamente más material escrito sobre Jesús que sobre Julio César. La impactante figura de un carpintero galileo que cambió el curso de la historia con un mensaje de amor y transformación; Cristo, el único capaz de cambiar el mundo de manera sobrenatural, contrastado con otras figuras históricas y religiosas.
El relato de Oriol nos lleva a explorar la naturaleza del mal y nos alerta sobre la importancia de no olvidar la palabra de Dios, su santidad, y el peligro de dudar en un mundo que, a menudo, rechaza la verdad que compartimos como cristianos. La lucha diaria como católicos espiritualmente comprometidos nos lleva a estudiar nuestra fe, a comprender la verdad que compartimos y a ser testigos valientes de ella.
En medio de la batalla espiritual, Oriol nos recuerda que somos transmisores de esa verdad preciosa que requiere defensa, incluso si eso conlleva luchar en un terreno complicado. La vida cristiana, lejos de empeorar nuestras vidas, nos invita a confiar en la provisión divina, recordándonos que ya se nos ha dado todo a través del sacrificio de Jesús.
Somos llamados a ser buenos, no por ingenuidad, sino por la comprensión de que ninguno merecemos estar en la presencia de Dios. La fe en Cristo nos impulsa a amar y entregarnos, cumpliendo con lo que Él nos pide. En un mundo donde la ideología no puede unir a la gente, Oriol destaca que lo que verdaderamente une es Cristo.
En conclusión, la historia de Oriol Jara es una poderosa invitación a abrazar la vida cristiana sin vergüenza, con la convicción de que Cristo es el camino, la verdad y la vida. Muchas gracias Oriol por tu testimonio, ojalá podamos llegar a ser unos auténticos Héroes en nuestra vida, igual que Cristo lo fue entregando la suya por nuestra salvación.
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Descubrir la existencia de Dios llevó a este guionista de radio y tv a compartir su experiencia en un libro que recoge, como él mismo define “el fruto de un cambio de perspectiva vital. De una conversión progresiva y renovadora”.
Lleva toda su vida en el mundo de la televisión y la radio. Ha ejercido como guionista de programas, entre los que se cuentan Buenafuente, los Goya o Pólonia, de TV3, pero llevaba aún más tiempo en una búsqueda de Dios sin matices. Y lo encontró. Primero “racionalmente” y después, de manera completa por el don de la Fe.
Hoy, Oriol Jara vive una vida “radicalmente diferente”. Porque esa radix, esa raíz, se asienta en la certeza de que su vida es una vida “creada por Dios para la eternidad, para ser su familia”.
La conversación con Omnes es impetuosa, franca, desnuda de embellecimientos formales, la palabra que no olvida la Palabra y la siembra a fuego por el mundo. Descubrir la existencia de Dios le llevó a compartir su experiencia en Diez razones para creer en Dios, publicado por Albada y que recoge, como él mismo define “el fruto de un cambio de perspectiva vital. De una conversión progresiva y renovadora”.
¿Cómo llegas a afirmar que Dios existe a través de la razón?
– Desde el instituto o un poco antes quizás, yo tengo un interés genuino y auténtico en saber si Dios existe. Es un interés que creo que debería tener cualquiera porque, si Dios existe, cambia radicalmente todo lo que pensamos que es el mundo. Nuestra vida pasa de ser una casualidad temporal a lo que es de verdad, una vida creada por Dios para la eternidad, para ser su familia.
Ese interés hizo que empezara a investigar y a leer. Empecé a leer textos filosóficos, textos que hablan de Dios y de Cristo, que hablan de la Biblia, la Biblia en sí misma.
Al final, ese interés me lleva desde intentar saber quién es Dios y si existe, a descubrir de manera evidente que Dios existe y que se ha revelado en la Biblia y se ha hecho hombre en la historia.
Dios no es un mito, Dios es una operación en la historia de algo sobrenatural.
Tú puedes llegar a la verdad de manera razonada porque hay pruebas evidentes de que Dios existe. Hay pruebas de que hay un problema humano que es el mal, el pecado, hay una necesidad de solucionar ese mal y, como el ser humano es incapaz, lo hace Dios por nosotros.
Cuando ves que es Dios operando en la historia y que es un Dios que ha dejado pruebas en la historia de su existencia, el último paso es asumir que hay cosas que tú no has visto pero crees que han sido así porque Dios las ha hecho por ti, como la Muerte y Resurrección de Jesús.
A esto la gente puede responder que, si es tan evidente, ¿por qué no cree todo el mundo?
– La Biblia dice “nadie viene a Mí si no lo atrae el Padre”. Es algo que se escapa a nuestro control. Es la misma razón por la cual los fariseos no eran capaces de ver que se estaba cumpliendo el Antiguo Testamento en Jesús. No es algo que dependa de nosotros; al final es algo que bíblicamente se escapa a nuestro control. El ser humano, desde el primer momento, ha querido su autonomía y su libertad para no obedecer a Dios. Poca cosa podemos hacer, más allá de explicarle a la gente que tengamos alrededor que Dios es verdad y lo que significa vivir cristianamente.
¿Qué te llevó a escribir “10 razones para creer en Dios”?
– Fueron dos cosas las que me llevaron a hacerlo. La primera, que hay mucha gente creyente, humilde, servicial y fiel, que se avergüenza de comunicar abiertamente que creen en Dios porque la sociedad les ha empujado a pensar que creer en Dios es una actitud idiota. En realidad, lo que está falto de razón es no creer en Dios. El 90 % de ateos que nos encontramos en la vida no han leído la Biblia. La mayoría de ateos desconocen la precisión, la coherencia y la finura de los escritos bíblicos.
Eso me lleva a la segunda razón. Lo comunico porque hay una batalla en marcha. Es una guerra entre Dios y los enemigos de Dios, que tenemos que luchar y tenemos que ganar. Esta guerra se gana convenciendo a la gente de que Dios quiere que seamos su familia.
Hay una fuerza maligna en contra de esto que nos está arrastrando a una sociedad que nadie quiere. El mal ha conseguido ensuciar incluso uno de los regalos más bonitos de Dios, que es el sexo. Ha conseguido convertirlo en algo tan feo que parece que es pecado todo lo del sexo, cuando no es verdad.
El mal opera así. Intoxica a la gente con ideas, con productos, idolatrías, egoísmos, avaricias y ambiciones. El mal nos arrastra a estar en contra de Dios y a ser más tristes.
Hablas del mal…, hoy, ¿nos cuesta hablar claramente del demonio?
– Cuando la gente habla del demonio, la imagen que nos ha quedado es la del dios griego Pan, un hombre con patas de cabra y cuernos, pero no. Satanás es aquello que queremos, de la manera más bella posible. Satanás es un seductor, no un monstruo. Su gran placer es la desobediencia a Dios.
El otro día hablaba con una sexóloga no creyente que me decía exactamente lo que dice la Biblia sobre la pornografía. Hablaba de los estudios que dicen que la pornografía afecta a las relaciones y yo me acordaba del Salmo 101 que dice “Pórtate en tu casa con rectitud de corazón y no pongas cosas perversas ante tus ojos”.
Hace falta que el Espíritu nos guíe y nos enseñe a vivir de manera recta, en acuerdo con lo que Dios nos pide y fructificando para que nuestro entorno sea feliz. Dios exige felicidad y Satanás nos pide otras cosas.
Hay dos amores, el “eros” y el “caritas”. El “eros” quiere algo, el “caritas” da. Ese es el resumen. Entonces si es uno u otro, sabes quién te está poniendo eso en el corazón.
La Iglesia hoy ¿sigue teniendo la fuerza de los doce apóstoles que se lanzaron al mundo? ¿O se ha acomodado?
– Yo no soy nadie, pero en Romanos 12 san Pablo dice: “No os amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto”. Yo creo que la Iglesia debe ser radical y extremista, porque así es el mensaje de Jesús.
El mensaje de Jesús no es “vivid como hasta ahora y congregaos los domingos”. Su mensaje es una vida nueva, nacer de nuevo y renovar la mente. La Biblia nos lo dice, que no nos adaptemos. Yo veo mucha “adaptación” y lo que la gente quiere es radicalidad.
Hemos suavizado el mensaje, de manera que a la gente le da igual creer o no porque no cambia nada en su vida, pero la Iglesia es lo contrario. La Iglesia es gente que sabía que lo iba a pasar mal pero que es urgente que las personas cambien.
La Biblia es radical, porque va al fundamento del corazón humano y pide cambios extremos. Dios en el Antiguo y en el Nuevo Testamento amenaza con grandes catástrofes si sigue la rebelión. Estamos viviendo cosas hoy en día que, hasta cierto punto, están recogidas en la carta a los Romanos o en Isaías.
Tenemos una verdad preciosa, importantísima, radical y urgente, que deberíamos tratar como tal. Es un cambio de vida y no podemos tener miedo a asustar a nadie. Al contrario, la gente quiere respuestas. En las homilías debe haber fuego para mover a la gente.
Esa radicalidad se pierde si nos adaptamos al mundo. El cristianismo no es un medio camino. Eso pasó conmigo, yo creía intelectualmente en la verdad pero eso no fructificaba en mi vida. Cuando el Espíritu cambió mi vida, fructificó.
Desde el principio has dicho que todo cambia cuando uno dice que Dios existe, ¿Cómo cambia tu vida desde que te das cuenta de que Dios existe y recibes el don de la fe?
– Yo hace años entendí que Dios existe, que se ha revelado en la Biblia y que se ha hecho hombre para salvarnos, pero el Espíritu sopla allá donde quiere y, hasta que el Espíritu no me permitió entender esta verdad, no pude creer.
El gran cambio está escrito en el Salmo 1, el cual dice que Dios promete una cosa a los creyentes: que si tú meditas la Palabra día y noche, si sigues la voluntad de Dios, serás un árbol que crece a la vera de un río, que fructifica abundantemente. La gracia de esta imagen es que el árbol nunca fructifica para comer el fruto, porque sería absurdo, sino que el árbol fructifica para que otros coman el fruto. Eso es lo que yo he experimentado en mi vida conversa. Tú fructificas para que otros vivan mejor. Bíblicamente eso debería ser una prueba personal de tu conversión, si estás fructificando para los otros, si estás de corazón viviendo para los otros. Y no estoy hablando de que seamos intachables, sino que de corazón amemos, y eso se transforme en una vida mejor para las personas que tenemos alrededor. Que la gente pueda decir, incluso sin ser creyente, “Gloria a Dios”, porque tú eres cristiano y eso es mejor para ellos.
¿La reacción de tu entorno fue ese “Gloria a Dios” del que hablas?
– Creo que sí, pero me es difícil hablar por los otros. Sí que es verdad que Aitana, mi mujer, lo dice. Ella cree sinceramente que ha cambiado la vida. Creo que mis hijos pueden decirlo también y mis compañeros de trabajo son mejores y más afortunados por el hecho de que yo sea cristiano. Así es como debe ser.
Hay una cosa objetiva. Las charlas, los libros, etcétera hacen que perciba que mi conversión toca a mucha gente. Incluso hay personas que han leído el libro y se han bautizado. Son cosas muy bonitas y al final es Dios quien está operando a través de sus herramientas, por lo que no es ningún mérito mío. El mérito es dejar que el Espíritu fluya y ser conducto de gracia y bendiciones.
En tu núcleo familiar, con tu mujer y tus hijos, ¿vivís la fe? ¿Tu mujer era ya creyente?
– Sí, ella me ha enseñado cosas muy bonitas sobre la bondad y ha sido la compañera perfecta para este proceso. Me ha acompañado con compresión, entusiasmo y paciencia.
Aparte de la Biblia, ¿qué lecturas te han ayudado?
– Nos falta mucho conocer la Biblia. Si no conocemos bien la Biblia nos van a hacer daño a los cristianos. La Biblia no es un libro canalizado, no es que el autor se quedara en trance y al despertar tuviera el texto escrito. Dios ha utilizado autores, con su cultura, sus lecturas y conocimientos para comunicar su mensaje. La Biblia no es solo un relato histórico, es una lectura teológica de los hechos.
Entonces yo como lectura recomiendo una que son seis volúmenes, con la que yo di un salto cualitativo extremo en mi camino de conversión, que es “Un judío marginal” de John P. Meier. Meier, que ya falleció, es un teólogo y sacerdote norteamericano. El libro habla del Jesús histórico y está muy bien documentado.
Otro libro, que quizá es intelectualmente más complejo, es “Dios existe” de Antony Flew. Era un filósofo ateo muy famoso que se convirtió porque la ciencia y la filosofía le estaban demostrando que Dios existe. Luego, para la gente muy interesada en la ciencia hay un libro que se llama “Disparando contra Dios”.
Además, tener una Biblia de estudio es fantástico. O ya en un nivel más elevado las “Confesiones” de san Agustín o “La Ciudad de Dios”.
«Él, arrojando su manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesúsle preguntó:
-¿Qué quieres que te haga?»
(Mc 10, 50-5 1)
DIOS TE CAMBIA LA VIDA. No se trata de un resorte mágico o esotérico que da inme diatamente un vuelco a tu existencia y a tu pensamiento gracias a una especie de conjuro de cuatro palabras secretas recitadas ante una estrella hecha con velas de IKEA. Tampoco es ninguna estrategia de control mental que surge en el seno de una organización americana sectaria capaz de aislarte de tu entorno y hacer apa recer misteriosamente una falsa iluminación mística en tu mirada. Hablo de un cambio real, difícil, progresivo y sutil que mi entorno familiar y profesional de tectó antes que yo mismo. Dios nos acompaña. Dios nos busca, pero no se impone. Dios permite que vivamos una vida plena sin creer en Él, pero llama con re gularidad a nuestra puerta por si queremos conocerle.
Dios nos busca y, si Él quiere, nos permite entender por qué nos pide que siga mos su camino. Y, ¿sabéis qué ha implicado para mí seguir el camino del Señor? Mejorar la vida de todos los que tengo cerca. De todos aquellos que comparten mi existencia unas horas a la semana o cada dia del año. Porque conocer a Dios, creer en Dios, seguir sus caminos, significa amar de manera más eficiente y, sobre todo, imponer su voluntad a nuestros miedos cotidianos. Lo resumía Tomás Moro en una carta a su hija Margarita antes de ser ejecutado: «Nada puede pasarme que Dios no quiera, y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor». Creer en Dios, conocer a Dios, buscar a Dios, es una experiencia tan reveladora y hermosa que me sentiría culpable si no la compartiera con vosotros.
Seguramente el camino empezó mucho antes de lo que recuerdo, pero sí que puedo señalar un primer momento en el que comencé a interesarme por la tras cendencia. Fue durante los años de la universidad, cuando, por un interés instintivo, me acerqué a Dios a través de la filosofía y, sobre todo, de libros judíos por cuestiones familiares. De esa época tengo mi primera Torá (el Antiguo Testa mento), un sid ur (libro de oraciones judías), una recopilación de aforismos del Talmud y tratadosde Maimónides y Mosé ben Nahmán (Rambán).
Mi primera experiencia religiosa participativa y litúrgica fue con el judaísmo y, desde el primer momento, me fascinó cómo el Antiguo Testamento era capaz de conjugar el relato histórico y la búsqueda implacable y bien argumentada de la trascendencia. Además, el judaísmo rabínico tiene un complejo y bello tejido filosófico para explicar qué es Dios y qué espera de los hombres y las mujeres. Trata dos como el Tania de Schneur Zalman de Liadí, el Talmud, el Likutey Moharán de Najmán de Breslev o el Midrash son enormemente enriquecedores y han contri buido a formar mi pensamiento teológico, por llamarlo de alguna manera.
Paralelamente, la lectura de filósofos como Platón o Aristóteles fundamentaba la idea de que la existencia de Dios es una necesidad lógica. Es decir, la razón demuestra que ha de existir el Creador. Sin hablar del Dios de la Biblia, la filosofía griega incidía en la necesidad de un ser omnipotente, omnisciente, perfecta mente bueno y bello, eterno, creador de todo y no creado por nada. Paradigma, por cierto, que la propia ciencia apunta en teorías como el bigbang (planteada por un sacerdote, como explicaré más adelante).
La constatación filosófica del Dios necesario crecía en mí, en paralelo a la lectura del Evangelio de Marcos, Mateo, Lucas y Juan y, evidentemente, de las riquísimas cartas de Pablo. Así es como se ilumina de manera innegociable la figura de Cristo como concreción efectiva del Antiguo Testamento: la conclusión de las profecías, el Dios verdadero encamado para ofrecerse finalmente a todos. Tanta grandeza y tanta proximidad me interpelaron mucho más de lo que entendí durante aque llos años. Afortunadamente, el impacto fue profundo y resonó dentro de mí poco a poco, pero de una forma avasalladora y rotunda.
Este proceso de conocimiento intelectual fue el armazón que me preparaba para la experiencia personal y emocional con la presencia de Dios, que tuve posteriormente. Rezando en una iglesia vienesa sentí la existencia absoluta, real y tangible de Dios. El Señor venía para sentarse en el trono que la razón había preparado. Como si las lecturas fuesen una silla donde solo faltaba el Señor. No era el final, sino el principio de un camino de vida cristiana largo, continuado, lleno de tro piezos y que recorro intensamente desde hace años. Poco a poco y equivocándome muchísimo, he intentado aprender qué significa seguír al Cristo. Qué im plicaciones tiene obedecer a Dios.
Este libro no está escrito desde la teología, porque no soy teólogo, ni desde la filosofía porque no pretendo dar lecciones de vida. Este libro está escrito desde el amor a Dios. Desde el agradecirníento porque se nos ha revelado permitiendo que nos acerquemos a Él. Este libro solo quiere explicar por qué Dios es una verdad innegable y presente en mi vida. Y por qué mi vída ha cambiado a raíz de vivir esta certeza. Estos son mis diez motivos para creer en Dios.
Oriol Jara: "Cristo es la clave para entender todo: Cristo y nada más".
"Cristo es la llave hermenéutica de todo, lo que nos permite saber si la promesa es cierta" son palabras de la conferencia "Cristo y nada más" del escritor, guionista e influencer católico Oriol Jara, en el marco de las Jornadas Católicos y Vida Pública.
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