EL Rincón de Yanka: AUTORIDAD

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miércoles, 27 de septiembre de 2023

CARTA DE UN PADRE PARA SU HIJO por RICARDO MONTALBÁN


QUERIDO HIJO:

Mientras vivas en esta casa obedecerás las reglas. Cuando tengas tu casa obedecerás tus propias reglas. Aquí no gobierna la democracia, no hice campaña electoral para ser tu padre: tú no votaste por mí. Somos padre e hijo por la gracia de Dios, y yo acepto respetuosamente el privilegio y la enorme responsabilidad ... Al aceptarla adquiero la obligación de desempeñar el papel de padre.

No soy tu cuate, nuestras edades son muy diferentes. Podemos compartir muchas cosas pero no somos compañeros. Soy tu padre ¡Y eso es cien veces más que un amigo! ... También soy tu amigo, pero estamos en niveles completamente distintos, voy a establecer límites y no voy a mediar con la excusa de no perder tu amistad.

En esta casa harás lo que tu madre y yo digamos y aunque puedes cuestionar nuestra decisión, lo que se te diga estará por encima de tu deseos porque todo lo que ordenemos estará motivado por el amor. Te será difícil comprenderlo hasta que tengas un hijo, mientras tanto confía en mí...

CON AMOR, TU PADRE

RICARDO MONTALBÁN

miércoles, 25 de noviembre de 2020

LOS POSTMILENIALES O GENERACIÓN "Z": LA GENERACIÓN QUE ACABARÁ CON EL MUNDO Y SIN GENERACIÓN ALFA 😵😚


Los postmileniales (Generación Z): 
la generación que acabará con el mundo

¿Cuál es la esencia del joven nacido en el 2000? La fuerza de trabajo más preparada pero más perezosa de la Historia es bipolar, pero hay motivos para ello.

Se los ha tildado de perezosos, y "la fuerza de trabajo más mantenida y menos productiva de la historia de la humanidad".
Lo han tenido todo en abundancia desde que nacieron, todo lo que no tuvimos las generaciones anteriores.

¿Por qué entonces tienen ese tufo de fracaso?

Los chicos de la generación del milenio son complejos porque están en un punto de inflexión crucial en la historia de la Humanidad: el paso entre el hombre que trabaja y el hombre que hará otra cosa, que todavía no sabemos muy bien qué es.

Pero hay un motivo fundamental por el que los milennials se portan como se portan. Los que los hemos criado hemos pecado de sobreprotección.
Los estamos cuidando tanto como si fueran un pequeño y delicado huevo de Fabergé. No permitimos que se rompan, se traumaticen, chapoteen en el fango, respiren humo, se metan de hostias en el parque infantil, defiendan su territorio a pedradas. No les hemos aplicado disciplina a tiempo. Comen lo que quieren, desayunan inglés, comen japonés, cenan chino, escuchan la canción que quieren en el momento que les apetece, el mundo está al alcance de sus pulgares. Y el mundo no es así.

El mundo es un lugar jodido, hay que sudar para conseguir las cosas, la tierra está hecha de tierra, la comida está hecha de tierra, el carácter se forja a través de frustraciones, de pedradas, de que te digan que no, de que te obliguen a hacer cosas, de que te impidan hacer otras.
Nadie se ha encargado de explicarles de que el mundo es una mierda, y al final te mueres. Hemos dedicado demasiado tiempo a facilitarles las cosas, a explicarles que son el centro del universo, a que tienen infinitos derechos y muy pocos deberes. Y más dura será la caída. Estas dos características, el hallarse entre dos mundos y el choque entre el mundo de gomaespuma que les hemos proporcionado y el real que está ahí fuera, están convirtiendo a los milennials en bipolares. Ambiciosos, pero perezosos: 
Yo creo que esa es una de las características más definitorias de la generación nacida en el dos mil. La discrepancia entre sus aspiraciones y su ética de trabajo que, en el mejor de los casos, podríamos considerar tibia.

Pero esto tiene una explicación: la generación anterior, la de los noventa, lleva un tiempo dándose de hostias con la cruda realidad: con padres sobreprotectores, con carreras universitarias que les costó un huevo sacar adelante, al enfrentarse al mercado laboral se dieron cuenta de que las promesas que les hicieron sobre su futuro eran poco realistas.
Se formaron como ninguna otra generación, pero esa formación no llegó a traducirse en logros reales.

Y los milennials echan un vistazo a los chicos de los noventa, y obviamente se sienten menos interesados ​​en trabajar duro para alcanzar sus metas.
Por desgracia, la generación del milenio ha adoptado la idea de que la causa del éxito es la alta confianza en sí mismo; No la disciplina, ni el auto-conocimiento, ni la humildad, ni el trabajo duro.

Todo eso lo probaron las generaciones anteriores sin éxito. Así que ellos mantienen intactas sus esperanzas en su talento -que no deja de ser algo subjetivo-, como si más pronto o más tarde alguien (Youtube, "Gran Hermano", "La Voz", "Mujeres y Hombres y Viceversa", quien sea) descubrirá espontáneamente su potencial, incluso si no dedican mucho tiempo -o ninguno- a desarrollarlo.
Por desgracia, tienen suficientes iconos que han tenido la suerte de alcanzar esa fama inmerecida, y son sus referentes. Chavales millonarios por improvisar, por cuestionar a la autoridad, por reírse del mundo, por
tener una simple idea. Acumulan seguidores que a su vez también chillan a la webcam soñando con ser mileuristas por hablar en Youtube. Y como son jóvenes, no se preocupan demasiado por el futuro, por qué ocurrirá cuando su sonrisa ya no sea cautivadora y la lucecita de la webcam se apague. Hiper-conectados, pero obsesionados consigo mismos: Analicen los selfis.
Los selfis compulsivos. Los selfis desesperados, enloquecidos, que son el bastión de lo que quedará del hoy el día de mañana.

Imaginen todo el dolor, frustración, inseguridades y soledad que hay detrás de decenas de descartes, composición de plano, filtros retro y muecas frente al espejo del baño.
Imaginen la competencia atroz y despiadada que representan esas caras escuálidas, esos labios de pato, esas miradas insinuantes.
La masiva presencia de esos selfis felices en Facebook, Twitter, en Instagram, en Snapchat, nos hace creer que la generación del milenio es increíblemente alegre, sin embargo, quizá no sea así.

Los Millennials están hiper-conectados, pero muestran poco interés en los demás, excepto como una audiencia. Su gente está en el móvil.
Una mañana, cincuenta mil seguidores son deslumbrados por su sonrisa, por la tarde todos le dan la espalda porque otro sonríe más y mejor o se tiñe el pelo de verde o enseña algo más de culo o toca mal la flauta.

Imaginen la frustración desgarradora que supone ser una estrella fugaz. O no llegar nunca a serlo sin saber por qué. Son estrellas fugaces que acaban por estamparse con una bonita estela de chispas sobre la capa de la atmósfera de la realidad.
Su principal ambición, casi desesperada, es difundirse a sí mismos, incluso si se requiere el acopio de amigos desechables. Inconformistas pero materialistas: A pesar de que la generación Y es algo menos materialista que la generación X - al menos en Estados Unidos, donde los niveles del materialismo parecían haber alcanzado su punto máximo a finales de los años 80, los milennials viven un permanente conflicto interno entre la compra obsesiva y su carácter inconformista.

De hecho, la Generación Y es más individualista, rebelde e independiente que las generaciones anteriores, a excepción de su deseo de encajar.
Como resultado, la generación del milenio se encuentra atrapada en un círculo vicioso: por un lado, quieren perturbar el sistema; por otro, sufren más miedo al rechazo.

Yo creo que los hemos estropeado. Los hemos ahogado de amor. Hemos creído que no sabrían soportar un mundo hostil, los estamos educando en exceso pero no preparando para la desdicha, el esfuerzo, para trabajar con las manos, para pisar una mierda, para aguantar a un jefe cabrón, para cargar con cajas, para soportar la lluvia, para que un matón les escupa en la cara, para obedecer, para sacrificar tiempo y esfuerzo, para tolerar la frustración, para todas esas cosas suplementarias pero ineludibles que suponen ser adulto y vivir en sociedad. Los hemos criado para vivir en un móvil. Y eso es lo que hacen. Las generaciones mayores siempre se han quejado de los jóvenes y siempre lo harán, a pesar del hecho de que una vez fueron notablemente similares.

Los youtubers de hoy son los Beatles de ayer, tampoco nuestros padres y abuelos entendían que veían los jóvenes en aquellos melenudos que no habían hecho nada para merecer tantas atenciones.
A pesar de lo que pudiera parecer, quiero pensar que el ser humano seguirá avanzando. Lo ha hecho en las últimas 5.300 generaciones de homo sapiens, con un nivel semejante de frustración, desigualdades, precariedad, miedo y un poquito de dicha que nos mantiene vivos.

Los postmillennials: la generación que acabará con el mundo

lunes, 14 de septiembre de 2020

LIBRO "LA HEREJÍA COMO DOGMA": ENSAYO APOLOGÉTICO DE LA HISTORIA DE OCCIDENTE Y EDUCAR LA LIMITACIÓN FRONTERIZA ⛙⛜⛞🚦🚧🚫

Ensayo apologético de la historia de Occidente

Transgresión de los límites
"Hay formas correctas de estar y actuar en el mundo, otras que lo son menos y otras que no lo son en absoluto" y, con el apoyo de C.S. Lewis, que es muy necesario saber y defender que "ciertas actitudes son realmente verdaderas y otras realmente falsas". En consecuencia, tenemos derecho a conocer la verdad -y el deber de intentarlo, añadiría yo-, pues que no todo vale.

Macario Valpuesta ha volcado en este trabajo de madurez todo su conocimiento sobre el sentido del presente. Y lo ha hecho a partir de amplias lecturas, que van desde filósofos clásicos –con especial mención a Tomas de Aquino- a historiadores, literatos, poetas. Es decir, lo que conforma el bagaje de un hombre culto de nuestro tiempo y de todos los tiempos.
Entrados ya en materia, el concepto de herejía, digamos secularizado, hace referencia a todo lo que tenga que ver con la transgresión de los límites, la infracción de las normas, la distorsión de los cánones, la confusión de las ideas, la manipulación de los sentimientos, la tergiversación de los hechos. Es decir, que las herejías son esas ideas que se han vuelto locas, esas ideas –las ideas también condicionan la vida de las personas- que han evolucionado contra el modelo, el sistema desde el que nacieron para volverse contra su origen.
De ahí que, acertádamente, nuestro autor haga un análisis en profundidad, desde un método de carácter histórico, no solo historicista, de los períodos de la “reforma” protestante, la Ilustración, las herejías de la revolución social y los herejes post-modernos.
Comprender nuestro mundo 
Lo que sin duda debemos agradecer es que no haya caído ni el tremendismo, ni en el pesimismo antropológico, ni en la apocalíptica. Está claro que el concepto al que llega, digamos el término ad quo, es el de decadencia.
Simplemente bucea en el realismo de intentar comprender nuestro mundo y nuestra historia desde sus orígenes, con un método que pretende ir a la raíz de los fenómenos antropológicos, sociales y culturales. Estamos por tanto hablando de un libro de teología de la cultura, mejor dicho, de filosofía de la cultura.

Sobre "La herejía como dogma", nos dice el autor: 

“Nuestra postura -la defensa de la ortodoxia- se basa en una noción muy simple que todavía es aceptada por el buen sentido popular, aunque cada vez está más erosionada en nuestro ambiente, a saber: que hay formas correctas de estar y de actuar en el mundo, otras que lo son menos y otras que no lo son en absoluto. Siguiendo a C.S. Lewis, pretendemos defender “la doctrina del valor objetivo, la convicción en que ciertas actitudes son realmente verdaderas, y otras realmente falsas”, que no todo vale y que tenemos derecho a conocer la verdad”.
El autor, utiliza el término hereje en un sentido amplio y figurado pues, no en vano, nos dice que “Vivimos en una época caracterizada por el triunfo de la herejía. Los medios de comunicación de nuestros días, los políticos, los artistas, los que dominan en el pensamiento actual son en su inmensa mayoría (aunque muchos de ellos no lo saben) unos herejes de tomo y lomo que, como buenos herejes, están siempre en permanente lucha contra la ortodoxia”

“Este libro, si hoy es útil y necesario para todos, va a serlo mucho más cuando nos introduzcamos en la crisis social que viene, que afectará a nuestro concepto de modelo de sociedad; crisis que además se va a intensificar tras la terrible pandemia del coronavirus que estamos hoy padeciendo.
Pero el autor de este libro, Macario Valpuesta Bermúdez, que tanto que me ha impresionado, ha sido capaz de profundizar aún más en la raíz de la crisis, esto es, en la piedra angular de la que, como él certeramente nos recuerda, deriva toda la organización social: la Teología”

Jaime Mayor Oreja

Loquillo: “Cuando tengas miedo no busques nada nuevo”


DEMASIADO AL ESTE ES EL OESTE (Too East is West)
Proverbio inglés

"El valor de una civilización se mide no por lo que sabe crear, 
sino por lo que sabe conservar"

"El verdadero instrumento del progreso radica en el factor moral." 
Giuseppe Mazzini

Con el paso del tiempo, se ha perdido poco poco algo que estaba muy presente en la sociedad y que es de suma importancia en la crianza de los niños: los límites.

Los límites son la forma en que se relacionan los miembros de la familia entre sí y hacia el exterior. Es decir, son las reglas que definen quién participa y de qué manera en determinado escenario, estableciendo roles y comportamientos definidos para el funcionamiento correcto de la estructura familiar. Salvador Minuchin, reconocido médico psiquiatra y pediatra argentino, es creador de la Terapia Familiar Estructural, teoría en la que define tres tipos de límites:

1. Rígidos
Son interacciones en las que los miembros de la familia son independientes y tienen roles claros, pero hay una mala comunicación entre ellos y son des apegados entre sí. En este tipo de dinámica, los padres son demasiado autoritarios, exigiendo que sus hijos manifiesten pensamientos y conductas que ellos consideran correctas, sin dar lugar al cuestionamiento de tales órdenes.

2. Difusos
Aquí no están definidas las reglas de interacción de manera clara ni precisa, lo que provoca que los miembros de la familia sean muy dependientes entre sí. Por ejemplo, un hijo puede ejercer la función de padre dando órdenes e imponiendo su autoridad. Asimismo, los padres asumen el rol de los hijos, acatando las órdenes que ellos imponen o no haciéndose cargo de éstos.

3. Claros
Las reglas de interacción son definidas con precisión. Los padres indican lo que el hijo puede o no hacer y aunque estos límites resultan definibles, son modificables de acuerdo a la situación. Esta adaptación sería la ideal, pues se amoldan las reglas a un contexto en particular para producir resultados que beneficien tanto a los padres como figuras de autoridad, como a los hijos en su desarrollo personal.

Las modificaciones en la estructura familiar se reflejan en cambios de comportamiento en un miembro de la familia y, en consecuencia, en los procesos individuales de los otros miembros. Se debe ejercer la autoridad sin temor a perder el amor de los hijos, por lo que hay que tomar conciencia de que los padres, más que ser amigos y compañeros de sus hijos, deben ser una guía, un ejemplo y un apoyo.
Tener un niño que conozca los límites en una familia, formará a un adulto que conozca los límites en una sociedad. Es decir, se podrían evitar problemas graves como abuso de drogas, alcohol, conductas sexuales de riesgo, delincuencia, entre muchos otros, si los hoy adultos aprendiéramos sobre los límites en la infancia. Un niño que vive con límites, entenderá que éstos se hicieron para respetarse y sabrá cuáles pueden transformarse y en qué contexto, sin dañar su integridad personal ni la de las personas que lo rodean.

martes, 13 de agosto de 2019

MADRES FORJADORAS DE UNA NACIÓN POR ADRIANA CORONA 👪

Madres Forjadoras de una Nación



¿Alguna vez te has puesto a pensar que en buena parte las naciones se forjan a través de las madres?

Efectivamente, somos nosotras, las mamás, las que parimos o damos a luz a los ciudadanos del mundo, pero no solo biológicamente, también somos las responsables de transmitirles educación y valores. Pero, ¿Qué les enseñamos? En este mes dedicado a las madres, es importante que seamos conscientes del papel que desempeñamos en la construcción de nuestra nación.
Tal vez te preguntes, ¿Por qué hay naciones más educadas que otras? Definitivamente, la respuesta tiene que ver en buena medida con la educación que damos a nuestros hijos.

¿Qué nos ha pasado que no estamos educando como deberíamos?

¿Cuántas mujeres de América latina participan en actos ilícitos como el narcotráfico, los secuestros y otros delitos? ¿En qué momento perdimos la brújula? ¿En qué momento olvidamos la importancia que la educación que damos a nuestros hijos los preparará para su futuro?
Una nación se forja a través de valores como el amor, el respeto, la dignidad, la colaboración y la entrega. Si como madres no nos esmeramos en enseñar estos valores a nuestros hijos desde la cuna, desde que son pequeños, no tendremos ningún derecho para estar quejándonos después y reclamar ¿Por qué mi hijo salió así? No, tu hijo no “salió así”. ¡Así lo educaste, y solo estás cosechando lo que sembraste!
Estamos perdidas, nos hemos vuelto muy permisivas y muy condescendientes, y hemos olvidado que es hacia adentro, hacia donde deben inculcarse los valores que edifiquen a nuestros hijos.

Por otro lado, si cometiste uno o varios errores en la crianza y educación de tus hijos, no digas que no puedes enderezarlos. ¡Todo es posible cuando hay voluntad y amor de por medio!
Es nuestra responsabilidad enseñar a nuestros hijos a socializar y colaborar con los demás, o en su caso, a pedir perdón cuando ofenden a los otros.
Es importante también que nos cuestionemos ¿En qué momento permitimos que nuestros esposos traigan dinero mal habido a la casa y lo hemos usado? Siempre, desde luego, con el pretexto de que “es lo que hay”. ¡Por supuesto que no! Si sabes que tu esposo, o cualquiera de tu familia anda en malos pasos, tú puedes contribuir a formar o reformar a esa persona.

Tenemos que preguntarnos en qué tipo de nación queremos vivir: ¿Queremos una nación en paz, donde haya oportunidades?, pues entonces pongámonos a trabajar en base a ello. Para esto, te propongo algunas recomendaciones:

1.- Enseñemos a nuestros jóvenes a respetar y amar a Dios, pues el que respeta y ama a Dios, en automático respeta y ama a sus semejantes.
2.- Enséñale el respeto, la amabilidad, la colaboración y la consideración a través de ejemplos concretos. El amor a una nación debe vivirse y expresarse, pero hazlo con el ejemplo.
3.- Establece límites claros. No seas tan permisiva y mantente firme en tus decisiones. Si te pide un permiso o cualquier cosa, y dices “NO”, mantente firme para que no crees confusión en tu hijo. Hazle saber que sus malos comportamientos, tarde o temprano tendrán consecuencias que deberá a sumir con responsabilidad.
4.- Enséñale a soñar, respeta e impulsa sus sueños, porque cuando obstruimos u opacamos sus sueños, estamos obstruyendo el desarrollo y la grandeza de una nación.
5.- Enséñales que los dones que tienen son para generar riqueza para ellos y para los demás.

No importa en qué país vivamos. Cuando entendamos estos puntos, estaremos siendo madres forjadoras de naciones fuertes, responsables y económicamente sustentables.

¡Si verdaderamente quieres forjar un gran país, comienza haciéndolo en tu hogar!






Las madres forjadoras de una nación
Simplemente Adriana


martes, 16 de octubre de 2018

LIBRO "DE LA CULPA A LA CALMA" 😟😊

"DE LA CULPA A LA CALMA" 
¿Por qué a pesar de hacer lo posible por ser mejores padres, nos sentimos tan culpables? ¿A qué se debe que ahora seamos unos padres tan sumisos? ¿Por qué nos sentimos culpables si trabajamos? y también si no lo hacemos? ¿Qué es lo que más temen los hijos cuando nos divorciamos? ¿Cómo saber si por ayudar a los hijos los estamos sobreprotegiendo? En definitiva, ¿Qué tenemos que hacer para triunfar como padres? En este libro Ángela Marulanda, educadora de familia de amplio reconocimiento y trayectoria, identifica y reúne las dudas que enfrentan hoy cientos de personas a la hora de criar a sus hijos y brinda una serie de pautas, consejos y guías, para que desde el amor todos puedan triunfar en la más ardua y satisfactoria tarea de todas: ser padres.

Padres dan a hijos todo 
y se quedan sin nada

Cada vez son más los jóvenes que viven a expensas de sus padres sin buscar independizarse y sin reconocer el valor de ganarse las cosas a través del esfuerzo.

Esta realidad es una problemática que, de acuerdo con expertos, solo dará pie a una generación de adultos inútiles.
"A los hijos no se les está exigiendo nada y por eso es una generación del merecimiento. Son chicos súper débiles: se traumatizan con todo, se deprimen con todo, se quieren suicidar por todo, porque no saben luchar. Les quitamos la capacidad de postergar la gratificación, trabajar duro y de luchar por lo que quieren por darles demasiado".
"Les enseñamos algo muy grave a los hijos: su función es recibir y la nuestra, como papás, es darles. Les enseñamos a recibir, pero no a dar", señala la autora del libro "De la Culpa a la Calma".
"Estamos viendo una cantidad de niños malagradecidos, sin entusiasmo, vagos, de todas clases sociales. Es la generación del merecimiento, la generación de los niños que se merecen todo. Ellos ya no piden, exigen".

Inculcar el esfuerzo

Al margen del estrato social o ubicación geográfica, cada vez se ha vuelto más común ver a hijos que se quedan con sus padres muchos años después de llegar a la edad adulta y terminar sus estudios.
Los creadores de la generación del merecimiento son los padres sobreprotectores que perdieron de vista los valores importantes en la formación de sus hijos al tratar de evitarles las carencias que ellos tuvieron.
"Un factor es que estos adultos, y yo me incluyo entre ellos, vivimos carencias cuando éramos pequeños o adolescentes, crecimos con muchas responsabilidades, y ahora que soy papá, no quiero que mi hijo sufra eso, que tenga lo que yo nunca tuve.
"Es una generación muy cómoda de muchachos. Viven con pocas carencias y muchas comodidades. No viven las consecuencias de sus conductas o sus malas decisiones, están siendo sobreprotegidos, no hay responsabilidades. Todo esto hace que el muchacho crezca en un mundo virtual y ficticio".

Un enfoque en el que el fin es la felicidad y no el resultado de acciones gratificantes, agrega Marulanda, influye también en la formación de jóvenes que de adultos solo buscarán la comodidad con nada o el mínimo esfuerzo.
Así, la generación del merecimiento está integrada por jóvenes que no han madurado y que al sobreprotegerlos se han quedado como adolescentes permanentes.
Es por eso que los expertos exhortan a los papás a que enseñen a sus hijos desde pequeños a ganarse sus privilegios.

Es cuestión de reglas

-Educar a los hijos desde pequeños.
-Establecer reglas. Los hijos tienen derechos, pero también obligaciones.
-Buscar que los chicos se esfuercen por lo que quieren. Los hará adultos responsables.
-Analizar tus motivaciones si vas a comprar algo que un hijo te pide: ¿Él debe tener eso para estar a la moda o no ser "menos" que los demás?, ¿o realmente lo necesita?
-Estar consciente de que si tus hijos carecen de algo no los "traumará" para el resto de sus días, más bien, ellos formarán su carácter y sabrán valorar sus posesiones.
-Tener en cuenta que al dar algo especial a tus hijos, ellos deben saber que es una gratificación bien ganada.


– En el libro describe a los padres de hoy como sumisos, lo que no pasaba con los papás de antes. ¿Qué pasó?

– Las generaciones de padres a partir de la década de los 80 son las primeras que tienen conciencia de los efectos de sus actos en la vida de sus hijos. Los papás de antes no reflexionaban de que si le decían al niño: “No sea bruto”, lo estaban convenciendo de que era bruto… Ellos no se daban cuenta… Mi mamá fue bastante buena, pero a veces hacía unas injusticias terribles: No dejaba que le expliquemos qué había pasado que antes ya nos había regañado. O nunca se sintió culpable: Jamás la vi salir de casa como yo cuando dejaba a mis hijos (y hace una parodia de todas las bendiciones que les daba). Entonces, me di cuenta que (como padres) nos tocó el cambio de la era moderna a la era posmoderna, lo cual es como una mudanza de mundo, de familia, de sociedad…”.


– Tomar conciencia de los comportamientos que afectan a nuestros hijos no está mal. ¿Cómo no caer en la sumisión?
– “Como tenemos esa nueva conciencia de lo fácil que es hacerles daño, estamos atemorizados… Además, los niños de hoy son más despiertos. Todo esto nos hace muy inseguros, lo que nos lleva a ser sumisos, a rendirnos, a abstenernos ante la duda. En el pasado, los hijos debían ganarse el amor de los padres, que eran los importantes de la familia. Ahora es al contrario y desde el momento que tratamos de ganarnos el amor de los niños, les estamos dando todo el poder a ellos… Entonces, ahí están los padres suplicándoles, explicándoles, intentando de convencerlos…”.

– En su libro, el trabajo es señalado como fuente número 1 de culpas. ¿Qué errores cometemos a nombre de la culpa?
– “El principal error es la permisividad. Nos morimos de la angustia de que no nos van a querer porque no hemos estado con ellos… Entonces, permitimos y damos muchas cosas, pero no tiempo. Tratamos de reemplazar el tiempo con gustos. El otro error es que no ponemos nada de límites. Ahora a los niños por la mañana hay que llevarlos al fútbol, luego a comer pizza, después al cine, de ahí de compras, y son las 11 de la noche y seguimos corriendo atrás de ellos…”.

– Es válido aquello de que la calidad de tiempo compensa a la cantidad?
– “Hay que estar presentes en la vida de los hijos a diario y suficiente tiempo. Si uno está todo el fin de semana dedicado a ellos y luego se desaparece, no sirve. Es como si no te alimentarán 3 días, y al cuarto día te dieran de comer todo lo que no has comido, lo único que tendrás es una indigestión… El tiempo tiene que ser cotidianamente dado a los hijos. Que hayas estado las 24 horas del sábado a su servicio, no va a quitar las carencias de no verlo entre semana…”.

– ¿Qué deben hacer las madres que trabajan más por realización personal que por necesidad? ¿Deben renunciar a sus trabajos para aliviar la culpa?
– “Pueden renunciar a una parte; es decir, si tú trabajas cuatro horas fuera de casa, estás tranquila, pero si ya tu trabajo implica estar 10 horas lejos de tu hogar, es otra cosa. Hoy en día, nos venden todo como oportunidades y a veces son tentaciones… Entonces, en ocasiones, hay que renunciar a algo que nos provoca por otra cosa que es debida para la tranquilidad de nuestra conciencia… Yo me bajé de nivel. Me tocó irme de una casa grande con piscina a una más sencilla y pequeña… Pero muchas veces no queremos sacrificar el estilo de vida. En mi caso, me sentí aliviada… Todos los padres decimos que lo más importante en nuestras vidas son los hijos, pero en realidad lo más importante en la vida de uno es a lo que se le dedica más tiempo y más esfuerzo”.

– Díganos tres cosas que sean las mejores que podemos hacer como padres.
“Primero, amar a los hijos tanto como para ponerlos en el primer lugar de nuestro corazón. Son unas personas frágiles que estamos formando y hay que estar con ellos… Segundo, preguntarnos siempre cuál es el verdadero motivo de lo que estamos haciendo. Por ejemplo: si le compramos un juguete, ¿lo hacemos para comprar amor y perdón? Y tercero, tener muy presente que no estamos criando niños, sino a los adultos en que queremos que se conviertan mañana. ¿Qué cualidades y virtudes queremos en esos adultos? Somos las personas que más amamos a nuestros hijos, por lo tanto, las que más podemos influir en ellos”.





¿Qué necesitas para ser feliz?
Ángela Marulanda


¿ESTUPIDEZ, querer feliz a tus hijos?
PILAR SORDO



Educar más y complacer menos

PILAR SORDO


martes, 20 de marzo de 2018

🏫 MI ÚLTIMA LECCIÓN Y NO LE DES TODO A TU HIJO DE HUGO ALMANZA DURAND

MI ÚLTIMA LECCIÓN 

HUGO ALMANZA DURAND
🏫
Querido alumno:
Para ser feliz no importa 
lo que el mundo te ofrezca,
sino lo que tú puedas ofrecer,
porque todo lo que se da regresa,
y ante los ojos del Señor
sólo valen las buenas obras.

Al final no te llevarás lo que has guardado,
sólo se irá contigo lo que has hecho
en favor de los demás;
es decir, lo que has dado.

Nunca te quejes, la vida no es fácil,
camino sin piedra no es camino.
No te compares con nadie,
mídete contigo mismo;
es la única manera segura de avanzar.

Ningún ser es infalible, acepta tus errores,
los ajenos no justifican los tuyos.
Pide que te disculpen y corrígete.
La humildad es una virtud maravillosa,
casi inalcanzable, pero no imposible.

Con los años aprenderás que son los atajos
los que alargan el camino,
que la ruta más rápida y segura
es la que ya conoces.
Que nada es gratis en la vida.

Que todo debes ganártelo o merecerlo.
Que ser útil es mejor que ser importante.
Aprende a dominar tus iras.
Sé tolerante, cuántas veces lo serán contigo.

Jamás agredas, no olvides lo que dijo el poeta:
"El golpe daña más al que lo da, 
que al que lo recibe".
Estira la mano sólo para dar o ayudar.
Quiere a tus parientes y amigos con
todos sus defectos o correrás
el riesgo de quedarte sólo porque
el ser perfecto no existe.

Y acostúmbrate a escuchar;
los consejos no se discuten, se agradecen.
Recuerda que la belleza es fugaz,
que el poder es circunstancial
y que la riqueza es ajena.
Que a fin de cuentas, sólo es tuyo
lo que consumes.

Que por más dinero que tengas,
no serás mejor, no sabrás más,
ni serás más bueno.
Ni siquiera podrás comer
o dormir más que cualquier mendigo.

En todos los actos de tu vida trata de ser justo,
piensa en los demás;
deja que tu corazón cumpla con su deber,
su destino es querer;
para éso lo hizo Dios.
Por lo menos éso pensamos los maestros.

Aprende a valorar el amor que te dan,
siendo poco, tal vez sea lo máximo
que puedan ofrecerte.
No todos tenemos la misma
capacidad de sentir y de dar.
Dichoso tú si puedes hacer feliz al ser que amas.

Cada vez que sientas ternura 
por los tuyos no te contengas.
Todos tenemos una necesidad increíble de cariño.

Sea cual fuere tu edad, ten tus cosas en orden;
el Señor puede llamarte en cualquier momento.
Enseña a vivir con amor a tu familia;
si están alejados o resentidos, 
perdónense, nunca es tarde.
La vida es tan corta.

Quiéranse mucho, ahora que pueden hacerlo,
que están presentes, que es físicamente posible.
Recuerda hijo, que mañana 
si no los aparta la vida, lo hará la muerte.

Ojalá que estas líneas te ayuden a vivir mejor.
Hasta siempre...

Tu maestro.

HUGO ALMANZA DURAND


NO LE DES TODO A TU HIJO 
Hugo Almanza Durand

No le des a tu hijo todo lo que quiere
Le será difícil y doloroso, 
pero es lo mejor que puedes hacer por él
Nunca olvides que tan importante 
como alimentarlo y educarlo,
Es que le enseñes a vivir valiéndose 
de sus propios medios,

Algún día no estarás a su lado 
para alcanzarle lo que necesite,
Por eso desde pequeño, prepáralo para la vida.
Tu hijo debe disfrutar de su niñez 
con la inocencia propia de su edad,
Recibiendo amor a raudales, 
pero a la vez aprendiendo a su manera,
que en la vida no se puede tener todo 
lo que se quiere y eso depende de ti.

Poco a poco enséñale a cumplir sus deberes,
A defender sus derechos 
y a practicar el orden y la disciplina,
Pero sin lastimarlo,
Para eso Dios te hizo inteligente

Acostúmbralo a controlar sus deseos,
Y a resolver sus necesidades 
conforme sea posible

Sin alterar la naturaleza de las cosas 
ni ir por encima de nadie,
Porque todo tiene su lugar y su tiempo
Enséñale a esperar, a decir no 
y a respetar el no de su prójimo,
A pesar de su corta edad él irá 
asimilando todos tus consejos,
Porque los niños aunque 
no lo creas lo entienden todo.

Juega con él hasta el cansancio,
Recuerda que no podrás hacerlo 
por mucho tiempo,
Pronto crecerá y tendrá otros intereses,
Mientras tanto, cuídalo, enorgullécelo, 
guía sus pasos,
pero cuando se caiga, si no se ha herido,
Enséñale a levantarse sólo.

Que Dios te ilumine, para que ademas 
de darle tu amor y tu tiempo,
Sepas inculcarle que existe el hambre, 
la injusticia, el dolor, la enfermedad y la muerte,
Si no lo haces, cuando crezca 
estará en desventaja 
ante los demás y frente a la vida.

En su adolescencia tendrás otras tareas 
que completarán su formación,
Pero si de niño le diste todo lo que quería, 
no podrás ayudarlo mucho,
Y ya de hombre, si logra superarse 
vivirás orgulloso de sus éxitos,
Pero si no, tendrás mucha culpa de lo que le pasa.


jueves, 23 de noviembre de 2017

👪 HAY QUE DAR MENOS Y EXIGIR MÁS




Hay que dar menos y exigir más
👪

Quienes hoy somos padres crecimos en la misma casa, tuvimos los mismos vecinos y, por lo general, debimos compartir todo: habitación, baño, libros, lonchera medio desbaratada, ropa usada (heredada de los mayores) y zapatos remontados... y por eso agradecíamos cualquier cosa que nos compraban.

Sin embargo, hoy en día a los niños se les da todo y mucho de lo que no necesitan ni se merecen. Parece que por darles a los hijos lo que no tuvimos, les dejamos de dar lo que sí tuvimos: muchas exigencias y pocos privilegios. Y por esta razón vivíamos soñando con “ser grandes” para poder gozar de ciertas prerrogativas como tener habitación privada o estrenar ropa y zapatos nuevos (porque del segundo en adelante todo era heredado de los mayores).

Los hijos de la generación de la postguerra (nacidos de los años 80 en adelante) tienen miles de derechos y privilegios pero pocas obligaciones. Además, aun cuando sean mayores de edad, profesionales, tengan auto propio (pagado por sus padres) y cuanto aparato exista (iphone, ipad, computadora, etc.) consideran que es nuestro deber ayudarles, solucionarles y complacerlos en todo, a pesar de que ellos no tienen ninguna obligación en el hogar.
Parece que nosotros dejamos de ser padres para ser benefactores, abogados defensores, choferes y sirvientes ad honorem de los hijos. Sin embargo, por lo general, muchos de ellos no viven más agradecidos sino más inconformes, no son más responsables sino más recostados, no colaboran más sino que demandan más y tampoco son más amorosos sino, a menudo, más insolentes con sus padres.
A pesar de que no siempre todo tiempo pasado fue mejor, sí hay mucho que rescatar de tiempos pasados, comenzando por el hecho de que hasta los años 80 eran los adultos, no los niños, los que tenían más privilegios y también los que mandaban la familia.

Si no queremos vivir sintiéndonos defraudados y criando hijos malagradecidos es hora de que les demos más responsabilidades, menos privilegios y bastantes exigencias. Recordemos que las personas más felices son las que valoran lo que tienen y agradecen lo que reciben... porque han luchado por merecerlo.



“¿Están sordos?” es una forma bastante usual con que los adultos les hacen saber a los niños que no han prestado atención a lo que les han dicho reiteradamente. Lo grave es que hoy los sordos no parecen ser solo los niños sino los adultos, pues hay advertencias esenciales que los educadores, expertos en la conducta, médicos y otras autoridades reiteradamente hacen y nadie escucha.

Así, me pregunto ¿por qué será que no escuchamos los repetidos avisos sobre los peligros que entraña darles o permitir que tomen trago los menores de 21 años? ¿Y que no nos damos cuenta de que estamos violando la ley que lo prohibe (y de paso enseñándoles 
a violarla)? ¿Será que tampoco hemos oído que las niñas están tomando parejo con los muchachos y que tienen más riesgos de alcoholizarse que ellos?

¿Será que no hemos oído las indicaciones de las asociaciones médicas más prestantes del mundo diciendo que ningún niño menor de 18 años debe tener TV en su habitación? ¿Ni tampoco sobre los peligros que tiene para su salud mental y moral las películas y series violentas e inmorales que pululan en cientos de canales a los que pueden acceder con su iPad a cualquier hora del día ... o de la noche?

¿Será que estamos tan sordos que tampoco escuchamos las reiteradas advertencias hechas, no solo por los científicos, sino por el FBI y otras autoridades policivas internacionales, señalando que los menores de 18 años no deben tener conexión a Internet en su habitación? ¿Y que la computadora con acceso al ciberespacio debe estar en un lugar abierto y usarse cuando los padres están en la casa?

¿Será que tampoco hemos oído a los educadores sobre los grandes peligros que corren los jóvenes en los paseos de promoción o los fines de semana, sin más agenda que “gozar su juventud” (léase parrandear y tomar trago)? ¿Y que ya ha habido problemas serios y accidentes fatales que corroboran tales peligros?

¡Ojalá que no sea una experiencia devastadora la que nos haga escuchar cuando ya haya mucho que lamentar!.

jueves, 16 de noviembre de 2017

EL DECÁLOGO DE LA BUENA EDUCACIÓN

El decálogo de la buena educación
Si tus hijos te dicen estas 10 cosas estás educándolos bien
Si tu hijo te dice a menudo estas 10 frases puede ser un síntoma que estás educándolo bien. Comprueba si las has escuchado alguna vez y reflexiona sobre ellas.
Compleja y maldita educación

Digo compleja porque educar a los niños no es ninguna tarea fácil. Publiqué hace un año un artículo que se hizo viral sobre 20 claves para saber si estás educando bien a tu hijo y ahí mostraba unas claves para la buena educación, siendo consciente de la complejidad de educar.

Y digo maldita porque cuando uno quiere educar bien, se enfrenta a la incertidumbre que genera la fusión de la buena y la mala educación que se produce en el barrio, en el patio durante el recreo o en cualquier otro escenario donde los niños convivan y compartan entre ellos parte de su herencia de la buena y la mala educación de sus hogares, de sus familias.

Hoy quiero compartir algunas de las frases que se pueden escuchar a niños sometidos en sus casas a un estricto régimen pseudomilitar, bajo la supervisión de padres en peligro de extinción y no influenciados por modas pasajeras del ámbito de la educación. Pero... a quienes admiro desde este lugar de internet y les arropo con esta publicación. ¡Seguid así, que ese es el camino!


1. Todos mis amigos tienen más y mejores consolas que yo

Mumm, muy bien! si escuchas esto a menudo es porque te preocupa que tu hijo no solo esté en este mundo para jugar a decenas de videojuegos y tener diferentes consolas. Una o dos puede ser más que suficiente. Una para casa y una portátil, para llevarla de viaje; con esto ya están cubiertas las necesidades básicas (si se le puede llamar así) del tiempo de ocio destinado a los videojuegos. Si le acostumbras a tener todas las que salen nuevas, serás un gran cliente de las grandes marcas de videojuegos pero no serás un buen educador.

2. Los padres de mis amigos les dejan ver realities y otros programas de TV de horario nocturno

Soy consciente que esos "malditos" padres os perjudican a muchos de vosotros, respirad y contad hasta 10 cada vez que escuchéis decir esto a vuestro hijo. Luego preguntarle qué le puede aportar para su crecimiento personal ver esos programas. 

3. Quiero un perro como el del vecino y nunca me lo quieres comprar

No por favor, y aunque tengas dinero nunca se lo compres. Primero pregúntale si él se hará responsable de bajarlo todos los días, lavarlo, limpiar lo que ensucia en casa, poner la comida y bebida a diario, llevarlo al veterinario, etc. Si aún así dice que si, entonces un día lo llevas a la protectora más cercana y allí preguntéis por el perro que mejor se adapte a vuestro hogar. 

4. No entiendo por qué tengo que hacer tanto deporte

Si te dice esto es buen síntoma, hay muchos niños comodones que no les gusta esforzarse, el deporte es un gran medio para trabajar los valores de esfuerzo, resiliencia, sacrificio, constancia... Valores que serán necesarios en el mundo adulto. Dejarse llevar por lo que quiere un niño sedentario, es crear las bases de una persona condenada al sedentarismo. Desde pequeño debemos establecer un hábito hacia el deporte, y ser conscientes que al principio puede no gustar a los niños. Eso sí, no te pases inscribiéndolo a muchos deportes.

5. Nunca me compras ropa de marca

Y qué felices los hacemos cuando de repente un día le compras una sudadera Nike! Lo importante es tener ropa, la marca es lo de menos. Debemos decirles que no siempre las marcas ofrecen calidad, y que incluso, si la compra puede que otros veinte niños lleven la misma prenda. Enséñale a valorar si le sienta bien, si le gusta el tacto de esa prenda, los colores, si ahorra dinero con la paga al no comprar una de marca, etc. 

6. Mis amigos van a un restaurante de comida rápida una o varias veces a la semana y nosotros casi nunca 

Qué malos son los padres que no van casi nunca a los restaurantes de comida rápida y se preocupan por darle la mejor alimentación a sus hijos a base de caldos y comidas bien preparadas con ingredientes lo más naturales posible. Estoy seguro que cuando vaya a un restaurante de comida rápida lo va a disfrutar mucho más que el niño que va 3 veces por semana. Estas son las cosas que os agradecerán cuando sean adultos.

7. Todos mis amigos tienen móvil menos yo

También puede decirte que todos los amigos tienen mejores móviles que él. Si tiene móvil, tendrás que enseñarle a usarlo, gestionarlo, hacerle ver el gasto que conlleva para ti, decirle que lo cuide, que lo use a unas determinadas horas del día, que no envíe ni comparta cosas que puedan estar relacionadas con valores negativos, bullying, etc. En definitiva, que tendrás que emplearte a fondo para que no sea un niño o adolescente cuyos papás le han cedido al móvil la función de su tutoría y acompañamiento en la vida. Si no tiene móvil, invítale que te diga 5 razones importantes para que se lo compres. Me temo que no llegará a las 5. 

8. Todos mis amigos tienen Instagram

Es increíble como muchos padres consienten que sus hijos menores de edad estén enganchados a diferentes redes sociales solo con el objetivo de compartir fotos de su cuerpo o estética corporal, llenas de filtros y desvirtuando la realidad. El mundo no necesita cuerpos bonitos, necesita mentes sabias.

9. Todos mis amigos se acuestan a la hora que quieren

Los niños deben tener horarios y el sueño está dentro de ese horario. Puedes establecer dos tipos de hora para acostarlos, la diaria adaptada al horario de la escuela y la de fin de semana. Lo importante es que descanse las horas que recomiendan los expertos en pediatría y sueño. Hay niños que van con mucho sueño al colegio y no son capaces de prestar atención o seguir la explicación del profesor, lo que puede conducir a un fracaso escolar.

10. A todos mis amigos les dan una paga mayor que la mía

Dice un viejo proverbio chino "Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida"


Acostumbrar a los hijos a recibir pagas grandes sin apenas hacer esfuerzo para conseguirlas es crear una obligación que no tienes por qué tener. Conforme avance en edad te irá pidiendo más y más cuantía, y llegará un momento a los 16 años, que te pedirá semanalmente 50 euros a los que no podrás acceder. Ahí empezará un conflicto familiar difícil de resolver.



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