El apellido Gerig resuena con el eco de Alemania, trayendo consigo las historias de los primeros valientes que emprendieron la travesía desde Europa hacia Venezuela. Imagina el viaje, la incertidumbre, el dejarlo todo atrás. Llegaron a una tierra nueva, tropical, donde el clima y lo desconocido los desafiaron a cada paso.
Estos pioneros Gerig no solo sembraron cosechas; sembraron un legado de resiliencia. Con sudor y tenacidad, transformaron la adversidad en oportunidad, forjando un futuro en esta tierra bendita. El apellido Gerig es hoy un símbolo de esa inquebrantable voluntad de salir adelante.
¡Todos somos Gerig en espíritu, herederos de esa fuerza que construye el futuro!
El tema de la colonización agrícola alemana en la Colonia Tovar en el Edo. Aragua, Venezuela y sus efectos positivos para nuestro país me llevó a escribir el libro “La Colonia Tovar y su gente”, transcribiendo en sus páginas todo el respeto y el amor que tengo por esas personas humildes y trabajadoras que con esfuerzo continuado y con una unidad familiar admirable han hecho posible lo que es hoy la Colonia.
El Jarillo, del Edo. Miranda, es también un pueblo de origen coloniero, ya que aún antes de que Gregorio y Emilio Breidenbach compraran en 1890 sus tierras a Altagracia de Tovar, estas habían sido cultivadas por familias colonieras pisatarias. Aquí, se han arraigado también esos valores humanos del amor por el trabajo, por la familia y por la religión que han logrado convertir a El Jarillo en un próspero y pujante pueblo agrícola.
Por estas razones, insistí en que Félix Guillermo debía preparar el libro de “El Jarillo: Un pueblo de origen alemán” y dejar así constancia de su hermosa historia. En este libro él logró compendiar en forma admirable todos los aspectos importantes de su historia y de su geografía, impregnándolos de ese gran amor que siente por su pueblo y sus pobladores. Me siento verdaderamente honrado en prologar este hermoso libro que, como dice Félix Guillermo, es el mejor regalo que un hombre puede hacerle a su pueblo.
Fue el presidente Abraham Lincoln quien firmó la Ley de la Pacific Railroad que autorizaba la construcción de la primera línea de ferrocarril transcontinental de Estados Unidos y del mundo, una línea que unía las ciudades de Omaha con Sacramento.
MIentras la primera pertenecía a la red de ferrocarriles del Este de los Estados Unidos, la segunda pertenecía a California, en el lado del Pacífico.
Aquél fue un evento histórico que más de una vez hemos podido ver en diferentes películas.
Fue una loca carrera por conseguir el mayor número de kilómetros de vía férrea por las dos compañías implicadas en su construcción, la Union Pacific, que con sus 10.000 obreros, la mayoría de ellos irlandeses, partía desde la ciudad de Omaha en diciembre de 1865, y la Central Pacific, que con 12.000 trabajadores, mayormente chinos, lo hacía desde Sacramento en enero de 1863.
El resultado fue que la Central Pacific construyó 1.110 kms. de vías, atravesando California y Nevada, mientras que la Union Pacific construyó 1.749 kms. de vías férreas, atravesando el río Missouri, y pasando por Nebraska, Colorado y Utah.
Aún así, la competencia fue brutal y en muchísimas ocasiones desleal, con continuos sabotajes y desviación de las líneas para ocupar la mayor parte de terreno posible y así reclamar mayores subvenciones del Gobierno.
Finalmente, éste tuvo que tomar cartas en el asunto y ponerles a ambas investigadores y peritos que estudiaban y guardaban de la correcta construcción de las vías férreas día a día. Además, el Gobierno estableció exactamente cuál sería el punto de unión de ambas vías.
A causa del modo en que el Estado subvencionaba a las compañías que construían el ferrocarril, era sabido que éstas a veces saboteaban los ferrocarriles del otro para reclamar el terreno como propio. Cuando llegaron cerca del punto de unión, cambiaron las rutas hasta ser casi paralelas, de modo que cada compañía pudiera reclamar subvenciones del gobierno sobre la misma parcela de terreno. Harto de los enfrentamientos, el Congreso finalmente declaró dónde y cuándo deberían encontrarse los ferrocarriles. Equipos de inspección seguidos estrechamente por equipos de trabajo de cada ferrocarril se distribuyeron entre una y otra, impacientes por tender tanta vía como fuera posible. El equipo principal de la Central Pacific batió un récord tendiendo 16 kilómetros de vía en un solo día, conmemorando el acontecimiento con un poste indicador al lado de la vía para que se viera al pasar los trenes.
Trabajadores
La mayoría del tramo de la Union Pacific fue construida por trabajadores irlandeses, y por veteranos de los ejércitos de la Unión y Confederados. Brigham Young, presidente de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, quiso ver el soporte inmigrante del ferrocarril y los campamentos en Ogden y Salt Lake City, Utah. Cuando la vía se aproximaba al Territorio de Utah, solicitó un contrato de trabajo con la Union Pacific. Conforme a este contrato llevado a cabo, las cuadrillas de trabajo estaban formadas casi por completo por mormones que construyeron la mayor parte de la vía en el territorio de Utah.
El tramo de la Central Pacific fue construido principalmente por inmigrantes chinos. Incluso aunque al principio se pensaba que eran demasiado débiles o frágiles para hacer este tipo de trabajo, después del primer día de los chinos en la línea, se tomó la decisión de emplear a tantos como fuera posible encontrar en California (donde la mayoría eran mineros del oro o trabajaban en industrias de servicio, como lavanderías y cocinas). Muchos más fueron traídos de China. La mayor parte de los hombres recibían entre uno y tres dólares por día, pero los trabajadores de China recibieron mucho menos. Con el tiempo, éstos se declararon en huelga y consiguieron un pequeño aumento de sueldo.
Además de la colocación de los rieles (que empleaba aproximadamente al 25% de la mano de obra), la operación también requirió los esfuerzos de cientos de herreros, carpinteros, ingenieros, albañiles, topógrafos, camioneros, telegrafistas y hasta cocineros, por mencionar solo algunos de los trabajos implicados en la construcción del ferrocarril.
Central Pacific
Seis meses después de la ley del Ferrocarril del Pacífico, el 8 de enero de 1863 el Gobernador Leland Stanford ceremoniosamente colocó la «primera piedra» para comenzar la construcción del ferrocarril Central Pacific en Sacramento, California. La Central Pacific hizo un gran progreso a lo largo del Valle de Sacramento. Sin embargo redujeron la marcha de la construcción, primero por las estribaciones de Sierra Nevada, luego por las propias montañas y, aún más importante, por las tormentas de nieve del invierno. Como consecuencia de ello, la Central Pacific amplió sus esfuerzos para contratar trabajadores inmigrantes (muchos de los cuales eran chinos). Los inmigrantes parecían estar más dispuestos a tolerar las horribles condiciones, y continuó el progreso de las obras. La necesidad creciente de construir túneles comenzó a reducir la marcha del progreso de la línea otra vez. Para combatir esta situación, la Central Pacific comenzó a usar los recién inventados y muy inestables explosivos de nitroglicerina —que aceleraron tanto el precio de construcción como la mortalidad de los trabajadores. Horrorizado por las pérdidas, la Central Pacific comenzó a utilizar explosivos menos volátiles y desarrolló un método de colocar los explosivos en el que los barreneros chinos trabajaban en grandes cestas suspendidas que eran rápidamente izadas a lugar seguro tras encender las mechas. La construcción comenzó a acelerarse otra vez.
Fue un empresario estadounidense del sector del ferrocarril, uno de los cuatro inversores principales que acordó financiar la idea de Theodore D. Judah de construir un ferrocarril atravesando la Sierra Nevada desde Sacramento (California) hasta Promontory (Utah). Fundó el Ferrocarril del Pacífico Central junto con Leland Stanford, Charles Crocker y Collis Huntington en 1861.
En 1861, como parte de The Big Four, fundó el Ferrocarril del Pacífico Central. A veces llamado "Tío Mark", era el miembro de los cuatro socios de mayor edad, conocido por su frugalidad (se decía que sabía cómo "exprimir 106 centavos de cada dólar"), una reputación que le valió el puesto de tesorero de la empresa. El destacado historiador estadounidense Hubert Howe Bancroft cita a Collis Huntington diciendo:
"Nunca pensé que algo estuviera terminado hasta que Hopkins lo revisara". Bancroft describió a Hopkins como la "rueda de equilibrio de los Asociados y uno de los hombres más verdaderos y mejores que jamás haya existido". Whig por sus ideas políticas, posteriormente se asoció con el Partido del Suelo Libre. Abolicionista convencido, participó en la organización del Partido Republicano en California.
Union Pacific
El principal inversor en la Union Pacific era Thomas Clark Durant, que había hecho su fortuna pasando algodón Confederado de contrabando con la ayuda de Grenville M. Dodge. Durant eligió rutas que favorecerían sitios donde él poseía tierras, y anunció conexiones con otras líneas que a veces satisficieron las acciones de sus negocios. Durant pagó a un socio para presentar la oferta de construcción quién a su vez se la dio a otra compañía controlada por Durant, la Crédito Mobiliario de América. Durant entonces manipuló las finanzas y subvenciones oficiales, haciéndose con otra fortuna. Durant contrató a Dodge como ingeniero jefe y a Jack Casement como jefe de construcción.
En el Este, las obras comenzaron en Omaha, Nebraska, por parte del ferrorarril Union Pacific, y continuaron muy rápidamente gracias al terreno abierto de las Grandes Llanuras. Sin embargo, pronto comenzaron a sufrir retrasos cuando entraron en tierras en manos de los indios. Los nativos americanos que vivían allí vieron la entrada del ferrocarril como una violación de sus tratados con los Estados Unidos. Grupos de guerreros comenzaron a asaltar los campamentos de trabajo móviles que seguían el progreso de la línea. La Union Pacific respondió aumentando la seguridad y contratando a tiradores para matar bisontes —que eran tanto una amenaza física para los trenes, como principal fuente de comida para muchos de los indios de llanuras. Los indios nativos americanos comenzaron entonces a matar trabajadores cuando comprendieron que el llamado «caballo de hierro» amenazaba su existencia. Las medidas de seguridad fueron reforzadas, y el progreso del ferrocarril continuó.
Golden Spike
Seis años después del comienzo de las obras, trabajadores del ferrocarril Central Pacific desde el Oeste y de la Union Pacific desde el Este se encontraron en la cumbre de Promontory (Utah). Fue el 10 de mayo de 1869 cuando Stanford colocó el Clavo de Oro (Golden Spike) o el Último Clavo (Last Spike), que se encuentra actualmente en el Centro de Artes Cantor en la Universidad de Stanford, que simbolizó la finalización del ferrocarril transcontinental. En el que quizás fue el primer acontecimiento de medios de comunicación en directo del mundo, los martillos y el clavo fueron unidos por un cable a la línea de telégrafo de modo que cada golpe de martillo fuera oído como un chasquido en las estaciones de telégrafo a escala nacional. Tan pronto como el clavo ceremonial fue sustituido por un clavo de hierro ordinario, un mensaje fue transmitido tanto a la costa Este como a la costa Oeste que simplemente decía: «HECHO». El país estalló en celebraciones al recibir este mensaje. Los viajes directos de costa a costa se redujeron de seis o más meses a solo una semana.
Después de conducir el último pico, el motor No. 119 de Union Pacific y el Júpiter de Central Pacific se pusieron en marcha hasta que casi se tocaron. Los funcionarios del ferrocarril se retiraron a sus vagones, dejando a los ingenieros y obreros para celebrar.
El champán fluyó y los ingenieros George Booth y Sam Bradford rompieron una botella en la locomotora del otro. Samuel S. Montague, ingeniero jefe de Central Pacific y su homólogo, el general Grenville M. Dodge, se dieron la mano para simbolizar el final de la carrera para construir el primer ferrocarril transcontinental de la nación. Este momento en el tiempo quedó inmortalizado en la famosa fotografía de Andrew J. Russell.
Desarrollo del ferrocarril
Cuando se colocó el clavo de oro, la red ferroviaria en realidad no conectaba el Atlántico con el Pacífico, solo conectaba Omaha y Sacramento. En noviembre de 1869 la Central Pacific finalmente conectó Sacramento con la bahía de San Francisco en Oakland (California). La Union Pacific no conectó Omaha con Council Bluffs hasta la terminación del puente Union Pacific Missouri River en 1872.
Con la finalización de la Guerra Civil, los ferrocarriles competidores procedentes de Misuri aprovecharon su ventaja estratégica inicial para un auge de la construcción. La Hannibal and St. Joseph Railroad (H&SJ) terminó el Hannibal Bridge que fue el primer puente en cruzar el río Misuri en julio de 1869 en Kansas City. Esto por su parte conectó los trenes de la Kansas Pacific que iban de Kansas City a Denver, que había construido la Denver Pacific, y que conectaba con la Union Pacific. En agosto de 1870 la Kansas Pacific puso el último clavo que conectaba con la línea Denver Pacific en Strasburg (Colorado) y el primer auténtico ferrocarril Atlántico-Pacífico de los Estados Unidos quedó completo.
La ventaja de Kansas City al conectarse en primer lugar con un auténtico ferrocarril transcontinental, contribuyó a que se convirtiera en la línea férrea dominante al oeste de Chicago, en lugar de Omaha.
La Kansas Pacific se convirtió en parte de la Unión Pacific en 1880.
El 4 de junio de 1876, un tren rápido llamado Transcontinental Express llegó a San Francisco vía «primer ferrocarril transcontinental» tan solo 83 horas y 39 minutos después de su partida desde la ciudad de Nueva York. Solo diez años antes el mismo viaje habría llevado meses por tierra o semanas por barco.
La Central Pacific fue absorbida por la Southern Pacific en 1885. La Unión Pacific se hizo inicialmente con la Southern Pacific en 1901, pero fue obligado por la Corte Suprema estadounidense a desprenderse de sus acciones debido a temas de monopolio en 1913. Finalmente, la Unión Pacific consiguió a la adquisición de la Southern Pacific en 1996.
Habiendo sido circunvalado el punto inicial de encuentro con la finalización del Lucin Cutoff (un puente de ferrocarril sobre el Gran Lago Salado) en 1904, los raíles de Promontory fueron levantados en 1942 para ser reciclados para su utilización durante la Segunda Guerra Mundial. Este proceso comenzó con una ceremonia de «descolocación» de un Golden Spike. En 1957, el Congreso autorizó la creación del Lugar Histórico Nacional denominado Golden Spike National. El 10 de mayo de 2006, en el aniversario de la colocación del clavo de oro, Utah anunció que el diseño de la moneda de cuarto de dólar estatal del programa 50 State Quarters de los Estados Unidos, sería una representación de la colocación del clavo.
Al fin el encuentro se produjo.
Fue el 10 de mayo de 1869. El día que se ha conocido desde entonces como el Golden Spike (el clavo de oro). Habían pasado 6 años desde que se pusiera el primer remache, y aquel día en Promontory Point, en Utah, ambas líneas se encontraron.
Siguiendo la ceremonia habitual en aquellos casos, el presidente Grant, junto con Stanford, se dispuso a colocar el último clavo, que sería de oro. Además, aquella ceremonia se convirtió en todo un fenómeno de masas puesto que dentro de los medios de que se disponía en aquella época, se retransmitió vía telégrafo a todo el país. Para ello, se unieron el martillo y el clavo a un cable de telégrafo de modo que cada golpe que se daba era transmitido para los oídos de todos los estadounidenses.
Hasta aquel día, atravesar el país de una costa a la otra requería de casi 6 meses de viaje.
Desde aquel día, gracias a aquella línea de ferrocarril transcontinental, se pudo atravesar de Este a Oeste en poco más de una semana.
Las palabras del presidente Grant al golpear aquel clavo e inaugurar el primer ferrocarril transcontinental fueron:
“Ojalá siga Dios manteniendo unido a nuestro país como este ferrocarril une los dos grandes océanos del globo".
El boxeo está repleto de historia e historias. Detrás de su aparente brutalidad se esconden una épica y unos códigos propios de la novela caballeresca, que han hecho posible que de las mayores rivalidades surgieran amistades imposibles.
¿Sabías que el campeón mundial del peso pesado, Gene Tunney, fue un intelectual y llegó a dar conferencias sobre Shakespeare en Yale? ¿Y que Nelson Mandela fue el mayor impulsor del boxeo surafricano? ¿Cómo fueron las relaciones de Max Schmeling con el régimen nazi? ¿En qué forma se infiltró la Mafia en el boxeo? El boxeo es el deporte más rico en historia y en historias. Detrás de su aparente brutalidad se esconden una épica y unos códigos propios de la novela caballeresca, que han hecho posible que de las mayores rivalidades surgieran las más sinceras amistades.
Durante más de un siglo, los personajes más populares del planeta fueron el presidente de los Estados Unidos de América, el papa y el campeón del mundo del peso pesado. Jack Johnson, Joe Louis o Muhammad Ali no solo destacaron como enormes boxeadores sino que transcendieron la esfera de lo deportivo para convertirse en personajes históricos que marcaron la sociedad de su época.
El campeonato mundial entre Jack Johnson y Jim Jeffries, en 1910, provocó los mayores disturbios raciales vividos en América hasta el asesinato de Martin Luther King. De igual modo, el combate por el título de peso pesado entre Joe Louis y Max Schmeling, simbolizó un choque de civilizaciones, antesala de la Segunda Guerra Mundial, con Hitler y Roosevelt pendientes del resultado. En este libro conoceremos la interrelación del Noble Arte con la sociedad y el influjo de sus campeones. Descubriremos curiosidades de figuras históricas como Daniel Mendoza, Bill Richmond, John L. Sullivan, George Dixon, Joe Gans, Jack Johnson, Benny Leonard, Primo Carnera, Max Baer, Max Schmeling, Joe Louis y otros grandes campeones. Pero, también, sabremos de otros personajes cruciales en la evolución del boxeo: de benefactores como el marqués de Queensberry o lord Lonsdale a gánsteres como Owney Madden o Frankie Carbo.
PRÓLOGO
¿Desde cuándo existe el boxeo? Desde el principio de los tiempos. Es junto al atletismo y la lucha uno de los deportes más antiguos. En sus formas primitivas y en su concepción más general de lucha con los puños y con reglas, es un deporte milenario que responde a la naturaleza competitiva del ser humano. Es tan antiguo como la propia humanidad y forma parte integral de las más anti guas civilizaciones. Es imposible establecer cuáles fueron las primeras formas de combates reglados con los puños, pero allá donde se han encontrado restos arqueológicos habitualmente han aparecido representaciones de este tipo de competición. Desde al menos el tercer milenio antes de Cristo puede comprobarse su existencia y su relevancia.
Los primeros vestigios que se conocen, en forma de relieves, pertenecen a la cultura sumeria, en lo que hoy es Iraq, considerada como la primera civilización del mundo. Vestigios también se han encontrado en las civilizaciones de Mesopotamia, Asiria y del Imperio hitita. Existen también relieves en Tebas, en Egipto, que datan de 1350 a. C. La primera representación de un combate en el que se utilizan guantes es del año 1700 a. C. aproximadamente, el fresco de los jóvenes boxeadores de Akrotiri, en la isla de Thera, perteneciente a la civilización minoica de Creta, primera civilización europea de la Edad de Bronce. Otra de las evidencias más importantes se encuentra plasmada en Los boxeadores del ritón de Hagia Triada (1600- 1450 a. C.).
Boxeo hubo en Grecia y fue parte fundamental de los Juegos Olímpicos antiguos y sus campeones eran venerados como héroes por el pueblo. El pugilista de la Antigüedad clásica quedará plasmado a la perfección en una de las obras más bellas y realistas de la escultura helenística, el conocido como Boxeador en reposo o Boxeador del Quirinal o de las termas, de aproximadamente dos cientos años antes de Cristo, con los rasgos característicos del veterano profesional, con su nariz chata y las orejas de coliflor. Para lelamente, hay evidencias en diversas partes de África, donde el pueblo Hausa practicaba el Dambe, su forma autóctona. Según se va avanzando en el tiempo, especialmente en Grecia y Roma, empezaremos a encontrar vestigios de una competición mucho más sofisticada y definida y también de gimnasios o palestras que ya incluían elementos que a día de hoy se siguen utilizando, como sacos, guantes y protecciones de entrenamiento.
Fresco de Los boxeadores de Akrotiri,
primera representación conocida de boxeo con guantes.
Data de la Edad de Bronce, hacia 1700-1650 a. C.
En cualquier caso, no ahondaremos en estas formas primitivas puesto que no podemos trazar desde ellas una línea de continuidad con el boxeo actual. Son formas ancestrales de boxeo independientes en el tiempo y el espacio y, en la mayoría de los casos, sin relación entre ellas. Para encontrar el punto de origen que nos lleva al boxeo que vivimos en el presente nos dirigiremos a la Inglaterra del siglo XVII. Allí, James Figg se erigirá como primer campeón, el que iniciará una larga dinastía que se prolongará de forma clara hasta bien entrado el siglo xx, hasta que la lamentable proliferación de organismos empiece en gran parte a alterar y emborronar tan precioso legado. Eso sí, como veremos, la creación de las reglas del marqués de Queensberry supondrá a finales del XIX un cambio drástico y una gran revolución. El cambio de reglamento marcará un antes y un después claramente diferenciables en el boxeo, pero sin dejar de ser el mismo deporte, con los mismos protagonistas y la misma comunidad. Para entendernos mejor, denominaremos «boxeo antiguo» a todas las manifestaciones ancestrales previas, «boxeo moderno» al que nace de la academia de James Figg en Inglaterra y que transcurre en los siglos XVIII y XIX y «boxeo contemporáneo» al que surge tras la aceptación universal de las reglas del marqués de Queensberry y llega hasta la actualidad.
El púgil se convirtió en una cuestión nacional para Estados Unidos y hasta Jack London invocó, para derrotarlo, a “la gran esperanza blanca”
Jack Johnson, el «gigante de Galveston», uno ochenta y pico de estatura, manos como excavadoras y una pegada reservada para los hijos de los titanes. Aunque había nacido libre, provenía de una familia de esclavos y, como muchos antes de que él, encontró en el boxeo una adecuada escalera social para erigirse sobre la miseria de alrededor y escapar de la pobreza. Sonriente, provocador, chulesco, divertido, bohemio, pero de esos refinados y con gustos caros, Johnson, uno de esos hombres que quiso probar las mieles del Paraíso antes de alcanzar el cielo, deambuló por las ciudades y pueblos de Estados Unidos, aceptando combates de medio pelo y prestándose de sparring hasta que encontró un tipo que lo sentó en el suelo y le dejó con la mirada colgada del limbo (aunque jamás sería como Floyd Patterson, claro, que llegó a encontrar en las profundidades del KO la remansada paz que no encontraba en la realidad). El fulano aquel era judío, se llamaba Joe Choynski y, después de haberle enseñado el sabor de la derrota, le inculcó la técnica que le faltaba a un hombre que lo poseía todo para triunfar: envergadura, agilidad, reflejos, unos puños con la contundencia del cemento armado y un sentido del espectáculo que luego heredaría Ali.
A la luz de lo que sucedió después, está claro que Choynski desconocía lo que hacía. Acababa de darle munición al mismo Billy El niño. Johnson, con el acerado instinto de la competitividad a flor de piel y la inteligencia ajedrecística que requiere el cuadrilátero, asumió esas lecciones y puso en jaque a todo un imperio: el racismo blanco que regía su país. Comenzaba una biografía digna para un mito, trufado de épicas y de duelos, de excesos y arrepentimientos que lo conducirían en un peculiar exilio/huida hasta la Barcelona de 1916, donde disputaría una pantomima de combate con un supuesto sobrino de Oscar Wilde: Arthur Cravan, al que tumbó en el cuarto asalto y casi antes de que él rompiera a sudar (dos años después, su rival se lanzaría a navegar por el Golfo de México, y hasta hoy: no se ha vuelto a saber de él). Es en la Ciudad Condal donde Denise Duncan lo sitúa con su obra «El combate del siglo», una pieza teatral que se representará a partir del 28 de abril en el Teatro Valle-Inclán, donde relata sus logros, pero que también enfrenta al púgil a sus propios temores y fantasmas, igual que ya sucedió con un éxito anterior, «Urtain», que catapultó a la fama al actor Roberto Álamo. Pero la oportunidad de esta historia excede el boxeo, sobre todo, al tenor de los altercados raciales que estremecen en estos momentos al llamado país de las oportunidades.
El boxeo fue el primer deporte que permitió competidores de color entre sus filas, como prueba ya la temprana presencia de campeones negros en el siglo XIX y que disfrutaron en su tiempo de la popularidad reservada hoy para los jugadores de fútbol. La afroamericanos jamás tuvieron el ring cerrado. Se ve que los actos de valentía abolen las barreras xenófobas. Al contrario que el resto de los deportes (o sea, todos los demás), un negro podía alcanzar en el pugilismo el título mundial. Pero había una raya que nadie podía traspasar: la categoría de los pesos pesados. Ese era un reino prohibido, reservado solo para los blancos, como explica Jorge Lera, excelentemente bien, en un gran libro, «Historia del boxeo» (Almuzara), que a todos los que les interese este asunto, y otros muchos del ring, deberían leer.
El problema es que a Johnson le gustaba la pasta, le molaban los trajes bien cortados y el alcohol de calidad, una tendencia común entre muchos héroes de la lona, y decidió romper la baraja por en medio. Aprovechó un patrocinio para dejar secándose al sol, igual que a un bacalao, al supuesto campeón de los blanquitos, Tom Burns, del que pocos ya guardan recuerdo, y se proclamó campeón. Tal cual. El sur de EE UU, ese lugar donde todos los hombres son iguales menos los de color, sintió un escalofrío. Entonces es cuando Jack London, al que todos hemos admirado por sus relatos y novelas, quedó en evidencia y se vio de qué pie cojeaba su conciencia con su célebre llamada a «la gran esperanza blanca» y ese texto titulado «El combate del siglo». No todos los escritores, por mucho que los admiremos, tienen que resultar ejemplares.
Las oraciones del novelista tomaron cuerpo en un viejo peleador ya retirado que debía tener las mismas ganas de regresar al cuadrilátero de que le cortara la cabellera un Sioux. Se llamaba Jim Jeffries, estaba entregado a la descansada vida que supone el retiro y gozaba del saludable sobrepeso de los deportistas que lo han logrado todo, incluso sobrevivir a la Prensa. No fue el orgullo, ni la defensa de la nación blanca, ni una cuestión de honor, ni tampoco un prurito de clase lo que lo sacó de su cabaña. Lo que hizo que se anudara los guantes de nuevo fue el dinero, la guita (esto tampoco ha cambiado con los años). El enfrentamiento, más que un combate, fue un baile de Jack Johnson, que se permitió algunas monerías (la psicología en el ring no es ninguna broma) y que acabaría derribando a su oponente varias veces hasta que todos se convencieron de que Jeffries, aunque se mantuviera en pie, hacía tiempo que besaba la lona.
Esa victoria resultó imperdonable para el público. Desencadenó, como ya es conocido, disturbios por EE. UU., pero estaba protagonizados por los blancos, o sea, los descendientes de los elegantes caballeros de «Lo que el viento se llevó». Jack Johnson, que disfrutaba de un sentido del placer que pasaba por la provocación, se paseaba trajeado, dibujaba una sonrisa en el rostro de las mujeres blancas con las que se acostaba y abría negocios. Las autoridades, como sucede con la gente de medianías, no le perdonaron el insulto que suponía su título ni esa vidorra de excesos (se desconoce qué les irritaba más). Así que tomaron un atajo y, como nadie lo vencía, le acusaron injustamente de un delito y le invitaron a pasar una temporada a la sombra. Johnson, antes de pasar por penitenciaría, tomó las de Villadiego y se fugó a Europa. Empezaba de esta manera un exilio que acabaría siendo penoso. Una pendiente que le conduciría por nuestro país y que lo devolvería exhausto al suyo, ya agotado, más deteriorado que una estatua griega, pero eso sí, con su sempiterna sonrisa de dientes de oro. Fallecería en un accidente de tráfico en 1946. Así que al final murió como en realidad vivió: a toda velocidad.
Epilogo:
¿se está muriendo el boxeo?
En una entrevista en 1972, a l excampeón mundial del semipesado Archie Moore, uno de los más grandes boxeadores de la historia, le preguntaron si el boxeo se estaba muriendo. Moore, un filósofo del ring y de la vida, con su particular ironía respondió: «Sí, eso debe de ser. Ya me dijeron que se estaba muriendo cuando comencé como profesional en 1936. Creo que el boxeo lleva muriéndose desde el principio de los tiempos. Así que me imagino que todavía sigue muriéndose». El viejo sabio tenía razón, lo de la muerte del boxeo es algo que se viene profetizando prácticamente desde sus comienzos, siglos atrás, pero ahí sigue por mucho que digan algunos agoreros. Y todo ello a pesar de que el boxeo es el deporte peor estructurado y organizado y de que nunca tuvo un mando único o un único organismo que diera validez y legitimara los títulos. Desde James Figg, a principios del siglo XVIII, el reconocimiento de los campeones procedía del prestigio, la tradición y la aclamación popular. El campeón es quien derrota al campeón; el hombre que gana al hombre que ganó al hombre... Había en ocasiones diferencia de pareceres y podían surgir dos o más pretendientes al trono, especialmente después de que algún campeón se retirara corno tal sin perder su título. Pero habitualmente el boxeo se autorregulaba y el público exigía el enfrentamiento entre los distintos aspirantes para determinar quién era el auténtico campeón. El proceso solía ser custodiado por algún medio que ejercía su autoridad moral al respecto. Pero siempre bajo la supervisión soberana del aficionado, del pueblo. Durante años. esa autoridad la ejerció The Police Gazette, pero cuando se desvió del cometido, como cuando quiso reconocer unilateralmente como campeón a Jake Kiltrain, al que fabricaron un cinturón especial de campeón. el pueblo se rebeló porque entendía que el campeón auténtico era John L. Sullivan y con una suscripción popular le regalaron un cinturón todavía más valioso, como vimos en el capítulo tercero. En cualquier caso, Sullivan y Kilrain se acabarían enfrentando, como no podía ser de otra manera, y el triunfo del Stongboy de Boston dejó zanjada la polémica. Si solo existe un mundo, solo puede haber un campeón mundial.
En los años veinte, la Ley Walker supuso la legalización definitiva del boxeo y la creación de las comisiones atléticas que en cada estado velarían por el buen funcionamiento del boxeo. La estructura federal de Estados Unidos impidió la creación de un organismo único a nivel nacional que dirigiera el boxeo y ahí empezarían gran parte de los problemas que aún padecemos. Cada estado tenía una comisión y cada una veía las cosas a su manera, aunque tampoco esto influía en gran medida en el reconocimiento generalizado de la mayoría de campeones. En 1921 se creó la National Boxing Association (NBA) con la intención de asemejarse a un organismo nacional que regulara el boxeo. El principal problema radicaba en que Nueva York, capital mundial del boxeo, su comisión atlética (NYSAC), no estaban dispuestos a que su voto valiese lo mismo que el de otros estados en los que apenas había actividad pugilística. En un principio, ni Nueva York, ni California, ni Nevada, los tres principales estados en lo que a boxeo se refería, estaban dentro. Antes, en 1913, en Europa se creó la lnternational Boxing Union, con el mismo objetivo y que años más tarde contó con el apoyo, aunque no especialmente decidido ni entusiasta, de la Comisión de Nueva York. La NBA no nombraba oficiales y tan solo cobraba un simbólico dólar por campeonato. No tenia realmente mucha fuerza ejecutiva y lo normal es que tanto la NBA corno la NYSAC reconocieran a los mismos campeones. Cuando no, generalmente se hacía un combate entre los dos pretendientes. En realidad. como en su día fue The Police Gazette, a partir de su fundación en 1922, la revista The Ring, con su fundador y director Nat Fleischer, se erigió como la voz de la autoridad. En 1924 empezaron a elaborar listas, a reconocer campeones y a entregarles sus prestigiosos cinturones. El liderazgo moral de The Ring junto a la poca capacidad ejecutiva de la NBA y que la comisión de Nueva York solía regirse con criterios serios y desinteresados facilitaron un cierto orden en el boxeo mundial hasta bien entrados los setenta, en los que los errores de The Ring, ya sin Nat Fleischer, y la consolidación de los primeros organismos internacionales fue el germen del caótico desorden que ensombrece hace años este noble deporte.
En 1981, la prestigiosa revista Sports Ilustrated publicó un profundo trabajo de investigación sobre los dos principales organismos sancionadores del boxeo que operaban en ese momento, en el que reflejaba lo que todo el mundo en realidad ya sabía: arbitrariedades, clasificaciones parciales, tráfico de in fluencia, todo rayano en la corrupción. Por si no tuviera suficiente, a los dos organismos nacidos en los sesenta, se unieron otros dos en los ochenta que al final acabaron también por consolidar se y que actuaban bajo parámetros similares. Un caos, un desorden que se ha ido disparando con los años, con multiplicación de títulos, organismos y divisiones hasta llegar a la situación actual en la que el término «campeón mundial» está absolutamente desvirtuado. Si en su día había un solo campeón en 8 categorías clásicas, hoy existen 4 organismos internacionales con 17 divisiones. Es decir, de 8 campeones mundiales, 8 figuras internacionalmente reconocidas, se pasó con la multiplicación de títulos y divisiones a 68. Desde 1892 a 1980, casi un siglo, solamente 4 boxeadores consiguieron proclamarse campeones del mundo en 3 divisiones: los inmortales Bob Fitzsimmons, Barney Ross, Tony Canzoneri y Henry Armstrong. Incluso los títulos en el peso superligero de Ross y Canzoneri no tenían un reconocimiento universal. Desde 1980 hasta 2020, menos de la mitad de años, se sumarían 47 nuevos casos. Lo que en su día era una gesta insólita solo al alcance de los más grandes, ahora, con tanto título, se puede conseguir con relativa facilidad. En los últimos años, además, cada organismo ha ido incorporando más campeones en una misma división: regulares, interinos, super campeón, franquicia, diamante, gold...
La imaginación es ilimitada y con cada uno de estos engendros se ha ido devaluando cada vez más el concepto de campeón y se ha incrementado la confusión y el caos. La voracidad financiera de estos organismos y su propio afán de autoperpetuar se es el principal problema del boxeo actual. Y aun así. el boxeo sobrevive y cuando se enfrentan sus máximas figuras, aquellas que no necesitan siglas para ser reconocidas por el público, como ocurrió cuando Floyd Mayweather se enfrentó a Manny Pacquiao, el mundo se detiene y se baten todos los récords económicos. Nadie sabía muy bien qué títulos había en juego, ni que siglas lo sancionaban, pero todo el mundo sabía que eran los mejores, como en los viejos tiempos. Hubo un tiempo en que los títulos daban prestigio al boxeador. Ahora son los mejores boxeadores los que dan prestigio al título. Eso sí, lo que ocurre en el boxeo ya no tiene tanta importancia como lo tuvo en sus épocas doradas por culpa de todos estos. Quizá le sorprenda al lector que, en este libro, que está llegando a su fin, en ningún de sus páginas aparece ninguna de las malévolas combinaciones de tres letras que usurparon y pisotearon el concepto de campeón. Está hecho a propósito. Pero el boxeo es tan grande que ni todas estas patrañas logran acabar con él. Le dejan muy tocado, eso sí, y lo debilitan. Cualquiera sería capaz de recitar por orden todos los campeones mundiales del peso pesado hasta que los organismos internacionales entraron en acción y lo hicieron ya imposible. Pero, aun así, como ya ocurría cuando Tom Cribb se enfrentó a Tom Molineaux en 1810, cada vez que se encierran en un ring los mejores púgiles, el planeta se detiene y todo el mundo quiere verlo.
Cuando, a finales de los setenta, la figura de Muhammad Ali se iba desvaneciendo se acercaba a su retirada, los agoreros, no sin su parte de lógica, vaticinaban de nuevo la muerte del boxeo. La figura de Ali era demasiado grande como para que el boxeo pudiera sobrevivir sin ella. El hueco que dejó El Más Grande parecía irrecuperable, pero entonces surgió una nueva figura, recién coronado como campeón olímpico en los juegos de 1976, Sugar Ray Leonard, que con su personalidad y su exquisito boxeo se encargó de tirar del carro y protagonizar memorables combates con otros tres ases como Roberto Durán, Thomas Hearns y Marvin Hagler, enfrentamientos que batieron todos los récords económicos. Después vendría Mike Tyson, Óscar de La Hoya, Floyd Mayweather y Manny Pacquiao. Como antes lo fueron Jack Dempsey o Joe Louis, el boxeo siempre encuentra un moneymaker, un generador de dinero, un buque insignia que lidera cada generación. Y así seguirá siendo.
Lo que hace mágico al boxeo es que detrás de cada combate hay una historia, y conocerla significa ver ese combate desde otra dimensión. Entender por qué y cómo han llegado hasta ahí. Lo que han sufrido, lo que han trabajado, todo por lo que han pasado. El boxeo es el deporte más rico en historia y en historias, fuente inagotable de sueños. con sus dosis de tragedia griega, con sus conflictos, con sus riesgos, sus dramas y con sus códigos. Y a día de hoy, en pleno siglo XXI, sigue brindando oportunidades a todo aquel que tenga los arrestos necesarios para dedicarse a una de las
profesiones más duras que se conoce. Ocurrió ya en siglos anteriores con John Guly, con el judío Mendoza o con d negro Richmond y así ha seguido hasta hoy. A principios de los años treinta, Tony Zale era un joven de origen polaco, huérfano de padre, que de niño tenía que dejarse la salud en las minas de acero en Gary, Indiana. Odiaba la mina y el infernal aire que allí se respiraba. Un sábado, cuando tenía 15 años, acompañó a su hermano a un gimnasio de boxeo. Era la primera vez que veía uno. El gimnasio era muy humilde, estaba viejo, pero tenía algo especial: "Comparado con la mina, el olor a sudor que impregnaba los sacos y el ring eran para mí como Chanel número 5. Supe que en esas cuerdas, la lona y los sacos iba a estar mi salida». Tony Zale fue campeón mundial del peso medio y protagonizó con Rocky Graziano tres combates que aún se recuerdan. Combatió en la Segunda Guerra Mundial en la US Navy y cuando se retiró, dedicó su vida en enseñar el Noble Arte a los más jóvenes y a transmitirles sus valores. La magia de los gimnasios...
La misma que hechizó a los hermanos Ruelas, Gabriel y Rafael, dos niños mexicanos que emigraron con su familia a California. Los dos, con la ingenua intención de ayudar a sus padres, salían todos los días a patear las calles para vender caramelos. Un día Gabriel, que tenía 12 años, entró en un llamativo edificio para intentar vender alguna golosina. Era el gimnasio que tenían los hermanos Joe y Dan Goosen en Los Ángeles. Se quedó embelesado. "¿Puedo hablar con el entrenador?". Joe Goosen estaba dispuesto a echarlo, tan solo se dedicaba a profesionales, no trabajaba con principiantes ni amateurs y no tenía tiempo para perderlo con un niño. Pero uno de los profesionales, Alonzo Strongbow, se adelantó: «Entrenador, no le eches, ¿has visto esos ojos?». Goosen, de mala gana, accedió a darle una oportunidad. pero no sin antes advertirle que quería toda su dedicación y que no faltara ni un solo día al gimnasio. Pocos días después se presentó con su hermano Rafael: «Señor, él también quiere ser boxeador», le dijo a un absorto Goosen. ¿Pero ¿cuántos años tiene? ¡Si no es más que un crío enclenque y malnutrido!», exclamó el entrenador. Pero, de nuevo, había algo en esas miradas que le hicieron saltarse sus propias normas y darles una oportunidad. Tal y como habían prometido, no faltaron jamás a entrenar. Años más tarde, en 1994, Rafael se proclamó campeón mundial del peso ligero y Gabriel en el superpluma.
La historia del boxeo está llena de casos así. Hoy las condiciones de vida han cambiado en gran parte. Tampoco tiene que ser siempre la necesidad la que hace al campeón, aunque ayude. Los habrá también de familia acomodada, estudiantes, amateurs, los que lo practiquen únicamente para mantenerse en forma... Pero un deporte milenario, que nació con la propia civilización y que se ha mantenido hasta nuestros días, jamás desaparecerá. Podrá transformarse, como la materia, pero siempre habrá jóvenes deportistas, bien entrenados y cuidados, dispuestos a subir a un ring y dedicar su vida a un deporte en el que la inteligencia, la destreza, la maestría y la técnica se imponen siempre a la fuerza bruta. Un deporte que, por su carga simbólica, por su fuerza icónica, por su belleza, que encierra un drama pero con los códigos de una novela caballeresca, siempre atraerá, servirá de inspiración, fascinará, y enganchará a las personalidades más sensibles y artísticas. La incorporación generalizada y normalizada de la mujer a la competición del boxeo ha supuesto también un gran impulso a todos los niveles. En la actualidad, los países más avanzados siguen teniendo una importantísima actividad y la industria boxística sigue moviendo ingentes cantidades de dinero en Reino Unido, Alemania, Japón o Estados Unidos. El boxeador, para el resto de mortales, es mucho más que un deportista. Es un héroe, como lo eran hace tres mil años Epeo y Euríalo en la Ilíada.
La filosofía que considero importante ha sido obra de librepensadores, de individuos que trataron de pensar por sí mismos, y no como meros imitadores dentro de un colectivo. El ser humano tiende por lo general a la conducta borreguil, se asusta como un corderillo abandonado en el bosque si no se ve rodeado de otros congéneres. Muchos se hacen fuertes y bravucones en sus críticas cuando se ven arropados por otros con respecto a sus ideas, pero pocos son los que van por libre en solitario, y en estos últimos, precisamente, se hallan los faros del progreso intelectual en la humanidad; lo demás es eco o nada. Departamentos universitarios, partidos políticos, sectas religiosas, etc. no son sino mafias organizadas por unos intereses creados. Las ideas valiosas han nacido en unas pocas mentes inquietas y ensimismadas que observan al resto (quizá no sea la mía una de estas, lo admito). Lo demás es ruido de mercadillo, y es interés del lector despierto saber escoger sus lecturas separando el grano de la paja.
En temas sociales, estamos invadidos por las opiniones de multitud de columnistas en diversos medios de comunicación, que tratan de arrimar el ascua a la sardina del partido político que defienden. Lo hemos visto estos últimos meses con el COVID-19, en el que los medios se han polarizado más de lo habitual entre los que sirven de propaganda al Gobierno y los que critican todo lo que este hace. Se hace crítica al estado actual de las cosas, sí, pero con un propósito de “quítate tú, que me pongo yo”. En verdad, poca altura de miras se ve entre aquellos que bajan al mercado a chillar como verduleras en una lucha por el poder de su partido.
Por definición, el librepensador no está adherido a las ideas de un determinado partido político. La filosofía, incluso cuando nos referimos a temas sociales, no es política, no al menos a ese nivel mundano de crispación (politiquería), está por encima de eso. Contempla desde lo alto a las sociedades humanas, las sitúa en su contexto histórico, plantea utopías, pero no se rebaja a discutir sobre cuestiones mundanas presentes en la verdulería. Ni siquiera Marx, que abogaba por hacer práctica la filosofía, se salió del plano teórico.
CAMBIAR EL MUNDO NO ESTÁ EN MANOS DE QUIEN HA DE PENSARLO, Y TRATAR LOS PROBLEMAS NO QUIERE DECIR SEÑALAR CON EL DEDO A UNOS POLÍTICOS COMO RESPONSABLES DE LOS MALES. EN EL MOMENTO QUE ALGUIEN DICE “ESTE GOBIERNO…”, ESTÁ SALTANDO DE LAS ABSTRACCIONES TEÓRICAS QUE FORMAN PARTE DEL QUEHACER DEL FILÓSOFO A LA POLITIQUERÍA
Partidos como Unidas [sic] Podemos, PSOE, Ciudadanos, PP, VOX, grupos nacionalistas (regionalistas, diría yo) y otros menores, son empresas competidoras por el voto del ciudadano, dedicadas a la caza de cargos y prebendas no-eclesiásticas, y un filósofo digno de tal denominación no debe mezclar su nombre con tales negocios. La lucha por el poder no cabe en el mismo saco que el anhelo de saber. Por otra parte, quien se tome el pensamiento en serio debe tener las manos libres, y cualquiera que se arrime a las propuestas vulgocráticas está restringido a hacer un populismo de masas, lo cual contraviene la búsqueda de las virtudes. Solo se puede pensar desde las alturas para unos pocos, al contrario que los pseudopensadores políticos, que tratan de llegar al mayor número posible de potenciales votantes.
Cualquier época tiene sus problemas sociales, de organización, de creación y distribución de bienes, de equilibrio entre lo social y lo individual, y necesitan pensarse sus soluciones. Cuando el sentir de la marcha de los sucesos en nuestra comunidad nos indica que nos desviamos del bello deber ser, es cometido de los espíritus nobles el tratar de cambiar las cosas a mejor.
“¿Es que hemos de prescindir de todo, de renunciar a todo espíritu, a todo afán, a toda humanidad, dejar que siga triunfando la ambición y el dinero y aguardar la próxima movilización tomando un vaso de cerveza?” (Hermann Hesse, El lobo estepario [novela])
No, naturalmente que no. Reconocemos que nuestra época ha padecido innumerables atentados contra la belleza de la humanidad. Se necesita hacer política, se necesita pensar y actuar contra la marea que arrastra el mundo hacia la fatalidad. Pero cambiar el mundo no está en manos de quien ha de pensarlo, y tratar los problemas no quiere decir señalar con el dedo a unos políticos como responsables de los males. En el momento que alguien dice “este gobierno…”, está saltando de las abstracciones teóricas que forman parte del quehacer del filósofo a la politiquería.
De la politiquería nacional, hay que decir lo mismo que cuando nos preguntan si somos del Madrid o del Barça o algún otro equipo nacional refiriéndose al fútbol: algunos no somos de nada porque no nos gusta ese deporte. Y aunque nos gustara el fútbol, ¿qué significa ser del Madrid o del Barça? Nada, tanto uno como otro equipo no son sino dos grandes empresas que se dedican a invertir comprando jugadores, y poco tiene que ver ello con la pertenencia a una ciudad o con el espíritu del deporte. Igual sucede en la politiquería nacional o de cualquier otro país democrático: los partidos no son más que empresas con una marca registrada, cazadoras de votos para conseguir cargos y prebendas, y si defienden una u otra idea es por asegurarse el beneplácito del sector de la población por el que apuestan en sus inversiones como empresa. Si defienden los intereses de la Iglesia es porque persiguen el voto de los católicos; si aprueban la ley del matrimonio homosexual es para ganar el voto de los homosexuales; si apoyan el trasvase del Ebro a Levante es porque andan tras el voto de los valencianos; si se promociona la lengua catalana, es para hacerse con los votos de los catalanes más catalanistas; si se defiende el feminismo es porque los partidos han estudiado que hay un sector muy amplio de mujeres —que son un 51,6% del censo de electores— a quienes les importa un bledo cómo vaya la sociedad y solo votan a quien defienda sus intereses personales, aunque sean injustos para otros; si se defiende la subida de las pensiones, llegando a la absurda situación de que en promedio los ancianos cobran más por no hacer nada que una buena parte de los jóvenes deslomándose todo el día, es por asegurarse el voto cautivo de los muchos millones de pensionistas; y así está todo.
Ideales de justicia y de hacer un gobierno guiado por grandes principios, muy pocos; con un grado de pasión ideológica comparable a la pasión amorosa de las prostitutas en su trabajo. Claro que ni las prostitutas ni los políticos sin ideales son culpables de su propia existencia como tales. Existen porque tienen clientes, la mayoría de la población, que carece de ideales y solo mira por quien le promete más beneficios a nivel particular. Si acaso, la tradición del partido es la que obliga a apostar por un sector de la población u otro, por dar una imagen que aparente cierta coherencia, pero si sale rentable cambiar de estrategia se cambia y donde dije “digo” digo “diego”. Aquí no hay dos Españas, la de derechas y la de izquierdas; aquí hay una sola: la del afán de medrar. Tan progresistas o reaccionarios pueden ser unos como otros según les convenga, tantos derechos sociales o liberalización de la economía pueden promover unos como otros. El posicionamiento de cada cual depende de un frío cálculo de intereses antes que de una apasionada ideología. Y, realmente, a pocos les interesa en sí el apoyo o no de la religión, o la idea de España o la justicia; el mayor interés del político es subir al poder; esa es la auténtica ideología de los partidos. El resto son tonterías para entretener a los votantes ansiosos de ver circo.
Me gustaría poder decir, como Goethe en su autobiografía Poesía y verdad: “Yo mismo y mi círculo más íntimo no dedicábamos nuestro tiempo a periódicos y noticias. Lo que a nosotros nos importaba era conocer al hombre. A los hombres en plural los dejábamos hacer a su antojo”. Entiendo también a Balzac cuando, en una ocasión, tras haber estado hablando de política y de aconteceres del mundo, dijo algo así como: “Y ahora volvamos a las cosas serias”, refiriéndose a sus novelas.
Son muchos los hombres de cultura que consideran mejor apartarse de la política, aunque bien conocido es también el hecho de que muchos intelectuales o artistas menores pretenden hacerse grandes medrando a la sombra de algún poderoso. En mi opinión, es condición del alma noble ser desinteresada y, aunque alejarse de la política no es condición suficiente para engrandecer el espíritu, sí es condición necesaria.
Este desinterés de los hombres valiosos por la política ha llevado a que los gobernantes sean más bien los mediocres, especialmente y más que nunca en los tiempos actuales. Los que tienen un alma noble no quieren tener nada que ver con la política democrática. “Quien busca la salvación de su alma y la de los demás que no la busque por el camino de la política, cuyas tareas, que son muy otras, solo pueden ser cumplidas por la fuerza” (Max Weber, La profesión de político).
“Política. Lucha de intereses enmascarada como enfrentamiento de principios. Conducción de los asuntos públicos en busca de ventajas personales” (Ambrose Bierce, El diccionario del diablo).
La profesión de político, de quien ejerce en acto el gobierno de conjuntos humanos, pertenece a quienes han perdido sus ideales por el mundo, pertenece a los hombres pragmáticos. A la política llegan los decadentes, los hombres de espíritu podrido, los mercaderes de pueblos.
Hay otra forma de entender el mundo, que es al amparo de la sabiduría de la filosofía. A los filósofos, les interesa la expresión de la política que se relaciona con la voluntad de la humanidad. ¿Qué debe hacer la humanidad? Interesa el pensamiento político, la ideología detrás de los grandes sistemas. Ya no solo se trata de pensar lo que hace o debe hacer el gobernante de turno, sino también el resto de los individuos del colectivo. Esto es política en un contexto más amplio que el comúnmente entendido.
El problema es el mundo, sus miserias y sus desórdenes. Entender el mundo y pensar sobre su deber ser siempre ha sido labor noble. Vivir en el mundo de las ideas, pensar sobre las utopías que alimentarán e inspirarán futuras revoluciones es labor del pensador. La burocracia de la administración del Estado y la lucha por el poder no es asunto del filósofo, sino de oficinistas y mercaderes.
Exposiciones más extensas del autor sobre el tema en el capítulo “Política” (cap. 15 [5 del vol. II]) de Voluntad. La fuerza heroica que arrastra la vida.
SIN FILOSOFÍA NO HAY LIBERTAD
VOLUNTAD:
La fuerza heroica que arrastra la vida
Martín López Corredoira
Algo en lo más íntimo y profundo de mí
se resiste a la rendición y busca manifestarse.
Presentación del libro publicado en 2015, censurado y posteriormente reeditado en 2019. Es precisa la búsqueda de lo más noble y elevado en el ser humano, algo que nos saque del entumecimiento. El fin es la Voluntad con mayúsculas, el impulso que nos lleve hacia empresas magnánimas, los movimientos exaltados por alzarse más allá de la existencia vegetal, el hombre por encima del hombre y de la decadencia cultural y espiritual de nuestra época, lejos de las religiones o sectas, desdeñando la politiquería vulgocrática o la cultura circense para la plebe, al margen de la actividad estéril de especialistas académicos, del declive del arte o de la sumisión a los mercados y poderes económicos.
La Filosofía, hoy como en cualquier época, nos sirve para tales propósitos. Este "magnum opus" estructura su discurso entre centenares de citas de pensadores clásicos para abrirnos paso por el pensamiento fuerte y sublime, por el sentido e identidad del Ser en el hombre, de la Voluntad que le ayude a vivir. Su recorrido es una síntesis de las grandes aspiraciones intelectuales humanas: ontología y ciencias, psicología y sociología, política e historia, ética y estética. También habita aquí la literatura, en forma de narrativa o de poesía, en la figura del caminante que sueña con tener a su anhelada Voluntad, el más amado de los seres, aguardándole con los brazos abiertos. Un camino de belleza y sabiduría en el deber ser impregnado de una fusión del ego con la totalidad de la existencia, una visión materialista donde se borran los límites de los individuos en la Naturaleza. Se aborda, pues, como la mayor de las entelequias, una odisea del pensamiento hacia la obra total cuyo fin nunca llega a alcanzarse. (Autor)
He aquí el primer volumen de Voluntad, que versa sobre nuestra existencia en tanto que individuos humanos. En el discurso se toman centenares de citas de pensadores clásicos para abrirnos paso por el pensamiento fuerte y sublime, por el sentido e identidad del Ser en el hombre, de la Voluntad que le ayude a vivir. El mundo de lo bello no existe de modo pasivo, requiere de nuestro impulso activo para poder ser admirado. El bello deber ser que se define aquí se refiere precisamente a ese ímpetu creador. Corresponde a uno mismo contemplar con ojos henchidos de silencio y ávidos de gloria.
Es ésta una obra de filosofía salvaje, indómita, que cuestiona todos los valores de nuestra sociedad sumergiéndose en un cierto nihilismo materialista, sin dejar de buscar con esperanza la verdad, la belleza y la bondad a pesar de todo. Habita aquí el librepensamiento sin autocensura y sin hablar en nombre de ningún colectivo, filiación política o ideología con etiqueta dada. ¡Nada!, la libertad absoluta como objetivo inicial, nada menos, la voluntad libre, o eso se pretende, pues no existe tal libertad en el mundo material que se da por supuesto de partida. Es éste el cabalgar furioso de un guerrero a lomos de su caballo arrasándolo todo a su paso para terminar alcanzando la meta de una tierra prometida junto a su amada imaginaria.
Nos encontramos con un libro honrado, un pensamiento que no finge saber lo que no sabe y se esfuerza en no perder potencia y concentración. Lamentablemente, un esfuerzo de tantos años llena las más de mil páginas con tantos temas que muchas veces el lector ya no sabe de qué va el libro. Hay demasiadas cosas, y a la vez demasiadas repeticiones. Demasiado narcisismo que, aun reconocido por el autor, el hecho es que se hace a costa del lector, algo que considero imperdonable desde un punto de vista literario. Aclaro que estas líneas no pasan de una humilde reseña que no puede hacer justicia a la obra. Para ello, sería necesario entrar en diálogo con muchos de los capítulos del libro, uno a uno, con el mismo esfuerzo que el autor ha puesto en su elaboración. Pero quizá este breve texto sirva para que Voluntad. La fuerza que arrastra la vida no pase desapercibido. No lo merece.
De tantos temas como trata me quedaré aquí con el argumento principal, que intento esquematizar seguidamente, y al que he titulado:
-primero, admitimos que lo único que existe es la naturaleza, que funciona de acuerdo a unas leyes estudiadas por la ciencia. Estas leyes determinan todo acontecer.
-segundo, se sigue de ello que las leyes, limitándose a describir el funcionamiento de la naturaleza, no afirman valores ni establecen sentido alguno.
-tercero, cualquier intento de establecer valores o dar sentido implica ir más allá de la naturaleza, lo cual contradice el punto primero y no se puede admitir.
-cuarto, a pesar del punto anterior, algunos seres humanos no se conforman con esta situación.
-quinto, a pesar del punto anterior, algunos seres humanos saben que aunque no se conformen con esa situación, no pueden violar el punto tercero.
Por tanto, si el punto tercero no se puede violar, ¿por qué ocurre el punto cuarto? ¿Por qué, si no hay yo, ni valores, ni sentido, ni persona, ni libertad, por qué a pesar de todo la situación se vive con angustia y con rebeldía? ¿No sería lo más lógico pensar que unos seres así, meras partículas zarandeadas por las leyes de la materia, jamás sentirían tal vacío? Sin embargo, a esta pregunta no se puede contestar conculcando ninguno de los cinco puntos de arriba, si es que no queremos perder credibilidad. Pues si lo hiciéramos nos podrían acusar -con razón- de desechar las tesis que no nos convienen simplemente porque no nos convienen.
La respuesta del autor a esta pregunta se encuentra diseminada -pero no difuminada- a lo largo de sus innumerables páginas. Resumiendo, podemos decir que el poder de sugestión de la autoconciencia es tan grande que realmente nos creemos personas, nos creemos un yo, nos creemos individuos y libres, creemos que hay valores, que debe haber un sentido, etc. Y como lo creemos tan firmemente, como la ilusión es tan completa, al encontrarnos con que la ciencia rechaza todo esto se abre en nosotros un vacío insoportable, que Nietzsche bautizó como la muerte de Dios.
Ahora bien, si no éramos nada y nos creímos algo, ¿a qué vienen ahora tantas alharacas y tanta desesperación? Nos hemos engañado a nosotros mismos, simplemente. No somos nada, no hay nada (de sentido). Esto lo hemos llamado nihilismo como si fuera un insulto, como si el universo nos debiera una explicación. Y nos hemos preguntado ¿qué hacer? ¿qué salida hay al nihilismo? Mala pregunta y mal formulada.
Mal formulada porque el hecho mismo de plantearla revela que seguimos creyendo ser algo, poder hacer algo y que a pesar de todo (sobre todo a pesar de la lógica) debe haber algún sentido. Por eso a quien se pregunte esta pregunta lo mejor es hacerle ver que ha vuelto a caer en las ilusiones que produce la autoconciencia. En otras palabras: que no se puede hacer lógicamente esa pregunta. Y si insiste (como el jugador de ajedrez que se empeña en mover la torre en diagonal), hay que dejarle en paz.
Mala pregunta porque el nihilismo -que en realidad no es otra cosa que la afirmación del punto primero solo que añadiéndole resentimiento- no tiene salida ni puede tenerla, como tampoco el sol tiene salida ni la rosa sonido. Si lo que es es, ¿a qué viene preguntar cómo se sale de ahí? Si se me responde que es “porque no me gusta” le diremos: ese es tu problema, sufres un desajuste con la realidad.
Aclarado esto, hay que entender que las “soluciones” que se han dado al qué hacer o a la salida del nihilismo en realidad no lo son, sino prácticas terapeúticas para que el que se cree sujeto crea que puede vivir. Pura ilusión. Y lo que me extraña del libro de López Corredoira es la insistencia en dar patadas contra el aguijón, sabiendo el autor que esa Voluntad es ilusoria. Es esta una gran contradicción.
Luis Fernández-Castañeda
CALEIDOSCOPIO-CORREDOIRA O CITAS QUE INCITAN
Selección de citas de la obra reseñada, estratégicamente colocadas y vagamente agrupadas en temas como invitación a la lectura y al debate.
Lo que no es real es el contenido subjetivo de tal autoconciencia, a saber, que existe un ego que piensa como una unidad, toma decisiones autónomamente, etc. 238
El ego o el yo no es nada, ontológicamente hablando. No existen individuos con entidad propia y definida como algo separado del resto del Universo. Existe la materia del Universo, existen los átomos, las moléculas, las partículas y sus interacciones. Existen las células de los seres vivos, existen las neuronas y sus conexiones y sus sinapsis, existen las corrientes eléctricas del sistema nervioso, existen los cerebros. Y no hay nada más, no hay mentes en el sentido dualista, no hay ego, ni el nuestro ni el de los demás seres vivos. Existe el Universo, la Naturaleza gobernada por unas leyes físicas, y nada más. 237
Hemos investigado el ser y tenemos una noción muy clara de lo que es: nada. 49
Estoy convencido de que la vida es nada, es fenómeno químico, materia inerte, nada; pero lucho, y mientras lo hago no doy por perdida la batalla contra la no-existencia. 88
Cuando el hombre se rebela contra la condición que le impone la Naturaleza se convierte en lo que Camus llama un rebelde metafísico. Hubo filósofos en el pasado con este tipo de rebeldía. Epicuro o Lucrecio... 85
No deseo la vida a que me arrastra la naturaleza de mi ser. 79
Nuestra pasión, nuestra sed de voluntad, es un impulso irracional que alienta y empuja la vida tratando de superar el estancamiento y las cadenas. La voluntad reside en todas la potencialidades de los seres en movimiento, en el fervor de sentir una dirección para la existencia. 1051
La Naturaleza quiere, pero sin tener objeto de su querer. Busca, como nosotros, su bello deber ser. Nunca lo ha de encontrar pues no hay voluntad, todo es mecánica, lo único que queda es la búsqueda de la Voluntad universal. La Naturaleza busca y busca; en ello consiste su existencia. 815
¿En qué creen los aspirantes a la sabiduría? Creemos que nada hay realmente creíble en nuestra existencia salvo el impulso vital mismo de querer existir, la fuerza de la vida: ¡oh, voluntad! 863
La Voluntad de la Naturaleza consiste en su eterna búsqueda del bello deber ser. 816
El Ser, el Universo, la Naturaleza, Dios, el Absoluto, o como se le quiera llamar, tiene en su propio contenido una razón, un sentimiento y una voluntad: un ser, una belleza y un deber. 816
Voluntad es la búsqueda eterna sin objeto, indiferente a lo que se encuentra por el camino. Ser es buscar ser, Voluntad es buscar la voluntad; definiciones éstas que se autocontienen, lo que supone una progresión ad infinitum. 828
Voluntad como la búsqueda de acciones propias, como la capacidad de pensar cada una de las cosas que se hacen sin aceptar patrones estándar. 131
Cualquier lector que comprenda lo que dicen estas páginas, aún inacabadas, reconocerá ya que no hay solución posible, que no hay voluntad en el ser humano se mire como se mire. Prácticamente, eso es lo que sabíamos desde el primer capítulo y eso es lo que sabemos ahora. 430
El Ser, ese espíritu universal, es como es sin querer serlo. No le preocupan unos bichos perdidos en un planeta perdido, en una estrella periférica de una galaxia espiral barrada167 cualquiera de un lugar como otro del gran Cosmos. A decir verdad, no le importa nada. Como diría la juventud actual: pasa de todo, le importa un carajo si se va todo al ídem o no. 815
El ateísmo materialista es propio de Occidente, aunque en muchos de sus contenidos puede recordar a la sabiduría oriental. Cabe destacar como principal diferencia el concepto del yo. Mientras que para los ateos orientales, los budistas o los afines a alguna de sus sectas, hay algo que trasciende la actividad cerebral, algo que va más allá de la mente pensante y que tiene naturaleza distinta—la conciencia—, en el pensamiento materialista occidental, mente o conciencia o cualquier otra denominación que se refiera a eso mismo, no tienen entidad propia ni hay más sentido en esas palabras que la mera designación de productos derivados del cerebro. No hay mente ni conciencia, sino cerebro; toda referencia a la mente o conciencia es un modo de designar la actividad cerebral, ya sea desde el punto de vista objetivo o subjetivo. El ateísmo materialista es una marca registrada en Occidente y que contiene una influencia racionalista de origen griego que la distingue del ateísmo no-materialista. Las gotas del Gran Río no suponen una fusión de las múltiples conciencias individuales dentro de una gran conciencia global, no suponen una comunión de flujos energéticos del cosmos dentro de una sola corriente. 861-2
Sabemos racionalmente que no somos libres, pero la complejidad nos hace sentir más libres. Del mismo modo que un sistema caótico se hace imprevisible sin perder su determinismo, también nosotros nos hacemos impredecibles con actos y pensamientos complejos sin que ello signifique salirnos del materialismo. 72
El propio lenguaje da a entender una libertad del ser humano, una falsa libertad. En las oraciones gramaticales se da a entender que el sujeto realiza la acción, como si el motor de una acción realizada estuviese en el individuo en vez de en la totalidad de las circunstancias. 173
Sólo se puede hablar de fuerza en cuanto a concepto físico como aquello que acelera los cuerpos inerciales. Esto nos encoleriza, salta nuestra tensión cada vez que pensamos en la ausencia de nuestra autonomía como individuos, y ello nos lleva a alzar la mano bien alta y gritar: «¡quiero ser!». Ese dolor nos da vida, nos da temperamento, nos da solidez, carácter. 351
¿Cuál es nuestro deber ser?—me pregunté desde un principio—. El Ser es lo que la Naturaleza nos hace. El deber ser es lo que nosotros hacemos hacia la Naturaleza. ¿Hay un deber ser? ¿Proporcionamos algo a la Naturaleza? ¿Tenemos voluntad? Sin voluntad propia no habrá lugar para culpabilidad, ni para ética, ni para nada: sólo nihilismo. 429
Ni siquiera sabemos por qué luchamos. Nuestra voluntad es ingobernable, nadie sobre la Tierra domina nuestro espíritu, ningún valor fuera del nihilismo lo llena. 1049
La ventaja del nihilismo es que nos obliga a crear nuestra ética en vez de fundamentarla en los dioses o en prejuicios morales; nos deja crear en vez de atarnos de pies y manos. La desventaja es que conlleva una visión en la que el mundo, tal como es, no tiene razón de ser; y el mundo, tal como debería ser, no existe. Todo es átomos y nada. ¿Qué hacer en medio de esa inmensa nada? ¿Cualquier cosa? 46
No hay más remedio que dejarse arrastrar, pues eso es lo que acontece a los seres no-libres. No obstante, subjetivamente, sí que podemos diferenciar entre el ser que razona y cree elegir y aquel otro que ni se molesta y ni siquiera toma conciencia sobre la idea de poder elegir después de razonar. Apoyo la postura de intentar elegir y controlar la situación racionalmente. 110
Nunca vamos a ser nosotros propiamente los que elijamos, pero debemos intentarlo aun siendo en vano. 110
La intención de ser es el camino hacia el ser. 118
Así pues, si no existiesen seres humanos que encontrasen cierto atractivo en razonar, en pensar, entonces no habría razonamientos, pues no habría motivo alguno que impulsara el raciocinio. Hay una estética en la búsqueda de la verdad, y es precisamente la que nos ha permitido comprender la ausencia de libertad en los seres humanos. Será también la que impulse el caminar de nuestra búsqueda. 122
No es la moral sino la belleza la guía de la justicia. Nada hay salvo materia. No hay valores. Nada es justo ni injusto, simplemente es. Sólo el bello deber ser es loable, sólo es venerable la justicia en cuanto a la belleza de sus sentencias, que varían según el gusto de la época. 125
No es suficiente con decir bien alto «yo quiero», como hace Nietzsche; la voluntad se expresa como «yo debo», ¿qué debo hacer? Buscamos una ética y en ello sólo es posible buscar una estética, un bello deber ser. 126
Mi crítica busca la estética más que la voluntad desnuda de poderío. 177
El azar y la necesidad diseñan genios, diseñan individuos vulgares y diseñan imbéciles. 142
Ser vulgar es antiestético, no es ese bello deber ser que buscamos. 182
Para que exista un deber ser al que tender debe existir un gradiente de valores que nos empuje a la conducta más bella, y es por ello que conviene tener claro que existe lo vulgar y lo no-vulgar. 137
Hay un vulgo que vive al margen de la humanidad superior, cuya vida en poco se distingue de la de los conejos. Hay otro tipo de vulgo más refinado que vive cercano al mundo de la cultura, pero tan sólo para ganarse un sueldo y alimentar a su camada, que es realmente el objetivo de su vida. Y hay hombres excelentes que, aunque viven una buena parte de su tiempo dentro del ser inferior/animal de la humanidad, por razones biológicas, tienen en el mundo superior de la humanidad su principal objetivo: comen, beben y tienen sexo para poder mantener el cuerpo y la mente dispuesta para las actividades intelectuales, en vez de ejercer actividades intelectuales para poder comer, beber y tener sexo. Aparentemente, todos hacen lo mismo, pero no es lo mismo comer para vivir/pensar que vivir/pensar para comer. 145
La gente no piensa, hace lo que hacen los demás, por eso son vulgo; y por eso nosotros, los que buscamos voluntad, no queremos ser vulgo, porque queremos pensar antes que dejarnos llevar por la inercia de modas estúpidas. 166
Yo también soy vulgo en buena medida, pero persisto en superar mi vulgaridad, en luchar a contracorriente. 179
Utilizar la superioridad para el sometimiento es propio de los animales inferiores. 144
La superioridad de un hombre respecto a otro no es algo absoluto sino sometido a criterios que los mismos que se dicen Cuando hablaba de complejidad hacía referencia a otro tipo de superioridad, pero es sólo una cuestión estética, como cuestión de estética es la distinción entre los vulgares y no-vulgares. Estética, siempre estética, que al menos no engendra monstruos. 144
La Historia Universal es la Historia de la lucha por el poder de unos individuos para ejercer dominio sobre otros. Esto no es ni bueno ni malo: es como es. 833
La lucha no es un accidente, no es un suceso extraño dentro del acontecimiento de lo que es vivir. Aunque en nuestra generación y las inmediatamente anteriores nos han educado para creer que lo normal es vivir adormilados contentándonos con ser esclavos de un sistema que nos trata como becerros, lo cierto es que vivir no es eso. Lo más normal dentro de la vida es que haya que luchar, lucha constante, y lo anormal es vivir en estado de muermo. Desde que el hombre fue hombre hasta nuestros tiempos, ha tenido que luchar por la supervivencia. Las etnias se han batido unas contra otras por el dominio de tierras y riquezas; tal ha sido la realidad omnipresente, tanto a nivel de naciones como a nivel individual. Cierto es que, en nuestra sociedad burocratizada, hasta las protestas y las pugnas han de hacerse a través de los medios que habilita el sistema para ello, siempre dentro de un orden que no lo moleste: manifestaciones legales, recogidas de firmas, juicios en los tribunales, etc. Estos sucedáneos de lucha no son sin embargo los que mueven las auténticas revoluciones. No estamos en la Edad Media, lo sé, y la mentalidad es otra: hoy hay partidos de fútbol en vez de batallas reales. En cualquier caso, los seres vivos, demasiado vivos, luchan por la vida. Es una ley de la naturaleza. 89-90
No hay una realidad ontológica en el sufrimiento ni en la felicidad, no tiene significado metafísico alguno ni sentido el que nosotros seamos felices o infelices. 248
La vida es movimiento en un campo de fuerzas de dolor y placer que repelen y atraen respectivamente. ¿Y qué fines tiene la Naturaleza? Ninguno, es un juego de la materia que es siempre la misma. 248
¿La compasión por el dolor de otros seres? Intelectualmente es absurdo, como compadecerse de las piedras que caen, pero nuestra sensibilidad irracional nos mueve a ser compasivos por la pura mecánica natural igualmente. 248
Calla mujer, y escucha, que en cuanto a filosofía y guerras todavía tiene el hombre más que decir. 95
Se dice a veces que todas las mujeres son unas putas, lo cual me parece algo exagerado y demasiado despectivo, pero que encierra cierta verdad de fondo. 193
Todo es naturaleza; la mujer no es más que un medio, como el hombre y como todas las criaturas existentes. No importan nuestros deseos ni nuestra voluntad, que no son nuestros. Sólo la mecánica natural permanece. No nos sintamos culpables; nadie lo es, las cosas son así. 207
No estoy diciendo que haya que hacer las cosas contra la voluntad de nadie, sino que hay que hacer la voluntad fuerte y poder decir «quiero porque es bueno para mí» antes que decir «quiero por un azar del destino que no sé a dónde me lleva». Esto es la teoría, claro; en la práctica, la fatalidad es inexpugnable, y, como nos eche el ojo una mujer fatal, de poco van a servir los sermones voluntaristas. No obstante, intentemos luchar y no tiremos tan rápido la toalla. 231
Hay, en efecto, una fuerte oposición a que se llame a las cosas por su nombre, sobre todo en los tiempos actuales, tiempos de masas, tiempos de legitimación de la democracia y los poderes del capital en nombre de la igualdad y la capacidad de cada uno para poder elegir bien. Si se hace ver que hay individuos excelentes—una minoría—y una turba mayoritaria manipulable y por lo general estúpida, ¿qué bondad se puede encontrar en la democracia? 143
La igualdad es una falacia, vemos individuos mejores e individuos peores en multitud de aspectos, ¿por qué negar lo que tan claro se presenta? 143
La lucha por la voluntad es también la lucha contra los estándares sociales que tienden a atrapar nuestra personalidad, a arrancárnosla. 92
En la medida en que lo social se impone como un modelo que homogeneiza la población en pos de unos intereses comunes, o muchas veces intereses particulares pertenecientes al poder que controla la sociedad, se vacía el contenido del individuo, se hace nada. 92
Nosotros, hijos de esta gran sociedad, no somos nadie sin ella, pero contra ella luchamos diariamente, tratando de buscar nuestro propio camino. No hay descanso para el guerrero, ni con los amigos y familiares más cercanos. 93
El trabajo, el trabajo!, esa carga pesada que el vulgo lastra con resignación, pero que desea sin remedio. ¿Y para qué, para quién? Para llenar una sociedad de productos mayormente innecesarios, para crear una psicosis colectiva, para vivir entre cemento, ruido y humo pudiendo vivir en vergeles con mucho menos trabajo. El trabajo por los intereses de unos pocos, por la miseria de una sociedad que, lejana a los tiempos en que producía para la supervivencia, crea su monstruo de civilización con la sangre de sus esclavos encadenados al consumo. 155
Todo lo que toca el capital lo pervierte y lo convierte en algo estúpido. 165
Si el individuo no es libre, el individuo no es nada, no es nada más que un ser vivo mecánico al que por una serie de circunstancias fueron a confluir unas ideas en su mente. 315
También la sociedad y sus ámbitos jurídicos amparan esa idea del sujeto como persona portadora de derechos. No deja sin embargo de ser eso un convenio colectivo y no un hecho derivado de la naturaleza. De personas, sí, podemos hablar de un modo informal subjetivo, como un modo de reconocer a alguien con buenas cualidades, pero a mi modo de ver cada vez hay más gente y menos personas, las masas son masas y poco veo en ellas de personas. 172
No hay en ti un sujeto sino un objeto. 53
Minusvalorar a los individuos concretos frente a las ideas. 320
En vez de considerar que hay algo en cada persona que es irrepetible, ¿no es más adecuado verlas como portadores de valores universales? 1020
El arte, la ciencia y el pensamiento grandes viven en el interior de quienes a ellos se dirigen con toda su energía, con todo su tiempo, dedicándose a ellos por amor. No son susceptibles de ser relegados a meros pasatiempos para hombres laboriosos, no son útiles para rellenar los ratos de ocio de los trabajadores empleados del capital. 687
La existencia como individuo se paga con la soledad. La negación del principio de individuación, por el contrario, hace que nos veamos en comunión con el resto del Universo, como realmente ocurre, pero al precio de nacer muertos, vivir sin nacer y morir sin haber vivido. 868
Hacer de la metafísica una ética es precisamente lo que propuso Spinoza, que las leyes de la verdad dicten nuestro camino reconociendo tales leyes, búsqueda en nuestros actos de adaptarse al entorno del ser. El ciclo se cierra con una concordancia, un sentir coherencia, de lo que nos gusta ser con lo que encontramos en la verdad, así como conocer y actuar conforme a la realidad que nos rodea. Eso es, a mi juicio, lo que Spinoza olvidó mencionar: la estética. De otro modo, la metafísica y la ética entrelazadas no serían sino un lazo mal definido y sin solución. No cabe inventarse lo bueno como lo útil o algo similar, sólo cabe construirse una estética como eslabón entre metafísica y ética. La estética es, además, fruto de los procesos neuronales en nuestro cerebro; la verdad de la naturaleza está relacionada con nuestra sensibilidad estética. 121
Parece no darse cuenta Kant de que el propio cumplimiento del deber por el deber reside efectivamente en el sentimiento de lo sublime, y no puede escindirse de la estética, que estamos atraídos por el deber-ser debido a su estética. 130
No podemos renunciar como hacía Schiller a establecer una conexión entre el mundo natural y el estético, pues hay razones psicológicas derivadas de nuestra material actividad neuronal que pueden explicar nuestros conceptos de lo bello, y no es por tanto libertad lo que uno halla en ese mundo de las leyes estéticas. 128
Tanto Kant como Schelling defendían la libertad del individuo, argumentaban que la tensión del deber ser nos separa de la Naturaleza, y que fuera de la Naturaleza encontramos la libertad. A mí me parece que la tensión del deber ser se queda en tensión del deber ser, simplemente. 172
Ese hombre, metido ahí en su montaña durante tanto tiempo, no ha oído aún que el Superhombre ha muerto antes incluso de haber nacido ... El hombre no puede ser superado respecto a lo que es: materia ha de ser, se mire como se mire. Su elevación es un sueño, y como tal hemos de contemplarla. 916
¿Habrá que ir al raciovitalismo de Ortega? Poco me convenció esa doctrina; la vida está muerta por la razón y bien muerta, no hay más vueltas que darle. La cuestión es cómo arrastrar esa sustancia biológica no-inerte que llevamos fundida a nuestro raciocinio. 104
Cuando ya se ha recorrido todo lo que abarca la mirada de la razón y la filosofía de la sospecha, no nos queda sino volver a la fantasía para poder sostener la vida. 1052
EL ÚLTIMO PELDAÑO PREMASÓNICO
Baruch Spinoza (1632-1677) es el último de los filósofos que prepararon ideológicamente el terreno del que nació la masonería. Su identificación panteísta de Dios con la naturaleza suprime la distinción entre el bien y el mal en beneficio de otra distinción: los que saben, los iluminados, los ilustrados, por un lado; y los ignorantes (esto es, los creyentes en un Dios trascendente), por otro. Pincha aquí para ver los capítulos anteriores de esta serie de Angela Pellicciari, quien acaba de publicar en español Una historia única. De Zaragoza a Guadalupe
Una historia única ayuda a recordar. A recordar hechos que hasta hace poco tiempo eran de dominio público, pero que hoy muchos han olvidado. ¡Sí! La historia de España es realmente una “historia única”. España es la única nación que ha conseguido reconquistar la libertad después de ocho siglos de dominación musulmana (711-1492). Sin retroceder jamás ni decaer en el ánimo, los españoles disputaron su tierra palmo a palmo a los invasores y triunfaron gracias a la fe del pueblo, de la Iglesia y de la clase dirigente. Lo lograron porque pidieron, y obtuvieron, la ayuda del Cielo. España es la primera nación que inventó las formas parlamentarias, la primera que dio vida a un estado moderno en cuanto a la eficiencia administrativa y la calidad del sistema educativo, la primera en llevar a cabo, con más de cincuenta años de anticipación sobre el Concilio de Trento, una amplia reforma de la Iglesia. Aún más: España evangelizó y civilizó un continente entero y en el curso de pocos decenios lo insertó en la tradición greco-romana y cristiana. Un hecho prodigioso, para hacer posible el cual fueron de nuevo necesarias la calidad de los hombres y la ayuda del Cielo. España, en fin, tiene una historia única porque en plena época de esclavitud defendió, gracias a la extraordinaria personalidad y a la profunda fe de Isabel de Castilla, la libertad de sus súbditos americanos. De todos sus súbditos sin distinción, a pesar de las terribles tradiciones de muchos de ellos, entregados a los sacrificios humanos masivos y al canibalismo. La avaricia, la injusticia y la violencia siempre andan al acecho en todas partes, pero la Corona y la Iglesia españolas hicieron cuanto estuvo en su mano para combatirlas.
Creo en el Dios de Jesús y de María, el Dios de los bienaventurados, sencillos y sabios humildes como Abraham y Sara; Isaac y Rebeca; Jacob y Raquel. Y no el de los expertos racionalistas e ideologistas teólogos y entendidos escribas de todos los tiempos, El Mismo JesuCristo nunca los eligió ni como apostóles ni como discípulos. Ni antes ni ahora. Soy Venezolano, Maracucho/Maracaibero, Zuliano y Paraguanero, Falconiano; Soy Español, Gallego, Coruñés e Fillo da Morriña; HISPANOAMÉRICANO; exalumno marista y salesiano; amigo y hermano del mundo entero.
La Línea Editorial de este Rincón es la Veracidad y la Independencia imparcial.
¡¡¡ Que El Señor de La Comunicación, de La Amistad, de La Paz con Justicia, te bendiga, te guarde, te proteja, siempre... AMÉN !!! ________________________________
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LITURGIA DE LAS HORAS DEL DÍA
#YoTambiénSoyCristianoPerseguido
#NoEstánSolos: Ya estamos hartos de que los criminales exterminen a los cristianos solo por su fe. Ha llegado la hora de movilizarse y defenderlos. Basta de cobardía. Se valiente y osado frente a los asesinos y defiende con ardor tu fe y a los que son perseguidos por la horda. Coloca en tu página el símbolo creado por el movimiento en defensa de los cristianos perseguidos para la campaña mundial que se ha iniciado para que no nos olvidemos de todos aquellos que están siendo perseguidos y masacrados por ser cristianos. El símbolo del centro es la letra N del alfabeto árabe, con la que los yihadistas están marcando las casas de los Nazarenos, que es como ellos llaman a los cristianos. Juntos hagamos que no se olviden aquellos hermanos perseguidos en todo el mundo por amar a su Dios. #NoEstanSolos #PrayForthem #ن #YoTambiénSoyCristianoPerseguido #Iglesia #Kenya #Siria #Irak #Afganistán #ArabiaSaudí #Egipto #Irán #Libia #Nigeria #Pakistán #Somalia #Sudán #Yemen y otros...
EL SILENCIO CULPABLE
QUE LA LUZ BRILLE SOBRE TI, TIERRA FÉRTIL #SOSVENEZUELA
VENEZUELA UN PAÍS PARA QUERER Y PARA LUCHAR
“Nací y crecí en un lugar donde dicen ” Pa’lante es pa’llá”, donde se pide la bendición al entrar, al salir, al levantarte y al acostarte, donde se comen arepas, cachapas y espaguetti con diablito, donde se menea el whisky con el dedo, donde se respira alegría aún en las adversidades, donde se regalan sonrisas hasta a los extraños, donde todos somos panas, donde aguantamos chalequeos, donde se trata con cariño sincero, donde los hijos de tus amigos son tus sobrinos, donde la gente siempre es amable, donde los problemas se arreglan hablando y tomando una cervecita, donde no se le guarda rencor a nadie y donde nadie se molesta por tonterías, donde hasta de lo malo se saca un chiste, donde besamos y abrazamos muchísimo, donde expresamos con cariño nuestros sentimientos, donde hay hermosas playas, ríos, selvas, montañas, nieve, llanos, sabana y desierto, un país de gente bella, cariñosa y alegre donde se mezclaron armoniosamente las razas, donde el extranjero se siente en casa y donde siempre encontramos cualquier motivo para celebrar con los amigos. Nací y crecí en VENEZUELA, me siento orgulloso de ser venezolano y seguiré manteniendo mi espíritu venezolano en cualquier lugar del mundo”
¡NO TE RINDAS!
♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥ Si la angustia te seca, si la ansiedad te asfixia, si la tristeza te ahoga, si el pesimismo te ciega... llora, grita, comunícate, exterioriza tu dolor.... pero JAMÁS te rindas.
Levanta tu mirada, respira hondo... ¡LUCHA..! amig@...lucha ... PORQUE Sí hay salida. Sí hay sentido. Sí hay ESPERANZA. Levanta tus manos y pide ayuda.
No te des por vencid@...y poco a poco verás La Luz. NO te rindas amig@, lucha. NO ESTÁS SOL@.
PORQUE VERÁS QUE SÍ VALIÓ LA PENA... ♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥
LA FUERZA INVENCIBLE DE LA FE
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
"Ya veis que no soy un pesimista, ni un desencantado, ni un vencido, ni un amargado por derrota alguna. A mí no me ha derrotado nadie, y aunque así hubiera sido, la derrota sólo habría conseguido hacerme más fuerte, más optimista, más idealista, porque los únicos derrotados en este mundo son los que no creen en nada, los que no conciben un ideal, los que no ven más camino que el de su casa o su negocio, y se desesperan y reniegan de sí mismos, de su patria y de su Dios, si lo tienen, cada vez que le sale mal algún cálculo financiero o político de la matemática de su egoísmo.
¡Trabajo va a tener el enemigo para desalojarme a mi del campo de batalla! El territorio de mi estrategia es infinito, y puedo fatigar, desconcertar, desarmar y doblegar al adversario, obligándolo a recorrer por toda la tierra distancias inmensurables, a combatir sin comer, ni beber, ni tomar aliento, la vida entera; y cuando se acabe la tierra, a cabalgar por los aires sobre corceles alados, si quiere perseguirme por los campos de la imaginación y del ensueño. Y después, el enemigo no podrá renovar su gente, por la fuerza o por el interés., que no resisten mucho tiempo, y entonces, o se queda solo, o se pasa al amor, que es mi conquista, y se rinde con armas y bagajes a mi ejército invisible e invencible...."
(Fragmento de una página del discurso de Joaquín V. González "La universidad y alma argentina" 1918). ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
COMBATE Y DENUNCIA A LOS PEDÓFILOS (PEDERASTAS)
SEÑOR, TE PEDIMOS QUE PROTEJAS A L@S NIÑ@S, TE LO PEDIMOS EN EL NOMBRE DE JESÚS. AMÉN. ¡Ay de aquel que escandalice a uno de estos pequeñitos! Mejor le fuera que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos....... Lc 17,1-2 -- ÚNETE Y DENUNCIA --
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OBSOLESCENCIA ES LA planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio de modo que este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible tras un período de tiempo calculado de antemano, por el fabricante o empresa de servicios, durante la fase de diseño de dicho producto o servicio, nos conduce al CONSUMISMO exacerbado, por culpa de algo evitable, destruimos recursos, planeta y dinero por algo que podríamos tener durante mucho tiempo.