EL Rincón de Yanka: HOMENAJE

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viernes, 5 de septiembre de 2025

IN MEMORIAM por ANTONIO PÉREZ ESTÉVEZ, FILÓSOFO Y CATEDRÁTICO GALAICO-VENEZOLANO


ANTONIO PÉREZ ESTÉVEZ 
(1933-2008)

El día 1 de junio de 2008 falleció el profesor
Antonio Pérez Estévez en su residencia de El Escorial (Madrid). La triste noticia de la pérdida de un pensador de la talla de Antonio se ve compensada por su legado fi­losófico y humano del que siempre podremos extraer conocimientos, argumentos y, sobre todo, la vitali­dad suficiente para no cejar en el empeño de seguir en nuestra tarea filosófica. Antonio, modelo de filó­sofo emprendedor, entusiasta y comprometido, supo descubrir vetas de sabiduría tanto en la filosofía medieval como en la contemporánea, tratando figuras y pensamientos tan diversos como los de Duns Scoto, Nietzsche o John Rawls.

Gallego de nacimiento y venezolano de adopción, su vida docente y de investigación estuvo asocia­ da durante cuarenta años a la Universidad del Zulia situada en la cálida ciudad de Maracaibo, en Vene­zuela. Egresó, como dicen por esas tierras, es decir, se licenció en Filosofía en dicha Universidad a la que regresó como profesor y doctor en Filosofía después de haber obtenido su doctorado en la Universidad de Lovaina.

Introdujo el Plan de Estudios para Egresados en la Escuela de Filosofía de la Universidad del Zulia de la que fue director durante el período 1975-1978. Dicho plan sigue aún vigente. Este plan ha permiti­do la entrada en la Escuela de alumnos procedentes de otras profesiones y trabajos lo que ha facilitado la creación de una comunidad universitaria plural, tanto desde el punto de vista de las ideas como de las di­versas experiencias vitales. Yo misma, como profesora invitada de la Escuela en tres ocasiones, pude com­ probar a la hora de impartir mis cursos, la riqueza humana y académica que supone el tener en las aulas a alumnos procedentes de otros ámbitos científicos, desde el Derecho hasta la Ingeniería.

El profesor Pérez Estévez ha propulsado la investigación filosófica a través del Centro de Estudios Filosóficos que lleva el nombre del fundador de la Escuela de Filosofía, el Dr. Adolfo García Díaz. Os­tentó además el cargo de Director de la prestigiosa «Revista de Filosofía» desde 1986 hasta 1993.

El rector de la Universidad Católica «Cecilia Acosta» de Maracaibo, Ángel Lombardi, afirmó que, tanto para la Universidad del Zulia como para la suya, Antonio fue un profesor emblemático por el im­pulso que le dio a la Escuela de Filosofía y al pensamiento intelectual universitario del estado Zulia.

Maestro de futuros profesores e investigadores de las dos universidades citadas, se le concedió, por parte de la Universidad Católica «Cecilia Acosta» el título de profesor Honorario, en reconocimiento de sus méritos, entre los que está la creación del postgrado en Filosofía, especialidad de Pensamiento Cris­tiano Medieval.

Los trabajos de investigación del profesor Pérez Estévez corren paralelos a sus intereses vitales y a sus inquietudes humanas, sociales, morales y políticas.

Abarcó un amplio campo de asuntos y autores filosóficos que impresionan a todos los que se acer­can a sus escritos. Su profundo conocimiento de diversas épocas de la Filosofía, le llevó a escribir sobre una variada temática que, sin embargo, se ceñía a unas cuantas e importantes cuestiones. Así el tema de la materia y el individuo produjo abundantes estudios entre los que podemos señalar los siguientes artí­culos: «La materia en Enrique de Gante», «La materia en Averroes», «La materia prima como fundamento de la naturaleza en la Edad Media». «Materia y generación en Tomás de Aquino», «El individuo en Duns Escoto» y su excelente libro: «La Materia. De Avicena a la Escuela Franciscana», publicado en 1998 por la Universidad del Zulia.

Los problemas relacionados con los derechos humanos, la moral, le ley y el diálogo intercultural, los encontramos en artículos como: «Posición original y derechos humanos en John Rawls», »El diálogo como lectura en Gadamer», «Diálogo y alteridad (presupuestos para un verdadero diálogo)» y «hermenéuti­ca, diálogo y alteridad».

Pero lo que verdaderamente apasionó a Antonio fue el intentar hacer de la Filosofía algo vivo y así sobrepasar la razón fría y dominadora que aísla al individuo y todo lo vital. Para él, sólo la vida y la razón aunadas podrán engendrar un hombre y una cultura nuevos.

El resultado de estas reflexiones se concretiza en escritos como: «Marcuse y el pensamiento negati­vo», «El concepto de materia al comienzo de la Escuela Franciscana de París», «La noción de Vida en Nietzsche», «Feminidad y Racionalidad en el Pensamiento griego y en el Pensamiento Racional Medie­val» y »El individuo y la feminidad».

Su pensamiento es reconocido internacionalmente junto con el nombre de Venezuela en países como Alemania, Estados Unidos, Brasil y en otros muchos. En su nativa España colaboró con la Revista Espa­ñola de Filosofía Medieval, editada por La Sociedad de Filosofía Medieval (SOFIME) de la que fue miembro. Entre sus últimas colaboraciones en esta Revista, podemos citar: «Libertad en Duns Escoto», «De Duns Escoto a Martín Heidegger» y »La materia primera de Enrique de Gante vista por Duns Escoto».

Antonio Pérez Estévez poseía una fuerte personalidad, llena a la vez de vitalidad y de entusiasmo por la labor filosófica que llevaba a cabo. Profesor de una gran honestidad intelectual, supo unir el rigor de la investigación filosófica con una gran afabilidad y hospitalidad.

Su piso de Maracaibo, cerca del Lago que lleva el mismo nombre, fue lugar de encuentros de inte­lectuales. Fui testigo e invitada de uno de ellos, al calor de la acogida y de la buena mesa que tan bien pro­veía su esposa. De este modo y al igual que en el Banquete platónico, las ideas y las palabras se sucedí­an con rapidez.

Aunque mi trato con el profesor Pérez Estévez fue esporádico, no dejó de ser intenso y tengo que agradecerle su sencillez y el respeto que siempre manifestó hacia mis investigaciones, a pesar de la dis­ tancia académica que nos separaba. Me ayudó con sus consejos y su presencia en Congresos Mundiales de Filosofía como el de Boston en 1998 y el de Estambul en 2003. Compartí con él una sesión de Co­municaciones sobre el tema de la libertad (en Duns Escoto y en san Agustín) en el Congreso que la Uni­ versidad de Córdoba y la Sociedad de Filosofía Medieval organizaron en diciembre de 2004. Fue para mí uno de los encuentros más fructíferos y dialogantes en los que he podido participar.

Su legado filosófico servirá como punto de partida para seguir pensando y buscando nuevas vías en cuestiones tan cruciales como las del hombre, la moral, la ley y el diálogo con el otro. Del mismo modo, estoy segura de ello, no faltarán investigadores que buceen en su pensamiento y en sus ideas.

La Universidad Católica de Maracaibo, «Cecilio Acosta», como homenaje póstumo, tiene proyecta­do un libro para el segundo aniversario de su muerte en el que se recogerán muchos de sus artículos.

Descanse en paz y se lleve el agradecimiento de todos los que nos hemos beneficiado de su temple y de su tarea filosófica.


VER+:
    


Con la finalidad de entender la posición del Profesor Pérez-Estévez con respecto a la alteridad, es necesario entender cuál es el diagnostico que hace a la práctica de la alteridad en la modernidad; y, la vía de transición histórica filosófica que ha engendrado esta praxis.

Afirma, que en la modernidad, el sujeto objetiva lo alternante, y desde esta objetivación funda su relación con el entorno. Debido a esto, la naturaleza queda reducida a cosa a “algo”, de lo cual no sólo se tiene el derecho sino el deber de aprovechar con la finalidad de extraer algún beneficio, así signifique esto un detrimento en el ecosistema natural.

Bajo el planteamiento de la modernidad, no sólo la naturaleza es cosificada y explotada; el otro ser humano, el alternante, sufre también el proceso de cosificación, es igualmente es explotable, aprovechable. Así, las relaciones sociales quedan reducidas a la alternancia de aprovechamientos; se valorizan todo lo intercambiables: materia prima, poder de consumo, bienes y servicios; hasta las virtudes y sentimientos sufren una suerte de valoración que entran en el mercado de la demanda y oferta. En tal sentido, la crisis de la modernidad se convierte en una crisis de los valores; indudablemente en una crisis ética.

Ahora bien, Pérez- Estévez afirma que la concepción de alteridad dentro de la modernidad se comprende tras el estudio de los planteamientos filosóficos que la originaron. Por tanto, inicia un análisis del planteamiento filosófico del mundo romano, específicamente de Platón.

El pensamiento platónico, sin lugar a dudas, ejerció y ejerce influencia sobre el pensamiento del mundo occidental. Influyó marcadamente en las doctrinas de la Iglesia Católica, al ser San Agustín de Hipona uno de los intérpretes más representativos de Platón en el siglo I. San Agustín define la búsqueda de la verdad como escape de lo múltiple, de la diferencia y del otro. Afirma en “Vera Religione” que la verdad se encuentra dentro de cada persona, en la capacidad de comunión íntima con Dios, y no en lo múltiple, en la diferencia, en el otro.

Esa verdad absoluta, inmutable, divinizada, capital de unos pocos; es una verdad alejada de la cotidianidad humana, que no tolera disidencia; y por tal, se hace violenta; violencia que genera la barbarie que tanto desprecia.

Bajo esta influencia platónica-agustiniana la verdad, la verdad occidental, europea, deja de ser característica del conocimiento humano y adquiere estatus ontológico divino. Bajo esta premisa, el Profesor Pérez-Estévez (2008:67) señala que la cultura occidental deja de tener el mismo valor, derechos y deberes de otras culturas, pasando a ser una cultura de verdades absolutas; por tanto, la cultura que según sus defensores es superior, y todo lo diferente a ella no sólo es extraña: es bárbara.

La concepción de la tradición filosófica, distingue entre el “hombre escogido” del hombre común, al afirmar que el “el hombre escogido” que respondiendo a su “sustancia divina” posee en sí un alma encarnada que fue capaz de percibir la verdad con mayor claridad que el hombre común; discrimina a la generalidad humana, sobrevalorando la opinión emitida por unos pocos. Esta evidente discriminación, hace de la verdad el capital de unos pocos y refleja la incapacidad de los muchos de poder acceder a ella. Esto, abre las puertas de la discriminación social; pues, al ser la verdad capital de algunos seres especiales, la generalidad no posee los mismos derechos que los dueños de la verdad. De esta forma, al estratificar al hombre, se limita el derecho que la mayoría poseen en el proceso del diálogo... Así, el otro, el extraño, el no poseedor de la verdad, es obstáculo que habita en el mundo sensible y este sólo es capaz de ver sombras y reflejos perecederos y corruptos. Desde este punto de vista, es lícita la imposición de la verdad de los pocos escogidos a los muchos.

De igual manera, el Profesor Pérez- Estévez destaca que el cristianismo es la religión paradigmática de occidente, la cual se diferencia de otras posturas filosófica religiosas como el Mahometismo, el Hinduismo y el Budismo, porque el Cristianismo supone contener la verdad mientras las otras basan sus principios en actos jurídicos que aconsejan las actitudes de comportamiento más idóneos para conducir la vida.

Siguiendo la tradición platónica-agustiniana en el periodo medieval las religiones se impusieron a través del empleo de la coacción, violencia que generó crisis de legitimidad de todas las instituciones que conforman los Estados; a su vez, estas crisis generaron transformaciones dando paso a la modernidad. Y, la modernidad, también ha estado caracterizada por el absolutismo de la verdad. No es de extrañar que el siglo XX haya sido uno de los siglos más violentos de la historia, un siglo caracterizado por las guerras, polaridad mundial, regímenes totalitarios, que en nombre de la verdad sangraron al hermano y al extraño.

Cuando la verdad se eleva al mundo inteligible, deja de ser capital humano, deja de pertenecer al ámbito de la existencia humana para convertirse en divinidad inalcanzable; a la cual el hombre no sólo le debe respeto y anhelo, sino también, veneración y sumisión. Sumisión que exige todos los sacrificios, morir y matar son lícitos con la finalidad de proteger a la verdad de las aspiraciones del otro, del extraño, del ajeno; a decir de los griegos: el bárbaro.

Según el análisis del Profesor Pérez-Estévez se suma; en la modernidad se deshumaniza la verdad, se diviniza, se hace inaccesible para el común; además que le resta al diálogo las características propias de un diálogo constructivo. Por tanto, proponen que es necesario un proceso dialéctico donde los involucrados estén conscientes de sus derechos y deberes sociales, del reconocimiento del otro como distinto pero con iguales derechos; así, poseer y poner en prácticas las suficientes virtudes que permitan la manifestación de las realidades de alter.

El diálogo necesario es un diálogo de encuentro que permita determinar el común camino a seguir. Esto se propone con la finalidad de contrarrestar las consecuencias sociales derivadas de un monólogo cerrado, sin alteridad, de los hombres elegidos para sí mismos, que produce verdades divinas… El diálogo del reconocimiento del otro, es el diálogo de uso para el bien común de los hombres sobre la tierra; diálogo abierto, cónsono con la dignidad humana. Diálogo intercultural, a decir de Pérez-Estévez.

Tal vez, por lo expuesto anteriormente, en la actualidad no pocos pensadores, como el Profesor Pérez-Estévez, se muestran altamente críticos a las concepciones occidentales sobre diálogo, alteridad y verdad. De esta forma, destacan la necesidad del reconocimiento del otro, de la virtud de la escucha, de la alteridad en el proceso dialógico; de la necesidad de la puesta en práctica de la humildad en el diálogo intercultural, para así determinar las realidades tras el encuentro de las diversas subjetividades.

El diálogo existencial, es para el Profesor Pérez-Estévez la alternativa cónsona con la dignidad humana al fenómeno de monólogos alternados evidenciado en la praxis social de la modernidad. El diálogo existencial parte del hecho de que los entes no son sustancias sino existencia; de que la fenomenología deriva del requisito único de la existencia. De esta forma, queda invalidada la postura que afirma una distinción humana por origen; así, el hombre se encuentra con el otro entre iguales y no entre escogidos y segregados. La concepción del diálogo existencia para el Profesor Pérez-Estévez se evidencia cuando afirma (Pérez-Estévez: 2008):

“El dialogante lógico socrático platónico se fundamentaba en el poder racional-discursivo predominantemente de un sujeto y tenía como finalidad u objetivo alcanzar o bien la naturaleza de las cosas por medio de la definición o bien la verdad absoluta encerrada en el mundo inteligible de las ideas. El diálogo existencial por el contrario, se fundamenta en el diálogo real y efectivo de dos o más sujetos y tiene como finalidad u objetivo la interrelación, la comprensión y la realización de los sujetos que dialogan”.

Para la dialéctica existencial, basada en el reconocimiento y validación del alter, el diálogo es el medio que permite el encuentro social, en el cual el instrumento de comunicación es el lenguaje hablado y corpóreo de los interlocutores; el cual se da en un tiempo y espacio determinado. En el diálogo, el proceso permite la expresión de los pensamientos y sentimientos de los diversos Yo involucrados. En la concepción de diálogo que se opone a la concepción de la praxis moderna, la multiplicidad de personas, de opiniones, son necesarias para que después del proceso de argumentación alterna se logre la verdad común. Esto, exige del reconocimiento del otro con los mismos derechos; diferentes en características pero con iguales derechos. El diálogo exige de la suficiente humildad para reconocer el derecho del otro Yo, permitir que el otro se exprese libremente y poderlo escuchar en la finalidad de construir una realidad común.

Así, el momento de la escucha en el diálogo se convierte en el momento de aceptación y validación del alter. El momento en el que se habla es el momento de afirmación del Yo, de lo que se piensa, siente y cree, la manifestación de propia subjetividad. En el momento en el cual se escucha se permite la afirmación del otro, del alter; se valida al Yo alternante. Mas, escuchar va más allá de callar cuando el alter habla, más allá de guardar silencio y prestar atención a la manifestación de la subjetividad alterna; porque en los monólogos entre cordatos o por capítulos también se guarda silencio, es permitir que la subjetividad alternante pueda influir en mi Yo, modificarlo, hasta permitir el encuentro, la determinación de una verdad común.


“…La disposición de escuchar que significa apertura al otro, se tiene, cuando uno posee la convicción de que no está en posesión de toda la verdad y de que el otro tiene algo de verdad que ofrecerme y de la que yo puedo aprender…”

Para el Profesor Pérez-Estévez el diálogo intercultural es la alternativa válida ante la crisis de la modernidad; crisis que ha generado contradicciones sociales importantes; momento que exige la apertura del Yo, el reconocimiento del alter, para la construcción de un nosotros real, auténtico, que permita tras la construcción común, solventar las vicisitudes generada por la implementación de monólogos en lugar de diálogos sociales.

Antonio Pérez Estévez: 
el filósofo de la escucha


Antonio Pérez Estévez en sus años de trabajo entregado y constante en nuestro país, al que dedicó la mayor parte de su vida, se convirtió en el pensador de la Escuela de Filosofía de la Universidad del Zulia, más conocido fuera de nuestras fronteras, en países tan disímiles como Alemania, Estados Unidos, Brasil, Bélgica, la India o su nativa España, entre otros. Si con una palabra hubiese que definirlo, esa palabra sería, en nuestra opinión, diálogo, y quien dice diálogo, en el sentido que él mismo le da a la palabra, dice apertura, escucha, intercambio y enriquecimiento mutuo en la construcción del mundo que habitamos. Por eso nos dice en su artículo “Diálogo intercultural”, publicado en 1999, lo siguiente: “Todo ser humano —unos con mayor facilidad que otros— en función de su libertad racional y a pesar de sus condicionamientos y prejuicios culturales, puede salir al encuentro de otros seres humanos y construir, con ellos, un verdadero diálogo, lo que entraña construir un nuevo mundo común a todos los dialogantes”.[1] 

No sabemos si desde el principio Pérez Estévez estuvo consciente de su intención en cuanto tal, pero es innegable, para quien recorre su obra, que este ha sido el camino sistemático y coherente del que nunca se apartó. Este objetivo se fue concretando de manera cada vez más clara y madura a lo largo de su obra. Además del diálogo interior con los grandes filósofos de cada época, además del diálogo con colegas, amistades y alumnado. Porque en cumplimiento de la importancia que asignó siempre al momento de la escucha, para que se diese un verdadero logos a dos, un dia-logos, supo no solo hablar, sino también guardar silencio expectante, abrirse al otro, escuchar.   

Para dialogar es preciso, según nuestro autor, ser capaz de movernos constantemente de la posición del que habla (que es la que más cómodamente asumimos) a la posición del que escucha, y estar en constante apertura a la individualidad del otro u otra, y a su cultura. A ello debe ayudarnos la conciencia de nuestra finitud y nuestra carencia. Desde esta perspectiva, Pérez Estévez hace una fuerte crítica a la Modernidad occidental y a la religión cristiana, que se han sentido siempre en posesión de la Verdad absoluta y se han investido con la misión de transmitir a los demás esa verdad o de “convertirlos” a ella. Sabemos con pertinencia hoy en día que esa falla de la cultura occidental se encuentra también en otras culturas y religiones, pero este no es aquí nuestro tema.   

Todas estas ideas las explicita luego con más detalle al exponer los momentos del diálogo, el hablar y el escuchar, y la finalidad del mundo, dándonos numerosos ejemplos tomados de la cultura occidental, entre ellos los que muestran la incapacidad de los conquistadores para comprender a los pueblos indígenas, lo cual, como sabemos, es aplicable a cualquier tipo de conquista. En sus conclusiones a este artículo, nuestro pensador hace todo un interesante recorrido por el pensamiento occidental, desde los griegos y su concepción de la verdad como aquello que se deja ver, que se muestra y se adquiere por la visión, hasta las distintas posiciones de los medievales y la modernidad empirista, pasando, finalmente, por el rasero al mismísimo Gadamer, el padre de la hermenéutica contemporánea, otro de los pensadores por él estudiados, e incluso a Habermas y Apel, quienes, tomando el diálogo como acción comunicativa, en realidad plantean un diálogo imposible, pues: 

Los sujetos y la acción comunicativa de que hablan Ha- bermas y Apel son sujetos trascendentales y abstractos dotados de razón pura, totalmente desligados del sujeto humano histórico y concreto, de carne y hueso, que se abre a un mundo cultural específico, en una época determinada y en el que verdaderamente se en- cuentra la alteridad, la casi total alteridad. Y si la autén- tica alteridad, el otro concreto e histórico, encarnado en un ser humano que expresa en palabras su mundo particular, no entra en el diálogo y comparte su construcción, no existe posibilidad alguna de diálogo.[2]

Como ya hemos señalado hace años en el Prólogo que escribimos para su libro Religión, Moral y Política, Pérez Estévez ha defendido siempre los valores del individuo frente a lo totalizante y universal, lo cual confirma uno de los estudiosos más preclaros de su pensamiento, Pompeyo Ramis, profesor de la ULA, que en su libro Veinte filósofos venezolanos señala que ya desde su juventud tenía trazadas las constantes de su pensamiento, lo cual corrobora al elegir como tema de su tesis doctoral en la Universidad de Lovaina, “uno de los temas que requieren de mayor potencia especulativa: el concepto de materia”.[3]   

En efecto, Pérez Estévez hizo su tesis doctoral sobre “El concepto de materia al comienzo de la Escuela franciscana de París”,[4] en la cual, pone de relieve la estima que de lo individual hace la Escuela franciscana, de la cual nuestro pensador estudia particularmente dos autores, San Buenaventura y Ricardo de Mediavilla. Como señala Pompeyo Ramis: 

Pérez Estévez llega, por principio, casi a desconfiar de la razón. Y no porque la razón sea por sí misma un estorbo de la naturaleza humana —mal puede pensar así un filósofo (…) sino porque durante largas épocas la razón se ha impuesto como reina y señora de la facultad volitiva que le debería ser concomitante.[5]
   
Años después de esta tesis doctoral, nuestro autor publica otro libro sobre el mismo tema, esta vez profundizando y extendiendo más el arco de su estudio: La Materia de Avicena a la Escuela franciscana,[6] donde muestra el enfrentamiento entre el tomismo de raíz aristotélica, emergente, y la filosofía de raigambre platónico-agustiniana, cultivada y defendida por la Escuela franciscana. Al respecto, su comentarista Jorge Ayala, de la Universidad de Zaragoza, señala: 

Pérez Estévez invierte los términos: [7]vista la Escuela Franciscana desde el horizonte de la contemporaneidad, nos parece que, especialmente en Metafísica, sostenía doctrinas que van a ser la columna vertebral de la Modernidad. Sus doctrinas sobre el poder u omnipotencia divina, sobre la voluntad y libertad divinas, y humanas en la que se incluye su concepción sobre la providencia y la predestinación, sobre el individuo y la Persona humana, sobre la materia como entidad sólida con ser propio y su doctrina sobre la contingencia radical de todo lo creado que entraña la posibilidad de cambio de todo lo existente, me parece que constituyen el marco de una nueva cosmovisión que abre las puertas a la Modernidad que comenzaba a alborear.[8]   

Ayala señala además la importancia de este libro, ratificada por las buenas críticas que iba recibiendo, y por su carácter no simplemente erudito, sino práctico, que nos “hace caer en la cuenta de las repercusiones histórico-culturales que ha tenido el predominio de uno u otro concepto de materia, haciéndonos llegar hasta el que manejan en la actualidad la mecánica cuántica, la física nuclear y la astrofísica”.[9]   

Así pues, Pérez Estévez ha sido uno de esos pensadores que, como Umberto Eco, ha devuelto al tema de la filosofía de la Edad Media su tono y su importancia para comprender nuestro tiempo, mostrando toda la riqueza y variedad del pensamiento medieval, particularmente el cristiano, tantas veces menospreciado por quienes por pereza o por falta de una buena orientación, y en otros casos por la dificultad para acceder a los textos, despachan este pensamiento en unas cuantas lecturas superficiales, con las cuales justifican su rechazo y en todo caso demuestran su ignorancia.   

Pero el pensamiento de Pérez Estévez, como ya mostramos al principio, dialoga constantemente con los autores más importantes del escenario filosófico y maneja sin cesar los temas que van apareciendo en el tapete de la reflexión filosófica, generalmente puestos en ella por la fuerza de las cosas. Por eso, en dos de sus libros más conocidos, El individuo y la feminidad[10] y Religión, Moral y Política,[11] aborda una multiplicidad de autores y cuestiones. El primero de ellos recoge cuatro trabajos que nuestro pensador desarrolló durante los años setenta, tratando temas tan diversos como “El lenguaje en Merleau Ponty”, donde ya despunta el tema de lo lingüístico, que llegará a ser tan importante en su pensamiento; el concepto de pensamiento negativo en la filosofía de Herbert Marcuse; la noción de vida en Nietzsche, y, finalmente, “Feminidad y racionalidad en el pensamiento griego y medieval”, texto con el cual discutimos duramente en muchas ocasiones y que muestra la capacidad de nuestro autor para vislumbrar los problemas acuciantes de nuestro tiempo y acercarse a ellos con generosidad y con respeto por la posición del que es considerado otro(a), haciendo siempre gala de su capacidad de apertura y diálogo. Al respecto escribimos el final del artículo que le dedicamos, y en referencia a este trabajo sobre lo femenino en especial: 

… hemos de señalar que, a pesar de nuestras diferencias con el autor, que creemos son más de forma que de fondo, este trabajo, al igual que los anteriores, nos parece un valiosísimo aporte al estudio del aspecto ideológico que incide tan fundamentalmente en la “condición femenina” de subordinación y de sumisión que durante siglos ha sido, y aún es, el lote que el patriarcado ha atribuido a las mujeres.(…) En este sentido recomendamos la lectura y el análisis crítico de este texto tan especial.[12] 

En cuanto al segundo de estos libros, Religión, Moral y Política, nos correspondió, como ya señalamos, el honor de escribir su Prólogo. Ya en aquella ocasión indicamos que nos parecía ser este un punto culminante en la producción de su autor, manteniéndose en él la misma preocupación por la defensa de los valores del individuo, de lo particular, frente a todo aquello, universal y abstracto que pretende negarlo y ahogarlo en el monólogo de una palabra única. Encontramos en este libro artículos como “La Acción educativa I, II y III”; “Materia e individuo en Roger Marston”; “Medicina y Moral”; “Religión y Política en la Constitución de los Estados Unidos de América”; “Moral y Política”; también dialoga aquí con autores como Kant, Hegel o Lukacs, y mantiene su interés por el tema de lo femenino al mostrar la perspectiva hegeliana sobre este. Decimos también allí que Pérez Estévez sería uno de los representantes del pensamiento negativo, a lo marcusiano, en Iberoamérica, y destacamos la variedad y actualidad de los asuntos tratados en el libro, que van desde la liberación femenina, o la descomposición de nuestro sistema político, hasta la relación individuo-divinidad en nuestro tiempo, la ética médica, la masificación y el consumismo destructivo, la caída de los regímenes del Este y un largo etcétera.   

Y aunque ya lo señalamos al comienzo, hemos de insistir aquí en la etapa en la que al final de sus días se movió preferentemente nuestro autor, lo que podríamos llamar su etapa de interés por la hermenéutica, la cual estudia con profundo espíritu crítico, sin dejarse llevar por las modas, sino sometiendo el tema a la lupa de su reflexión y su fuerza creadora. Así, en revistas nacionales e internacionales encontramos artículos como “Hermenéutica, diálogo y alteridad”; “El diálogo como lectura en Gadamer”; “La acción comunicativa de Habermas como diálogo racional”; así como el que mencionamos al principio: “Diálogo intercultural”. No es preciso repetir que el eje organizador del pensamiento de Pérez Estévez es aquí el concepto de diálogo. Todos esos artículos, y algunos otros, dieron origen a un libro póstumo que se publicó en Brasil. La voz de Pérez Estévez resuena en estos textos; los leo como si le escuchase hablar. 

Y si para mí, y quizás para much@s que lo conocimos de cerca, Pérez Estévez nos sigue hablando con mucha fuerza en esos textos, ello quizás se debe precisamente a que lo conocimos y tenemos profundos sentimientos de amistad, admiración y respeto hacia él y su obra, pero probablemente también al hecho de que sus escritos están despojados de ese academicismo que obliga a quien investiga a expresarse de una manera forzada y estereotipada. Aún respetando las normas que impone la investigación académica, la voz de Pérez Estévez se escucha a través de sus obras, porque él supo escribir de forma vívida, traer la vida a la filosofía. Y de ese modo seguramente será percibido dentro de muchos años, o incluso ahora por quienes no lo conocieron, porque este pensador vivía la filosofía y escribía sobre lo que creía, o dialogaba para “ajustar” a su pensamiento aquello con lo que no concordaba, o incluso para corregirlo y liberar de ello a quienes lo leyesen. 

Mucho podríamos aún decir, comentando la obra de Antonio Pérez Estévez, autor pródigo y profundo, pero el tiempo no lo permite. Y así, aunque físicamente ya no esté aquí, seguirá dialogando con nosotros e interpelándonos en la medida en que, en su pensamiento, encontramos siempre una orientación bien fundada para movernos en nuestro complicado tiempo. 
_______________________________

[1] Pérez Estévez, Antonio: “Diálogo intercultural”, en Utopía y Praxis Latinoamericana, número 6, Enero-Abril de 1999. Pág. 42. 
[2] Ibíd. Pág. 52. 
[3] Ramis, Pompeyo: “Antonio Pérez Estévez: Proyecto de un neovoluntarismo”, en: Comesaña Santalices, Gloria; Pérez Estévez, Antonio; Márquez Fernández, Álvaro, Compiladores: Signos en Rotación. Pensadores Iberoamericanos. Universidad Católica Cecilio Acosta, Maracaibo, 2002, página 74. 
[4] Publicado por Ediluz en 1976. 
[5] Ramis, Pompeyo: “Antonio Pérez Estévez: Proyecto de un neovoluntarismo” en: Comesaña Santalices, Gloria; Pérez Estévez, Antonio; Márquez Fernández, Álvaro, Compiladores: Signos en Rotación. Pensadores Iberoamericanos. Opus Citat, pág. 74. 
[6] Pérez Estévez, Antonio: La Materia, de Avicena a la Escuela Franciscana. Ediluz, Maracaibo, 1998. 
[7] Con ello se refiere al hecho de que, en su tiempo, los tomistas parecían los innovadores, frente al supuesto carácter conservador de la tradición platónico-agustiniana representada por la escuela franciscana. 
[8] Ayala, Jorge: “Recensión a: La Materia, de Avicena a la Escuela franciscana” en: Comesaña Santalices, Gloria; Pérez Estévez, Antonio; Márquez Fernández, Álvaro, Compiladores: Signos en Rotación. Pensadores Iberoamericanos. Opus Citat, pág. 79. 
[9] Ibíd., pág. 80. 
[10] Pérez Estévez, Antonio: El individuo y la feminidad. Ediluz, Maracaibo, 1976. 
[11] Pérez Estévez, Antonio: Religión, Moral y Política. Ediluz, Maracaibo, 1991 . 
[12] Comesaña Santalices, Gloria: “El Individuo y la feminidad. Antonio Pérez Estévez”. En Revista de Filosofía. Vol.14. Centro de Estudios Filosóficos, LUZ, Maracaibo, 1992.


A partir de una evocación personal y biográfica de las raíces ibéricas de Antonio Pérez-Estévez, se expone, por una parte, la condición humana y moral del filósofo y, por la otra, el valor que éste le asigna a la libertad de pensar y expresar, como también a la de sentir, condiciones irrenunciables que Pérez Estévez defiende como las más auténticas de una vida con sagrada al saber y al diálogo.





viernes, 27 de octubre de 2023

LA MEMORIA DE LOS CRÍMENES DE LA DICTADURA CASTROCHAVISTA SE EMPIEZA A CONSTRUIR EN BUENOS AIRES, ARGENTINA 👿💥💀

 

La Memoria de los crímenes 
del régimen castrochavita comunista
 se empieza construir en Argentina

Un mural en Buenos Aires rinde homenaje a los 294 ciudadanos que murieron durante las protestas contra el régimen CASTROCHAVISTA de Nicolás Maduro entre 2014 y 2022

En un rincón de la Comuna 7 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, un mural se alza majestuoso, teñido de los colores amarillo, azul y rojo, como un faro de esperanza y resistencia en memoria de 294 valientes ciudadanos. Ellos fueron arrebatados por la sombra de la dictadura de Nicolás Maduro, durante las protestas ocurridas en Venezuela entre los años 2014 y 2022.
Esta obra trasciende un simple mural, pues encarna el sufrimiento y la pérdida, pero también la indomable fortaleza y el compromiso inquebrantable con los derechos humanos. Es un testimonio vivo de nuestra memoria colectiva, una llama que se niega a ser apagada u olvidada.
Para los más de 250 mil venezolanos que ahora llaman hogar a Argentina, y para los millones esparcidos por el mundo, este mural en honor a las víctimas de las protestas va más allá de una expresión artística. Es un recordatorio constante de nuestra resistencia y nuestra incansable lucha por un país libre, democrático y justo. Cada nombre escrito en la placa que acompaña la pintura (lista lograda gracias a las organizaciones venezolanas Provea y Justicia Encuentro y Perdón) representa a un ser humano que tuvo el coraje de enfrentarse a la opresión y al abuso de poder. Representa una vida perdida, un sueño truncado, pero también un grito de resistencia que se niega a ser silenciado. Son símbolos de una nación que, a pesar de los obstáculos y la represión, se niega a rendirse.

Este lugar, es el resultado de años de lucha también en tierras extranjeras. Es el fruto de innumerables horas de trabajo de defensores de derechos humanos, periodistas, políticos y ciudadanos comprometidos que son testimonio constante de lo que ocurre en Venezuela. Es también un tributo a los valientes venezolanos que han encontrado refugio en Argentina, cuyo pueblo ha abierto la puerta a tantos en busca de una vida digna. Desde ahora, este espacio único en el mundo será un santuario para honrar a 294 inocentes que se han convertido en parte de nuestra memoria colectiva.
La memoria es el pilar fundamental sobre el cual se construye el futuro de una sociedad. Recordar los momentos dolorosos y las injusticias cometidas es esencial para evitar que se repitan. En el caso de Venezuela, nuestra memoria adquiere un valor aún más profundo. No solo recordamos lo sucedido, sino lo que aún continúa sucediendo. Es una llamada incesante para nunca olvidar las atrocidades perpetradas por un régimen dictatorial al que debemos vencer, y para mantener viva la historia de aquellos que perdieron la vida en aras de la libertad, así como para evitar más muertes y sufrimiento.


¿Quién puede olvidar a aquellos primeros caídos de las protestas de 2014? ¿Quién puede borrar de su memoria la angustia que nos consumió durante esos largos y dolorosos seis meses de protestas en 2017? Cientos de miles de venezolanos tomaron las calles con valentía, pero no todos regresaron a sus hogares. Vivimos esos días con el terror de escuchar cada jornada los números de muertos, temiendo que el siguiente nombre que resonara pudiera ser el de un ser querido. A pesar de la conciencia del peligro, nuestra convicción en la necesidad de cambio superaba, y sigue superando, cualquier temor.
Este mural, por ello, también es un tributo a los familiares, aquellos que aún no han encontrado consuelo y que persisten incansablemente en la búsqueda de justicia. Ellos trabajan día a día para mantener vivos a sus hijos en la memoria de los venezolanos y del mundo entero, que los abraza en un gesto solidario, acompañando ese grito por justicia.
No podemos permitir que la memoria se desvanezca con el tiempo. Es nuestra responsabilidad mantener viva la llama de la indignación y la exigencia de justicia. Cada vez que nuestros ojos se posen en ese mural, debemos recordar que la lucha aún no ha terminado, que hay millones de personas de Venezuela que anhelan un futuro mejor. Debemos comprometernos a no dar la espalda a su dolor y a seguir presionando por un país libre y democrático. Debemos trabajar en conjunto con cada demócrata en el mundo, como lo hemos hecho esta vez con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Inauguran en Buenos Aires un Mural
en Honor a Todos los Jóvenes Venezolanos caídos 
en la lucha contra el Gobierno Chavista. 

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martes, 2 de mayo de 2023

EUSEBIO DA GUARDA, EL BENEFACTOR DE LA CORUÑA



La vida del ilustre benefactor coruñés Eusebio Lázaro da Guarda González es sencilla, pero llena de intensidad en su amor a la ciudad. Eusebio era hijo de un emigrado de origen portugués de humilde oficio de zapatero y natural de la región de Braganza, que se asienta en La Coruña en el primer bienio del siglo XIX. Gonzalo da Guarda se casó en esta ciudad con la hermosa coruñesa Juana González, siendo Eusebio da Guarda uno de los ocho hijos habidos en aquel matrimonio. 
Nace en 1824 y es bautizado en la iglesia de San Nicolás. Inicia sus estudios primarios y luego pasa a la Escuela de Náutica para hacerse piloto naval. Desde una edad muy temprana embarca a navegar y con solo 20 años logra emplearse en la casa comercial de Juan Menéndez Fuertes, armador de origen cubano, donde pasa a ejercer las funciones de apoderado en 1852 cuando muere su patrón.

Su nombre completo es Eusebio Lázaro da Guarda González. Es hijo de Gonzalo da Guarda: emigrante portugués, de la región de Braganza, zapatero de profesión que prosperó como comerciante, y de la coruñesa Lorenza González García. Nació en 1824 y fue bautizado en la iglesia de San Nicolás.
Estudió en la Escuela de Náutica de La Coruña sacando el título de piloto antes de alcanzar los 18 años de edad, se inició laboralmente como piloto naval en prácticas durante 2 años. Tras este periodo, abandona su carrera náutica para dedicarse al comercio.​
A finales de los años 40 se incorpora como administrativo a una empresa de Juan Menéndez Fuertes, acaudalado empresario cubano afincado en La Coruña.
En 1852 ya es apoderado de la empresa, año en el que fallece Juan Menéndez Fuertes. En 1854 contrae matrimonio con Modesta Goicouría Cabrera, viuda de Juan Menéndez Fuertes.
Gestiona los negocios de su mujer, los cuales pasan a denominarse "Vda de Juan Menéndez", a la vez que dirige sus propios proyectos e inversiones empresariales. Amasaron una de las mayores fortunas de la alta burguesía coruñesa de la época, destinando buena parte de la misma a la filantropía. La ciudad le agradeció su contribución con un monumento en 1891, que incluye una estatua, esculpido por Elías Martín.
Murió el 20 de marzo de 1897 y fue enterrado en la iglesia de San Andrés junto a su mujer.

Eusebio, que se había fijado en los atributos gráciles de la viuda de su jefe, Modesta Goicouría Cabrera, once años mayor que él, se casa con ella en 1854. De esta relación no habrá descendencia.
Su labor filantrópica quedará reflejada en la erección del Instituto de segunda Enseñanza y del Grupo escolar que también lleva su nombre, levantados en el antiguo solar del Caramanchón, hoy plaza de Pontevedra.


OBRAS

También procede a la reedificación de la antigua capilla de San Andrés, perteneciente de antiguo al gremio de los Mareantes, cuyas obras darán a Eusebio da Guarda muchos quebraderos de cabeza por motivos de pleitos entablados acerca de a quien pertenecía la propiedad.
Había una división importante entre el cabildo de Santiago, el gremio de los Mareantes y el propio Eusebio da Guarda, que fue quien puso el dinero para la restauración del templo, que fue bendecido por el cardenal santiagués Herrera el 17 de mayo de 1890.

Cuando el benefactor falleció siete años después fue enterrado siguiendo su deseo en el propio templo, lo mismo que su difunta esposa, la cual había muerto en 1889. Modesta había sido enterrada en un primer momento en San Amaro, en el nicho 159 del cuarto departamento, mediante donación perpetua y en propiedad del Ayuntamiento de La Coruña. Con el tiempo se dilucidó el pleito por la posesión de la restaurada capilla de San Andrés, a la que se trasladó para que en ella descansasen sus restos de forma definitiva. Dicha capilla será declarada Castrense el 26 de abril de 1938, mediante una encomienda de la autoridad eclesiástica del Arzobispado de Compostela.
A expensas de Eusebio da Guarda se levanta también el mercado de abastos que lleva su nombre, situado en la plaza de Lugo.
El 9 de abril de 1910 se inauguraba en la plaza de Lugo el mercado tradicional de abastos de Eusebio da Guarda.
El filántropo Eusebio da Guarda dejó dicho en uno de los apartados de su testamento (25 de enero de 1897) que tras dar fin a las obras del Grupo Escolar que se estaban efectuando, sus hermanas y herederas invirtieran 200.000 pesetas e la construcción de un mercado de hierro en la plaza de Lugo, para el que el Ayuntamiento debía ceder el terreno que allí estaba explanado.

Así, en el año 1900, y una vez finalizadas las obras de las escuelas, el Ayuntamiento comenzó sus negociaciones con las Rosa y Luisa Da Guarda para cumplir la voluntad de su hermano, tomando la decisión de que el legado se invertiría en el cuerpo central del edificio, y que a cargo del municipio correrían la edificación de los cuerpos norte y sur del mismo. El coste total ascendió a 600.000 pesetas.
El arquitecto Pedro Mariño fue el autor del proyecto, dando comienzo a las obras en el año 1901. En el moderno mercado había mármoles, mosaicos, marquesinas, herrajes artísticos, numerosos registros de agua, desagües y la luz que penetraba directamente por las cristaleras.

El pabellón central tenía 52 puestos, que se destinaban exclusivamente a la venta de pescado fresco, mientras que los pabellones laterales disponían de 45 puestos cada uno, donde se venderían legumbres, pan, huevos, gallinas o carnes de cerdo y vacuno. En las marquesinas se distribuyeron otros 28 puestos más para verduras, flores, frutas y otros artículos.
La inauguración de las nuevas instalaciones fue presidida por el entonces alcalde de la ciudad, el señor Folla Yordi, acompañado por el primer teniente de alcalde, Lens Viera, y la hermana del benefactor Rosa da Guarda.
Lo más lamentable fue que con la segunda reforma de la Plaza de abastos, fue dada sus mejores locales exteriores a ZARA, FNAC Y DEMÁS USURPADORES E INTRUSOS...
Esto ya en su día fue un robo, un saqueo, una expropiación y una ILEGALIDAD INJUSTA a la memoria del mecenas Don Eusebio Da Guarda. Además de retrasar la obra para arruinar al comercio local de los alrededores, se preferenció a las multinacionales que nunca estuvieron ahí, en contra de los deseos del mecenazgo. LA PLAZA EUSEBIO DA GUARDA FUE PARA LOS TRABAJADORES DE LA TIERRA Y DE LA MAR. Y los han escondido en los peores puestos. Ahí no deberían estar nadie más que ellos mismos. Esto fue UN ROBO y una chapuza histórica. Queríamos una plaza de mercados (PARA SUS AUTÉNTICOS DUEÑOS) como la de San Miguel de Madrid. O, algo con sabor autóctono, gallego. Y no para las multinacionales, La mafia plutocrática y caciquil hicieron lo que les dió la gana. Todo un feudalismo partidocrático. Los placeros están escondidos dentro de una edificación sosa y minimalista repugnante. Con lo que gastaron podrían haber hecho algo parecido al mercado de San Miguel de Madrid o como el de estilo naturalista de Luxemburgo. Apaga y vámonos... Ok, vale, de acuerdo....
Además, este benefactor llegó a ser el primer accionista del Balneario municipal de Riazor, con ocho títulos de 500 reales cada uno, y también costeó los gastos de la fuente del Deseo en la Ciudad Alta, que no contó con fuente alguna hasta finales del siglo XIX.

La empresa de la que se hizo cargo Eusebio da Guarda en 1852 había sido fundada por Juan Menéndez Fuertes, natural de La Habana, que tras hacer fortuna se había instalado en La Coruña en 1837. En la Habana, Fuertes se había casado con Modesta Goicouría Cabrera, dedicándose desde La Coruña a canalizar la corriente migratoria de Galicia hacia la isla, bien en barcos propios o mediante representación de otras navieras y entablando negocios con las tierras de América. También será socio de una fábrica de vidrios en Gijón, La Industrial, fundando otra en La Coruña: La Unión de Gijón, Avilés y Coruña.

Fundará también la compañía de seguros marítimos La Integridad en 1841, para asegurar los barcos y sus cargamentos, llegando a ser vicepresidente de la Junta de Comercio en 1843 y 1847, alcalde de la ciudad coruñesa en 1844 y senador vitalicio en 1847.
La herencia de Fuertes era sumamente importante, disponía de propiedades en Muxía, Camariñas, Cée, Finisterre, Vimianzo y Dumbría, cuyos negocios seguirán funcionando bajo la denominación de Viuda de Menéndez, de la cual eran apoderados el hijo menor, Juan Menéndez, y Eusebio da Guarda, ampliando este, aquellos negocios al ámbito bancario y la consignación naviera, entre los que se encontraban la Cía. Transmediterránea y la Cía. Trasatlántica Española. Eusebio da Guarda llevaba la dirección de los negocios desde el número 75 de la calle de Acevedo, actual calle Real.

HOMENAJE

Cuando la tarde del 20 de marzo de 1897 muere Eusebio da Guarda, en su propio domicilio de la calle Real, el Concejo coruñés se reúne en pleno a las diez de la noche y su alcalde-presidente da cuenta a la corporación del fallecimiento de este ilustre patricio y del deber de los coruñeses de tributar a su memoria el homenaje de gratitud, cariño y respeto que se merece, por los beneficios que tan generosamente le ha dispensado a la ciudad de La Coruña.
Con motivo del fallecimiento de Eusebio da Guarda, el alcalde Luis Argudín Bolívar, emite un bando de pésame a la población, para que acudan todos los coruñeses a su entierro.
Son varios los recuerdos en la ciudad, pero sería de agradecer que el Ayuntamiento colocase una placa conmemorativa en la casa de la calle Real, número 75, en honor de este patricio coruñés, como recuerdo de su vida y su obra en La Coruña.

José M. Fernández Caamaño, escritor: 
«Es falso que Eusebio da Guarda se enriqueciera 
en La Coruña con el tráfico de esclavos»

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/coruna/2024/05/28/jose-m-fernandez-caamano-escritor-fake-news-eusebio-da-guarda-enriqueciera-coruna-trafico-esclavos/00031716901121179561910.htm

Un instituto, una escuela y una calle llevan su nombre. Su apellido, de origen portugués, bautizó una de las plazas de abastos más antiguas de Galicia, la de la plaza de Lugo. Sin embargo, José Manuel Fernández Caamaño (1948) se percató de una realidad: para la mayoría de los vecinos Eusebio da Guarda González (A Coruña, 1825 -1897) era poco más que eso, el nombre grabado en la placa de una escultura junto a la plaza de Pontevedra. «Lo que ocurre es que la memoria histórica se va apagando», explica.

Con la meta de rescatar del olvido al empresario y filántropo, presenta esta tarde, a las 20.00 horas en el IES Eusebio da Guarda, Vida y obra del mayor patricio coruñés, Eusebio da Guarda González (Publicaciones Arenas). Una indagación sobre la trayectoria de un hombre hecho a sí mismo y en cuya vida no faltaron la ambición ni los claroscuros.

—¿Por qué la palabra «patricio»?

—Porque, en vida de Eusebio de Guarda, era así como se llamaba a los filántropos, un término más actual. Como los antiguos patricios romanos. Así se refieren a él en documentos municipales.

—¿Quién fue Eusebio da Guarda?

—Fue el hijo de un maestro zapatero portugués y de una dama coruñesa. Aquí, su progenitor hizo fortuna y Eusebio estudió para ser piloto mercante. Sin embargo, el mar no le gustaba y se emplea en la casa de Juan Menéndez, un próspero empresario de origen gallego venido de Cuba. A Coruña era entonces el principal puerto del noroeste español y el tráfico marítimo con las colonias de Cuba y Puerto Rico era muy intenso. Ahí es donde se hicieron las grandes fortunas. Menéndez se dedicaba al comercio de importación y exportación, sobre todo, al transporte de migrantes a tierras americanas. Estos trasatlánticos eran conocidos como los «correos». Cuando fallece su jefe, Eusebio se queda con la mujer de Juan Menéndez, pues se casa con Modesta Goicouría, y con sus negocios.

—¿Diría que fue un buen aprendiz?

—Fue una persona muy inteligente para los negocios. Él expandió la empresa, introdujo el comercio de tabaco y consiguió la concesión, por real orden, del traslado de las tropas españolas a Cuba y Puerto Rico. También comercializaba con Filipinas. Además, fue el representante en A Coruña de la Compañía Trasatlántica Española y de la francesa.

—¿Quiso a Modesta, que ostentaba una importante fortuna?

—Muchísimo. Ella era unos diez años mayor que él, cubana, de padre vasco y madre isleña. Embelesaba. Que no pudiera ser soterrada en el panteón de San Andrés, la única condición que puso para sufragar la reconstrucción del templo, le afectó mucho. Estuvo con pleitos con la Hermandad de la Misericordia. Finalmente, los restos de ambos fueron enterrados en el panteón.

—¿Será la biografía definitiva?

—Creo que es una obra completa y documentada. Estuve más de cinco años investigando en los archivos y en los libros de actas municipales. Es la historia vivida por él y las obras que nos dejó: el instituto y el colegio que llevan su nombre, el mercado da Guarda en la plaza de Lugo y la reconstrucción de la iglesia de San Andrés, que hoy es castrense.

—Hay una leyenda negra que lo persigue, el comercio de esclavos.

—Es una fake news que se enriqueciera con el tráfico de esclavos. No consta ningún dato que confirme tal cosa. Estaba penado por ley, España firma el convenio de abolición de la esclavitud en los años veinte del XIX. Se dedicó a transportar emigrantes a Cuba que se empleaban en la construcción del ferrocarril o la industria del azúcar. Trabajaban en condiciones muy duras, sí, pero esa es otra historia. No se puede extrapolar el pensamiento de hoy al pasado. La historia hay que comprenderla en la época en la que ocurre.

—¿Quién vela por su legado?

—Eusebio y Modesta no tuvieron hijos. El negocio de Eusebio da Guarda se muere con él, la consignataria deja de trabajar un año antes de la pérdida de las colonias. Los tres hijos de Modesta con su primer marido estaban en otros lares y la testamentaría vende su casa, en la calle Real y la Marina, que compra el dueño del Banco Etcheverría. Los Banet, en Galicia y en Cataluña, son las últimas ramas familiares que quedan. Podrían revertir la titularidad de tres de las propiedades que dejó, el mercado y los centros educativos, si los destinan a otros usos, como ser un centro comercial, por ejemplo.

Vida y obra del mayor patricio coruñés, 
Eusebio Da Guarda González

  
Es la historia de un personaje tan interesante como lo fue, la de Eusebio da Guarda González. Es digna de ser contada y leída, siendo el recuerdo vivo de la ciudad coruñesa, gracias a él existe el Instituto Da Guarda, el Grupo Escolar del mismo nombre, la Capilla de San Andrés y el Mercado Da Guarda, en la populosa Plaza de Lugo, todo por medio de su caudal personal, proveniente de sus negocios, después de haber contraído nupcias con la mujer de su antiguo patrón, Juan Menéndez, una refinada dama, nacida en La Habana, cuya unión se formaliza en 1854 y la casa de comercio que entonces regentaba su fallecido patrón, queda bajo su responsabilidad, la cual prospera bajo su dirección, siendo Eusebio da Guarda, un próspero comerciante coruñés, el cual no tendría descendencia de su matrimonio, mientras su esposa Modesta Goicouría Cabrera. Tendría tres vástagos. De su primer matrimonio con Juan.

La obra que le causó un mayor problema y grandes disgustos a Eusebio da Guarda, sería la edificación de la Iglesia de San Andrés, en su conflicto con el entonces Gremio de la Paz y misericordia de la Vera Cruz, tal fue su desazón, que el día de la inauguración de dicha iglesia, hubo de ser descerrajada la puerta de la sacristía, para llevar a efecto el acto, las otras edificaciones de este prócer, no supusieron obstáculo alguno a su erección y, hoy la ciudad coruñesa, muestra su obra con esplendor, de un patricio que supo invertir su caudal en las necesarias, para la ciudad que le vio nacer. La cual le estará siempre agradecido.



VER+:


Mercado EUSEBIO DA GUARDA (Plaza de Lugo) La Coruña Galicia España