HISTORIA
DE LA IGLESIA
CATÓLICA
VOLUMEN I. EDAD ANTIGUA
Historia de la Iglesia Católica (Antigüedad) es un manual claro y fiel que recorre, en clave apologética, desde el mundo romano y judío en la “plenitud de los tiempos” hasta el apogeo visigótico. Con prólogo de Mons. Athanasius Schneider, presenta clases con esquemas, exámenes y bibliografías para estudiar, enseñar y evangelizar.Encontrarás la fundación divina de la Iglesia, el primado de San Pedro, Pentecostés y la misión de San Pablo; el crecimiento entre persecuciones (de Nerón a Diocleciano) y la paz de Constantino; las grandes herejías y concilios (Nicea, Constantinopla, Éfeso, Calcedonia) con figuras como San Atanasio, San Agustín, San León y San Gregorio Magno. Atiende con especial cuidado a Hispania (Concilios de Toledo), al monacato (San Benito), a la liturgia antigua y al arte cristiano. Incluye síntesis histórica y teológica y un anexo canónico.Para laicos, catequistas, docentes y clero: una guía práctica para formarte y formar, defendiendo la fe con rigor, claridad y esperanza.
En un tiempo dominado por la inmediatez y los “resúmenes de 60 segundos”, este libro llega como un antídoto: una guía sólida, clara y profundamente católica para comprender cómo nació, creció y se defendió la Iglesia desde los orígenes hasta las primeras invasiones musulmanas. Historia de la Iglesia Católica. Edad Antigua (Vol. I) no es solo un manual: es una herramienta formativa y apologética pensada para lectores que quieren anclar su fe en hechos, fuentes y doctrina segura.
1) Un libro necesario hoy
Muchos católicos intuyen que la crisis cultural y eclesial no se supera con opiniones, sino con formación seria. Este volumen ofrece precisamente eso: una lectura ordenada de los primeros siglos, sin ideologías, sin atajos, y con el respaldo de un autor cualificado. Conocer la historia real (santos, mártires, concilios, herejías y reformas) robustece la inteligencia y el corazón, y vacuna contra errores que reaparecen con nuevos nombres.
2) Qué hace distinto a este volumen
a) Rigor histórico con criterio católico
El P. Gabriel Calvo Zarraute integra contexto político y social (Roma, judaísmo del Segundo Templo) con la vida interna de la Iglesia (jerarquía, liturgia y sacramentos), ofreciendo un cuadro completo. No se limita a cronologías: explica por qué ocurrieron las cosas y qué significan para la fe.
b) Enfoque apologético (sin perder método)
Cuando aborda controversias —donatismo, arrianismo, pelagianismo, nestorianismo, monofisismo, etc.— no se queda en la erudición: muestra el núcleo doctrinal en juego y la respuesta católica. El lector comprende cómo y por qué la Iglesia definió la verdad frente al error. Esto es oro para catequistas, docentes y evangelizadores.
c) Claridad pedagógica
El libro está estructurado con temas y subtemas que facilitan el estudio gradual: empieza por el mundo romano y judío, continúa con los apóstoles (Pedro, Pablo, Juan), avanza por persecuciones, concilios y Padres de la Iglesia, y culmina en la transición tardoantigua. La progresión es natural: del contexto al dogma, de los hechos a su sentido.
d) Hispania en el mapa de la Iglesia
No es frecuente encontrar manuales que integren con solvencia la Iglesia visigoda, los concilios de Toledo, el rito hispánico y figuras como San Isidoro de Sevilla. Este volumen lo hace, y eso enriquece muchísimo al lector hispanohablante.
e) Autor cualificado y prólogo de peso
El P. Gabriel Calvo Zarraute es sacerdote de la Archidiócesis de Toledo, con sólida formación en Teología Fundamental, Historia de la Iglesia y Derecho Canónico, y trayectoria docente e investigadora. Además, el libro cuenta con prólogo de S.E.R. Mons. Athanasius Schneider, que subraya el valor espiritual de estudiar la historia real —la de santos y pecadores— como camino para amar más a la Iglesia.
3) Qué aprenderás al terminarlo
A leer la historia de salvación encarnada en hechos: persecuciones, conversiones, concilios y misiones.
A distinguir desarrollo doctrinal de deformación ideológica.
A reconocer patrones: cómo vuelven antiguos errores con nombres nuevos.
A situar la liturgia, los sacramentos y la jerarquía en su historia concreta (y por qué importa hoy).
A integrar la historia de Hispania en el conjunto de la Cristiandad.
4) Para quién es ideal
Fieles que desean formarse de verdad sin mezclar fe con moda ideológica.
Catequistas, profesores y responsables de formación que necesitan material fiable.
Sacerdotes y religiosos que buscan una síntesis didáctica para cursos, grupos o catecumenados.
Estudiantes y autodidactas que quieren un itinerario completo y bien organizado.
5) Cómo sacarle aún más provecho
El libro es autónomo y se disfruta por sí mismo. Pero si deseas un itinerario totalmente guiado, en la Escuela de Pensamiento Católico Melchor Cano ofrecemos el Curso de Historia de la Iglesia (Edad Antigua) con el propio autor. Cada lección incluye apuntes, esquemas y test, ideales para afianzar lo leído.
Curso relacionado: https://escuelacatolica.online/cursos/curso-de-historia-antigua-de-la-iglesia-catolica/
6) Conclusión: una lectura que forma criterios
No necesitas otro libro de “datos sueltos”, sino una visión unificada, fiel al Magisterio perenne y útil para enseñar. Este volumen te la ofrece. Al cerrar sus páginas, tendrás más que fechas: tendrás criterios para discernir, amar y defender la fe en medio del mundo.
PRÓLOGO
SER Athanasius Schneider
La historia de la Iglesia en perspectiva apologética para la evangelización
El cristianismo es religión histórica porque Dios ha entrado en la Historia de los hombres en la Encamación del Verbo y por esta razón Nuestro Señor Jesucristo es el Señor de la Historia, ya que la conduce hacia su culminación en la Parusía. Por consiguiente, conocer la Historia dela Iglesia equivale a conocer la historia de santidad del Cuerpo Místico de Cristo, los concilios donde se definieron los dogmas contra las herejías, el contexto en el que discurrió la vida de los santos, la historia del martirio de miles de fieles que sufrieron y derramaron su sangre por conservar la fe verdadera. Conocer la santidad y el heroísmo de tantos miembros de la Iglesia, constituye el faro que en nuestro tiempo alumbra el camino para salir del materialismo en que se halla sumergida la sociedad.
La Historia de la Iglesia es la historia de la gracia de Dios que se sirve de pobres criaturas pecadoras, para seguir transmitiendo la verdad eterna y la gracia santificante en medio de los convulsos y cambian tes tiempos. De este modo se comprende que leer la Historia de la Iglesia es una verdadera lectura espiritual que alimenta y fortalece, no sólo el corazón, sino también la mente del católico.
En nuestros días muchas parroquias y comunidades ofertan «cursos de Biblia» donde se ponen en común las más variadas y peregrinas opiniones de cada uno acerca de la Palabra de Dios, pe ro raramente se ofrece cursos de la Historia de la Iglesia. Aquí se halla una clara huella de la protestantización del cuerpo eclesial. Un rasgo característico del protestantismo es la preferencia por el conocimiento bíblico, interpretado arbitrariamente por cada persona, en detrimento del conocimiento histórico. El motivo es que, según el prejuicio de Martín Lutero, la fe cristiana no se arraiga en la historia. Por lo tanto, lo determinante es lo que Cristo signifique para mí, eso implica el peligro de que la fe carecería de fundamento histórico, real, objetivo. De ahí que san John Henry Newman afirmara: «Profundizar en la historia es dejar de ser protestante».
A este respeto, también subyace el presupuesto ideológico de la Modernidad de que Dios no puede intervenir en el mundo, por consiguiente, no cabría hablar de milagros y mucho menos de la Encarnación del Hijo de Dios.
La fe es un don de Dios y no puede brotar de un mero estudio historiográfico, ahora bien, también la fe nunca puede oponerse a la Historia, del mismo modo que no se opone a la recta razón, por más que la supere. De modo que celebro y bendigo esta iniciativa de la Escuela de Pensamiento Católico Melchor Cano, a fin de formar a los católicos en la Historia de la Iglesia, particularmente al P. Gabriel Calvo Zarraute, quien ha puesto en ejercicio todo su saber filosófico, teológico, jurídico e histórico al escribir esta magnífica obra tan didáctica.
Un estudio honesto de la Historia de la Iglesia también revela la plena realidad humana de la Iglesia, los pecados de sus miembros e incluso de sus máximos representantes. No podemos ocultar estos hechos. Esto prueba la verdad de que la Iglesia, hasta el fin de los tiempos, es un corpus mixtum, es decir, un cuerpo en el que san tos y los pecadores conviven al mismo tiempo. La gran separación del bien y del mal en la Iglesia solo llegará al final de los tiempos. Nuestro Señor Jesucristo también lo señaló en el Evangelio, en la parábola del campo en el que el trigo y la cizaña crecen juntos (cf. Mt 13, 24-52).
La Iglesia, dijo papa León XIII, no tenía nada que temer de la verdadera historia. «La primera ley de la historia», escribió León XIII, «es no atreverse a mentir; la segunda, no temer decir la verdad».
Es precisamente la sobria realidad de la Iglesia, con las persecuciones, herejías, apostasías y los graves pecados de muchos de sus miembros, pero también y sobre todo el ejemplo de innumerables santos y cristianos heroicos, lo que demuestra su indestructibilidad. Esto nos infunde serenidad y confianza sobrenaturales. Que las palabras de san Agustín nos fortalezcan:
«En este siglo perverso, en estos días calamitosos, en que la Iglesia conquista su exaltación futura por medio de la humildad presente, y es adoctrinada con el aguijón del temor, el tormento del dolor, las molestias de los trabajos y los peligros de las tentaciones, teniendo en la esperanza su único consuelo, si acierta a dar con el consuelo auténtico, se encuentran muchos réprobos mezclados con los bue nos. Los unos y los otros se ven reunidos como en la red evangélica; y en este mundo, como en el mar, nadan encerrados sin discriminación en las redes hasta llegar a la orilla, donde los malos serán separados de los buenos, y en los buenos como en su templo sea Dios todo para todos. Entonces conocemos que se cumple la palabra del salmo que dice: «Intento decirlas y contarlas, pero superan todo número» (Sal 40, 6). Esto se cumple ahora, desde que comenzó por la boca de su precursor, Juan, y continuó anunciando por su propia boca: «Haced penitencia porque está cerca el reino de los cielos» (Mt 4, 17)».
«Escogió sus discípulos y los llamó apóstoles: de humilde nacimiento, desconocidos, sin letras, a fin de que, cuando llegaran a ser grandes o hicieran algo grande, lo fuera y lo hiciera Él en ellos. Tuvo uno entre ellos, de quien siendo malo se sirvió para el bien, a fin de poder cumplir el propósito de su pasión y proporcionar a su Iglesia un ejemplo de cómo había de tolerar a los malos. Después de sembrar, en cuanto era preciso con su presencia corporal, la semilla del santo Evangelio, padeció, murió y resucitó, demostrando con su Pasión lo que debemos soportar por la verdad, y con su resurrección lo que hemos de esperar en la eternidad, aparte del profundo misterio de su sangre, que fue derramada para remisión de los pe cados. Pasó con sus discípulos cuarenta días en la tierra, y ante su vista subió al cielo, enviando a los diez días el Espíritu Santo que había prometido. Su venida sobre los que habían creído en Él tuvo un signo extraordinario y muy necesario entonces: que cada uno de ellos hablara en las lenguas de todos los gentiles; significando de esta manera la unidad de la Iglesia Católica, que había de extenderse por todas las gentes y hablar en todas las lenguas» (La Ciudad de Dios, XVIII, 49).
+ Athanasius Schneider. Obispo auxiliar
de la Archidiócesis de Santa María en Astaná
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Verdades y Mitos de La Iglesia Católica_ La Historia Contra -- Gabriel Calvo Zarraute -- 1, 2019 -- Editori... by andreegc3





