EL Rincón de Yanka: PELÍCULA DE ANIMACIÓN "LA TORTUGA ROJA" (La tortue rouge, 2016): UN POEMA VISUAL DE UN HOMBRE SOLO

inicio














sábado, 15 de noviembre de 2025

PELÍCULA DE ANIMACIÓN "LA TORTUGA ROJA" (La tortue rouge, 2016): UN POEMA VISUAL DE UN HOMBRE SOLO


LA  TORTUGA  ROJA
El director holandés Michael Dudok de Wit, galardonado con un Oscar al mejor cortometraje de animación ‘Father & Daughter’, estrena de la mano del estudio Ghibi, productor de ‘El viaje de Chihiro’ y ‘Mi vecino Totoro’, ‘La tortuga roja’. Una minimalista obra de arte que no necesita diálogos para emocionar al espectador.
Frente al bullicio de lo urbano, de las carreras histéricas de los salary-man (trabajador asalariado estilo japonés)  y los atestados metros tokiotas, está la calma de los campos de arroz, las lluvias de los entornos rurales, el té en un tatami o la contemplación de los cerezos en flor. Es esta temporalidad laxa, que se diluye, la que nos asombra por exótica y nos maravilla desde la mirada occidental.

‘La tortuga roja’ es también la epifanía de un náufrago que en realidad es el ser humano: nuestro instinto es el salvajismo frente al entorno natural, la dominación de lo ingobernable, y el fatal desenlace ante lo que no podemos controlar. Nuestro náufrago, llegado a una isla en la que nada no hay nada más allá de plantas y otros animales, termina habituandose a una nueva forma de existencia, donde no necesita oprimir lo que le rodea, sino que convive con ello.

La tortuga se nos aparece como toda una alegoría del tiempo y de la vida, como la representación de la calma perdida, de la anhelada pausa que nos desconcierta al principio y nos procura otra existencia cuando la asumimos. Y la mujer que nace del caparazón muerto es el símbolo definitivo de la comunión entre el ser humano, que ya no es invasivo, y la naturaleza.

La formación de una familia que es capaz de convivir y criar a un hijo en armonía con el entorno es un nuevo triunfo en la representación de la coexistencia del ser humano como parte de un esquema natural del que es una pieza más. El propio hijo, que crece y busca tras la ternura inicial de su figura nuevos mundos por explorar, se convierte en signo de la asunción de la irrevocable pérdida.

Ante la marcha del joven, los padres envejecen. El náufrago, ahora un viejo feliz, va a morir al mar, a donde vuelve la mujer que fue tortuga y recupera su forma original. Así, se culmina un círculo fraguado durante todo el largometraje, que mantiene en la película la aspiración de mostrar la existencia y la convivencia con el medio natural como la metáfora de un naufragio.

Un náufrago queda atrapado en una isla desierta, rodeado de aves, cangrejos cotillas y otra serie de animales marinos. Tras varios intentos fallidos de huir de la isla, tendrá que lidiar con las dificultades que la naturaleza le pone y con una tortuga roja que se cruzará en su camino y le cambiará la vida para siempre.
‘La tortuga roja’, con la más sencilla forma de animación y con tan solo los sonidos de la naturaleza y una pieza musical (por Laurent Pérez del Mar) que consigue mezclarse con ellos de manera magistral, pone los pelos de punta al espectador desde el comienzo de la cinta hasta el último segundo. Visualmente es una maravilla, la gama cromática cuidadosamente escogida consigue reflejar perfectamente las sensaciones del náufrago en esa preciosa pero solitaria isla tropical.

La película trata del ser humano y del ser humano con la naturaleza. De la superación de uno mismo, de los miedos y de las dificultades de la vida. Trata del más puro y sencillo amor y de cómo este cambia a las personas. Del ciclo de la vida de un ser humano y de que este no sería posible sin una absoluta conexión con la naturaleza y con todo lo que en ella ocurre.
Esta peculiar obra de animación consigue reflejar lo pequeño e impotente que es el ser humano frente a la naturaleza, pero a la vez consigue hacer sentir ternura, amor, añoranza y desaliento ante la vida.
En conclusión, ‘La tortuga roja’ es un pequeño poema visual y sonoro que mediante una extraña historia entre un náufrago y una tortuga sin ni un solo diálogo consigue hacer reflexionar sobre la naturaleza humana.

Con el rugido de un mar embravecido cuyas olas parecen tragarse en su furia al propio espectador, La tortuga roja (La tortue rouge, Michaël Dudok de Wit, 2016) comienza con una sinfonía sobrecogedora en la que contemplamos atónitos cómo entre las montañas de agua de continuo cambiantes se debate un hombre. Entrevemos también en un instante su barca destrozada. El océano en todo su poder y esplendor resonando y reverberando en nuestros oídos y desbordando nuestra mirada. 

El título del filme dejará paso en una previsible elipsis al náufrago tumbado en la playa de lo que pronto descubriremos que es una pequeña isla, una enorme roca circundada por el bosque y las arenas de su playa. El protagonista no tardará en conocer los contornos de su prisión y saboreará el dolor de la soledad más extrema, pero también sacará todas las fuerzas de su interior para aprender a construir una balsa y así poder huir. Una y otra vez lo intentará, en cada ocasión montando con palos de bambú una balsa de mayor tamaño, y una y otra vez verá sus esfuerzos anulados por la misteriosa intervención de un animal que bajo el agua golpea y destruye sus embarcaciones. 

Dudok de Wit entremezcla detalles de humor con la despiadada lucha por la supervivencia con un cuidado, una atención al detalle y una elegancia narrativa admirables. El tono medido y perfecto de la película nos sumerge en su fantasía y su poesía ínfima compuesta de pequeños gestos, miradas y actos crea una música que impregna cada escena de una emoción intensa. El náufrago solitario tendrá sueños de gran viveza que expresarán en algún momento lo más profundo de sus pensamientos y deseos, de modo que cuando lo increíble y lo fantástico se implanten de verdad en el relato ni él ni los espectadores tardarán en aceptar lo imposible como algo real. 

En estas ensoñaciones tomarán forma tanto su anhelo de escapar, de liberación, como la evanescente belleza del mundo perdido en forma de un cuarteto de músicos que interpretan una melodía clásica en el entorno solitario de la playa. La monotonía de los días solo es rota por sus esfuerzos en la construcción de las balsas con las que se ilusiona en su deseo de huir. 

La soledad y el aislamiento se transmiten con una fuerza incontenible que devendrán en un gesto cruel hacia ese animal que ha hecho inútiles sus esfuerzos por abandonar la isla. Y su despiadado proceder tendrá como respuesta el más sublime acto de comprensión y compasión: 
ese hombre abandonado por el destino ya nunca más estará solo. El relato se impregna así de una atmósfera poética y fantástica que en ningún momento entrará en conflicto con la realidad cotidiana de la isla. Lo increíble deviene posible y cotidiano con una naturalidad sobrecogedora.

De forma contenida, como si nos susurrara el viento o nos cantara una invisible ave extraña y exótica, La tortuga roja se desarrolla entre el asombro continuo por su belleza y la sencillez incontenible de sus formas. Elipsis admirables que hacen sentir el paso del tiempo con una poderosa elegancia encumbran el relato transformándolo en una metáfora de la vida, allí donde el hombre nace, vive, buscará el sentido a su existencia y culminará con la muerte. Una madre que con su mano cubre la de su hijo dándole protección, pero que este apartará para tomar entre la suya la de ella: 

ahora le corresponde a él tomar su lugar, ser la persona que, asumiendo el relevo vital y natural, cuidará de quien durante su infancia lo ayudó a crecer y convertirse en quien es. Miradas y gestos que explican más que todas las palabras del mundo, la de ese hijo que posa sus ojos en sus padres y no necesita más para hacerles entender que ha llegado el momento de marchar, de emprender por sí mismo el aprendizaje de la vida. 

El sonido de la naturaleza, calmada y violenta, hermosa y aterradora, es la música de fondo de una historia que crece a cada plano utilizando los elementos narrativos más esenciales, aquellos que nos conforman como seres humanos capaces de amar y de entregar nuestras vidas a aquellos que amamos. Y también de cómo pueden hacerlo con la misma pasión y fuerza cada animal, cada caña de bambú y cada hoja arrastrada por el vendaval como una sinfonía donde la humanidad pareciera no estar solo conformada por nosotros: de cómo el amor y el perdón no son cualidades exclusivas de los hombres.

LA TORTUGA ROJA | Tráiler Oficial Español | HD