EL DIABLO
ESTÁ ENTRE
NOSOTROS
El mundo se encuentra en un momento histórico en el que se está poniendo en tela de juicio el statu quo vigente desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Tras esta crisis sistémica se camuflan entidades supranacionales cuyos intereses trascienden el de los estados y sus ciudadanos.Son esos agentes del caos los que manipulan procesos económicos y geopolíticos desde los órganos de toma de poder para configurar un relato falaz, maniqueo, basado en una supuesta lucha de las sociedades libres contra los países totalitarios. En realidad, las fronteras ideológicas se borran cuando estudiamos a fondo las estructuras del sistema, que están más cerca de configurarse en torno a una plutocracia extractora de rentas que de un modelo que proteja los derechos y libertades ciudadanas.Lorenzo Ramírez, periodista de investigación y autor superventas de "Las claves ocultas del 11M", realiza un análisis riguroso del papel de estos agentes del caos que quieren salvaguardar el viejo orden acabando con la libertad de acción y pensamiento. La pandemia, la lucha contra el cambio climático, la guerra de Ucrania y la pugna entre Estados Unidos y China por el trono de la hegemonía mundial están provocando una situación crítica en Occidente en la cual los gobernantes europeos son cómplices necesarios. Un suicidio geopolítico, económico y social que revela hasta qué punto el diablo está entre nosotros.
Después le transportó (el diablo) una altura,
le mostró todos los reinos del mundo, en un instante,
y le dijo: “Yo te daré todo este poder y la gloria de ellos,
porque a mí me ha sido entregada, y la doy a quien quiero.
Si pues te prosternas delante de mí, Tú la tendrás toda entera”.
Lc 4, 5-7
Porque para nosotros la lucha no es contra sangre y carne,
sino contra los principados, contra las potestades,
contra los poderes mundanos de estas tinieblas,
contra los espíritus de la maldad en lo celestial,
Ef 6, 12
PREFACIO
El hombre más peligroso para cualquier Gobiernoes el que es capaz de pensar por sí mismo.HENRY Louis MENCKEN (1880-1956) 1.
Abandoné definitivamente la caverna mediática en el año 2018 por razones estrictamente morales, tras casi dos décadas de trabajo en diarios de papel y digitales, cadenas de televisión y radios dependientes de la publicidad institucional y corporativa. La ilusión con la que inicié mi andadura en la profesión periodística fue diluyéndose como un azucarillo en una taza de café caliente alejándome de aquel joven que confiaba en la capacidad del denominado cuarto poder para fiscalizar a quienes gobiernan el mundo. La falsa dicotomía entre izquierda y derecha, configurada en torno a trincheras ideológicas y mediáticas, había agotado mis fuerzas hasta acabar repudiando aquello a lo que había dedicado los mejores años de mi vida.
Este proceso vital coincidió con el traslado de mi residencia al sur de España por cuestiones familiares, lo cual me ayudó a cambiar de perspectiva mientras decidía cuáles serían mis próximos pasos profesionales. Solicité una plaza de profesor asociado en la Universidad de Málaga a pesar de que era consciente de que los procesos de se lección se alargan en el tiempo y colaboré esporádicamente con algunos artículos e intervenciones puntuales en programas de radio. A los pocos meses, recibí una llamada del periodista e historiador César Vidal, con el que había trabajado en el pasado, y que se había exiliado a Estados Unidos, desde donde emitía un podcast diario llamado La Voz. Su proyecto era totalmente independiente porque se financiaba exclusivamente con las aportaciones de los oyentes -lo cual se ha mantenido desde entonces-, y me ofreció dirigir un espacio de análisis de economía. Acepté sin dudarlo y volví a recuperar la ilusión perdida. Bautizamos la sección con el título «Despegamos» y, por primera vez en mi periplo profesional, pude exponer los hechos y acontecimientos desde la absoluta honestidad intelectual, sin estar sujeto a la presión del banco, el ministerio o el Gobierno de turno. La gran acogida que tuvo el podcast nos hizo crear un año después un programa semanal enfocado a la geopolítica, desvelando los hilos que mueven la agenda internacional, especialmente en lo referente al papel de los agentes globalistas, que promueven el caos para imponer su orden o, al menos, preservar el que impusieron después de la Segunda Guerra Mundial y apuntalaron en la década de los años setenta del pasado siglo.
La llegada de la pandemia y, sobre todo, la manipulación política y mediática de la misma, incrementaron notablemente las necesidades informativas de una sociedad que cada día era más consciente de que estaba siendo manipulada. Los confinamientos en el marco de «La Gran Reclusión», los criterios cambiantes en materia sanitaria, la expansión de las tecnologías asociadas al control poblacional y el uso del miedo constante para pastorear a los ciudadanos supusieron un punto de inflexión. Una parte de la población buscaba algo de luz entre tanta oscuridad y fue aprovechado por desinformadores sin escrúpulos para extraer una gran rentabilidad y crear más distorsiones cognitivas, aunque también permitió que profesionales sacrificados tuviéramos una atención mayor. Esta especie de despertar, similar al que se produce en los protagonistas de la película Matrix, recibió un nuevo impulso tras la entrada de Rusia en la guerra civil ucraniana, que mantenían desde 2014 las repúblicas del Dombás con el gobierno de Kiev. El relato maniqueo que nos presentaron en Occidente los laboratorios de ideas (think tanks), grupos de análisis internacionales y tertulia nos afectados por el síndrome de Estocolmo hacía agua por todas partes en cuanto se aplicaba a los mensajes un mínimo de estudio con espíritu imparcial. En todos los estratos sociales empezó a calar la idea de que estábamos sufriendo un nuevo episodio de engaño masivo.
¿Hacia quién se dirigían realmente las sanciones? ¿Y si los enemigos más peligrosos no estaban fuera de nuestras fronteras?
¿Era posible que nuestros aliados internacionales fueran en realidad secuestradores a los que agradecíamos que nos pusieran un plato de comida en la mesa, aunque después nos encerraran bajo llave?
¿Estábamos siendo víctimas de una operación psicológica dirigida a mantener el velo que no nos dejaba ver que el diablo estaba entre nosotros?
Estas cuestiones sembraron la duda incluso en una parte de las élites que no participan en este mecanismo de control. Algo se había roto en la configuración de la gran narrativa global. Era el verano del año 2022 y las posibilidades de alcanzar la paz en el este de Europa se habían alejado por la presión de la cúpula de la OTAN al Gobierno de Zelenski. El doctor Vidal y un servidor preparábamos los contenidos de una temporada que iba a ser de alto voltaje. El periodo estival fue frenético y cuando estábamos a punto de iniciar las emisiones en el mes de septiembre recibí la llamada de La Esfera de los Libros. Lo cierto es que me sorprendió comprobar hasta qué punto una gran editorial se interesaba por nuestro trabajo, y rápidamente fui consciente de su valentía para querer exponer determinados hechos que permanecían fuera del radar de la opinión pública, sobre todo en España, aunque fueran relevantes y absolutamente incontestables. Sin embargo, en aquel momento era demasiado pronto para poder presentar un marco conceptual pro fundo y, además, estaba preparando una serie sobre los atentados terroristas del 11de marzo de 2004 de cara al vigésimo aniversario de la matanza. Acordamos, por lo tanto, plasmar primero el resultado de mis investigaciones sobre la masacre y dejar la cuestión del desorden geopolítico global para más adelante. Cuando Las claves ocultas del 11 M vio la luz en la primavera de 2024, el archivo documental del libro que tiene ahora el lector en sus manos estaba prácticamente realizado y fue entonces cuando comencé a elaborar un hilo conductor que diera forma a la obra. Uno de los aspectos en los que más he querido incidir es en acudir a fuentes precisas y abundantes, que se plasman en casi quinientas notas a pie de página que pueden consultarse al final del volumen. Evidentemente hay opinión y análisis en este trabajo, pero sobre todo se trata de una exposición de declaraciones, hechos históricos, documentos y acontecimientos concretos y comprobables que, lamentablemente, permanecen al margen del conocimiento del gran público.
Siempre me ha maravillado la figura del «Emboscado» (y su evolución, el «Anarca»), creadas por Ernst Jünger, que fue uno de los escritores alemanes y cronistas europeos más destacados del siglo XX debido a su capacidad analítica, larga vida y a los acontecimientos que le tocó vivir. Un autor tan criticado como incomprendido por su independencia intelectual, que en sus ensayos y novelas describió estas dos figuras como un grito de libertad en una era de miedo, catástrofes y tiranía. Una obra en la que sugiere que la capacidad de los seres humanos para salir del engaño universal no está en la huida o en la mera oposición, sino en la confrontación interna y la conexión con las fuentes primordiales del Ser, haciendo de la «emboscadura» un espacio de acción para minorías que aspiran a una forma de existencia auténtica en tiempos turbulentos. Como expone de forma brillante el autor español Raúl Andrés Pérez, los textos de Jünger «van dirigidos al hombre que vive en un mundo en el que han caído los referentes morales y donde imperan la incertidumbre y el derrotismo, frente al poder aparentemente omnímodo de las nuevas formaciones políticas y técnicas. El Estado utiliza los sentimientos básicos del miedo a la muerte y el odio al disidente para anular cualquier veleidad de resistencia. A esto se añade que, mediante el refinamiento de los métodos de vigilancia, se fomenta la sensación de control ilimitado que anula la privacidad y la libertad de los ciudadanos».2
Un enfoque que muestra la capacidad del autor alemán para anticipar cómo sería la sociedad de principios de siglo XXI.
Para luchar contra esta ofensiva de los agentes del caos es necesario tener una posición proactiva, lo cual no implica entrar en confrontación directa -ni mucho menos violenta- contra los poderes establecidos, sino que requiere una transformación interior. Desde las élites se nos intenta convencer de que esta labor solo está al alcance de unos pocos, pero esto es otro ejemplo de manipulación mental. Como señalaba Jünger, «cuando hablamos de la persona singular estamos refiriéndonos al ser humano, al hombre tal cual, pero desprovisto del regusto añadido que esa palabra ha ido adquiriendo en el transcurso de los dos últimos siglos. Estamos refiriéndonos a la persona libre, tal como fue creada por Dios. Ese hombre no representa una excepción, no es una minoría selecta. Antes, al contrario, se halla oculto ·en el interior de todos y cada uno de nosotros; las diferencias que aquí aparecen son únicamente el resultado de la diferencia de grado en que el ser humano haya sido capaz de hacer realidad la libertad que le ha sido otorgada. Para eso es preciso prestarle ayuda, y se le ha de prestar con el pensamiento, con el conocimiento, con la amistad, con el amor».3 Todos llevamos la semilla, pero hay que plantarla, regarla y cuidarla de los cuervos que acechan en el horizonte.
Esta actitud vital es, si cabe, más difícil en un contexto de emergencia permanente. Los plutócratas modernos emplean todos los recursos que tienen a su disposición para crear una situación de terror continua, algo sobre lo que también advertía el autor alemán al manifestar la necesidad de tener la cabeza fría y no caer en las garras de aquellos que nos quieren sacar del difícil equilibrio en el cual debemos situarnos: «En nuestra situación actual estamos obligados a contar con la catástrofe; para que no nos sorprenda de improviso por la noche, debemos seguir pensando en ella también mientras dormimos. Solo de ese modo conseguiremos tener unas reservas de seguridad que hagan posible el actuar de forma razonable. Cuando se disfruta de total seguridad, el pensamiento se limita a jugar con la catástrofe; la incluye en sus planes como un factor que es poco probable, y la cobertura que frente a ella adopta se reduce a unas pequeñas medidas de seguridad. En nuestros días las cosas ocurren al revés. Tenemos que dedicar a la catástrofe casi todo el capital, precisamente para mantener franco el camino del medio, un camino que se ha vuelto tan estrecho como el filo de un cuchillo». 4
Otra visión profética que define a la perfección los tiempos actuales, en los que se pueden lanzar soflamas defendiendo que la Tierra es plana, que las antenas de telecomunicaciones sirven para controlarnos como si fuéramos los personajes de un videojuego, que nos fumigan para que enfermemos y seamos más manejables, que las farmacéuticas introducen nanobots en los compuestos que nos inoculan y, en definitiva, todo un conjunto de estrambóticas afirmaciones que, a pesar de no soportar el mínimo contraste científico, son difundidas sin cortapisas en las redes sociales sin que preocupen a los promotores de un engendro que los auto res Michael Shellenberger y Matt Taibbi denominan el «Complejo Industrial de la Censura», formado por un conjunto de agencias gubernamentales, ONG y las empresas privadas más poderosas del mundo que trabajan juntas para silenciar la disidencia. 5 Pero solo a quienes intentan no abandonar el camino del medio sin dejarse llevar por los cantos de sirena delos oficialistas, por un lado, y de los desinformadores profesionales, por otro, en los cuales hay dos grupos diferenciados: los que cobran una remuneración por ello y los subyugados por la locura colectiva del momento, cuyos argumentos, aunque no siempre sean conscientes, han sido fabricados en los departamentos de ingeniería social de los agentes del caos.
Hace varios años un miembro de la comunidad de inteligencia español me explicó el proceso psicológico que sirve de sustrato a este tipo de prácticas de desinformación profesional, que aprovecha la falta de conocimiento de sus difusores involuntarios y la viralidad que proporcionan los nuevos sistemas de comunicación:
«En las sociedades es necesario establecer vías de escape mentales para que el sistema de control pueda mantenerse en el tiempo, ya que las personas, más tarde o más temprano, se dan cuenta de que hay demasiados elementos que no cuadran en la mayoría de las versiones oficiales. Del mismo modo que sucede con una olla a presión, que necesita que salga el aire caliente por la espita para evitar que se produzca una explosión, es imprescindible abrir vías que pongan en duda las narrativas del establishment, pero solo aquellas que tengan poco sustento real. Los críticos que advierten sobre las verdaderas realidades que se quieren ocultar son perseguidos, pero a los que dan alas a las teorías más dementes se les permite campar a sus anchas».
Un ejemplo de ello es el proyecto ELISA, programa del Centro Nacional de Inteligencia español que consiste en una caza de brujas modernas para limitar el alcance de las críticas contra la agenda globalista. Se puso en marcha en abril de 2020, coincidiendo con el inicio de los confinamientos por la pandemia, como un observatorio digital dentro del laboratorio para el análisis de la desinformación. Una presentación oficial interna, en la que se hizo un diagnóstico de los primeros cinco meses de funcionamiento, establecía que su misión real era acabar con las «narrativas antiglobalistas», porque «tienen una marcada naturaleza antisistema contraria a las instituciones democráticas». Esto es una gran manipulación, ya que no hay nada más antidemocrático que la promoción del globalismo que persigue, precisamente, la destrucción de lo que queda de las democracias occidentales y acabar con las soberanías nacionales, para entregar la gestión a una serie de tecnócratas que se sientan en consejos de administración de multinacionales y en organismos supranacionales para determinar el rumbo de las sociedades. 6 Por denunciar estos hechos, un servidor de ustedes está en la lista negra mientras otros son invitados a platós de televisión a vender su mercancía averiada. 7
Es fundamental ser precisos, porque existe un evidente intento de confundir a la opinión pública sobre el significado real de «globalismo», que suele difuminarse de forma deliberada con el de «globalización», a pesar de que se trata de dos conceptos antagónicos. El globalismo es una política supranacional implantada por burócratas que trabajan en despachos gubernamentales, consultoras internacionales y grandes corporaciones que consideran el mundo entero como una esfera propicia para su influencia política y que tiene como objetivo controlar el proceso de la globalización, el cual surge de ]as necesidades de los pueblos de establecer relaciones comerciales y sociales para elevar sus estándares de vida, gracias en buena medida al desarrollo de las redes de transporte y la extensión de las tecnologías de comunicación a lo largo y ancho del globo. El profesor alemán Thorsten Polleit lo explica de esta forma:
«El objetivo del globalismo es determinar, dirigir y controlar todas las relaciones entre los ciudadanos de varios continentes por medio de intervenciones y decretos autoritarios. Ese es el argumento central del globalismo: lidiar con los problemas cada vez más complejos de este mundo (...) mediante un proceso centralizado de toma de decisiones, a nivel mundial. Consecuentemente, las leyes sociales, laborales y reglamentaciones económicas deben ser armonizadas alrededor del mundo por un cuerpo burocrático supranacional, con la imposición de legislaciones sociales uniformes y políticas específicas para cada sector de la económica de cada país. El Estado-Nación -en la condición de representante soberano del pueblo- se tornó obsoleto y debe ser sustituido por un poder político transnacional, globalmente activo e inmune a los deseos de los gobernados».8
La Unión Europea es la muestra más evidente de esta agenda y desde su génesis ha sido el proyecto piloto del globalismo, como vamos a ver más adelante. Los jerarcas de la Comisión Europea combaten con sus actuaciones la identidad de los países del club comunitario mediante programas políticos, económicos y de intervención social, como la Agenda 2030 y las regulaciones que emanan de esta iniciativa global, para moldear a los habitantes del primer mundo que se han convertido en una rémora para el desarrollo de los pueblos. Como apunta el profesor Miguel Antxo Bastos:
«La gente confunde el mercado común, que es una buena idea, con la Unión Europea, que es una superestructura política por encima que regula, dirige y gobierna las economías de los países. Y eso es lo que no puede ser, y es lo que está ahogando a Europa. De hecho, está estancada del todo, prácticamente no hay innovación, existe un declive demográfico tremendo, hay una paralización económica total. Llevamos 20 años estancados con respecto al resto del mundo».9 De eso trata el proceso geopolítico que algunos denominan Nuevo Orden Mundial, término que en esta obra rebautizamos como Nuevo Desorden Global promovido por los agentes del caos que aspiran a aplicar un orden coactivo eminentemente liberticida.
Esto no implica que exista un grupo concreto de personas con grandes recursos que dirija el mundo desde las sombras sentados alrededor de una gran mesa con un mapamundi de colores. El mecanismo de control incorpora diferentes clanes, intereses, capitales y objetivos, en una lucha entre pastores para decidir a qué redil de ben ir las ovejas. Normalmente se ponen de acuerdo en la necesidad de ir del punto A al B, pero no en el camino a seguir, una ruta que nunca es directa y que se estructura como una gran malla o tela de araña que permita modificar el rumbo cuando la situación lo re quiera. En numerosas ocasiones los promotores de esta agenda cho can por tener intereses antagónicos, pero en lo esencial se ponen de acuerdo: la homogeneización de los pueblos, la asunción de un sistema económico corrupto, la destrucción de los pilares sobre los que se han edificado las sociedades (con especial énfasis en la desestructuración de la familia) y el control global de los disidentes mediante un uso intrusivo de las herramientas tecnológicas. El propio Jünger ya anticipó la llegada de esta ofensiva de las élites, que él de nominaba como los «titanes», a los cuales solo se puede plantar cara si conocemos su existencia:
«Y entonces se hunden en el polvo las dictaduras. Aquí es donde se hallan las reservas, apenas explota das todavía, de nuestro tiempo, y no solo del nuestro. Esa libertad es el tema de la historia como tal y es lo que la deslinda, por un lado, frente a los reinos de los demonios y, por el otro, frente al acontecer meramente zoológico. Esto se halla prefigurado en el mito y en las religiones y es algo que retorna siempre; los Gigantes y los Titanes aparecen siempre con la misma prepotencia. Y, sin embargo, ya ha habido casos en los cuales ha bastado la piedra lanzada por la honda de un pastor o la bandera empuñada por la mano de una doncella o una ballesta capaz de disparar flechas (...). El auténtico problema está, más bien, en que una gran mayoría no quiere la libertad y aún le tiene miedo. Para llegar a ser libre hay que ser libre, pues la libertad es existencia; la libertad es ante todo la concordancia consciente con la existencia y es el placer, sentido como destino, de hacerla realidad. Entonces es libre el ser humano y a partir de tal instante, así como las grandes masas de la roca primitiva producen cristales con la presión que ejercen, así este mundo que está lleno de coacciones y de medios de coaccionar habrá de servir para poner de manifiesto la libertad en su entero esplendor».10 Difícil expresar tanto con menos palabras.
Otra idea clave es que las dictaduras -permanezcan ocultas o estén a la vista de todos- solo pueden mantenerse con una cierta aclamación popular. Las masas son guiadas para que demonicen a todos los que cuestionen el sistema de control, en un sistema perverso que, paradójicamente, permite que libros como este puedan ver la luz. Como exponíamos anteriormente con la teoría de la olla a presión, «se necesita un pequeño porcentaje de disidencia que legitime la ficción de permitir la decisión libre de los súbditos -explica Raúl Andrés Pérez-, ese enemigo del pueblo que se convierte en el blanco del odio y la justificación del terror, lo cual sería imposible en un escenario de unanimidad. Al mismo tiempo, la propaganda se encarga de hacer creer a los rebeldes que se encuentran en soledad, frente al número y la superioridad moral de los buenos ciudadanos».11 Un mecanismo de manipulación del pensamiento que las élites llevan décadas desarrollando a golpes, como un martillo que forja el acero en un yunque. Pandemias, fraudes electorales, guerras a la carta, terrorismo de falsa bandera, catástrofes natura les..., todos ellos elementos que están sirviendo a las grandes tecnológicas para, en colaboración con los estados profundos de los países occidentales, ir realizando experimentos sociales con los que modelar discursos y perfeccionar mecanismos para encontrar a los versos sueltos que no solo no creen las versiones oficiales, sino que tampoco se tragan las alternativas difundidas por las cloacas del sistema.
Siguiendo la línea argumental del ya fallecido Israel Shahak, autor judío perseguido por su propio pueblo por denunciar las actuaciones del movimiento sionista, este libro aspira a cumplir con la función esencial del cronista, «cuyo deber, por el bien del pasado y del futuro, es buscar, encontrar, defender y conseguir la aceptación de aquellas verdades históricas que superarán la prueba del tiempo, independientemente de consideraciones de conveniencia política que puedan elevarse a la categoría de dogma universal con el apoyo de los medios de comunicación de masas y la ayuda de los medios de control gubernamentales. La adhesión ciega a conclusiones políticamente motivadas y la ocultación de documentos históricos esenciales nunca podrán ayudar a alcanzar esa objetividad indispensable para la búsqueda de la paz y la pervivencia de la humanidad. El mundo actual no puede permitirse tolerar mentiras históricas».12
Vivimos un momento de cambio de paradigma, en una especie de parto que viene acompañado de sangre y dolor. La pandemia, la religión climática, la guerra de Ucrania, la reconfiguración de Oriente Medio y la pugna entre Estados Unidos y China por el trono de la hegemonía mundial está provocando una crisis sistémica en la cual el continente europeo es el gran perdedor al verse reducido su peso estratégico en Occidente, un proceso que ha sido, hasta cierto punto, permitido -y en no pocos casos provocado- por las acciones de aquellos gobernantes que, en teoría, son los responsables de garantizar la supervivencia de un modelo político y económico que ahora toca a su fin.
El viaje que ahora vamos a iniciar aspira a aportar luz sobre una serie de procesos económicos y geopolíticos que se intentan manipular desde los órganos de toma de poder para configurar un relato falaz, maniqueo, basado en una supuesta lucha de las sociedades libres contra los países totalitarios. En realidad, las fronteras ideológicas se borran cuando estudiamos a fondo las estructuras del sistema occidental, que están más cerca de organizarse en torno a una plutocracia extractora de rentas que en existir como verdaderas democracias. Antes de ver la paja en el ojo ajeno debemos quitarnos la viga del propio con un análisis riguroso del contexto geopolítico de nuestros días, para poder así detectar los riesgos y oportunidades de cara al futuro. Como decía Kevin Spacey en la película "Sospechosos habituales", 13 recuperando el viejo aforismo, el mejor truco del diablo ha sido convencer al mundo de que no existe, porque entonces puede actuar con total impunidad. Sobre todo, si está entre nosotros...
_________________________
1 «The most dangerous man, to any government, is the sort of man who is able to think things out for himself, without regard to the pre vailing superstitions and taboos. Almost inevitably he comes to the conclusion that the government he lives under is imperfect, and sohe tries to change it. Nine times out of ten, of course, he is wrong. That is to say, the kind of government he thus unlawfully inclines to is probably just as bad as the kind he propases to supplant», George Jean Nathan; Henry Louis Mencken, «Répétition générale», The Smart Set, 60 (4), 1919, p. 71.
2 Raúl Andrés Pérez, Ernst Jünger y la Emboscadura, Editorial Manuscritos, Aranjuez (Madrid), 2022.
4 Ibid.
5 Estos dos autores, junto a los periodistas Rupa Subramanya y Craig Aaron, fueron invitados a una sesión del Comité de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos sobre el Poder Judicial en el que explicaron los peligros derivados del poder de lo que denominan The Censorship-Industrial Complex.
6 ELISA es una herramienta del departamento de ciberseguridad del centro criptológico nacional, organismo a su vez dependiente del Ministerio de Defensa español y que, en teoría, es el organismo responsable de garantizar la seguridad de los servicios de tecnologías de la in formación y comunicaciones en las diferentes entidades de la Administración Pública, así como la seguridad de los sistemas que procesan, almacenan o transmiten información clasificada. Este organismo fue creado en el año 2004 por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) que es quien en realidad lo controla.
7 Lorenzo Ramírez y César Vidal, «Caza al disidente: Servicios de inteligencia eliminan el discurso antiglobalista», Cesarvidal.tv, 16 de septiembre de 2023.
8 Thorsten Polleit, «La diferencia básica entre globalismo y globalización económica», Centro Mises, 10de noviembre de 2017.
10 Ernst Jünger, La Emboscadura ... op. cit.
11 Raúl Andrés Pérez, Ernst]ünger y ..., op. cit.
12 Israel Shahak, Historia judía, religión judía. El peso de tres mil años, Machado Libros, Madrid, 2002.
13 Bryan Singer, Sospechosos habituales, Polygram/Spelling Firms, 1995.


0 comments :
Publicar un comentario