NO PIENSES EN UN ELEFANTE:
LENGUAJE Y DEBATE POLÍTICO
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Las palabras no son inocentes. Puede que aún menos de lo que pensábamos. La palabra «elefante» hace que evoquemos automáticamente a un animal de trompa flexible y orejas grandes. Incluso cuando le pedimos a alguien que no piense en uno, lo estamos evocando. No solo eso: estamos dando carta de validez a esa palabra para referirnos a ese animal en concreto.Lo mismo ocurre en el lenguaje político. Los republicanos estadounidenses, desde Reagan y hasta Trump, han conseguido activar, en una parte significativa de la población, los marcos mentales que más les convienen, entre ellos el del Estado como «padre estricto» que define reglas de conducta, que castiga y educa con firmeza cuando la situación lo requiere. Movilizan así entre sus votantes representaciones como la del individuo expoliado por el Estado (para justificar la rebaja de los impuestos) y mitos como el del carácter sacrosanto del matrimonio (para oponerse al matrimonio homosexual).¿Puede esa estrategia funcionar en sentido contrario? ¿Podrían utilizarse los marcos mentales para activar otros valores, principios y directrices políticas? ¿Hacer, por ejemplo, que la apuesta por la paz y el diálogo tenga más peso que el miedo al terrorismo?A estas preguntas trata de responder George Lakoff en este amenísimo ensayo convertido ya por derecho propio en un clásico contemporáneo.
■ Presentación
Este famoso y combativo libro de George Lakoff sobre el lenguaje político —con cientos de miles de ejemplares vendidos en EE. UU.— nace de las derrotas electorales de los demócratas estadounidenses y de la frustración de este estudioso ante el modo errático en que sus correligionarios entendían la comunicación en política. Pero ya en 1996 Lakoff había publicado un libro mucho más académico, Moral Politics. What Conservatives know that Liberals don't, en el que analizaba las «visiones del mundo» propias de los conservadores (republicanos) y los progresistas (demócratas) de EE. UU. No pienses en un elefante, este pequeño libro de combate, sintetiza décadas de trabajo y discusión en el ámbito de la lingüística cognitiva, en el que Lakoff es un autor de referencia. Y eso lo enriquece y hace fructífera su lectura.
Los conservadores estadounidenses, señala Lakoff, han invertido billones de dólares desde los años setenta en think tanks 1, en financiar investigadores y encuentros dedicados a estudiar la mejor forma de estructurar y comunicar sus ideas y de destruir las posibilidades de su adversario. Y lo lograron. Consiguieron definir las grandes cuestiones políticas en sus términos y etiquetar a sus opositores desde su lenguaje y sus valores. Los demócratas estaban claramente a la defensiva, al menos hasta que, gracias en parte a la decidida contribución de Lakoff, éstos a su vez han conseguido recientemente afirmar una posición alternativa a la de los neoconservadores.
Los conservadores elaboraron una estrategia adecuada a la sociedad de la comunicación, que es la de la mediatización de la política. La indagación de Lakoff parte de una perplejidad.
¿Qué tienen en común, se preguntaba, las diversas posiciones conservadoras en los varios asuntos que componen la agenda política: los impuestos, el aborto, la guerra de Irak, los seguros sociales, etc.? Aparentemente nada, se decía; forman un puzle de actitudes incoherentes. Sin embargo, al ver esas políticas desde los sistemas de conceptos sobre la moral, que estaba entonces estudiando, Lakoff captó una coherencia subyacente a estas diversas posiciones. En su hipótesis, tanto las políticas conservadoras como las progresistas tienen una consistencia moral básica, se fundamentan en visiones diferentes de la moral familiar, que se extienden a la política y a otros ámbitos.
La familia conservadora se estructura en torno a la imagen del padre estricto que cree en la necesidad y el valor de la autoridad, que es capaz de enseñar a sus hijos a disciplinarse y a luchar en un mundo competitivo en el que triunfarán si son fuertes, afirmativos y disciplinados.
El gran logro de la estrategia de los conservadores ha sido el de estructurar todos los asuntos políticos en torno a estos valores básicos y profundamente asentados en la mentalidad de gran parte de los ciudadanos. Profundizando ese sistema de conceptos y valores, los intelectuales al servicio de los republicanos estadounidenses han sido capaces de elaborar un discurso articulado y un lenguaje eficaz. Eficaz porque reconoce el poder de nombrar, que es el de empotrar cada denominación en un marco conceptual que implica valores y sentimientos de los que las audiencias son generalmente inconscientes. Y ese lenguaje bien armado con sus implicaciones morales y emocionales tiene el poder de definir las realidades una vez introducido y reiterado en los medios de comunicación. La «guerra contra el terror» es un ejemplo. Activa el miedo a un terror difuso —y con el miedo, el marco del padre estricto— y asocia terrorismo con «guerra», que requiere un comandante en jefe, un «presidente de guerra», poderes especiales para la guerra, así como naciones que atacar, etc.
Los progresistas tienen también un sistema moral que se enraíza en una concepción de las relaciones familiares. Es el modelo de los padres protectores, que creen que deben comprender y apoyar a sus hijos, escucharles y darles libertad y confianza en los demás, con los que deben cooperar. Este sistema moral inspira sus opciones políticas, como el del padre estricto organiza las de los conservadores. Pero los progresistas no han sido tan conscientes como éstos de la necesidad de dotarse de un lenguaje coherente que les permita definir desde sus propios valores y sentimientos los asuntos en juego en el espacio público. Y así han aceptado el lenguaje y los marcos de sentido impuestos por los radicales neoconservadores, aunque los discutieran. Pueden abandonar su posición defensiva sólo afirmándose en sus propios valores y sentimientos y en lo que éstos pueden aportar. Deben enmarcar los diferentes asuntos en su sistema de conceptos morales y su lenguaje. En el caso de la «guerra contra el terror» vale la pena afirmar, sostiene Lakoff en primer lugar, que ésta ha debilitado a los EE. UU. y que la identificación del enemigo, Sadam y su país, con Al Qaeda y el terrorismo era una ficción interesada; que la diplomacia es mejor que la guerra, etc.
Esta notable obra de Lakoff permite introducir la reflexión sobre las implicaciones de los diferentes discursos políticos en otros ámbitos, como el español, donde los conservadores han aprendido la lección de sus correligionarios estadounidenses. Aquí también han optado por un lenguaje agresivamente afirmativo de un sistema conceptual unificado que organiza y da coherencia a sus posiciones políticas y las vincula con valores y sentimientos morales. Y esta capacidad de movilizar emociones es un arma de enorme valor en el contexto de la mediatización de la polí- tica. Algo que urge a los progresistas aprender a hacer.
Cristina Peñamarín
■ Prólogo
El cambio de marco es cambio social
Los marcos son estructuras mentales que conforman nuestro modo de ver el mundo. Como consecuencia de ello, conforman las metas que nos proponemos, los planes que hacemos, nuestra manera de actuar y aquello que cuenta como el resultado bueno o malo de nuestras acciones. En política nuestros marcos conforman nuestras políticas sociales y las instituciones que creamos para llevar a cabo dichas políticas. Cambiar nuestros marcos es cambiar todo esto. El cambio de marco es cambio social.
Los marcos de referencia no pueden verse ni oírse. Forman parte de lo que los científicos cognitivos llaman el «inconsciente cognitivo» — estructuras de nuestro cerebro a las que no podemos acceder conscientemente, pero que conocemos por sus consecuencias: nuestro modo de razonar y lo que se entiende por sentido común. También conocemos los marcos a través del lenguaje. Todas las palabras se definen en relación a marcos conceptuales. Cuando se oye una palabra, se activa en el cerebro su marco (o su colección de marcos). Cambiar de marco es cambiar el modo que tiene la gente de ver el mundo. Es cambiar lo que se entiende por sentido común. Puesto que el lenguaje activa los marcos, los nuevos marcos requieren un nuevo lenguaje. Pensar de modo diferente requiere hablar de modo diferente.
Actualmente en Estados Unidos sólo hay un think tank progresista implicado en una empresa importante de cambio de marco: el Instituto Rockridge. Es nuevo y está creciendo. El Instituto Rockridge reúne a científicos y lingüistas cognitivos con científicos sociales para reenmarcar todo la gama de las cuestiones importantes en políticas públicas desde una perspectiva progresista. Sus investigaciones no son partidistas y se publican en abierto en su página web. Este libro utiliza y difunde esas investigaciones.
Como respuesta a la demanda del público, éste es un libro breve e informal. Quiere ser una guía práctica tanto para ciudadanos activistas como para cualquiera que tenga un serio interés por la política. Quienes deseen un tratamiento más sistemático y académico deberían leer mi libro "Moral Politics: How Liberals and Conservatives Think" (Política Moral: Cómo piensan los conservadores y los progresistas). Este libro fue escrito y publicado con ocasión de las elecciones americanas de 2004. Pero desde entonces su importancia ha aumentado mucho. Los sondeos a pie de urna revelaron lo que el libro predecía: que los valores morales eran más importantes que todas las demás cues- tiones: más importantes que el terrorismo, que la guerra, que la economía, que la sanidad o que la educación. En aquellas elecciones los progresistas se unieron como nunca lo habían hecho antes en la historia reciente. Lo que los unió, por decirlo así, visceralmente, lo que les dijo que Bush era inmoral, fueron sus propios valores progresistas.
Es vital —para nosotros, para nuestro país y para el mundo— que continuemos unidos. Lo que nos une son nuestros valores. Tenemos que aprender a expresarlos con firmeza y claridad. Para que los demócratas puedan ganar en el futuro, el Partido tiene que ofrecer al país una visión moral clara, una visión común a todos los progresistas. No puede presentar sus programas como si fueran una mera lista de la compra. Debe ofrecer una alternativa moral más tradicionalmente americana y que represente todo aquello de lo que los americanos están orgullosos. Este libro ha sido escrito al servicio de esa visión. ¡Disfrútalo!
George Lakoff
Noviembre, 2004
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1 Un think tank es una institución investigadora u otro tipo de organización que ofrece consejos e ideas sobre asuntos de política, comercio e intereses militares. El nombre proviene del inglés, por la abundancia de estas instituciones en Estados Unidos, y significa "depósito de ideas". Algunos medios en español utilizan la expresión "usina de ideas" para referirse a los think tank. Los think tank a menudo están relacionados con laboratorios militares, empresas privadas, instituciones académicas o de otro tipo. Normalmente se trata de organizaciones en las que trabajan varios teóricos e intelectuales multidisciplinares que elaboran análisis o recomendaciones políticas. Un think tank tiene estatus legal de institución privada (normalmente en forma de fundación no comercial). Los think tanks defienden diversas ideas. Sus trabajos tienen habitualmente un peso importante en la política, particularmente en Estados Unidos. En Europa los think tanks comienzan a aparecer, pero su capacidad de influencia sobre la política en sus respectivos países todavía está muy lejos de la alcanzada por las instituciones estadounidenses. El más influyente de los think tank españoles es el Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos creado en el 2001 siguiendo el ejemplo del Royal Institute of International Affairs (Chatham House) en el Reino Unido. En los últimos años España ha registrado un intenso desarrollo de organizaciones independientes creadas bajo el mismo espíritu de los think tank americanos. Los más influyentes, y no vinculados a partidos políticos, son el CIDOB, fundado en 1973; el IECAH (Instituto de Estudios Sobre Conflictos y Acción Humanitaria IECAH), fundado en el año 2000, y FRIDE (Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior), fundado en 1999. Se trata de un think tank independiente que busca proveer conocimiento innovador sobre el papel de Europa en las relaciones internacionales. FRIDE es además el principal motor de iniciativas como el Club de Madrid, un grupo de ex-jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo que promueven el cambio democrático, o la edición española de Foreign Policy, mientras que el IECAH, una iniciativa privada que agrupa a un conjunto de especialistas en los ámbitos del estudio de los conflictos y la cooperación, prestándole una especial atención a los asuntos relacionados con la ayuda humanitaria, ha elaborado, en el año 2007, la Estrategia de Construcción de la Paz para el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación. Otros think tank vinculados a partidos políticos en España son la FAES, liderada por José María Aznar; y la Fundación Alternativas, vinculada a los partidos de izquierdas. (Esta descripción de “think tank” está tomada de WIKIPEDIA.
UN PUEBLO SIN PENSAMIENTO CRÍTICO
ES EL SUEÑO DE TODO TIRANO
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