DEL CASTRISMO:
CUBA DESDE 1959
CUBA DESDE 1959
“El objetivo es que la verdad no sea enterrada con las víctimas”, afirma el autor, que rinde tributo a los desaparecidos con una investigación que recorre más de sesenta años de represión en Cuba.
Los desaparecidos del castrismo, de Daniel I. Pedreira, documenta con rigor los crímenes extrajudiciales y desapariciones forzadas cometidos por el régimen cubano desde 1959. Desmonta el mito de que las dictaduras ideológicas no recurren a tales prácticas, evidenciando que en Cuba existen numerosos casos de personas detenidas, torturadas y desaparecidas sin dejar rastro.Relata el emblemático caso de Andrew de Graux Villafaña, joven guerrillero capturado herido, hospitalizado y desaparecido sin explicación, a pesar de los esfuerzos de su familia por conocer su paradero. Se citan otros casos similares, como los de los hermanos Pedrozo y Becerra, Orlando Collazo, Carlos Ibáñez y Alberto Sigas. Muchos fueron fusilados, otros se presume murieron en combate, pero en todos los casos, los cuerpos nunca fueron entregados ni se informó oficialmente sobre su destino.La obra de Pedreira rompe el silencio impuesto por la tiranía castrocrática y promueve futuras investigaciones sobre estos crímenes silenciados.
El castrismo, como todo régimen tiránico y totalitario, ha sido históricamente hábil con el relato, y ha cubierto con un velo de secretismo oficial y falta de prioridad institucional las decenas de desapariciones de personas que han ocurrido en la Isla en los últimos años. Pero, más allá del trasfondo social, síntoma del resquebrajamiento integral de la sociedad cubana, el libro "Los desaparecidos del castrismo: Cuba desde 1959", publicado recientemente por el académico en Ciencias Políticas y autor de DIARIO DE CUBA Daniel Pedreira, analiza el carácter político de más de 600 de estos hechos y cómo las autoridades de La Habana se han servido de las desapariciones para deshacerse de personas incómodas y conservar el poder.
PRÓLOGO
Pedro Corzo Eves
Los desaparecidos del castrismo: Cuba desde 1959, de Daniell. Pedreira, es una obra fundamental para conocer los extremos a los que ha llegado el régimen totalitar io castrista para conquistar el poder y conservarlo.
Se suele creer que las dictaduras ideológicas no incurren en crímenes extrajudiciales y menos aún practican la desaparición de quienes se les oponen, no porque sean más tolerantes que el despotismo uniformado, sino porque al controlar las instituciones del estado tienen la capacidad de legitimar cualquier crimen por horrible que este haya sido.
No obstante, Pedreira demuestra que, en Cuba, aunque hay leyes que contemplan la pena de muerte, aplicada miles de veces en estos 66 años de tiranía, hay muchos desaparecidos por la vesania de los esbirros del régimen y la maldad de sus dirigentes.
El caso más notorio de los desaparecidos es el de Andrew de Graux Villafaña, cuya hermana, Mary, lleva décadas reclamando a la dictadura totalitaria cubana información sobre su hermano.
Andy, también ciudadano estadounidense por vla paterna, se unió a las guerrillas del Escambray para luchar contra el castrismo cuando tenía 18 años. El joven guerrillero fue herido en la finca Limones Cantero durante un enfrentamiento con las milicias el 13 de septiembre de 1962, recibió dos balazos, uno de los proyectiles le entró por el hombro y terminó alojándose en la quinta vértebra, dejándolo inmóvil.
Capturado, fue conducido al hospital de Trinidad, su pueblo natal, a dos cuadras de la casa de sus padres. Conocía al médico y le pidió que avisara a su madre, pero otro galeno, más represor que curador, Cuco Lara, ordenó que el herido fuera sacado de la sala y recluido en un cuarto aislado, en consecuencia, cuando los padres llegaron al sanatorio, no lo pudieron ver.
No recibió atención médica. Después de ser torturado física y psicológicamente, le trasladaron por orden de la Seguridad del Estado al hospital de Cienfuegos.
Mientras, la madre de Andy, Maria, visitó a la delegación suiza en La Habana, que representaba a Estados Unidos en Cuba. Se entrevistó con un funcionario, aunque las gestiones resultaron infructuosas.
Recuerda Mary ,en entrevista concedida a Pedreira, que ya en ese momento su hermano había sido operado por el doctor Rodríguez Marcoleta, resultando la cirugía un éxito, aunque la familia desconocía por completo lo acaecido y seguía ignorando donde se encontraba su deudo.
El 18 de septiembre el galeno Rodriguez Marcoleta fue a ver a Andy. No lo encontró. Preguntó por el operado y le respondieron que había muerto. En la morgue pidió ver el cadáver, tampoco estaba. Días después, la Seguridad del Estado le pidió al médico que firmara el certificado de defunción de Graux Villafaña, a lo que el galeno se negó rotundamente.
Mary Louise de Gramc Villafaña, quien no cesa en la búsqueda de su hermano a pesar de las muchas décadas transcurridas, también manifiesta preocupación por otros jóvenes desaparecidos que se alzaron en armas contra la dictadura.
Los hermanos Pedrozo y los igualmente hermanos Becerra, quienes también habían sido guerrilleros contra el totalitarismo son otros desaparecidos. Estos cuatro jóvenes trinitarios fueron absorbidos por la tierra en la que habían nacido por voluntad de la dictadura.
Otros desaparecidos son Orlando Collazo y Lázaro Fernández. Se supone que murieron en combate. Los restos de Fernández según algunas versiones fueron expuestos en el parque del pueblo de Guao, pero sus familiares nunca vieron su cadáver. Tampoco fueron informados de su muerte.
Hace varios años, la señora Yolanda Ibáñez presentó al Comité Cubanos Pro-Derechos Humanos en La Habana, Cuba, una denuncia por la desaparición de su padre, el agricultor Carlos M. lbáñez, quien según las autoridades habla sido arrestado y fusilado sumariamente en 1965. La familia Ibáñez nunca ha visto el cuerpo de su deudo, ni tampoco donde fue sepultado.
Esta es una situación que sufren otros miles de familias cubanas. Suponen que sus familiares fueron sepultados o muertos en combate, pero nunca tuvieron la oportunidad de velarlos, ni sepultarlos, aún peor, ignoran donde están los restos mortales de sus parientes.
Los restos mortales de las más de 70 personas fusiladas y se pultadas en una fosa común en la Loma de San Juan, Oriente, el 12 de enero de 1959 por orden de Raúl Castro, ha n desaparecido del lugar donde fueron enterradas, según denuncia el exprisionero político Ramiro Gómez Barruecos.
Según investigaciones de José Luis Fernández Maymó, en la finca San Gabriel, Las Villas, los guerrilleros Juan Antonio Benítez, Gabriel Morales y Onelio Pérez fueron abatidos por la milicia, sin embargo, es un supuesto. No hay quien atestigüe que vio los cadáveres o diga conocer donde están enterrados.
Alberto Álvarez Bravo ha denunciado públicamente la desaparición de Alberto Sigas, avalada con los testimonios de su esposa, Carmen Núñez Armesto y su señora madre, Elia Echevarría.
Alberto Sigas le dijo a su esposa que iría a casa de su madre el 18 de enero del 2010. Nunca llegó. Núñez Armesto hizo la denuncia y horas más tarde le informaron que Sigas estaba arrestado en Villa Marista y que antes de 72 horas estaría en su casa. Han transcurrido quince años y Sigas continúa desaparecido.
Poco se ha escrito sobre los desaparecidos por el totalitarismo cubano y es que hasta en ese aspecto el control de la información instaurado por la dictadura le ha sido útil, control que nuestro autor Daniel Pedreira ha roto para siempre.
Hay mucho que investigar al respecto, por suerte el activista Álvarez Bravo, en Cuba y en Miami, los exprisioneros políticos Fernández Maymó y Gómez Barruecos se han impuesto la tarea de investigar sobre los desaparecidos del castrismo, otra cuenta pendiente con el pueblo cubano de los hermanos Castro, que Pedreira ha demostrado estar dispuesto a que la salden.
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