España ha muerto:
el hiperestado devora la nación.
«Buena falta hace que el pueblo español despierte y exija responsabilidades a nuestros políticos de la situación a la que hemos llegado»
Estimados amigos y lectores de “La Paseata”:
Me ha costado mucho titular este nuevo artículo que comparto con todos vosotros, ya que quería escribir algo original que sirviera de espejo donde la mayoría de la ciudadanía española pueda reflejarse y darse cuenta de dónde venimos, en qué situación nos encontramos y a dónde vamos. Es más, el término “Hiperestado” ni siquiera existe en el derecho internacional, pero la bondad de la lengua española nos autoriza a crear términos nuevos, mediante la utilización de técnicas lingüísticas, a diferencia de la lengua inglesa.
El “híper-Estado” desde mi punto de vista sería la metamorfosis del “Estado” como tradicionalmente lo conocemos en una entidad unitaria que marcaría un nuevo modelo de gobierno mundial, bajo las directrices de entidades supervisoras que, a modo de “relatores”, vigilarían del cumplimiento de sus normas por los sub-gobiernos de cada “Estado tutelado”, lo que acabo de adjetivar “tutelado”. Estimados lectores podría aburriros con conceptos de derecho internacional público, pero no pretendo dar una lección técnico-legal, ya que aquí escribo para vosotros, para el público en general.
Cierto que el Estado tal y como lo conocemos tradicionalmente es una entidad política con autoridad suprema e independiente sobre su territorio y población, capaz de tomar decisiones sin interferencia externa. Esta soberanía implica la capacidad de establecer leyes, mantener un gobierno, y relacionarse con otros estados. Un estado soberano no está sujeto ni subordinado a ninguna otra entidad política; pero, no menos cierto, que en la actualidad el proceso continuo de transformación o evolución del propio Estado nacional, bajo la influencia de las nuevas tecnologías y la interconexión global, cediendo su política monetaria y su economía a lo que he denominado “Híper-Estado” desemboca en una desintegración del Estado-Nación, relegando la autonomía de los gobiernos nacionales a meros gestores de los dictados internacionales.
Igualmente, y al hilo, el “Híper-Estado” absorbe la soberanía de sus “sub-mini-Estados”, dictando la política monetaria y fiscal, así como creando un único ejército; ejército profesional muy distinto de los valores inspiradores de la milicia cuya función estribaba en la defensa de la patria común que conformaba la nación. Además, esos grandes “híper-ejércitos” jugaran -y ya lo están haciendo- funciones estratégicas primando los intereses geopolíticos y comerciales: Guerra de Ucrania. Al respecto de la nueva estructura de defensa de los “Híper-Estados” recomiendo leer algunos artículos al respecto del blog de mi admirado General de División y escritor, D. Rafael Dávila Álvarez, quien escribió un artículo reciente sobre la amenaza que Marruecos supone para España, del que resalto:
“Debería preocupar Marruecos y aún más cuando vemos su firme alianza con EEUU e Israel. España en estos momentos está sin aliados en lo militar. Estados Unidos ha roto con nosotros y ordenado a la Directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, revisar urgentemente los acuerdos de intercambio de Inteligencia con España, base de cualquier Defensa, a la vez que los presidentes de las comisiones de inteligencia del Congreso y de la Cámara de Representantes piden a la Administración Trump que revise los acuerdos de intercambio de información. A Europa nada le preocupan Ceuta, Melilla, Peñones, y el Estrecho está en manos de Reino Unido, Marruecos y Estados Unidos. No somos fiables. Hay datos fehacientes que en caso de la más mínima escalada de inseguridad en el Estrecho todo el control pasará a manos del Reino Unido sin contar para nada con España”.
Que conste, que hasta aquí todo ha sido fruto de mi imaginación, trasladando ordenadamente mi pensamiento al lector y dotándolo de razón lógica, sin tintes de ningún color político. Y es que estoy convencido del aburrimiento que en la ciudadanía produce el leer o ver todos los días las mismas noticias, sin aportar nada nuevo. Además, pronto caemos en el olvido. ¿Quién recuerda que ya hace cinco años del confinamiento a consecuencia de la Pandemia del Covid-19, sino fuera por el “escándalo de las mascarillas”? [siento risa, pero es triste] ¿Os acordáis de las víctimas de la DANA en Valencia, o cómo estamos en verano, sólo pensamos en tomar el sol en la playa y disfrutar de las vacaciones en las playas del Levante español? ¿Y del día del apagón universal, corriendo todos por un “kit de supervivencia»?
Estimados lectores, estamos en el verano de 2025 y sólo quedan “5 añitos” para culminar la “Agenda 2030”, la cual se encuentra en un punto de no retorno -similar al punto de no retorno en el despegue de una aeronave-, por más que nos pese a muchos de los que no compartimos las políticas que nos marca el “Hiper-Estado”, que en el caso de España, se corresponde con aquellas que dicta Bruselas, en cuyo seno los dos partidos mayoritarios -PP y PSOE- votan juntos de la mano -cómo si pasearán por el jardín -“sólo pienso en ti”, José Luis Perales-.
Y mientras tanto, aquí en España, seguimos estando a la cola de Europa en empleo, con una presión fiscal contraria al dictado del art. 31.1 de la Constitución Española, el cual prohíbe taxativamente un sistema fiscal confiscatorio. Además, desde que cedimos nuestra soberanía económica y monetaria a Bruselas, vemos cómo se instalan “huertos solares”, expropiando los campos de cultivo a nuestros agricultores, o como se desincentiva las explotaciones ganaderas y, en general, se destruye el sector primario español. Vemos como nos meten “gato” por “liebre”: las anchoas que comí el otro día no eran de Cantabria, ni de la Isla de Perejil, sino de Marruecos. Sé que mi amigo Santi defiende junto al grupo de Patriotas en la UE la “Europa de las Naciones”, pero, también vemos, como desde Bruselas se presiona a aquellos socios divergentes a las propósitos de una oligarquía política y financiera, Úrsula von der Leyen y Christine Lagarde, a frenar aquellos movimientos patrióticos que demandan una Europa distinta a la actual; una Europa que regrese a aquella Europa Grande que imaginaron sus fundadores, como el católico Robert Schumann, basada en los valores y principios del humanismo cristiano.
Y, hace unos días, muchos vimos a Macron -líder de la derecha francesa- hacer públicas medidas de austeridad que afectaría al pueblo francés, interpelando a medidas como congelación de las pensiones y trabajar los festivos.
También, la propia Úrsula Von der Leyen nos emplazó a prepararnos frente a un posible ataque nuclear por parte de Rusia, recomendándonos adquirir un “kit de supervivencia”.
En España, leemos en los titulares de la “prensa libre” cómo a diario echan el cerrojo diez pymes, o cómo más de 5.000.000 (5 millones) de españoles este verano no podrán disfrutar de vacaciones, o cómo leí el otro de Ramón Rallo: “la inflación ha devorado el salario de los españoles”, encontrándose las familias que en el Siglo XX constituyeron las clases medias, en situación de estancamiento y a “viviendo a modo supervivencia”, desde que España entró en el euro. Hemos vivido episodios de quiebras de bancos, como la quiebra técnica del Banco Popular orquestada desde arriba, con Luis de Guindos de ministro, quien afirmó en su ampliación de capital que el Popular gozaba de buena salud financiera: miles de pequeños accionistas arruinados. O cómo el Sr. Montoro nos subió el IVA al 21 %, y cómo la Sra. Montero dice que la economía española “va cómo un cohete”: será para la clase política y financiera.
¿Pero dónde está el dinero que han recaudado todos estos años? ¿Dónde?
Y además, lo último por vivir: la colonización de las instituciones del Estado por Sánchez, y las nuevas leyes para politizar a los jueces a su antojo. Quien desee puede leer mis artículos al respecto del poder judicial y la reforma de Bolaños en “La Paseata”.
Pues estimados lectores, me gustaría que vosotros escribierais los siguientes párrafos, pues ya estoy cansado. Buena falta hace que el pueblo español despierte y exija responsabilidades a nuestros políticos de la situación a la que hemos llegado.
Así que meditad y pensad, pero el futuro viene muy negro.
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