EL Rincón de Yanka: 📒 "ESPAÑA CONTRA ESPAÑA: ESPAÑICIDIO

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miércoles, 30 de agosto de 2017

📒 "ESPAÑA CONTRA ESPAÑA: ESPAÑICIDIO

📒 “ESPAÑA CONTRA ESPAÑA” 
Claves y mitos de su Historia 

Pío Moa 

«Para saber lo esencial de nuestra historia solo tenemos que mirar nuestro presente: el pueblo español es muy mayoritariamente de cultura latina y cristiana, concretamente católica. Son latinos su idioma, su derecho, gran parte de sus costumbres, y a través de Roma le llegó el catolicismo, que constituye la base del concepto moral común, pese a su corrosión en los últimos tiempos. Su aspecto físico es muy homogéneo en todas sus regiones: mediterráneo con aportes menores germánicos y célticos, siendo los apellidos más comunes los mismos en todas las provincias: García y los acabados en -ez. Esta realidad es el efecto obvio de muchos siglos de historia. Importa también la posición geográfica: una península en el extremo suroeste de Europa, entre dos mares de tanta densidad histórica como el Mediterráneo y el Atlántico y separada de África por un estrecho de pocos kilómetros. Necesariamente tenía que ser, como lo fue, escenario de dramáticos enfrentamientos de civilizaciones. Y justamente en dos ocasiones cruciales su destino estuvo a punto de cambiar drásticamente, convirtiéndose en un país de cultura africano-oriental y no europea. De haber triunfado Cartago sobre Roma en el siglo III antes de Cristo, la historia de España -que ni siquiera se llamaría así- habría sido enormemente distinta, aunque no podamos especular cómo. Y si la invasión árabe-beréber del año 711 hubiera logrado permanentemente su objetivo de dominar la península como dominó el norte de África, hoy el pueblo asentado en nuestro país no se llamaría español, sino andalusí, y su religión, costumbres, moral, derecho, etc., lo distanciarían radicalmente de los europeos y lo entroncarían con el mundo islámico, lo cual habría tenido también importantes repercusiones sobre la Europa occidental». (INTRODUCCIÓN - ESPAÑA CONTRA ESPAÑA)

“Si ignoras lo que ocurrió antes de que nacieras, siempre serás un niño”. 
Esta afirmación de Cicerón recoge una realidad evidente. Si España casi siempre ha adolecido de criterios y principios que permanecieran firmes en sus gentes se debió, esencialmente, al desconocimiento de su pasado, a la ignorancia de la masa, y en la mayor parte de las ocasiones a que ese desconocimiento y esa ignorancia fueron provocados por la ineptitud o mala fe de las élites dirigentes del país. 
Así es como se crean los mitos, las falsas historias, la tergiversación de los hechos que realmente sucedieron. Y todo ello conduce, más pronto que tarde, a un proceso de decadencia moral, ética, política o económica, que lleva a la nación que lo sufre a situaciones que, en ocasiones, conducen a tragedias, desastres y postergaciones que resultan después difícilmente superables. 
Este libro de Pío Moa nos muestra a lo largo de sus páginas que ese desconocimiento generalizado de nuestra Historia por los españoles –o inculcada en ellos a través de la tergiversación- les llega a producir incluso auténtica hispanofobia. Así, por ejemplo, hay muchos españoles que se sienten acomplejados o culpables del descubrimiento, colonización y evangelización del Nuevo Mundo. O que el periodo de la Reconquista –ocho siglos- sea visto como la lucha de unos bárbaros contra el refinamiento y la cultura excelsas del Califato. 

En este libro, precisamente, se desmitifican estos absurdos criterios autodestructivos y se explican los hechos bajo la óptica de las realidades que los motivaron, muchas de las veces para elevar a nuestra Patria al primer puesto entre las naciones de Europa, a hacer de España la primera potencia del Continente. Y, desde luego, para recoger también los motivos de nuestra paulatina decadencia –con algunos altibajos- que nos condujo a situaciones límite. 

Quizás la mayor originalidad del libro de Pío Moa sea la de narrar nuestra Historia –de forma resumida- por medio de un planteamiento cronológico inverso, esto es, del hoy al ayer, para tratar de ir desde el efecto a la causa. Porque también es evidente que lo que vivamos hoy tiene sus causas en lo que se cimentó ayer. De modo que en este libro se van descubriendo las razones de lo sucedido en un siglo de nuestro pasado, en función de lo que descubrimos a continuación en los hechos del siglo posterior. 

Libro muy recomendable para los que teniendo los conocimientos mínimos básicos de nuestra larga Historia como nación, sientan la necesidad de complementar sus nociones con nuevos elementos de juicio que eliminen de sus subconscientes falsas historias, teóricas interpretaciones y, en fin, toda esa maraña con que se quiere rodear nuestro impresionante acervo histórico para desvirtuarlo, para reinterpretarlo a la carta, para intentar en no pocos casos destruirlo. 

Desde aquí nuestra enhorabuena a Pío Moa por esta nueva aportación histórica que instruye, enseña y desmitifica demasiadas “leyendas negras” con las que se ha pretendido –incluso por venerados pensadores y políticos- comparar nuestra Historia con la sífilis.



¿Qué hay de nuevo 
en Nueva historia de España?

En ocasiones se me ha criticado la arrogancia de publicar mi libro como nuevo. Es posible, claro, una novedad importante en estudios especializados, pero ¿en un libro tan general de historia? ¿Acaso no son los hechos básicos sobradamente conocidos?

Ciertamente, es difícil encontrar hechos nuevos, incluso en estudios muy particularizados. Pero la cuestión aquí reside en el enfoque y en el análisis, y creo poder decir que, efectivamente, en ambos terrenos ofrece novedades el libro.
Podemos plantearlo de forma negativa: Nueva historia de España contiene una crítica, implícita o explícita, a la gran mayoría de las historias hoy más en boga. El enfoque difiere, por ejemplo, de los que el lector puede encontrar en Sánchez Albornoz o Américo Castro. Así, prescindo de la idea de herencia temperamental, tan importante en Sánchez Albornoz, para centrarme en la herencia cultural, menos etérea y más definitoria y analizable. La herencia cultural sirve mucho mejor, además, para echar abajo por completo las tesis de Castro y acabar con entelequias como la España musulmana, expresión contradictoria y sin sentido pero utilizada de forma casi generalizada, desde el mismo Albornoz hasta, como he expuesto recientemente, Manuel Fernández Álvarez. Solo si empleamos el término España en un sentido meramente geográfico, esto es, ahistórico, podemos hablar de la España islámica, o de la España prerromana. Creo que la cuestión no es anecdótica o secundaria, sino definitoria en alto grado.
Igualmente, mi consideración sobre el reino hispano-godo y sobre las razones de su caída se opone a las habituales. Hoy leemos con frecuencia que España no existe, como nación política, hasta el siglo XIX, o el XVIII, o el XV, a gusto de cada cual. Realmente la nación política española se forja a partir de Leovigildo, y sin este dato crucial la historia posterior, no solo la Reconquista, se convierte en un galimatías.

La Reconquista se inspiró y tuvo por objetivo general rehacer la España anterior, España propiamente dicha, cosa que terminó lográndose en el siglo XV, aunque no por completo, pues Portugal quedó al margen. Las circunstancias de la empresa fueron tan desfavorables, que lo más lógicohabría sido que España no volviera a unificarse y quedara como un revoltijo de pequeños estados, algo parecido a los Balcanes. El hecho de que no fuera así demuestra el extraordinario valor espiritual y político de la herencia hispanogoda.

La inmensa mayoría de los historiadores, hoy, apenas presta atención a esta clave, sin embargo decisiva. Por el contrario, leemos absurdos, sobre todo en Andalucía, según los cuales casi era más natural la imposición de Al Ándalus sobre un estado hispanogodo que quieren imaginar rechazado por la población. No hace falta subrayar la desvirtuación y la intencionalidad política del disparate. Creo haber desbaratado de forma contundente tales versiones, realmente disparatadas a poco que se consideren racionalmente los hechos básicos.

Asimismo, creo haber echado por tierra las historias tan frecuentes sobre un siglo XVI lleno de miseria, opresión y genocidios, sobre la conquista de América, la Inquisición, la expulsión de los judíos, etc. Cierto que en ello he sido poco original, pues otros historiadores han puesto de relieve muy documentadamente la incoherencia y falta de lógica de las versiones que aún siguen predominando; pero esas refutaciones apenas han llegado al gran público y raramente han sido expuestas en conjunto, sino por estudios parciales.

Los análisis de Nueva historia difieren de los hoy predominantes también en cuanto al siglo XVIII, a la interpretación del XIX y la Revolución industrial en España, los nacionalismos, la Restauración y la evolución del siglo XX hasta nuestros días. Debe señalarse a este respecto la profunda influencia del marxismo en nuestra historiografía. Actualmente, pocos historian al modo marxista de forma abierta y globalizadora, al estilo de Pierre Vilar o Tuñón de Lara, pero la concepción marxista sigue presente, de forma diluida, en la mayoría de las historias que se escriben. También en la historiografía de derecha: baste señalar esa especie de marxismo poetizado que rezuma la Breve historia de España de García de Cortázar, por citar un caso entre muchos.

Creo que en casi todas las cuestiones clave de nuestra historia he aportado nuevos enfoques –por supuesto debatibles–, o bien enfoques ya existentes pero poco conocidos. Otra particularidad del libro es la exposición de nuestra historia en constante relación con la europea, en especial la eurooccidental. Esto me parece de la mayor importancia, porque se ha solido tratar a España demasiado al margen del resto, lo cual ha causado mil desvirtuaciones sobre la "tibetanización", la "anormalidad", la "esterilidad y atraso", la "diferencia" –negativa– de España. Impresión que se desvanece al considerar las intensas relaciones y factores de comparación siempre presentes entre nuestro país y otros europeos. Por cierto, nuestra evolución ha sido muy diferente, "única", como ha escrito Stanley Payne. Pero una de las peculiaridades europeas es, justamente, la existencia de profundas diferencias entre sus naciones, sobre una base cultural común.

Quizá valga la pena continuar, en estas Cuestiones, examinando más en concreto muchas de estas novedades. Inútil es decir que las versiones más corrientes forman la base de políticas demagógicas y peligrosas, y que una grave carencia de nuestra clase política es el desconocimiento de la mayoría sobre el pasado de su propio país. Ignorancia que dudo se dé en naciones de nuestro entorno, al menos con la misma intensidad que aquí.

"No os preguntarán por mi,
que en estos tiempos a nadie
le da lustre haber nacido
segundón en casa grande;
pero si pregunta alguno,
bueno será contestarle
que, español, a toda vena
amé, reñí, di mi sangre,
pensé poco, recé mucho,
jugué bien, perdí bastante
y, porque esa empresa loca
que nunca debió tentarme,
que, perdiendo ofende a todos,
que, triunfando alcanza a nadie,
no quise salir del mundo
sin poner mi pica en Flandes".

"¡Por España!
y el que quiera defenderla
honrado muera;
y el que traidor la abandone
no encuentre quien le perdone,
ni en Tierra Santa cobijo,
ni una Cruz en sus despojos,
ni la mano de un buen hijo
para cerrarle los ojos".

Diego Hernando de Acuña
Capitán de los Tercios de Flandes
y Poeta.






VER+:

"España es un país raro. Nos repele el vecino y nos molesta la idea de compartir solar patrio con él; habla mal el valenciano del catalán y el catalán del valenciano, habla mal el vizcaíno del riojano y el riojano del navarro, habla mal el berciano del gallego y el gallego del maragato, llama el asturiano cazurro al leonés y éste tiene al de Oviedo por súbdito de su gloriosa corona, aborrece el granadino al sevillano y el sevillano considera la Alhambra un remedo provinciano de la gloria hispalense; y todos hablan mal del castellano, quien aguanta la afrenta y mira con rencor a esos todos.

Pero si alguno levanta la mano contra la suma de cuanto no apreciamos, eso que llaman España, entonces hierve no sé qué instinto sepultado en el moho de los siglos, no sé qué furor atávico, no sé qué derecho de la sangre y ley de los pretéritos, no sé qué grito de la tierra sagrada...

Y lo fulminamos". Jose Vicente Pascual





LA CONJURA SILENCIADA CONTRA ESPAÑA