EL Rincón de Yanka: SOS PARA LA IGLESIA DE HOY: LAS IGLESIAS ESTÁN VACÍAS PORQUE ESTÁN VACIADAS DE ALMA

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martes, 22 de agosto de 2017

SOS PARA LA IGLESIA DE HOY: LAS IGLESIAS ESTÁN VACÍAS PORQUE ESTÁN VACIADAS DE ALMA


"Sin el Espíritu Santo, Dios queda muy lejano:

Cristo es una figura del pasado,
y el Evangelio no es más que una organización.
La autoridad es cuestión de propaganda,
y el amor cristiano una moral de esclavos.
Pero, con el Espíritu Santo el mundo resucita

y crece con los dolores de parto del Reino.

Cristo resucitado está realmente aquí,
y el Evangelio tiene poder de dar vida.
La Iglesia manifiesta la vida de la Trinidad,
la autoridad es una sabiduría liberadora,
la misión es un Pentecostés,
la liturgia es a la vez memoria y anticipación
las obras de los hombres son divinas".

Mons. Ignacio Hazim, 
metropolita ortodoxo de Lattaquié (Siria),
en la Asamblea del Consejo Mundial
de las Iglesias. Uppsala. 1968.
“Tú que duermes, despiértate,…No anden como tontos, sino como responsables. Sino que aprendan cuál es la voluntad del Señor. Más bien llénense del Espíritu Santo, y sométanse unos a otros por consideración a Cristo”. Ef 5, 14-15
“Por amor de Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que despunte la aurora de su justiciay su salvación llamee como antorcha” Is 62, 1.
A todos los niveles,
el conocimiento de la realidad
determina el cambio.

NOSOTROS,
¿Cómo estamos? 
¿Cómo hemos llegado a esta situación?
Clero y laicado

Esta crisis deja al descubierto un grave desajuste de la Iglesia católica: su clericalismo. La Iglesia no son los curas, no son los obispos, no es el Papa. La Iglesia es el pueblo de Dios, un pueblo de iguales que, en cuanto bautizados, participan del único sacerdocio de Cristo. Lo primero, lo sustantivo es la comunidad. El ministerio ordenado, la jerarquía es servicio a la comunidad, no tiene razón de ser en sí y para sí, sino en referencia a la comunidad. No hay un estamento con voz y que tiene que realizar y decidir todo, y otro pasivo y reducido al silencio. Esta dicotomía es falsa, resta creatividad y pluralidad a la Iglesia, y no existía en las primeras comunidades cristianas, que eran más participativas y más iguales.

Pero ¿cómo ha de ser el ministro ordenado al servicio de la comunidad? ¿Casado o célibe? 

El Nuevo Testamento no impone nada en este punto y así ha sido durante muchos siglos. Solo en los últimos siglos la Iglesia católica de Occidente ha exigido el celibato, y sigue rehén de esta tradición. Pero la opinión en contra de esta exigencia es hoy mayoritaria en el pueblo cristiano. Al hacerla opcional, el carisma del celibato, en cuanto dedicación al evangelio con alma y corazón y a tiempo completo, brillará con luz propia, y por otro lado, se hará justicia a la santidad del matrimonio, en cuanto compatible con el ejercicio del sacerdocio ordenado.

Es el pueblo de Dios el que debe buscar y dotarse de ministros del altar sobre la base de una mayor flexibilidad, pues el reclutamiento clásico está agotado. Casados o célibes. Dedicados enteramente a las comunidades o a tiempo parcial y más próximos al modo de vivir de la gente: labradores, artesanos, de profesiones liberales. Viviendo de su trabajo, como Pablo, o de la comunidad como otros apóstoles. Se trata de abrir puertas. El ejemplo de Jesús nos invita a esta libertad. Recordemos que él fue un laico, alejado de los círculos sacerdotales, que trabajó con sus manos y eligió como apóstoles a pescadores y a un funcionario de aduanas, a casados, los más, y a célibes, uno al menos. 

¿Por qué enmendar la plana al Maestro?

El mensaje de Jesús que atraía a Gandhi y a tantos buscadores de espiritualidad y trascendencia no tiene edad, es válido y maravilloso para todo tiempo. No es moda retro ni vanguardista, como todo lo verdaderamente humano, es perenne. Pero la manera de predicarlo, como la nueva cocina, tiene que adaptarse a los nuevos y exigentes consumidores.

Los sermones, que los fieles soportan estoicamente casi siempre en off. Estos sufridores silentes deberían ser los primeros críticos de la predicación que consumen.

Los curas nunca fueron formados en el difícil arte de la predicación. Sí nos enseñaron a milimetrar el pecado y la longitud de las faldas, pero no a inspirar, hacer reír y crear un estado de ánimo gozoso y fraternal, la euforia del sí versus el no.

En Estados Unidos se filman los sermones del Obispo y de los curas para ser estudiados y criticados.

Los curas de la diócesis de París son aconsejados por los laicos para mejorar sus sermones. Menos grandes palabras, menos jerga eclesiástica, menos sermones leídos y más lenguaje coloquial como el que se tiene con los hijos y la mujer.

Menos declaraciones que enturbian las aguas sociales, ocupan a los tertulianos, llenan los periódicos y ocultan el rostro compasivo de Dios que no sabe de siglas y sí de amor.

No importa que crea menos gente, muchos han rechazado la herencia cristiana, sí importa que creamos más y mejor. La fe no es una herencia, es una elección.

Las iglesias convertidas en bares

El autor de este grito tiene 78 años. Hace tres años escribió una carta personal al papa, abriéndole su corazón sangrante. Ante la falta de respuesta, la ha hecho pública y circula ahora por todo el mundo. Ha hecho bien, porque su análisis es muy certero y debe ser compartido.
CARTA PERSONAL 
AL PAPA BENEDICTO XVI

Santo Padre:

Me atrevo a dirigirme directamente a usted, pues mi corazón sangra al ver el abismo en el que se está precipitando nuestra Iglesia. Sabrá disculpar mi franqueza filial, inspirada a la vez por “la libertad de los hijos de Dios” a la que nos invita San Pablo, y por mi amor apasionado por la Iglesia.

Le agradeceré también sepa disculpar el tono alarmista de esta carta, pues creo que “son menos cinco” y que la situación no puede esperar más.

Permítame en primer lugar presentarme. Jesuita egipcio-libanés de rito melquita. Desde hace tres años soy rector del colegio de los jesuitas en El Cairo, tras haber desempeñado los siguientes cargos: superior de los jesuitas en Alejandría, superior regional de los jesuitas de Egipto, profesor de teología en El Cairo, director de Caritas-Egipto y vicepresidente de Caritas Internationalis para Oriente Medio y África del Norte.

Conozco muy bien a la jerarquía católica de Egipto por haber participado durante muchos años en sus reuniones como Presidente de los superiores religiosos de institutos en Egipto. Tengo relaciones muy cercanas con cada uno de ellos, algunos de los cuales son antiguos alumnos míos. Por otra parte, conozco personalmente al Papa Chenouda III, al que veía con frecuencia.

En cuanto a la jerarquía católica de Europa, tuve ocasión de encontrarme personalmente muchas veces con alguno de sus miembros, como el cardenal Koening, el cardenal Schönborn, el cardenal Martini, el cardenal Daneels, el Arzobispo Kothgasser, los obispos diocesanos Kapellari y Küng, los demás obispos austríacos y otros obispos de otros países europeos. Estos encuentros se producen con ocasión de mis viajes anuales para dar conferencias por Europa: Austria, Alemania, Suiza, Hungría, Francia Bélgica…

En estos recorridos me dirijo a auditorios muy diversos y a los media (periódicos, radios, televisiones…). Lo mismo hago en Egipto y en Oriente Próximo.

He visitado unos cincuenta países en los cuatro continentes y he publicado unos treinta libros en unas quince lenguas, sobre todo en francés, árabe, húngaro y alemán. De los trece libros en esta lengua, quizá haya leído usted “Gottessöhne, Gottestöchter” [Hijos, hijas de Dios], que le hizo llegar su amigo el P. Erich Fink de Baviera.

No digo esto para presumir, sino para decirle sencillamente que mis intenciones se fundan en un conocimiento real de la Iglesia universal y de su situación actual.

Vuelvo al motivo de esta carta, intentaré ser lo más breve, claro y objetivo posible. En primer lugar, unas cuantas constataciones (la lista no es exhaustiva):

1. La práctica religiosa está en constante declive. Un número cada vez más reducido de personas de la tercera edad, que desaparecerán enseguida, son las que frecuentan las iglesias de Europa y de Canadá. No quedará más remedio que cerrar dichas iglesias o transformarlas en museos, en mezquitas, en clubs o en bibliotecas municipales, como ya se hace. Lo que me sorprende es que muchas de ellas están siendo completamente renovadas y modernizadas mediante grandes gastos con idea de atraer a los fieles. Pero no es esto lo que frenará el éxodo.

2. Seminarios y noviciados se vacían al mismo ritmo, y las vocaciones caen en picado. El futuro es más bien sombrío y uno se pregunta quién tomará el relevo. Cada vez más parroquias europeas están a cargo de sacerdotes de Asia o de África.

3. Muchos sacerdotes abandonan el sacerdocio y los pocos que lo ejercen aún –cuya edad media sobrepasa a menudo la de la jubilación–tienen que encargarse de muchas parroquias, de modo expeditivo y administrativo. Muchos de ellos, tanto en Europa como en el Tercer Mundo, viven en concubinato a la vista de sus fieles, que normalmente los aceptan, y de su obispo, que no puede aceptarlo, pero lo soporta teniendo en cuenta la escasez de sacerdotes.

4. El lenguaje de la Iglesia es obsoleto, anacrónico, aburrido, repetitivo, moralizante, totalmente inadaptado a nuestra época. No se trata en absoluto de acomodarse ni de hacer demagogia, pues el mensaje del Evangelio debe presentarse en toda su crudeza y exigencia. Se necesitaría más bien proceder a esa “nueva evangelización” a la que nos invitaba Juan Pablo II.

Pero ésta, a diferencia de lo que muchos piensan, no consiste en absoluto en repetir la antigua, que ya no dice nada, sino en innovar, inventar un nuevo lenguaje que exprese la fe de modo apropiado y que tenga significado para el hombre de hoy.

5. Esto no podrá hacerse más que mediante una renovación en profundidad de la teología y de la catequética, que deberían repensarse y reformularse totalmente. Un sacerdote y religioso alemán que encontré recientemente me decía que la palabra “mística” no estaba mencionada ni una sola vez en “El nuevo Catecismo”. No lo podía creer. Hemos de constatar que nuestra fe es muy cerebral, abstracta, dogmática y se dirige muy poco al corazón y al cuerpo.

6. En consecuencia, un gran número de cristianos se vuelven hacia las religiones de Asia, las sectas, la new-age, las iglesias evangélicas, el ocultismo, etcétera. No es de extrañar. Van a buscar en otra parte el alimento que no encuentran en casa, tienen la impresión de que les damos piedras como si fuera pan. La fe cristiana que en otro tiempo otorgaba sentido a la vida de la gente, resulta para ellos hoy un enigma, restos de un pasado acabado.

7. En el plano moral y ético, los dictámenes del Magisterio, repetidos a la saciedad, sobre el matrimonio, la contracepción, el aborto, la eutanasia, la homosexualidad, el matrimonio de los sacerdotes, los divorciados vueltos a casar, etcétera, no afectan ya a nadie y sólo producen dejadez e indiferencia. Todos estos problemas morales y pastorales merecen algo más que declaraciones categóricas. Necesitan un tratamiento pastoral, sociológico, psicológico, humano… en una línea más evangélica.

8. La Iglesia católica, que ha sido la gran educadora de Europa durante siglos, parece olvidar que esta Europa ha llegado a la madurez. Nuestra Europa adulta no quiere ser tratada como menor de edad. El estilo paternalista de una Iglesia “Mater et Magistra” está definitivamente desfasado y ya no sirve hoy. Los cristianos han aprendido a pensar por sí mismos y no están dispuestos a tragarse cualquier cosa.

9. Las naciones más católicas de antes –Francia, “primogénita de la Iglesia” o el Canadá francés ultracatólico– han dado un giro de 180º y han caído en el ateísmo, el anticlericalismo, el agnosticismo, la indiferencia. En el caso de otras naciones europeas, el proceso está en marcha. Se puede constatar que cuanto más dominado y protegido por la Iglesia ha estado un pueblo en el pasado, más fuerte es la reacción contra ella.

10. El diálogo con las demás iglesias y religiones está en preocupante retroceso hoy. Los grandes progresos realizados desde hace medio siglo están en entredicho en este momento.

Frente a esta constatación casi demoledora, la reacción de la iglesia es doble:

– Tiende a minimizar la gravedad de la situación y a consolarse constatando cierto repunte en su facción más tradicional y en los países del tercer mundo.
– Apela a la confianza en el Señor, que la ha sostenido durante veinte siglos y será muy capaz de ayudarla a superar esta nueva crisis, como lo ha hecho con las precedentes. ¿Acaso no tiene promesas de vida eterna?

A esto respondo:

– No es apoyándose en el pasado ni recogiendo sus migajas como se resolverán los problemas de hoy y de mañana.
– La aparente vitalidad de las Iglesias del tercer mundo es equívoca. Según parece, estas nuevas Iglesias atravesarán pronto o tarde por las mismas crisis que ha conocido la vieja cristiandad europea.
– La Modernidad es irreversible y por haberlo olvidado es por lo que la Iglesia se encuentra hoy en semejante crisis. El Vaticano II intentó recuperar cuatro siglos de retraso, pero se tiene la impresión que la Iglesia está cerrando lentamente las puertas que se abrieron entonces, y tentada de volverse hacia Trento y Vaticano I, más que hacia un Vaticano III. Recordemos la declaración de Juan Pablo II tantas veces repetida: “No hay alternativa al Vaticano II”.
– ¿Hasta cuándo seguiremos jugando a la política del avestruz y a esconder la cabeza en la arena? ¿Hasta cuándo evitaremos mirar las cosas de frente? ¿Hasta cuándo seguiremos dando la espalda, crispándonos contra toda crítica, en lugar de ver ahí una oportunidad de renovación? ¿Hasta cuándo continuaremos posponiendo ad calendas graecas una reforma que se impone y que se ha abandonado demasiado tiempo?
– Sólo mirando decididamente hacia delante y no hacia atrás, la Iglesia cumplirá su misión de ser ”luz del mundo, sal de la tierra, levadura en la pasta”. Sin embargo, lo que constatamos desgraciadamente hoy es que la Iglesia está en la cola de nuestra época, después de haber sido la locomotora durante siglos.
– Repito lo que decía al principio de esta carta: “¡SON MENOS CINCO!” –¡fünf vor zwölf!– La Historia no espera, sobre todo en nuestra época, en la que el ritmo se embala y se acelera.
– Toda operación comercial que constata un déficit o disfunción se reconsidera inmediatamente, se reúne a expertos, intenta recuperarse, se movilizan todas sus energías para superar la crisis. ¿Por qué la Iglesia no hace otro tanto? ¿Por qué no moviliza a todas sus fuerzas vivas para un aggiornamento radical? ¿Por qué? ¿Por pereza, dejadez, orgullo, falta de imaginación, de creatividad, quietismo culpable, en la esperanza de que el Señor se las arreglará y que la Iglesia ha conocido otras crisis en el pasado?
– Cristo, en el Evangelio, nos pone en guardia: “Los hijos de las tinieblas gestionan mucho mejor sus asuntos que los hijos de la luz…”

ENTONCES, QUÉ HACER?… La Iglesia tiene hoy una necesidad imperiosa y urgente de una TRIPLE REFORMA:

1. Una reforma teológica y catequética para repensar la fe y reformularla de modo coherente para nuestros contemporáneos. Una fe que ya no significa nada, que no da sentido a la existencia, no es más que un adorno, una superestructura inútil que cae de sí misma. Es el caso actual.
2. Una reforma pastoral para repensar de cabo a rabo las estructuras heredadas del pasado.
3. Una reforma espiritual para revitalizar la mística y repensar los sacramentos con vistas a darles una dimensión existencial, a articularlos con la vida.

Tendría mucho que decir sobre esto. La Iglesia de hoy es demasiado formal, demasiado formalista. Se tiene la impresión de que la institución asfixia el carisma y que lo que finalmente cuenta es una estabilidad puramente exterior, una honestidad superficial, cierta fachada. ¿No corremos el riesgo de que un día Jesús nos trate de “sepulcros blanqueados”?
Para terminar, sugiero la convocatoria de un sínodo general a nivel de la iglesia universal, en el que participaran todos los cristianos, católicos y otros, para examinar con toda franqueza y claridad los puntos señalados más arriba y los que se propusieran. Tal sínodo, que duraría tres años, se terminaría con una asamblea general –evitemos el término “concilio”– que sintetizara los resultados de esta investigación y sacara de ahí las conclusiones.

Termino, Santo Padre, pidiéndole perdón por mi franqueza y audacia y solicito vuestra paternal bendición. Permítame también decirle que vivo estos días en su compañía, gracias a su extraordinario libro “Jesús de Nazareth”, que es objeto de mi lectura espiritual y de meditación cotidiana.

Suyo afectísimo en el Señor,
Henri Boulad, S.J.
henriboulad@yahoo.com
Graz, 18 de julio de 2007


¿Cómo crear comunidades cristianas hoy, con la fe de siempre pero un nuevo lenguaje?

Congresos de Nueva Evangelización atentos a las parroquias, gracias a Dios, en España ha habido unos cuantos en los últimos 15 años. Pero ninguno que haya nacido con un estudio previo explorando cuántas parroquias han empezado a transformarse y aplicar buenas prácticas, y detallando cuáles son esas prácticas. Eso es novedoso en España: ¡un estudio que explora dónde y cómo la Nueva Evangelización transforma las parroquias!

Nueva Evangelización es "nuevo lenguaje, nuevo ardor y nuevos métodos" para llegar al hombre de hoy, decía Juan Pablo II. Pero los "nuevos métodos", si no transforman y cambian toda la parroquia, quedan en poco.

"El cambio es posible, sabemos cómo se hace y ya hay gente que lo hace, y lo hemos visto. El primer paso es romper la negatividad", explica a ReL Santiago Pons, decano de Teología de la Universidad Católica de Valencia, uno de los impulsores del Primer Congreso de Buenas Prácticas en Parroquias (ProyectoParroquias.com).
El congreso se celebra en Valencia, en la Universidad CEU Cardenal Herrera, el 24 y 25 de febrero, viernes y sábado, y probablemente será el más influyente evento de evangelización parroquial de este año en España.
Lo que propone, por primera vez en España, se basa en lo que un estudio ya ha visto que funciona.


Muchos ven los problemas: no hay que resignarse

Pocos sacerdotes y religiosas, mucho desánimo, esfuerzos enormes en mantener "lo de siempre" con una sociedad que no es la de siempre. Chavales que ni van a la confirmación, novios que ni piensan casarse...
La Iglesia española tiene una estructura de épocas de Cristiandad, cuando el Estado, la escuela, la familia y el barrio colaboraban en transmitir la fe. Pero España ya no funciona así, hay hostilidad o indiferencia a la fe y los niños y novios llegan a la parroquia sin cultura religiosa, a "consumir" sacramentos... o ni llegan.
Los obispos lo ven y les preocupa la situación. Pero muchos dan sólo soluciones "de mantenimiento", para estructuras de época de Cristiandad. Cada vez menos sacerdotes para atender más estructuras. Otros han hablado de una mera "gestión de la decadencia".
"En muchas parroquias se desanimaron, tiraron la toalla porque probaron alguna cosa y no funcionó. Pero saben que hay que hacer algo. Y nosotros sabemos lo que hay que hacer, porque lo hemos visto", apunta Santiago Pons.

¿Nuevos métodos? Sí, pero son un primer paso

No basta con aplicar un nuevo método de kerigma y comunidad como AlphaLifeTeenCursillosEmaús o Células Parroquiales, aunque eso siempre inicia un camino. 
"Aunque uses nuevos métodos, si no cambias la mentalidad de toda la parroquia, no funcionará. Los nuevos métodos suscitan un tipo de fe distinta que la parroquia 'como hasta ahora' no va a poder alimentar. Al introducir nuevos métodos, hay que cambiar todo el ambiente, empezando por los párrocos. Es esa conversión pastoral que empieza por lo personal", explica Santiago Pons.

¿Qué es una parroquia renovada y cuántas hay en España?

Una fundación europea que aporta fondos a estudios sobre transformaciones sociales financió un estudio único en España. El equipo de Proyecto Parroquias quiso contar cuántas de las 22.000 parroquias españolas (muchas son pequeñas y rurales) habían iniciado una "transformación pastoral" para la Nueva Evangelización.
Resultó que son unas 300 parroquias. Quizá sean algunas más, pero no muchas más.

Pero, ¿qué es una parroquia renovada?

En parte, el estudio asume las 4 características que explica el libro de William E. Simon Jr. Grandes parroquias católicas. Cuatro prácticas pastorales que las revitalizan (en español en BAC, 2018). Su autor es un empresario de éxito que creó una fundación para ayudar a parroquias católicas, Parish Catalyst... y acude el viernes y sábado como ponente al congreso en Valencia. Él se basó en una investigación en casi 250 parroquias de EEUU.

Las 4 características de una parroquia renovada y viva son:

1) Liderazgo compartido: un párroco líder forma un equipo unido y bien avenido de gente con talento en quienes delega temas importantes;
2) Discipulado y espiritualidad: gran oferta espiritual que enganche, muchos retiros, cuidado a la vida familiar, formación bíblica viva, uso de Internet...
3) El domingo, la parroquia "brilla": la misa cuida al máximo su acogida, música, ambientación, predicación, estética y oferta para los niños;
4) Intencionalmente busca evangelizar alejados: usa programas que atraigan alejados, fidelicen visitantes esporádicos y los incorporen a la vida parroquial.

Preguntando a los expertos... y a las diócesis

Además de seguir ese libro, el equipo de Parroquias Renovadas acudió a 14 expertos en Nueva Evangelización en España (sacerdotes, laicos y religiosos), incluyendo al difunto obispo auxiliar de Barcelona, Toni Vadell. Con ellos prepararon un cuestionario.
Después acudieron a los vicarios generales de todas las diócesis de España con una pregunta: "¿qué parroquias conocen ustedes que hagan las cosas de esta lista?"
Pero de 72 vicarios, respondieron 10. "Así al menos supieron que estudiábamos ese tema y que esas parroquias podían existir".
Insistiendo y consultando más expertos, el equipo exploró más, y recibió información sobre parroquias interesantes de la mitad de las diócesis españolas.
"Luego fuimos a ver esas parroquias, a ver si lo que nos decían de ellas era verdad. Temíamos que, a lo mejor, un recién llegado, desde fuera no lo viera. Pero comprobamos que el cambio se ve, se nota. En ellas se habla otro lenguaje, se nota otro ambiente", explican.

Parroquias nuevas localizadas, y visitadas

Así, localizaron esas 300 parroquias que al menos han empezado la renovación, que la están intentando conscientemente. Algunas sólo están empezando, otras ya han implantado bastantes de las "buenas prácticas", unas pocas ya las han consolidado.
Después, profundizaron hablando con 30 de esas parroquias, la mitad en visita presencial, la otra mitad con videollamadas.
Santiago Pons es realista. Admite que "no todas las parroquias de España podrán renovarse ni aunque hubiera muchísimos recursos, pero debería haber al menos una parroquia renovada en cada zona, para que exista la oferta. Al final, lo importante es ofrecer el encuentro con Cristo".

El cambio es posible... pero necesita acompañamiento

¿Cómo implantar el cambio en la parroquia? Por la convicción del párroco que consigue un equipo de colaboradores para ello. ¿Basta con eso? No, necesitará acompañamiento, un mentoreo cercano.
El equipo consultó 3 instituciones dedicadas a formar sacerdotes para el liderazgo pastoral: AutemPastores Gregis y el LIDE de la Universidad de Comillas. Las tres dijeron que no basta con formar a los sacerdotes en la nueva mentalidad, sino que luego hay que acompañarles durante el proceso de transformación de la parroquia. Eso implica un acompañamiento o mentoring que requiere recursos.

Lo que lleva a otra pregunta: ¿Quién dedicará recursos a acompañar en la transformación? ¿Las diócesis? Por el momento pocas o ninguna tienen conciencia de ello. ¿O quizá parroquias ya maduras y generosas y transformadas, acompañando a otras?
Santiago Pons detalla que "el cambio es posible también en muchas parroquias rurales, pero requerirá destinarle recursos y formar personas para ello".

Pero implicará cambiar toda una mentalidad en los pueblos. En muchas zonas hay que asumir que no habrá un cura por pueblo y que la comunidad ya no será el pueblo, sino cinco o siete pueblos vecinos, con colaboradores (laicos o religiosos) activos en la pastoral. Desde luego, no servirá simplemente decir a un párroco "ahí tienes ahora 3 o 5 pueblos más".

Si quieres que cambie algo, ¡párate!

¿Qué decir a un sacerdote que querría renovar su parroquia y hacerla viva? Como mínimo debería ir a congresos como este, visitar algunas de esas 300 parroquias que han empezado el cambio... Pero, probablemente, el día a día parroquial es lo que le impide hacer eso.
"Si mañana se te rompe la pierna, ¿verdad que tu parroquia no colapsa? Alguien se encarga", respondería Santiago Pons a un amigo sacerdote en esa situación. "Piensa si prepararte para transformar tu parroquia es prioritario. Para cambiar las cosas, has de parar. Si no te paras, seguirás repitiendo lo de siempre".
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Para aprender más, visita:

El I Congreso Buenas Prácticas en Parroquias tiene lugar el 24 y 25 de febrero en el Paraninfo de la Universidad CEU Cardenal Herrera (Carre Major, 61, Alfara del Patriarca, Valencia), con la colaboración de la Universidad Católica de Valencia. Participan Armando Matteo, profesor de la Urbaniana de Roma y secretario de la Sección Doctrinal del Dicasterio para la Doctrina de la Fe; y William Simon, fundador y presidente de Parish Catalyst y autor del best seller pastoral “Grandes parroquias Católicas: Cuatro prácticas pastorales que las revitalizan”. La asistencia es gratuita aunque requiere inscripción.

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