EL Rincón de Yanka: IDIOCRACIA

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miércoles, 19 de marzo de 2025

"DEL CHOVINISMO A LA VERGÜENZA" por PEDRO LUIS PEDROSA 💩


DEL CHOVINISMO 
A LA VERGÜENZA


Si usted tiene un hijo, es seguro, que le reclama y corrige sus errores, y lo hace porque lo ama, sus fracasos, por torpeza o por flojera no le son indiferentes, por eso los reprende cuando considera oportuno, su reprimenda no es odio, es amor; así que sirvan estas líneas como una reprimenda que se hace por amor, porque el primer paso para corregir un error, es reconocer su existencia, hacerse la vista gorda, de nada sirve, la esperanza y el optimismo sin un diagnóstico claro de nuestras carencias, no llevan a nada y son una estupidez.
El Chovinismo o chauvinismo, es la exaltación radical e irracional del nacionalismo, afirmando que “tal país” es mejor que los demás; los venezolanos somos chovinistas, por décadas hemos afirmado que “Venezuela es el mejor país del mundo” ¡es falso! No lo es hoy y nunca lo fue; simplemente fuimos bendecidos con un Rosario de maravillas y riquezas que no supimos aprovechar, que lejos de aprovecharlas las despilfarramos y no construimos nada ni importante ni trascendental.

Nuestros personajes icónicos, lo son en Venezuela, pero irrelevantes en el resto del mundo, son sólo mitos de auto consuelo, de auto complacencia y si indagamos profundamente en la historia real, nuestro mito fundacional también es mediocre. Paradójicamente, ninguno de nosotros es culpable y a la vez todos lo somos; no somos culpables porque fuimos criados en el engaño, haciéndonos creer en un heroísmo que nunca existió y regodeándonos en una riqueza que no construimos, que nos vino dada por la providencia, y a la vez somos culpables, porque no nos preocupamos por buscar la verdad, simplemente nos sentamos sobre aquella mítica frase empleada por unos y otros “somos ricos, el petróleo es nuestro”. 
A veces creo que nos hemos merecido el chavismo, recuerdo aquella década de los 80' cuando veíamos al resto de Hispanoamérica como inferiores porque ¡ya saben! “somos ricos”

Nuestra mediocridad PARIÓ a Chávez, la clase política se creía infalible y la empresarial ni que decir, y llegó esa plaga peor que la langosta y dejó al país sin nada de lo que nos habíamos ufanado por años, nos dejó “en cuatro bloques”, nuestra desidia estructural nos dejó apoltronados “enchinchorrados” en nuestros fetiches, pensamos que nunca se irían y ahora no volverán, sin embargo, seguimos gritando que Venezuela es el mejor país del mundo” aferrados a que todos esos fetiches volverán por obra de Dios, que fue como se nos entregaron inicialmente. Y le preguntas a cualquiera ¿por qué Venezuela es el mejor país del mundo? Y te responderá -porque tenemos las mejores playas- FALSO, según “Lonely planet”, ni Los Roques aparece en el top 10, -Tenemos el salto Ángel- ¿y?, -tenemos las mujeres más bellas- mujeres bellas hay en todo el planeta (menos en Chile) … - bueno, es que los venezolanos "somos chéveres”- y eso tampoco sirve de nada o le sirve a muy pocos.

En todo caso, nada de lo que nos ufanamos lo hemos construido, TODO NOS FUE DADO POR LA PROVIDENCIA, y lo de “las mujeres más bellas” tampoco es nuestro, es producto del mestizaje de españoles con indios, de españoles con negros, de indios con negros, que dieron como resultado, blancos, zambos, mulatos y toda clase de mezclas. En fin, nada hemos construido.

En enero de 1896, Manuel Vicente Romero garcía escribía en “el cojo ilustrado” "Venezuela es el país de las nulidades engreídas y las reputaciones consagradas" y en 1996 (un siglo después) no había cambiado en lo absoluto. En aquellos años se transmitía “por estas calles” culebrón televisivo que carga con buena parte de la responsabilidad de la llegada de Chávez al poder, Marcel Granier, presidente de RCTV (canal que transmitía el culebrón) estaba feliz por “el rating” poco le importaba el daño y la operación de psicología de masas que se estaba ejecutando, este mismo personaje puso el “porno light” al alcance de cualquier niño que pasara por un quiosco y comprase “el diario en la playa”. Los programas de radio estaban repletos de banalidad, no importaba si era Cadavieco, Chataing, o Fermín Cimadevilla, todos los programas eran de humor cutre (y miren que en aquella época yo me reía con eso). Pero era natural que ese país sentado sobre una beta de oro que no se había ganado, encumbrase a semejantes pelmazos como sus referentes culturales “Y POLÍTICOS” (ojo con esto), no eran más que “nulidades engreídas” a quienes las elites mediáticas “consagraron la reputación”, si se fijan, esa misma operación de creación de reputaciones en medios de comunicación, nos la aplicaron con eso que llaman “la generación de 2008” una panda de mocosos en los cuales el país depositó sus esperanzas y que resultaron ser peores que sus predecesores, ¿acaso es necesario mencionar a John Goicoechea, a Freddy Guevara, a Ricardo Sánchez, a Miguel Pizarro o a Juan Guaido? Por cierto, Chataing es tan mediocre, que ya en un país no más serio, pero si bastante más amargado; hizo reiterados intentos por llevar un “late show” al estilo gringo… en todos fracasó.

Podría seguir relatando, anécdotas de este tipo, pero esta reflexión obedece al reciente incidente del “humorista” George Harris en el festival de Viña del Mar en Chile, que es un país tan mediocre como nosotros, que en unos pocos años, montados en la riqueza que construyó ese país en el último cuarto de siglo pasado, se volvió una sociedad tan mediocre como la nuestra y además nihilista. Pero no voy a juzgar a los chilenos, ni siquiera a Harris, voy nuevamente contra nosotros ¿estamos tan necesitados de consuelo, que salimos en manada a victimizarnos por cualquier cosa? ¡yo creo que sí! un día me bajé de un taxi en Bogotá antes de llegar a mi destino, el motivo fue un paisano que en medio de la calle pedía limosna con un cartón que decía “Ayúdame, soy venezolano” ¿Dónde quedó eso de “los venezolanos somos arreeeeeeechoooos”? somos muy arrechos dando lástima por el mundo, sea en Colombia, en México en Chile o en el Perú. A este paisano le dí lo que pude y le rogué que rompiese ese cartón y se pusiera a hacer cualquier cosa, pero que no diese lástima a cuenta de ser venezolano.

Después de cuatro años de haber emigrado, llego a un país que no se ufana de sus playas (tan buenas como las nuestras) que no se ufana de sus mujeres (tan bellas como las nuestras, sin tetas de silicona) y que evidentemente no tiene el Salto Ángel, ¡eso sí! se creen los mas guay (chéveres) de Europa (en efecto creo que lo son) y son también bastante conformistas, el anhelo y el deseo de crear y construir para tener más y ser mejores, se fue cantando cuando un grupo de Andaluces por allá por 1975 llegaron cantando “libertad, libertad, sin ira, libertad”.

Evidentemente estoy en España y aquí “la Sardana y fandango emocionan, porque en sus notas hay vida y hay calor” a diferencia de nosotros en Venezuela, (y termina de leer así la rabia te coma) este país tiene una historia de la cual enorgullecerse, el imperio Español fue por tres siglos el más grande del mundo, España ejecutó la primera “gran globalización”, a diferencia de nosotros a quienes Dios todo nos dio, los Españoles construyeron maravillas a la gloria de Dios, apenas he salido de Madrid, y visitar la Catedral de Santiago de Compostela, la Catedral de Ávila, la de Toledo o la Basílica del Pilar, te dejan con la boca abierta, son edificios que tienen entre 500 y 300 años en pie, entrar en ellos es sobrecogedor. A diferencia del Museo de Louvre, donde se exhiben obras de artistas de todo el mundo, un admirador del arte puede invertir un día completo en el Museo del Prado viendo obras de artistas únicamente españoles.

Pero estos “pringados” se avergüenzan de todo lo que los ha hecho grandes, este país salió de una guerra civil, quedando aislado del planeta y aún así se convirtió en la novena potencia industrial del planeta, de eso también están avergonzados; al igual que los chilenos, la riqueza creada en el segundo tercio del siglo XX, se la cargaron en cuarenta años, y al igual que los chilenos la sociedad se ha convertido en conformista y hedonista.

Si usted es venezolano o español y no se siente retratado en estas líneas, esto no es con usted, pero deténgase un momento y ¡MIRE A SU ALREDEDOR! Vea como fuimos y como somos y pregúntese si en verdad “¿somos o fuimos “el mejor país del mundo”?” el auto consuelo, no es buen consejero cuando se está en un pozo de excrementos, quedarnos allí consolándonos por nuestra desgracia y echándole la culpa a otros por estar allí, no sirve de nada para salir y limpiarse la mierda.

Así ha discurrido mi vida, entre una sociedad que se creía la mejor del mundo sin serlo y otra que se avergüenza de sus mejores y más grandes glorias, este ha sido mi viaje DEL CHOVINISMO A LA VERGÜENZA.

¿Conoces el chauvinismo?
El nacionalismo imbécil


«Preferencia excesiva por todo lo nacional con desprecio de lo extranjero.»

Mi país es el mejor del mundo, aunque nunca he salido de él. Todos hemos escuchado ese tipo de frases, “Tenemos las mujeres más bellas del mundo”, “Somos el país más rico de la tierra”, nos las han dicho tanto que las llegamos a creer sin tener razón alguna, es cierto porque si, punto.
¿Tiene esto sentido? Ese nacionalismo exacerbado que se nos enseña de manera implícita en nuestros países, ¿es acaso positivo? Hoy quisiera hablar de este tema, ya que nos afecta mucho más de lo que pensamos, es la razón de algunos males que atañen a los países hispanoamericanos, y que si aceptamos que estos “sentimientos” no son positivos para nosotros, podremos encontrar soluciones para algunos problemas que parecen nunca terminar.

Consecuencias del chovinismo.
Eres fácil de manipular

No es difícil darse cuenta de que las personas con este comportamiento son más dóciles para políticos que usan un discurso populista y demagogo, se dejan convencer si les dicen que por ninguna razón su país es el mejor y que por eso merecen todo lo que *ingrese aquí grupo odiado* les quitan.

No puedes ver los verdaderos problemas

Así seas chovinista o no, el comportamiento de estos te afecta, ya que los medios de comunicación les encantan estos temas que solo hacen ruido y no aportan ninguna solución.
La deuda, el crimen, la corrupción, la mala administración, un sin fin de problemas a los que nadie le presta atención.
De esta forma se pierde un tiempo valioso debatiendo acerca de que nuestro país es muy rico, que debemos tomar esa riqueza, que la culpa es de los explotadores (Usualmente extranjeros), en vez de preguntarnos: ¿Estamos trabajando al máximo? ¿Estoy innovando y dando lo mejor de mí en todo momento? ¿No es el gobierno el que esta estorbando? Y llevar a cabo acciones que sean verdaderas soluciones no pañitos de agua tibia.

VER+:









CHAUVINISMO CRIOLLO

LA AUTOESTIMA DEL VENEZOLANO por MANUEL BARROSO

EL CULTO A BOLÍVAR por GERMÁN CARRERA DAMAS

CHOVINISMO CRIOLLO por PEDRO LUIS PEDROSA

viernes, 14 de marzo de 2025

LIBRO "LA TERCERA GUERRA MUNDIAL YA ESTÁ AQUÍ": ... PERO NO TE LA ESTÁN CONTANDO EN TELEVISIÓN por 👥💣💥💀 CRISTINA MARTÍN JIMÉNEZ

LA TERCERA GUERRA 
MUNDIAL YA ESTÁ AQUÍ

... pero no te la están contando en televisión
La crisis de la pandemia ha puesto de manifiesto en todo el mundo las debilidades de los sistemas económicos, sociales, sanitarios y políticos, sea cual sea la forma de gobierno. Siguiendo la estela de La verdad de la pandemia, que ya apuntaba el tipo de conflictos emergentes, la autora pone sobre la mesa que la Tercera Guerra Mundial ya ha empezado y que sus batallas no van a ser solo militares, sino que se van a centrar en las luchas de las élites por el poder, el control de la ciudadanía a través del miedo y la manipulación, de la censura y, en general, del debilitamiento de la sociedad en todas sus facetas.
PRESENTACIÓN

Estamos en estado de guerra. Pero no todo el mundo lo sabe, porque la esencia de esta nueva modalidad bélica consiste en que el atacado no se percate de las violentas agresiones que recibe. Pero, aún más, la inteligencia del invasor-estratega es tal que ha logrado que muchos acepten e incluso deseen que se consuma la conquista. Puede sonar extraño y paradójico. Y lo es. Ocurre así porque una de las principales características de esta guerra que sufrimos desde hace décadas es el concepto de «inversión». 

Todos los valores, todas las percepciones, todos los comportamientos y procesos están siendo invertidos, hasta el extremo de que el esclavo vive cómodo en su estado de esclavitud. Básicamente, una guerra es la conquista de un territorio. Invadir, ocupar, asediar constantemente para penetrar hasta la totalidad más profunda de un Estado, de una nación o de una región para robar las riquezas y propiedades de sus habitantes, para usurpar el poder de cada una de las personas soberanas que con su esfuerzo y el de sus ancestros han construido día a día su hogar, han preservado sus costumbres y han alumbrado a sus dioses. Pero ahora el invasor te exige tributos económicos. Tu sudor, tu sacrificio y tus amaneceres tienen dueño. 

En esta guerra, los agresores pretenden apropiarse de todos los bienes de la Tierra: del agua que baja de las montañas, de los mares, de los bosques, del sol… Incluso el aire que respiras ahora tiene un precio. Pero el buen tirano no se conforma con los bienes físicos, tangibles, terrenales. Intenciones aviesas, perversas e infames lo alimentan. El conquistador tiene ansias de destrucción. 

Quiere derribar la civilización de los conquistados y entrar en su territorio espiritual. Para que su triunfo sea total ha de imponer una nueva civilización: la suya. Cuando de conquistador del territorio pase a dominador ideológico de las almas, convirtiendo en esclavos culturales a quienes antes eran libres de su dominio, habrá vencido. Y así, con la imposición de la cultura invasora, el nuevo tirano prohíbe tus creencias, tus valores y tus dioses. Te exige que le adores si quieres vivir. Él ansía ser tu dios omnipotente, tu divinidad suprema, tu ídolo universal. Es un déspota absolutista. Es el usurpador de un poder que no le pertenece, de un poder que es únicamente tuyo. Como buen psicópata, le obsesiona imponerte sus sentimientos para que seas digno hijo suyo, un esclavo esculpido a su imagen y semejanza. El padre supremo va a dictarte a quién es correcto que ames y a quién debes odiar. Y, para conseguirlo, cual serpiente que se arrastra silenciosa entre la maleza, envía a sus huestes a las escuelas para adoctrinar y domesticar a los niños. Sus legiones han entrado en tu casa desde la pantalla de tu televisor para mostrarte un psicomundo que te confunda y turbe tu espíritu. 

Los usurpadores de ese poder que te pertenece no dejan nada al azar. No quieren que seas libre, no quieren que sueñes con la existencia de otro mundo que no sea el que te muestran. Conocimiento, sabiduría y libertad son palabras malditas para ellos. Y están ardiendo en las hogueras de la Tierra. Vuelve una nueva época de tiranía, como la que vivimos en Europa e Hispanoamérica en el siglo XX. Para triunfar en esta colonización imperial, las armas de guerra han cambiado. El principal objetivo de los nuevos déspotas es que no seas consciente de que te están haciendo la guerra. El endeudamiento, el miedo, las mentiras, la ignorancia, la propaganda, la desinformación, los gobernantes títeres de poderes oscuros, la ruina, el paro, las crisis, el estrés emocional, el cierre de empresas, los suicidios, la desmoralización, la «táctica de la pandemia», el genocidio, las armas biológicas, el abuso policial, el psicoescenario, la muerte, el Gran Reinicio…

¡BIENVENIDOS A LA TERCERA GUERRA MUNDIAL!

Es esta una guerra total que se sucede en varios campos de batalla: el frente psicológico, el cultural, el sentimental, el geoeconómico y el geopolítico. Son ataques sincronizados. Para ganar esta guerra, tus enemigos han ido actuando de modo gradual, por fases, y la primera ha consistido en adueñarse de las industrias culturales y del sistema de comunicación global. Una vez que los núcleos de gestión de la comunicación están en sus manos, el conocimiento y la cultura —los centros neurálgicos de las relaciones sociales— tienen la capacidad de condicionar tus valores, es decir, aquello en lo que crees y defiendes tanto en el plano individual como en el comunitario. 

Los gobernantes se han convertido en títeres no solo del poder financiero filantrópico, sino de una fuerza invisible que no sería nada y se mantendría en el limbo si ellos no le diesen su aliento de vida: el Mal. Son los sacerdotes del nuevo templo de la infamia. Los usurpadores de ese poder que, repito, te pertenece —tu libertad, tu sentimiento, tu comprensión, tu existir, tu amor, tu libre albedrío— han calculado a la perfección cómo deben actuar. Pero hay una niña de ocho años llamada Pandora[1] que guarda un gran secreto en el fondo de una caja fabricada con la madera del Árbol Sagrado. Su caja está hecha con el material de las tormentas. Y el tesoro que custodia es el elemento que los sátrapas quieren destruir. Si lo consiguen, habrán vencido. Si la mentira es el arma principal de los tiranos, en esta guerra no hay arma más poderosa que la Verdad. Pero hay otra arma con la que podemos atacar y es la que guarda Pandora en el fondo de su caja. Quienes no conocen su nombre no podrán utilizarla. Y quienes lo saben ya están salvados. El nombre de esta arma es ESPERANZA y desde los orígenes del mundo ha sido un bastión de fortaleza para la humanidad.

La Tercera Guerra Mundial persigue que el 1 % de los individuos domine al 99 % restante. La geoestrategia de esa minoría, que concibe las relaciones sociales en términos de dominadores y dominados, es convencerte —a ti y a todos— de que su nuevo «mundo feliz» es la mejor y única opción. Su objetivo es fascinarte, seducirte, atraparte en sus telas de araña, y para ello despliegan una legión de tropas que disparan sus armas en los medios de comunicación, editoriales, películas, discográficas, academias, universidades, think tanks, laboratorios de dinámicas sociales… Desde allí trabajan para construir y difundir un único discurso con el fin de que su dominación no solo sea aceptada, sino aplaudida. La Tercera Guerra Mundial es un plan completo y total para someterte sin disparar una sola bala de metralla. Y el campo de batalla en el que se desarrolla el combate principal se encuentra en tu mente y en tu alma. ¡Buen combate a todos!

EPÍLOGO

UN COMBATE NECESARIO
—Puede que no se trate de eso —repuso Bernd—. Ya he visto la misma reacción otras veces: hombres que odian a las personas a quienes han tratado de forma injusta, por paradójico que pueda parecer. Creo que eso se debe a que la víctima es un recordatorio perpetuo de su comportamiento vergonzoso. KEN FOLLET, El umbral de la eternidad.
Cuando acabo la redacción de este libro, todos los habitantes del planeta nos hallamos en medio de la Tercera Guerra Mundial. Nuevas revelaciones están saliendo a la luz, pero he de cerrar el manuscrito para que comience el proceso de maquetación, logística, marketing y distribución. Mis editoras me apremian. Cuando en septiembre llegue a las librerías, a las manos y corazones de mis lectores, es posible que hayamos sufrido —o estemos a punto de sufrir— ese nuevo ataque escenificado y ensayado en el mes de julio en el Foro de Davos llamado «Cyber Polygon 2021». Es decir, las élites del Partido Comunista Chino y las occidentales seguirán presionando al mundo entero para hacerse con el dominio planetario en una sola estructura de poder y repartírselo. La nueva agresión tiene como objetivo dominar también el espacio mediante el control de las rutas de las autopistas satelitales, que son las que hacen posible las comunicaciones y las transacciones empresariales de 7.800 millones de personas. 
"Nos llamaron asesinos, conspiranoicos, nos lincharon en las calles, nos echaron de los bares, cines y farmacias. Nos prohibieron abrazar a nuestras madres, estar en el funeral de nuestros abuelos. Han matado a ancianos, niños, deportistas y provocado abortos.
Los "periodistas", famosos y políticos la aconsejaron. Los médicos y enfermeros recibieron premios y aplausos mientras fuimos los apestados, los leprosos sociales. Te advertimos que todos mentían y que no pusieras tu vida en sus manos. Afortunadamente, muchos nos creisteis.
Otros muchos, confiasteis en los malos, los corruptos, los amorales que se han beneficiado y enriquecido. Hoy Janina Small, jefa de desarrollo de mercados de Pfizer ha confesado en el Parlamento Europeo que nunca tuvieron certeza alguna de que su mejunje curase nada, que era "el mercado" el que les proporcionaría datos de su funcionamiento. O sea, que "el mercado", es decir, tú y los tuyos eran sus conejillos de Indias". Cristina Martín Jiménez
Este libro es una crónica de guerra y un análisis de las armas utilizadas en ella. El tiempo ha demostrado que lo que hace once años llamé la «táctica de la pandemia» era cierta: un arma de guerra diseñada por las élites para matar, esterilizar y esclavizar a la humanidad con el fin de imponer un gobierno mundial. Sus responsables, junto con sus colaboradores y capos, deben pagar por los crímenes de guerra que han cometido. Puesto que el proceso no ha terminado, estas palabras no son una despedida, sino un hasta pronto. Como periodista, me siento obligada moralmente a continuar la labor de denunciar lo que ocurre. 

Cuando era estudiante, quería ser periodista de guerra y durante un tiempo me sentí frustrada por no lograrlo. Después publiqué mis tres primeros libros e incluso censuraron el último. Un día me percaté de que finalmente me había convertido en periodista de guerra, porque nos la estaban haciendo en casa. El periodismo de trinchera que practico es peligroso, porque la verdad y la denuncia no son aceptadas por quienes hacen guerras tranquilas con armas silenciosas. No es fácil percibir la propaganda cuando se introduce en las escuelas, ni es fácil cambiar la cosmovisión de las personas que han sido instruidas en la obediencia y en la aceptación de los dogmas de la nueva religión universal que unos pocos tratan de imponer. Por ello han exterminado la lectura comprensiva y el pensamiento crítico en los jóvenes. 

A fin de cuentas, ellos son los que sostendrán el paraíso y hay que domesticarlos desde la niñez. Pero estos hacedores del mal han dado un paso definitivo para tocar lo más sagrado: nuestro ADN, la biblioteca que guarda los libros de nuestra historia, que nos revela quiénes somos, de dónde venimos, y que custodia el libre albedrío de nuestras almas. Los tiranos han encontrado la llave para abrirla y, como dioses de la antigua Sumeria, pretenden decretar nuestros destinos. Hace tiempo leí un mensaje que circulaba por las redes: creer que la industria farmacéutica trabaja por tu salud es como creer que la industria armamentística trabaja por la paz mundial. El combate va a continuar. Ahora viene la embestida con el arma del cambio climático provocado por el hombre, esa gran mentira, esa sofisticada arma de diseño vanguardista que aglutina todas las estrategias para derribar la civilización occidental. Las nuevas palabras y conceptos-emblema ya nos resultan familiares: ecologismo, política verde, inclusivo, resiliente, feminista, sostenible… 

Nos mienten al decirnos que el petróleo y el agua se acaban, y mediante la desinformación constante nos convencen de que debemos cambiar nuestras costumbres y consumir alimentos sintéticos que, obviamente, debilitan nuestro organismo. Si el cambio climático es un hecho irreversible y va a provocar un apocalipsis inminente, ¿por qué el matrimonio Obama le compra una mansión al dueño de los Boston Celtics en unos terrenos inundables? ¿Acaso están dispuestos a poner en peligro la vida de su familia, o es que ni siquiera el expresidente de Estados Unidos se cree el cuento que repite en las múltiples conferencias que da por todo el mundo y por las que cobra medio millón de dólares? 

Los Obama predican un Nuevo Orden Mundial inclusivo donde todos seremos iguales… Y en sus ratos libres pagan 15,40 millones de dólares por su mansión en Martha’s Vineyard, un elitista paraíso situado en el estado de Massachusetts. Para compensar, recordemos que financiaron y alentaron el movimiento Black Lives Matter, que destruyó e incendió las casas y los negocios de la clase media trabajadora estadounidense. No, ellos no se creen sus mentiras. Las mentiras son las balas que disparan para limitar el desarrollo, para frustrar la paz, para empobrecer y adoctrinar a los justos. En realidad, ellos solo tienen dinero; no son la élite. 

La verdadera élite son los indómitos, los más inteligentes, los más cultos, los más alegres. Quienes de verdad son capaces de regenerar el planeta son los nobles de corazón. De ahí que se haya iniciado una nueva caza de brujas. El Malleus Maleficarum («Martillo de las brujas»), publicado en Alemania en 1487, tiene su nueva edición en los manuales de los verificadores de datos, que conforman una guía universal con la que enseñan a los jóvenes periodistas de empresas de fact checking a perseguir a las voces críticas y a catalogar como bulos hechos que son veraces y comprobados, atribuyéndose una autoridad y una credibilidad de las que carecen. Al parecer, yo soy un trofeo muy preciado, según me confesó un fact checker amigo. Lo que no saben es que me río al imaginar sus brindis cuando al fin lograron expulsarme de la «comunidad»de Facebook. Unos años antes también me atacaron y fui expulsada del periodismo «oficial». Pero no del Periodismo —con mayúsculas—, ya que continué practicándolo en mis libros y convertí mis canales de las redes sociales en mi medio para difundir investigaciones, opiniones e información. Gracias a mis lectores, que son mis mecenas, he podido escribir este libro. 

Las dos potencias que se enfrentan en la Tercera Guerra Mundial son en realidad dos grandes estructuras de poder: el Partido Comunista Chino y el bloque del antiguo establishment occidental. Ambos son, al mismo tiempo, aliados y enemigos. Colaboran y batallan entre sí y contra la humanidad. Y cada uno tiene sus propios aliados y enemigos. En ambos bandos brilla una luz oscura y apagada, una luz oxidada que ya casi no alcanza para alimentar un proyecto muerto que los ha enloquecido con la promesa del trono del mundo. 

Para que esta tibia luz se haya extendido por el planeta ha sido necesaria la complicidad de médicos, enfermeros, periodistas, profesores e intelectuales que se creyeron dioses e instaron a todos a vacunarse sin tener el conocimiento suficiente para dar consejo, y ahora, cuando han ido a pedirles explicaciones por sus «brazos magnéticos», les han respondido que escriban a las farmacéuticas, que ellos no saben nada, eximiéndose de este modo de sus responsabilidades. Cuando el mundo conoció el nacionalsocialismo de Hitler, y una vez acabada la Segunda Guerra Mundial, una pregunta se repetía: ¿cómo es posible que el pueblo alemán estuviese de acuerdo con lo que ocurrió en los campos de concentración? 

Durante décadas, los alemanes cargaron con la vergüenza y la culpa. Ahora les toca cargar a todos los que, con una supuesta autoridad y legitimidad médica, intelectual y científica, se han convertido en los verdugos de sus semejantes. En mis observaciones he descubierto que la glorificación del Mal conduce a las civilizaciones al abismo. Como ejemplo, el final de la dinastía china Shang[2] estuvo marcado por la corrupción y los sacrificios humanos, al igual que el imperio de Moctezuma. Ambos tenían una cohorte de sacerdotes adivinos, brujos y sacrificales. 

Cuando llegaron los castellanos, la civilización mexica estaba estancada en una incipiente Edad de los Metales[3] mientras Europa se hallaba en los umbrales del Renacimiento. Por su parte, la dinastía Zhou, que gobernó China tras los Shang, implantó un complejo sistema para producir y gestionar los recursos económicos y militares con eficacia, aunque finalmente sus herederos se corrompieron y establecieron un sistema de privilegios y clases sociales que convirtió al pueblo en esclavo. Se trata de un patrón que he identificado en otras grandes civilizaciones que cayeron. 

La corrupción del alma que alumbra una cultura y que integra en un proyecto común y aceptado a todo un pueblo les condujo a la decadencia. Se estancaron. Hay una relación directa entre el Mal y el bloqueo civilizador. Ocurrió igualmente en el Imperio romano, cuya corrupción lo condujo al abismo, al limbo. Se perdió intentando mantener una estructura antigua que en su día fue esencial pero que con el tiempo quedo obsoleta. Y cuando comienza la caída, ya no es posible recuperarse. Otro patrón que siempre se cumple es que a la caída le sigue o bien un dictador o una era de esplendor, descubrimientos y avances. ¿Hacía cuál de las dos opciones nos encaminamos? Porque está claro que todas las civilizaciones del planeta están estancadas. No hay una que se salve o que nos sirva de inspiración. 

Los viejos esquemas que pretenden reproducir haciéndolos pasar por novedosos, solo porque les han cambiado el nombre o han creado un eslogan pegadizo, no son útiles en el umbral de una era de revoluciones cognitivas y aventuras espaciales. ¿Qué podemos hacer? La Gran Revolución. Puesto que el materialismo ha fracasado en todo el planeta, solo nos queda innovar en lo ontológico. Si no arreglamos el plano espiritual, que es el que ha acabado desarmonizado con los combates del siglo XX y los que llevamos en el XXI, permaneceremos bloqueados en una rueda eterna. Tal vez el único camino posible sea amarnos los unos a los otros. 

Un proyecto sencillo y complejo a la vez, pero que supone un gran reto y una gran motivación. Porque la verdad y la mentira, el amor y el odio son las principales armas de esta guerra, las primeras tecnologías humanas. El resto —los misiles, la inteligencia artificial, las cámaras de reconocimiento facial, los virus quimera…
— solo son extensiones vanguardistas de nuestras tecnologías espirituales. Dentro de cinco años —espero que antes—, todos conocerán la verdad de quienes, ya sea de forma voluntaria o involuntaria, consciente o inconsciente, se convirtieron en criminales de guerra. Y sobre la conciencia de estos caerá el peso de la culpa. Un día despertarán y se darán cuenta del dolor que han causado al abandonar la ética y la moral de sus profesiones y de sus juramentos deontológicos. Aun así, muchos de los que despierten seguirán odiando. Muchos de los que se han plegado a las legiones del Mal lo han hecho por el odio que domina sus almas, por lo que, una vez acabada la guerra, seguirán odiando a sus víctimas. No soportarán mirarlas a los ojos. 

La vergüenza de sus actos les superará. Afortunadamente, son muchos los médicos, policías, maestros, biólogos, abogados, junto con un muy reducido puñado de periodistas, los que se enfrentan a «la bestia de los acontecimientos» con el amor a la verdad como única enseña. David venció a Goliat y eso le hizo brillar. El gigante no se llevó nuestras almas, sino que, contrariamente a sus planes, las hizo brillar aún con mayor intensidad. Y ese brillo atrajo a miles de personas, que despertamos y salvamos. 

La conciencia puede ser hipnotizada, sugestionada, dormida. Pero no puede ser destruida. Almas justas que comprendéis el mal, almas indómitas y valientes… Os envío mucha fuerza a quienes seguís en las aguas puras a pesar de los ataques constantes que recibís. Honor a los buenos combatientes. Mi admiración a las Madres Leonas. Perseveremos en el buen combate. Yo seguiré luchando en las trincheras. No me voy a arrodillar. Nunca me rendiré. Y si alguna vez me ocurriera algo, vosotros continuaréis. El totalitarismo teocrático universal jamás vencerá.

1 de junio de 2021, Vitoria-Gasteiz,
en el transcurso de la Tercera Guerra Mundial
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[1] Πανδώρα en griego antiguo
[2] Shang significa «comercio». Fue, por tanto, la dinastía comercial.
[3] La Edad de los Metales se extiende entre los años 6000 y 1000 a. C., aproximadamente, marcando así el fin de la Prehistoria.

Cristina Martín Jiménez 'convence' a Alfonso Rojo: 
"Estamos viviendo la Tercera Guerra Mundial"

VER+:






jueves, 22 de febrero de 2024

LIBRO "EL IDIOTA" por Fiódor M. Dostoievski

 EL IDIOTA

La gran novela de Dostoievski sobre un ingenuo que debe enfrentarse al mundo de los intereses económicos y la manipulación.

Tras retratar magistralmente la figura del culpable en Crimen y castigo, Dostoievski ahonda en El idiota en el alma torturada de un hombre inocente. Después de pasar varios años en un sanatorio suizo, el joven y piadoso príncipe Mishkin regresa a su Rusia natal para recibir una herencia y «mezclarse con la gente». Sin embargo, en San Petesburgo solo le aguarda una sociedad obsesionada con el dinero, el poder y la manipulación que pondrá a prueba su moral y sus puros sentimientos. Antes de llegar a su destino conoce al inquietante Rogozhin, hijo de un acaudalado mercader, cuya fijación por la hermosa Nastasia Filíppovna acabará por arrastrar a los tres protagonistas a un fatal desenlace.

El vicio impune de leer

En algún lado, no recuerdo en dónde, Julio Cortázar cuenta la ocasión en que, llegando a un congreso de escritores en Nicaragua, un amigo lo recibió con los brazos abiertos y este poco usual saludo: “Ah, ¡por fin llegó el idiota!”. Sorprendido, Cortázar le pidió explicaciones, a lo que el susodicho amigo le respondió: “es que nadie se parece más al príncipe Mishkin que usted, que es tan bueno, tan generoso, tan ingenuo, tan confiado en la buena fe de las personas. Es decir, tan idiota”. 
Este amigo bien pudo ser uno de los muchos personajes de la novela de Dostoievski que ven, en las más nobles cualidades del protagonista de la novela, los defectos propios de un anormal, de alguien que, en definitiva, no encaja en un mundo donde lo normal es todo lo contrario: la hipocresía, el cinismo, la ruindad, la lujuria desmedida, la pura maldad como moneda corriente. 
Casi una descripción de nosotros mismos, como si se refiriera a nosotros. Si algo hay de sorprendente en "El idiota" es la perfección con que cada uno de estos caracteres o conductas son plasmadas en cada uno de los inolvidables personajes (inolvidables por excelsos como por ruines) que la pueblan. Esta novela está tan bien lograda, tan bien escrita (hay escenas que resultan imperecederas para sus lectores), que creo que está por encima de "Crimen y castigo" y de "Los hermanos Karamázov", es superior a ellas; en definitiva, la mejor novela de Dostoievski. Su verdadera obra maestra. Comparable solo al Quijote por esa maravillosa galería de personajes que ambas novelas exhiben, lo cual es decir mucho ya de ella. 

Dostoievski Fiodor - El Idiota by Cesar Avalos


sábado, 30 de diciembre de 2023

LOS MEDIOS ESTÁN CREANDO UNA SOCIEDAD DE TONTOS POLARIZADOS por ADELA CORTINA 😵


Adela Cortina: 
“Los medios están creando una sociedad 
de tontos polarizados”
La autora de ‘Aporofobia, el rechazo al pobre’ y ‘Ética mínima’, entre otros indispensables tratados morales, habla de educación, política, periodismo, filosofía y felicidad
Perenne dedo sabiamente metido en la llaga de preguntas que importan y molestan, Adela Cortina (Valencia, 76 años) sigue adelante en su misión de radiografiar los comportamientos y fallas de nuestras sociedades modernas. Su territorio no es otro que el saber que se ocupa de los fines: la ética, diseccionada en libros esclarecedores como Ética mínima, Ética aplicada y democracia radical, ¿Para qué sirve realmente la ética? (Premio Nacional de Ensayo 2014), Aporofobia: el rechazo al pobre o Ética cosmopolita. Su diagnóstico como la profesora que es no alberga duda: en cuestiones morales, y desde un punto de vista histórico, progresamos adecuadamente. Frente a la tentación del “estamos peor que nunca”, ella opone un “estamos mejor que nunca” basado en los evidentes avances de la sociedad contractual, los derechos humanos y el Estado de bienestar. Y, al mismo tiempo, constata lo evidente: queda un universo por hacer y el margen de corrección en cuestiones como las desigualdades sociales, el desastre medioambiental o la polarización política es inmenso.

La conversación con la catedrática emérita de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia sobre temas profundos y delicados fluye como si del estreno de la última serie de televisión o de la próxima jornada de Liga estuviéramos hablando. Es la virtud del que sabe de verdad: descender al territorio de su interlocutor, por repleto de lagunas que este se encuentre, con tal de transmitir verdades como puños que sean comprensibles y no ampulosas tabarras llenas de prestigiosas referencias y notas a pie de página. El encuentro, sin orden del día preestablecido ni percha de actualidad más allá de la permanente vigencia de sus pensamientos y postulados, y la innegable conveniencia de recordarlos y reivindicarlos una y otra vez, transcurre en la sede valenciana de la Fundación Étnor (Ética de los Negocios y las Organizaciones), que dirige. Eso sí: para las fotos se impuso la opción —más seductora, sin duda, que el aséptico decorado de oficina— del paraninfo y la biblioteca de la Universidad La Nau de Valencia.

¿La ética está relacionada con la felicidad?

La ética tiene dos referentes, la felicidad y la justicia, que son los dos puntos fundamentales de los que se pueden extraer todos los valores y todas las aspiraciones de la humanidad. Pero, así como la justicia puede hacerse, es alcanzable…, la felicidad no. A lo largo de la historia hemos ido creando con mayor o menor éxito y mayor o menor suerte sociedades cada vez más justas, hasta llegar al Estado social y democrático de derecho que tenemos hoy. Y es la base de las comunidades políticas: si una estructura no es justa, hay que cambiarla. De hecho, pienso que la historia de la humanidad se podría contar como la historia del progreso en la justicia. Igual estoy siendo muy optimista…

Eso que dice desmiente en gran medida la tentación recurrente del “estamos peor que nunca”.

Estamos mejor que nunca. Yo, a mis alumnos, cuando empezaban con aquello de “estamos igual que siempre” o “estamos peor que nunca”, les pedía que no dijeran tonterías. Que miraran unos años atrás y vieran cómo la esclavitud era legal. Cómo las mujeres no votaban. Ha habido enormes progresos. Así que la justicia está, en cierta medida, en nuestras manos, aun con avances y retrocesos.

No así la felicidad, ¿no?

La felicidad, como decía Aristóteles con toda la razón del mundo, depende en muy buena medida de la suerte. Tú puedes decirle a alguien: “¡Vamos, tú puedes ser feliz!”, pero, si le han diagnosticado un cáncer y le están dando un tratamiento de quimio y radio que lo deja desmontado varios días, hablarle de eso es un sarcasmo sin gracia. Hay que trabajar en ser felices, claro, y la mayoría lo hacemos, pero hay que saber que la suerte cuenta. Y luego hay gente que no va a ser feliz en su vida porque protesta por todo, porque es incapaz de cuidar a un amigo excepcional, de cuidar una buena relación de pareja, de valorar que ha tenido una educación maravillosa, de apreciar una puesta de sol…, incapaz.

Incapaz de cuidarse, incluso.

Por supuesto. Así que lo que sí se puede trabajar con relación a la felicidad es esa receptividad para apreciar lo valioso. Quienes son más capaces de apreciar tienen más posibilidades de ser felices.

¿Es una predisposición, un “tender a…”?

Cuando ya los griegos hablaban del ethos, que quiere decir “carácter”, y de ahí viene la ética, ya estaban hablando de las predisposiciones que vamos generando a lo largo de la vida. Y trabajar las predisposiciones era lo que ellos entendían como el camino hacia la felicidad. Nadie te garantiza que vas a ser feliz, pero puedes trabajar para intentarlo. Otra cosa distinta son las promesas de felicidad de algunos psicólogos, etcétera; cuidado con prometer nada.

¿Hasta qué punto estamos preparados para asumir esa ética mínima de su célebre libro de 1986, esas leyes de mínimos para saber estar en la vida? ¿Cómo lo estamos haciendo?

Pues yo estoy un poco desanimada. Desanimada con el ambiente que se ha ido generando y en el que tienen muchísima responsabilidad las redes sociales, las pantallas, internet… Igual es una vulgaridad esto que digo, pero me sorprende enormemente ver a la gente siempre pendiente del móvil hasta el punto de que, si no vas con cuidado, te atropellan. Decía un artículo de la revista The Atlantic que en esta era de internet ya es muy difícil que podamos progresar porque somos incapaces de leer un libro entero. Esto me aterra. Yo no tengo hijos, pero amigos que sí tienen me dicen que sus hijos son incapaces de leer un libro entero. Yo los devoraba desde pequeñita. Hoy estamos todo el rato mariposeando, leyendo solo trocitos, de forma que nos hacemos un pensamiento fragmentario, y eso me parece peligroso. Y como pensamos igual que leemos, según está comprobado psicológicamente, cada vez pensamos menos.
El déficit de atención ya no es una enfermedad, es un modo de vida
Lo que antes era una dolencia diagnosticada de manera individual —el déficit de atención—, hoy es una dolencia social, ¿no?

Es que el déficit de atención ya no es una enfermedad, es un modo de vida.

¿Y esa ética cosmopolita de raíz kantiana de la que trata su último libro… ¿Estamos preparados para ella? ¿No apelamos más bien a lo que podríamos denominar nuestra propia “ética local”?

Pues mira, la gente, cuando no consigue el tipo de ventajas que proporciona una sociedad cosmopolita que respeta el camino hacia la dignidad, etcétera, se queja. Cuando no se respetan su dignidad y sus derechos, se queja.

Usted ha escrito mucho sobre lo subjetivo y lo intersubjetivo. ¿No estará la raíz del problema en la defensa a ultranza de MI subjetividad frente a la intersubjetividad, a mi relación con los demás?

Justo, ahí está la raíz del problema.

A mí que no me toquen mi subjetividad.

Efectivamente, a mí que no me toquen mis derechos, yo tengo derecho a prácticamente todo. Pues no. En nuestra tradición yo no puedo reclamar un derecho que no reclame para todos los demás. Eso es la clave para conseguir una sociedad cosmopolita en el sentido kantiano de la Ilustración.

También ha escrito sobre dos rasgos que definen hoy lo que es la clase política y su discurso: lo emotivo y lo disyuntivo. Por un lado, emotividad frente a argumentación. Por otro, el reino del “o estás conmigo o contra mí”…

Así es, y está complicado corregirlo. Y aquí llegamos al que por desgracia es uno de los grandes temas de nuestros días, que es el de la polarización. Tema, por cierto, relativamente reciente, porque polarización siempre ha habido, pero su exacerbación tiene que ver con las redes y con los medios de comunicación. A mí me interesan mucho las cuestiones relacionadas con la neurociencia, y quienes hemos estudiado estos temas sabemos que existe una predisposición biológica al tribalismo, a la defensa de lo mío frente a lo de fuera; nuestro cerebro es xenófobo, lo mismo que existe en todos nosotros, como expliqué en mi libro Aporofobia, una predisposición a relegar al pobre. Pero una predisposición no es un destino, se puede cambiar, es adaptativa.

¿Y cómo cambiarla?

Es complicado. Me enteré —y me quedé sorprendidísima— de que hay polarizadores profesionales que van incitando a la gente a esa predisposición, auténticos especialistas en el esquema amigo / enemigo. Les sale muy bien, y están siendo contratados para que polaricen. Y ahí llegamos a la emotividad. ¿Por qué estamos en una época emotivista? Porque es mucho más fácil manejar la emoción que la razón. Para manejar la razón hacen falta argumentos.

Más fácil y quizá más confortable, ¿no? Las dictaduras y los populismos son confortables. Ahí no se argumenta, ahí se emociona.

Claro, trabajan las emociones y tienen a la gente a gusto. Me quedé pasmada viendo esa asignatura que se le ha ocurrido a Putin para sus escolares, a los que se les dice que hay que morir por la patria. Está volviendo el tribalismo, están volviendo los nacionalismos cerrados, el repliegue. Pero, como bien dijo Ulrich Beck, debemos tener una mirada cosmopolita ¡porque si no, no entenderemos nada de lo que ocurre! Es una cuestión epistemológica, ya no es solo una cuestión ética. Somos interdependientes, Dios mío.

Sin embargo, pensar la vida exclusivamente a partir de la razón no es viable, siempre nos hará falta un factor emocional…

A ver, a quienes formamos parte de la tradición occidental se nos ha acusado de fijarnos más en la razón que en las emociones, y se ha dicho que la filosofía occidental es el trabajo de la razón. Y es verdad. Por eso yo propuse hace tiempo —y sigo trabajando en ello— una razón cordial, una unión de razón y emoción. Porque claro que las emociones son nuestro impulso, el motor del ser humano, pero cuidado con quedarnos solo con ellas, porque se desbocan; hace falta también la razón. Y esa fórmula es la que tiene que resolver el problema de la polarización: una conversación emoción-razón.La autora de 'Aporofobia' se muestra pesimista con respecto al actual papel de los medios de comunicación.
La autora de 'Aporofobia' se muestra pesimista con respecto al actual papel de los medios de comunicación.
¿Considera que, en general, la gente hoy está polarizada o que se deja manipular por esos polarizadores profesionales de los que habla?

Creo que, en general, la sociedad no está polarizada, no lo está. Y no puede ser que las redes y los medios lo hagan. Yo creo que en España la sociedad es fundamentalmente de centroderecha / centroizquierda, si es que se puede seguir hablando de izquierda y derecha, que, la verdad, no me gusta para nada esa denominación. Pero hay polarizadores. Y muchos lo hacen por ganarse una reputación. Lo que dicen se viraliza, y entonces entramos en una deriva psicológica tremenda.

O sea, que McLuhan tenía razón: el medio es mensaje.

El medio es el mensaje. Así que, por favor, yo os pediría a los medios de comunicación que no alimentéis ese tribalismo emotivista.

Acusamos a esos polarizadores profesionales de fabricar fake news sin parar. Pero los medios tradicionales —también llamados respetables—, ¿no hacemos fakes? ¿Un fake no puede fabricarse por omisión, por no hablar de tal tema, o por esconderlo, o por hablar de él por tal o cual interés político o económico?

¡Absolutamente! Ese tema me preocupa y me crispa muchísimo porque, a pesar de las redes y de todo eso, los medios tradicionales tenéis aún muchísimo poder aunque a veces no os deis cuenta. Y yo os pediría encarecidamente que intentarais limar la polarización. Que digáis: “Mire usted, las dos posiciones son igual de legítimas, pero esta es más razonable por esto, esto y esto”. Que argumentéis. Y otra cosa: ¿es posible que se den las noticias sin calificar desde el principio a la gente, sin decir de entrada “este es de extrema derecha o este es de extrema izquierda, este es conservador y este es progresista”? ¿Pueden los medios no calificar a la gente de entrada, sino esperar a ver lo que dice, para que la audiencia valore lo que se dice y no el calificativo que se pone a quien lo dice? Porque yo comprendo que al cerebro del lector corriente y moliente le es muy cómodo pensar en pares, bueno / malo, amigo / enemigo, extrema derecha / extrema izquierda, o sea, que se lo den todo servido, pero es que no puede ser.

¿Cree que los medios en España están cumpliendo con su deber ofreciendo no solo qués, sino cómos y porqués? ¿Están abordando de verdad el contexto? ¿Se están dirigiendo de verdad a “la gente” o solo a los mundillos político, económico y cultural?

Esto es un verdadero problema. No estamos haciendo caso a Aristóteles, que en su tratado Metafísica decía que importa el qué, pero sobre todo el porqué. Que es, por cierto, la tarea de la filosofía. Al lector le tienes que situar y le tienes que dar las pistas para que él se forme la opinión acerca de qué es lo bueno, lo malo y lo regular. Si a la gente le das solo información y no le das contexto, no hay nada que hacer. Los medios están creando una sociedad de tontos polarizados, de forma que no vivimos en una sociedad del conocimiento, sino en una economía de la atención. ¿Y cómo se capta la atención? Pues con lo extravagante y lo muy llamativo. Pero los medios no tienen que tratar a la gente como si fuera tonta.

Un estudio de la Universidad de Cambridge reveló que la mayoría de los lectores no quieren noticias duras. ¿Eso tiene que ver con la aporofobia?

Tiene que ver, tiene que ver. Tenemos un mecanismo mental por el que apartamos todo aquello que nos incomoda. Y cuando no somos capaces de valorar a muchos seres humanos que, como dijo Kant, son valiosos por sí mismos, entonces rechazamos a aquellos que no pueden devolvernos nada a cambio. En general, nuestro cerebro es xenófobo. Pero además es reciprocador: yo te doy y tú me das. Y, desde luego, es mucho más inteligente reciprocar que excluir, a mí me parece un paso adelante en la civilización. Eso es el Estado de derecho, eso es la sociedad contractual. Pero, claro, todo esto tiene un inconveniente claro, y es que cuando nos parece que alguien no es capaz de devolvernos nada interesante a cambio, entonces lo excluimos.

Sus observaciones morales podrían conformar un buen programa de educación ética y filosófica para los colegios. En el caso, claro, de que ese tipo de educación un día interese a nuestros gobernantes como prioridad y no como concesión…

Hay que educar filosóficamente. Como decía Kant muy acertadamente, la educación es junto con el gobierno la tarea más difícil de un país. Y hay que decidir si educamos para el presente o para un futuro mejor. Kant opina que para un futuro mejor, y que los mejores gérmenes para eso son los gérmenes cosmopolitas, que tienen que ver básicamente con que todo el mundo sea respetado, que todo ser humano tenga su dignidad, etcétera. El futuro mejor siempre es incierto. Educamos, pues, en la incertidumbre de cómo preparar a los jóvenes para que un día puedan dar respuesta a la vida. Pero, ahora bien, una cosa está clara: si a los chicos les ponemos al mismo nivel la nueva campaña de la Liga de fútbol con el hecho de que hay gente que se muere de hambre, pues no hay nada que hacer.

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