EL Rincón de Yanka: LIBRO "LOS RICOS BOBOS" por JUAN CARLOS ZAPATA 😵 🏦

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viernes, 17 de enero de 2025

LIBRO "LOS RICOS BOBOS" por JUAN CARLOS ZAPATA 😵 🏦

 
LOS RICOS BOBOS

Nunca Zapata llegó tan profundo.
Nadie en Venezuela ha reunido tanta información sobre los hombres que están detrás del dinero.
Este libro nos cuenta la ida y vuelta de los Cisneros, el poder oculto del grupo Polar, nos confirma y demuestra la existencia de la Conspiración financiera y, finalmente, nos revela por primera vez los nombre de los verdaderos ricos en dólares.
Zapata en estas revelaciones en cruel y sangriento. Con un ritmo vertiginoso nos muestra el campo de batalla, los heridos y los muertos de la última guerra político-financiera.
Nadie escapa a su escarnio que linda lo obsceno, quizá porque algunos personajes de la batalla así lo merecen.
PROLOGO

(La cabeza enterrada)

Este libro ha debido llamarse la ley del camaleón, porque la piel del poder es muy inquieta, safrisca, delicada, superficial, ardiente, atormentada, arrugada, lisa, sensual, hermosa, rica, áspera, sucia, ligera y maldita. 
Este libro ha debido ser un registro fehaciente del poder decadente y de las pasiones en ascenso.

Ha resultado ser más que eso porque el país está desmoronándose y nadie o muy pocos parecen darse cuenta. El límite dela mediocridad posible fue rebasado y hay quienes todavía aspiran a heredar lo que nunca, jamás, debió ser gestado.

Cuando investigaba no podía creer que un "zar de la banca" como José Álvarez Stelling, una noche cualquiera de mediados de 1994, corriera asustado con las manos en la cabeza sin saber qué hacer porque estaba acorralado por los enemigos y traicionado por algunos de sus hombres de confianza. Presa del pánico, quien apenas unos meses atrás era el hombre más poderoso del sistema financiero venezolano, escapaba de su residencia del Country Club escondido en la maletera del carro de su abogado, Nelson Socorro. No estaba uno en presencia de una película de espionaje, pero las cosas ocurrían detal manera que ni el mismo James Bond hubiera podido adivinar los trucos más obvios de escape. Más tarde, en Miami, otros exbanqueros en el exilio me explicaron el porqué de la conducta de Álvarez Stelling. Y es que, intentando arreglar las cuentas, tapar los huecos en los bancos, haciendo los trámites legales decesión de activos y recibiendo los auxilios financieros, nunca dejaron de sentir el cerco policial, el acoso judicial y el peso de la opinión pública. Las mañanas, al levantarse, eran terribles por el miedo a encontrarse con patrullas rodeando la zona. No había garantías. Lo mejor era marcharse como fuese posible. Esa noche, Álvarez Stelling previó el escándalo del auto de detención y, lo peor, del atropello policial. Sin Estado de derecho no es posible enfrentar nada en Venezuela, afirman los banqueros que se fueron del país, coincidiendo con exministros, políticos, generales retirados y hasta con expresidentes procesados por corrupción. 

El ejemplo de Álvarez Stelling es importante por varias razones: 

1) en Venezuela en realidad no hay garantías -aun estando vigentes- de enfrentar la justicia con objetividad. El presidente Rafael Caldera denunció que los jueces corruptos han retrasado el juicio a los banqueros prófugos. 
"Estos dirán que jueces que responden a intereses. muy particulares del poder político y económico, son quienes llevan a cabo los juicios, con lo cual, queda demostrada la desventaja. Es decir, por lado y lado, hay un hecho evidente: el Poder Judicial no es confiable. ¿Cómo enfrentarse a él? 
2) Es una muestra de la falla del liderazgo en el país., Y en todos los órdenes. Es el escenario que ese mismo liderazgo formó o ayudó a formar. Un caos con orden para desactuar. Es el escenario de un liderazgo con visión mercantilista del poder, la política y la economía. Álvarez Stelling es parte de esa cúpula que no ha enfrentado su compromiso. con el país y al momento de la respuesta no ha tenido capacidad de actuación ni de verbo. Es el anti-ejemplo. Caso contrario el de Carlos Andrés Pérez. 
3) La persecución es la manera de castigar y de execrar. Con persecuciones no se alcanza el orden. 
4) Un gran sector de la opinión pública considera que en el país no hay testigos ni responsables. Solo delitos y guarida de ladrones. Pero hay un culto a la manía de castigar para apuntalar las encuestas, y la popularidad ha terminado por enjaular el talento, aun el que es probo, parafraseando a Bolívar. 
5) Si todo está acorralado, ¿qué nos queda?

Al país lo hicieron así y fue acostumbrado así. ¿Será eterna toda esta forma de actuar? Iremos periodo tras periodo de lucha en lucha, de guerra en guerra, de acusaciones en acusaciones, de denuncias en denuncias. Mientras tanto, ha quedado a un lado lo más importante. Los conceptos de riqueza, pobreza, ley, libertad, democracia, mercado, oportunidades individuales, educación. Parece que es mejor seguir por el camino del soborno, el golpe, el nacionalismo barato, el discurso encendido, el populismo, el mercantilismo, el cabildeo escondido, el fariseísmo. 

Este país se está cayendo porque la clase de política se ha equivocado, y porque la mayoría, el llamado sector popular, se ha cerrado imponiendo una dictadura de ideas pasadas. El país se está cayendo porque los ricos olvidaron su papel. El Estado omnipotente los convirtió en conformistas y timoratos. Algunos han querido cllespertar pero la cobardía aún les pesa en los bolsi]los. Es que ni los políticos, ni el rico, ni el pueblo, creen con la fe de democracia. Esta funcionó solo cuando hubo bonanza que repartir. Al llegar la época de vacas flacas, entonces había que cambiar de sistema. En la democracia se cambia de rumbo y de líderes, pero la democracia tiene que ser eterna. Nadie duda de que hay un espíritu democrático que envuelve al país, pero es como una niebla liviana, demasiado ligera. A la elite del país parece importarle poco que siga siendo ligera. Es duro ser democrático.

En esa antidemocracia mercantilista actuaiba Álvarez Stelling. Un abogado, asesor de las autoridades que persiguen a los banqueros prófugos, ha contado que fue él quien cumplió el encargo de llevarle al expresidente de la Comisión Nacional de Valores, José de Lucca, la maleta de billetes para que las decisiones en la guerra por el Banco de Venezuela, fueran favorables al "zar de la banca". Un líder empresarial no hace esto. No un empresario, entendiendo el verdadero sentido, que cree en el mercado y la democracia. Porque a un empresario de verdad las cosas turbias de un sistema no le permiten crear riqueza. Lo revuelto del sistema ha hecho posible la guerra financiera de 1994 y 1995. Un ambiente turbio que Álvarez Stelling ayudó a crear y del que terminó siendo victima. Y si lo tomo de ejemplo, es porque él representaba no solo el poder de una época, sino también el símbolo de la alcurnia, de la tradición, del heredero, del rico de cuna, del hombre formado. No era un arribista, como otros, ni un improvisado, como muchos otros, ni un emergente, como algunos, ni un especulador nato, como varios. Él,en verdad, representaba el poder del dinero. 
¿Qué no esperar de los demás? ¿Pero pudo Álvarez Stelling enfrentar la situación con mayor entereza? ¿Por qué refugiarse en Boston y someterse a curas de sueños y consejos de capellán? ¿Dónde quedó el líder?

Quedó donde el resto del liderazgo: en el campo de batalla. Hombres de partido y de empresas, hombres de gobierno y de Estado sin respuestas para la crisis. Divididos. Sin posibilidad de concertar un acuerdo, sin habilidades para la negociación, para el pacto, para el manejo de las circunstancias difíciles. De allí que el país se caiga a pedazos. De allí que mientras el Banco Unión se encontraba al borde de la quiebra y la estatización, el liderazgo bancario se enredaba en fórmulas jurídicas y numéricas. La solución vino del capitalismo allende la frontera: de la burguesía colombiana forjada en la puja y en el pacto, en la convivencia y la sobrevivencia.

Los ricos venezolanos parecen conocer el monto de su fortuna solo porque ella suele aparecer reflejada en los numeritos mágicos de una libreta de abonos en dólares. Sin embargo, son muchos quienes pueden ignorar la real situación de sus empresas. Eso le pasó a Álvarez Stelling. Él, que había acometido la más grande operación financiera en la historia del país al comprar el Banco de Venezuela, y preparaba su fusión con el Banco Consolidado para crear una de las organizaciones banc;arias más poderosas de América Latina, buscaba afanosamente en enero de 1994 un vicepresidente ejecutivo para el Consolidado porque no tenía tiempo para ocuparse de la totalidad de los negocios. El candidato escogido para el cargo, Hernán Anzola -expresidente del Banco Central y exministro de Cordiplan y hoy vicepresidente del Banco Provincial- tuvo el tino de estudiar primero los balances y en una última entrevista le preguntó:

- "José, ¿tú sabes la situación del banco?" 
- "Bueno, sí, ganamos algo en diciembre. Ahí vamos".
- "No José, el banco está perdiendo mucho dinero".

El liderazgo no se mueve sobre suposiciones. Sobre cálculos. Es el cálculo de que si algo amenaza por ocurrir, entonces hay que recurrir al juego salvador: la diligencia política que también lucha por su propia sobrevivencia. Los números poco importan. Los balances negativos no se tapan con capital o buenos negocios, sino moviendo las fichas de todas las alianzas posibles. No entienden que la libertad económica es complementaria a la libertad política. Y que un Estado arbitrario no da paso a una justicia completamente independiente.

¿Está preparado este tipo de liderazgo para enfrentarse a los problemas de la globalización de la economía? En realidad, es más sencillo orquestar o dar respuesta a una guerra sucia que salir a dar la pelea en los mercados. La economía del país se ha derrumbado no solo porque quienes han manejado el poder gubernamental -con la excepción de 1989 a 1993- han diseñado erradas políticas, sino también porque esos ricos a veces empresarios les ha faltado el roce de la competencia, la creatividad, el dinero con sudor y esfuerzo.

La guerra financiera que está llegando a su fin enseñará al liderazgo a no ser ingenuo. Ni con el Estado, ni con los gobiernos, ni con los políticos, ni con los militares felones, ni con ellos mismos. Uno veía los esfuerzos en diciembre de 1994 de José María Noguerales por salvar el Banco Ítalo porque aún creía que la conspiración no podía ser verdad, no podía ser nada más que una gran excusa para tapar las insolvencias bancarias, y el Ítalo cayó a pesar del poder del Provincial. "Y no creía", decía Noguerales, las fuerzas mostraron más habilidades de combate.

Este libro trata sobre ese liderazgo incrédulo que buscaba culpables donde no los iba a encontrar nunca, sobre ese liderazgo que se desangró mutuamente para que rodaran cabezas de consolación y expiar las culpas propias con víctimas ajenas. Recuerdo al viejo Giacomo Di Mase decir a sus ejecutivos del Banco Construcción: "Mientras yo viva nadie me quitará el banco", y los Di Mase perdieron más que eso.

El reacomodo del poder político y económico ha estado ocurriendo en la punta de sus narices y creen que es problema de unos pocos. Es la arremetida definitiva, aunque no la final, porque la guerra del dinero es eterna, hasta el fin de los tiempos.

El país va por los rieles de un despeñadero peligroso. Una carrera suicida alimentada por los odios, las venganzas, la moralidad y el nacionalismo; cuando el objetivo debe ser la creación de más riqueza. La capacidad de consenso se le escapó de las manos a la elite del poder precisamente por no tener claro que lo más importante es incentivar la creación de riqueza. Mientras más tiempo, más difícil será la tarea de desmontar ese Estado benefactor que permite a la burocracia decidir qué empresa debe sobrevivir y que sector privilegiar. ¿Y los ricos? Como el avestruz.

En fin, en este libro aparece la mitad de los banqueros enterrada por la otra mitad, según pudo Juan Carlos Escotet, presidente de Banesco, parafrasear a José Ortega y Gasset.

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LOS MIDAS DEL VALLE

¿Sabe usted quiénes son los hombres que han ganado fortunas legendarias en los últimos años? 
¿El who’s who de las finanzas caraqueñas? Los nombres de estos midas y sus secretos están aquí. ¿Está enterado de cuál será el “negocio del siglo” en Venezuela? Está ocurriendo, y Los midas del valle lo devela. 
¿Quiere especular y hacerse rico en la Bolsa? 
Este libro se lo enseña todo, se lo cuenta todo. Cómo ganar o perder fortunas, amigos, enemigos, el futuro… Hágalo usted mismo. Juan Carlos Zapata ha escrito un libro de actualidad, polémico, revelador, en el cual cobra todo su sentido la frase de André Kostolany: 
“Quien tiene mucho dinero puede especular; quien tiene poco dinero debe especular; quien no tiene dinero en absoluto, está obligado a hacerlo”.

Juan Carlos Zapata (Guasdualito, 1960) es periodista y escritor. Ha sido empresario-editor de medios impresos y digitales. Fundador de Descifrado. Exjefe de Redacción del diario El Mundo de Caracas. Fundador del diario Tal Cual de Caracas, y exjefe de contenido del portal Patagon, Caracas. Exdirector del portal ALNavío. Ha escrito varios libros, clásicos ya en Venezuela, sobre el poder y el dinero que se suman a la publicación de la biblioteca del autor en versiones revisadas y aumentadas: Los ricos bobos, Dr. Tinoco. Vida y muerte del poder en Venezuela, Las intrigas del poder, El dinero el diablo y el buen Dios El suicidio del poder, Café Italia, Doña Bárbara con Kaláshnikov, Gabo nació en Caracas no en Aracataca, Los machetes, Madre mirando el puente, Isabel a solas con el río, entre otros. 
Juan Carlos Zapata acuñó el término "boliburguesía", el cual, en estos tiempos del chavismo, define la relación dinero, política y poder.

Conocí a un viajero de una tierra antigua quien dijo: 
«dos enormes piernas pétreas, sin su tronco 
se yerguen en el desierto. 
A su lado, en la arena, semihundido, 
yace un rostro hecho pedazos, 
cuyo ceño y mueca en la boca, 
y desdén de frío dominio, 
cuentan que su escultor comprendió bien 
esas pasiones las cuales aún sobreviven, 
grabadas en estos inertes objetos, 
a las manos que las tallaron y al corazón que las alimentó.
Y en el pedestal se leen estas palabras: 
"Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes: 
¡Contemplad mis obras, poderosos, y desesperad!"
Nada queda a su lado. 
Alrededor de la decadencia de estas colosales ruinas, 
infinitas y desnudas se extienden, a lo lejos, 
las solitarias y llanas arenas»