EL Rincón de Yanka: LIBRO "UNA FE LÓGICA": ARGUMENTOS RAZONABLES PARA CREER EN DIOS por TIMOTHY KELLER 🔥

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jueves, 9 de enero de 2025

LIBRO "UNA FE LÓGICA": ARGUMENTOS RAZONABLES PARA CREER EN DIOS por TIMOTHY KELLER 🔥

 UNA FE LÓGICA

Argumentos razonables 
para creer en Dios


VIVIMOS EN UNA ÉPOCA en que se valora la razón empírica, la evolución del progreso humano y el derecho de todos a elegir su más auténtica expresión del sentido de la vida, de propósito y de gozo. Entonces, ¿tiene sentido la noción de un Dios o de un poder superior? ¿La fe y la religión ofrecen algo de valor?
En este nuevo libro intelectualmente estimulante, el pastor y autor de varios best seller del New York Times, Timothy Keller, invita a los estudiantes de filosofía secular y a aquellos escépticos en cuanto a la fe y la religión en general a considerar que el Dios cristiano sigue teniendo sentido. ¿Qué pasaría si el cristianismo nos proveyera recursos sin precedentes para responder las preguntas sobre la satisfacción, la libertad personal, la justicia y la esperanza?
Escrito para el que está buscando pero se encuentra indeciso, así como para el escéptico secular, Una fe lógica arroja luz sobre el profundo valor y la importancia del cristianismo, ahora más pertinente que nunca.

PREFACIO

La fe de la persona secular 

He sido pastor en Manhattan, Nueva York, durante casi 30 años. La mayor parte de la gente que vive en esta ciudad no profesa una religión, ni son lo que suele llamarse cristianos porque celebran la Navidad y la Semana Santa. Más bien, la mayoría se identificaría como «secular» o «sin afiliación religiosa». 

Hace poco el New York Times hizo un reportaje sobre un foro semanal que tiene nuestra iglesia para gente que es escéptica sobre la existencia de Dios o cualquier otra realidad sobrenatural. Las reglas básicas del grupo asumen que ninguna religión ni la secularidad son verdad. En cambio, se consultan múltiples fuentes (experiencia personal, filosofía, historia, sociología, así como textos religiosos) para comparar los sistemas de creencias y considerar cuán razonable es uno u otro con respecto a los demás. Sin duda, la mayor parte de los participantes viene a la discusión con un punto de vista y tiene la esperanza de que su cosmovisión se refuerce mediante este proceso de evaluación. No obstante, también a cada persona se le invita a estar abierta a la crítica y a estar dispuesta a reconocer las fallas y los problemas en su manera de ver las cosas [1]. 

Después de que se publicó el artículo, varios tableros de mensajes y foros en internet lo discutieron. Muchos no lo tomaron en serio. Uno de los comentarios afirmaba que el cristianismo «carece de sentido en el mundo real y natural en que vivimos» y por tanto no tiene «mérito [racional]» en absoluto. Muchos se opusieron a la opinión de que la secularidad fuera un conjunto de creencias que podría compararse con otros sistemas. Por el contrario, afirmaban, sería solo una apreciación adecuada de la naturaleza de las cosas basada estrictamente en una evaluación racional del mundo. La gente religiosa trata de imponer sus creencias en otros, pero, se indicó, cuando las personas seculares exponen sus argumentos, ellas solo tienen hechos, y las personas que no están de acuerdo cierran sus ojos a estos hechos. La única manera de ser un cristiano, afirmaba otro, es asumir que las fábulas de la Biblia son verdad y cerrar tus ojos a toda razón y evidencia. 

En otro foro, los participantes no podían entender por qué algunos escépticos seculares se acercarían a ese grupo. «¿Piensan que “aquellos que no tienen afiliación religiosa” en Estados Unidos es porque nunca han escuchado las “buenas nuevas?”» preguntó un hombre con incredulidad. «¿Piensan que la gente secular llegará a ese lugar y escuchará y dirá: “por qué nadie me había dicho esto?”». Otro escribió: «Las personas no carecen de una afiliación religiosa porque no están familiarizadas con la religión, sino porque así lo han escogido [2]». 

Sin embargo, a través de los años han sido innumerables las veces que he estado en esta clase de discusiones de grupo, y las conjeturas de estos críticos sobre aquellos que carecen de una afiliación religiosa son en gran medida equivocadas. Tanto los creyentes como los no creyentes en Dios llegan a sus respectivas conclusiones a través de una combinación de la experiencia, la fe, el razonamiento y la intuición. Y en estos foros, suelo escuchar a los escépticos decirme: «Desearía haber conocido antes que existía esta clase de creencia religiosa y esta forma de pensar sobre la fe. Esto no quiere decir que voy a creer ahora, pero nunca antes había tenido tantos elementos para reflexionar sobre estos temas». 

El material en este libro es una manera de ofrecer a los lectores (en especial a los más escépticos, quienes pueden pensar que las «buenas nuevas» carecen de relevancia cultural) los mismos elementos para la reflexión. Compararemos las creencias y las afirmaciones del cristianismo con las creencias y las afirmaciones del punto de vista secular, al preguntarnos cuál tiene más sentido para un mundo complejo y la experiencia humana. 

Sin embargo, antes de que procedamos, deberíamos detenernos un momento para considerar en qué forma usaremos la palabra «secular». Hay, al menos, tres maneras en que se usa esta palabra hoy. 

Una manera aplica el término a la estructura política y social. Una sociedad secular es aquella en la que hay una separación entre la iglesia y el estado. El gobierno y las instituciones culturales más importantes no favorecen ninguna fe religiosa. El término «secular» puede también usarse para describir a los individuos. Una persona secular es aquella que no conoce si hay un Dios ni un ámbito sobrenatural más allá del mundo natural. Todo, según este punto de vista, tiene una explicación científica. Por último, el término puede describir un determinado tipo de cultura con sus temas y narrativas. Una época secular es aquella en la que todos los énfasis están en el saeculum, en el aquí y el ahora, sin ningún concepto de lo eterno. El sentido de la vida, la dirección y la felicidad se entienden y se buscan en la prosperidad económica del tiempo presente, el bienestar material y la plenitud emocional. 

Es útil distinguir cada uno de estos aspectos de la secularidad, porque no son idénticos. Una sociedad podría tener un estado secular incluso si hubiera pocas personas seculares en el país. Otra distinción es muy común. Los individuos podrían profesar no ser seculares y tener una fe religiosa. No obstante, a un nivel práctico, la existencia de Dios quizás no tenga un impacto perceptible en su conducta y en las decisiones en sus vidas. Esto es así porque en una época secular incluso las personas religiosas tienden a escoger a sus parejas y cónyuges, carreras y amistades, así como las opciones financieras, con un objetivo no mayor que su propia felicidad en el tiempo presente. Sacrificar la paz y la prosperidad personal por causas trascendentes ha llegado a ser raro, incluso para las personas que afirman que creen en valores absolutos y en la eternidad. Aunque no seas una persona secular, la época secular puede «diluir» (secularizar) la fe hasta que la consideres solo como una elección más en la vida —al igual que el trabajo, la recreación, los pasatiempos, la política— más que como el marco general que determina todas las elecciones en la vida [3]. 

En este libro, usaré la palabra «secular» en la segunda y tercera maneras y presentaré a menudo fuertes críticas a estas posiciones. Sin embargo, soy un gran defensor del primer tipo de secularidad. No quiero que la iglesia o cualquier otra institución religiosa controle al estado, ni que el estado controle a la iglesia. Las sociedades en las cuales el estado ha adoptado y promovido una fe única han sido a menudo opresivas. Los gobiernos han usado la autoridad de la «única religión verdadera» como una justificación para la violencia y el imperialismo. Resulta irónico que el matrimonio entre la iglesia y el estado termine debilitando a la religión que se ha favorecido más que fortalecerla. Cuando a las personas se les impone una religión a través de la presión social en vez de escogerla libremente, a menudo la adoptan a medias o de manera hipócrita. La mejor opción es un gobierno que no promueve una sola fe ni una forma doctrinaria de creencia secular que denigra y margina la religión.

Un estado realmente secular crearía una sociedad de verdad pluralista y un «mercado de ideas» en que las personas de toda clase de creencias, que incluye a aquellos con creencias seculares, podrían con libertad contribuir, comunicar, coexistir y cooperar en un marco de respeto mutuo y paz. ¿Existe ese lugar? No, todavía no. Sería un lugar donde las personas, aunque difieran enormemente, escucharían con atención antes de hablar. Allí, las personas evitarían todo subterfugio y tratarían las objeciones y las dudas de los demás con respecto y seriedad. Tratarían de comprender la otra posición tan bien que sus oponentes pudieran afirmar: 
«Tú presentas mi posición en una mejor manera y más convincente de lo que yo mismo lo hago». Admito que tal lugar no existe, pero espero que este libro sea una pequeña e imperfecta contribución hacia su creación. 

Hace algunos años escribí el libro ¿Es razonable creer en Dios?, el cual provee un conjunto de razones para creer en Dios y el cristianismo. Aunque este libro ha sido útil para muchos, no comienza lo suficientemente atrás para muchas personas. Incluso algunos no comenzarán el viaje de exploración, porque, con franqueza, el cristianismo no parece bastante relevante para que valga la pena. «¿Acaso la religión no exige saltos de fe ciega en una época marcada por la ciencia, la razón y la tecnología?», preguntan. «Sin duda, menos y menos personas sentirán la necesidad de la religión y esta desaparecerá». 

Este libro comienza abordando esas objeciones. En los primeros dos capítulos desafiaré con firmeza tanto la presunción de que el mundo se está volviendo más secular y la creencia de que las personas no religiosas, seculares, fundamentan su punto de vista sobre la vida principalmente en la razón. La realidad es que cada persona adopta su propia cosmovisión por una variedad de factores racionales, emocionales, culturales y sociales. 

Después de esa primera sección del libro, en los próximos capítulos compararé y contrastaré cómo el cristianismo y la secularidad (con referencias ocasionales a otras religiones) buscan proveer sentido en la vida, satisfacción, libertad, identidad, una brújula moral y esperanza; todas estas cosas tan cruciales que no podemos vivir sin ellas. Argumentaré que el cristianismo tiene más sentido emocional y cultural, que explica las cuestiones relativas a la vida en las formas más incisivas, y que nos ofrece inigualables recursos para satisfacer estas necesidades humanas ineludibles. 

¿Es razonable creer en Dios? no aborda muchas de las creencias de trasfondo que nuestra cultura nos ha impuesto en cuanto al cristianismo, lo cual lo hace parecer poco creíble. Estas presunciones no se nos presentan de manera explícita con argumentos. Más bien, son absorbidas por las historias y los temas del espectáculo y las redes sociales. Se asume que son simplemente «como son las cosas [4]». Son tan fuertes que incluso muchos creyentes cristianos, quizás en secreto al principio, descubren que su fe se ha hecho cada vez menos real en sus mentes y corazones. Mucho o la mayor parte de lo que creemos en este nivel es, por lo tanto, invisible a nosotros como creencia. Algunas de las creencias que abordaremos son: 
  • «No necesitas creer en Dios para tener una vida plena de significado, esperanza y satisfacción» (capítulos 3, 4 y 8). 
  • «Debes ser libre para vivir como mejor te parezca, mientras que no lastimes a otros» (capítulo 5). 
  • «Empiezas a ser tú mismo cuando eres fiel a tus más profundos deseos y sueños» (capítulos 6 y 7). 
  • «No necesitas creer en Dios para tener un fundamento para los valores morales y los derechos humanos» (capítulos 9 y 10). 
  • «Hay poca o ninguna evidencia para la existencia de Dios o la veracidad del cristianismo» (capítulos 11 y 12). 
Si piensas que el cristianismo no promete mucho en cuanto a tener sentido para una persona razonable, entonces este libro está escrito para ti. Si tienes amigos o familia que se sienten de esta manera (y ¿quién en nuestra sociedad no se siente así?), este libro debería ser de interés para ti y para ellos también. 

Después de una de estas discusiones de «bienvenida para los escépticos» en nuestra iglesia, un hombre mayor se me acercó. Él había asistido a muchas de nuestras reuniones. «Me doy cuenta ahora —me indicó—, que tanto en mis años de juventud cuando iba a la iglesia y en los años en los que he vivido como un ateo, nunca en realidad consideré cuidadosamente mis fundamentos. Mi entorno me ha influenciado demasiado. No he reflexionado en las cosas por mi cuenta. Gracias por esta oportunidad». 

Confío en que este libro permitirá a los lectores, tanto dentro como fuera de la creencia religiosa, que hagan lo mismo.

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[1] Samuel G. Freedman, «Evangelists Adapt to a New Era, Preaching the Gospel to Skeptics», New York Times, 4 de marzo de 2016. El artículo es un buen resumen de lo que sucede en esta clase de discusiones auspiciadas por nuestra iglesia. Añadiría que el enfoque que se describe aquí, al hablar sobre la fe no es nuevo. Es la única manera en que he hablado a otros sobre la fe en mis 40 años de ministerio, y tengo muchos colegas que han hecho lo mismo.


[3] Estas tres formas de usar el término «secular» se basan en el análisis de Charles Taylor en su libro A Secular Age (Cambridge, MA: Harvard University Press, 2007), 1-22. Primero, él da las dos definiciones más comunes de secularidad. La primera es que una sociedad secular es aquella en la que el gobierno y las principales organizaciones sociales no están restringidos a una religión. 
En una sociedad religiosa todas las organizaciones incluyendo el gobierno se basan y promueven un conjunto particular de creencias religiosas. En una sociedad secular las organizaciones y estructuras políticas no están conectadas con ninguna religión (excepto en formas históricas, pero no en formas sustanciales, como en Inglaterra y los países escandinavos). 
La vida y el poder políticos se reparten equitativamente entre creyentes y no creyentes. La segunda definición es que una sociedad secular es aquella en la que muchos o la mayoría de las personas no creen en Dios ni en un mundo no material y trascendente. En esta definición ser secular es ser personalmente no religioso, es no creer en una dimensión sobrenatural de la vida y del universo. Aunque algunas personas seculares sean explícitas ateas o agnósticas, otras quizás continúan asistiendo a los servicios religiosos y extrapolan de la religión las verdades morales para vivir. Sin embargo, al final encuentran todos los recursos que necesitan (para el sentido de la vida y la realización personal, para la moralidad y el trabajo en favor de la justicia) en recursos meramente humanos, de este mundo. Taylor llama a esto «ser autosuficiente o humanismo exclusivo […] 
Una era secular es aquella en la que el eclipse de todos los fines más allá del auge humano se hace posible» (pág. 19). Incluso las personas que retienen vínculos con las organizaciones religiosas son en todo caso seculares, si perciben una vida plena en términos completamente terrenales y de realización personal y rechazan la idea del sacrificio y la obediencia a Dios para alcanzar la vida eterna. La cultura advierte a las personas que el sacrificio para servir a otros o los ideales más elevados pueden ser emocionalmente enfermizos y que es una manera de colaborar con las fuerzas opresivas. Aunque Taylor reconoce que la palabra «secular» suele tener uno de estos dos primeros significados, aun ofrece un tercero. 
Él considera que una sociedad secular es aquella en la que las condiciones para creer han cambiado (págs. 2–3). 
En las sociedades religiosas la fe simplemente se asume. La religión no es algo que eliges. Sería considerada una actitud escandalosamente egoísta. Sin embargo, en una cultura secular la religión se considera como algo que tú debes elegir, y sin duda el pluralismo de las sociedades seculares significa al fin y al cabo que tu religión es algo que puedes elegir o dejar a un lado. Por esta razón, debes tener alguna justificación para tus creencias, ya sea que tengas un fundamento racional o uno más intuitivo y práctico. En una cultura secular, la fe ha dejado de ser algo automático o axiomático. En este sentido, afirma Taylor, somos (en la sociedad occidental) personas de una era y sociedad seculares.

[4] En A Secular Age, Charles Taylor analiza lo que llama «un imaginario social», el cual es «una manera de construir sentido y significado» (pág. 26). Es algo a lo que podríamos llamar una cosmovisión; un conjunto de creencias de trasfondo que moldean todo. Sin embargo, Taylor evita la palabra «cosmovisión» y en cambio usa este término para comunicar algunos aspectos importantes de cómo vivimos nuestra vida que el término «cosmovisión» sencillamente no captura. Quiere comunicar «algo mucho más amplio y profundo que los esquemas intelectuales» (pág. 171). Dice que un imaginario social no solo incluye proposiciones de cómo debemos vivir, sino también «nociones normativas más profundas e imágenes que sustentan estas expectativas» (pág. 171). ¿Y eso qué significa?