El Venezolano se llena la boca diciendo que tiene el mejor país del mundo, pero no hace NADA para cuidarlo o mantenerlo, como sociedad hemos demostrado que nos da igual todo, que no nos importa tirar basura, comernos el semáforo, atacar al conciudadano, pisar la grama, quemar el monte, pescar o cazar de forma indiscriminada, mal gastar el agua, robarse la luz, total eso está ahí, es de todos y lo uso como quiera.
¿Cuantos de los que se dan golpe de pecho por el país has visto dañarlo? ¿Cuantos de los que dicen adorar la playa o la montaña dejan basura a su paso? ¿Cuantos van por la calle y tiran la colilla, la servilleta, el vaso o lo que tengan en la mano? Que fastidio eso de recoger, cuidar, reciclar, eso es para tontos… ¿Cuantas mujeres solas conoces que se atreverían a ir a la playa solas?
El país no es solo sus bellezas naturales, son sus habitantes, sus gobiernos, su infraestructura, su sociedad, sus mascotas, su flora, su fauna, son un todo… ¿De verdad es el mejor país del mundo?
El Venezolano y su falso amor
a Venezuela
a Venezuela
Los Venezolanos, en su gran mayoría, se expresan del país como: una maravilla, el mejor país del mundo, con la gente más alegre del planeta, el sitio más chévere para vivir, mejor país que Venezuela no existe, etc. Son muchos los apelativos que se usan para proclamar ese amor que sienten por el país, siempre apelando a que es lo mejor de lo mejor, con el razonamiento que en su extensión se puede ver nieve, desierto, montaña, playa, selva, sabana, en fin, infinidad de parajes espectaculares.
A nivel teórico, no es mentira que el país tiene su gran atractivo y ciertas bellezas naturales, pero considero que se endiosa todo lo que tiene Venezuela a un nivel enfermizo. Yo, quizás soy de los pocos que no tiene ese sentimiento tan arraigado, no es que no quiera al país, pero no lo considero el mejor país del mundo ni con las personas más alegres del planeta. Me explico antes que me caiga una buena.
Para ser el mejor país del mundo, nos faltan muchas cosas que nunca hemos tenido, no sólo en tiempo de revolución, no basta con tener los parajes naturales que se poseen en el país, si al final no podemos como ciudadanos disfrutarlos y mucho menos hacer que el mundo pueda conocer esas bellezas. Nunca las hemos aprovechado para tener una industria turísticamente fuerte, que fuese el primer motor económico del país, hay países que aprovechan lo que tienen aunque nos empeñemos en decir que lo nuestro es mejor. Por ejemplo países como República Dominicana, España, Francia, o las Islas del Caribe, que viven en gran parte del turismo y los gastos de esos turistas.
No se de que sirve llenarse la boca, diciendo las mil maravillas que se pueden ver en el Parque Nacional El Ávila, si luego ni podemos subir y disfrutar de sus paisajes, como puedes hablar del parque paro luego tirar la basura que tienes en sus laderas, para que dices que adoras esa hermosa montaña que limita a la ciudad capital, si cada vez que la visitas es más el daño que le haces ensuciándola que el cariño y respeto que le demuestras. Por cierto, mi intención no es tocar la política, pero si eres de los tontos que lo llaman Parque Nacional Waraira Repano, eres de los que menos respeto y cariño le muestras a la impresionante montaña que vemos casi desde cualquier parte de la ciudad. La imagen que vemos a continuación, es casi siempre por culpa humana, seguramente de esos que la adoran mucho, pero dejan latas y colillas de cigarro en sus inmediaciones.
El Venezolano se llena la boca diciendo que tiene el salto de agua más ALTO del mundo, lo cual es muy cierto y no es discutible, es algo impresionante y a pesar que no lo he visitado en persona, he estado en la Gran Sabana, donde aprecie unas vistas, caídas de agua, montañas impresionantes, algo que realmente vale la pena ver, pero sirve de muy poco si las vías para llegar son un desastre, el gobierno daña el ecosistema colocando tendidos eléctricos, o por el contrario la experiencia que tuve yo. Tuve la oportunidad de visitar la Gran Sabana por una semana, como voluntario del programa de intercambio cultural AFS, siendo 1 de los 3 responsables de un grupo de casi 50 estudiantes extranjeros de intercambio de entre 16 y 19 años de edad, veía que a donde paráramos los precios de la artesanía, recuerditos, comida o cualquier cosa que deseará alguien del grupo,variaba de si era yo como Venezolano el que lo compraba o si era uno de los chicos extranjero del grupo, llegando a duplicar el precio, cuando preguntaba el por qué de ese aumento, la respuesta común que encontraba era que los yanquis traen dólares así que “que paguen”. A esa respuesta siempre buscaba explicarle a quien trataba de aprovecharse de los incautos extranjeros que eso no estaba bien, que ese tipo de cosa lo que lograba era que la gente no comprase y que desconfiase de todos los vendedores, pero no había respuesta inteligente, solo encontraba esa estúpida viveza del Venezolano de querer aprovecharse de todos. De que sirve tener bellezas naturales consideradas entre las 7 maravillas modernas si el extranjero que vaya va a salir trasquilado.
Siempre oigo como hablamos maravillas de las hermosas playas que tenemos, podemos nombrar una cantidad zonas con playas utilizadas en nuestro país, por ejemplo el Litoral Central, Higuerote, Margarita, Coche, Los Roques, y mil más que se me escapan, pero el punto no es si el mar es cristalino, las aguas están a temperatura soportable, la arena es suave y sedosa, mucho menos el criticar la falta de estructura para albergar al turismo de forma decente, lo cual es cierto y hace que no sea de tal agrado la estancia, sino aprovechar de mencionar dos experiencias que he tenido que para mí determina donde deseo pasar el día aunque no sea la mejor playa a nivel de naturaleza.
La primera experiencia, data del verano del 2012, en agosto tuve la oportunidad de ir por primera vez a las playas de Valencia, España, especialmente Playa de la Malvarrosa. El primer punto de diferencia que aprecie, es que encontré puesto en un parking público decente, sin nadie diciéndome que me cuidaría el carro para que este bien y pidiéndome dinero por adelantado, luego pude observar que igualmente debía pagar por toldo y silla, aunque no recuerdo el monto exacto, se encuentra en un punto que no es costoso pero tampoco económico. Una vez transcurrido el día pude definir varias cosas: la arena no era más que piedrillas incómodas para caminar, el agua estaba fría muy fría a pesar del sol inclemente, el cual también broncea sin necesidad de ser del trópico, que para comer tenia opciones en locales decentes y no hechos de tablas podridas, que vendedores ambulantes hay en todo el mundo, pero lo que más me impresionó es quizás una tontería pero significativa al menos desde mi punto de vista. Fue el ver llegar a una joven sola, que extendió su toalla, se colocó bronceador y se puso a tomar el sol, no sin antes quitarse la parte superior del traje de baño, y percatarme que nadie molestaba, incordiaba, zamureaba (o como le quieras decir) a la joven, esta situación se repitió en más de un caso, con sus variantes, pero muchas mujeres jóvenes solas o acompañada por una amiga, fueron a broncearse a la playa sin temor a su integridad física ni a la de sus pertenencias.
La segunda experiencia a colación, data del verano del 2010, un par de meses antes de emprender mi viaje migratorio, la familia de mi mujer decidió regalarnos y acompañarnos a disfrutar de ciertas bellezas nacionales, estuvimos unos días de agosto de ese año en la Isla de Margarita, visitando playa el Agua, playa Parguito yplaya Puerto Cruz, donde se encuentra el resort Dunes, entre otros rincones de la Isla. En los días previos, fueron tan insistentes los chicos que te encuentras en las vías de entrada a las playas con la idea de que visitaramos las instalaciones del resort, según era gratis, sin compromiso, solo había que oír la charla de información y podríamos disfrutar de las maravillosas instalaciones. No es por ser despectivo, pero la palabra “maravillosas” quedaba grande, nada más lejos de la realidad, luego de oír la información obligatoria sobre el resort, cómo pagar y ser parte de ese “lujoso” grupo, veías como con decepción te respondían que eras libre de ir a disfrutar, hago un pequeño brake aquí, el marketing utilizado a todo nivel por el resort es decepcionante, no se como se mantienen abiertos.
Al salir de la reunión, pedí poder usar el baño y me envían a unos cercanos a las salas de convenciones, donde se supone debe estar todo pulcro, entro y las instalaciones parecían más baño de carretera, pero en ese ínterin de entrar viene saliendo una chica española que se encontraba de vacaciones, gritando y maldiciendo a todo pulmón el olor a mierda y cloaca retenida, y como creía que la estafaban con el cambio de semana de su resort por una en esas instalaciones, al principio asumí que un percance es normal, pero al final del día me percaté que no sería el único. Para hacer corro esto, luego de tener las duchas dañadas en la piscina, de ver inundada la zona de duchas que va de la playa a la piscina por objetos que tiran las personas, de no tener donde comer con tranquilidad, de sentirme inseguro con todo lo que nos rodeaba, de ver basura y escombros a donde voltease la vista, decidimos regresarnos a donde nos estábamos hospedando.
En las dos experiencias estuvimos las mismas 4 personas, así que no hay error en la percepción o exageración en el cuento. Pero ese día de agosto del 2012, entendí que más allá de la temperatura y lo cristalina del agua, la suavidad de la arena y ese supuesto grado de belleza natural superior entre nuestras playas con respecto a las del mundo, yo tenía muy claro donde prefería pasar mi día.
El Venezolano se llena la boca diciendo que tiene el mejor país del mundo, pero no hace NADA para cuidarlo o mantenerlo, como sociedad hemos demostrado que nos da igual todo, que no nos importa tirar basura, comernos el semáforo, atacar al conciudadano, pisar la grama, quemar el monte, pescar o cazar de forma indiscriminada, mal gastar el agua, robarse la luz, total eso está ahí, es de todos y lo uso como quiera.
¿Cuantos de los que se dan golpe de pecho por el país has visto dañarlo? ¿Cuantos de los que dicen adorar la playa o la montaña dejan basura a su paso? ¿Cuantos van por la calle y tiran la colilla, la servilleta, el vaso o lo que tengan en la mano? Que fastidio eso de recoger, cuidar, reciclar, eso es para tontos… ¿Cuantas mujeres solas conoces que se atreverían a ir a la playa solas?
El país no es solo sus bellezas naturales, son sus habitantes, sus gobiernos, su infraestructura, su sociedad, sus mascotas, su flora, su fauna, son un todo…
¿De verdad es el mejor país del mundo?
Odio a Venezuela con toda mi alma
y no me da pena decirlo
y no me da pena decirlo
Soy venezolano, nací en Venezuela, crecí en Venezuela, sólo he vivido en Venezuela, nunca he salido de Venezuela, pero odio a Venezuela con todo mi corazón.
Odio a Venezuela, porque ha sido demasiado buena con los venezolanos, nos dio todo sin pedirnos nunca nada a cambio y eso convirtió a la mayoría en unos seres malcriados, que no valoran nada, que se creen que tienen el derecho de tener todo fácil y sin esfuerzo, que creen que son mejores que los demás y que pueden pisotear al que se les ponga por delante.
Yo no puedo creer que en todo el planeta la gente viva en algo tan feo, sucio, desordenado y anárquico como Venezuela, desde que soy niño lo comparo con las fotos que veía en las revistas y libros y ahora de adulto me pongo a navegar por ciudades del mundo en las que existe google street view y resulta que me encuentro con calles asfaltadas, señalizadas, gente respetando los semáforos, carros nuevos y en buen estado, mientras que aquí hay un poquito de asfalto entre los huecos de las calles, lo mas parecido a una señalización son los pendones que aun quedan con los ojitos de Chávez de la campaña electoral del 6D, todos se comen el semáforo y los peatones caminan por donde les de la gana, sin mencionar a los motorizados.
Me rehúso a pensar que “el mejor país del mundo” sea un sitio en el que da miedo salir a la calle, en el que cuando estás en la calle y se te acerca alguien, sea quien sea, te asustas y lo único que atinas a pensar es “aquí fue, me atracaron”, me rehuso a querer o admirar una sociedad de flojos que tiene 70 años votando por el que le ofrece mas cosas regaladas y no por el que les ofrece una vida mejor pero con esfuerzo y sacrificios. No diré que me siento orgulloso de formar parte de una aglomeración de personas que viven en un territorio al norte de América del sur que se caracterizan por estar pendientes del “no me des, sólo ponme donde ‘haiga’” o del “colabórame ahí pa los frescos”.
Y antes que salgan los que dicen que Venezuela es un gran país lleno de gente de mierda, tengo que atajarlos, porque un país es su gente, son los ciudadanos los que convierten un terreno en país, entonces Venezuela somos todos los que en ella vivimos y los que llevamos su nacionalidad, y si, la mayoría son gente de mierda que no tiene ningún tipo de conciencia ciudadana, respeto por si mismos ni por el prójimo, que no les importa nada, que tienen un carro del año 74, todo oxidado, que bota todos los fluidos que usa un automóvil y que va por la vida contaminando en liquido con los aceites, en solido con los pedazos de oxido que se van desprendiendo mientras rueda además de las servilletas, vasos, conchas de cambur, entre otros que van lanzando a la vía publica sus ocupantes, en gaseoso porque la nube de humo negro que deja a su paso haría que los de Greenpeace le lancen una bomba atómica y hasta en auditivo porque su ruido de carcacha se escucha a 2 km a la redonda.
Odio a Venezuela y me quiero ir de aquí, necesito irme de este país, pero cada vez que estoy a punto de lograrlo, Venezuela me hace una de las suyas y no me deja irme, cuando no me sube el precio del pasaje, me atracan el día que voy a la agencia de viaje a comprar el pasaje y se me llevan el pasaporte, o si no me clonan la tarjeta o me roban el carro que era lo que iba a vender para llevarme algo para mantenerme al principio, haciendo que mi odio hacia el país en el que nací y crecí, sea cada día más grande.
Desde niño siento que no pertenezco a esta cultura, que nací en el sitio equivocado, que estoy atrapado en una sociedad decadente, autodestructiva, egoísta, malvada y atrasada de la que no puedo escapar, no cesaré en mi empeño de hacerlo, porque algún día podré irme y sé que seré feliz.
Hasta que ese día llegue, seguiré viviendo una vida surrealista, llena de agotamiento, desesperación, dolor y tristeza, porque nada te hace miserable que estar en un sitio lleno de gente que no respeta a los demás y que su único norte es ser más vivo que los otros.
Venezuela es un país no apto para gente decente, no apto para personas que desean vivir en paz y siguiendo las normas, Venezuela es un país de anarquía y de anarquistas, por eso tenemos el gobierno que tenemos, porque es el que merecemos. Es por eso que odio a Venezuela con toda mi alma y no me da pena decirlo.
Autor: Ramón José Aguache
P.D.: Señores de La Patilla, Maduradas, Dolar Today, El Nacional, El Universal, La Iguana y cualquier otra página web o blog. NO TIENEN AUTORIZACION para publicar este artículo en sus páginas, con gusto pueden publicar uno o más enlaces al mismo con una reseña, pero el artículo original NO. Gracias y espero respeten mi deseo.
QUIEN RENIEGA DE SUS RAÍCES,
RENIEGA DE SÍ MISMO.
NO TIENE IDENTIDAD.
NO TIENE FUTURO.
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"Ya veis que no soy un pesimista, ni un desencantado, ni un vencido, ni un amargado por derrota alguna. A mí no me ha derrotado nadie, y aunque así hubiera sido, la derrota sólo habría conseguido hacerme más fuerte, más optimista, más idealista, porque los únicos derrotados en este mundo son los que no creen en nada, los que no conciben un ideal, los que no ven más camino que el de su casa o su negocio, y se desesperan y reniegan de sí mismos, de su patria y de su Dios, si lo tienen, cada vez que le sale mal algún cálculo financiero o político de la matemática de su egoísmo.
¡Trabajo va a tener el enemigo para desalojarme a mi del campo de batalla!
El territorio de mi estrategia es infinito, y puedo fatigar, desconcertar, desarmar y doblegar al adversario, obligándolo a recorrer por toda la tierra distancias inmensurables, a combatir sin comer, ni beber, ni tomar aliento, la vida entera; y cuando se acabe la tierra, a cabalgar por los aires sobre corceles alados, si quiere perseguirme por los campos de la imaginación y del ensueño. Y después, el enemigo no podrá renovar su gente, por la fuerza o por el interés., que no resisten mucho tiempo, y entonces, o se queda solo, o se pasa al amor, que es mi conquista, y se rinde con armas y bagajes a mi ejército invisible e invencible...."
(Fragmento de una página del discurso de Joaquín V. González "La universidad y alma argentina" 1918).
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