EL Rincón de Yanka: LA SOCIEDAD MÁS COBARDE DE TODOS LOS TIEMPOS

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lunes, 4 de mayo de 2015

LA SOCIEDAD MÁS COBARDE DE TODOS LOS TIEMPOS



La esencia del campo de concentración consiste en la materialización del estado de excepción en que vivimos, hay temor a perder lo poco que tenemos, a no poder cumplir con el gran poder que decide sobre nuestras vidas, nuestras propiedades, nuestro trabajo y nuestro futuro. Nada depende de nosotros, al menos eso creemos, y por eso solo esperamos nuestro turno para que nos despidan, nos embarguen, nos desahucien y nos quiten hasta la dignidad sin luchar por ello, exactamente igual que los prisioneros de los campos de concentración cuando veían como iban cayendo ante sus ojos sus compañeros y solo les quedaba esperar su turno. Es el momento de paralización del cerebro que no te permite ni siquiera morir luchando por tu dignidad, mueres como el ganado porque el poder es inmenso, pierdes hasta el elemento más primitivo en el hombre, la supervivencia. Ahora nos está pasando lo mismo, creemos que nosotros no podemos hacer nada, necesitamos ser gobernados por un ente que manda en nuestras vidas y no nos atrevemos a salir a la calle porque creemos que el coste será superior al beneficio. Las revoluciones demostraron lo contrario.

Es más que probable que la sociedad actual sea la más cobarde de todos los tiempos y también que los poderosos del presente sean los más fuertes, blindados y seguros de toda la Historia. La raza humana parece que, por fin, ha sido domesticada por sus amos. 

En su inquietante ensayo ¿Qué es un dispositivo?, el filósofo italiano Giorgio Agamben llega a la conclusión de que hoy tenemos “el cuerpo social más dócil y cobarde que se haya dado jamás en la historia de la humanidad”. Esa docilidad y esa cobardía que Agamben percibe y describe esta relacionada con los teléfonos móviles y con las tabletas a las que vive conectado un habitante común del siglo XXI. 

La gente ha dejado de ser exigente y rebelde y parece estar dispuesta a soportar todo tipo de abusos y vejaciones: que le roben, humillen y les arrebaten los derechos básicos que conquistaron sus antepasados a base de lucha y sangre. Tiene toda la razón Giorgio Agamben cuando dice que nunca en la historia de la humanidad la sociedad ha sido tan dócil y tan cobarde. 

Y la clave de ese drama que nos hace indignos y esclavos está en dos factores aparentemente inofensivos e inocuos: estamos más distraídos y confundidos que en cualquier otro tiempo del pasado. 

Nunca antes habíamos tenido más información a nuestra disposición. Nos llega a través de los canales de radio y televisión, de los medios escritos, de Internet y hasta en los comentarios y conversaciones. Es tanta y tan variada la información que nadie es capaz de procesarla e identificar que es verdad y que es mentira. El resultado de ese océano informativo es la confusión. Los gobiernos están felices porque han descubierto que más útil que mentir es confundir y saturar a los ciudadanos con muchas versiones de la realidad, casi todas verosímiles y creíbles, pero casi todas también falsas. 

La otra clave está en que nunca antes habíamos consumido tantos dispositivos. Estamos permanente distraídos, con la atención puesta en demasiadas cosas simultáneamente y eso nos hace vulnerables. Hemos abierto demasiadas puertas y la atención que requiere atenderlas a todas nos va condenando poco a poco a la individualidad, nos va convirtiendo en individuos que se bastan a sí mismos, que pueden prescindir, cada vez con más confort, de la vida en comunidad. 

Hemos olvidado una de las grandes lecciones de la Historia: que el hombre es tanto más fuerte cuanto más se une a sus semejantes. El hombre insertado en una comunidad que discurre en común y que tiene objetivos comunes es casi invencible y logra derechos como la libertad y la fortaleza, pero cuando se aísla y está solo se convierte en presa fácil para los poderosos, que siempre están a la caza de esclavos. 

Los teléfonos y las tabletas aportan ventajas como el acceso a la información y cierta manera de relacionarnos, pero también han conseguido atomizar a la sociedad y por eso estamos cada día más solos y somos hoy más dóciles y más cobardes. 

Esa soledad, unida a la confusión que provocan el bombardeo mediático y el ocultamiento sistemático de la verdad nos expone permanentemente al discurso oficial de este milenio, que es el de la preocupación de los Estados por la salud y bienestar de sus ciudadanos, una rotunda falsedad que se convierte en verdad porque es repetida cientos de miles de veces. 

Nos sentimos "cuidados" por el poder cuando vivimos bombardeados por millones de dispositivos que nos repiten con insistencia sospechosa, lo perjudicial que puede ser fumar, beber alcohol, consumir grasas saturadas, no hacer ejercicio, la decadencia física, la vejez, el peligro y exponerse a enfermedades que cada día son más amenazantes. 
El miedo es el principal recurso del poder y, unido a la confusión y a los juguetes que nos aíslan, forman el tridente más eficaz de todos los tiempos para liquidar el brío, la rebeldía, la valentía y el orgullo, logrando, además, estimular la cobardía. 


Babilonia viene del nombre "bab-ili" y "balal", de donde viene el nombre Babel que significa confusión. 
"Babilonia nos hace borregos, nos evita reaccionar, con químicos o estupidez mediática generalmente. Babilonia tiene armas que nos parecen cosas cotidianas. Amar y luchar, dos caras de una misma moneda, no se puede amar lo que no se lucha por tener, por naturaleza el hombre es cómodo y lo que no se gana con esfuerzo pocas veces se aprecia... Libertad... es un término que pocos pueblos conocen y buscan canjearlo por confort... Casi me desvío y me olvido de la paz... pero pensar no es violencia, es conciencia. Y no pensar no es paz es ignorancia. Quién acepte un gobierno opresor y tirano, estará forjando las cadenas que llevarán él y sus futuras generaciones". Andrés Javier Rolando


Nuestros políticos, en nombre de los grandes poderes financieros que comandan el mundo, han logrado que seamos el grupo humano más dócil y más cobarde que ha producido la humanidad. 



La televisión consiguió alienar y estimular el miedo, pero al menos se veía en compañía, mientras que los teléfonos y las tabletas nos aíslan y nos hacen seres solitarios. Cada uno ve lo que quiere y lo ve en soledad. El mundo se atomiza y la gente deja de unirse y asociarse. Ante ese panorama, el poder sonríe y se siente seguro para poder robar, oprimir, aplastar y sojuzgar. 


La música, que antes era un fenómeno colectivo, que incitaba a que los amigos se reunieran para bailar y disfrutar, ahora se escucha en soledad, a través de los cascos. La gente ni siquiera ve su entorno mientras camina por las ciudades enchufada a sus cascos. Solos, completamente solos en medio de la multitud... y cada día más asustados. Pura carne de esclavitud ambulante. 
Quien piense que la atomización de la sociedad, el miedo y el aislamiento son fenómenos culturales y sociales espontáneos se equivoca porque responden a un diseño de sociedad estimulado desde el poder para fabricar cobardes y esclavos sometidos. El viejo "Divide y vencerás" ha sido sustituido por el "Atomiza y reinarás" sobre una multitud de individuos solitarios, dóciles y acobardados.