LA TERCERA GUERRA
MUNDIAL YA ESTÁ AQUÍ
... pero no te la están contando en televisiónLa crisis de la pandemia ha puesto de manifiesto en todo el mundo las debilidades de los sistemas económicos, sociales, sanitarios y políticos, sea cual sea la forma de gobierno. Siguiendo la estela de La verdad de la pandemia, que ya apuntaba el tipo de conflictos emergentes, la autora pone sobre la mesa que la Tercera Guerra Mundial ya ha empezado y que sus batallas no van a ser solo militares, sino que se van a centrar en las luchas de las élites por el poder, el control de la ciudadanía a través del miedo y la manipulación, de la censura y, en general, del debilitamiento de la sociedad en todas sus facetas.
PRESENTACIÓN
Estamos en estado de guerra. Pero no todo el mundo lo sabe, porque la esencia de esta nueva modalidad bélica consiste en que el atacado no se percate de las violentas agresiones que recibe. Pero, aún más, la inteligencia del invasor-estratega es tal que ha logrado que muchos acepten e incluso deseen que se consuma la conquista. Puede sonar extraño y paradójico. Y lo es. Ocurre así porque una de las principales características de esta guerra que sufrimos desde hace décadas es el concepto de «inversión».
Todos los valores, todas las percepciones, todos los comportamientos y procesos están siendo invertidos, hasta el extremo de que el esclavo vive cómodo en su estado de esclavitud. Básicamente, una guerra es la conquista de un territorio. Invadir, ocupar, asediar constantemente para penetrar hasta la totalidad más profunda de un Estado, de una nación o de una región para robar las riquezas y propiedades de sus habitantes, para usurpar el poder de cada una de las personas soberanas que con su esfuerzo y el de sus ancestros han construido día a día su hogar, han preservado sus costumbres y han alumbrado a sus dioses. Pero ahora el invasor te exige tributos económicos. Tu sudor, tu sacrificio y tus amaneceres tienen dueño.
En esta guerra, los agresores pretenden apropiarse de todos los bienes de la Tierra: del agua que baja de las montañas, de los mares, de los bosques, del sol… Incluso el aire que respiras ahora tiene un precio. Pero el buen tirano no se conforma con los bienes físicos, tangibles, terrenales. Intenciones aviesas, perversas e infames lo alimentan. El conquistador tiene ansias de destrucción.
Quiere derribar la civilización de los conquistados y entrar en su territorio espiritual. Para que su triunfo sea total ha de imponer una nueva civilización: la suya. Cuando de conquistador del territorio pase a dominador ideológico de las almas, convirtiendo en esclavos culturales a quienes antes eran libres de su dominio, habrá vencido. Y así, con la imposición de la cultura invasora, el nuevo tirano prohíbe tus creencias, tus valores y tus dioses. Te exige que le adores si quieres vivir. Él ansía ser tu dios omnipotente, tu divinidad suprema, tu ídolo universal. Es un déspota absolutista. Es el usurpador de un poder que no le pertenece, de un poder que es únicamente tuyo. Como buen psicópata, le obsesiona imponerte sus sentimientos para que seas digno hijo suyo, un esclavo esculpido a su imagen y semejanza. El padre supremo va a dictarte a quién es correcto que ames y a quién debes odiar. Y, para conseguirlo, cual serpiente que se arrastra silenciosa entre la maleza, envía a sus huestes a las escuelas para adoctrinar y domesticar a los niños. Sus legiones han entrado en tu casa desde la pantalla de tu televisor para mostrarte un psicomundo que te confunda y turbe tu espíritu.
Los usurpadores de ese poder que te pertenece no dejan nada al azar. No quieren que seas libre, no quieren que sueñes con la existencia de otro mundo que no sea el que te muestran. Conocimiento, sabiduría y libertad son palabras malditas para ellos. Y están ardiendo en las hogueras de la Tierra. Vuelve una nueva época de tiranía, como la que vivimos en Europa e Hispanoamérica en el siglo XX. Para triunfar en esta colonización imperial, las armas de guerra han cambiado. El principal objetivo de los nuevos déspotas es que no seas consciente de que te están haciendo la guerra. El endeudamiento, el miedo, las mentiras, la ignorancia, la propaganda, la desinformación, los gobernantes títeres de poderes oscuros, la ruina, el paro, las crisis, el estrés emocional, el cierre de empresas, los suicidios, la desmoralización, la «táctica de la pandemia», el genocidio, las armas biológicas, el abuso policial, el psicoescenario, la muerte, el Gran Reinicio…
¡BIENVENIDOS A LA TERCERA GUERRA MUNDIAL!
Es esta una guerra total que se sucede en varios campos de batalla: el frente psicológico, el cultural, el sentimental, el geoeconómico y el geopolítico. Son ataques sincronizados. Para ganar esta guerra, tus enemigos han ido actuando de modo gradual, por fases, y la primera ha consistido en adueñarse de las industrias culturales y del sistema de comunicación global. Una vez que los núcleos de gestión de la comunicación están en sus manos, el conocimiento y la cultura —los centros neurálgicos de las relaciones sociales— tienen la capacidad de condicionar tus valores, es decir, aquello en lo que crees y defiendes tanto en el plano individual como en el comunitario.
Los gobernantes se han convertido en títeres no solo del poder financiero filantrópico, sino de una fuerza invisible que no sería nada y se mantendría en el limbo si ellos no le diesen su aliento de vida: el Mal. Son los sacerdotes del nuevo templo de la infamia. Los usurpadores de ese poder que, repito, te pertenece —tu libertad, tu sentimiento, tu comprensión, tu existir, tu amor, tu libre albedrío— han calculado a la perfección cómo deben actuar. Pero hay una niña de ocho años llamada Pandora[1] que guarda un gran secreto en el fondo de una caja fabricada con la madera del Árbol Sagrado. Su caja está hecha con el material de las tormentas. Y el tesoro que custodia es el elemento que los sátrapas quieren destruir. Si lo consiguen, habrán vencido. Si la mentira es el arma principal de los tiranos, en esta guerra no hay arma más poderosa que la Verdad. Pero hay otra arma con la que podemos atacar y es la que guarda Pandora en el fondo de su caja. Quienes no conocen su nombre no podrán utilizarla. Y quienes lo saben ya están salvados. El nombre de esta arma es ESPERANZA y desde los orígenes del mundo ha sido un bastión de fortaleza para la humanidad.
La Tercera Guerra Mundial persigue que el 1 % de los individuos domine al 99 % restante. La geoestrategia de esa minoría, que concibe las relaciones sociales en términos de dominadores y dominados, es convencerte —a ti y a todos— de que su nuevo «mundo feliz» es la mejor y única opción. Su objetivo es fascinarte, seducirte, atraparte en sus telas de araña, y para ello despliegan una legión de tropas que disparan sus armas en los medios de comunicación, editoriales, películas, discográficas, academias, universidades, think tanks, laboratorios de dinámicas sociales… Desde allí trabajan para construir y difundir un único discurso con el fin de que su dominación no solo sea aceptada, sino aplaudida. La Tercera Guerra Mundial es un plan completo y total para someterte sin disparar una sola bala de metralla. Y el campo de batalla en el que se desarrolla el combate principal se encuentra en tu mente y en tu alma. ¡Buen combate a todos!
EPÍLOGO
UN COMBATE NECESARIO
—Puede que no se trate de eso —repuso Bernd—. Ya he visto la misma reacción otras veces: hombres que odian a las personas a quienes han tratado de forma injusta, por paradójico que pueda parecer. Creo que eso se debe a que la víctima es un recordatorio perpetuo de su comportamiento vergonzoso. KEN FOLLET, El umbral de la eternidad.
Cuando acabo la redacción de este libro, todos los habitantes del planeta nos hallamos en medio de la Tercera Guerra Mundial. Nuevas revelaciones están saliendo a la luz, pero he de cerrar el manuscrito para que comience el proceso de maquetación, logística, marketing y distribución. Mis editoras me apremian. Cuando en septiembre llegue a las librerías, a las manos y corazones de mis lectores, es posible que hayamos sufrido —o estemos a punto de sufrir— ese nuevo ataque escenificado y ensayado en el mes de julio en el Foro de Davos llamado «Cyber Polygon 2021». Es decir, las élites del Partido Comunista Chino y las occidentales seguirán presionando al mundo entero para hacerse con el dominio planetario en una sola estructura de poder y repartírselo. La nueva agresión tiene como objetivo dominar también el espacio mediante el control de las rutas de las autopistas satelitales, que son las que hacen posible las comunicaciones y las transacciones empresariales de 7.800 millones de personas.
"Nos llamaron asesinos, conspiranoicos, nos lincharon en las calles, nos echaron de los bares, cines y farmacias. Nos prohibieron abrazar a nuestras madres, estar en el funeral de nuestros abuelos. Han matado a ancianos, niños, deportistas y provocado abortos.Los "periodistas", famosos y políticos la aconsejaron. Los médicos y enfermeros recibieron premios y aplausos mientras fuimos los apestados, los leprosos sociales. Te advertimos que todos mentían y que no pusieras tu vida en sus manos. Afortunadamente, muchos nos creisteis.Otros muchos, confiasteis en los malos, los corruptos, los amorales que se han beneficiado y enriquecido. Hoy Janina Small, jefa de desarrollo de mercados de Pfizer ha confesado en el Parlamento Europeo que nunca tuvieron certeza alguna de que su mejunje curase nada, que era "el mercado" el que les proporcionaría datos de su funcionamiento. O sea, que "el mercado", es decir, tú y los tuyos eran sus conejillos de Indias". Cristina Martín Jiménez
Este libro es una crónica de guerra y un análisis de las armas utilizadas en ella. El tiempo ha demostrado que lo que hace once años llamé la «táctica de la pandemia» era cierta: un arma de guerra diseñada por las élites para matar, esterilizar y esclavizar a la humanidad con el fin de imponer un gobierno mundial. Sus responsables, junto con sus colaboradores y capos, deben pagar por los crímenes de guerra que han cometido. Puesto que el proceso no ha terminado, estas palabras no son una despedida, sino un hasta pronto. Como periodista, me siento obligada moralmente a continuar la labor de denunciar lo que ocurre.
Cuando era estudiante, quería ser periodista de guerra y durante un tiempo me sentí frustrada por no lograrlo. Después publiqué mis tres primeros libros e incluso censuraron el último. Un día me percaté de que finalmente me había convertido en periodista de guerra, porque nos la estaban haciendo en casa. El periodismo de trinchera que practico es peligroso, porque la verdad y la denuncia no son aceptadas por quienes hacen guerras tranquilas con armas silenciosas. No es fácil percibir la propaganda cuando se introduce en las escuelas, ni es fácil cambiar la cosmovisión de las personas que han sido instruidas en la obediencia y en la aceptación de los dogmas de la nueva religión universal que unos pocos tratan de imponer. Por ello han exterminado la lectura comprensiva y el pensamiento crítico en los jóvenes.
A fin de cuentas, ellos son los que sostendrán el paraíso y hay que domesticarlos desde la niñez. Pero estos hacedores del mal han dado un paso definitivo para tocar lo más sagrado: nuestro ADN, la biblioteca que guarda los libros de nuestra historia, que nos revela quiénes somos, de dónde venimos, y que custodia el libre albedrío de nuestras almas. Los tiranos han encontrado la llave para abrirla y, como dioses de la antigua Sumeria, pretenden decretar nuestros destinos. Hace tiempo leí un mensaje que circulaba por las redes: creer que la industria farmacéutica trabaja por tu salud es como creer que la industria armamentística trabaja por la paz mundial. El combate va a continuar. Ahora viene la embestida con el arma del cambio climático provocado por el hombre, esa gran mentira, esa sofisticada arma de diseño vanguardista que aglutina todas las estrategias para derribar la civilización occidental. Las nuevas palabras y conceptos-emblema ya nos resultan familiares: ecologismo, política verde, inclusivo, resiliente, feminista, sostenible…
Nos mienten al decirnos que el petróleo y el agua se acaban, y mediante la desinformación constante nos convencen de que debemos cambiar nuestras costumbres y consumir alimentos sintéticos que, obviamente, debilitan nuestro organismo. Si el cambio climático es un hecho irreversible y va a provocar un apocalipsis inminente, ¿por qué el matrimonio Obama le compra una mansión al dueño de los Boston Celtics en unos terrenos inundables? ¿Acaso están dispuestos a poner en peligro la vida de su familia, o es que ni siquiera el expresidente de Estados Unidos se cree el cuento que repite en las múltiples conferencias que da por todo el mundo y por las que cobra medio millón de dólares?
Los Obama predican un Nuevo Orden Mundial inclusivo donde todos seremos iguales… Y en sus ratos libres pagan 15,40 millones de dólares por su mansión en Martha’s Vineyard, un elitista paraíso situado en el estado de Massachusetts. Para compensar, recordemos que financiaron y alentaron el movimiento Black Lives Matter, que destruyó e incendió las casas y los negocios de la clase media trabajadora estadounidense. No, ellos no se creen sus mentiras. Las mentiras son las balas que disparan para limitar el desarrollo, para frustrar la paz, para empobrecer y adoctrinar a los justos. En realidad, ellos solo tienen dinero; no son la élite.
La verdadera élite son los indómitos, los más inteligentes, los más cultos, los más alegres. Quienes de verdad son capaces de regenerar el planeta son los nobles de corazón. De ahí que se haya iniciado una nueva caza de brujas. El Malleus Maleficarum («Martillo de las brujas»), publicado en Alemania en 1487, tiene su nueva edición en los manuales de los verificadores de datos, que conforman una guía universal con la que enseñan a los jóvenes periodistas de empresas de fact checking a perseguir a las voces críticas y a catalogar como bulos hechos que son veraces y comprobados, atribuyéndose una autoridad y una credibilidad de las que carecen. Al parecer, yo soy un trofeo muy preciado, según me confesó un fact checker amigo. Lo que no saben es que me río al imaginar sus brindis cuando al fin lograron expulsarme de la «comunidad»de Facebook. Unos años antes también me atacaron y fui expulsada del periodismo «oficial». Pero no del Periodismo —con mayúsculas—, ya que continué practicándolo en mis libros y convertí mis canales de las redes sociales en mi medio para difundir investigaciones, opiniones e información. Gracias a mis lectores, que son mis mecenas, he podido escribir este libro.
Las dos potencias que se enfrentan en la Tercera Guerra Mundial son en realidad dos grandes estructuras de poder: el Partido Comunista Chino y el bloque del antiguo establishment occidental. Ambos son, al mismo tiempo, aliados y enemigos. Colaboran y batallan entre sí y contra la humanidad. Y cada uno tiene sus propios aliados y enemigos. En ambos bandos brilla una luz oscura y apagada, una luz oxidada que ya casi no alcanza para alimentar un proyecto muerto que los ha enloquecido con la promesa del trono del mundo.
Para que esta tibia luz se haya extendido por el planeta ha sido necesaria la complicidad de médicos, enfermeros, periodistas, profesores e intelectuales que se creyeron dioses e instaron a todos a vacunarse sin tener el conocimiento suficiente para dar consejo, y ahora, cuando han ido a pedirles explicaciones por sus «brazos magnéticos», les han respondido que escriban a las farmacéuticas, que ellos no saben nada, eximiéndose de este modo de sus responsabilidades. Cuando el mundo conoció el nacionalsocialismo de Hitler, y una vez acabada la Segunda Guerra Mundial, una pregunta se repetía: ¿cómo es posible que el pueblo alemán estuviese de acuerdo con lo que ocurrió en los campos de concentración?
Durante décadas, los alemanes cargaron con la vergüenza y la culpa. Ahora les toca cargar a todos los que, con una supuesta autoridad y legitimidad médica, intelectual y científica, se han convertido en los verdugos de sus semejantes. En mis observaciones he descubierto que la glorificación del Mal conduce a las civilizaciones al abismo. Como ejemplo, el final de la dinastía china Shang[2] estuvo marcado por la corrupción y los sacrificios humanos, al igual que el imperio de Moctezuma. Ambos tenían una cohorte de sacerdotes adivinos, brujos y sacrificales.
Cuando llegaron los castellanos, la civilización mexica estaba estancada en una incipiente Edad de los Metales[3] mientras Europa se hallaba en los umbrales del Renacimiento. Por su parte, la dinastía Zhou, que gobernó China tras los Shang, implantó un complejo sistema para producir y gestionar los recursos económicos y militares con eficacia, aunque finalmente sus herederos se corrompieron y establecieron un sistema de privilegios y clases sociales que convirtió al pueblo en esclavo. Se trata de un patrón que he identificado en otras grandes civilizaciones que cayeron.
La corrupción del alma que alumbra una cultura y que integra en un proyecto común y aceptado a todo un pueblo les condujo a la decadencia. Se estancaron. Hay una relación directa entre el Mal y el bloqueo civilizador. Ocurrió igualmente en el Imperio romano, cuya corrupción lo condujo al abismo, al limbo. Se perdió intentando mantener una estructura antigua que en su día fue esencial pero que con el tiempo quedo obsoleta. Y cuando comienza la caída, ya no es posible recuperarse. Otro patrón que siempre se cumple es que a la caída le sigue o bien un dictador o una era de esplendor, descubrimientos y avances. ¿Hacía cuál de las dos opciones nos encaminamos? Porque está claro que todas las civilizaciones del planeta están estancadas. No hay una que se salve o que nos sirva de inspiración.
Los viejos esquemas que pretenden reproducir haciéndolos pasar por novedosos, solo porque les han cambiado el nombre o han creado un eslogan pegadizo, no son útiles en el umbral de una era de revoluciones cognitivas y aventuras espaciales. ¿Qué podemos hacer? La Gran Revolución. Puesto que el materialismo ha fracasado en todo el planeta, solo nos queda innovar en lo ontológico. Si no arreglamos el plano espiritual, que es el que ha acabado desarmonizado con los combates del siglo XX y los que llevamos en el XXI, permaneceremos bloqueados en una rueda eterna. Tal vez el único camino posible sea amarnos los unos a los otros.
Un proyecto sencillo y complejo a la vez, pero que supone un gran reto y una gran motivación. Porque la verdad y la mentira, el amor y el odio son las principales armas de esta guerra, las primeras tecnologías humanas. El resto —los misiles, la inteligencia artificial, las cámaras de reconocimiento facial, los virus quimera…
— solo son extensiones vanguardistas de nuestras tecnologías espirituales. Dentro de cinco años —espero que antes—, todos conocerán la verdad de quienes, ya sea de forma voluntaria o involuntaria, consciente o inconsciente, se convirtieron en criminales de guerra. Y sobre la conciencia de estos caerá el peso de la culpa. Un día despertarán y se darán cuenta del dolor que han causado al abandonar la ética y la moral de sus profesiones y de sus juramentos deontológicos. Aun así, muchos de los que despierten seguirán odiando. Muchos de los que se han plegado a las legiones del Mal lo han hecho por el odio que domina sus almas, por lo que, una vez acabada la guerra, seguirán odiando a sus víctimas. No soportarán mirarlas a los ojos.
La vergüenza de sus actos les superará. Afortunadamente, son muchos los médicos, policías, maestros, biólogos, abogados, junto con un muy reducido puñado de periodistas, los que se enfrentan a «la bestia de los acontecimientos» con el amor a la verdad como única enseña. David venció a Goliat y eso le hizo brillar. El gigante no se llevó nuestras almas, sino que, contrariamente a sus planes, las hizo brillar aún con mayor intensidad. Y ese brillo atrajo a miles de personas, que despertamos y salvamos.
La conciencia puede ser hipnotizada, sugestionada, dormida. Pero no puede ser destruida. Almas justas que comprendéis el mal, almas indómitas y valientes… Os envío mucha fuerza a quienes seguís en las aguas puras a pesar de los ataques constantes que recibís. Honor a los buenos combatientes. Mi admiración a las Madres Leonas. Perseveremos en el buen combate. Yo seguiré luchando en las trincheras. No me voy a arrodillar. Nunca me rendiré. Y si alguna vez me ocurriera algo, vosotros continuaréis. El totalitarismo teocrático universal jamás vencerá.
1 de junio de 2021, Vitoria-Gasteiz,
en el transcurso de la Tercera Guerra Mundial
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[1] Πανδώρα en griego antiguo
[2] Shang significa «comercio». Fue, por tanto, la dinastía comercial.
[3] La Edad de los Metales se extiende entre los años 6000 y 1000 a. C., aproximadamente, marcando así el fin de la Prehistoria.
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