VIDA DE CRISTO
(1968)
Esta Vida de Cristo ha tenido largos años de gestación. Constituye la obra más completa del obispo Fulton Sheen y es fruto de cinco lustros de investigaciones y estudios. Pero la comprensión más profunda de la unidad inseparable que forman Cristo y su cruz, pensamiento central de la obra, vino a la mente del autor cuando se vio muy cerca de la cruz en horas de obscuridad, dolor y aflicción.
El saber se adquiere en los libros; pero la penetración de un misterio proviene del sufrimiento. No se trata de una vida de Cristo estrictamente cronológica dentro de un marco geográfico.
Esta obra tampoco tiene nada que ver con la alta crítica; este asunto ya ha sido ampliamente tratado por otros autores. Pero aunque el autor de una biografía de Cristo no mencione autores ni teorías de la alta crítica, el conocimiento de ellos no deja de ser una premisa indispensable para escribir sobre este tema.
No pretende el autor relatar simplemente una vez más los incidentes de la vida de Cristo, que nos son ya tan familiares, sino ofrecer una exposición dramática y dinámica de la significación de Jesucristo como salvador del mundo y dar luz a las almas para que comprendan que todo sufrimiento es realmente la «sombra de la mano de nuestro Salvador extendida en ademán de acariciarnos».
La obra de SHEEN es un mensaje de actualidad dirigido a cuantos vivimos en este mundo moderno que ha divorciado a Cristo de su cruz. Pero un Cristo sin un sacrificio que reconcilie al mundo con Dios es un predicador ambulante, barato, afeminado, incoloro, que si merece la popularidad por su gran sermón de la montaña merece también la impopularidad por cuanto afirmó acerca de su divinidad, por un lado, y cuanto manifestó acerca del divorcio, el juicio final y el infierno, por otro.
Con frecuencia nos encontramos con este Cristo sentimental, remendado con mil lugares comunes, sustentado a menudo por etimologistas académicos, incapaces de ver la Palabra por encima de las letras.
Sin su cruz, Cristo queda reducido a una fraternidad sin lágrimas. Nada más distante de este Cristo que el protagonista de la obra de FULTON SHEEN, ya que el autor sabe proyectar nuevos raudales de luz sobre los pasajes del evangelio y encuentra inéditos significados en sucesos tantas veces referidos.
Es un libro escrito y empapado de pasión y de amor por JESUCRISTO. Y, eso contagia...
PREFACIO
Satán puede aparecerse bajo numerosos disfraces, en forma de Cristo, y en los últimos tiempos aparecerá como un bienhechor y un filántropo, pero Satán nunca se ha aparecido ni se aparecerá jamás con llagas en el cuerpo. Sólo el amor del cielo puede ostentar las señales del don más grande que el amor nos hizo en una noche que no volverá. En realidad, sólo hay dos filosofías de la vida: para una, primero es el banquete y luego el dolor de cabeza; para la otra, primero es el ayuno y luego el banquete. Los goces diferidos por el sacrificio resultan siempre los más dulces y duraderos. Los antiguos enseñaron que la prosperidad o el éxito que alguien disfruta sin ningún sufrimiento provoca el desagrado de los dioses. Heródoto nos habla de un rey egipcio que rompió las relaciones que le unían con su amigo Polícrates, tirano de Samos, porque nada llegaba a empañar la prosperidad de éste, ni siquiera un «punto de amargura que brotara en medio de aquella fuente de dulzura».
El cristianismo, a diferencia de como suele empezar cualquier otra religión del mundo, comienza con catástrofe y fracaso. Las religiones «optimistas» de inspiración psicológica se hunden en la calamidad y se marchitan en la adversidad. En cambio, la vida del fundador del cristianismo empieza con la cruz, pero termina con una tumba vacía y la victoria. La vida de Jesucristo difiere de todas las otras vidas en muchos aspectos, tres de los cuales vale la pena destacar: 1. La cruz se halló al fin de su vida en el tiempo, pero en el comienzo de ella en cuanto a la intención y propósito de su venida a este mundo. De ahí que sus biógrafos, que fueron martirizados en testimonio de la verdad que dejaron escrita, dedicaran un tercio de los tres primeros evangelios y un cuarto del cuarto evangelio a describir los sucesos de su pasión y resurrección.
2. De la misma manera que el hombre no procede sólo de la naturaleza, puesto que en su alma nos muestra una misteriosa x que no se halla contenida en sus antecedentes químicos y biológicos, así tampoco Cristo procedía exclusivamente de la humanidad. 3. Su legado no fue un tratado de ética o una colección de preceptos morales, ni tampoco un despertar al pecado social porque los hombres no quisieran oír hablar de pecado personal, sino una confrontación de la culpa humana con el amor de Dios, amor que perdona, amor que a Dios le cuesta algo. Odiando el pecado y amando a los pecadores; condenando el comunismo y amando a los comunistas; despreciando la herejía y amando a los herejes; recibiendo de nuevo a los errados en el tesoro de su corazón, pero sin admitir jamás el error en el tesoro de su sabiduría; perdonando a los pecadores que la sociedad ya había condenado, pero mostrándose intolerante ante los que pecaron y cuyo pecado permaneció impune a los ojos de los hombres, reservó, sin embargo, sus más destructivas explosiones de ira para aquellos que siendo pecadores negaron el pecado, para aquellos que siendo culpables dijeron que sólo tenían un complejo.
Finalmente, fue Él quien se desató en explosiones de ira al contemplar proféticamente la condenación y ruina de aquellos enfermos de cáncer moral que rehúsan aprovecharse de la medicina que Él adquirió a precio mucho más elevado que la sangre de corderos. El mundo moderno, que niega el delito personal y sólo admite crímenes sociales, que no encuentra sitio para el arrepentimiento personal y lo halla sólo para reformas públicas, ha divorciado a Cristo de su cruz; el esposo y la esposa han sido separados. Lo que Dios había juntado, los hombres lo han desunido. Como resultado, tenemos la cruz a la izquierda y Cristo a la derecha. Cada uno ha estado aguardando nuevos compañeros que los adopten en una especie de segunda y adulterina unión. Viene el comunismo y se apodera de la cruz, exenta de significado por sí sola; viene la civilización occidental postcristiana y escoge para sí al Cristo sin llagas. El comunismo ha elegido la cruz en el sentido de que ha devuelto a un mundo egotista una idea de disciplina, de abnegación, de sumisión, de dura labor, de estudio y de consagración a fines supraindividuales. Pero la cruz sin Cristo es sacrificio sin amor. De ahí que el comunismo haya producido una sociedad autoritaria, cruel, opresora de la libertad humana, llena de campos de concentración, pelotones de fusilamiento y lavados de cerebro.
La civilización occidental postcristiana ha elegido a Cristo sin la cruz. Pero un Cristo sin un sacrificio que reconcilie al mundo con Dios es un predicador ambulante barato, afeminado, incoloro, que merece llegar a ser popular por su gran sermón de la montaña, pero que merece también la impopularidad por lo que dijo, por un lado, acerca de su divinidad y lo que manifestó, por otro, acerca del divorcio, el juicio y el infierno. Este Cristo sentimental aparece remendado con mil lugares comunes sustentados a menudo por etimologistas académicos incapaces de ver la Palabra por encima de las letras, o confundidos más allá del reconocimiento personal por un principio dogmático según el cual todo lo que es divino ha de ser necesariamente un mito. Sin su cruz, Cristo queda reducido a un insoportable precursor de la democracia o a un humanitario que enseñó una fraternidad sin lágrimas. El problema que actualmente se plantea es el siguiente: ¿acaso la cruz que el comunismo sostiene en sus manos encontrará a Cristo antes de que el Cristo sentimental del mundo de occidente encuentre la cruz?
Creemos que Rusia hallará a Cristo antes que el mundo occidental acierte a unir a Cristo con su cruz redentora. Para aquellos que busquen una vida de Cristo estrictamente cronológica dentro de un orden geográfico, recomendamos, como la mejor de todas, la escrita por GIUSEPPE RICCIOTTI, Vida de Jesucristo. Nuestra obra no tiene nada que ver con la crítica bíblica, en parte porque este asunto ha sido tratado ya ampliamente por Lebreton, Grandmaison, Lagrange y otros autores, y también porque ninguna teoría crítica dura mucho más allá de una generación. Bauer cede el sitio a Strauss; Strauss a Wellhausen; Wellhausen a Harnack y a Renán; y ambos lo ceden a Schweitzer y a Loisy. Cuando estas últimas teorías perdieron el apoyo popular, se presentaron Schmidt, Bultmann, Albertz, Betram y otros. Pero los lectores que han seguido las refutaciones científicas y críticas de Bultmann hechas por Leopoly Malevez, René Marlé y otros, saben que están perdiendo ya el apoyo popular entre los exegetas bíblicos. Pero aunque el autor de una biografía de Cristo no haga mención de alguno de los autores o teorías antes indicados, no quiere decir que el conocimiento de ellos no sea una premisa indispensable para escribir sobre este tema. Ninguna forma de crítica, ni siquiera la de Strauss, ha dejado de hacer más profundo el conocimiento de aquellos que primeramente han de conocer los evangelios desde el punto de vista técnico y de crítica antes que se hallen en disposición de tratar de manera adecuada la vida de Cristo.
Vida de Cristo Por Fulton J Sheen by Jimmy Kid
LA VIDA DE CRISTO POR FULTON J. SHEEN
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