EL Rincón de Yanka: LIBRO "DIÁSPORA VENEZOLANA": TESTIMONIOS DE UNA EMIGRACIÓN FORZADA Y EXPULSADA por OMAR MORA y LEONEL OMAÑA 🏃

inicio





La Superficialidad idiotiza.



CALENDARIO CUARESMAL 2025

CALENDARIO CUARESMAL 2025





jueves, 20 de marzo de 2025

LIBRO "DIÁSPORA VENEZOLANA": TESTIMONIOS DE UNA EMIGRACIÓN FORZADA Y EXPULSADA por OMAR MORA y LEONEL OMAÑA 🏃

DIÁSPORA 
VENEZOLANA
Testimonios de una emigración 
forzada y expulsada

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida. Miguel de Cervantes
Los inmigrantes no pueden ser atajados con medidas policiales por una razón muy simple: porque en los países a los que ellos acuden hay incentivos más poderosos que los obstáculos que tratan de disuadirlos de venir. En otras palabras, porque hay allí trabajo para ellos. Si no lo hubiera, no irían, porque los inmigrantes son gentes desvalidas pero no estúpidas, y no escapan del hambre, a costa de infinitas penalidades, para ir a morirse de inanición al extranjero. Vienen, como mis compatriotas de Lambayeque avecindados en la Mancha, porque hay allí empleos que ningún español (léase norteamericano, francés, inglés, etc.) acepta ya hacer por la paga y las condiciones que ellos sí aceptan, exactamente como ocurría con los cientos de miles de españoles que, en los años sesenta, invadieron Alemania, Francia, Suiza, los Países Bajos, aportando una energía y unos brazos que fueron valiosísimos para el formidable despegue industrial de esos países en aquellos años (y de la propia España, por el flujo de divisas que ello le significó). Mario Vargas Llosa
La libertad —como el aire— solo se vuelve tangible, se palpa, cuando falta. Enrique Krauze
NOTA DEL AUTOR

¿Saben que se siente ser un emigrante? En estas páginas conseguirás los testimonios de algunos venezolanos que se atrevieron a contar sus historias. Hermanos que por fuerza mayor tomaron la dura y dolorosa decisión de dejar todo atrás, dejaron familia, estudios, trabajos, profesión y amigos en fin una vida, la cambiaron por una nueva, totalmente desconocida, se atrevieron a tran­sitar caminos que en otras circunstancias no lo hubiesen hecho, llegaron a paí­ ses en el que nunca pensaron vivir, en muchos casos solo lo conocían por las cla­ses de geografía, pero a fuerza de fe y perseverancia han logrado establecerse. No ha sido fácil para la mayoría, se han enfrentado a situaciones de discriminación, explotación laboral, xenofobia, estafas, entre las muchas vejaciones que vive el emigrante que con o sin documentos que los legalicen en tal o cual país no es garantía de éxito.

Ser emigrante es algo que solo experimenta el que lo vive, no hay un ma­nual, no tienes una guía práctica, salir de la tierra es una decisión de valientes, el autoexilio al que se someten la gran mayoría, es solo con el firme propósito de superarse a sí mismos, de mejorar su calidad de vida o tenerla ya que en Vene­zuela la ambición de unos pocos hizo retroceder a la más prospera nación de Su­ ramérica no menos de 50 años, pero la razón fundamental de la gran mayoría es poder trabajar y enviar una remesa a su familia para de esta forma ayudar a los que se quedaron, esta legión de emigrantes en su mayoría son héroes sin capas que sacrificaron su felicidad, su confort, sus sueños por ayudar a los seres queridos.

Es alarmante la cantidad de venezolanos que por todas las fronteras co­menzaron la emigración por el mundo, con la bandera a la espalda, con los re­cuerdos en la mochila, con la esperanza de un porvenir, salen como pueden, los más afortunados en avión, la gran mayoría en autobús, una parte en lanchas y un gran grupo caminando, la desesperación empuja a estos últimos como me­dida extrema a emprender una travesía sin un rumbo seguro y se enfrentan a un destino poco claro.
Los venezolanos se convirtieron en menos de una década en una pobla­ción vulnerable, tanto los que salieron como los que permanecen en el país son sujetos a la violaciones constantes de sus derechos fundamentales, organizacio­nes y países han realizado una alianza mundial para mitigar las necesidades de esta diáspora pero quedando cortos en muchas ocasiones debido a el número que cada día va en aumento.

Para el 2020 Según la Organización de Naciones Unidas (ONU) 4.5 millo­nes de venezolanos se han visto obligado a abandonar sus hogares producto de la crisis social, económica y política que atraviesa una de las naciones potencial­mente más ricas del planeta, después de Siria esta es la situación de desplazados más grande jamás vista, los países suramericanos son por su cercanía los que más albergan a esta diáspora.

La vida es como construir una casa, se hace por partes, donde cada ladrillo cuenta, es así como construimos este libro de relatos donde todos aportamos un ladrillo para concretar esta obra. Emigrar es algo que nunca paso por la mente de la mayoría de los venezolanos, no era una idea colectiva fue una decisión de mucho dolor y eso es lo que venimos a contar.
OMAR MORA


PREFACIO A LA SEGUNDA EDICIÓN

LA VOZ DE LA DIÁSPORA EN ACCIÓN.

Cuando finalizamos la redacción del libro “La voz de la diáspora venezolana”, iniciamos la búsqueda de editoriales. Varias habían ofrecido editar el libro en Venezuela. En paralelo publicábamos, con la Editorial Equinoccio, el libro “Democracia y autoritarismo en Latinoamérica” y sabíamos de las dificultades para acceder al papel y la cartulina y de los costos que ello implicaba. Pudimos editarlo gracias al generoso apoyo de un empresario amigo y del Observatorio Hannah Arendt. La empresa editorial española La Catarata, revisó el texto y mostró su disposición e interés en editarlo bajo la modalidad de coedición. Ramón Guillermo Aveledo, quien conocía de primera mano el estudio, encontró los recursos requeridos para complementar el aporte en el Center for Democracy and Development in the Americas. Con el libro en la imprenta, con la certeza de que pronto lo tendríamos en nuestras manos y estaría al alcance de los lectores, el equipo de coordinación global, absolutamente feliz por lo que se había logrado, fijó la fecha para su presentación en la Mason de América en París el día 13 de noviembre de 2015. Sería la primera. La siguiente se haría en Casa América en Madrid. Hasta aquí lo que habíamos previsto, planificado y logrado. Los párrafos que siguen es lo que la publicación propició, aquello que creció sin tan siquiera haberlo imaginado. Ha sido la propia diáspora venezolana la que ha hecho posible los encuentros con miles de personas en todo el mundo y de lo que hablaremos a continuación.

INTRODUCCIÓN

Cuando iniciamos el estudio con el propósito de recuperar la voz de la diáspora venezolana, que el régimen había silenciado de un modo consciente y delibrado, lo hicimos como parte integral de otros dos grandes proyectos, también de alcance global. El primero de ellos, el Observatorio de la diáspora, con el cual pretendemos precisar la distribución espacial de los venezolanos en ciudades y países y los perfiles de trabajo, profesionales y organizativos. El segundo es la Plataforma de la diáspora, como mecanismo bisagra que conecta y a articula a los venezolanos en todo el mundo. Al momento de emprenderlo comenzamos a perfilar las preguntas del cuestionario, la guía de las entrevistas a profundidad y la que habríamos de utilizar en los focus groups y talleres de trabajo. Los supuestos e hipótesis de los que partíamos eran el resultado de las entrevistas iniciales que se llevaron a cabo en Madrid y del trabajo que durante varios años viene realizando el equipo de Francia, España, Suecia y Estados Unidos. En el estudio indagamos acerca del perfil profesional, de experiencia y de trabajo de la diáspora, su composición familiar, su grado de satisfacción en el país de acogida, aquello que valora y añora, las razones de la decisión de emigrar, su disposición a retornar al país, su inclinación a participar en la reconstrucción de Venezuela y la modalidad de participación que considera más apropiada.

Es más que obvio que las razones que explican la decisión de emigrar, el desconocimiento del derecho de propiedad, comenzando por el primero de ellos que es sobre la vida misma, y el acelerado deterioro económico, no han hecho sino agravarse, lo que nos permite conjeturar que tales circunstancias hacen difícil que la diáspora muestre alguna disposición a retornar al país. Un elevado porcentaje expresaba su negativa a regresar mientras persistieran las condiciones que explican su decisión de emigrar. Este porcentaje se elevaría en la medida en la que aumenta el tiempo de estadía y se conforman nuevos nexos familiares y laborales en el país de acogida. Estas hipótesis se confirmaban con cada nueva historia de vida. En los encuentros, conversaciones e iniciativas de las más diversas organizaciones corroboramos que el proceso migratorio no cesaba, crecía, y lo hacía de un modo veloz. Sus expresiones revelaban el hartazgo con un sistema que ha devastado a Venezuela y la “desesperanza” que se instalaba en el país. Paradójicamente ello ocurría cuando el régimen había perdido las elecciones y se había abierto una ventana de esperanza. Ese desánimo lo recogen expresiones como: 

“No quiero que mi hija de 10 años padezca esta situación”, “No me alcanza para vivir y me matan” o la de un emigrante recién llegado, “el infierno venezolano: lo teníamos todo y la mayor cantidad de recursos de toda la historia de Venezuela pero decidimos escoger un modelo inservible”. 

La migración venezolana es una inmensa acumulación de capital humano y social que será de mucha utilidad en el proceso de reconstrucción de Venezuela. No solo por la experiencia, habilidades y nivel de formación que poseen y que aportan al país de acogida, sino porque en éste han adquirido nuevas competencias y han creado nuevas redes personales, sociales e institucionales de un valor inconmensurable. Se apropian de una cantidad de “intangibles”; una nueva lengua, una nueva cultura y nuevos contactos. 

Quienes se han ido aportan al país de acogida conocimientos y experiencia y reciben de éste lo que individual y socialmente han logrado alcanzar como países. La historia de dónde y cómo se inició el estudio, que narramos en el libro, habla claramente de ese proceso de circulación de cerebros y capital humano. La presentación inicial de los resultados del estudio, tal y como se había acordado, se llevó a cabo en la Mason de América en París. La siguiente, como hemos señalado, se llevaría a cabo en Casa América, Madrid. 
La exposición central estuvo precedida por presentaciones en varias universidades en las que hubo la posibilidad de compartir con estudiantes y profesores los resultados cuantitativos y cualitativos del estudio.

La primera de ellas fue convocada por el Grupo de Estudios Interdisciplinario sobre Venezuela (GEIVEN), en el Instituto de las Américas de París, en el marco de las jornadas de octubre 2015 convocadas bajo el lema “Vida y sobrevivencia en la Venezuela contemporánea”. Llevamos a cabo dos encuentros en los que tuvimos ocasión de intercambiar con estudiantes y profesores franceses y venezolanos. En esos eventos surgieron interrogantes, dudas y se hizo patente las dificultades para explicar y comprender la situación de Venezuela.

Constatamos que docentes y estudiantes, antes amigos a rabiar del régimen venezolano, comenzaban a deslindarse, primero tímidamente y luego de un modo más evidente. De hecho, como nos confesaba un participante, unos pocos meses antes este encuentro habría sido impensable y mucho menos bajo el lema “Vivir y sobrevivir en la Venezuela contemporánea”. 

Poco tiempo atrás el gobierno venezolano, conjuntamente con la representación cubana en la UNESCO, había realizado un encuentro para ensalzar las virtudes del modelo que ya había demostrado su inviabilidad. Lo mismo que hace hoy el representante de la FAO en Venezuela elogiando el modelo alimentario venezolano (¿?), con la inflación más elevada del mundo y con niveles de escasez de alimentos que rozan la crisis humanitaria. 

El régimen venezolano se había convertido en una inmensa resta y todos comenzaban a desmarcarse: unos en privado y otros en público. Se había instalado la certeza de que el modelo de las penurias, o socialismo del siglo XXI, había entrado en un despeñadero del que solo saldría abandonando el gobierno. La OEA, el Parlamento Europeo, el Parlamento Español, Mercosur, se habían pronunciado exigiendo el respeto a la Constitución y la libertad de los presos políticos. Los antiguos amigos y defensores del régimen optaron por excluirse del encuentro. Después de estos intercambios con acento académico, la presentación del libro se hizo, como estaba previsto, en la Mason de América en París. Nos honró con su presencia Ramón Guillermo Aveledo, uno de los arquitectos de la Unidad venezolana, quien había escrito el prólogo y cuyo apoyo resultó decisivo para que el estudio adquiriera la forma de libro. 

Hizo un importante esfuerzo por acompañarnos en un momento muy cercano a las elecciones que se aproximaban en Venezuela, a tan solo 20 días del 6 de diciembre, lo que proporciona una idea de su compromiso con la diáspora. El resultado de esas elecciones confirmó cuán acertada había estado la dirigencia de la Unidad: transformó la correlación de fuerzas del país, el gobierno se hace minoría y se inicia la transición hacia la recuperación de la democracia en Venezuela. La polarización adquiere otro matiz: los ciudadanos de un lado y el régimen que intenta mantenerse de cualquier manera ejerciendo el poder. 

Aprovechando la presencia de Ramón Guillermo, se había organizado una reunión de los representantes de la diáspora que provenían de distintos países: Alemania, Italia, Suecia, España, Francia e Inglaterra. El propósito de la reunión era el de crear la plataforma de la diáspora. Debido a los terribles atentados perpetrados por el ISIS en contra de las personas y las libertades, hechos que ocurrieron cuando finalizábamos la presentación del libro, la agenda programada no se pudo realizar. En su lugar llevamos a cabo un encuentro en el que fue posible dejar sentadas algunas ideas clave e iniciativas en las que se ha venido trabajando en reuniones de la diáspora.

CUANDO LA PERSECUCIÓN POLÍTICA TOCA LA PUERTA

OMAR PRIETO
Táchira Venezuela / España

Soy hermano del diputado a la asamblea nacional de Venezuela Renzo Prieto, es por eso que mi salida del país fue por la persecución política hacia mi familia, la detención de mi hermano golpeo a nuestro grupo familiar fuerte­ mente, separándonos y sometiéndonos a una difícil situación que por años nos llevó a conocer lo oscuro que puede llegar a ser un régimen que detiene a las per­ sonas e inventa cargos que ni ellos mismos se los creen con tal de neutralizar a los líderes políticos, en el caso de mi hermano Renzo que es y sigue siendo un lí­ der estudiantil no es la excepción, no es muy difícil imaginarse el tener que ir al "helicoide" lugar de tortura y depósito de seres humanos por el hecho de pensar diferente, ver como los tratan, los humillan, los torturan, tener que rogar para que me dejaran entrar un poco de comida, teniendo que sacar de donde no tenía­ mos para intentar ayudarlo; fue muy duro.

La situación económica que se vive en mi país es peor con el pasar del tiempo, no encontrar los productos básicos y necesarios para subsistir, ver como el dinero no te alcanza, una inflación que es como de una película de ciencia fic­ ción ya que no podíamos creer que cada días éramos más pobres, eso me empujo a pensar en la emigración, no ver un futuro me angustiaba demasiado, para cualquiera que no haya pasado por esto será algo banal pero para los venezola­ nos que nunca nos imaginamos salir de nuestra tierra es bastante doloroso, dejar lo poco o mucho que teníamos buscar una opción para reinventarnos era lo único que pasaba por mi mente.

Pensar en salir del país solo fue posible hasta no ver salir a mi hermano de la detención injusta a la que estuvo sometido, después de haber sido diferida su audiencia preliminar por 32 ocasiones cuando ese proceso debía durar solo 3 meses máximo y duró 4 años preso, a pesar de ser electo en 2015 como diputado suplente de la diputada Gaby Arellano, fue sometido a castigos como no ver la luz del sol durante meses, después de que las denuncias en su contra fueron infundadas y no pudieron probar nada, las huelgas de hambre se convirtieron en la vía para llamar la atención y así evitar que su caso y el de otros presos políti­cos fueran olvidados y unido a esto, la lucha de todos los familiares de los deteni­dos por el régimen, se logró que en el 2018 todos volviéramos a respirar y salir de la oscuridad a la que estuvimos sometidos.

Renzo salió con fuerza y su espíritu no fue doblegado, como no estaba dis­ puesto a declinar en su vocación política se integró de inmediato a sus funciones como diputado en la asamblea ante la salida abrupta de Gaby Arellano porque habían emitido orden de captura ahora para ella, la gracia del bobo, liberan a unos y meten presos a otros. Al estar en libertad y haciendo lo que le apasiona que es la lucha social, fue mi luz verde para planificar mi salida, yo quiero un fu­turo pero después de conocer la forma de operar del gobierno y su aparato repre­sor, sabía que no tenía mucho que buscar en mi patria, así que en solo 3 meses vendí lo poco que tenía, reuní el dinero que pude, me alcanzo solo para el pasaje y compre unos pocos euros que me harían llegar a España, específicamente a Má­laga donde vive mi hermano Jorge (el mayor de nosotros) desde hace unos años.

Por la vigilancia que nos tenían no podía salir por Venezuela por lo tanto tuve que salir por Colombia, abrazar a mi papá y no saber silo volveré a ver, dejar a mis sobrinos, amigos, vecinos de toda la vida, en fin, a todos mis hermanos venezolano, es después de la muerte de mi madre, una de las cosas más duras que me ha tocado vivir, cuando decido salir pero con la esperanza de volver, yo soy de muchos amigos y salí queriendo regresar de inmediato, pero llevando la certeza que eso no iba a pasar.

Los miedos son siempre algo que te rondan, no saber mucho de nada, en mi caso era la primera vez que salía como tal del país, había estado en Colombia en varias ocasiones, pero para todos los que habitamos en el estado Táchira ir a Cúcuta es como ir a otra ciudad más de Venezuela; es una frontera muy transi­tada y con la situación del país era necesario abastecernos de medicamentos e insumos básicos.

Al llegar a España fue muy fuerte empezar de cero, "donde nadie" te co­noce además de tu hermano y tu cuñada. Comenzar una nueva vida asusta mu­ cho, pero al mismo tiempo te impulsa algo interno a hacerlo, es algo que te anima a superarte a ti mismo, lo que más me inquietaba era saber si no podría volver más a mi patria para pasear en mi bicicleta por los paisajes de mi tierra, volver a las playas y estar con mi gente.

Llegar sin dinero es rudo, ese poco dinero tenía que tratar de estirarlos lo más que pudiera hasta encontrar una estabilidad, empezar en un trabajo donde pudiese conseguir el dinero para sobrevivir era mi principal meta, porque mi hermano mayor me recibiría, pero debía aportar. He aprendido a fuerza de golpes, aquí todo cuesta y las cuentas se deben pagar puntual, además los servicios son costosos.

No hay que resistirse a los cambios, poco a poco y con el pasar del tiempo uno se adapta al sitio, comencé trabajando como pintor y en reparación de casas que era con lo que siempre había trabajado en Venezuela, creo que esa fue mi for­taleza porque he conocido varios paisanos que son magister y tienen hasta doc­torados pero no les ha ido nada bien, en cambio con lo que yo sabía y las técnicas que he aprendido aquí me he convertido en profesional en mi área, me han con­tratado en varias obras dándome el sustento para vivir, debo decir que los espa­ñoles me han tratado con respeto, no así nuestros compatriotas que lamentable­mente andan siempre con la viveza criolla de estafarte o no pagar lo trabajos que se realizan, es duro saber que por no tener la cultura de emigrar, nosotros los ve­nezolanos, no tenemos eso tan importante en este proceso como lo es, la humil­dad al momento de afrontar nuestra nueva forma de vida.

Estar aquí es muy agradable sobre todo la seguridad, tener la certeza que no va a pasar un motorizado y te va a robar, poder sacar el celular donde sea sin miedo, sin zozobra es una de las cosas que más aprecio de esta tierra adoptiva, de una u otra forma uno siempre compara y aquí hay muchísimas cosas diferente a nuestro país, es algo muy interesante ver que todo funciona, el dinero te alcanza para un lujito por lo menos cada mes, hemos podido adquirir las cosas básicas para estar cómodos, me pude traer a mi novia de tanto tiempo y ya le propuse hasta matrimonio, he madurado a un nivel que no imaginé.

Es bueno todo, pero no dejo de pensar en nuestro país, en todo lo que esta­mos viviendo y pasando, pero pienso mucho en los compatriotas que se queda­ron, que están luchando todavía por sobrevivir, por lograr la libertad, esas fami­lias que no les alcanza el dinero para ni siquiera comer, esos chames que dejaron de estudiar para trabajar y poder ayudar a sus padres, es un pensamiento que no me abandona.

Mi hermano Renzo salió de nuevo a luchar en este 2020, si este año que nos ha traído tantas sorpresas desde el primer día, por acompañar la lucha social lo acaban de meter de nuevo preso, estamos lejos pero nuestros pensamientos siguen con él y ahora desde tan lejos sin poder ni siquiera llevarle un plato de comida, sin poder visitarlo, con la impotencia a flor de piel, solo puedo orar porque este bien y pensar que algún día nos podremos reunir nuevamente.

Estando lejos solo nos ayuda a apreciar más nuestra tierra, a anhelar las cosas más simples, como un pastelito donde los primos en La Grita, la vuelta al Táchira en enero, los maratones de las ferias de San Sebastián que durante tan­ tos años ha organizado mi padre, el profesor Lucas Prieto, las montañas andinas, los amigos y en especial la familia.

SUPERVIVIENDO

HÉCTOR ROMERO
Caracas Distrito Capital / España

Salir de Venezuela es una opción que la gran mayoría de los venezolanos no teníamos como propósito ni plan de vida. En mi caso soy muy familiar, el cui­ dar de los míos es siempre mi principal razón de vivir, nací y me crie en Caracas, en esa hermosa ciudad realice mis sueños, conocí el amor, trascendí con el naci­ miento de mi hija, me forme como profesional en el área de enfermería y radio­ logía, mi esposa es especialista en redes y sistemas gracias a su profesión a prin­ cipios del 2015 comenzó a trabajar en una transnacional y fue enviada a Pa­ namá, durante la semana santa de ese año viaje con mi hija a visitarla y conocer un poco el país, como todo venezolano que se respete fui a darle una vuelta a la zona, pero no pensé en establecerme y al finalizar las vacaciones me devolví a Venezuela con mi hija.

Pero todo cambio en junio, mi hermano fue secuestrado por una banda organizada, se hicieron pasar por agentes policiales y con engaños lo montaron en un jeep chasis largo color blanco y desaparecieron, en horas de la noche nos contactaron y pedían cien mil dólares para liberarlo, nosotros somos trabajadores, a duras penas clase media de esa que ya se extinguió en nuestro país, conseguir esa cantidad de dinero era una locura y lo peor es que nos dieron solo un día para entregar el rescate.

Haciendo cuanto podíamos, llamamos a contactos, clientes de nuestro ta­ ller de latonería que ha sido nuestro sustento y profesión familiar, a toda nuestra familia y amigos, una noche muy larga para todos nosotros, al llegar el día lo único que logramos reunir fueron cuatro mil dólares, no era ni el 10% de lo que pedían estos delincuentes sin corazón, la vida de mi hermano pendía de un hilo y nos sentíamos impotentes, la angustia era mucha, mi mamá solo lloraba y re­zaba para que no le hicieran daño y pudiésemos conseguir el dinero que faltaba.

De pronto suena el celular de mi papá, eran los secuestradores, mi padre me pasa el teléfono y hable con el delincuente, le comente que solo tengo cuatro mil dólares, le explico que no éramos de dinero y después de negociar por unos minutos nos dan la indicación que debíamos ir al cementerio, sector popular y peligroso de nuestra ciudad, pasado el mediodía mi papa y yo fuimos al punto indicado con el dinero en una bolsa de papel, seguimos al pie de la letra lo acordado, debo admitir que fue un error entrar a ese barrio solo, pero en Venezuela no se puede confiar en la policía porque todos son una sola organización, al lle­gar al punto acordado estaba mi hermano con una capucha en la cabeza, yo le hable y el me respondió comprobando que si era, el acuerdo era que me lo iban a entregar al dar el dinero, pero cuando me di cuenta, TODO CAMBIO, liberaron a mi hermano pero nos encañonaron a mi papa y a mí, ahora en solo un minuto, en un abrir y cerrar los ojos, pasamos de ser los pagadores de la liberación a ser los secuestrados, de reojo pude ver que mi hermano era soltado, pero yo sentía y veía como un hierro de un arma apuntaba nuestras espaldas nos hicieron cami­ nar barrio arriba, no menos de 500 escaleras, esos minutos fueron angustiosos ya que cuando menos piensas tu vida ya no te pertenece.

Al llegar casi a la punta del cerro nos llevaron a un rancho de lata, maloliente, la luz del sol se filtraba por agujeros del techo, nos hicieron desvestir y ya desnudos nos amarraron, luego nos tiraron en el piso, tratábamos de no hablar mucho y al transcurrir las horas cuando la noche llego, entraron dos sujetos y nos traían agua, mi papa bebió pero yo no quise, algo me decía que no debía vol­ver a confiar en esos tipos por obvias razones, al poco tiempo mi papá se durmió era evidente que le habían echado algo al agua, alguna droga para dormido o no sé.

Era casi la medianoche cuando empecé escuchar intercambios de dispa­ros, por un momento me asuste, de pronto los secuestradores salieron corriendo del rancho y nos dejaron solos, los disparos se escuchaban cada vez más cerca, pensé que venían a liberamos, estaba asustado pero una sonrisa se posó en mi cara, como pude desperté a mi papa, y arrastrándonos nos asomamos y vimos que todo estaba solo y no escuchábamos ruidos de los tipos que nos vigilaban, no sé cómo lo hice pero me solté y libere a mi padre, los disparos eran cerca pero ya no tenían la misma frecuencia que al principio, sigilosamente caminamos hacia la puerta, se veía una cadena que no permitía que la puerta se abriera pero al acercamos vimos que no tenía candado, sin pensarlo abrimos, miramos hacia todos lados, estaba todo oscuro y solo, hacia abajo las escaleras infinitas por donde habíamos subido, en un momento de locura salimos corriendo escalones abajo, desnudos como estábamos, con el miedo a sentir una bala en nuestra espalda, la adrenalina nos hizo que no sintiéramos nada, ni frio, ni vergüenza de estar desnudos, al llegar a la avenida que colindaba con el barrio, nos conseguimos con una patrulla de la guardia nacional nos acercamos, con mucha descon­ fianza los funcionarios nos ayudaron y nos llevaron a una estación por el sector de El Valle. Allí pudimos llamar a la familia, ¡ah!Y por cierto los disparos que escuchamos eran de un operativo para rescatar a la hija de unos portugueses de mucho dinero que habían secuestrado ese mismo día, gracias a eso fue que tuvimos la oportunidad de escapar.

Ese fue el detonante para tener que salir forzadamente de Venezuela ya que, en los días posteriores, el miedo a que los malandros esos nos estuvieran persiguiendo además que atando cabos llegamos a la conclusión, que había fun­cionarios policiales involucrados ya que al escuchar la versión de mi hermano cuando lo agarraron a él, estaban vestidos con uniformes de policías.

Mi esposa al enterarse de lo sucedido viajó desde Panamá y al reencontrar­ nos coordinamos para salir en el menor tiempo posible del país, gracias a Dios teníamos los pasaportes vigentes y sin mucho que aprontar en nuestras maletas, abandonamos Venezuela. Al llegar a panamá nos ubicamos en el departamento que la empresa les pagaba a mi esposa y una compañera de trabajo, los jefes fueron comprensivos con nuestra situación, apoyándonos en lo que necesitábamos. Ubicar a mi hija en el colegio no fue muy difícil, pero para mi si fue com­plejo, no conseguía trabajo en mi área de la salud y me replantee tomar lo apren­dido con mi padre en el área de mecánica y latonería, del estrés que me generaba estar sin hacer nada, se me estaba cayendo el cabello. Al tercer mes conseguí al­ gunos trabajos esporádicos como chofer de transporte y algunos de latonería y mecánica pero muy mal pagos, pero bueno, algo es algo, aunque no eran estables.

Un viernes y como Dios es grande me llamaron de un taller mecánico donde salió una oportunidad ya que uno de los empleados se retiró, me pusieron unos arreglos de mecánica los cuales hice lo más rápido posible, en ese momento le di gracias a mi padre que sin ser mi profesión pero aprendí de él lo más que pude y bien, el dueño del taller quedo complacido con mi rapidez y eficiencia, desde ese día comencé a trabajar pero casi que de inmediato me di cuenta que era muy mal pagado pero ante la necesidad trabaje más de un año.

En el 2017 la empresa donde trabaja mi esposa decide salir de panamá de­bido a que las cosas no estaban funcionando, fueron días muy duros pero gracias a Dios seleccionaron a solo dos empleados para un proyecto en España y uno de ellos era mi esposa, es así como nos embarcamos en todo el proceso de ir a Eu­ropa, y cuando digo proceso, es la cantidad de papeles que conlleva una migra­ción de ese tipo, además de tener que vender todo lo que teníamos a un precio de gallina flaca perdiendo en las ventas y el cambio a euros mucho de nuestro capi­tal, aunque eso nos ayudó en algo para sobrevivir los primeros meses,la empresa donde trabaja mi esposa no nos pudo ayudar con la visa de trabajo es por eso, que el estatus migratorio comenzó a ser el de turista y en poco tiempo quedamos ilegales, no niego que el volver a empezar es algo bastante difícil, pero debemos seguir adelante, es así como contratamos a una abogada la cual comenzó a ayudamos con el tema de cambiar de estatus migratorio, después de mucho tiempo de espera y de varios rechazos optamos por pedir la visa de asilo político, pero no ha sido fácil, por otro lado me postule como mecánico y fue muy rápido que con­ seguí trabajo, como no tengo papeles me dan trabajo pero aquí le llaman trabajo negro, lo importante es que me pagan bien y eso nos ayuda bastante, mi esposa sigue trabajando con la empresa que no le piden mucho en materia de documen­ tos pues ya era parte de su nómina.

Al pasar más de un año y medio de procesos el gobierno de España nos dio la carta roja, misma que nos permite trabajar y de esta forma regularizamos nuestra situación, es muy gratificante, en el taller donde trabajo una vez notifi­qué que tenía documentos en regla me ascendieron y ahora soy el encargado, el emigrar no es fácil, pero si una aventura de superación personal, donde nos en­seña hasta donde podemos llegar, si tenemos paciencia y constancia. Dios nos premia.




edoilustrado
Esta obra está dedicada a todos los inmigrantes de bien. Aquellos que con su esfuerzo, disciplina y sacrificio, dejan el gentilicio de su país en alto.
En toda diáspora, hay personas que emigran con el objetivo claro de trabajar duro, y adaptarse y así tener un futuro para ellas y sus familias. Otras solo van con fines oscuros, a delinquir, y a tratar de imponer sus hábitos de manera abusiva en lugares con culturas distintas. 
Yo creo firmemente que este grupo es minoría.
Eso sí, hace mucho ruido ayudado por las redes sociales y el discurso xenófobo de políticos populistas.
Vaya una mención muy especial a la diáspora venezolana, de la cual formo parte. Desde el motorizado que hace delivery hasta médicos sobresalientes, pasando por artistas, chefs, matemáticos, periodistas, científicos, académicos, directores de orquesta o emprendedores que crean negocios exitosos.


Historia de Migrantes | 
El Cortometraje que Revela la Realidad de los Venezolanos en el Exilio. 
🌍 Millones de venezolanos han tenido que dejar su país debido a la crisis humanitaria. En este cortometraje, te contamos sus historias: los desafíos que enfrentan al migrar, los problemas con pasaportes, permisos y regulaciones en todo el mundo.

La Historia de Jonatan Palacios: 
Revelando las Atrocidades del Fiscal Tarek William en Venezuela

El Recuerdo de Mi Tierra. Claudio Corsi

Los Que Se Quedan, los Que Se Van. Desorden Público

Me fui: El himno de los migrantes venezolanos 
que reunió a diferentes cantantes latinos.

VER+:












Escritores que han dejado su país se citan en la Feria del Libro del Oeste de Caracas para hablar de la vida que han dejado atrás y la que está en construcción.

La inmigración “es un fenómeno consustancial a la humanidad que ha transformado civilizaciones, ha redefinido fronteras, ha contribuido con avances tecnológicos que acarrean beneficios y desarrollo a los individuos” (Castillo & Reguant, 2017, p.133). Es una realidad de gran preeminencia a escala mundial, siendo un tema recurrente en los noticieros. Estos informan sobre las problemáticas asociadas a las políticas regulatorias y la tragedia humanitaria relacionada con los grandes éxodos migratorios. La cuestión de la emigración venezolana se posiciona en la actualidad como el segundo éxodo migratorio más grande del mundo.