EL Rincón de Yanka: 🏡🏥🏫 EL PAPEL DE LA CIUDADANÍA EN EL AUGE Y DECADENCIA DE LAS CIUDADES: CACIQUISMO Y CORRUPCIÓN "CIUDADICIDIO"

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viernes, 25 de enero de 2019

🏡🏥🏫 EL PAPEL DE LA CIUDADANÍA EN EL AUGE Y DECADENCIA DE LAS CIUDADES: CACIQUISMO Y CORRUPCIÓN "CIUDADICIDIO"

El papel de la ciudadanía en el auge 
y decadencia de las ciudades. 

El fin del gerencialismo o la recuperación 
de lo público y sus actores


🏡🏤🏥🏪🏫🏭🏠
"Mientras los que gobiernan no entiendan 
que son nuestros servidores y no a la viceversa, 
no avanzaremos" 
*
"SIN SENTIDO COMÚN
NO HAY BIEN COMÚN NI PROPIO".
YANKA



La sociedad civil, que es el reducto natural de la ciudadanía libre e independiente, ha sido ocupada y dominada impúdicamente por la partitocracia y por la ideología materialista y subjetiva. Ahí reside el núcleo de la degradación de las actuales democracias, convertidas, de manera más o menos obscena, en dictaduras de partidos.
Ya estamos hartos de que los partidos solo se representen a sus propios intereses partidocráticos. No hacen las cosas que les demandamos. Se han olvidado de que nosotros somos el poder. En vez de resolver problemas las crean.  


De ahí que resulte imprescindible que todos nos movilicemos. No podemos dejar los asuntos públicos en manos sólo de unos cuantos, de unos grupos, de unos partidos. La política es una tarea imprescindible, una tarea que puede ser hecha -y algunos hacen- con mucha dignidad, aunque haya políticos que se aprovechen de su posición y de la confianza que el pueblo ha depositado en ellos. En cualquier caso, nadie puede desentenderse de su responsabilidad política. La elección de unos representantes no nos ahorra la labor política que debemos seguir haciendo.

Precisamente estamos en un momento decisivo de la historia en el que debemos decidir si queremos ser súbditos o ciudadanos. Hoy esta alternativa se presenta muy distinta a como se presentaba en el pasado. Hace cien años «súbdito» y «ciudadano» designaban dos categorías sociales muy distintas, reflejaban una grave desigualdad social, y aquel que podía deseaba acceder a la condición de ciudadano: el súbdito era el económicamente débil y socialmente marginado que deseaba abandonar su triste posición y conseguir mejores condiciones de vida, más bienestar y más protagonismo social. Hoy sigue habiendo muchos pobres, maltratados y marginados.

Pero, «súbdito» y «ciudadano»* ya no designan dos categorías sociales ni tampoco a los habitantes del campo o de la ciudad, sino que señalan dos categorías morales: en muchos casos y países, lo que distingue al súbdito del ciudadano ya no son las condiciones económicas y sociales en que viven o el lugar donde viven sino su disposición moral, su capacidad de reacción política, su voluntad de tomar el destino en las propias manos para hacer algo con él...
(Esta democracia que vivimos ha sido falsificada, manipulada y corrompida. Las propias instituciones, federaciones o asociaciones civiles  de vecinos, de empresas, cámaras de comercios, de autónomos, etc... ya no representan a sus asociados sino comprados bajo subvenciones por sus verdaderos jefes: los  ayuntamientos o gobiernos. Ahí están incluídos muchas ongs que no cumplen con el requisito ya que reciben "ayudas" de las gobernaciones y son medios de corrupción).

La presente publicación analiza cómo se logra desarrollar económica y socialmente las ciudades, y también cómo estas entran en declive, y el papel que tiene el gobierno local. Un desarrollo urbano marcado por el modo de gobernar, y muy en especial, por el impacto que tiene el papel activo o pasivo de la ciudadanía y de los principales actores en relación a la ciudad.

En el mismo se analizan a fondo los modos de gobernar y se llega a la conclusión de que el gerencialismo público, que considera que la administración debe imitar a la empresa mercantil y sitúa al ciudadano en el papel pasivo de cliente o usuario, debe ser sustituido. Se argumenta que hoy sólo es posible afrontar los retos económicos, tecnológicos y sociales con la cooperación pública y privada, con una ciudadanía activa comprometida en el hacer ciudad, y con un necesario marco institucional que genere legitimidad y confianza.
GERENCIALISMO (BUROCRACIA) es el principio ideológico que subyace en el orden económico, social y político de las sociedades industriales avanzadas. En dicho esquema, la sociedad está integrada por organizaciones, empresas, asociaciones y, en general, grupos, no por individuos, ciudadanos libres y soberanos.
De acuerdo con este modo de pensar, las decisiones sociales son una clara consecuencia de las interacciones de los gerentes de las unidades sociales, no de la voluntad del pueblo, no de las demandas de los consumidores ni siquiera las necesidades de los trabajadores. Esta idea gira en torno al pensamiento de que las sociedades son equivalentes a la sumatoria de las actividades realizadas por las direcciones de las organizaciones.

De alguna forma el gerencialismo separa la propiedad del control y la gestión de la misma. En este orden de ideas la empresa es vista como una entidad capaz de tomar decisiones y a la que se le pueden atribuir objetivos y logros. La compañía puede seguir persiguiendo maximizar el capital de los accionistas.

Se describen en profundidad la gobernanza democrática y las bases políticas y de gestión en las que se asienta este modo emergente de gobernar, que consiste en identificar las interdependencias entre los distintos actores y sectores de la ciudadanía ante los desafíos, y en transformar dichas interdependencias en colaboración y compromiso para afrontarlos con éxito.

El libro da un nuevo enfoque al tratamiento de temas clave en el gobierno del territorio como: el papel de “lo público” y sus actores, la relación público-privado, la importancia de la política y del liderazgo representativo, la participación ciudadana, la cohesión social y el desarrollo sostenible, y también el papel de la función pública y el funcionariado, las empresas y el tercer sector en el hacer ciudad.

Plantea, además, nuevos temas a tener en cuenta, como son: la gestión del sistema de percepción y reacción de la ciudadanía, la resiliencia ciudadana, la gestión de redes locales y la gestión territorial multinivel, entre otros.

La nueva gobernanza de la ciudad
Es esencial que la ciudad disponga de estrategias y políticas compartidas con los actores urbanos y que estas se articulen en proyectos con recursos públicos y privados
Hoy se precisa un nuevo modelo de gobernación de las ciudades que modifique la relación entre el Gobierno, la sociedad civil y la ciudadanía de tal modo que permita hacer frente a los complejos desafíos de una crisis urbana, que es un síntoma de un cambio de era.

La nueva gobernanza significa un cambio en la manera de gobernar, que va más allá de alternancias de partidos, de prioridades, o de símbolos en el Gobierno, puesto que transforma las bases de la acción de gobernar: las políticas públicas y su gestión, la participación, el papel de la política y de la Administración.

La nueva gobernanza pública, o gobernanza democrática, se distingue por la realización de objetivos de desarrollo social, económico, y sostenible de la ciudad en su conjunto, y para la realización de dichos objetivos, se gestiona la movilización y la cooperación del máximo de recursos de la ciudad, sean estos municipales, privados o comunitarios.
La participación ciudadana en la nueva gobernanza, significa apoderamiento y compromiso ciudadano en hacer ciudad
Por ello, es esencial que las ciudades dispongan de estrategias y políticas compartidas entre la mayoría de los actores urbanos; y que estas políticas articulen en programas y proyectos no sólo los recursos públicos, sino también los privados, y la colaboración ciudadana. Se trata de invertir y gestionar los recursos municipales en función de una acción colectiva, en la que se comprometan y cooperen los distintos actores implicados. Es una gobernanza de redes de actores.

La participación ciudadana en la nueva gobernanza, significa apoderamiento y compromiso ciudadano en hacer ciudad. Trata de asegurar los espacios específicos y transparentes para que tengan acceso todos los actores y sectores de ciudadanía implicados en cada tema, en los que se promueve el conocimiento y la confianza, para lograr el mayor acuerdo y colaboración posibles. Es la superación de los procesos retóricos que, en la práctica, sólo benefician a unas minorías.
No se trata de hacer de un ayuntamiento una empresa de servicios, sino de asegurar el derecho a la ciudad
La tarea de la política es crucial. Consiste en organizar el interés de la ciudad, a partir de los intereses legítimos de la gran mayoría de los sectores de la ciudadanía, y en especial favoreciendo la voz de los más vulnerables.

Se requiere una Administración profesional, pero con directivos que procedan más de la Administración que de la empresa. No se trata de hacer de un ayuntamiento una empresa de servicios en competencia con las empresas privadas o el tercer sector, sino de asegurar el derecho a la ciudad. La tarea del ayuntamiento es que la sociedad civil funcione, garantizando la objetividad, equidad, y transparencia de los procesos administrativos, el buen uso de los fondos públicos, y la eficacia de todas las prestaciones no sólo las municipales.



Es habitual en los análisis estratégicos sobre el desarrollo territorial y urbano fijarse sólo en los recursos o condiciones del medio urbano y no considerar el modo como la ciudadanía percibe, reacciona y actúa en ellos. Es lo que se denomina sistema de percepción y reacción de la ciudadanía (SPR). El SPR indica cuales son las modalidades con las que las personas o grupos perciben la realidad social y en particular a los otros, y como reaccionan ante ellas.

De la sentencia sociológica de K. Marx: “Los hombres hacen la historia pero lo hacen en unas condiciones dadas”1 básicamente sólo se ha tenido en cuenta las condiciones y no cómo estas son percibidas por los ciudadanos, y muy especialmente como perciben, representan y significan su papel en las mismas, es decir las situaciones subjetivas de quienes hacen la historia2. A pesar de que en ciencias sociales los elementos de subjetividad y configuración cultural de la ciudadanía han sido muy a menudo puestos de relieve, no se han tenido demasiado en cuenta en los análisis sobre competitividad territorial y desarrollo urbano y metropolitano.

Max Weber a parte de considerar la influencia de la dimensión de las creencias sociales: valores éticos y morales del calvinismo en el desarrollo del capitalismo, inauguró el enfoque comprensivo de las ciencias sociales, que entiende la acción como un comportamiento en que el agente o agentes le atribuyen un significado subjetivo, y llama acción social a aquel comportamiento en que el significado que le atribuyen el agente o agentes está referido al comportamiento de los otros. Junto a Max Weber encontramos el interaccionismo simbólico cuyas características principales son:
  1. Los seres humanos actúan sobre las cosas en base al significado que dichas cosas tienen para ellos. 
  2. Los significados son un producto de la interacción social en la sociedad humana. 
  3. Los significados son manejados y cambiados en función de un proceso interpretativo al entrar en relación las personas y los grupos sociales con el medio en el que se encuentra3.
Podríamos continuar con las distintas versiones del constructivismo social o incluso a la sociología influenciada por Ortega y Gasset4 y la importancia que atribuye a las ideas y en particular las creencias en la que se instala la ciudadanía.
Por ello nuestra visión de la ciudad se caracteriza como el espacio físico o hábitat en el que existe una elevada densidad de relaciones e interacciones humanas complejas y diversas, y en las que las personas que participan se atribuyen una pluralidad de significados a las mismas.
La ciudad también es el sistema de percepciones, representaciones, significados que las personas y grupos sociales que en ella habitan y trabajan tienen de la misma y de sus instituciones. La actuación de la ciudadanía y sus distintos sectores, que es la que “hace ciudad”, dependerá tanto de los condicionantes del medio urbano como de las representaciones y de los significados que se haga la ciudadanía sobre él. De manera muy especial incide en la actuación ciudadana la percepción de la importancia e incidencia de su propio papel en la ciudad y su futuro.
La ciudad, en ningún caso, puede entenderse como un espacio físico sino como un lugar5, en el sentido que siempre es un espacio significante para las personas que en ella viven y trabajan.

Entender la ciudad y sus procesos de cambio consiste en:
  • Conocer el medio o espacio físico en el que acontecen estas relaciones.
  • Identificar las principales relaciones e interacciones en relación a un tema o estrategia urbana.
  • Conocer la percepción y el significado que los seres humanos dan a este medio geográfico, social y cultural, y a su posición en las relaciones e interacciones humanas.
  • Comprender las actitudes y comportamientos de los actores y los sectores de la ciudadanía en base a los condicionantes tanto del medio como del sistema de percepción y significados sobre si mismos y la ciudad.
Es decir, la percepción del actor o actores de su papel en la ciudad y del significado que le atribuyen tanto a su propio papel como al de los otros, es un elemento esencial para comprender la actuación colectiva en la ciudad. La acción social de la ciudadanía y de sus actores es, como es fácil de suponer, la clave para el desarrollo social y urbano.
La transformación urbana consiste en el emerger de nuevas realidades sociales, que son producto de la actuación de unos actores que están en relación de interdependencia y actúan entre si en unas determinadas condiciones6. El que se produzca un cambio urbano y que este se dirija a través de objetivos de desarrollo humano7 será, como hemos señalado, en buena medida consecuencia necesaria de un sistema de percepción-reacción de los actores y de la ciudadanía. Y muy particularmente del significado que atribuyan a su papel en la ciudad y en el futuro de la misma. Debe de tenerse en cuenta que la estrategia para la producción de desarrollo endógeno, que es sin duda el más sostenible y sostenido en el tiempo, consiste en poner en valor los recursos físicos y humanos que tiene un territorio, de ahí que las capacidades de organización y acción de los distintos actores y sectores del territorio8 sean tan fundamentales.
La interacción entre las estructuras que configuran el medio urbano y la actuación de los actores y distintos sectores de la ciudadanía en las mismas: ya sea reproduciéndolas o transformándolas produce tanto el cambio urbano como su involución. A través de esta interacción entre los actores y el medio en el que están insertos: sus relaciones y el significado que atribuyen a su acción también se transforman9.

2. El modelo de ”hacer ciudad”: 
La doble perspectiva.

Para sistematizar en un esquema visual y de este modo hacer más inteligible el hecho de que una ciudad sea para bien o para mal una construcción colectiva, y que en dicha construcción colectiva resulta fundamental el sistema de ideas y creencias que las personas y grupos tienen sobre sí mismas y los demás, hemos ideado el siguiente esquema interpretativo10:


La ciudad entendida como lugar de alta intensidad de interacciones y relaciones complejas y diversas tiene dos dimensiones fundamentales: el medio urbano en el que se insertan las interacciones y relaciones de interdependencia entre los actores, y el sistema perceptivoreactivo de los diferentes sectores de la ciudadanía en relación al medio urbano y a las interacciones sociales. Es lo que podemos denominar sistema de percepción y reacción de la ciudadanía (SPRC). 
El SPRC indica cuáles son las modalidades con las que las personas perciben la realidad social y en particular a los otros, y como reaccionan ante ellas. En cada ciudad existen diferentes modalidades de SPRC y es importante conocer la modalidad dominante y su relación con las demás, esta configuración de modalidades perceptivas por sectores de población será su característica específica de SPRC en relación a otras ciudades.

El medio urbano está constituido básicamente por tres niveles11:

  • El entorno en el que se producen los hechos que condicionan la dinámica de la ciudad pero que no son controlables desde ella (políticas macroeconómicas de organismos internacionales o supranacionales o nacionales, los flujos financieros mundiales, innovaciones tecnológicas, migraciones de personas, etc.)
  • La Ciudad propiamente dicha y sus procesos  (demográficos, de producción y organización del espacio urbano, de producción de bienes y servicios, comercialización, distribución de mercancías, dotación y formación de recursos humanos, estructura social, nivel tecnológico y de infraestructuras, I+D+I, etc.)
  • Gobierno. Modelos de gobernación en el territorio, legitimidad y eficacia del gobierno, sistemas de representación y participación, oferta de prestaciones y servicios financiados con fondos públicos, etc.
El sistema perceptivo reactivo de la ciudadanía12. Está constituido por:
  • Percepciones. Se entiende por percibir el enterarse de la existencia de una cosa por los sentidos o por el intelecto basado en los sentidos. La percepción es una representación de una cosa en la mente13. La representación es producto de la información proporcionada por los sentidos que es aprendida por los diferentes sectores de la ciudadanía a partir de su posición social y a través de un bagaje concreto de conceptos14, valores15 y creencias16.
  • Representaciones significativas. Las percepciones al ser aprendidas desde una situación social concreta y a través de conceptos y creencias constituyen representaciones más o menos objetivas, pero que tienen un significado para las personas y grupos que comparten sistemas de representación. Estas representaciones significativas desmotivan o activan la acción y la dirigen hacia determinadas finalidades sean estas más o menos conscientes. Son lo que se puede denominar como los condicionantes subjetivos17 de la acción social18.
  • Reacción. Entendemos las actitudes y comportamientos que se producen en un medio urbano concreto y que están condicionadas por unas circunstancias pero interpretadas y motivadas por el sistema de percepción. la actuación de los diferentes actores y sectores de la ciudadanía modifica el medio, pero también a través de la práctica ciudadana se transforman las percepciones y significados previos.
Pongamos un ejemplo de cómo funcionan los sistemas de percepción reacción de la ciudadanía ante un hecho dado. Imaginemos que delante de una obra pública dos personas nacidas en la ciudad se encuentran trabajando de albañil a un varón de 35 años de procedencia magrebí.
Uno lo conceptualiza como “inmigrante”, y el otro como “trabajador internacional”, para el segundo el significado de la representación mental será más positivo. También será diferente el significado si uno de los dos se orienta por valores de convivencia y equidad y el otro por valores de competitividad y jerarquía. También será diferente la significación si uno esta instalado en creencias sobre los beneficios que aportan las migraciones internacionales y el otro en los costes. El significado de la representación también será diferente en función de la posición social, así uno es también albañil pero en paro y el otro es farmacéutico con empleo.

La escala de significación positiva – negativa y de la actitud de aceptación o rechazo dependerá de todas las variables consideradas.
Un tipo extremo de actitud o comportamiento de rechazo se produciría si en una de las personas coincidiera la conceptualización como inmigrante, se rigiera por valores de competitividad y jerarquía, tuviera arraigadas creencias sobre perjuicios que conllevan las migraciones, y además estuviera en una posición de competencia profesional y en una situación más desfavorable. La actitud de aceptación típica se daría en la segunda persona que lo considera un trabajador internacional, que se rige por los valores de convivencia y equidad, que posee creencias sobre los beneficios de las migraciones y además es de una profesión diferente, tiene una posición educativa socialmente considerada como superior si además fuera hijo de una familia de trabajadores internacionales, las condiciones para tener la mayor de las significaciones positivas y la máxima aceptación social estarían dadas.
Ahora bien la práctica cotidiana del rechazo o la aceptación ciudadana tendrá sin duda efectos en la temática de las migraciones en la ciudad, y sin duda afectará a las relaciones entre los diferentes grupos de personas que viven en la sociedad. La actividad práctica, de nuestros varones del ejemplo, pondrá a prueba sus significados y convicciones que se encontraran con limitaciones y obstáculos pero también con facilidades para prosperar. Las interacciones de su actividad con el medio también pueden modificar o cambiar sus percepciones y representaciones.

3. El desarrollo humano de la ciudad 
requiere calidad democrática y gobiernos cívicos.

Un gobierno comprometido con la gobernanza democrática y quiera promover una ciudadanía activa dirigirá su política tanto a transformar directamente el medio urbano con proyectos y estrategias compartidas entre los distintos actores y entidades representativas de los principales sectores de la ciudadanía, como a incidir en los sistemas de percepción y reacción de la ciudadanía.
Son dos dimensiones de una misma política, y no dos políticas diferenciadas. El peso de cada una de ellas dependerá tanto de las características de la ciudad como del momento en que se encuentra.
Es decir, en una ciudad que tenga una gran capacidad de actuación compartida y una ciudadanía activa la dimensión que deberá tener más peso será la de actuación en el medio urbano a través de proyectos dirigidos a fortalecer el capital físico y humano para que se pueda desplegar eficientemente dicha capacidad. En el caso contrario y muy habitual, de que existan recursos en el territorio con un nivel de uso, aprovechamiento o su puesta en valor bajos, lo prioritario será activar la acción de los actores y de la ciudadanía, y por lo tanto, en este caso la dimensión que tendrá más peso y en la que deberemos actuar es en el sistema de percepción-reacción de los ciudadanos.


Si bien los gobiernos tienen claro que sus políticas inciden directamente en el medio urbano, no es tanta su claridad en relación al SPR de la ciudad, a excepción de la realización de políticas de comunicación y marketing. Pero es necesario reconocer que toda política, lo pretenda o no, incide claramente en el SPRC, y muy en especial incide el tipo de relación que se establece entre el gobierno de la ciudad y la ciudadanía en la gobernación de la ciudad, y por tanto influirá notablemente en el modo de gobernación que se establezca en la ciudad.
Una relación entre el gobierno local y la ciudadanía, caracterizada fundamentalmente por la prestación de transferencias y servicios del gobierno a la ciudadanía, en que esta es relegada a un papel pasivo de cliente-usuaria tenderá a atribuir al gobierno toda la responsabilidad del “hacer ciudad”, y reducirá su responsabilidad ciudadana a comportarse como un buen consumidor y tendrá las exigencias propias de un cliente que reclama y exige atención y servicios de calidad. Pero la ciudadanía asumirá un papel de compromiso y responsabilidad en la construcción colectiva del futuro de la ciudad, si en la relación que se establece entre el gobierno y la ciudadanía, el gobierno es percibido como representante de la ciudadanía y como tal organizador del interés colectivo y vertebrador de proyectos basados en la cooperación entre actores y en el compromiso cívico de amplios sectores de la ciudadanía.

Percepciones y representaciones significativas sobre la ciudad y su gobierno acontecen siempre en la ciudadanía. Lo importante es que sean adecuadas a la tarea de apropiación ciudadana de la ciudad y al progresivo avance de los espacios de libertad humana. En este sentido es importante que el espacio público, la ciudad, sea percibido como espacio de no dominación y garantía de que ningún ciudadano está sujeto al dominio del otro19.
La intervención en el sistema de percepción y reacción de la ciudadanía por parte de un gobierno que busca sinceramente el bien común se establece a partir de los valores de pluralismo, tolerancia, convivencia, solidaridad e información y conocimiento objetivo, y tiene por finalidad la percepción de una ciudadanía autónoma y la plena participación en la vida política, económica, social y cultural.
Quienes esto escriben están plenamente convencidos de que existe una correspondencia muy al estilo de K. Popper20 y de A. Sen21 entre honestidad política, mejora o ampliación del conocimiento objetivo, pluralismo democrático, involucración ciudadana y desarrollo económico y social. Una activación de la ciudadanía guiada por objetivos de desarrollo humano pasa por una ampliación del campo perceptivo y de sus capacidades para el conocimiento objetivo por parte de sujetos libres. 

B. Pascal ya lo formuló en su pensamiento nº 9:”Cuando uno quiere reprender con utilidad y mostrar a otro que se equivoca, es necesario considerar de qué lado
considera éste el asunto, porque ordinariamente es verdadera de ese lado, y confirmarle esta verdad, pero descubriéndole su lado falso. Se contentará con eso, pues verá que no se equivocaba y que sólo le faltaba ver todos los aspectos. Ahora bien, no se disgustará uno por no verlo todo, pero no quiere haberse equivocado, y tal vez esto provenga de que el hombre naturalmente no puede verlo todo, y de que naturalmente no puede estar equivocado en el lado que examina, al ser siempre verdaderas las aprensiones de los sentidos22”.

Para que una ciudadanía se atribuya un papel importante en el devenir social y dé un significado positivo al desarrollo de su dimensión social en la ciudad en base a objetivos cívicos, a parte de un gobierno democrático y “virtuoso”23 es importante garantizar24:

  • Una nueva relación entre el gobierno democrático y la ciudadanía. El progreso urbano es una construcción colectiva donde el gobierno aparece como organizador y promotor de dicha construcción. El gobierno local pone sus facultades legales, de provisión de recursos y de relación con la ciudadanía en función de un proyecto colectivo de responsabilidades compartidas, pero también asimétricas dado que las competencias, recursos y responsabilidades entre el gobierno, los distintos actores y sectores de la ciudadanía no son las mismas. La participación ciudadana en los asuntos públicos se entienda no solo como consulta o deliberación sobre lo que debe hacer el gobierno sino como espacio para el compromiso y colaboración en el hacer ciudad. La participación debe entenderse como elemento clave de mejora de la calidad de la representación, nunca plantear como oposición la representación y la participación, y como factor clave para obtener el compromiso y la responsabilidad de la ciudadanía con su propia ciudad.
  • Que los contenidos de las políticas públicas respondan efectivamente a las necesidades y prioridades planteadas por la ciudadanía y, que en el abordaje de las mismas se canalicen los esfuerzos y compromisos de los actores y sectores de la ciudadanía implicados en el ámbito de actuación, y se establezca una efectiva cooperación pública y privada e interinstitucional. Las políticas deben tener como finalidades el desarrollo sostenible y la cohesión social y territorial para poder ser sostenidas en el tiempo.
  • La intencionalidad educativa y cultural a todo lo que se haga en la ciudad y se financie con fondos públicos. Es decir, que los proyectos se orienten en valores basados en los derechos humanos, y que estos valores se hagan explícitos mediante una comunicación activa a través de relatos y mensajes educativos. Los principales valores a comunicar son aquellos que activen el uso ciudadano de la ciudad y fortalezcan el establecimiento de mayores y más intensas interacciones democráticas25 y plurales entre las diferentes personas y sectores de la ciudad. Es decir, valores que fundamenten actitudes y comportamientos como el sentimiento de pertenencia al lugar, convivencia, colaboración y compromiso con la ciudad, que fortalecen el pluralismo y la democracia. Valores que faciliten la percepción de todas las personas como sujetos de su propia vida y de la ciudad.
  • La evaluación de los resultados de la acción social a través de indicadores que den cuenta del desarrollo humano de la ciudad en su conjunto en términos comparativos consigo misma a través del tiempo y con otras ciudades, y en especial que incorporen medidores de la activación ciudadana en el hacer ciudad.
En una perspectiva de considerar la polis o ciudad como “res publica”, asunto de todos y todas, la modernización del gobierno local y de la administración en general debe ser abordada en la perspectiva de activar a la ciudadanía e involucrarla en estrategias y proyectos compartidos para hacer ciudad.

Una democracia de calidad es a la vez una finalidad del desarrollo humano y la calidad de vida como un medio fundamental para activar el desarrollo económico y social de una ciudad al posibilitar una activación responsable de la ciudadanía.
Veamos seguidamente ejemplos de análisis sobre la importancia de las representaciones y sus consecuencias en las actitudes y comportamiento de la ciudadanía en el auge y la decadencia de las ciudades.

4. La decadencia de las ciudades: 
Las actitudes de los actores y de la ciudadanía.

Del excelente trabajo de Carlo M. Cipolla26 sobre la decadencia de las ciudades italianas en el siglo XVII podemos observar que la decadencia de las ciudades se atribuyó no tanto a las condiciones del medio urbano sino a las percepciones y expectativas sobre el desarrollo de la ciudad que se hicieron sus principales actores. O dicho de otra manera el cambio en las condiciones de competitividad de las ciudades se originó en una serie de factores intangibles.
Cipolla identifica una serie de factores culturales o actitudes de los actores y la ciudadanía que han incidido, e inciden, en el ocaso de las ciudades que habían tenido un auge importante y durante un prolongado periodo de tiempo27:
  • El mismo éxito económico, social o cultural generó autocomplacencia con respecto a las ciudades y, por tanto, seguridad de mantenerse en el tiempo con una posición privilegiada. La autocomplacencia contribuyó a generar otros dos factores claves del ocaso.
  • La resistencia o no disposición para el cambio y la innovación en los procesos económicos, sociales e institucionales.
  • El conservadurismo arrogante que desprecia y, por tanto, no observa la competencia de otras ciudades, en el caso de las ciudades renacentistas italianas de las inglesas y holandesas.
  • El crecimiento del gasto público por encima de las posibilidades productivas, consecuencia del incremento del bienestar proporcionado a la población y el pensamiento centrado en los “derechos” más que en los “deberes y responsabilidades”.
  • La quiebra del espíritu de colaboración y confianza entre los actores económicos y sociales.
  • La existencia de rigidez institucional que, entre otros defectos, negó tozudamente el cambio de situación e inició el declive.
En conclusión, en el siglo XVII, unas actitudes inadecuadas consecuencia de una percepción egocéntrica y autocomplaciente, fue el desencadenante del ocaso de las ciudades italianas. La diferencia entre el ayer y el hoy es que entonces el esplendor podía durar décadas y ahora, en la era info-global, se reduce a pocos años.
Es sorprendente el paralelismo –si bien en sentido inverso- con los factores identificados como los garantes de la estabilidad del progreso en el estudio de A de Geris28 sobre veintisiete grandes empresas multinacionales que tienen más de cien años. Estos son:
  • Adopción de políticas financieras equilibradas o conservadoras.
  • Adaptación constante al cambiante entorno competitivo.
  • Fuerte sentimiento de pertenencia de los empleados.
  • Apertura hacia nuevas ideas especialmente tolerantes a experimentos e innovaciones que mejoraban su comprensión.
La asimilación de los factores de éxito y de declive entre las ciudades y las grandes corporaciones empresariales es posible porque se basan en buena medida en los sistemas de percepción y reacción de importantes colectivos de personas. Desde esta perspectiva podemos avanzar un poco más e identificar29 dos situaciones de éxito de las ciudades que pueden incidir en su declive por comportamientos inadecuados basados en percepciones limitadas:
5. El éxito prolongado de una ciudad en situación de liderazgo. Este es el caso de no pocas ciudades que han organizado con éxito todo un proceso de inversiones y desarrollo de proyectos ligados a un evento internacional, y no tienen otra ocurrencia que intentar conseguir nuevos eventos. Olvidándose de que el éxito de un evento depende de la existencia de una estrategia de ciudad previa y sólida que identifique con claridad en que debe invertirse. El evento ayuda sin duda a desarrollar la estrategia y a proyectar externamente, pero el evento nunca puede sustituir a la estrategia sin caer en el ridículo.
6. La convicción de que la estrategia seguida es exitosa (aunque no se haya alcanzado el liderazgo de la ciudad en el conjunto de ciudades de referencia). Este ha sido el caso de muchas ciudades que ante la burbuja inmobiliaria no cambiaron de estrategia hasta que está estalló y no pudieron continuar con la misma.
El éxito o liderazgo prolongado posibilita que no se perciba la diferencia entre expectativas y resultados, y no se distingan las oportunidades de los resultados y no se observen los peligros.

Por otra parte, el éxito prolongado acostumbra a significar abundancia de recursos e infraestructuras y servicios, lo que posibilita el surgimiento de la creencia de que el potencial de recursos propios de que se dispone se impondrá a una posible competencia y no se prima la creatividad ni la colaboración para seguir avanzando. El resultado es la incapacidad para renovar la estrategia30.


Como hemos comentado, la adecuación exitosa de una estrategia de desarrollo urbano puede llevar al declive por incapacidad, en este caso, de inventar el futuro y desarrollar estrategias compartidas. Del mismo modo, el progreso al confirmar la estrategia, facilita que se consoliden las recetas en marcha, y se sea vulnerable a los nuevos retos por incapacidad de percibir las nuevas situaciones y de reinventar los liderazgos.


En definitiva, las actitudes abiertas, humildes, colaboradoras y autocorrectivas en un entorno cambiante son condición para la innovación permanente, y un factor básico de desarrollo y mejora de la capacidad de acción, no sólo para las ciudades atrasadas, que es obvio que deben cambiar, sino también en las avanzadas y con éxito.

5. Los gobiernos locales y el auge de las ciudades: 
la deliberada revalorización 
y activación de la ciudadanía.

Nuestra participación como asesores o como equipo técnico en la elaboración e impulso de estrategias de desarrollo económico y social en más de 90 ciudades de España y Latinoamérica, nos ha permitido comprobar el éxito de algunas de ellas frente al no despegue de otras, así como de la constatación del papel del ayuntamiento y de los equipos directivos políticos locales han tenido en los mismos. Todo ello nos ha permitido estudiar comparativamente los factores de éxito comunes, tanto para el desarrollo económico y social de las ciudades, como para él éxito político de los directivos locales.
El papel de los ayuntamientos en la transformación de las ciudades españolas ha sido clave en un entorno de países desarrollados. Pero en el caso de las ciudades de latinoamericanas nos encontramos con la prueba en su “estado mas puro” (equivalente al vacío en los experimentos de la física) del impacto de la política urbana de una alcaldía relacional en el desarrollo de una ciudad. Puesto que en un entorno de débil desarrollo económico, altos niveles de pobreza, e importantes déficits en institucionalidad democrática, con débil financiación externa, sin grandes eventos o infraestructuras financiadas con fondos especiales, unos ayuntamientos a través de una reformulación de sus políticas, y en especial de su papel con la ciudadanía han logrado avances sustanciales y contrastables en todos los aspectos de la vida urbana.
El papel del Ayuntamiento es clave para el desarrollo económico y social, y de manera muy especial en situaciones en que el entorno regional y del país y la propia ciudad están sometidos a una importante crisis.
De entre las ciudades estudiadas, en las que los ayuntamientos han jugado un papel clave en su desarrollo, hemos podido identificar los elementos comunes y las etapas, que a nuestro entender, es importante que se desplieguen para conseguir un desarrollo urbano a través de un compromiso de los actores y una implicación de la ciudadanía. Son los siguientes:
  • Legitimación previa del gobierno local ante la ciudadanía y los principales actores, y comunicar sentimiento de cambio urbano.
  • Motivación ciudadana y generación de una cultura emprendedora.
  • Elaboración de una visión estratégica compartida y desarrollo de proyectos en cooperación pública y privada y con gran soporte ciudadano.
  • Entender la participación ciudadana como implicación de la ciudadanía, y desarrollo comunitario.
Es decir se desarrollaron acciones por parte de los gobiernos locales para que la ciudadanía perciba que se trata de un gobierno diferente a los anteriores y creíble en sus mensajes de impulsar el desarrollo urbano. Del análisis comparado de las actuaciones realizadas por estos gobiernos, identificamos lo que en nuestra opinión han sido los principales factores de éxito: victorias rápidas31, decisiones inequívocas de carácter ejemplar, y liderazgo diferenciado:
  • Victorias rápidas: La realización de proyectos en los principios del mandato electoral son claves en el corto plazo. Desarrollar de manera inmediata acciones de alto impacto que modifiquen la percepción estereotipada del político local y del ayuntamiento. No nos referimos tanto a la realización de proyectos estratégicos como a proyectos de amplia visualización, y a acciones que ejemplifiquen que las cosas pueden cambiar: Pintura de fachadas que cambien el aspecto de una zona clave o centro de la ciudad. Este fue el caso de la pintura de las casas en la ribera del río de la ciudad de Girona en su paso por el centro de la ciudad. O bien el ajardinamiento de espacios públicos con alto valor simbólico en el caso de Bogotá, o la inauguración del paseo marítimo como fue el caso de Valencia. El alumbrado e iluminación de zonas con alta significación social, el cambio de circulación de calles que contribuya a la mejora de la movilidad, peatonalización de zonas céntricas que contribuyan a la apropiación ciudadana del espacio urbano, son entre otras, medidas que han tenido un fuerte impacto ciudadano. Son pequeñas acciones que logran grandes cambios en el SPR de los ciudadanos. A veces es más recomendable empezar por pequeñas acciones significativas que no con grandes proyectos con resultados positivos pero a muy largo plazo. Hay que tener en cuenta que las medidas de alto impacto son singulares a cada ciudad, que lo que sirve a una, probablemente no servirá a otras. Todo depende del significado social que le pueda atribuir la ciudadanía.
  • Decisiones inequívocas: Se trata de tomar decisiones sobre la puesta en marcha de proyectos importantes para la ciudad sobre un tema de gran interés ciudadano en el que haya habido un suficiente debate sobre su viabilidad. Como la adjudicación del inicio de obras de un metro metropolitano o la revitalización del centro de la ciudad -caso de Medellín-, o de una línea específica de autobuses de gran capacidad, como fue el caso de Bogotá y Curitiba; la revitalización y peatonalización del casco histórico, cómo fue el caso de Caguas (Puerto Rico) Girona y Oviedo. Las decisiones inequívocas, es decir, en las que no es posible la vuelta atrás, para que tengan un mayor efecto, es importante que dispongan de un acuerdo ciudadano lo más amplio posible. En una ciudad es prácticamente imposible que no exista disenso, pero si éste es muy generalizado y la polémica abarca a amplios sectores de la ciudadanía, el efecto sobre la capacidad organizativa de la ciudad de la decisión estratégica es menor.
  • Liderazgo diferenciado: Este es un tema de gran calado cuando existe una profunda desilusión y desconfianza con el personal político de anteriores mandatos municipales. Ya sea por corrupción, por inanición, por falta de defensa de la ciudad ante lo que la ciudadanía puede considerar agravios comparativos, etc. En estos casos, una actitud clara y visible sobre que el nuevo alcalde o alcaldesa adopta una actitud clara de compromiso y honestidad con la ciudad más allá de las palabras y los gestos, es de gran importancia para obtener la confianza ciudadana. Tenemos ejemplos extremos del Alcalde de Bogotá, Sr. Andanas Mokus, con conductas que fuera del contexto bogotano, podrían ser calificadas de irrespetuosas por las instituciones pero que en el contexto de la ciudad significaban “entrada de aire fresco en la alcaldía”. O la opción voluntaria o permanencia en la alcaldía de personas políticas de gran renombre ante la posibilidad real de ocupar cargos de gran importancia en otros niveles de la administración.
Estas acciones han cambiado el Sistema de Percepción y Reacción de la ciudadanía. El SPR constituye, como hemos señalado, el conjunto de representaciones significativas y orientativas para la acción que se hacen las personas y los grupos sociales sobre sí mismos y los demás.
A través de estas acciones los gobiernos locales cambiaron las representaciones sobre el papel que el ayuntamiento ejercía en la ciudad. O mejor dicho, estas acciones fueron la forma comunicativa el lenguaje que abrió las puertas a una nueva visualización de la relación entre gobierno local y ciudad. Se abrió la posibilidad de considerar al ayuntamiento próximo a las necesidades de la ciudadanía, y diferenciado de situaciones anteriores en las que no había actuado como tal. Es un lenguaje que amplia las posibilidades de concebir una nueva relación entre la ciudadanía y el gobierno local.

Junto a esta ampliación del sistema perceptivo se generó la motivación ciudadana. Las victorias rápidas o los proyectos singulares no se presentaron simplemente como expresión de la eficacia de la gestión municipal, sino que se transmitieron con ellos a través de mensajes y relatos los valores que favorecen la activación, la convivencia y el compromiso cívico de la ciudadanía. Es decir se dio, muchas veces sin saberlo, una intencionalidad educativa y cultural a lo que se hacía
Entre las ciudades que hemos podido estudiar con un importante desarrollo como el acontecido en Barcelona (1988- 1998), Caguas- Puerto Rico (1999- 2008), Rosario- Argentina (1998- 2007) Valencia -España (1997 – 2007) hemos constatado que emergió una configuración sociocultural entre la ciudadanía. Una configuración en la que se han identificado entre otros los siguientes componentes:
  • La mayoría de la ciudadanía considera que el futuro depende en alguna medida de ellos. Esta creencia es necesaria aunque no suficiente para poder comprometerse en el hacer ciudad.
  • Un amplio sentimiento de arraigo o pertenencia a un lugar. Sentirse de un lugar es básico para asumir responsabilidades con el mismo y con todas las personas que en él habitan. Es importante que sea un sentimiento abierto que no ponga obstáculos en base a creencias o procedencias geográficas o sociales a la calidad de interacción entre los que habitan el municipio, y facilita la colaboración interterritorial.
  • Expectativas positivas hacia el futuro: El considerar que el futuro puede ser una ocasión para mejorar la calidad de vida fortalece el compromiso ciudadano y su continuidad en el tiempo.
  • Confianza hacia el conjunto de la ciudadanía y en el papel de las instituciones.
  • Es una actitud esencial para la colaboración y el compromiso entre actores y sectores de la ciudadanía.
  • Convicción de que es posible la mejora de la cualificación de la propia ciudadanía y de la ciudad: Para que una ciudad continúe mejorando, el combatir la autosatisfacción, para ello es necesario que continúe cualificándose como ciudad y progresivamente se mejoren las capacidades ciudadanas. Esta actitud permite la adaptabilidad.
Por ello, es importante impulsar una amplia política comunicativa orientada a producir las citadas, actitudes y comportamientos, junto con el fomento de la creatividad y la innovación.

La motivación de la ciudadanía no es en absoluto una simple cuestión de marketing. No existe motivación para que la ciudadanía se implique en la transformación de la ciudad si ésta no responde a sus necesidades y a los retos que tienen planteados. Por ello, elaborar una estrategia compartida entre los actores de la ciudad y cómplice con los ciudadanos exige mecanismos de participación, para que los distintos sectores ciudadanos puedan expresar sus opiniones, y se disponga de los conocimientos y metodologías adecuadas para identificar sus intereses e integrarlos en la estrategia de la ciudad. De este modo los espacios participativos pueden identificar el SPRC predominante de la ciudadanía y cambiar la percepción de ésta de elemento pasivo o clientelar en ciudadanía activa.
La elaboración de una estrategia compartida para la ciudad y la apertura de nuevos espacios para la participación y el compromiso de la ciudadanía son los otros elementos que los ayuntamientos transformadores deben poner en marcha.
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1 Marx, K. El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Barcelona, ed. Ariel, 1971, pág. 11. 
2 Las condiciones que son objeto del análisis acostumbran a ser: Las políticas macroeconómicas y energéticas de los gobiernos nacionales e internacionales, las ciudades competidoras en la atracción de flujos de mercancías, finanzas, conocimientos y personas. También los factores de competitividad interna: infraestructuras, fortaleza y diversificación del tejido industrial, dotaciones de I+D, formación de los recursos humanos, cualificación de la enseñanza superior, niveles de desigualdad y pobreza, etc. Además, muy a menudo se señalan los mismos elementos del medio urbano para hacer una ciudad competitiva, como para hacerla resurgir de una crisis, como para favorecer su creatividad e innovación. Es decir encontramos siempre las condiciones o del entorno externas a la actuación de los gobiernos y de la ciudadanía. lo único que se señala es que los gobiernos y los actores del territorio deben intentar conseguir la cantidad y calidad de los recursos del territorio para que sus actores puedan actuar en las mejores condiciones. Se habla siempre de los medios a disposición pero muy poco de cómo actúan dichos actores y la ciudadanía ante ellos. Se analizan las ciudades sin tener en cuenta los factores subjetivos del cambio urbano. Es decir no se tiene en cuenta la predisposición a actuar en una dirección determinada, la predisposición al compromiso a la colaboración y de las razones que explican dicha subjetividad y cómo se transforma. 
3 Caballero, J.J. “G.H. Mead y el Interaccionismo Simbólico” en Revista de Ciencias Sociales, nº 9 1997. Ver también Blumer , H. Interaccionismo Simbólico. Madrid, ed. Hora, 1982.
4 Ver por ejemplo: Marias,J. La estructura social. Madrid, ed. Alianza, 1993, pág. 151-226 
5 Borja, J. La Ciudad Conquistada. Madrid, ed. Alianza, 2005 
6 esta definición está basada en: Herrera, M. y Soriano Mª. R. “El Cambio Social” en Sistema nº 207. Madrid, 2008. 
7 Se entiende por desarrollo humano la definición que del mismo ha dado Naciones Unidas. Es decir un desarrollo no sólo económico y generador de empleo, sino también sostenible, equitativo, cívico y que conlleve el fortalecimiento de la democracia. 
8 Ver Romero J. Gepolítica y el gobierno del territorio en España. Valencia, Tirant Lo Blanc, 2009.
9 Pongamos un ejemplo. La cultura de una ciudad depende, entre otros, de dos elementos del medio urbano: La cantidad y la calidad de la oferta y el nivel formativo de la ciudadanía. El uso ciudadano de la oferta cultural es la clave para la definición de la ciudad como cultural. El uso ciudadano dependerá también de la percepción, del significado y de las expectativas que los ciudadanos tengan de la misma, y en especial de cómo visionan su papel en la cultura, si este es el de consumidores de cultura o por el contrario el de generadores o dinamizadores de la cultura en la ciudad. El uso ciudadano de la cultura y su papel en ella será una de las principales claves del desarrollo y el atractivo cultural y la creatividad de la ciudad. En este uso se transformará el nivel cultural de los actores y la estructuración de sus relaciones en el acceso a la cultura. 
10 Gráfico elaborado por los autores.
11 Ver para un mayor desarrollo de los componentes del medio urbano Pascual Esteve, J.M. La estrategia territorial como inicio de la gobernanza democrática. Barcelona, ed, Diputación, 2007, pág. 117-140 
12 El concepto: sistema de percepción y reacción esta basado en los estudios sobre comunicación y terapia de Watzalawick, P. y Nardone G. en especial: Terapia Breve Estratégica: Pasos hacia un cambio de percepción de la realidad. (Barcelona, ed. Paidos, 2000) aunque en el texto se ha redefinido el mismo para aplicarlo al campo de las ciencias sociales y en particular al estudio de las configuraciones culturales de la ciudadanía. 
13 Las definiciones de percibir y percepción están extraídas del diccionario de la lengua española de María Moliner. 
14 Por concepto: Idea que concibe o forma el entendimiento. Es una formulación extraída del Diccionario de la Lengua Española. 2006 
15 Por valores se entiende: ideas abstractas que dan significado y orientación a los individuos cuando interactúan en el mundo social sobre algo que es bueno o malo, mejor o peor. (Definición propia basada en A. Giddens, y Lamos Espinosa, E.) 
16 Por creencias se entiende “Estado de adhesión firme e indudable, una convicción que se funda no sobre un saber lógico o sujeto a verificación sino sobre un sentimiento que reconoce el carácter práctico de una acción o el valor absoluto de unos principios”. (Diccionario de Sociología de Giner, S. Lamos de Espinosa, E.) 
17 Por subjetividad es un sistema de representaciones y un sistema de producción de significaciones y sentidos para la vida, de valores éticos y morales que condicionan en su conjunto los comportamientos tanto de individuo como de los grupos sociales. Definición propia basada en Galende E. “Subjetividad y Resilencia : del azar a la complejidad” en VVAA Resilencia y Subjetividad. Buenos Aires, ed. Paidós, 2004
18 En el sistema de percepción descrito alguien puede encontrar a faltar las emociones como elemento para la representación significativa. No se han incluido debido a que las emociones son provocadas por las representaciones de las configuraciones de las interacciones humanas o de estas con el medio.
19 Ver la concepción de libertad como no dominación en Petit, Ph. Republicanismo. Barcelona, ed. Paidos, 1999.
20 Es conocida la correspondencia que hace Popper entre el desarrollo del conocimiento objetivo, la sociedad abierta y una ética basada en el respeto al otro, al pluralismo y la convivencia. Se recomienda en especial su libro En búsqueda de un mundo mejor. Barcelona, ed. Paidos, pág. 241-259
21 A. Sen relaciona directamnte la democracia y el desarrollo económico en su libro Desarrollo y Libertad ( ..) y también con la justicia en ,,,, (Barcelona, Taurus, 2010)
22 Pascal. B. Pensamientos. Madrid, ed. Temas de Hoy, 1995.
23 para profundizar en los conceptos de gobierno y ciudadanos virtuosos se recomienda Prats, J.”Buen gobierno y buena administración sin ciudadanos virtuosos?” en Por una izquierda democrática (la Paz, ed. Plural, 2009) pags. 220- 226.
24 Se parte del esquema de calidad democrática de tres dimensiones: procedimientos, contenidos y resultados de Morlino, L. Democracias y democratizaciones (Madrid, C.I.S. 2009) pag. 184 a 210, pero alterando procedimientos por relaciones entre gobierno y ciudadanía y dando una perspectiva distinta a contenidos y resultados como resultado de aplicar la calidad democrática al mundo local y entendida esta como modo de activar a la ciudadanía. Además se ha añadido la intencionalidad educativa y cultural.
25 Aquí se toma el fundamento humanístico de la democracia: Todas las personas tienen el mismo valor, y por tanto el derecho a igual participación en la vida de la “polis”
26 Cipolla, C.M. “La decadencia económica de las ciudades de Italia (renacimiento)” en VV.AA. La decadencia económica de los imperios. Madrid, Ed. Alianza, 1999.
27 Los subrayados son de los autores.
28 De Geris, A. “The living future” en Harvard Business Review. Abril, 1997.
29 Esta identificación es un desarrollo del autor basado en el análisis de C.K. Prahalaerd en Compitiendo por el futuro. Barcelona, Ed. Ariel, 1995.
30 Elaboración propia de los gráficos basados en (Prahalaerd, C.K, 1995)
31 Este término fue usado en el Plan estratégico de Durango en México a principios del actual siglo.


VER+:


CIUDADES Y REGIONES POR LA COHERSIÓN SOCIAL 
Y UNA DEMOCRACIA DE CALIDAD

Este libro tiene un propósito divulgativo de la forma de gobernar que denominamos gobernanza democrática territorial. Por gobernanza se entiende la política de gestión relacional o gestión de las interdependencias para la construcción colectiva del desarrollo humano.
Los textos que componen la publicación dan cuenta de una reflexión conceptual y política de esta forma de acometer las tareas del gobierno, a la par que muestran una rica diversidad de experiencias prácticas, realizadas, en su mayoría, en el ámbito urbano latino-americano, español y británico. Para ello el proyecto de libro aúna autores y autoras cuya experiencia en gobernanza proviene de diversos ámbitos relacionados, directa o indirectamente, con la acción de gobierno a un nivel local y regional: directivos, gestores, académicos y políticos.
La tesis que estructura el conjunto de estas aportaciones es que la gobernanza como proceso de gobierno es una necesidad para gobernar con éxito sociedades complejas, fomentar el compromiso cívico con la democracia y sostener ciudades y regiones socialmente cohesionadas.
Los textos incluidos en el libro son el producto de diferentes abordajes temáticos a la cuestión de la gobernanza, llevados a cabo en la 6 Conferencias Internacionales que el Movimiento AERYC realizó en Sevilla (2003), Jalisco (2004), Valencia (2005), Bogotá (2006), Caguas (2007) y Barcelona (2008).


La participación significa, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), entrar junto con otros en un asunto o negocio o compartir la opinión, sentimientos o cualidades con otra persona. Es decir, tiene un significado que se relaciona directamente con cohesión, pero tal como se plantea el tema de la participación ciudadana en las políticas públicas acostumbra a ser un factor de descohesión social. Se acostumbra a ensalzar la participación cuándo un partido está en la oposición y le acostumbra a ser incomoda cuándo, dicho partido, ejerce las funciones de gobierno. De las múltiples formas de participación en los asuntos públicos, me refiero en este capítulo, a la participación en la elaboración de las políticas públicas, y muy particularmente en la participación del conjunto de la ciudadanía en las mismas. 

I. La participación no puede plantearse como decisión sobre políticas y proyectos públicos: genera descohesión y, en no pocos casos, decepción, perplejidad y abstención. De los factores que inciden en que la participación ciudadana sea un factor de descohesión social, el más general, importante y paradójico es entender la participación como decisión de la ciudadanía en relación con las políticas o proyectos públicos. Decisión, se entiende fundamentalmente votación afirmativa o negativa, en una consulta popular sea esta presencial o electrónica con la voluntad u obligación moral explícita de considerarla vinculante por parte del gobierno. La respuesta binaria, el “sí” o el “no”, lógicamente divide a la población, pero no resulta problemática si se dan dos condiciones: la primera, que exista una alta participación, la segunda que el resultado tenga una gran mayoría favorable, cercana al 65-70% o más. Pero este tipo de consultas en general no tienen estas características y, lo que es más grave, se acostumbra a plantear la consulta decisoria en temas que son de alta complejidad técnica y conflictividad en la ciudad. 

Es este tipo de consultas vinculantes son las que generan fractura entre la ciudadanía, se dividirá la ciudadanía en dos segmentos divididos sin vinculaciones entre ellos, lo que constituye un factor de descohesión social. Pero hay otra razón estructural tanto o más importante, estamos avanzando hacia sociedades cada vez más complejas, es decir incrementan las variables que segmentan a la población en un número mayor de clases sociales, de tipos de familia, de opciones religiosas, e ideológicas en general. Esto significa que cada vez es más difícil ante un programa o proyecto público resumir la opción en términos binarios de sí o no. Sí se plantea de esta manera se produce cada vez más una gran decepción puesto que existen una pluralidad de situaciones que no pueden ser consideradas y mucho menos articularse en una respuesta binaria. Una sociedad compleja exige hacer consultas diferenciadas y en profundidad a los distintos actores implicados en una política pública, y a los sectores previsiblemente más beneficiados y perjudicados, para poder presentar un proyecto que pueda ser ampliamente compartido o que agrupe una amplia mayoría. Es muy importante tener claro que sólo existe la ciudadanía, si tenemos en cuenta a un colectivo que tiene derechos y deberes. Sociológicamente no existe la ciudadanía, existen ciudadanías. 

Pensar, en una ciudad compleja, que la opinión mayoritaria con una débil mayoría o con una baja participación es la opinión de la ciudadanía es una entelequia descohesionadora. Otro gran error consiste en presentar a consulta decisoria, proyectos de gran complejidad técnica que resultan de difícil comprensión y opinión por parte de la mayoría de la ciudadanía lo que retrae la participación en una consulta. Estos tres errores se cometieron en el denominado referéndum de la Diagonal (fue legalmente una consulta con el compromiso del gobierno de seguir el resultado de la misma) promovido en el año 2010 en Barcelona por parte del gobierno del alcalde Jordi Hereu. Los errores que llevaron a que la participación sólo fuera del 12% y tuviera un rechazo del 79% de los ciudadanos que optaron por la denominada opción C que expresaba el rechazo a las dos alternativas planteadas por el gobierno municipal. 

En efecto: 
• Se planteó un tema de movilidad por la Diagonal de alta complejidad técnica y que no era del interés de toda la ciudad. 
• Se propusieron tres alternativas: dos proyectos de movilidad municipal y otra que señalaba que ni uno ni el otro, ganó este como se ha señalado debido a que canalizo el descontento ciudadano en una época en que la crisis social y económica de la ciudad era intensa. 
• En tercer lugar, el ayuntamiento perdió la consulta porque no hizo aflorar la opinión de los actores que podía ser favorables, y se movilizó, de manera autónoma, el único actor que realmente percibía que podía resultar perjudicado en relación con los dos proyectos: el sector del taxi. Los actores que podían estar interesados no se movilizaron, haciendo una vez más realidad el consejo que Maquiavelo dio al Príncipe: no sólo te preocupes de los que están en la plaza protestando por tus leyes, ten en cuenta tan bien los que están de acuerdo con ellas, y se quedan en casa2

El gobierno de Barcelona no movilizó o no dio los canales de expresión adecuados a los nuevos actores. En este caso, no ocurrió fractura social porque no se dualizaron los resultados de la consulta, que es lo que acostumbra a ocurrir, en esta ocasión el tema interesó tan poco que sólo movilizó a los partidarios del rechazo, que acostumbran a ser los primeros en movilizarse. La consulta sin embargo no cohesionó a la ciudad, como hubiera sido el deseo del gobierno que cayó en la falacia de que la participación cohesiona, sino como bien señaló, y de manera muy sincera, el entonces su alcalde Jordi Hereu, sirvió para constatar el alejamiento del gobierno municipal de las preocupaciones de la ciudadanía. El planteamiento de la consulta del 2010 fue sin duda honrado en su planteamiento y desarrollo, pero en no pocas ocasiones las consultas decisivas, denominadas habitualmente como referéndums, son objeto de fácil adulteración y su tratamiento acostumbra a ser arbitrario, como veremos seguidamente. Antes, estimo necesario señalar que la consulta ciudadana es del todo interesante, desde el punto de vista de la cohesión social, cuándo se dan las siguientes condiciones: 

(1) ha existido una escucha previa y 
(2) se ha elaborado posteriormente un proyecto que vertebra efectivamente los intereses legítimos de la mayoría de actores en presencia y sectores potencialmente beneficiarios de la medida, 
y (3) representa un proyecto estratégico con carácter innovador para el conjunto del municipio (un cambio en el sistema de movilidad, despliegue de infraestructura verde, nuevos usos de las zonas portuarias, etc.) de este modo se pretende certificar el apoyo ciudadano para un proyecto que va a cambiar la vida cotidiana de la ciudadanía y el futuro de la ciudad. Señalaba que las consultas decisorias son altamente vulnerables a la arbitrariedad y a la adulteración. 

La arbitrariedad es consustancial en gobiernos locales que convierten la consulta ciudadana decisoria en su sistema de participación privilegiado. Es evidente que ningún gobierno local quiere plantear una consulta si cree que va a perder, y esto hace que los temas con previsiones poco claras no se presenten a consulta. Se genera de este modo una gran contradicción en el sistema de participación y una fuerte perplejidad ciudadana que pronto se da cuenta que la retórica de proximidad y de querer contar siempre con la participación de la ciudadanía es falsa. Pero resulta sorprendente saber que las consultas ciudadanas pueden ser fácilmente adulteradas para favorecer la aprobación de temas de interés del gobierno y silenciar a los grupos de la oposición. 

El procedimiento para utilizar no es complicado, se utiliza a una asociación afín al gobierno y relacionada con la temática y se la subvenciona para que recoja el número de firmas necesarias, que fija el reglamento de participación, para convocar una consulta. El gobierno elabora la o las preguntas sobre un tema y generalmente ganará. Ganará debido a que la consulta no acostumbra a ser un tema de preocupación generalizada en la ciudad porque quizás ya le parece bien su funcionamiento en la ciudad, preocupa al grupo en el gobierno o sectores afines por diferentes finalidades, y al someterlo a consulta los que participan son los grupos interesados que, ya han sido previamente movilizados en la fase de petición de la consulta. También acontece a la inversa. En procesos de amplia participación, pero desigual interés de la ciudadanía, como es el caso de los Programas de Actuación Municipal, grupos interesados de vecinos o grupos empresariales se organizan para lograr que su propuesta sea la más votada, aunque sólo interese a un grupo o sector reducido de la ciudad. Ante una pasividad generalizada los pocos que se movilizan por un interés concreto ganan, y aunque el proyecto pueda ser considerado disparatado por su coste o el bajo retorno de la inversión consiguen la legitimidad de la participación ciudadana que ha difundido el gobierno local, que queda preso de su propia ideología.

Es también muy habitual organizar consultas para temas de interés de la ciudad en plataformas digitales para las que se requiere un número reducido de interesados. Estas, consultas tienen el defecto de que solo se entera el público objetivo que está interesado en la propuesta. Constituye un procedimiento de que “unos pocos se lo guisan y se lo comen” con lo que la mayoría de la ciudadanía no se percata del tema, aunque bien es verdad estos temas acostumbran a ser de escaso interés ciudadano. Este escaso interés ciudadano contrasta tanto con la publicidad que se acostumbra a dar a estas plataformas por parte de los ayuntamientos, como con la grandilocuencia de un falso discurso sobre el gobierno de proximidad con la ciudadanía. 

Otra forma de organizar la participación sesgada sobre una política o un proyecto acontece cuándo no existe un análisis de los actores que intervienen en un tema, ni una identificación de los sectores ciudadanos que pueden ser beneficiados o perjudicados por dicho proyecto o política pública, y se utiliza un solo instrumento de participación, pongamos por caso una asamblea por supuesto decisoria a la que se convoca al conjunto de la ciudadanía, o a todo un barrio. Lo que acontece es que acostumbran a acudir a la convocatoria sólo una tipología de actores, los que están acostumbrados a participar en el modo de participación propuesto, y no asisten otros, por ejemplo, comerciantes, empresarios, personas con familiares a cargo, etc. no son muy propicios a acudir a dichas asambleas que además una persona es un voto. 

La participación, además decisiva, acostumbra a estar sesgada. Así la participación ciudadana decisoria entendida muy a menudo como un instrumento de cohesión y buen gobierno acostumbra a ser todo lo contrario. No obstante, alejados de estos incorrectos e ideologizados planteamientos que son muy comunes en los ayuntamientos independientemente de su color político, la participación sí que es esencial para el fortalecimiento democrático y la gobernabilidad de la ciudad. 

II. La participación como instrumento de cohesión social y buen gobierno. En efecto existe otro enfoque a la participación, un nuevo paradigma, que da origen a no pocas metodologías e instrumentos de participación que generan cohesión social. Este paradigma se basa en los siguientes criterios: 

• El interés general de la ciudad es una construcción colectiva. El interés general no viene definido por ninguna ley, está en todo caso marca los límites de los procedimientos para identificarlos, ni ninguna filosofía, ni los resultados de ninguna ciencia social. El interés general es la articulación de los intereses legítimos de la mayoría de los actores y sectores de la ciudadanía. La identificación de este interés general o interés compartido por la gran mayoría de actores y sectores de la ciudadanía en las estrategias urbanas y las políticas públicas es la mejor garantía para conseguir una amplía cohesión social. Es de gran importancia que los procesos participativos en políticas públicas que afecten a colectivos que no tienen hábitos de participar en asuntos públicos, y muy especialmente personas en situación de gran vulnerabilidad social se establezcan metodologías para poder identificar sus necesidades e intereses en la política pública. Una política que tiene que garantizar la cohesión contando con la opinión de todos implicados.

• Nuestras ciudades son cada vez más complejas y heterogéneas, es decir compuesta con más elementos y de naturaleza cada vez más distinta. Existen una gran variedad de variables que estructuran socialmente la ciudad, no es solo la distribución de la renta, sino también las desigualdades en la educación, al acceso a la cultura, al conocimiento, al capital social, el entorno de interacciones en los que se sitúan los individuos y grupos. Los valores que guían los comportamientos sociales y los ideales y objetivos a los que aspiran son cada vez más diferentes y líquidos. Tampoco existe una religión sino una pluralidad de religiones, y se distingue entre religión y religiosidad, etc. Por ello, buscar el interés general en una política pública, es una gestión de la complejidad y la heterogeneidad. Una gestión hetero-compleja, alejada de la simplicidad de los procesos participativos entendidos como decisorios. 

• Garantizar el interés o la necesidad es clave para la estabilidad. Como decía Keynes a través de los intereses podemos alcanzar acuerdos, a partir de posicionamientos ideológicos sólo llegamos a situaciones conflictivas. Conflictos que no se sabemos de dónde vienen, ni a dónde van. En cambio, a partir de intereses concretos, aunque aparezcan como contradictorios y conflictivos podemos gestionar el conflicto para llegar a un acuerdo. Un buen acuerdo no puede pasar de “pies juntillas” en los conflictos haciendo propuestas genéricas que no abordan las bases de las situaciones de conflicto, es necesario gestionarlos, pero con medios de negociación relacional. Es decir, los que priorizan el fortalecimiento de las relaciones entre los actores de un conflicto. Téngase en cuenta que nos referimos a intereses legítimos desde el punto de vista legal y democrático. Es muy importante tener en cuenta que no hay un solo proyecto para garantizar el interés es posible una pluralidad de proyectos, y entre ellos habrá los que permiten una mayor complementariedad para satisfacer necesidades y demandas de un mayor grupo de sectores de la ciudadanía. 

• La participación no es sólo expresión de necesidades, e intereses. La participación es compromiso de acción de la ciudadanía en las políticas públicas y los proyectos que reflejan las necesidades e intereses en la gestión del cambio social en la ciudad. No se trata de participar solamente para dar ideas, recomendaciones o formular reivindicaciones, sino que se trata de que la ciudadanía haga ciudad responsabilizándose de llevar a cabo acciones bajo unos programas o proyectos compartidos que reflejen efectivamente A partir de estos criterios el nuevo paradigma plantea los procesos participativos distinguiendo cuatro grandes fases. Escucha, Elaboración, Explicación, Ejecución (colaborativa) Por ello el nuevo paradigma puede denominarse de las 4 E. 

• Escucha. Una vez identificados los actores que pueden facilitar o hacer fracasar una política pública, y también identificados los sectores beneficiados o perjudicados, se debe realizar una tarea de escucha activa de sus demandas e intereses legítimos. para poder establecer los criterios de actuación de las estrategia, políticas o proyectos efectivos que pueda complementar al máximo los intereses en presencia. Lógicamente se deben utilizar diferentes instrumentos de participación para poder conectar adecuadamente con las diferentes tipologías de actores, puesto que es necesario adaptar los instrumentos de participación a la idiosincrasia de cada uno de los actores que es diferente. Cuando se utiliza un solo instrumento o modo de participación para una política o proyecto, sólo caben dos posibilidades: o se está utilizando la participación como medio de legitimación de decisiones ya tomadas, o no se conoce bien los mecanismos de participación. 

• Elaboración. A partir del conocimiento de los intereses y demandas, convertidos en criterios de actuación se elabora el proyecto o política intentando aglutinar respuestas a los intereses o demandas legítimas del mayor número de actores y sectores de la ciudadanía, a ser posible pudiendo tener grupos de contraste y asesoramiento de actores y de personal especializado. Es esencial gestionar el proceso participativo de tal modo que no se demanden proyectos concretos, sino que se identifiquen las demandas e intereses a los que debe responder el proyecto. Siempre hay más de un proyecto posible para alcanzar un objetivo social, y por ello son las personas expertas, los equipos técnicos los que deben elaborar los proyectos en base a los intereses mayoritarios de los distintos sectores de la ciudadanía. Es absurdo que un proceso de elaboración e incluso decisión sobre proyectos técnicos se plantee en un proceso participativo. También es una insensatez que un proyecto para una ciudad que debe ser útil a la ciudadanía se elabore bajo los criterios de una persona o equipo por muy prestigioso que sea internacionalmente. 

Cualquier proyecto debe responder a los intereses de la gran mayoría de los actores y sectores de la ciudadanía implicados. Otro absurdo es comprometerse a qué un proyecto solicitado directamente por la mayoría de los sectores de la ciudadanía implicados en el mismo se pueda aprobar directamente por el gobierno municipal, sin que a nivel técnico se disponga de un proyecto o proyectos que pueda hacerlos viables. La decisión es política, no técnica, pero siempre la factibilidad debe de ser avalada técnicamente. 

• Explicación. Una vez elaborados los programas o proyectos que recogen la realización de los intereses y demandas de la mayoría de los actores y sectores de la ciudadanía implicados en los mismos, es preciso explicar y mostrar lo más importante: como han sido recogidas sus demandas en el proceso participativo, y gestionar las últimas recomendaciones o demandas en un proceso participativo. Una vez el proyecto estará listo para ser aprobado, y existen las condiciones para fomentar la implicación ciudadana en el desarrollo y gestión del proyecto. 

• Ejecución. La ejecución de un programa o proyecto es el último paso. Ahora bien, la gran diferencia de ejecutar un proyecto seguido de un proceso participativo como el que hemos señalado es que puede ser un proyecto coproducido que articules los recursos económicos o humanos de distintos actores Este enfoque a los procesos participativos, cuándo se aplica, cohesiona socialmente la ciudad, aglutina a la gran mayoría de actores y sectores en un misma política o proyecto de ciudad. Para finalizar este apartado, no se puede dejar de denunciar la insensatez tan habitual en muchos gobiernos locales de disponer de normativas bien detalladas de todos los procesos participativos. Sin duda se hace con muy buena intención: 
se trata de dar garantías a la ciudadanía sobre que va a existir participación y como esta se va a producir. Pero, se comete un grave error, se homogenizan los procesos de participación en todas las políticas públicas, y esto en una ciudad compleja y en proceso de cambios permanentes inflexibiliza, burocratiza los procesos de participación y disuade a la ciudadanía de implicarse en los mismos. La solución es fácil, se trata de establecer unos criterios de actuación flexibles para que puedan ser adaptados en los procesos participativos en las políticas públicas. 

III. La gestión de la participación en la buena gestión de los conflictos. Un sistema de participación que contenga todos los requisitos y características de la participación como instrumento de cohesión social, puede ser un buen instrumento de prevención y sobre todo de buena y transparente gestión de conflictos. Buena gestión en el sentido que contribuye tanto al cambio por la realización de proyectos, y favorece, además, la cohesión social. En efecto, si disponemos por cada tema, supuestamente conflictivo, un buen análisis de actores y sectores de la ciudadanía implicados, con conocimiento de sus intereses, y, por tanto, conociendo como determinadas políticas pueden beneficiar a unos y a otros, se puede configurar la actuación o la política más ampliamente aceptada. Esto posibilita que puedan hacerse visibles todas las fuerzas que apoyan, y las pocas que se oponen. 

Por tanto, en cualquier decisión que se tome se muestra el abanico de actores y sectores de la ciudadanía que dan su apoyo, y, en consecuencia, aísla al adversario que disponga de argumentos poco razonables, ya sea porqué defiende intereses poco claros o muy ideologizados.
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1 El presente artículo es la parte esencial del capítulo 9 del libro de Pascual, J.M., 2020, Las paradojas de la gobernanza: la gestión de la complejidad y el cambio en las ciudades, Ed. Hacer, Primera edición. Barcelona.
2 Ver el libro de Maquiavelo, N. El príncipe, especialmente el capítulo 8.


“Ante el pesimismo de la inteligencia, 
optimismo de la voluntad” 
Antonio Gramsci

Anteriormente ya mostramos la importancia del sistema de percepción y reacción de la ciudadanía (SPRC) como una de las dimensiones claves para la gobernanza democrática de la ciudad y en especial para involucrar a la ciudadanía en el “hacer ciudad”. Y como éste promueve que se active la participación activa de los ciudadanos o su desvinculación con la marcha de la ciudad, y cómo dichas participación/desvinculación explican respectivamente el auge y la decadencia de ciudades concretas, que se tomaron como ejemplos ilustrativos. También mostramos cómo los gobiernos locales con una políticas específicas, basadas en la gobernanza democrática, impulsaron el desarrollo de sus ciudades aún en las peores condiciones del medio urbano y de su entorno político y social.

En este artículo nos centramos en aplicar las tesis anteriormente sostenidas para indicar una estrategia, para que los gobiernos locales puedan afrontar con mayor éxito la situación de crisis.


La reflexión sobre la capacidad de incidir y fortalecer, desde el gobierno local, el compromiso entre los actores y la implicación de la ciudadanía, como principal fuerza generadora de desarrollo, adquiere una importancia renovada en el contexto actual.
La crisis económica que esta aconteciendo en el mundo desde el año 2008 (aunque sus indicadores iniciales arranquen en verano del 2007 en EEUU) se debe según un amplio consenso: a la quiebra del sistema financiero internacional y al estallido de la burbuja económica del sector inmobiliario, y esta produciendo aparte de una crisis bancaria y bursátil, una recesión global y, en particular, del comercio mundial, una gran pérdida de puestos de trabajo, un crecimiento de flujos de capitales hacía oriente, y un crecimiento de la deuda pública mundial.
Es una crisis externa a la dinámica de no pocas ciudades, pero de la manera como se aborden desde la ciudad los retos sobre el sistema productivo, social, tecnológico y energético, dependerán no sólo los impactos económicos y sociales que producirá la crisis sino el tipo de desarrollo urbano que emergerá con posterioridad a la misma.

En nuestra opinión la manera de afrontar la crisis debe integrar tres ejes de intervención:

Protección: La toma de decisiones para afrontar los efectos más importantes de la crisis y su impacto en los sectores más vulnerables en coherencia con la estrategia de desarrollo futuro de la ciudad (promoción)
Promoción: Los contenidos económicos, sociales, tecnológicos y energéticos de las estrategias y políticas que se adopten para afrontar la crisis en la perspectiva del desarrollo estratégico posterior.
Percepción: Las estrategias de participación, educativas, y de comunicación para intensificar el compromiso de los actores y la ciudadanía con respecto a la ciudad en una situación de mayor vulnerabilidad y desvinculación de las esferas de trabajo, renta, vivienda, salud, educación para amplios sectores de la ciudadanía, y que se traducen en la percepción por parte de la ciudadanía de sensaciones amenazantes, decepcionantes o de impotencia para estos importantes sectores de la ciudad.

Ahora bien este planteamiento centrado sobre el papel del gobierno local en la ciudad, es desafortunadamente minoritario. La mayoría de las recomendaciones se centran en las políticas que deben hacer los ayuntamientos para reducir sus gastos e incrementar los ingresos, así como el aprovechamiento de la crisis para reducir estructuras administrativas e incrementar la productividad de sus servicios y favorecer la cooperación pública y privada en la producción de bienes y servicios financiados con fondos públicos. Sin menospreciar en absoluto esta perspectiva, y haciendo nuestras en no pocos casos sus acertadas recomendaciones, esta perspectiva concibe aún a los ayuntamientos como proveedores y gestores de servicio, y el impacto sobre la ciudad se entiende como consecuencia de la acción de estos servicios.
Si una cosa esta dejando muy claro esta crisis, es el hecho ya anticipado desde hace varios años por AERYC (África-América-Europa de Regiones y Ciudades)  entre otros, que no existen ni existirán recursos públicos suficientes para dar respuestas a los crecientes retos y complejas necesidades que se plantean a la ciudadanía. Un gobierno local que no se plantee quedar deslegitimado, por quedarse centrado en sus competencias y recursos, que cada vez serán proporcionalmente inferiores a los desafíos sociales, deberá asumir un papel promotor y dinamizador del conjunto social para que colectivamente se puedan asumir estos retos.
1. La perspectiva de protección y promoción

En esta perspectiva, existe un cada vez más amplio consenso en reconocer la necesidad de definir y liderar, desde los gobiernos locales, la respuesta de la ciudad frente a la crisis. Una respuesta que debe sustentarse en la orientación de las políticas económicas, sociales y tecnológicas necesarias para abordar las consecuencias de su impacto en el corto plazo, y al mismo tiempo, garantizar el desarrollo en el escenario post crisis. Ahora bien estas estrategias locales sólo se refieren a la actuación en el medio urbano, son estrategias de intervención en la condiciones en las que se desarrolla la existencia de la ciudadanía, pero aún no se tiene en cuenta el papel que juega la ciudadanía y su potencial para transformarlas. Es decir, se plantea abordar la crisis desde la perspectiva protección y promoción pero no desde la percepción.

Así, por ejemplo, en un excelente trabajo la red mundial de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU) expone el resultado de una encuesta a los gobiernos locales de todos los continentes de las medidas sobre las iniciativas tomadas para hacer frente a la crisis. El resultado es un amplio abanico de medidas de todo tipo sin duda condicionadas por la situación económica y social de la ciudad y el nivel de competencias de los ayuntamientos. Las principales medidas más comunes tomadas por los gobiernos locales a nivel mundial se agrupan en cuatro ámbitos:

Población y el mercado laboral. Las medidas tomadas son: Inversión en mano de obra, cortes o congelación de impuestos, iniciativas sociales, apoyo a personas vulnerables.
Capacidad de recuperación económica: Apoyo a las pymes, reducción de impuestos y promoción del turismo.
Calidad del lugar: Prestamos a la inversión, financiamiento a la innovación, y asociación público-privada.
Estrategia a largo plazo: Revisión de la estrategia, Promoción de la innovación, inversión en el sector verde e infraestructuras, posicionamiento distintivo.
Gobernanza: Alineamiento con el gobierno regional y nacional, ajustes presupuestarios, ahorro de costes.

Pero entre dichas medidas, la mayoría de protección, no se identifican y ni siquiera forma parte de la encuesta, las iniciativas locales en relación a la mejor y mayor comprensión de la crisis por parte de la ciudadanía ni sobre como alcanzar un mayor compromiso con ella en estas situaciones.
El tema es de un gran interés para los gobiernos locales relacionales, puesto que es tan importante conocer como afecta la crisis a la ciudadanía como la reacción de la misma ante las nuevas situaciones, y de manera especial los principales actores económicos y sociales.

2. La percepción ciudadana de la crisis 
y sus consecuencias.

La percepción ciudadana de una situación de crisis económica implica, en líneas generales y para amplios sectores de la ciudadanía, tres tipos de representaciones significativas:

Una sensación de amenaza, de futuro incierto, inseguro.
Un sentimiento de decepción.
Un sentimiento de impotencia y rabia si han sufrido las consecuencias de la crisis.

Ante estas representaciones amenazantes, decepcionantes, o de impotencia ante la crisis , las reacciones de la ciudadanía más comunes, que se oponen a un comportamiento creativo y adaptativo-positivo ante los retos, son:

Los que se sienten inseguros, la mayoría tiene la tendencia de evitar implicarse en cualquier empresa o acción debido a dicha inseguridad ante el futuro, y delegan la solución en los demás, y en particular en el propio gobierno.
Los que se sienten decepcionados hacía si mismos, hacía los otros o hacía la sociedad en general como consecuencia de haber sufrido las consecuencias de la crisis, asumen una posición de victima de las circunstancias y se lamentan o quejan pero no se implican ni responsabilizan en la respuesta a dichas circunstancias. En este caso al igual que el anterior es una ciudadanía que renuncia ante lo que se le propone.
En los casos en que se sufre de una sensación de impotencia, a menudo es vivida como injusta y exigen, a través de una actitud de hostilidad y rechazo hacía los gobiernos, inmediatez a la solución de los problemas.
Estas son actitudes desactivadoras del papel de la ciudadanía en general y de los principales actores económicos y sociales, sin duda agravan la situación de crisis y retardan la salida de dicha situación.
Estas emociones y sentimientos ciudadanos señalados están en la base de las dos salidas negativas a las crisis de las instituciones, identificadas por el gran economista keynesiano: Albert O. Hirschman . La primera denominada “Salida” describe la situación de huída, evasión, abandono en que se cierran las empresas, los comercios, la fuga de capitales, la evasión de impuestos, etc. La “Salida” se basa en los sentimientos de decepción e impotencia. La otra alternativa negativa señalada por Hirschman: “Voz” se refiere a la reivindicación pública y la conflictividad social, es decir la protesta airada y la exigencia de responsabilidades a terceros. La “Voz” se fundamenta en el sentimiento de rechazo y en alguna medida también en el de impotencia .

A menudo, evidentemente sin saberlo los gobiernos locales, actúan transmitiendo mensajes que agravan la desconfianza y la desactivación ciudadana, y refuerzan las respuestas negativas ante la crisis. Entre estas actitudes figuran como más frecuentes las siguientes:

Negar la crisis y sus efectos o no reconecerla con claridad en todas sus dimensiones. Es una actitud muy común entre los gobiernos en los inicios de la crisis, porque piensan en su posible responsabilidad en la misma. Es una actitud inadecuada porque la materia prima de la percepción son los datos que proporcionan los sentidos, y la realidad del decrecimiento de la renta, el aumento del paro, la quiebra de empresas etc. es un dato que será más pronto o más tarde completamente reconocido, y al serlo se quebrará la confianza en el gobierno o bien aumentará la desconfianza y el rechazo. Se impide además la toma de medidas para hacer frente a la situación y que pueden terminar con la recesión de la demanda.
Evitar el tema y delegar la solución en actores exteriores a la ciudad indicando que la ciudad poco puede hacer. Esta comunicación introduce el fatalismo e inhibe la acción. Esta actitud tiene grandes consecuencias hacía el futuro porque impide sentar las bases de un nuevo tipo de desarrollo en la ciudad.
Hablar continuamente de la situación de crisis y vulnerabilidad, también es contraproducente, y en especial, si se carece de un proyecto concreto para afrontarla, y si se habla mucho de la gravedad de la situación como justificación a problemáticas económicas y sociales de la ciudad para justificar medidas poco populares como subidas de impuestos y tarifas o recortes en los gastos sociales. Esto impacta en el SPR de la ciudadanía generando aún más inseguridad.
Las respuestas comunicativas de los gobiernos locales más idóneas para ampliar el nivel perceptivo y posibilitar el mayor compromiso posible con la ciudad, dependerán del tipo de sistema perceptivo-reactivo predominante en la ciudad, configurado a partir de las interacciones entre los Sistemas de Percepción y Reacción de la Ciudadanía (SPRC) de los distintos grupos sociales en la ciudad. Adelantamos, no obstante una serie recomendaciones generales para que los gobiernos locales puedan afrontar la crisis con la máxima involucración de la ciudadanía:

Identificar con objetividad y claridad la situación de la ciudad. A menudo no es fácil reconocerla, pero sin duda si somos conscientes de ella se puede gestionar mejor. Es clave reconocer tanto las debilidades y peligros como las fortalezas y oportunidades de las que se dispone para resurgir de la situación desfavorable.
Reconocer el SPRC predominante, las emociones y sentimientos mayoritarios. Por ejemplo, las inseguridades y posibles situaciones de decepción que acontecen en la ciudad y afectan a amplios sectores de la ciudadanía. Reconocer los problemas no es signo de debilidad, sino la condición de poderlos resolver. El primer paso para poder convertir nuestros límites en recursos es siendo conscientes de nuestras vulnerabilidades. Debe de tenerse en cuenta que la ciudadanía se fortalece cuando afronta sus miedos e inseguridades, y se debilita cuándo quiere evitarlos porque antes o después se da cuenta de que es imposible de que desaparezcan al persistir las condiciones externas que los generan. La situación de inseguridad o miedo debe ser referido claramente a un objeto o situación concreta y precisa, de lo contrario se convierte en angustia y es de muy difícil gestión .
Apelar a la memoria de la ciudad. Mostrando, si es posible, situaciones aún peores en que la ciudad salió adelante con la colaboración ciudadana. Esto genera confianza en las posibilidades de la acción de la propia ciudad.
Activar los factores de resiliencia ciudadana y la disposición de un proyecto estratégico claro y enraizado en la situación de la ciudad, son sin duda como veremos seguidamente, los principales elementos para lograr una transformación de la ciudad.
Por lo que hemos señalado podemos comprobar, una vez más que la información más objetiva, veraz y comprensiva para con la ciudadanía es la que mejores resultados da en términos de desarrollo urbano y de compromiso ciudadano. La responsabilidad social de la ciudadanía difícilmente es compatible sin una actitud de honestidad del gobierno o sin una comunicación clara y veraz, pero a la vez motivadora del compromiso social.

3. El desarrollo urbano: 
Activar la resiliencia ciudadana 
+ un proyecto estratégico.

El término resiliencia si bien tiene el origen en la física y es una propiedad opuesta a la fragilidad, es decir, cuanto menor es la fragilidad de un material ante los choques mejor es su resiliencia. El término se empezó a utilizar frecuentemente a partir de los años en el campo de la psicología, y concretamente en el estudio de la marginación infantil. La finalidad de las investigaciones sobre resiliencia era comprender e identificar los factores por los que unos niños sometidos a situaciones sociales muy adversas habían logrado afrontarlas con éxito, y en cambio otros, la mayoría, había caído en situaciones de marginación o exclusión social. E. H. Grotberg directora de un importante estudio internacional sobre resiliencia definió este concepto como: “la capacidad humana para enfrentar, sobreponerse y ser fortalecido o transformado por experiencias en la adversidad”
El éxito del concepto y la nueva perspectiva que da a las investigaciones en diferentes ámbitos ha hecho que el término se aplicara a la sostenibilidad ambiental, al mundo empresarial, a la salud, y también en el ámbito de las ciudades. Pero como ocurre con tantos conceptos al ponerse de moda y no estar precedidos de una definición conceptual precisa se han malversado, y se ha confundido el término de resiliencia con resistencia, o bien, como prevención ya sea en el ámbito de la salud, de la sostenibilidad ambiental o de la adversidad empresarial y urbana. Es decir, se ha malversado porque se han confundido los factores resilientes con los preventivos o de protección, los cuáles son tanto o más importantes pero, está claro que no son los mismos. Dada la importancia y la novedad de enfoque que aporta el término resiliencia, no se puede sino redefinirlo y aplicarlo como es debido a la investigación en ciencias naturales y sociales.

En un estudio brillante de resiliencia sobre niños y adolescentes en situación de marginalidad de B. Cyrulmik titulado “los patitos feos” en alusión al cuento de H. C. Andersen en que el patito más feo se convierte en el más bello de los cisnes, se señalan haciendo referencia a los niños resilientes tres elementos que captaron nuestra atención:

Siempre hay adaptación al trauma social o psicológico lo que en un caso puede ser brutal y les marginará cada vez más, y en otros puede ser beneficiosa en términos sociales y de fortalecimiento de sus capacidades humanas.
La adaptación beneficiosa ha dependido de la representación que se ha hecho la persona de sí misma y de las posibilidades de transformar la situación “no es la desgracia la que se vuelve agradable. Es la representación de la desgracia la que demuestra el dominio del trauma y su distanciamiento en tanto que obra socialmente estimulante”
La transformación significa una actuación dirigida tanto sobre el medio como sobre la representación. “Al actuar sobre lo real tanto como sobre la representación se consigue modificar las dos conmociones que provocan el trauma” “Hay que comprender (de una determinada manera) y actuar para desencadenar un proceso de resiliencia”.
También pudimos comprobar que los factores resilientes que incidían en una representación de la situación que favorecía su adaptación positiva eran los mismos en Cyrunlik y Groteberg pero también en otros autores que habían estudiado el tema en profundidad: A. Melillo, E. N. Suarez Ojeda entre otros.

Por nuestra parte analizamos dos ciudades claramente resilientes: Bogota (1996-2007) y Medellín (1996-2009) en Colombia es decir que habían progresado notablemente en épocas de gran adversidad en que la mayoría de las ciudades del País entre ellas Calí y Cartagena de Indias habían sufrido un gran retroceso: Observamos que ambas, en el periodo de mayor prosperidad, habían actuado prioritariamente en la ciudadanía. Bogotá con un proyecto de cultura ciudadana, y Medellín con un proyecto educativo . Comparamos los factores de resiliencia encontrados con los mensajes comunicativos de las Alcaldías, e identificamos que en Bogotá y Medellín se habían transmitido los siguientes mensajes y actitudes comunes, que consideramos esenciales para desplegar en las ciudades la resiliencia ciudadana frente a la crisis.
Valoración del ciudadano y la importancia de su compromiso en el hacer ciudad: En la producción y el uso del espacio público, en la movilidad, en la convivencia y solidaridad.
Autonomía y confianza en las posibilidades colectivas y de cada persona. El gobierno da los medios para que el ciudadano ejerza sus derechos y desarrolle sus propios proyectos. Las realización de los proyectos del gobierno no se presentan como muestra de su buen hacer y capacidad de gestión sino como medio para que la ciudadanía haga ciudad.
Autoestima para con la ciudad y con la ciudadanía. Se muestra la importancia de la ciudad, sus posibilidades y sus oportunidades. El reconocimiento presente o pasado pero que puede volver, y el protagonismo ciudadano y no de gobiernos y líderes en las más reconocidas etapas de la ciudad.
Seguridad en el avance de la ciudad en un futuro inmediato mediante una ciudadanía protagonista y comprometida, y valoración de los avances que se dan en base al compromiso ciudadano, y a la apropiación ciudadana de los espacios y bienes públicos de la ciudad.
Estos mensajes resilientes sólo actúan en la ciudadanía, si el gobierno que los emite, como hemos comentado, tiene una clara legitimidad por parte de la ciudadanía y un claro reconocimiento de su honestidad como ocurrió con los gobiernos de las ciudades señaladas. Por otra parte se puede constatar la semejanza entre los factores de resiliencia y los elementos culturales de la ciudadanía que permitieron a las ciudades dar un importante salto en su desarrollo que señalamos en el artículo anterior.

Ahora bien para transformar la lucha contra la crisis en una estrategia para encaminar la ciudad en la modernización social y productiva, y sentar las bases de un desarrollo sostenido y sostenible, es preciso dotar a la ciudad de un proyecto estratégico viable para encaminar la acción resiliente de la ciudadanía. Un proyecto estratégico que tenga las siguientes características:
Que la estrategia sea compartida entre los principales actores y sectores de la ciudadanía, y debe contar con el compromiso de acción para actuar en función de los ejes estratégicos y criterios de actuación y desarrollar los proyectos clave. Es clave incorporar conocimiento sobre la ciudad y sus retos a todos los sectores, y asegurar la flexibilidad, la creatividad y la inclusión de todo tipo de ideas.
Que la estrategia responda a las necesidades y retos de la ciudadanía y debe contar con su soporte social, para lo que es necesario que el proceso de elaboración se haya asentado en una amplia participación ciudadana.
En el proceso de elaboración estratégica se deben generar nuevas redes sociales y fortalecer los vínculos sociales existentes.
El liderazgo para la articulación del proyecto estratégico compartido debe ser del ayuntamiento en tanto representante democrático de la ciudadanía, y por tanto, con la legitimidad con articular un proyecto estratégico, a partir de los intereses legítimos del conjunto de los actores y sectores de la ciudadanía.
En la situación de crisis y contención del gasto público es mas necesario que nunca:

Priorizar mediante el acuerdo entre los principales actores y sectores de la ciudadanía, los principales proyectos claves o estratégicos, que no haya una decisión unilateral y descoordinada del resto de los actores, puesto que ello resta sinergia a las inversiones en capital físico, humano y social.
Establecer la cooperación publica- privada y con la iniciativa ciudadana para el desarrollo de proyectos en red que sumen recursos y articulen respuestas más globales.
Fortalecer el compromiso activo de la ciudadanía para que asuma plenamente sus responsabilidades en el hacer ciudad.
Se trata de mejorar la capacidad de organización y acción compartida de la ciudad, y generan relaciones de confianza entre los actores, y posibilitan el logro de una mejor situación en el futuro contando con el compromiso y la colaboración del conjunto de la ciudad. Es decir se refuerzan los factores de resiliencia de la ciudadanía dotándola de una perspectiva de acción transformadora.
Las finalidades del proyecto estratégico son las de conseguir una ciudad que avance en términos comparativos con otras ciudades del entorno, en lo económico y tecnológico a partir de la innovación y la cohesión social y territorial.

Cada ciudad deberá encontrar las características propias, que la singularicen en el sistema de ciudades regional, nacional e internacional, de tal modo que su competencia como ciudad se establezca por su capacidad de articularse a las distintas redes de flujos entre ciudades.
Para elaborar un proyecto estratégico compartido y específico de ciudad, es aconsejable que los actores urbanos se interroguen acerca de los aspectos claves para el desarrollo estratégico de la ciudad. ¿Cuáles son los factores que nos han llevado a ser la ciudad que somos en población, economía, territorio y sociedad? Y toda una batería de temas a responder: 
  • ¿Cómo y a través de que proyectos y criterios de actuación podremos: establecer un modelo productivo más diversificado, más sostenible y generador de ocupación de calidad?
  • ¿fortalecer los sistemas de I+D+I en la ciudad?
  • ¿obtener el máximo aprovechamiento de las infraestructuras y servicios de un territorio y desarrollo de nuevas inversiones?
  • ¿identificar, generar internamente y atraer talento, y fortalecer la creatividad en todo el territorio y en todos los sectores sociales?
  • ¿dotarnos de más, mejor tiempo para la ciudadanía y mejor distribuido por genero y procedencia territorial, social y cultural?
  • ¿mejorar el capital humano y desplegar mecanismos para asegurar la formación permanente y a lo largo de toda la vida de la población?
  • ¿identificar las estrategias clave para la mejora de la inclusión social?
  • ¿establecer un urbanismo razonablemente compacto, sostenible y productivo, generador de espacios públicos de encuentro y convivencia?
  • ¿fortalecer de las redes sociales y clusters económicos?
  • ¿desarrollar políticas de interés común de tipo supramunicipal o si se prefiere intermunicipal?
Se trata de establecer una estrategia que englobe medidas de protección y promoción de la ciudad pero también de percepción. Unas estrategias de percepción ciudadana con la finalidad de activar los factores resilientes para lograr un compromiso cívico en el hacer ciudad. Esta son las tres “P” (protección, promoción y percepción) de las que pueden disponer los gobiernos locales para afrontar la crisis, no sólo sin renunciar, sino reforzando sus posibilidades de progreso y la calidad de su democracia en el futuro inmediato.
La superación de la crisis (que es internacional y no mundial, al afectar sólo a Norteamérica y Europa) en las ciudades dependerá en buena medida del escenario internacional que se acabe imponiendo. Todo parece indicar que la crisis no será corta porque aunque se haya detenido en buena medida el estallido de la burbuja financiera y la epidemia social de pánico crediticio que conllevó. Queda el importante pago de la deuda pública generada por el flujo de dinero público hacía el sistema financiero, lo la reducción del gasto público, el incremento impositivo, al que se puede sumar un incremento de la inflación consecuencia del nada improbable incremento del precio de la energía (petróleo, electricidad, gas, etc.) y de la inflación resultante de la actual política de inyección de liquidez a los bancos (tipos nulos de interés y facilidades crediticias). Todo ello, en ausencia de otros factores que en este momento no se tienen en cuenta, frenará la recuperación del crecimiento económico y la generación de empleo.

¿Para que sirve entonces que las ciudades lleven a término una política como la política que desde aquí se aconseja si hay tanta dependencia del escenario internacional? La utilidad es fundamental por varias razones: La crisis no afecta igual a todas las ciudades, y en especial en el bienestar social y cultural de la ciudadanía, y ello depende en gran medida de lo que estas hacen. En segundo lugar la recuperación no se producirá con la misma intensidad en todas las ciudades, dependerá en buena medida de las transformaciones y modernización del modelo productivo y social. En tercer lugar dicha modernización dependerá el liderazgo de la ciudad en los sistemas de ciudades en los que forma parte.
El modelo de fortalecer la resiliencia ciudadana para desarrollar un proyecto urbano de modernización productiva y social que planteamos, permitirá preparar a la ciudad para hacerla avanzar ante los retos económicos, tecnológicos, de conocimiento, de creatividad, de convivencia y cohesión social necesarios y comunes a cualquier escenario de futuro. Además a través de este modelo se desarrollara el nuevo modo de gobernar capaz de afrontar los nuevos desafíos en las ciudades: la gobernanza democrática.






*VER+:

 
  ''El error es más que el vicio el que pierde a las Naciones, porque son las ideas las que mueven a los pueblos. De tal manera que son los errores que pertenecen al mundo de las ideas, los que más destruyen las sociedades. Más aún que los vicios, porque los vicios contamos con que pertenecen a nuestra naturaleza. Pero cuando vienen reforzados a través de la construcción de un sistema de pensamiento falso, que precisamente lo que hace es potenciar esa corrupción, ese vicio, e impedir que sea combatido y sea atacado, pues la situación es mucho más difícil, mucho más compleja, mucho más pavorosa''

''¿Que hechos la dificultan, la que constituyen ese error, que es más que el vicio el que pierde a las Naciones?:
El espíritu revolucionario, el desprecio por las costumbres nacionales, la debilitaciones de las autoridades sociales, de las autoridades locales, la exagerada intervención de legistas y funcionarios en detrimento sistemático de las libertades locales, la influencia anormal de los profesionales de la palabra y la pluma, la corrupción del lenguaje y el abuso de algunas palabras: "progreso", "igualdad", "libertad", "democracia". La exagerada importancia a la forma de gobierno y la Constitución escrita''. Pierre Guillaume Frédéric le Play- La réforme sociale 1864


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