Edadismo:
la discriminación por edad y sus causas
La edad no es el problema sino la actitud, el estereotipo negativo y discurso hacia ella.
"ES MÁS FÁCIL DESINTEGRAR UN ÁTOMO
QUE DESINTEGRAR UN PREJUICIO".
Albert Einstein
Mayores de 45, absténganse
Una sociedad que no reconoce el talento de las personas no ya mayores, sino de mediana edad, está enferma.
El edadismo es una de las tres grandes formas de discriminación de nuestra sociedad, por detrás del racismo y el sexismo.
En el Plan Internacional de Acción de las Naciones Unidas, en abril de 2002, se sitúa la problemática del maltrato hacia las personas mayores dentro de la violación de los Derechos Humanos Universales.
Nos enfrentamos a un fenómeno de envejecimiento poblacional nunca antes visto, y será uno de los retos fundamentales de nuestro siglo dar las respuestas adecuadas a esta nueva situación. La vejez no es una enfermedad sino una fase de la vida, y deberíamos, en consecuencia, ser capaces de construir una sociedad para todas las edades. Todo dependerá de la construcción social que realicemos en torno al envejecimiento. ¿Adoptaremos la “venerable ancianidad” tradicional de la cultura china o apostaremos por la “triste vejez” de la sociedad griega?Por ahora, nuestra imagen social de las personas mayores es bastante pobre y ausente. En una sociedad individualista como la nuestra, cumplir años se relaciona con mayores posibilidades de vivir en soledad, y es por ello que el aislamiento social ha alcanzado la categoría de problema de salud pública en Occidente. Una sociedad que no reconoce el talento, la belleza y la sabiduría de las personas no ya mayores, sino de mediana edad, está enferma. Otorgar respeto, prestigio y valor se impone como obligado para evitar tanto dolor humano, completamente injusto e innecesario.
Existe una obsesión patológica con la juventud, con mantener a toda costa un aspecto y actitud que se asocia con la belleza y el éxito. Por otra parte, se desprecia a quienes no se consideran productivos y se observa que para muchos trabajos, si tienes más de cincuenta años, «no vales», sin valorar la experiencia u otras cualidades que se adquieren con la edad.
Vivimos, además, en una sociedad donde priman las personas que más consumen, y las personas de la tercera edad no suelen ser muy consumidoras, al contrario, se suelen ver como una carga económica para las familias y el estado
Otro aspecto no menos importante es el de la muerte, inevitablemente unido a la vejez. En tiempos no muy lejanos las muerte estaba presente en la vida de forma más cotidiana y natural, formaba parte de los ritos y aprendizajes, pues las personas mayores morían en sus casas y los velatorios eran un acontecimiento que se organizaba en el salón.
Necesitamos una reflexión en este tema, hacer pedagogía y tratar de quitar el peso excesivo que tienen tanto la juventud como la vejez, la primera sobrevalorada en muchos aspectos y la segunda infravalorada en otros.
Erradicar el edadismo presente en el discurso hacia el adulto mayor constituye un reto fundamental para propiciar un cambio de actitud hacia este grupo etario. Intervenir en los sistemas que lo perpetúan es clave para lograr esa transformación.
CONTEXTUALIZANDO EL PROBLEMA
Envejecer es un hecho biológico innato a los seres vivos. Los avances científicos y tecnológicos han permitido extender cada vez más el periodo orgánico de la vida. Sin embargo, el fantasma de los prejuicios y estereotipos negativos asociados a la vejez ha hecho que se instaure en el paradigma postmoderno la gerontofobia o la fobia o miedo a envejecer. Y es lógico temer si se cree que esa extensión extra de vida será una experiencia amarga y excluyente (aludiendo a recuerdos pasados y a una sociedad obsesionada con lo joven, dinámico y moderno).
Si bien hay avances en la lucha contra la imagen social negativa de los adultos mayores y la cada vez más presente promoción de un envejecimiento activo y saludable, el traspaso lingüístico incorrecto y la falta de educación social en gerontología desde la infancia, sumado a la influencia de los medios masivos de comunicación que privilegian los aspectos sensacionalistas y negativos han contribuido al mantenimiento de enfoques sesgados que de ninguna manera favorecen la eliminación de los prejuicios arraigados en el colectivo social.
Por consiguiente, el uso de un lenguaje edadista es determinante sobre las posteriores actitudes hacia las personas mayores. En otras palabras, la edad no es el problema de fondo sino la actitud y discurso hacia ella.
CONSECUENCIAS DEL EDADISMO
En el trabajo titulado “Edadismo, consecuencias de los estereotipos, del prejuicio y la discriminación en la atención a las personas mayores. Algunas pautas para la intervención (2004)”, Andrés Losada explica cómo la influencia del pensamiento social negativo hacia las personas mayores interviene categóricamente en la percepción de la realidad, distorsionándola y llevando incluso a adoptar dichos mitos e imagen dominante que lleva a los mayores a comportarse de acuerdo con
este perfil que define lo que una persona mayor debe o no debe hacer. Todo esto conlleva inevitablemente a una pérdida cada vez mayor de independencia y a mayores índices de frustración, depresión y mortalidad anticipada.
Asimismo, Losada (2004) fundamenta estos efectos negativos presentando diversos estudios socio-laborales que demuestran que el edadismo, entendido como el conjunto y mantenimiento de estereotipos o actitudes prejuiciosas hacia una persona por el hecho de ser mayor (Butler, 1969) provoca la emisión de discursos edadistas, la expresión de actitudes edadistas y consecuentemente la realización de prácticas discriminatorias basadas en la edad (Losada, 2004). Lo que deja manifiesto la importancia del discurso en la posterior actitud hacia la vejez.
ELIMINAR LA GERONTOFOBIA
Para reducir el edadismo y el miedo a envejecer (gerontofobia) se tienen que producir cambios en los sistemas que lo perpetúan. Es decir, sistema económico, político, medios de comunicación, cultura popular, gobierno, instituciones, etc. Como decía Einstein, "Es más fácil desintegrar un átomo que desintegrar un prejuicio".
Para esta transformación sociocultural es imprescindible realizar políticas públicas y privadas “que incluyan el diseño, implementación y evaluación de programas dirigidos a reducir el impacto de las ideas y actitudes edadistas insertadas en la sociedad, a través de programas coordinados de investigación e intervención dirigidos a estos fines”(Losada, 2004, p.8).
En este sentido, desde las Naciones Unidas se ha hecho un llamado a hacer efectivas estas políticas bajo el lema »No dejar a nadie atrás», con motivo de la conmemoración del Día Internacional de las Personas de Edad celebrado el pasado 1° de octubre de 2014. El objetivo de esta consigna es, precisamente, fortalecer los derechos de las personas de edad y su papel en la sociedad como parte integral de su compromiso en la agenda para el desarrollo de 2015.
Atacar la raíz del problema es clave. La puesta en marcha de acciones educativas orientadas a la sensibilización, la lucha contra los estereotipos negativos, la eliminación de la discriminación (mental, discursiva y actitudinal) en función de la edad y la transmisión de una imagen y discurso público real y positivo sobre las personas mayores en los medios de comunicación deben ser la base que cimentará la dinámica de un envejecimiento activo y saludable, clave para el desarrollo de una sociedad para todas las edades
¿Qué es el edadismo?
En sí, el edadismo es un concepto bastante simple, y su definición podría ser, sencillamente esta: discriminación hacia las personas mayores, es decir, quienes pertenecen a la cuarta y tercera edad. Y es que al igual que ocurre con el racismo o con el sexismo, en el edadismo hay amplios grupos de población que se ven alienadas de la toma de decisiones más importantes, con lo que parece que otras generaciones hayan "colonizado" sus entornos de vida.
Además, el edadismo es un problema que se da en prácticamente en todas las culturas. Si bien en los países occidentales no se abandona a la gente en proceso de envejecimiento para que muera sin consumir los recursos de la comunidad, sí que es cierto que se sigue sometiendo a las personas mayores a medidas y actitudes claramente discriminatorias.
Ejemplos de edadismo en nuestro día a día
A continuación puedes ver algunas expresiones de edadismo que son tan comunes que muchas de ellas pasan como algo normal.
1. La falta de representación en televisión y cine
Más allá de la política, prácticamente cualquier contenido que llega a ser emitido por televisión o que se proyecta en cines cuenta con una clara falta de representación de personas mayores. O bien aparecen muy poco, o bien no tienen un papel importante en lo que se está contando. El motivo es que en medios tan basados en la imagen, la vejez no vende por ser considerada antiestética.
Así, las personas mayores carecen de referentes y no disponen de figuras que visibilicen sus problemas propios y su situación.
2. Las barreras arquitectónicas
Otro aspecto que discrimina claramente a las personas mayores es la presencia de barreras arquitectónicas, como escaleras empinadas o la ausencia de transporte público en espacios por los que es complicado caminar.
3. Discriminación laboral
Una de las muestras de edadismo más claras es la discriminación que sufren muchas personas mayores que quieren trabajar y que tienen la capacidad de hacerlo bien. El simple hecho de pasar de una cierta edad es una negativa en rotundo a ser contratadas, o cual significa que es complicado salir del paro. Además, esto lo sufre incluso gente que aún no ha llegado a los 60 años.
Por otro lado, como muchas veces las personas mayores viven más aisladas que personas de otras franjas de edad a causa de su falta de formación en nuevas tecnologías y por problemas relacionados con las barreras arquitectónicas, su organización política es complicada.
4. La estigmatización de la sexualidad en gente mayor
Este punto se parece bastante al primero, ya que se basa en una consideración edadista de lo que es estético y lo que es antiestético. La desnudez y la intimidad de las personas mayores se considera antiestética, y por consiguiente su expresión es amonestada socialmente, ya sea con rechazo claro o con burlas. La vejez es concebida como una etapa vital en la que hay que preocuparse por otras cosas que no sean el sexo; eso sí, quienes lo sostienen siempre son personas jóvenes o de mediana edad, que sí pueden disfrutar del privilegio de vivir abiertamente su sexualidad.
5. La condescendencia
La vejez es vista como equivalente de ignorancia y de falta casi absoluta de capacidad para pensar. Es por ello que a la práctica es muy frecuente tratar a quienes se han adentrado en la vejez como si fuesen niños de pocos años y estuviesen aprendiendo cómo funciona el mundo. Esto, por supuesto, es otro ejemplo de edadismo que puede pasar por una simple disposición bienintencionada a ayudar a los demás.
6. El control de sus condiciones de vida
Muchas personas mayores son vistas como gente incapaz de tomar decisiones por sí misma y que, por consiguiente, dependen de que otros realicen tareas de orientación. Es decir, la edad en sí misma es usada como excusa para coartar su libertad.
Los tipos de edadismo
La discriminación por cuestiones de edad se plasma tanto a nivel personal como a nivel institucional.
Edadismo personal
Consiste en creencias, actitudes y prejuicios que a la práctica dañan a las personas de más edad. Por ejemplo, la creencia de que las personas mayores no deberían poder votar.
Edadismo institucional
Se trata de un tipo de discriminación que está presente materialmente en aspectos objetivos de cómo funciona la sociedad. Por ejemplo, en la política de institucionalizaciones en centros para la tercera edad, que a veces puede ir en contra de la voluntad de personas mayores, o en leyes que ponen a la gente mayor desempleada en una situación de clara vulnerabilidad.
Edadismo
Teresa Baró
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