EL Rincón de Yanka: RECETA

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viernes, 11 de octubre de 2024

¿QUÉ ES UN SANCOCHO? 🍲

 

¿QUÉ ES UN SANCOCHO?

El otro día mi esposa y yo, hablábamos de cuando  llamábamos a Venezuela por teléfono y ella me contaba que sus hermanos  estaban haciendo un sancocho, mi esposa disfrutó su fiesta por teléfono y por Internet.

Mis nietas que estaban escuchando con antenitas, preguntaron: 

- Abuelo, ¿qué es un sancocho?

Y mi esposa le dijo: 

- Mi amor es una sopa, pero yo les contesté:

- No, mis niñas, no es solo una sopa, agua, carne y verduras, es mucho más que eso, para un Venezolano, un sancocho es  amistad, amor, fraternidad, besos, abrazos; es compartir con el vecino, con los amigos y con el que llegue, es probar aquí, probar allá, es parranda, es rumba, es navidad, es semana santa y carnaval es playa, aguardiente, ron, amigos, raticos, momentos, años que componen la felicidad del venezolano.

Es sol, llano, montañas y laderas, es manantial y río al carbón.

¡Es tambor y pescado, carne y verduras, es ricura, es familia, es amor hijas!.

Ellas me contestaron: 

- ¿Cómo puedes saber todo eso?

Y le contesté: 

- Porque ¡soy venezolano!, lo sé porque soy de allá y allá crecí y un Sancocho es un icono venezolano que nos identifica.

Me dijeron: 

- Abuelo, ¡nosotras queremos ser Venezolanas!, ¡haznos un sancocho!.

Les contesté: 

- Qué difícil es explicar las cosas sencillas de nuestra cotidianidad cuando se está lejos, qué duro es traducir el sentimiento, qué triste es luchar con la absorción de otra cultura, de otros iconos (McDonald, Chips filet, Wendy's,  Disney, etc).  

¡Qué dolor sentir  que se pierde nuestro idioma, nuestro acento, como perdemos de vista nuestros paisajes, qué amargo es mirar a lo lejos y no ver sino recuerdos, como vivir sin mis viejos amigos, mis hermanos, sin reunión familiar y sin un buen sancocho!

Atentamente,

Un VENEZOLANO en el exterior


La Venezuela de antes...

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lunes, 1 de marzo de 2021

EL GRAN LIBRO DE LA COCINA DE MI MADRE: AROMAS Y SABORES DE AMOR DE HOGAR 👵👪💕🍲🍛🍝


EL LIBRO DE COCINA DE MI MADRE PILAR,
"El Gran Libro De La Cocina" 1º Edición 1953 / Marta Beines

COCINA DE MADRE

Vuelve a tu casa en paz, cúbrela de cuidados,
pule tus ollas para que sean soles,
y piensa que nunca acabarás aunque te mueras.
Manuel Díaz Martínez

Hay humos de azafrán en la cocina
donde mi buena madre aún trajina,

a pesar de los años y las penas.
Disimula las lágrimas serenas

de unos ojos que vieron arder Troya,
en el efecto de picar cebolla.

Y aún dice su oración, agradecida
por el milagro incierto de la vida.


Prefacio
ROSA DE LOS MANJARES

La imaginación -hermosa de ángeles- abrió y cerró los ojos frente al fuego. La tentación de usar su potencia para liberar al ser humano de una de las formas más espantosas del tedio. "¡Ganarás el sustento con el sudor de tu fren­te!" La sentencia sería una sonrisa si no hubiera querido decir: "¡Ganarás el tedio con el sudor de tu frente!", por­ que comer por comer, por sustentarse, es repetir tres o cuatro veces al día el castigo del tedio que significa llevar­se a los labios, mascar y deglutir alimentos siempre iguales.

Pero el hombre sólo empezaba a ser rebelde cuando aceptó la manzana, fórmula frutal de la primera receta de cocina, del primer secreto, ya que después de gustar aque­lla poma, al oír que lo sentenciaban a ganarse el sustento, se dijo: ''¡Está bien, me lo ganaré, pero lo aderezaré a mi antojo!".  En  el Edén, los alimentos se tomaban como los condimentaba la mano divina en un todo igual a la forma como ahora los produce la tierra. La manzana se la había aderezado el demonio y ahora él tendría que ingeniárselas para seguir dando alas a su imaginación -·hermosa de ángeles- frente al fuego.

La salivación escasa o abundante le indicaba, mientras imaginaba, la bondad y delicia de cada manjar, y, tras saborearlo in mente, decidía llevar a la práctica su aventura. El gusto infinito que le proporcionaron los primeros hallazgos, siglos han pasado, es el mismo que experi­mentan los que huyendo del comer la misma cosa todos los días, buscan la variante, la sazón distinta, la tentadora sabrosura de la novedad que tanto se parece a la gloria.

Es hijo de la imaginación este arte de aderezar los alimentos a sabor y antojo con ayuda del fuego, arte diabólico hasta el momento de la redención del hombre por las especias del pan y del vino, instante en que la furia infer­nal que soplaba sobre las sustancias aplaca su tempestad de alimentar gigantes, convertida en soplo terrenal para alimentar seres pacíficos. En el banquete del hombre redimido del primer alimento carnal, interviene un elemento que pertenece a otro mundo, a otro soplo, al mundo de lo soplos divinos.

Pero la fuerza oculta del mal no se aviene a batirse en retirada con sus alimentos primarios, sustituidos por los que la imaginación adereza, ya en función de espíritu her­moso, y surge la alquimia, no sólo para buscar el oro, sino para producir la miel con que la araña de la vida teje el puente donde se va a Dios, alimento supremo. Se trituran en los morteros las materias más duras, la retortas con formas de estómagos de cristal digieren lentamente los cambiantes caldos y aparece como alcanzable realidad la quimera del almíbar de manzana convertido en juventud.

Los mares son manteles azules con encajes de espumas y por ellos van y vienen, en naos que son como bandejas, las especias.  ¿De qué islas las extraen? ¿En qué mundo de sueño y fábula cultivan plantas que flagelan la lengua de los Inapetentes, para despertarles el deseo del convivio? ¿Por dónde comenzar en la enumeración de las especias, por las raíces fragantes, secas como cuerdas en que sonaron los espacios y el tiempo, por las semillas terriblemente ciegas por fuera, y por dentro con ojos para verlo todo, por las hojas, por los tallos, por el zarcillo? Sabor que es más olor y aroma, que es más sabor. Lo demás se adivina. Desde que aparecen las especias, el cocinar se torna arte de adivinación. De la nariz a la lengua se descubren las cavidades sensitivas, adivinadoras de tos dones de las islas lejanas.

Ningún indicio todavía de lo que siglos más tarde reunirá en tablillas y papiros la gran ambición humana de permanecer en la sagrada ciencia de saber preparar los alimentos para la vida y más allá, para los muertos. Pero, en tanto esta ciencia pertenece sólo a los iniciados, hay otra más ingenua que pulula entre la gente del pueblo y se hace pueblo (piel de estómago es la patria), frágil y perdurable como el carbón de que se vale y complicada hasta donde necesitan serlo condumios que cuentan con la salsa del apetito. Y de este saber comer del pueblo, no de los banquetes para ahítos, nace el arte de la cocina en que la imaginación -hermosa de ángeles- recrea el milagro de combinar sabores para arrancar a la vida su aburridora imagen de ser cotidiana en las comidas.

Surge el mundo del manjar, y así como su presencia se acomoda a lo pictórico, habría que acomodarlo a la literatura, con la misma inocencia con que nació y perdura, incluyéndolo en las categorías poéticas del júbilo. No por menos celebran las mitologías el feliz encuentro de las virtudes del sustento sazonado a la medida del hombre, porque el sustento a la medida de los dioses es la palabra. Júbilo de la palabra y júbilo del comer gustoso al paladar. El hombre quedóse con los dos y es así como se nutre de hablar y oír hablar y de comer y ver comer cuando la compañía es la salsa más grata o más dulce de la mesa.

Y por eso, por la presencia de la palabra coronando el convivio, a cada plato convendría una conversación aparte, con lo cual llegaría a crearse la necesidad de agregar a los condimentos que lo forman y manera de servirlo, una bre­ve sugerencia de la parla que debe acompañarlo. Hay man­jares que necesitan la charla picaresca, aguda, otros el re­ cuerdo de anécdotas y otros el memorar viajes que traigan a cuento manjares degustados en lejanas latitudes.

De esos secretos, comidas de lejanas latitudes, está condimentado el libro que ahora nos entrega Marta Beines. La rosa de los vientos convertida en la rosa de los manjares, brújula para todos los gustos donde la imaginación se mue­ve de uno a otro de los puntos cardinales, entre los signos del zodíaco que son balanzas de pesar ingredientes culina­rios, raspadores de queso con lomos de escorpiones, vírge­nes con frutos en las manos, cabezas de joven y de niño en el cuerpo del hombre -ajo rodeado de leñadores, caza­dores, viñateros, pescadores, y el mundo de Aldafarín, mi cocinero, que es el de los placeres y banquetes, sin faltar Abril convertido en toro, los cangrejos suculentos (¿a que signo zodiacal corresponde el cangrejo?), los peces y las cornucopias...

Mis abuelos comían en los templos, mis padres en casa y yo donde el manjar sea bueno, porque voy de camino.
MIGUEL ÁNGEL ASTURlAS
Premio Nobel

Justificación

En materia de gastronomía ya hay mucho dicho y escri­to; una larga tradición oral y una vasta literatura constitu­yen el variado acervo de la cocina clásica.
Por ello es muy difícil someter al Juicio público un libro absolutamente original. Ante un planteo sincero de este aspecto, un tratadista veraz debe reconocer que no es más que un celoso recopilador de estos conocimientos. Su tarea consiste en seleccionar, de entre todas las experien­cias culinarias, aquellas que mejor se adapten al gusto ac­tual y también a los nuevos conceptos dietéticos, teniendo en cuenta las posibilidades económicas y prácticas del sec­tor humano a quien se dirija.

Aunque la sombra de Lúculo vague aún sobre la tierra y en las aspiraciones de todo "gourmet" sobrevivan deleito­sas apetencias, el fasto de las grandes mesas de otrora y de sus pantagruélicos menús pertenecen irremisiblemente al pasado.
Es necesario ajustar a la hora presente el amplio panorama de la cocina del mundo. Sería inútil proporcionar rece­tas de refinadas exquisiteces en las cuales se combinaran elementos desconocidos o inaccesibles para nosotros.
Con tal criterio, he procurado ofrecer, Junto a algunas creaciones inéditas. las especialidades consagradas interna­cionalmente y las expresiones más típicas de la cocina autóctona.

Simplifiqué al máximo las técnicas respectivas, tratando de que la exposición fuera clara y sencilla, y séame perdo­nado el tono imperativo empleado en la redacción de las recetas, en homenaje a una mayor concisión didáctica.
En esta edición se han incorporada, en busca de solu­ciones actualizadas, recetas económicas y nuevas secciones para agasajar en forma práctica y amable a los comen.sa­ les amigos.

M. B.

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lunes, 9 de septiembre de 2019

PELLEGRINO ARTUSI, PADRE DE LA COCINA ITALIANA Y COMPILADOR DE RECETAS 🍝🍲🍷

Las recetas del Risorgimento


«La ciencia en la cocina y el arte de comer bien», de Pellegrino Artusi, se convirtió con el paso de las décadas en la primera referencia culinaria de Italia, mucho más que un recetario 

En una selección, publicada no hace mucho por un diario nacional, de los 50 mejores libros de cocina que se pueden comprar en las librerías no encontré La ciencia en la cocina y el arte de comer bien, de Pellegrino Artusi (1820-1911), todo un clásico de la literatura italiana con 120 años de antigüedad. Sí figuraban en la lista La cocina y los alimentos, de Harold McGee, y el Larousse Gastronomique, dos obras capitales; tres recetarios nacionales indispensables, el Índice culinario, de Teodoro Bardají, y los popularísimos Manual de cocina de la Sección Femenina y 1.080 recetas de cocina, de Simone Ortega. Tampoco faltaban en la selección La cocina completa, con las recetas de la escuela francesa de Le Cordon Bleu, y El Practicón, la monumental obra de Ángel Muro. Estaban también entre ellos el espléndido Diccionario del amante de la cocina, de Alain Ducasse, algunos clásicos siempre apetitosos y otros absolutamente prescindibles por indigestos.


Pero no encontré, no señor, La ciencia en la cocina y el arte de comer bien, que además de recetas de cocina incluye referencias literarias y antropológicas, citas filosóficas, poemas y hasta un tratado de buenas costumbres. Se ha traducido a varios idiomas, ahora al español gracias a Alba Editorial, y apenas existe un hogar italiano sin un ejemplar de la obra. Se podría decir de él que es el libro que mejor representa a las cocinas regionales de Italia, con 790 recetas buscadas aquí y allá que durante mucho tiempo fueron una herramienta de primer uso para las familias de la burguesía transalpina, mientras los profesionales de la cocina se ocupaban de instruirse en los grandes tratados culinarios franceses.

Pero, ¿quién era Pellegrino Artusi? El llamado «padre de la cocina italiana moderna» era un mercader que hizo fortuna con el comercio de la seda y que en un momento de su vida decidió que tenía que dedicarse a cultivar sus dos grandes pasiones: la literatura y la cocina. Y no encontró mejor manera de hacerlo que fundir ambas en uno de los recetarios mejor escrito que conozco. Artusi, curado de vanidad, se propone a lo largo de sus páginas un diálogo sincero con el lector sobre las propiedades de éste u otro alimento, la forma de prepararlo, etcétera, siempre con el objetivo de resultar útil y ameno, teniendo en cuenta el tono decimonónico. Lo consigue de la mejor manera que conozco y nunca le estaré lo suficientemente agradecido a Artusi por todo lo que he aprendido de sus sabias palabras y de sus valiosos consejos. Con él nadie tendrá que arrepentirse de haber desoído aquella sugerencia de Julian Barnes sobre los recetarios con la que el escritor inglés más francés que existe animaba a «evitar los libros de recetas famosas del pasado, sobre todo si se reproducen en ediciones facsímiles de la época». Bien, no hay nada de eso en la sobria y elegante edición española de La ciencia en la cocina y el arte de comer bien.

No se puede hablar de Artusi sin referirse a Forlimpopoli, la pequeña ciudad con nombre de repollo cercana a la costa adriática donde nació y que conserva el recuerdo palpable en sus calles de uno de sus hijos ilustres. La città artusiana, al lado de Cesena, honra la memoria del padre de la cocina italiana con un laboratorio que acoge puntualmente a grandes chefs de todo el mundo y una escuela que presta especial atención a la cocina doméstica.

La gran preocupación de Artusi como divulgador fue enseñar a las amas de casa a cocinar algo más y mejor de lo que la transmisión por herencia ha permitido en los hogares italianos. Eso tiene un gran mérito. De hecho, en el prólogo de la edición española, Juan Mari Arzak cita a Michele Scicolone, autora de The Italian Slow Cooker, que dijo que si Artusi estuviera vivo «probablemente sería la estrella de un programa de televisión». Viendo lo que hay, sin «probablemente», agrego yo. Es más, si se pudiese exportar del pasado a la pequeña pantalla el magnífico porte risorgimentista del hijo predilecto de Forlimpopoli, hasta Karlos Arguiñano se quedaría sin audiencia. Sólo hubiera resistido Julia Child, que enseñó a los norteamericanos que en esta vida hay otra forma de cocinar aparte de carbonizar filetes y chamuscar salchichas.

El gran clásico de la literatura culinaria italiana figura para mí en el cuadro de honor de los recetarios junto al Larousse antes citado, el inmenso Oxford Companion to Food, de Alan Davidson, y las obras completas de Escoffier. No por lo que signifique en este momento, sino por todo lo que ha influido en los tratados de cocina italianos que le siguieron, entre ellos La cuchara de plata, considerado como la Biblia con más de 2.000 recetas tradicionales de diferentes cocineros y uno de los libros más vendidos de Italia. Comer es un tema recurrente de conversación de la italianidad, como escribió Elena Kostioukovitch en su maravilloso libro Por qué a los italianos les gusta hablar de comida. Lo que no sé es de qué estarían hablando durante todos estos años si no fuese por Pellegrino Artusi, al que entonces le costó Dios y ayuda encontrar un editor que le publicase el libro que finalmente tuvo él mismo que editar en 1891. Y al que un amigo algo pesimista le auguró tan poco éxito que no tuvo por menos que acordarse de él cuando poco antes de su muerte en Florencia el manual ya había superado treinta y cinco ediciones y se habían vendido unos 60.000 ejemplares, algo realmente insólito en aquellos tiempos pero nada comparado con la difusión en los años venideros.

Obra práctica, ya digo bien escrita, y cómodamente estructurada de manera que las recetas siempre están a mano: caldos y gelatinas, primeros platos con caldo, primeros platos sin caldo y de vigilia, entrantes, salsas, huevos, masas y pastas para rebozar, rellenos, frituras, hervidos, entremeses, estofados, fiambres, verduras y legumbres, platos de pescado, asados, pastelería, tortas y postres de cuchara, jarabes, conservas, licores, helados y de todo un poco componen el índice de materias de La ciencia en la cocina y el arte de comer bien. A todo ello hay que sumar las curiosidades vertidas por aquel hombre que se peleó con los editores hasta ver publicado su ideal de belleza en un libro de cocina. Grazie tante, caro Artusi.

En 1820, hace ya casi 200 años, un 4 de agosto como hoy, nacía Pellegrino Artusi.
Pellegrino pertenecía a una familia burguesa, comerciantes de seda de excelente pasar. Nació en Forlimpopoli, Emilia Romagna y tras distintas vicisitudes terminó viviendo en Florencia.
Conocía bien la Península Itálica y sobre todo sus cocinas locales. Era tan apasionado de la cocina como de la literatura y fue él el primer gran recopilador de la abrumadora cantidad de recetas de todo el territorio, de norte a sur.

Cuando leí sobre él me lo imaginaba con sus manos a la obra en el laboratorio de la propia cocina experimentando en primera persona. Pero no era así, parece ser que nunca peló una papa. Pellegrino contaba con dos criados y su tarea era dirigirlos, probar y luego escribir, haciendo gala tanto de sus aptitudes literarias como de sus conocimientos tanto del francés como de las lengua coloquial y los dialectos.

Su libro "La scienza in cucina e l’arte di mangiar bene (La ciencia de la cocina y el arte del buen comer) lo pudo editar recién cuando tenía más de 70 años. En el prólogo, Artusi cuenta cuántos traspiés sufrió antes de publicarlo, ya que los editores no daban ni 10 centavos por su obra. 
¿Quiénes iban a ser sus potenciales lectores? Los señores de la alta sociedad no cocinaban y las amas de casa eran vistas –por los editores- como seres con pocas ideas, aburridas y poco afines a los libros.
Contra todos los pronósticos la primera edición salió en 1894 y contaba con más de 700 recetas de toda la península, cada una experimentada y aprobada. La repercusión llegó de a poco. Las amas de casa no tardaron en escribirle cartas, tanto para consultar detalles como para aportar nuevas recetas. Pellegrino mantuvo una sostenida correspondencia epistolar con ellas y así aparecieron ediciones posteriores ampliadas y corregidas. El libro se convirtió en lo que hoy llamaríamos un best seller.

Tal fue el éxito y difusión de su libro que el antropólogo Piero Camporesi escribió esto:

“La scienza in cucina contribuyó más a la unidad de Italia que el Manzoni con I Promessi Sposi. Los gustemas* artusianos, de hecho, lograron crear un código de identificación nacional allí donde fracasaron todos los estilemas y fonemas manzonianos. Eso se entiende incluso porque no todos leen mientras que, por el contrario, todos comen”.
Piero CAMPORESI, Introduzione all’Artusi di Einaudi, pag. XVI (1970, 1991).


En el pueblo natal de Artusi, Forlimpopoli, se lleva a cabo desde hace 18 años la Festa Artusiana. Un evento anual de casi 10 días de duración que reúne espectáculos, conciertos, muestras y por supuesto GASTRONOMÍA.
En 2015 se llevará a cabo la XIX edición del 20 al 28 de junio.

*¿Qué es un gustema? 

Según Lévi-Strauss, los gustemas son las unidades mínimas llenas de significado en un particular contexto humano. El universo del gusto, y así, de los gustemas, se refiere, esencialmente al tema de la identidad culinaria de las sociedades detrás de la cual encontramos la dimensión de su significado profundo entre lo colectivo y lo individual.
Afirma Lévi-Strauss que “como la lengua, me parece que la cocina de una sociedad sea analizable en elementos constitutivos que se podrían llamar gustemas, los cuales están organizados según ciertas estructuras de oposición y correlación”- (Lévi Strauss, 2009, p.103).

La historia de Italia en bandeja ¡Hurra Italia!


lunes, 21 de enero de 2019

🍛 LAS REINAS DE LA CENA NAVIDEÑA VENEZOLANA: LA HALLACA Y EL PAN DE JAMÓN, EXPLICADO POR AQUILES Y CLAUDIO NAZOA, PADRE E HIJO




Elogio informal de la hallaca
Aquiles Nazoa

De la mesa a la poesía, la hallaca es el alma de la Navidad venezolana como lo muestra esta poesía de Aquiles Nazoa

Pasadme el tenedor, dadme el cuchillo,
arrimadme aquel vaso de casquillo
y echadme un trago en él de vino claro,
que como un Pantagruel del Guarataro
voy a comerme el alma de Caracas,
encarnada esta vez en dos hallacas.

¡Ah, de solo mirarlas por encima
hasta un muerto se anima!
Regordetas, hinchonas, rozagantes,
dijérase al mirarlas tan brillantes
que para realzarles la vitola
las hubieran limpiado con Shinola;
a lo que agregaremos el hechizo
de un olor más sabroso que el carrizo.

Pero desenvolvamos la primera,
que ya mi pobre espíritu no espera.

Con destreza exquisita
corto en primer lugar la cabuyita
y con la exquisitez de quien despoja
de su manto a una virgen pliegue a pliegue,
levantándole voy hoja tras hoja,
cuidando de que nada se le pegue.

Hasta, que, al fin, desnuda y sonrosada,
surge como una rosa deshojada,
relleno el corazón de tocineta
y de restos avícolas repleta,
mientras por sus arterias corre un guiso
que levanta a un difundo, vulgo occiso.

Pero ¿cómo olvidar las aceitunas
que, no obstante sus pepas importunas
(las que algunos escupen en el piso),
le dan sazón al guiso?
¿Y la almendra, señores, , y la pasa?

¿Y la tela finísima de masa
que de envoltura sírvele al relleno
y cuando cruda es un veneno?

¡Oh divinas hallacas,
aunque os tenga más de uno por dañinas,
yo os quiero porque habláis de una Caracas
de la que ya no quedan ni las ruinas!

PAN DE JAMÓN 
por Claudio Nazoa

Se dice que el pan de jamón nació en Caracas. Fue creado por Gustavo Ramella en su panadería ubicada de Gradillas a Solís en diciembre de 1905. En aquel entonces sólo llevaba jamón como relleno. Su rápida aceptación provocó que otras famosas panaderías, como las de Montalbán y Banchs lo incorporaran a su oferta, anexándole un ingrediente, las pasas. Hacia 1920 el relleno se enriqueció con la incorporación de almendras, aceitunas, nueces y alcaparras. Posteriormente, gracias a su atractivo y calidad, su consumo se fue expandiendo por todo el territorio nacional. Terminando el siglo XX el pan de jamón parece haber logrado finalmente su punto de equilibrio: una masa con jamón, aceitunas rellenas y pasas que se consume en cada rincón de Venezuela durante las festividades navideñas. 

La más caraqueña de las recetas es la de Claudio Nazoa encontramos entre los recortes de Doña Martha un pedazo de la sección A-5 de El Nacional (desgraciadamente sin fecha) donde el propio Claudio nos da su receta:

Versión de: 
CLAUDIO NAZOA

En vista de que el teléfono de mi casa no deja de sonar con los amigos e incluso personas que no conozco pidiéndome la receta del pan de jamón, he decidido en combinación con Graterolacho Bread International Company y la CANTV (no sé por qué se metió en esto) regalarles a los asiduos lectores de la página A-5 la famosa receta del pan de jamón a la cual debo mi fama, mi belleza y mi riqueza.

La página A-5 de “El Nacional” entretiene, alimenta (no el espíritu sino el estómago), y yo les digo hasta el jueves que viene.

INGREDIENTES:

1½ kilos de harina de trigo
2 cucharadas de levadura fresca (en granos o en pasta)
200 gramos de mantequilla o margarina
3 huevos de gallina
200 gramos de azúcar
1 cucharada de sal
½ litro de leche (de vaca)
400 gramos de tocineta ahumada
1 kilo de jamón (pierna, espalda o/y ahumado)
200 gramos de pasas
200 gramos de aceitunas sin semillas
150 gramos de papelón o panela

PROCEDIMIENTO:

En una taza de agua eche dos cucharadas de levadura fresca. Déjela reposar por cuatro minutos. Entibie la leche, agréguele la sal y el azúcar.

Coloque sobre una mesa 1 kilo de harina en forma de volcán, agregue la levadura crecida y mezcle con la mano. Añada dos huevos enteros, la mantequilla, y poco a poco la leche hasta que los ingredientes se hayan homogeneizado; en caso de que la masa esté muy aguada, para eso es el otro medio kilo de harina que le dije al principio que reservara. Si no se reservó, eso no es culpa mía. Deje reposar la pelota de masa por 35 minutos en un sitio tibio.

Mientras tanto, con la ayuda de alguna persona que esté en su casa, prepárese un buen palo para descansar, péguele a los muchachos que estuvieron molestando durante la preparación de la masa sin el peligro de que se queden adheridos pedazos de masa en sus tiernas nalguitas o en sus inocentes cabecitas, o haga las llamadas que no podía hacer mientras tenía las manos llenas de harina.

Corte las aceitunas en rueditas. Ponga a remojar las pasas. Échese otro palo, tómese su tiempo. Avísele a sus amigos que está haciendo pan de jamón, si ellos dicen que quieren dígale que sí pero que lleven como mínimo una botella de güisqui o una caja de Pomar Reserva y usted a cambio lo dejará probar el pan, si le dicen que no dígales ¿quién los manda a pedir?

Ponga el jamón y la tocineta en un plato en forma ordenada, para que se vaya viendo bonita ¡a cosa.

Supongamos que ya pasaron los 35 minutos y procedemos a hacer el pan propiamente dicho, después de darnos cuenta de que no hay un rodillo en la casa y hay que salir corriendo a buscarlo por todo el vecindario. Divida la masa en dos partes y estírela con el rodillo hasta formar un rectángulo: sobre ese rectángulo esparza el jamón y la tocineta hasta cubrirlo completamente, de forma que aunque queramos no podamos ver ni un pedacito de masa. Póngale las pasas y las aceitunas. Si es para venderlo, póngale poco: pero si es por placer y para quedar bien con su familia, póngale muchísimo. Enrolle el rectángulo de allá para acá. hasta formar un rollo que más tarde será un pan.

Con los dedos aplaste ambas puntas para que no se derrame el contenido. Guarde un pedazo de masa para decorar. Deje reposar el pan crudo durante 30 minutos antes de meterlo al horno, el cual hemos calentado ya a 250-300 °F (120-150 °C). Cuando el pan lleve en el horno 20 minutos, sáquelo y proceda a pintarlo con papelón rayado, al cual hemos agregado un huevo entero.

El pan estará listo en una hora y pico aproximadamente, pero recuerde, el tiempo se lo da la lógica (no dejarlo quemar).

Con esta receta salen aproximadamente tres panes.

No deje que se lo cuenten. Hágalo. Y feliz Navidad, aunque usted lea esto cualquier día del año.

Claudio Nazoa



sábado, 21 de julio de 2018

🍛🍝 LIBRO "EL ARROZ DE PALMA": LA FAMILIA ES UN PLATO DIFÍCIL DE PREPARAR Y EFÍMERO



"El Arroz de Palma",

de Francisco Azevedo
"La familia es un plato 
difícil de preparar”
🍙
"Había una vez un arroz que fue plantado en la tierra, caído del cielo y recogido de entre las piedras, un arroz que no se pasaba nunca que llegó de lejos de la mano de tres jóvenes llenos de ilusiones y sueños… "Arroz de Palma" es la historia de una familia, la de José Custódio y Maria Romana, emigrantes en Brasil a principios del siglo XX. Durante la preparación de la fiesta para celebrar el centenario de la boda de José y Maria, su hijo mayor, Antonio, ya un abuelo, repasa las vidas de sus padres, de su tía, de sus hermanos, de sus hijos y nietos y, por supuesto, la suya. Antonio sabe que la familia es un plato de compleja elaboración y que la felicidad se cocina día a día. Pero ellos tienen un ingrediente secreto: el arroz de la tía Palma, cuya magia se extiende más allá del fuego y del tiempo. Este libro es un libro con un estilo muy peculiar que nos cuenta la historia de una familia portuguesa que a principios del siglo XX emigra a Brasil en busca de una vida mejor".

El narrador de esta historia es Antonio, que a sus 88 años, está preparando una comida que pretende reunir a toda la familia. Algo que ha tratado de hacer durante toda su vida, pero que nunca le había sido posible conseguir. Así que, mientras Antonio se encuentra entre los fogones de la cocina preparándolo todo, nos va contando todos sus recuerdos, la historia de sus padres, de su familia, girando siempre entorno al arroz de la tía Palma.

La historia comienza en 1908 en el pequeño pueblo portugués de Viana do Castelo, con la boda de los padres de Antonio: José Custodio y María Romana. La hermana del novio, la tía Palma, recoge todo el arroz que fue lanzado durante la ceremonia, grano a grano, y lo entrega como presente de bodas a la pareja. Un arroz que, tal y como vamos comprobando a lo largo de la historia, está bendecido y tiene un toque mágico.
"Este arroz -plantado en la tierra, caído del cielo como el maná del desierto y cogido de la piedra- es símbolo de fertilidad y amor eterno. Esta es mi bendición".
Así que el matrimonio, junto a la tía Palma, se embarcan hacia Brasil en busca de un lugar próspero y un futuro mejor. Ya en Brasil y después de ciertas dificultades, la familia va creciendo. Nacen Antonio y sus hermanos Leonor, Nicolau y Joaquim. Gracias a los recuerdos de Antonio, vamos conociendo a cada uno de los miembros de la familia y a la descendencia que todos ellos van teniendo.

El personaje más entrañable y esencial en la historia de esta familia es la tía Palma, quien dedicó su vida al cuidado de los demás. Primero de sus hermanos y más tarde de sus sobrinos. Su arroz está presente a lo largo de todos esos años y aporta un toque mágico a la narración, pues ese arroz que recogió es símbolo de fertilidad y de amor, que trae la felicidad a quien lo coma. Un arroz que la familia usa en ocasiones muy especiales.

Azevedo no nos cuenta la historia de una familia perfecta, sino más bien la de una familia normal y corriente, con sus buenos momentos y sus conflictos, que ejemplifica a la perfección los vínculos y las desavenencias que puede haber en cualquier familia. La familia de Antonio es una familia con la que cualquiera de nosotros podemos sentirnos identificados. Además, a medida que avanzan las generaciones vemos cómo la manera de pensar de cada una de ellas va cambiando y evolucionando según la época. Lo que no cambia es el momento en el que los hijos una vez crecidos deciden abandonar el hogar para formar su propia familia. Poco a poco las familias tienden a ir disipándose y muchas veces cuesta mantener el contacto y la relación entre todos sus miembros. Este es uno de los temas que nos plantea la novela.

RECETA PARA UN HOGAR FELIZ


5 tazas de amor 
2 cucharadas de alegría y buen humor 
un puño de paciencia 
3 cucharaditas de complicidad + una pizca de ternura 
mezclar suavemente con 3/4 taza de respeto
añadir 1/2 cucharadita de confianza 
y amasar con un pellizco de dedicación 
hornear y decorar con un montón de besos y abrazos

Son muchos ingredientes. Reunir todos es un problema...
No es para cualquiera.
Los trucos, los secretos, el imprevisible.
A veces, da ganas de desistir ...
La familia es un plato que emociona.
Y la gente llora de alegría, de rabia o de tristeza.
Lo peor es que todavía hay gente que cree en la receta de la familia perfecta.
Tonterías!
¡Todo ilusión!
La familia es afinidad, es a la moda de la casa.
Y cada casa le gusta preparar a la familia a su manera.
Hay familias dulces.
Otras, medio amarga.
Otras apimientadísimas.
Hay también las que no tienen gusto de nada, sería así un tipo de Familia Dieta, que soporta sólo para mantener la línea.

En cualquier caso, la familia es plato que debe ser servido siempre caliente, cálido.
Una familia fría es insoportable, imposible de tragar.
En fin, receta de familia no se copia, se inventa.
La gente va aprendiendo poco a poco, improvisando y transmitiendo lo que sabe en el día a día.
Mucho se pierde en el recuerdo.
Disfrute al máximo.

La familia es un plato que, 
cuando se acaba, nunca más se repite

Así que... Perdónense, acéptense, toleren y vivan como si hoy fuera el último día que van a estar junto a su familia. 

Primera advertencia: los condimentos exóticos alteran el sabor del parentesco. Pero, mezcladas con delicadeza, esas especias -que casi siempre vienen de África y de Oriente y nos parecen raras al paladar- hacen la familia mucho más colorida, interesante y sabrosa.

Cuidado también con los pesos y las medidas. Una pizca de más de esto o de aquello y, ya está, es un verdadero desastre. La familia es un plato extremadamente delicado.

Todo tiene que estar muy bien pesado, muy bien medido. Otra cosa: es preciso tener buena mano, ser profesional. Sobre todo en el momento en que se decide meter la cuchara. Saber meter la cuchara es un verdadero arte. Una gran amiga mía echó a perder la receta de toda la familia simplemente porque metió la cuchara en el momento equivocado.

Lo peor es que aún hay gente que cree en la receta de la familia perfecta. Tonterías. Quimeras. No hay «Familia a la Oswaldo Aranha*», «Familia a la Rossini», «Familia a la Belle Meuniere» ni «Familia en Salsa Negra» -en la que la sangre es fundamental para preparar el manjar-. La familia es afinidad, es «receta de la casa». Y a cada casa le gusta preparar la familia a su manera.

Hay familias dulces. Otras, medio amargas. Otras, con muchísima pimienta. Las hay también que no saben a nada -serían del tipo «Familia Light», que se soportan sólo para mantener la línea-. Sea como fuere, la familia es un plato que se debe servir siempre caliente, muy caliente. Una familia fría es insoportable, imposible de comer.

Hay familias, por ejemplo, que requieren mucho tiempo para prepararlas. Con recetas llenas de consejos para hacer así o asá -¡una lata!-. Otras, por el contrario, se hacen de repente, de un momento a otro, por atracción física incontrolable -casi siempre de noche-. Te despiertas por la mañana. feliz de la vida. y cuando te das cuenta. ya está la familia hecha. Por eso es bueno saber el momento justo de bajar el fuego. He visto familias enteras abortadas por culpa del fuego alto.

En fin, la receta de la familia no se copia, se inventa. Uno va aprendiendo poco a poco, improvisando y transmitiendo lo que sabe en el día a día. Se coge una idea de aquí, de alguien que sabe y lo cuenta, y otra de allí, en un trozo de papel. Muchas cosas se pierden en el recuerdo. Principalmente, en la cabeza de un viejo ya medio chocho como yo. Lo que este veterano cocinero puede decir es que, por poca gracia que tenga, por malo que sea el sabor, la familia es un plato que tienes que probar y comer. Si puedes saborearlo, saboréalo. Olvida las etiquetas. Moja el pan en esa salsa que queda en la olla, en la cacerola, en la tartera o en la cazuela. Aprovecha al máximo. La familia es un plato que, cuando se acaba, nunca más se repite.


sábado, 31 de marzo de 2018

🍴 MENÚ CUARESMAL AGRADABLE A DIOS Y AL PRÓJIMO


Menú cuaresmal agradable a Dios
Mauricio Jazo, MSpS
🍴
1. TENER A LA MANO:
  • Abrelatas, para abrir el corazón endurecido.
  • Cuchillo bien afilado🔪, para cortar vicios y malas costumbres.
  • Destapador, para destapar lo atorado en las relaciones familiares.
  • Colador, para pasar por alto las ofensas y purificar intenciones.
  • Mandil, para servir al prójimo.
2. ABSTENERSE:
  • De comer prójimo (chismes, murmuraciones y calumnias).
  • Evitar condimentar el día con venganzas🍶.
  • Evitar consumir altas dosis de egoísmo🔎.
  • No tomar rencor, que pone de mal genio.
  • Evitar el consumo excesivo de picantes🌿, para no enchilarse y decir malas palabras🌵.
  • No tomar postres helados🍰, que congelen el afecto.
  • Lavar bien el corazón, para que no se infecte de la cólera.
3. MENÚ RECOMENDADO:
  • Exquisita caridad para con el prójimo.
  • Caldo🍯 de atención a los desamparados y enfermos.
  • Ensalada de detalles de afecto para los suyos.
  • Tortillas🌽 abundantes para compartir con el hambriento.
  • Refresco🍷 de alegría para convidar a los tristes y desanimados.
  • Sopa de letras🍲 para escribir más seguido a familiares y amigos.
  • Puré de zanahoria🍠 para ver con buenos ojos a los demás.
  • Pan bendito🍪 para los afligidos, ya que “las penas con pan son menos”.
De postre se recomienda:
  • Perita en dulce🍐, para ser buena persona y caerle bien a todos.
  • Torrejas con miel🍵, para endulzar los defectos de los otros.
  • Yogur de guayaba🍨 para repartir… gestos de perdón.
  • Naranja dulce🍊 y limón partido🍋, “dame el abrazo que yo te pido” (abrazar a los seres queridos, y darles besitos, de verdad, no de chocolate🍫 ni de coco).
Y no olvides:
“Donde come uno, comen dos” y “échale siempre más agua a los frijoles”, o sea: ¡comparte tu vida con los otros!
Finalmente, el Chef Celestial recomienda su especialidad en alimento espiritual: la Eucaristía, porque “el que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene Vida Eterna”.


jueves, 30 de julio de 2015

LO QUE SIMBOLIZA NUESTRO PABELLÓN VENEZOLANO y LAS MEJORES 50 RECETAS DEL DÍA MUNDIAL DE LA AREPA: GASTRONOMÍA


El Pabellón Criollo 
representa nuestro mestizaje: 
El arroz, Europa; 
las caraotas, África; 
la carne mechada, Ameríndia; 
los plátanos fritos, la dulzura criolla; 
las arepas, la generosa pureza 
de nuestra tierra: 

VENEZUELA


lunes, 31 de marzo de 2014

8 INGREDIENTES PARA COCINAR UN RÉGIMEN DICTATORIAL CONSTITUYENTE



8 ingredientes para cocinar un
régimen totalitario
Moisés Naím
Pobreza, injusticia y corrupción, 

la mezcla perfecta para un dictador

El economista Moisés Naím asegura que un político puede ser un dictador con los ingredientes adecuados.

De acuerdo con Moisés Naím -economista, escritor y experto en economía y política internacional- los dictadores actuales han sabido adaptarse a un "mundo que tolera cada vez menos" los golpes de Estado, creando recetas maquilladas de democracia para "tomarse el poder con ingredientes más digeribles para la opinión pública mundial".

"En el mundo de hoy parece necesario para un país tener el sello de prestigio que confiere el hecho de ser una democracia. Los autócratas se las arreglan para parecer una democracia aunque en la práctica se comportan como lo que son: dictadores", señala el internacionalista.

Sin embargo, Naím explica que la receta es diferente en cada país. Por ejemplo, en Rusia la receta garantiza que Vladimir Putin se podrá alternar el cargo de presidente y primer ministro cada seis años. En Irán, donde la mezcla depende de una gran dosis de religión, el líder Supremo Alí Jameneí "ha decidido aliviar los dolores digestivos que dejó el expresidente Mahmud Ahmadineyad con el nuevo mandatario Hassan Rouhani".

En el caso latinoamericano, la base de la receta para los políticos son las manipulaciones constitucionales y "los Gobiernos de Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia son maestros en esto. Compiten por el Oscar al mejor autócrata y guion autoritario", asegura el experto. 

La siguiente, según Naím, es la receta para ser un autócrata pero parecer un demócrata:
1. Millones de pobres.
2. Grandes dosis de injusticia y desigualdad social.
3. Abundante cantidad de corrupción. 
4. Un puñado de partidos políticos desprestigiados.
5. Una clase media desilusionada con esos partidos y la democracia.
6. Un Parlamento, jueces y Fuerzas Armadas puestas en remojo.
7. Una comunidad internacional distraída con temas diversos 
8. Brigadas de choque bien armadas.