EL Rincón de Yanka: DESEOS

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martes, 27 de diciembre de 2022

SI YO TUVIERA UNA ESTRELLA Y NAVIDAD... ¿QUÉ ES...?


Leticia Rojas

Si yo tuviera una estrella
que brille como en Belén
alumbraría a mi patria
para verla renacer.

Le pido al niño bendito,
al Dios que está por nacer,
que nos regale el milagro
de resucitar como él.

Y que esta tierra grandiosa
-como en sus días lo fue-
vuelva a brillar y a ser libre
y a recuperar la fe.

Que sea un país de optimismo
y que impere la honradez.
Que pueda más la confianza
que el miedo a vivir en él.

Si yo tuviera una estrella
que brille, como en Belén
¡Alumbraría a mi patria
para verla renacer!

Este poema “SI YO TUVIERA UNA ESTRELLA” 
de Leticia Rojas, forma parte de su libro extraordinario 
“La Burbuja de Lorena”,

NAVIDAD... ¿QUE ES...?,
por Zenaida Bacardí de Argamasilla

Navidad es un presente, no un pasado.
Navidad no es una fecha histórica a recordar, sino un presente que hay que vivir:

Cuando decides amar a los que te rodean. Ese día es Navidad.
Cuando decides dar un paso de reconciliación con el que te ha ofendido.
Ese día es Navidad.
Cuando te encuentras con alguien que te pide ayuda y lo socorres. Ese día es Navidad.
Cuando te tomas el tiempo para charlar con los que están solos. Ese día es Navidad.
Cuando comprendes que los rencores pueden ser transformados a través del perdón. Ese día es Navidad.
Cuando te desprendes aún de lo que necesitas, para dar a los que tienen menos. Ese día es Navidad.
Cuando renuncias al materialismo y al consumismo. Ese día es Navidad.
Cuando eliges vivir en la alegría y la esperanza. Ese día es Navidad.

La Navidad

La Navidad será siempre un día de esperanza, de misterio y de fe.
Cada cual tendrá su gruta, la que ha ido cavando en el fondo de su corazón, y necesita reformar, limpiar e iluminar todos los años.
Cada cual, su regalo: el íntimo, el personal, el silencioso, el de las heridas cerradas y rencores olvidados.
Cada cual, su lámpara para calentarnos en Dios... y su aceite para ir curando, suavizando y derritiendo ternura entre los muchos que lloran en la Navidad.

La noche de Navidad debiera ser más para compartir con los pobres y con la familia que para ostentar con los ricos; más para prodigarnos con nuestros semejantes que para meternos en el vértigo de las calles y las fiestas; más para que Dios nos acompañe que para entrar en ese mundo ajeno y extraño donde se aumenta la nostalgia, se entristecen los recuerdos y muchas veces nos sentimos tan solos.

¿Dónde y cuándo vas a dar a Cristo el apretón de manos y la entrega del corazón en esta Navidad?
No olvidemos que es día de llenarnos de Dios.
De sacar cuentas.
De estrecharnos las manos.
De abrir las alforjas.
De mirarnos tal cual somos.
De recordar a los que faltan.
Y pedir perdón, ¡Esa es la Navidad!

********************************************
Zenaida Bacardí de Argamasilla
Libro: Ramillete de Estrellas

La Estrella. Enrique Morente. 1996

miércoles, 21 de diciembre de 2022

POEMA VENEZOLANO "PRÓXIMO AÑO" por GUSTAVO ADOLFO MISLE GIRAUD


PRÓXIMO AÑO

¿Dónde estarán el año que viene,
aquellos que tuvieron un sueño, y
hoy es una pasadilla?
¿Dónde estarán aquellos
que están esperando que la justicia
internacional llegue al país?
Sólo la memoria
en este tiempo se va
escribir.
Entre el alba y la noche
hay un abismo,
donde la noche pasa con su agonía,
las luces de la ciudad van ha recoger,
se verá su verdadero rostro.
El espejo de la noche
no es lo mismo.
Hoy fugas en el tiempo
no va ser eterno como el mismo
cielo,
otros los veremos en el infieno.


jueves, 6 de mayo de 2021

DECÁLOGO PARA MORIR BIEN SIN IDEOLOGÍAS Y SIN PLANDEMIAS 👴💕👵🔆



"Y cuando llegue el día del último viaje, 
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
 me encontraréis a bordo ligero de equipaje, 
casi desnudo, como los hijos de la mar". 
Antonio Machado (Campos de Castilla)

La obra recoge diez puntos «para morir bien» que el Dr. Bátiz ha elaborado, «como una fácil y sencilla guía que puede ayudar a todos —pacientes, familiares y profesionales— a reflexionar sobre el proceso de final de vida, dando una serie de pautas para que este se lleve a cabo de la mejor manera posible, atendiendo a las distintas facetas que se presentan en esas circunstancias y que atañen tanto a los aspectos biológicos, como los emocionales, sociales y espirituales.

1. Tratar al enfermo como un ser humano hasta el momento de su muerte. Y que no solo se le contemple como una estructura biológica, sino que además se tenga en cuenta su dimensión emocional, social y espiritual.

2. Que se le permita al enfermo expresar sus propios sentimientos y emociones sobre su forma de enfocar la muerte.

3. Que se le permita al enfermo participar en las decisiones que incumban a sus cuidados.

4. Que no se le deje morir solo, abandonado por sus seres queridos ni por los profesionales.

5. Que se responda a sus preguntas con sinceridad, que no se le engañe.

6. Que se le respete su individualidad y no se le juzgue por sus decisiones, aunque sean contrarias a las de quienes le atiendan.

7. Que le cuiden personas solícitas, sensibles y entendidas, intentando comprender sus necesidades y que, además, sean capaces de obtener satisfacción del hecho de ayudarle a afrontar la muerte.

8. Que quien le cuide al final de la vida lo haga como le gustaría que le cuidaran a él cuando llegue su momento.

9. Que no le precipiten deliberadamente su muerte, pero que tampoco prolonguen innecesariamente su agonía, sino que le ayuden a no sufrir mientras llegue su muerte.

10. Y que se atienda a sus seres queridos después de su muerte, para aliviar su pena.

Decálogo para morir bien 
Jon Escuder y Jacinto Bátiz

viernes, 5 de febrero de 2021

BENEDICTO XVI Y ALEXANDR SOLZHENITSYN SOBRE EL PROGRESO 🏃


Benedicto XVI y Solzhenitsyn 
sobre el progreso

Benedicto XVI y Alexander Solzhenitsyn, dos visiones coincidentes sobre la pérdida del sentido del progreso moral. 

¿Qué es progreso?, se pregunta Benedicto XVI en la entrevista que le realizara Peter Seewald y que diera lugar al libro Luz del Mundo. Y responde que la Modernidad ha llamado así al aumento del conocimiento y del poder humano que trae aparejado, lo que a su vez se traduce en exaltación de una libertad mal entendida. Este sería el núcleo conceptual de la Edad Moderna: 
“Lo que se puede hacer, hay que poder hacerlo. Todo lo demás iría contra la libertad”. En la misma línea, Solzhenitsyn dijo que cuando, en el siglo XVIII, el perfeccionamiento del conocimiento empezó a acelerarse, “la humanidad educada inmediatamente depositó su fe en este Progreso”.
Así, con el despuntar de la época contemporánea, la felicidad humana pasó a ser sinónimo de “progreso” entendido como “libertad” y ésta como la capacidad para hacer lo que la técnica permita. El atractivo de esta idea es que el crecimiento de la ciencia experimental aumenta el poder de la especie humana al punto de hacer creíble la premisa de que su felicidad depende de sí misma, ya no de un sensato aprovechamiento de las posibilidades de la naturaleza, ni de la lucha personal por dominar las pasiones. A fines del siglo XX, a la ideología construida sobre esta aspiración se le llamó “progresismo”.

Al mismo tiempo que se asentó la noción de progreso surgió el revolucionario concepto de la moral utilitarista: es bueno aquello que brinda placer al mayor número de personas. “¡Y la avidez con la que el mundo civilizado adoptó un consejo tan conveniente y precioso fue asombrosa!”, comenta Solzhenitsyn. Progreso y utilitarismo vinieron a confluir para hacerle creer a los humanos que ahora sí serían como dioses y que el Dios cristiano ya no sería necesario.

Dos siglos han transcurrido bajo tales premisas y el actual estado de cosas en el mundo y el generalizado malestar nos indican -al menos para ojos que quieren ver- que algo salió mal. Es innegable que el incremento del conocimiento ha permitido posibilidades de satisfacción de necesidades y acumulación de riqueza inimaginables para nuestros antepasados, pero al mismo tiempo es difícil creer que ello se haya traducido en mayor felicidad, cualquiera sea la noción de ella que se abrace. “Hoy más que nunca, nuestro porvenir está en juego, al igual que el destino de nuestro planeta y sus habitantes”, afirma Benedicto. ¿Cómo explicar esta paradoja?

Según Solzhenitsyn, el progreso avanza pero “únicamente lo está haciendo en el campo de la civilización tecnológica”, lo cual evidencia graves errores en su comprensión. Primero, “el progreso ilimitado no se puede dar dentro de los limitados recursos de nuestro planeta… Hemos logrado exitosamente agotar el medio ambiente que nos fue otorgado”. Segundo, el progreso no hizo que la naturaleza humana se volviera más benévola, por el contrario, “dejamos que nuestros deseos crecieran desmedidamente, y ahora no tenemos la menor idea de hacia dónde orientarlos”. La consecuencia es que nuestra cultura se va haciendo “más pobre y más difusa” y, a pesar del aumento de las comodidades, el nivel espiritual decae. “El exceso trae consigo una insistente tristeza del corazón… y no pasará mucho para que llegue a sofocarnos”.

Benedicto reflexiona en el mismo sentido. En el momento en que se confundió libertad con despliegue absoluto de las posibilidades técnicas, se despreció el potencial ético de la persona. Los males que aquejan al mundo del siglo XXI provienen precisamente del divorcio entre moral y poder humano. “Este desequilibrio se refleja hoy en los frutos de un progreso que no fue pensado en clave moral. ¿Cómo puede corregirse el concepto de progreso y su realidad, y cómo puede dominarse después positivamente desde dentro?”.

Los líderes políticos intentan soluciones desde la política. Así es como la ONU ha establecido los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS), cuyo cumplimiento bajo su súper vigilancia permitiría que hacia el año 2030 se alcance un nivel de desarrollo que permita satisfacer las necesidades básicas de toda la humanidad a la vez que detenga el deterioro del stock de recursos naturales del planeta. Esta propuesta consiste en algo así como alcanzar la felicidad eludiendo la realidad de la crisis de la noción de progreso, pasando por alto precisamente la causa que nos ha traído al actual estado de cosas.

Pero no es posible que enmendemos el rumbo sin asumir la necesidad de un cambio personal. “Ha llegado el momento apremiante de limitar nuestros deseos”, afirma Solzhenitsyn. “Si no aprendemos a limitar con firmeza nuestros deseos y exigencias, a subordinar nuestros intereses a criterios morales, nosotros, la humanidad, simplemente nos destruiremos mientras salen a relucir los peores aspectos de la naturaleza humana”. Es lo que la ética clásica cristiana (aquella que fue sacrificada en el altar de la noción de progreso) llama “templanza” y “moderación”, aquella disposición interior por la que los impulsos que favorecen la sobrevivencia se someten a la razón bien formada, logrando así un orden interior que se traduce en tranquilidad de espíritu. Esta actitud es la base del potencial moral, pues gracias a ella la persona puede dirigir su voluntad hacia su propio bien y el de los demás.

El verdadero progreso radica entonces en la ampliación de los límites de las posibilidades espirituales, y esto último a su vez depende de la voluntad de cada persona. El progreso es espiritual o no lo es en absoluto. Sin embargo, los líderes políticos proponen soluciones que van en sentido contrario, pues no es atractivo para los gobernados hacerles ver que deben dominar sus impulsos.

La solución de la actual crisis mundial requiere, según Benedicto, “una consciencia moral nueva y más profunda, una disposición a la renuncia que sea concreta y se convierta también para el individuo en una norma de valores para su vida… mientras eso no se dé, la política sigue siendo impotente”. La política sola no basta. Primero debe surgir una nueva consciencia moral (que no es otra cosa que la “vieja” doctrina ética del perfeccionamiento virtuoso) y que luego se encarne en un número suficiente de personas. La política puede contribuir a lo primero pero lo segundo “sólo puede lograrlo una instancia que toque la conciencia, que esté cerca de la persona individual y que no se limite a convocar manifestaciones aparatosas”. Y agrega Benedicto: “En tal sentido se dirige aquí el reto a la Iglesia. Ella no sólo tiene una gran responsabilidad, sino que, diría yo, es a menudo la única esperanza”.

Para que nuestra civilización pueda corregir los errores del progreso mal entendido y se salve a sí misma es necesario que el Cristianismo en general, y la Iglesia católica en particular, cumplan su misión de empapar el corazón de los hombres de la fuerza que les permita renunciar a la satisfacción irracional de sus deseos. He aquí, y no en reformas estructurales ni en cualquier tipo de adaptación al mundo, la misión de la Iglesia hoy.


VER+:

miércoles, 29 de julio de 2020

GRÉGOR PUPPINK: "LOS NUEVOS DERECHOS" NO CONSTRUYEN NADA Y NO SON LIBERTADES SINO IDEOLOGÍA DEL CAOS 💀👿💥


Grégor Puppink: 
«Los nuevos derechos humanos 
no construyen nada y no son libertades»
"Los nuevos derechos son narcisistas porque tienen como objeto a la persona y son violentos porque son esencialmente destructivos". 
Ediciones Encuentro publica en España 'Mi deseo es la ley' una reflexión sobre la concepción de los derechos humanos despreciando su naturaleza.


El jurista Grégor Puppink, 
especialista en la defensa de los derechos humanos.

Grégor Puppink (París, 1974) se ha convertido en los últimos años en uno de los mayores especialistas en la defensa de los derechos humanos en el ámbito internacional, con especial incidencia por su desempeño ante los tribunales europeos, muy en especial el Tribunal Europeo de Derechos Humanos situado en Estrasburgo.
Es esta ciudad tiene su sede el Centro Europeo para la Ley y la Justicia, la organización que comanda Puppink, cuyo último libro acaba de ser editado en España. Se trata de Mi deseo es la ley (Ed. Encuentro, 2020) en el que aborda la transformación sufrida pr los derechos humanos desde que se formularan como tales en 1948, hasta su actual concepción de ‘derechos transhumanos’, cuya fuente de legitimidad no es la naturaleza humana sino su voluntad.

¿Cuáles son las claves del camino por el que los derechos humanos se han convertido en derechos transhumanos?
Son el olvido y el deseo de ir más allá de la naturaleza humana lo que está en el origen  de esta transformación. Los Derechos del Hombre de 1948, cuando la Declaración Universal y la Convención Europea fueron redactadas, estaban basados e la comprensión universal de la naturaleza humana. El hecho de que la naturaleza humana es universal es la causa de que los derechos humanos sean universales, porque es de la naturaleza humana de donde provienen.
Que el ser humano tenga un modo de vida social e inteligente es la causa de que los derechos humanos puedan ser conocidos, aceptados y protegidos. Los derechos humanos están diseñados para permitir que todos puedan realizar su humanidad como un ser vivo, social e inteligente; de este modo, el derecho a la vida y la integridad física, las libertades sociales de asociación y reunión y todas las libertades intelectuales de pensamiento, conciencia y religión están garantizadas.
«Si el hombre es fruto del azar y la evolución, se debe su dignidad solo a sí mismo: es una conquista»
Los Derechos Humanos de 1948 estaban destinados principalmente a prohibir que el Estado impidiera que las personas se realizaran a sí mismas como seres humanos y reflejaban los derechos naturales. La afirmación del individualismo generó nuevos derechos antinaturales, como el derecho a la eutanasia o al aborto, lo que a su vez condujo al surgimiento de derechos transnaturales que hoy garantizan el poder de redefinir la naturaleza, como el derecho a la eugenesia, a un niño o a un ‘cambio de sexo’.
Más profundamente, esta evolución da testimonio de una profunda transformación en la concepción de la dignidad humana, que tiende a reducirse a la única voluntad del individuo, o al espíritu en oposición al cuerpo, y que considera cualquier negación de la naturaleza y el condicionamiento como liberación y progreso. Finalmente, este libro muestra cómo los derechos humanos actuales acompañan al transhumanismo y trabajan hacia la superación de la democracia representativa.

¿Es posible compartir un significado fundamental de la dignidad humana sin Dios?
Solo hay un Dios, pero desafortunadamente hay varias religiones y concepciones de Dios. Sin embargo, aquellos que creen en un Dios creador y personal, es decir, haber creado al hombre voluntariamente tal como es, ni ángel ni bestia, pueden estar de acuerdo en que el hombre así creado tiene una dignidad conferida por el hecho de que Dios lo ha querido.
Si Dios nos ha querido como somos, entonces depende de nosotros ser completamente nosotros mismos. Este es incluso el mandato que Dios nos da: «ser», y también es el mandato de los filósofos que nos recomiendan: «Convertirse en lo que son», es decir, cumplir nuestra naturaleza humana.
Por el contrario, si el hombre es fruto del azar y la evolución, se debe su dignidad solo a sí mismo: es una conquista; no tiende a lograr lo que Dios ha querido para nosotros, sino a la superación perpetua de nuestra propia condición.
Si no hay Dios, entonces el hombre es Dios; porque él solo en el universo habría alcanzado tal nivel de conciencia de sí mismo y de acción sobre sí mismo y su entorno. En este caso, la dignidad del hombre debe ser cada vez más demiúrgico.
Hay dos concepciones opuestas de los derechos humanos en Occidente: la concepción libertaria basada en la libertad, o más bien el libertinaje, y la concepción personalista basada en la dignidad
En un tiempo en el que muchos grupos de presión están muy activos reclamando la aplicación de la consideración de ‘derecho humano’ a un amplísimo rango de asuntos, le planteo: ¿Si todo es un derecho humano, significa que nada es un derecho humano de hecho?
No, no todo es un derecho humano, incluso en la nueva cultura. Los nuevos derechos humanos incluso buscan reducir o incluso abolir los derechos fundamentales anteriores, como la libertad de conciencia y expresión en oposición a los nuevos derechos humanos, los derechos naturales de los padres para educar a sus hijos y ciertos aspectos de la libertad religiosa. Sabes que está casi prohibido criticar el aborto, la homosexualidad o la inmigración.
En realidad, hay dos concepciones opuestas de los derechos humanos en Occidente: la concepción libertaria basada en la libertad, o más bien el libertinaje, y la concepción personalista basada en la dignidad.
En Europa, los países de Europa Central y Rusia se han mantenido unidos a la concepción personalista, heredada de la tradición aristotélica y cristiana de la naturaleza humana. Para ellos, los derechos humanos deben proteger a las personas, ayudarlas a ser seres humanos dignos.
Los países secularizados, por otro lado, tienen una concepción diferente, que se opone ampliamente en todos los asuntos relacionados con la privacidad. Existe un conflicto real entre estas dos interpretaciones del hombre y sus derechos, por ejemplo, el «nuevo» derecho al aborto entra en conflicto con el «viejo» derecho a la vida.
El debilitamiento de la comprensión objetiva de la naturaleza humana también socava la universalidad de los derechos humanos. Si las diferentes culturas en el mundo ya no están de acuerdo en lo que son los seres humanos, entonces ya no pueden estar de acuerdo en sus derechos y libertades. Por eso, junto con los nuevos derechos antinaturales europeos, también estamos viendo nuevas declaraciones de derechos humanos islámicos, africanos y asiáticos. La pérdida del sentido del hombre destruye la universalidad de los derechos. Europa tiene una parte importante de responsabilidad al luchar contra la noción de naturaleza humana y al tratar de imponer sus «nuevos derechos» al resto del mundo.
Los nuevos derechos humanos requieren la intervención de la industria o del Estado para ser implementados
Si los llamados ‘nuevos derechos humanos’ niegan la naturaleza del ser humano, ¿Por qué son tan populares en nuestra era?
Son populares porque nos dan una forma de libertad, entendida como una liberación de todos los determinismos naturales y culturales, como una liberación y superación de nosotros mismos. Nuestra sociedad cree que gana libertad cada vez que permite nuevas prácticas antinaturales. De hecho, solo aumenta su poder sobre la naturaleza y sobre sí misma, pero ciertamente no su libertad.

¿En qué sentido afirma que los ‘nuevos derechos humanos’ son "narcisistas y violentos?"
Son narcisistas porque tienen como objeto a la persona misma: el derecho sobre uno mismo, y son violentos porque estos derechos son esencialmente destructivos: el derecho a mutilarse, a abortar, a matarse, a participar en prácticas sexuales violentas. El sadomasoquismo, el aborto y la eutanasia se consideran avances en derechos humanos.
Esto es bastante siniestro, especialmente cuando consideramos el hecho de que los derechos humanos reales están tan mal garantizados. La sociedad occidental quiere promover los derechos sociales, pero se olvida de los derechos sociales: por ejemplo, el acceso a una vivienda digna y atención médica. El aborto se paga mejor que el cuidado dental y óptico. Estos nuevos derechos humanos no construyen nada, no apoyan la capacidad de todos para realizar su humanidad. 

Usted afirma que los ‘nuevos derechos humanos’ son el origen de la “alienación colectiva”. ¿Con qué mecanismo sucede esto?
Sí, hay alienación por varias razones.
La primera es que los nuevos derechos humanos no son libertades reales. Por un lado, porque nadie se satisface al ejercitarlos, y por otro, porque nadie es capaz de ejercerlos por sí mismo. Debe entenderse claramente que los verdaderos derechos humanos protegen el ejercicio de nuestras facultades naturales: pensar, hablar, engendrar… Los nuevos derechos humanos requieren la intervención de la industria o del Estado para ser implementados. Nadie puede hacer que un niño esté solo mediante la procreación con asistencia médica, ni cometer solo por suicidio asistido, etc. Todos estos llamados derechos y libertades requieren la intervención de la sociedad.
Hay otra alienación, de naturaleza más política: consiste en la superación de la democracia por la ideología de los derechos humanos.
Como saben, hoy en Europa se considera más importante respetar los derechos humanos que los votos en las elecciones. Estoy de acuerdo con la afirmación de que la moralidad es superior a la política y que debemos evitar la aparición en Europa de regímenes dictatoriales que no respeten los derechos y libertades fundamentales. El problema surge precisamente cuando se afirman nuevos derechos y libertades que contradicen los principios hasta ahora reconocidos de los derechos humanos y el gobierno político.
Eso es precisamente lo que está sucediendo hoy. Los organismos de protección de los derechos humanos afirman oponerse a los votos democráticos nacionales para imponer a estos países nuevos derechos humanos que les son totalmente ajenos y que nunca han aceptado.
Una vez más, es una cuestión de cultura religiosa. Polonia, Hungría, Eslovaquia y Rusia han revivido su identidad y tradición cristiana. Permanecen apegados a la antropología, que considera al hombre como una criatura, no como su propio creador. Esa es la diferencia.

Jaime Mayor Oreja asegura en el prólogo de la edición española de su libro, que usted es “un referente personal, clave par aliberar la inteligencia de los europeos de un totalitarismo creciente”. ¿Cómo recibe estos elogios?
Le agradezco su apreciación; como él, estoy ansioso por contribuir a la verdadera libertad intelectual de los europeos. El propósito de este libro es ayudar a las personas a comprender este mecanismo totalitario. Totalitario no significa dictatorial, significa que la ideología a la que nos enfrentamos y vivimos pretende abarcar todos los aspectos de nuestra existencia. Es casi una religión. 

En España, el libro se ha titulado ‘Mi deseo es la ley’. ¿Cuál es el deseo de Gregor Puppinck sobre los derechos humanos?
El título del libro en español fue elegido por el editor. Mi deseo sería que nuestra sociedad busque la felicidad en lugar del poder, la realización en lugar de superar, que recuperemos el sentido de la medida del hombre. Vivimos en un mundo que es desproporcionado en todos los aspectos: financiero, ecológico, político, migratorio, salud, etc. El mundo ya no es proporcional a la humanidad; y los derechos humanos han contribuido a esta desproporción al prometernos libertades que de hecho son poderes sobre nosotros mismos y contra nosotros mismos. Espero que Europa, y el mundo más allá, una vez más acuerden reconocer y proteger la naturaleza humana en su universalidad.


VER+:



ideología de género o subversión cultural
Libro de Agustín Laje Arrigoni y Nicolás Márquez


EL INICIO DE LA NUEVA IZQUIERDA 
Y LA ESCUELA DE FRANKFURT
Cristian Rodrigo Iturralde


EL LIBRO NEGRO DE LA NUEVA IZQUIERDA


viernes, 10 de julio de 2020

LIBRO "MI DESEO ES LA LEY". LOS DERECHOS DEL HOMBRE SIN NATURALEZA POR GRÉGOR PUPPINCK 👪👫


"MI DESEO ES LA LEY"
Los derechos del hombre sin naturaleza


Setenta años después de su Declaración universal, los derechos humanos se han convertido en una filosofía universal que expresa una concepción determinada del hombre y que, a través de una tupida red de instituciones, impone una moral centrada en los derechos individuales.
Este libro aborda en profundidad la transformación habida en la concepción del hombre en virtud de la evolución actual y futura de los derechos humanos. Para ello compara la intención original de los redactores de la Declaración universal, tal como aparece en los archivos de 1948, con la interpretación evolutiva que han hecho de ellos posteriormente las instancias internacionales. Se habría pasado así, en las últimas décadas, de los «derechos humanos» a los «derechos del individuo», siendo la última estación de este viaje el paso a los «derechos transhumanos», actualmente en formación.

«El análisis de la evolución de los derechos humanos permite observar con objetividad la evolución de la idea que se hacen del hombre las diferentes instancias internacionales, que no es poca cosa. (...) Esta evolución atestigua una transformación profunda de la concepción de dignidad humana que tiende a ser reducida exclusivamente a la voluntad individual, o al espíritu por oposición al cuerpo, que considera toda negación de la naturaleza y de sus condicionamientos como una liberación y un progreso»

PRÓLOGO

La figura de Grégor Puppinck es propia de un vanguardista, de una persona que se ha anticipado a la realidad que vivimos muchas 14 ~ Mi deseo es la ley veces desde la soledad, desde la profundidad de su convicción, pero con un coraje, una visión y una clarividencia excepcional. Un jurista que, más allá de una lectura estricta de la ley, se introduce de lleno en el gran debate cultural de nuestros días. Un jurista que, a la luz de este debate cultural —la clave de nuestro tiempo actual—, analiza la transformación de la concepción del hombre que se recoge en la Declaración universal de derechos humanos de 1948 en la visión decadente de hoy que muchos pretenden, hasta transformarse en una moda dominante. Es la historia de una desnaturalización del concepto de la dignidad de la persona humana, la evolución de una decadencia y degeneración de la misma con el pretexto de la modernidad, a través del plano inclinado de nuestra comodidad, como la causa dentro de las causas de lo que vivimos. Nos hemos ido alejando de la verdad como si huyéramos de la peste y, por ello, de los derechos naturales que recogían aquella declaración de derechos humanos. Abrazando la comodidad y, a veces, el mal menor, nos estamos encontrando de bruces con el mal mayor, esto es, con la desnaturalización de la persona humana expresada en nuevos derechos antinaturales. Preferimos propagar la mentira que abrazar la verdad, porque esta última suele ser en general más incómoda y exigente. La destrucción del derecho natural, y la expansión de una moda dominante cada vez más totalitaria, constituyen hitos y jalones que se descubren en este libro. Quienes no quieren aceptar la trascendencia de este debate antropológico de carácter cultural como causa de todo lo que vivimos, confirman el acierto del dicho español que no hay peor ciego que aquel que no quiere ver. Muchos se quedan en el debate del «continente» cuando realmente el gran debate es de «contenido», esto es, de la concepción de la persona. El libro de Grégor es, sencillamente, la mejor demostración de que el contenido es la causa, el fundamento, la esencia, y que el gobierno que hoy nace en España es la consecuencia, la derivada, el corolario, la aplicación de aquellos principios.

España, Europa, quo vadis, constituye la gran pregunta que nos deja este libro. Nuestro peor adversario es el miedo reverencial a un ambiente dominante y, en consecuencia, una actitud personal asentada en la resignación. Grégor Puppink ha superado este miedo y nunca se ha resignado. Por todo ello, es un referente personal, clave para liberar la inteligencia de los europeos de un totalitarismo creciente. 
Jaime Mayor Oreja 

Ha llegado el momento de darse cuenta de la transformación radical que han sufrido los derechos del hombre, analizarlos, comprenderlos y ver cuáles han sido las consecuencias. He escrito este libro para prestar ese servicio; y para que podamos abrir los ojos ante el universo ideológico en el que estamos sumergidos. En gran medida, los derechos del hombre ya no son los de la Declaración Universal de 1948; son incluso lo contrario. En mi libro expongo qué ha cambiado respecto a nuestra comprensión del hombre y sus derechos para que prácticas que antes estaban prohibidas en nombre del respeto a la dignidad humana, sean ahora fomentadas como nuevos derechos del hombre.
Ha sido apasionante buscar en los archivos cuál fue el pensamiento original de quienes redactaron la Declaración Universal y la Convención Europa de los Derechos del Hombre, y compararlos con la interpretación evolutiva que las instancias internacionales han efectuado de estos textos. Me he apoyado también en mi experiencia personal y en la de personas cercanas a mí, como en la de funcionarios, diplomáticos y magistrados europeos, porque he participado directamente en la mayor parte de los asuntos controvertidos que explico en este libro.
La evolución de los derechos del hombre permite observar con objetividad la evolución de la idea que se hacen del hombre las instancias que nos gobiernan. Lo que deseo compartir es, precisamente, esta visión de la evolución actual y futura del hombre que suponen los derechos del hombre.

¿Cuál es esta visión? Comparo la evolución de los derechos del hombre con la de la relación del hombre con la naturaleza. Mientras que los derechos del hombre de 1948 reflejaban los derechos naturales, la afirmación del individualismo ha ido generando nuevos derechos antinaturales, como el derecho a la eutanasia o al aborto, los cuales, a su vez, han llevado a la aparición de derechos transnaturales que garantizan que se pueda redefinir la naturaleza, como es el caso del derecho a la eugenesia, a tener un hijo o al cambio de sexo. De manera más profunda, esta evolución manifiesta una enorme transformación de la concepción de la dignidad humana, que tiende a ser reducida a la sola voluntad individual, o al espíritu en oposición al cuerpo, y que plantea la negación de la naturaleza y sus condicionamientos como una liberación y un progreso.

La Declaración de 1789 encerraba los derechos del hombre dentro del derecho nacional, reduciendo al hombre a un ciudadano abstracto. Estaba inspirada en una concepción individualista y antirreligiosa del hombre. La Declaración universal de 1948 refleja, en cambio, una concepción más justa, inspirada en el personalismo. Así, subraya que es sólo en la "comunidad" como "[la persona] puede desarrollar libre y plenamente su personalidad" (art. 29). La Declaración universal y las convenciones internacionales que siguieron intentaron conferir una fuerza jurídica internacional y universal a la ley natural, pero no está exenta de ambigüedades y puntos débiles.

Es verdad que la Declaración Universal y la Convención Europea de los Derechos del Hombre no están "claramente ajustados" a la ley natural. Ya en 1948 se rechazó que se ajustasen explícitamente a la naturaleza o a Dios como fuente y medida de la dignidad y de los derechos del hombre. Por lo tanto, a partir de entonces existe una ambigüedad real en lo que respecta a los fundamentos de los derechos del hombre, lo que permite que actualmente se interprete la dignidad en un sentido antinatural, haciendo de su fundamento unos pseudo-derechos nihilistas.

Por poner un ejemplo: unos pensaban que la humanidad recibe su dignidad de la naturaleza humana o de Dios, mientras que los otros estimaban que la humanidad es, ella misma, autora de su dignidad.
En el primer caso, el hombre se considera tal como es, es decir, como un ser formado de la unión armoniosa de un cuerpo y de un espíritu, a diferencia de los ángeles o de las bestias, que tienen uno o el otro; su dignidad está encarnada, y la perfección del hombre se cumple según esta naturaleza encarnada.
En el segundo caso, el hombre se considera a sí mismo como un ser fundamentalmente espiritual, es decir, como una voluntad que surge de la materia y tiende a superar toda naturaleza. Su dignidad no está, por tanto, encarnada, y su ideal es transcender cada vez más toda otra realidad. Su cuerpo no tiene más dignidad que la que tienen los animales.
La distinción entre dignidad encarnada y dignidad no encarnada nos permite comprender la transformación de los derechos del hombre. Según optemos por una u otra de estas concepciones, los derechos del hombre toman una dirección totalmente diferente: o son la expresión del derecho natural, o de la pura voluntad.

Ahora bien, los redactores de las grandes declaraciones de la posguerra no pudieron, o no quisieron, elegir entre estos dos enfoques. Esta ausencia de acuerdo no es empate, puesto que el hecho de ignorar a Dios basta para que los ateos consigan la victoria. Al guardar silencio sobre el origen de la dignidad humana, la Declaración universal se presenta como una autoproclamación, por parte del hombre, de su propio valor y de sus derechos. Esta dignidad humana autorreferencial ha permitido a las instancias internacionales someter dicha noción a la voluntad individual, resultando en una miríada de nuevos derechos subjetivos, independientes de toda idea de bien o de justicia externa al individuo.

Los derechos antinaturales ofrecen al individuo la libertad de oponerse a la naturaleza, a todo lo que es dado (la vida, el cuerpo, la familia, la religión, las tradiciones). Existen sólo negando lo que ya existe. Son nihilistas y no crean nada; sólo destruyen las normas que son reflejo de la naturaleza humana. En comparación, la generación de derechos que surge actualmente orienta la voluntad no sólo contra la naturaleza, sino más allá de la naturaleza mediante la transformación de la misma. Pretenden crear. Por esta razón los llamo derechos transnaturales, porque son la expresión y el soporte jurídico del transhumanismo.
Mientras el individuo se afirma negando la naturaleza, lo transhumano la domina remoldeándola. El transhumanismo ya no ataca directamente la moral natural, como hizo el individualismo libertario, sino que actúa en un estadio anterior, sobre el soporte natural de las normas morales. La técnica y el discurso de los derechos del hombre trabajan de mutuo acuerdo: una vez que la primera ha transformado lo real, los segundos normalizan esta transformación haciendo que sea el objeto de unos nuevos derechos transnaturales.

Por poner un ejemplo: el derecho al aborto es antinatural, porque destruye la realidad, mientras que el derecho al cambio de sexo es transnatural, porque no sólo niega la realidad más carnal, sino que utiliza la técnica para transformar el cuerpo humano y pide a los derechos del hombre que lo normalicen. Los derechos del hombre tienen este poder de normalización, porque expresan e imponen jurídicamente la única concepción común del hombre en el seno de la sociedad.
Tras la Segunda Guerra Mundial, los derechos del hombre eran una promesa universal de paz y justicia. Ahora se han convertido en un campo de batalla ideológico, el terreno sobre el que se enfrentan las civilizaciones en lucha, porque los derechos del hombre son el reflejo de nuestra concepción del hombre. Hoy en día, en Occidente domina una concepción materialista del hombre, con las consecuencias que todos conocemos. En otros lugares, los 57 Estados de la Organización de la Conferencia Islámica quieren imponer una concepción islámica de los derechos del hombre totalmente sometida a la sharia.

Entre estas dos ideologías, la tradición del derecho natural -sin la cual los derechos del hombre ni siquiera serían concebibles- intenta preservar lo que puede ser una comprensión justa del hombre en el seno de la sociedad. Ante los ideólogos, yo defiendo una reafirmación, no ya de los derechos del hombre, sino de los derechos naturales del hombre, porque el fundamento de los derechos y los deberos debemos buscarlos en la naturaleza humana.
Nuestra tarea no es tanto influir en esta jurisdicción como ilustrar lo que es justo exponiendo, asunto tras asunto, una comprensión de los derechos del hombre conforme al derecho natural. En diversas ocasiones el Tribunal ha adoptado nuestra postura. La verdadera influencia es intelectual. Es también una de las finalidades de este libro.

Actuamos de distintas maneras. Presentamos recursos, acompañamos a demandantes o a gobiernos, redactamos artículos de doctrina o de prensa, etc. En septiembre, el ECLJ co-organizó un coloquio en el Consejo de Europa sobre El desafío de la universalidad de los derechos humanos. Intervinieron, principalmente, el presidente del Tribunal europeo, Guido Raimondi, y el "ministro de Asuntos Exteriores" de la Santa Sede, monseñor Paul R. Gallagher.
Actualmente trabajamos en asuntos de libertad de conciencia respecto al aborto, de libertad de expresión en relación al islam, de blasfemia, vientres de alquiler o reproducción asistida anónima. Hemos conseguido grandes victorias, pero también hemos sufrido derrotas. Se oponen a nosotros organizaciones que promueven la dignidad no encarnada y los derechos que de esta se derivan. El libro también cuenta estas batallas.

Sí, por muy poderosa y coherente que pueda ser la ideología de la dignidad no encarnada, está condenada a chocar contra la resistencia de la naturaleza humana: hay algo en el hombre que resiste a su desnaturalización. La naturaleza humana se defiende y vuelve a nosotros. Es lo que podemos ver, por ejemplo, con el testimonio de personas concebidas en vientre de alquiler, que sufren toda su vida e intentan conocer a sus padres, sus hermanos, sus hermanas. Esta necesidad de conocer el propio "origen biológico" demuestra que las dimensiones física y psíquica son indisociables, que el hombre no es sólo una voluntad, que el hombre es, por naturaleza, la unión armoniosa del cuerpo y del alma. Y sólo como tal podrá realizarse plenamente.
En lo que respecta a la resistencia política a la que usted alude, es necesaria porque estas grandes instancias internacionales no tienen un contra-poder institucional. Ahora bien, ninguna instancia política ha tenido tanto poder en la historia como el que tiene el TEDH. Ni siquiera la Iglesia católica. Esto es especialmente verdad desde que los jueces han pretendido que la Convención europea ya no esté grabada en mármol, sino que se convierta en un "instrumento vivo" para que ellos puedan hacer evolucionar su contenido en función de su concepción cambiante de lo que es el bien.

Es obvio que, a partir de este momento, cada vez que los jueces imponen una interpretación ideológica de los derechos del hombre, se exponen a una respuesta política de los pueblos y los gobiernos. Es lo que sucedió, por ejemplo, cuando el Tribunal pretendió prohibir el crucifijo en las aulas italianas. Numerosos responsables políticos como Guido Raimondi reprocharon al Tribunal europeo su "supuesto activismo judicial, que sobrepasaba los límites de sus competencias jurisdiccionales, la democracia nacional y revocaba las decisiones nacionales". Esto llevó a Rusia a afirmar la superioridad de sus valores constitucionales respecto a los juicios del Tribunal europeo. Y el pueblo suizo está invitado a hacer lo mismo en un referéndum que se celebrará el próximo 25 de noviembre.

Respecto a mi verdadera esperanza para el futuro, ¡hay que leer el libro para saber cuál es.

UNAS IDEAS SELECCIONADAS 

La idea según la cual la humanidad se ha construido a sí misma, desde la aurora de los tiempos, SUPERANDO A LA NATURALEZA, nos conduce a valorar todo lo que es contra natura y a despreciar como vulgar lo que es natural. […]
Como si el hombre que desciende del mono tuviera vergüenza de sus orígenes, y necesitara desprenderse completamente de la naturaleza en beneficio de un nuevo nacimiento controlado, fruto de la inteligencia y la voluntad, y no ya de los instintos y el azar [tendencia hacia el “bebé a la carta”]. […]

Si el hombre es fruto del azar, si ha surgido de la materia y no es más que un primate con suerte, entonces ocupa una posición eminente sin haber recibido su legitimidad de alguien más grande que él: no recibe su dignidad de Dios, sino que debe conquistarla, como un advenedizo que se hace a sí mismo. […]

Por eso se habla con desdén de los “padres biológicos”, mientras se da valor a los “padres sociales” o “de intención”, que serían los que realizarían, ellos sí, la forma propiamente humana de la paternidad. La carne es insignificante frente a los sentimientos. [Lo importante no es haber engendrado al niño –eso es animal y biológico- sino desearlo y amarlo. “Verdadero padre” es quien ama al niño, no quien lo engendra. Padres biológicos y padres sociales no tienen por qué coincidir]. […]

Las sexualidades no fecundantes serían asimismo una forma más evolucionada, superior, y por consiguiente más humana, de sexualidad, porque no apuntarían a ningún fin biológico, sino solo afectivo. La homosexualidad sería una sexualidad todavía más evolucionada, porque está más desprendida de la naturaleza y del instinto animal […]. La falta total de consideración para con los embriones y fetos humanos, y para con las madres gestantes, muestran que no son más que algo biológico […] en tanto que la voluntad de la mujer encinta que no quiere a su hijo y el deseo de los “padres de intención” que quieren uno se ven encumbrados y protegidos. [Aquí Puppinck quiere decir: para la cultura actual, lo importante no es la paternidad misma, sino el deseo de paternidad. Por eso una mujer embarazada puede eliminar a su hijo si no desea ser madre, y por eso se inventan procedimientos que brindan un sucedáneo de paternidad a quienes no pueden ser padres: por ejemplo, una pareja homosexual]. […]

La idea de que el espíritu debe dominar al cuerpo es antigua. El Occidente contemporáneo prosiguió ese viejo esfuerzo, pero no al modo cristiano, sino al gnóstico: despreciando al cuerpo. Transforma al cuerpo [cambios de sexo, cirugía plástica, etc.], lo traviste, lo agujerea, lo marca con tatuajes, lo mata, lo droga, lo convierte en espectáculo y lo humilla por medio de la pornografía, como otras tantas tentativas desesperadas de elevarse por encima de su propia naturalidad”. (Grégor Puppinck, “Mi deseo es la ley”, Encuentro, 2020, pp. 170-172).


viernes, 5 de julio de 2019

TRIBUTO A VENEZUELA CON AMOR DE MÉXICO POR ANTONIO ZAMORA 💕


TRIBUTO VENEZOLANO

Junto con mi mariachi vengo a cantarte mi Venezuela, 
aunque hace mucho tiempo, yo sé que nada a ti te consuela, 
ha sufrido tu gente, hambre, miseria y mucho dolor, 
por eso te cantamos los mexicanos con mucho amor. 

Quiero abrazarte fuertemente con toda mi alma, venezolanos. 
Porque tu pueblo ha sido para mi México, pueblo hermano, 
a través de mi canto quiero entregarles mi corazón, 
deseando con el alma, de sus problemas, la solución. 

Venezuela, Venezuela, 
escucha el canto que te traemos los mexicanos. 
Venezuela, Venezuela, 
desde mi México con cariño a ti te cantamos. 

A la bella Caracas quiero volver a verla brillar, 
Su plaza Bolívar, quinta de Anauco y casa natal, 
visitar plaza Francia y la ciudad universitaria, 
el paseo de los Próceres y después irme para la Guaira. 

Quiero que Venezuela sea tan alegre, feliz como antes, 
y que los que se fueron, regresen todos a sus hogares,
 a vivir todos juntos en armonía y en hermandad, 
a gozar con sus hijos y con sus familias en libertad. 

Venezuela, Venezuela, 
escucha el canto que te traemos los mexicanos. 
Venezuela, Venezuela, 
desde mi México con mucho amor a ti te cantamos. 

Yo nací en esta ribera del Arauca vibrador, 
soy hermano de la espuma, de las garzas, 
de las rosas, soy hermano de la espuma, 
de las garzas, de las rosas y del sol, y del sol.


Tributo a VENEZUELA - Antonio Zamora



Venezuela con amor desde México 

Venezuela, vives en cada uno 
de los corazones mexicanos: 
¡GRACIASSS...!


Entrevista EXCLUSIVA al Zacazonapan 
Antonio Zamora sobre su NUEVO SENCILLO