El fenómeno de la sodomía política en Venezuela. Un país de clanes que, según la percepción de algunos, viven sodomizándose los unos a los otros. Después de todo, la sexualidad es parte de la identidad del ser humano y la cultura de los pueblos. ¿Existe una raíz sexual en el deseo de venganza?
Los artículos y entrevistas de Alberto Franceschi, en los que se habla de la sodomía de algunos grupos políticos sobre otros, permiten hacerse una idea de la magnitud de la crisis psicosexual de Venezuela. De ahí la prepotencia y la bravuconería: sodomizar al otro para sanar interiormente, tanto a nivel personal, como colectivo, aquellas cicatrices que se han arrastrado, algunas durante décadas, y otras, durante siglos.
Para Mariano Picón-Salas, la guerra fue, en Venezuela, la descarga y liberación del rencor de castas que había sedimentado la Colonia (Picón-Salas, 1983, p. 54). A lo largo de su obra, concretamente en ‘Regreso de Tres Mundos’, Picón-Salas analiza cómo la sexualidad en Venezuela se ha visto influenciada por su historia política y cultural. La crueldad del caudillo, para Picón-Salas, tiene su origen en los abusos étnicos y sexuales cometidos desde la Conquista. La discontinuidad psíquica, el rencor y el desamparo de innumerables gentes en Venezuela, han sido provocados por el pecado, la lujuria y la violación. Picón-Salas afirma (1983, p. 558): “El soldado perseguía a la india; y el encomendero ejercitó su derecho de pernada. El hijo de la sorpresa, o de las venas que se hincharon sin amarse, está siempre gruñendo su bastardía”.
La historia de Venezuela ha sido, en gran medida, la historia de los hijos naturales o bastardos, los cuales todavía conforman un porcentaje muy alto de la población, especialmente en las comunidades de limitados recursos, a pesar de los esfuerzos realizados en promover la legítima unión familiar. Unas décadas atrás, el porcentaje de hijos naturales aún superaba el 50% de la población. La historia de la ‘bastardía’ es la historia de la exclusión, la segregación, el pecado y la transgresión; la historia de aquellos que vivieron, de por vida, con una marca estigmatizadora en la sociedad. Desde la llegada de los españoles, que en un principio llegaron a tierras americanas sin ser acompañados por sus legítimas esposas, se formó una población bastarda, flotante y mestiza; producto del violento contacto entre dos etnias y cosmovisiones del mundo. Carlos Capriles Ayala en Goedder (2018) señala que, aún para 1991, apenas el 47% de los venezolanos nacía en el seno de uniones legítimas.
Boletín Jurídico-Administrativo. Año 1876. p. 158.
Los hijos ilegítimos en Venezuela.
“Nada más lejos del escenario previsible que una exhibición de testosterona, para que pueda controlar el poder un núcleo militar ‘x’ de orientación política ‘y’ (…). Han llegado al colmo de creer que pueden sodomizar a esa dócil y quejumbrosa oposición electoralista, que ha hecho esfuerzos insólitos para conservar sus arepas y un lugarcito bajo el sol, pero estos ineptos del cogollo bastardo les niegan hasta el agua, desautorizándoles totalmente y eliminando de hecho el apoyo opositor a la permanencia del régimen por vía electoral, porque la masa opositora está encontrando rápidamente el camino de la venganza para desconocer el CNE, que es la joya de la corona fraudulenta.” — dice Alberto Franceschi. La sodomía es usada como analogía y metáfora de la dominación de un grupo sobre el otro.
¿Y quién es Alberto Franceschi? Nacido en Carabobo, cuenta con una importante trayectoria en el activismo político. Franceschi ha visto la transformación cultural de Venezuela en los últimos años. Cuando Alberto Franceschi habla de esa ‘oposición sodomizada; dócil y quejumbrosa’, representa la voz colectiva, no solo de un grupo político, sino de un género y una forma de concebir a Venezuela. Un colectivo que, aunque mucho grita, es sodomizado; las bravuconerías y las pataletas no pasan de simples y meras patadas de ahogado.
Aunque los cambios realizados en los símbolos urbanos y nacionales han sido los que más han llamado la atención de los investigadores, lo cierto es que las nociones de género, y la sexualidad asociada a estas, también han cambiado.
El hombre es parte de un contexto y se desarrolla con él. Las narrativas se modifican, a medida que cambian los actores que ejercen el poder. Lenguaje es poder. Lenguaje es creación. Lenguaje es existencia.
Habiéndose visto a sí mismo sodomizado, existe un venezolano que quiere sodomizar, no solo al prójimo venezolano que dice él que lo sodomizó, sino al resto de los latinoamericanos que vieron todo y no dijeron nada. Existe un venezolano que se siente indignado y se quiere vengar; un venezolano que, por mucho tiempo, consumió las medias verdades chovinistas, producidas en los laboratorios de los medios de comunicación, que le hicieron creer que él era el mejor de todos y él más chévere. No soporta tener que emigrar a países y culturas que, en algún momento, despreció. Además, cree que sus problemas se pueden resolver en cuestión de meses. Basta con reemplazar a los actuales gobernantes para darle fin a todos los problemas.
A través de la figura de Zaratustra, el filólogo y filósofo alemán Friedrich Nietzsche presenta al superhombre como el fruto de tres transformaciones del espíritu — el niño, el camello y el león — , mediante las cuales se trasciende y transmuta de los valores. En el pensamiento nietzscheano, el camello puede convertirse en león. Pero a este le sigue faltando la espontaneidad y la libertad del niño, que no tiene aún prejuicios ni está condicionado por dogmas. El león sigue estando condicionado. ¿Puede el hombre que se siente degradado, y además se ha visto sodomizado, volver al estado de niño?
El sentirse ‘sodomizado’ define la identidad de cierto tipo de venezolano. Quiere sodomizar para sentirse menos sodomizado. Quiere sodomizar para sentirse menos humillado. Quiere sodomizar para sentirse mejor consigo mismo. Y grita. Por eso grita muy duro. Grita para sentirse más fuerte y superar su debilidad interna. Y grita aún más duro cuando siente que el solo, encerrado en sí mismo, en la reflexión introspectiva sobre la sodomización sistemática a la que siente que ha sido sometido, no puede hacer nada. Es por ello que, intenta llamar la atención de algún vecino que lo proteja y defienda, ante su propia crisis existencial.
Ridiculizado, humillado, feminizado, y hasta sodomizado, ahora emerge un venezolano que quiere ridiculizar, humillar, feminizar y sodomizar; imponerse no sólo dentro de Venezuela, sino en toda la región, en donde siente que no lo han respetado. Quiere recuperar su honor; ese honor que le han dicho que tuvo el venezolano en sus mayores tiempos de gloria. El venezolano anhela convertirse en conquistador y libertador; en el fondo, anhela, dirigir su imperio. Ese es el sueño del venezolano cuando habla de la paz planetaria.
Escuchemos atentamente el llanto y el grito de auxilio de aquel venezolano que siente que un grupo de sus compatriotas han sido sodomizados por la dirigencia política nacional. El escrito, como composición cultural, es reflejo del tiempo, el espacio y la Idea. El hombre no es ajeno a su época; el Zeitgeist está presente. Reflexionemos, así sea por un instante, en la historia de la sexualidad en Venezuela.
Leamos nuevamente a Mariano Picón-Salas, quien contaba que Luis Razetti hablaba de una educación que nos ayudara ‘a gobernar nuestros cuerpos’. ¿A qué se refería Mariano Picón-Salas (1983, p. 559) cuando hablaba de aquella ‘horrible sevicia sexual que restallaba en las cárceles de Venezuela en el látigo de los carceleros’?
La violencia política en Venezuela pudo haber tenido una influencia en la forma de concebir la sexualidad. También, podría plantearse lo contrario. La violencia sexual en Venezuela pudo haber tenido una influencia en la forma de concebir la política. El caudillismo y el gorilismo venezolanos son, también, productos del abuso, el abandono, el miedo, la exclusión, la injusticia, y la violación.
Su grito de fuerza es, en realidad, un grito de dolor y debilidad; un llanto de frustración ante las cicatrices que le dejaron la colonización y la sodomización.
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