EL Rincón de Yanka: EQUIPO

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domingo, 26 de mayo de 2024

LIBRO Y PELÍCULA "REMANDO COMO UN SOLO HOMBRE" (The Boys in the Boat): LA HISTORIA DEL EQUIPO DE REMO QUE HUMILLÓ A HITLER por DANIEL JAMES BROWN


REMANDO  COMO   
UN   SOLO   HOMBRE
(THE   BOYS  in   the   BOAT)
La historia del equipo de remo   
que humilló a Hitler

«En un deporte como este -de mucho trabajo, 
poco reconocimiento y una gran tradición-, 
tiene que haber algo que a los hombres 
normales se les escapa, pero que los hombres 
extraordinarios captan». 
George Yeoman Pocock

“Cuando el bote de ocho asientos consigue el ritmo justo, estar dentro es un auténtico placer. No es duro cuando se alcanza el ritmo, el SWIMG, como lo llaman. He oído gritos de placer entre los remeros cuando el bote lo alcanza; es algo que no olvidarán mientras vivan”. George Yeoman Pocock.
“El valor espiritual del remo está en el sacrificio y la abnegación de uno mismo por el esfuerzo colectivo de la tripulación”. George Yeoman Pocock
“Todos era hábiles, duros y decididos, pero también eran todos buenas personas. Cada uno había aprendido que en la vida había fuerzas que superaban a la fuerza, belleza y juventud. Los retos que se habían enfrentado juntos les había enseñado la humildad”.
Es esta una fascinante historia de perseverancia, superación individual y espíritu de equipo. Con orígenes en la depresión americana y a pocos años de la Segunda Guerra Mundial, Daniel James Brown narra la epopeya del equipo de ocho remeros y su timonel de la Universidad de Washington y su épica misión de ganar la medalla de oro en 1936 en los Juegos Olímpicos del Berlín de Hitler. El equipo de remo estadounidense que sorprendió al mundo y que transformó este deporte atrajo la atención de millones de personas. Fue una misión improbable desde el principio. Con un equipo compuesto por hijos de madereros, trabajadores de los astilleros y agricultores, el equipo de la Universidad de Washington no esperaba poder derrotar a los equipos de élite de la Costa Este y Gran Bretaña; sin embargo lo hizo, y llegó a sorprender al mundo al derrotar al equipo alemán de remo de Adolf Hitler. Partiendo de los propios diarios de los chicos y de los vívidos recuerdos de un sueño, Brown ha creado el retrato inolvidable de una era, una celebración de un logro notable y una crónica de búsqueda personal a través de la visión de uno de estos jóvenes extraordinarios.
"Había una razón muy sencilla para explicar lo que pasaba. A los chicos del Clipper se les había seleccionado con una competencia muy dura, y de la selección había surgido una especie de personalidad común: todos eran hábiles, todos eran duros y todos eran muy decididos, pero todos eran también buenas personas. Todos tenían orígenes humildes o habían sufrido una cura de humildad debido a los estragos de la época. Cada uno a su manera, habían aprendido que en la vida no se podía dar nada por supuesto, que, a pesar de su fuerza, belleza y juventud, en el mundo había fuerzas que los superaban. Los retos a los que se habían enfrentado juntos les habían enseñado la humildad -la necesidad de integrar sus egos individuales en el bote conuunto- y la humildad era la puerta de entrada común a través de la cual ahora podían juntarse y empezar a hacer lo que no habían podido hacer antes". (p.282)

Este libro nació un día de primavera, frío y lloviznoso, en el que trepé por encima de la cerca de cedro que rodea mi prado y me abrí camino a través del bosque húmedo hasta la modesta casa de madera donde John Rantz agonizaba.
Solo sabía dos cosas de Joe al llamar ese día a la puerta de su hija Judy. Sabía que, con setenta y tantos, arrastró él solo un montón de troncos de cedro montaña abajo, que los partió a mano, cortó los postes e instaló los 667 metros lineales de la cerca por la que acababa de trepar; una tarea tan hercúlea que, cada vez que pienso en ella, muevo la cabeza maravillado. También sabía que había sido uno de los nueve jóvenes del estado de Washington -agricultores, pescadores y leñadores- que conmocionaron tanto al mundo del remo como a Adolf Hitler al ganar la medalla de oro en la modalidad de ocho con timonel en los Juegos Olímpicos de 1936.

Cuando Judy me abrió la puerta y me acompañó hasta la acogedora sala de estar, Joe estaba echado en un sillón reclinable con los pies levantados, con todos sus 188 centímetros de altura. Llevaba un chándal gris y unos botines afelpados de un rojo in­tenso. Lucía una barba blanca y corta. Tenía la piel cetrina y los ojos hinchados, debido a la insuficiencia cardíaca congestiva que le aquejaba. Cerca había una bombona de oxígeno. El fuego crepitaba y silbaba en la estufa de leña. 
Las paredes estaban cubiertas de viejas fotografías de familia. Una vitrina atestada de muñecas, caballos de loza y porcelana con motivos florales descansaba contra la pared del fondo. La lluvia salpicaba una ventana que daba al bosque. En la minicadena, sonaban con suavidad canciones de jazz de los años treinta y cuarenta.

Judy me presentó y Joe me tendió la mano, extraordinariamente larga y delgada. Judy le había leído en voz alta uno de mis li­bros y él quería conocerme y hablar del texto. Se daba la casualidad de que, de joven, había sido amigo de Angus Hay Jr., hijo de un personaje determinante en la historia que cuenta ese libro. Así que estuvimos hablando un rato del tema. Luego la conversación fue derivando hacia su propia vida.
Tenía la voz aflautada, frágil y debilitada casi hasta el límite. De vez en cuando se quedaba en silencio. Sin embargo, poco a poco, incitado con suavidad por su hija, se puso a tirar de algunos hilos de su vida. Al recordar su infancia y sujuventud durante la Gran Depresión, habló con la voz entrecortada, pero con decisión, sobre las privaciones que soportó y los obstáculos que superó: una historia que, mientrasyo tomaba notassentado, empezó por sorprenderme y luego me asombró.

Sin embargo, no fue hasta que empezó a hablar de su dedicación al remo en la Universidad de Washington cuando se puso a llorar de cuando en cuando. Habló del aprendizaje del arte de remar, de botes y remos, de tácticas y técnica. Rememoró las largas y frías horas pasadas en el agua, bajo cielos grises como el acero; las victorias cosechadas y las derrotas evitadas por los pelos; el viaje a Alemania y la entrada en el Estadio Olímpico de Berlín bajo la atenta mirada de Hitler; y al resto de compañeros de tripula­ción. Sin embargo, ninguno de estos recuerdos le arrancó una lágrima. Fue en un intento de hablar del «bote» cuando se le empe­zaron a entrecortar las palabras y los ojos, todavía vivaces, se le llenaron de lágrimas.

En un primer momento, pensé que se refería al Husky Clipper, el bote de competición con el que saltó a la fama. ¿O tal vez se refería a sus compañeros de equipo, un grupo inverosímil que consiguió uno de los grandes hitos del remo? Finalmente, al ver a Joe esforzándose una y otra vez en no perder la compostura, me di cuenta de que «el bote» era algo más que la embarcación o los remeros. Para Joe, incluía ambas cosas pero las trascendía: era algo misterioso y casi imposible de definir. Era una experiencia compartida, algo singular que pasó en una época dorada y lejana, en la que nueve jóvenes generosos lucharon juntos, trabajaron codo con codo, como un solo hombre, y dieron todo lo que tenían los unos por los otros, unidos para siempre por el orgullo, el res­peto y el afecto. Joe lloraba, como mínimo en parte, por la pérdida de ese momento, pero mucho más, creo, por la pura belleza del mismo.

Cuando ya estaba a punto de irme, Judy sacó la medalla de oro de Joe de la vitrina y la puso entre mis manos. Mientras la ad­miraba, me contó que años atrás desapareció. La familia buscó y rebuscó en la casa de Joe, pero finalmente se rindió y la dio por perdida. No fue hasta al cabo de muchos años, al reformar la casa, cuando por fin la encontraron escondida entre el material ais­lante del desván. Al parecer, una ardilla le cogió afición a los destellos del oro y escondió la medalla en su nido como si de un tesoro se tratara. Mientras Judy me lo contaba, se me ocurrió que la historia de Joe, igual que la medalla, llevaba demasiado tiempo oculta.

Estreché de nuevo la mano de Joe y le comenté que me gustaría volver otro día y hablar un poco más con él, y que me gusta­ría escribir un libro sobre su época de remero. Joe me agarró otra vez de la mano y dijo que a él le parecía bien, pero entonces se le volvió a entrecortar la voz y me advirtió con delicadeza: «Pero no tiene que ser solo sobre mí. Tiene que ser sobre el bote».




REMANDO COMO UN SOLO HOMBRE TRAILER SUBTITULADO

jueves, 13 de octubre de 2022

JACKIE ROBINSON, NÚMERO "42": ROMPIÓ VARIAS BARRERAS Y SE HIZO INMORTAL ⚾



Jackie Robinson: 
rompió varias barreras y se hizo inmortal
El tema del racismo, que por desgracia aún sigue vigente, de vez en cuando, ha sido el triste protagonista de muchas historias deportivas. Hoy os voy a hablar de uno de los héroes que consiguió romper una barrera en ese país que se supone que es el paradigma de las libertades pero en el que sólo hace 50 años los negros no se podían sentar en la parte delantera de un autobús. Os presento a Jackie Robinson.
"Porque no nos ha dado Dios espíritu de timidez, 
sino de fortaleza, de amor y de dominio propio". 2 Timoteo 1:7

«Quien vence sus propios impulsos 
es el único capacitado para vencer a sus enemigos»
"La posesión más lujosa, el tesoro más valioso que todos tenemos, es la dignidad personal".
"La vida no es un deporte para espectadores. Si vas a pasar toda tu vida en la tribuna nada más mirando lo que pasa, en mi opinión, estás desperdiciando tu vida".
"La vida no es importante a menos que influyas en la vida de otros".
"No hay una persona libre en este país hasta que todos y cada uno de nosotros sea libre".
"Hoy en día, los negros juegan en todos los clubes de las Grandes Ligas y en todas las ligas menores. Junto a millones de otros negros en otros ámbitos de la vida, estamos dispuestos a ser la cara de lo que creemos. En el béisbol o fuera de él, ya no estamos dispuestos a esperar hasta el Juicio Final para la igualdad — la queremos aquí en la tierra, así como en el cielo". J.R.
Hay personas que dejan huella en el mundo. Atletas que con su talento y personalidad cambian la manera de practicar y ver un deporte. Michael Jordan, Johan Cruyff, Wayne Gretzky, Joe Montana y Jackie Robinson son algunos ejemplos. Precisamente, este último cambió la manera de concebir el béisbol, de atacar las bases y de combatir contra los lanzadores. Jackie Robinson fue también el símbolo de la lucha contra el racismo, contra una sociedad anclada en prejuicios retrógrados que tuvo que evolucionar al ver a un jugador negro, el primero en pisar un campo de las Grandes Ligas, ser el mejor que habían visto jamás.
Branch Rickey, presidente de los Brooklyn Dodgers, le firmó para su club, en 1946, por su talento sin interesarse por el color de su piel. Robinson tuvo que hacerse un hueco hasta que, el 15 de abril de 1947, debutaba con los Dodgers y se convertía en el primer jugador negro en la MLB. Ejemplo de lucha, perseverancia y paciencia acabó convirtiéndose en una leyenda pero, ¿qué tuvo que soportar hasta ser reconocido por la sociedad?


Siempre hubo, sin embargo, quien apoyo a Robinson. El presidente de la liga, Ford Frick, el comisionado, Happy Chandler, la estrella
Hank Greenberg y el shortstop de los Dodgers, y capitán, Pee Wee, fueron las voces que apoyaron siempre a Jackie. El mismo Wee, en un partido en el que sus propios fans insultaban a Robinson, fue hasta él y le cogió del hombro. Ese simple gesto se convirtió en un símbolo de la historia del béisbol.

El 31 de enero de 1919 nació en Cairo, Georgia (uno de los estados tradicionalmente confederados) Jack Roosevelt Robinson (su segundo nombre se lo pusieron en honor del presidente estadounidense, que falleció 25 días antes de nacer Jack). Su abuelo, ojo, su abuelo, no era un hombre como todos los demás. Casi no tenía ese estatus, el de ser humano. El abuelo de Jack era esclavo. El caso es que de muy jovencito llegó a California, un lugar avanzado que no obstante no escapaba del racismo imperante en los Estados Unidos. Además, la pobreza en la que vivía su familia le llevó a meterse en una banda callejera, que por suerte para él abandonó. No obstante, sí que dio muestras desde joven de su combatividad antirracista. Fue detenido por insultar a un policía que detuvo a un amigo suyo, también negro.

Consiguió ir a la Universidad de California Los Angeles (UCLA) y allí destacó en atletismo, baloncesto, tenis, fútbol americano y béisbol, si bien el que peor se le daba fue el que precisamente eligiría años después: el béisbol. Y hubiera sido jugador de fútbol americano si no llega a ser por la II Guerra Mundial. Estaba a punto de fichar por un equipo profesional cuando los japoneses bombardearon Pearl Harbour y Jackie se incorporó al Ejército.
Estando destinado en Texas, Robinson protagonizó una escena que se haría muy famosa. Era 1944 y Jackie se disponía a subir a un autobús del Ejército. El conductor le conminó a que se fuera a la última fila, pero el valiente georgiano se negó. Tras el aviso del conductor, la Policía Militar lo detuvo y se inició un proceso contra él, en el que llegaron a acusarle de ir borracho, cosa totalmente falsa. Aunque fue absuelto, el proceso le privó de la posibilidad de entrar en combate.

Tras un breve periodo como entrenador de baloncesto de chicos, Jackie recibió una oferta de un equipo de béisbol de la Negro League, los Kansas City Monarchs (estando en el Ejército, Robinson les había escrito una carta ofreciéndose para jugar con ellos). Para los que no lo sepáis, la Negro League era una competición exclusiva para negros. Los blancos tenían otra.

En 1945, los Boston Red Sox de la Liga blanca le hicieron una prueba a Jackie y a otros jugadores de color. La prueba fue un infierno porque no pararon de recibir insultos racistas. Robinson salió de allí humillado. Años más tarde, los Red Sox serían el último equipo americano en recibir negros en sus filas. Poco más tarde, Branch Rickey, el presidente de los Brooklyn Dodgers, otro equipo de la liga convencional, le hizo una oferta a Robinson, pero le preguntó si sería capaz de aguantar los insultos racistas sin entrar en las provocaciones. «¿Busca usted un jugador negro que tenga miedo de responder?», preguntó Jackie. «No, busco un jugador negro que tenga agallas para no responder«, replicó Rickey, que convenció a Robinson para que fichara por su equipo, con un compromiso por parte del jugador de color de aguantar los insultos con estoicismo.

Robinson fue cedido a los Montreal Royals, pertenecientes a la Liga internacional (una competición menor), convirtiéndose en el primer negro en hacerlo. En un viaje del equipo a Florida, se dio la circunstancia de que Jackie tuvo que dormir en la casa de un político negro local, porque la ley de ese estado no permitía que Robinson compartiera hotel con sus compañeros de equipo. Los pueblos negaban al equipo de Robinson permiso para entrenar en sus campos e incluso se suspendían partidos por parte de las autoridades con tal de no permitir que un negro jugara. Los Royals tuvieron que cancelar incluso una gira por los estados del sur por tener a un afroamericano en sus filas.

Jackie se ganó el cariño de los aficionados de Montreal e ir a verlo se convirtió en una atracción. Hasta que en 1947, el equipo matriz de Robinson, los Brooklyn Dodgers, requirieron sus servicios para jugar en la Liga profesional, en la grande. El 15 de abril de ese año, Jackie Robinson se convirtió en el primer jugador de la época moderna del béisbol en romper la barrera racial de este deporte. No pasaba algo así desde 1880.
Pero en su propio equipo tuvo problemas. Algunos jugadores de los Dodgers se negaron a sentarse junto a él y por supuesto, a jugar con él. El entrenador, Leo Durocher, atajó la rebelión: «No me importa si este tío es amarillo o negro o si tiene rayas como una puta cebra. Soy el entrenador de este equipo y digo que él juega. Es más, os digo que nos va a hacer a todos ricos. Y si alguno de vosotros no sabe usar el dinero, veré como serán traspasados».

Hubo problemas por la presencia de Jackie en la Liga. Los Saint Louis Cardinals amenazaron con una huelga por la presencia de Robinson, aunque no la llevaron a cabo por que la Liga los amenazó con suspenderlos. Aún así, Robinson recibió algún golpe que otro durante el partido. Ante los Philadelphia Phillies, Robinson tuvo que aguantar cómo desde el banquillo contrario le insultaban y le decían que se fuera a recoger algodón. En otro encuentro en Cincinnati, mientras el público insultaba a Jackie, su compañero Pee Wee Reese se puso a su lado y rodeó con su brazo al afroamericano. Este Reese dijo en una ocasión: «Puedes odiar a un hombre por varias razones, pero el color de su piel no es una de ellas». Robinson recibía humillaciones a donde fuera. Contrincantes que escupían a sus zapatillas, lanzadores que tiraban a darle en la cara, aficionados que lanzaban gatos negros al campo… Pero no todo eran malas experiencias. El veterano jugador judío Hank Greenberg, que llevaba toda su vida recibiendo insultos, se acercó a él en un partido entre los Dodgers y los Pittsburgh Pirates (el equipo de Greenberg) y, al oído, le dio palabras de ánimo: «La mejor manera de combatir los insultos de los rivales es batirles en el campo».

Su fama fue creciendo y lo que es mejor, consiguió que cada vez más negros dieran el salto a la Liga profesional. Le dedicaron canciones y portadas de cómics, mientras él seguía recibiendo insultos y amenazas de muerte. Sin abandonar los Dodgers, se retiró del béisbol en 1956.
Cuando se retiró se le diagnosticó diabetes. No obstante, Robinson siguió con su lucha contra el racismo. Creó un banco para ayudar a negros y una constructora para edificar casas para gente desfavorecida. Hasta Martin Luther King lo alabó. Por los problemas de droga de uno de sus hijos también se embarcó en la lucha contra la drogadicción. Pero casi no le dio tiempo, porque apenas un año después del fallecimiento de su hijo, el 24 de octubre de 1972, Jackie Robinson murió en Connecticut víctima de un ataque al corazón provocado por una diabetes que ya le había dejado ciego. Tenía 53 años. 2.500 personas acudieron a su funeral, presidido por el reverendo Jesse Jackson.
Tras su muerte, su viuda creó la Jackie Robinson Foundation, dedicada a ayudar a jóvenes desfavorecidos a tener unos estudios.
En 1997, año en el que se cumplió el 50 aniversario de su debut en la Liga profesional, fue retirado el dorsal que siempre llevó Robinson, el 42, de todos los equipos americanos. Sólo el panameño de los Yankees Mariano Rivera lo lleva aún, porque ya era suyo cuando se retiró el dorsal. Cuando Rivera deje el béisbol, nadie más llevará nunca el número de un hombre que tuvo las agallas de enfrentarse a todo una nación para que no le discriminasen por su color de piel.


LA HISTORIA DE JACKIE ROBINSON (The Jackie Robinson Story, 1950

VER 
"42" LA HISTORIA DE JACKIE ROBINSON, 
EL TRIUNFO DE UN SUEÑO 2013

LA VERDADERA HISTORIA DE UN LUCHADOR

lunes, 3 de junio de 2019

💡 ORGANIZAR LAS INTELIGENCIAS (INTELIGENCIA Y EVOLUCIÓN) por Antonio García-Trevijano


ORGANIZAR LAS INTELIGENCIAS


La decencia requiere como presupuesto de su organización la permanente buena fe intelectual de sus agentes. La buena fe moral es inoperante para este menester si no la acompaña la comunicabilidad mental, pues las puertas de la mente solo se abren desde dentro, y los prejuicios las cierran tan pronto como ideas nuevas, o sentimientos ajenos, les presentan dudosas credenciales. Además de la probidad como código de conducta, la decencia necesita para organizarse el uso meridiano del idioma, a fin de que éste elimine, con precisión en sus expresiones, los recelos imaginarios en la relación entre egoísmos inteligentes a largo plazo, y las sospechas que levanta el enrevesado lenguaje del poder.

Si lo primero que el poder fraudulento necesita corromper, para encubrir su engaño, es el valor genuino de la palabra, la decencia debe acudir a la inteligencia común a fin de que ésta restaure la propiedad lingüística, desterrando eufemismos, frases hechas, giros esotéricos (¡preposición desde en lugar de con!) y símbolos de símbolos, que la Transición ha consagrado en el lenguaje de la clase política, medios de comunicación y centros de enseñanza. La inteligencia del sentido común solo se pondrá en marcha si la decencia le ordena no hablar ni escribir con la falsedad idiomática de los discursos del poder y de la fama.

El sentido común no necesita organizarse para ser operativo. Pero él solo no puede ordenar las situaciones complejas según el orden de jerarquía de los elementos en conflicto. Eso podía hacerlo en las sociedades agrícolas, acompasando criterios de trabajo y ocio, aprendizaje y producción, a los ritmos de la naturaleza y a la sabiduría de los ancianos. Y no en las sociedades tecnológicas, donde el conocimiento especializado sustituye a la sabiduría y la juventud de la inteligencia a la madurez de la experiencia.

Nada habría que oponer si las relaciones humanas también pudieran ser regladas por la inteligencia artificial de las tecnologías. Pero el sueño tecnocrático no podrá realizarse. Las pasiones no progresan, de lo primitivo a lo civilizado, a la par que las técnicas de dominio de la Naturaleza. Seguimos siendo hombres de Atapuerca sujetos a la ley del más fuerte, solo que sentados ante el ordenador de comunicación instantánea que hace universal los apetitos de liberación. La ingenuidad confía en que ella venga, como quieren creer los reformistas, con la renuncia de los mandamases a sus pasiones de dominación. Ha llegad, pues, la hora de que las nuevas inteligencias se organicen para dirigir la revolución cultural del sentido común y la decencia, mediante la conquista pacífica de la libertad y la orientación humanista del poder político de la sociedad civil en el Estado.

La expresión nuevas inteligencias puede extrañar y, sin embargo, está justificada. Nuevas, por no ser las consumidas en idiotizar la cultura de la Transición. Plurales, porque la inteligencia, mas que una facultad genérica, es un conjunto de funciones mentales que, envueltas de conocimientos, llevan a sus últimas consecuencias, éticas, racionales y estéticas los vislumbres de la intuición y del instinto, viendo relaciones y movimiento donde lo espontáneo o innato sólo percibe cosas y posiciones.

La inteligencia política, al tener que proyectar para el futuro nuevas combinaciones de elementos conocidos en el pasado, necesita el concurso de la inteligencia científica, la inteligencia de la historia y la inteligencia social. Y por tener que prevenir consecuencias y acontecimientos nuevos, fuera de inciertas prospectivas o cálculos de probabilidades, ha de estar acompañada de la inteligencia intuitiva.

El trabajo en equipo, de tipos tan distintos de lucidez analítica o sintética, interactiva la potencia creadora de la inteligencia política. Un recurso del que jamás podrán disponer los partidos estatales, cuyos jefes son cooptados por la habilidad que han tenido en ocultar, tras su mediocridad, la colosal dimensión de sus ambiciones personales. Y no son idiotas, pues saben hacer nacionalismos, mientras dialogan con el terror y las civilizaciones.



RLC (18-03-2013) Inteligencia y evolución


jueves, 30 de noviembre de 2017

🏪 LA EMPRESA EXPLICADA A JÓVENES DE TODAS LAS EDADES POR JORGE BORRAJO PREGO

La empresa explicada
a jóvenes de todas las edades
JORGE BORRAJO PREGO



Creo que los jóvenes no tienen una idea clara de qué es realmente una empresa. 

Para empezar, creo que hay muchos jóvenes que identifican el concepto “empresa” con un conjunto de imágenes negativas, como explotación, avaricia, mal rollo, malos jefes, trato inhumano, sueldos bajos, despidos, temporalidad, etc. Y ese prejuicio negativo no les ayuda para nada a integrarse, cuando les toca el turno, en el mundo laboral. Ni a prepararse bien para ese momento. 

Las consecuencias que se derivan del hecho de que los jóvenes no se integren lo mejor posible en el mundo laboral, y que no identifiquen una empresa con algo bueno y positivo, son muy perjudiciales, tanto para ellos como para toda la sociedad.

Yo no voy a ser quien niegue que en las empresas haya muchas cosas que no son positivas, que no funcionan bien; pero eso pasa en cualquier actividad humana. En todos los ámbitos en los que nos movemos podemos encontrar aspectos positivos y negativos. La empresa, como digo, no es una excepción. Tampoco voy a negar que a la sociedad le queda, sin duda, mucho por hacer, y que la mayoría de los jóvenes que entran en el mercado laboral acaban engrosando las filas de los llamados “mileuristas” (es decir, los trabajadores que cobran un escaso sueldo mensual por debajo de los 1.000 euros), y que no les resulta nada fácil salir de una dinámica laboral negativa, muy poco motivante. Pero no siempre es así. 

Creo que es importante que los jóvenes tengan una idea más amplia de lo que es una empresa; algo mejor explicada. 

Para apreciar cualquier cosa hay que empezar por conocerla lo mejor posible. Una vez se conoce algo, se está en mejor disposición de juzgarlo. Y, en todo caso, de apreciar sus virtudes, al menos como compensación a sus defectos. Conociendo las virtudes y los defectos, uno ya puede hacerse una idea más justa y equilibrada de las cosas. 

Creo, además, que de una mejor comprensión de lo que es una empresa, y del conocimiento de las posibilidades laborales o empresariales que existen en las empresas, y que puede aprovechar cualquier persona con ganas, se puede deducir una mayor inclinación de los jóvenes a formarse mejor para aprovechar esas oportunidades, en lugar de limitarse a quejarse, ya sea por la existencia del citado “mileurismo” o, en general, por “la injusticia del sistema capitalista”. 

El sistema capitalista no es perfecto, pero creo que es el menos malo de los sistemas económicos que podemos tener. Un sistema en el que es verdad que nadie regala nada, que hay que trabajar duro para conseguir hacer una carrera y tener éxito, pero en el que quien se prepara y trabaja, casi con total probabilidad, lo consigue. 

El caso de personajes tan conocidos como el fundador de Zara, Amancio Ortega, es una muestra de éxito desde cero en este sistema capitalista. Amancio Ortega empezó como vendedor de confección, hasta que un día puso una tienda, creó la marca Zara, y así hasta hacer realidad una de las mayores empresas textiles del mundo, dar trabajo a decenas de miles de personas, y convertirse en uno de los hombres mas ricos del planeta. 

Pero vamos a empezar desde el principio. Empecemos explicando brevemente qué papel juega la empresa en el contexto de nuestra economía.

La economía y la empresa 
La economía de mercado (es decir, la economía capitalista en la que vivimos en casi todos los países del mundo en el siglo XXI) se basa en la idea del funcionamiento “automático” de los mercados. 

Voy a explicarme. 
La economía gira alrededor del intercambio de productos y servicios que se realiza continuamente en todo el mundo. Si se piensa bien, ahora mismo, millones de personas están comprándose y vendiéndose cosas entre sí en todo el mundo (en Japón, en India, en Alemania, en Argentina…). Se compran y venden productos y servicios de todo tipo: electricidad, gasolina, pan, un corte de pelo, trabajo, etc. La economía liberal se centra en el funcionamiento de esos mercados. El éxito económico consiste en que esos mercados sean pujantes, que crezcan lo máximo posible, y que funcionen lo mejor posible. Que todo el que quiera vender o comprar un producto o servicio lo pueda hacer sin ninguna traba. Y que, una vez lo haya hecho, esté razonablemente satisfecho del resultado. 

Eso quiere decir que si alguien quiere comprar electricidad, encuentre alguien que se la venda (a poder ser más de uno), y que pueda comprarla sin problemas. Que si alguien quiere vender coches, pueda ofrecerlos libremente al mercado, y encuentre compradores interesados. Es decir, que oferta y demanda se pongan de acuerdo, libremente, a un precio que sea justo para ambos. Sin intervenciones ajenas. Cuanto mayores y mejores son los mercados, más riqueza disfrutamos globalmente. 

Quizás te parecerá que el funcionamiento correcto de los mercados sea una cosa simple, pero no lo es. Si lo piensas bien, es casi milagroso que cualquiera de nosotros pueda ir cualquier día a un supermercado a comprar algo tan simple como un yogur. Sin avisar antes, y aunque muchas personas también vayan a comprar yogures ese día, lo más probable es que encontremos los yogures que buscamos, y que podamos comprarlos a un precio razonable. 

O que podamos circular con nuestro coche por cualquier carretera, cualquier día, y que no tengamos problemas para comprar gasolina en cualquier gasolinera de las muchas que encontraremos en cualquier trayecto que hagamos. Esos actos, que a ti te parecerán de lo más normal, no son posibles en los países en los que no existen unos mercados que funcionen correctamente. 

¿Pero qué es lo que hace que haya gasolineras donde las necesitamos, o suficiente yogur para todos? Pues el mecanismo de adaptación automática de oferta y demanda que facilita un mercado libre. 

Ese mecanismo automático (que hace más de un siglo fue definido como “la mano invisible” por Adam Smith, el padre de la economía moderna), funciona como un regulador de la oferta y la demanda, a través de los precios. Cuando no hay suficiente oferta en el mercado para cubrir la demanda de algún producto, el precio sube, porque los vendedores se dan cuenta de que el producto escasea, y tratan de sacar provecho, y los compradores aceptan pagar más caro con tal de no quedarse sin el producto. Pero, automáticamente pasan dos cosas: 

aparece más oferta, porque, a un precio mayor, más empresas podrán cubrir los costes de producción, y se animarán a entrar en el negocio (si no encuentran obstáculos para hacerlo, como permisos o carencia de personal cualificado, por ejemplo), o las que ya estén haciéndolo intentaran producir más, y disminuye la demanda, porque al nuevo precio hay clientes que dejan de comprar el producto, porque les parece caro (y pueden resolver sus necesidades con productos alternativos). Lo mismo ocurre en sentido contrario. Si de algún producto hay más oferta que demanda, los precios bajan, porque los vendedores que no han vendido todo su producto bajan el precio para venderlo, pero, de inmediato, ocurren dos fenómenos: 

1) la oferta baja, porque algunos productores dejan de producir, porque al bajar el precio ya no les interesa seguir fabricando, y

2) la demanda sube, porque hay nuevos clientes a quienes no les interesaba el producto al precio antiguo, o no podían comprarlo, pero que sí que quieren comprarlo al nuevo precio, ya que es más bajo. 

Todo ello ocurre hasta que oferta y demanda vuelven a reequilibrarse, a un nuevo precio más bajo. 

Es posible que, como consecuencia de la llegada masiva al mercado de nuevos oferentes, el producto pase a ser excesivamente abundante, y los precios bajen tanto que provoquen el inicio de otro ciclo, porque haya fabricantes que abandonen la producción, hasta que haya escasez, con lo que los precios vuelvan a subir, hasta que se vuelva a aumentar la producción, etc. etc. 

Los ciclos económicos están explicados en parte por ese mecanismo: escasez-exceso-escasez… 
El mercado es el regulador “invisible” de demanda y oferta, a través del mecanismo de los precios. 

Un ejemplo actual del funcionamiento de ese mecanismo lo estamos viendo todos los días con el mercado del petróleo. Al superar la demanda de petróleo a la oferta, el precio sube, y automáticamente anima a las empresas a producir más, por ejemplo buscando petróleo en yacimientos antes abandonados. La subida de precios también empuja a los consumidores a consumir menos, sea ahorrando energía, o buscando energía de fuentes alternativas. El resultado será, con mayor o menor celeridad, que demanda y oferta, en un plazo de tiempo, se reequilibrarán, a un menor precio. 

En nuestra economía liberal de mercado, cada oferente y cada demandante decide libremente qué hacer en función de lo que le ofrece o le pide el mercado: producir más o producir menos, subir los precios o bajar los precios, comprar más o comprar menos, comprar un producto o comprar otro alternativo. Y ello es así porque oferente y demandante actúan como seres humanos inteligentes, racionales, y movidos por la búsqueda del máximo bienestar. Es por eso que prefieren vender su producto a 10€ que hacerlo a 5€, o que compran más cuando es más barato. 

Si entiendes esta sencilla explicación, entiendes las bases del funcionamiento de la economía. ¿Verdad que no parece tan difícil? 

Pues las empresas se asientan sobre esas ideas fundamentales. Ellas son los principales actores de los mercados. Los principales actores de la economía. Compran y venden, invierten o desinvierten, en función del mercado. Los otros dos actores de la economía, con los que las empresas se han de interrelacionar, son las administraciones públicas y los consumidores. No hay más secretos. 


"El verdadero emprendedor es un hacedor, 

no un soñador"

MENTALIDAD EMPRESARIAL: 
Si a la empresa le va bien, al trabajador y al país, también...

La empresa y tú 
Pero bajemos a lo concreto. ¿Dónde están las empresas? ¿Están lejos o cerca de alguien como tú? ¿Conoces alguna? 
A lo largo de nuestra vida, desde que nacemos hasta la vejez más prolongada, nos relacionamos con multitud de empresas. Esta relación es como una especie de tren con origen en el hospital en el que nacemos hasta su lugar de destino, que sería la funeraria/el cementerio, y que va haciendo paradas en estaciones como la escuela, la universidad, el trabajo por cuenta ajena o el negocio propio como empresario, y la jubilación...
La empresa no es algo nuevo para los jóvenes, ni algo de lo que puedan prescindir, aunque quieran. En la vida de cualquier persona, la relación con empresas es inevitable. A veces los jóvenes no son conscientes de esa relación, pero el contacto con empresas es creciente cuando se empieza la vida de adulto; por ejemplo cuando se busca el primer empleo (o cuando se abre el primer negocio). Las empresas están detrás de todo producto o servicio que se compra. 

Las personas, cuando se hacen adultas, conviven con empresas de todo tipo continuamente. La empresa más importante para toda persona es aquella en la que trabaja. En la empresa en la que trabajamos, a veces, pasamos más tiempo del que pasamos con nuestras parejas, o con nuestros amigos, e incluso con nuestros hijos. Es algo que les ha pasado a nuestros padres. Y probablemente también les pasará a nuestros nietos. Quizás el teletrabajo nos permita en un futuro trabajar en casa, junto a los nuestros, y esa tendencia se rompa. 

Cuando se empieza a trabajar, por tanto, aunque también puede hacerse en una entidad pública o una entidad sin ánimo de lucro (un ayuntamiento, o una fundación, por ejemplo), lo más probable es que sea en una empresa. Y será de una empresa de quien se cobra el primer sueldo, que es casi como el bautismo económico de una persona. 

Cualquier persona es un cliente de muchas empresas (porque les compra algo), o un consumidor para otras (porque consume su producto aunque no lo compre directamente, sino que lo haga su pareja, sus amigos o sus padres). Por ejemplo, la editorial que ha hecho este libro es una empresa. Son empresas también las que han fabricado tus zapatillas, tu camiseta o tu ordenador. 

Sabes que muchas de esas empresas te mandan mensajes publicitarios dirigidos específicamente a ti, a través de la televisión, de las revistas, de Internet, o de vallas publicitarias, para que compres sus productos. Piensa en el caso de Renault, de McDonalds, de Nike, de H&M, o de Port Aventura, por ejemplo. Detrás de todas esas marcas hay empresas.
Por todo lo dicho anteriormente, espero que coincidas conmigo en que es muy importante que conozcas a fondo qué es una empresa, porque las empresas están por todas partes. 
Este libro, como ya te he dicho, pretende explicarte eso: qué es una empresa. 
Si conoces mejor como son las empresas, las entenderás mejor cuando hayas de relacionarte con ellas. Cuando vayas a comprar uno de sus productos, o cuando vayas a pedir trabajo. 

Conociendo algo mejor qué es y cómo es una empresa te harás una idea más clara de qué es lo que te van a pedir las empresas que ofrecen empleo cuando te pongas a buscar trabajo. Qué es lo que esperarán de ti. Qué es lo que piensa quien te entrevista. Qué es lo que buscan los empresarios. Sabrás algo mejor que hay detrás de la fachada de unos despachos, una recepcionista y una entrevistadora, o de la explicación que puedas encontrar en un simple y triste folleto, o en Internet. 

Las empresas valoran muy positivamente a los candidatos que se saben situar en la entrevista de trabajo, y que responden con criterio y sensatez. El conocimiento de los mecanismos que mueven una empresa es de gran ayuda. Cuando estés esperando para que alguien de una empresa te entreviste para tu primer trabajo, espero que te acuerdes de lo que hayas leído en las páginas que siguen. Y si eso te sirve para que entres en la entrevista sin miedo, sepas desenvolverte con soltura, y encuentres un trabajo en el que estés a gusto, pues ya habré conseguido mi objetivo. 

También lo habré conseguido si estás leyendo este libro después de haber sido contratado por una empresa, y te sirve para entender mejor dónde te has metido, y te evita situaciones embarazosas, y te permite abordar mejor tu trabajo, y encajar mejor con tus jefes y tus compañeros. 

Y también lo he escrito para que, si te planteas en algún momento ser tu propio jefe, creando una empresa y convirtiéndote en empresario, tengas una idea aproximada de lo que eso pueda significar. Verás que he incluido un capítulo que trata de responder a la pregunta de qué hay que hacer para montar una empresa. 

Si dudas respecto a si te atreves a ser empresario, yo te animo a que pienses en esa posibilidad. Ser empresario supone dirigir el propio destino, y no ponerse más límites que lo que pueda hacer uno mismo. El mundo, el país, necesita buenos empresarios, que sean trabajadores y ambiciosos a la vez. Aunque no te recomiendo que te hagas empresario desde tu primer día de trabajo sino que acumules experiencia como empleado, para conocer más a fondo el funcionamiento de la empresa y de los negocios en general desde dentro. Eso te ayudará a manejarte con más soltura, y a resolver problemas cuando te decidas a ser empresario, si es que te decides. Quizás habrás oído decir que “la experiencia es un grado”. Es una frase sabia, que en esto también vale. 

Este libro también pretende demostrar que el mundo de la empresa no es idílico. A veces, como trabajador, hay que aguantar a jefes antipáticos, o a clientes demasiado exigentes; o, como empresario, hay momentos en que falta dinero para pagar las facturas de los proveedores (empresas a las que se les compra algo), o incluso para pagar los sueldos de los trabajadores. La vida en la empresa es un continuo esfuerzo por tirar para adelante, y por compaginar ausencias profesionales obligadas con la necesidad de estar con la pareja y los hijos. 

Tus amigos, tu familia, te explicarán más cosas sobre las empresas, sobre todo sobre sus propias empresas, aquellas en las que trabajan o quizás de las que son propietarios. Seguro que enriquecen el mensaje que trato de transmitirte desde estas líneas.


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SER EMPRESARIO, SER IMPULSOR




miércoles, 3 de mayo de 2017

🏀 DECÁLOGO DEL TRABAJO EN EQUIPO: MENTALIDAD Y SENTIDO COMÚN


“El talento gana partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia ganan campeonatos”. Michael Jordan

“Yo hago lo que tú no puedes, y tú haces lo que yo no puedo. Juntos podemos hacer grandes cosas”. Madre Teresa de Calcuta

“No preguntes qué puede hacer por ti el equipo. Pregunta qué puedes hacer tú por él”. "Magic" Johnson

“Los cinco dedos separados son cinco unidades independientes. Ciérralos y el puño multiplica la fuerza. Ésta es la organización”. James Cash Penney

10 claves del trabajo en equipo 
🏀
Deja de enfocarte en el "yo" 
y crea el "nosotros".

Si una persona tarda una hora en realizar una tarea, ¿cuánto tardarían dos? La respuesta matemática sería: “30 minutos”. Pero cuando se trabaja en equipo, los esfuerzos de los miembros se potencian, disminuyendo el tiempo de acción y aumentando la eficacia de los resultados.

Esta forma de trabajar, en la que todos los participantes son responsables de las metas, es la más asertiva para cualquier tipo de organización. Esto no sólo porque es más fácil cumplir con los objetivos; sino también porque es la mejor manera de retener talento y fomentar un clima laboral envidiable. Por ejemplo, Richard Branson, creador del imperio Virgin, siempre habla de “nosotros” en sus posts y comunicados; como gran líder sabe que dos cabezas piensan mejor que una

No importa el giro ni el tamaño de tu empresa, puedes implementar esta estrategia exitosamente. A continuación te compartimos algunos consejos para dejar de operar en grupos o por individuos y empezar a crear equipos que funcionen como una orquesta:

1. Construye confianza. La confianza es el elemento principal del trabajo en equipo. Impulsa un ambiente donde todos los participantes conozcan las habilidades de los demás, entiendan sus roles y sepan cómo ayudarse mutuamente

2. Establece objetivos comunes. Para que tus empleados trabajen en equipo deben perseguir las mismas metas. Por ello, es importante que comuniques la misión de la empresa de manera uniforme y que definas cómo cada miembro y departamento puede contribuir a cumplirla

3. Crea un sentido de pertenencia. Los seres humanos necesitamos sentirnos parte de algo; por eso, el factor más poderoso en la creación de equipos es el desarrollo de una identidad común. Define qué identifica a tus equipos, fija valores y haz que cada miembro esté conciente de su impacto en el equipo

4. Involucra a tu gente en las decisiones. Nada afecta más un trabajo en equipo que el hecho de que las decisiones sean tomadas por un líder autócrata. Para evitarlo, impulsa la generación de ideas, abre tu mente y motiva a cada empleado a compartir su opinión. Si tienes esta retroalimentación, será más fácil implementar cualquier cambio o estrategia.

5. Haz que haya un entendimiento entre las partes. Es muy fácil criticar o subestimar el trabajo de los demás cuando uno no lo conoce o no lo ha ejecutado. Para crear empatía entre tus trabajadores, realiza ejercicios de rotación entre áreas. Así cada miembro sabrá en qué consiste la labor del otro y cómo puede contribuir a hacerlo mejor.

6. Motiva la responsabilidad y el compromiso mutuo. Cuando una persona es parte de un equipo, sabe que los logros o fracasos son responsabilidad de todos y cada uno de los miembros. No fomentes la mentalidad de “éste no es mi problema”; haz que los problemas y los aciertos sean compartidos

7. Impulsa la comunicación. La única manera de que todos los miembros trabajen como una orquesta es que existan los canales de comunicación adecuados. Los verdaderos equipos se escuchan y retroalimentan. Están dispuestos a cambiar de opinión y a crear estrategias en conjunto.

8. Aprovecha la diversidad. Un equipo de trabajo homogéneo puede operar con eficiencia pero sin mucha innovación. Al momento de crear tus equipos procura que haya personalidades e intereses distintos, pero que se compartan valores y un compromiso con la empresa

9. Celebra los éxitos grupales. Aunque es importante también reconocer el trabajo individual, es clave que las recompensas se den por resultados en equipo. Cuando algo sale bien, reúne a todos los implicados y agradéceles su trabajo. Procura destacar el papel de cada uno, pero celebrar el resultado grupal

10. Sé un líder. Todo equipo de trabajo necesita un líder que guíe y reúna los esfuerzos individuales. No te “laves las manos” y sé parte del equipo. Como líder tendrás que llegar a consensos y tomar decisiones, con base en las ideas y opiniones de tu equipo.

Trabajan en equipo si…

- Toman decisiones grupales. Aunque en un principio no todos estén de acuerdo, tienen la habilidad para llegar a un consenso e idear formas de que se suban al barco.
- Sostienen reuniones productivas. Después de cada junta, los asistentes saben bien qué pasos seguir y sienten que su presencia fue esencial. Durante las reuniones se generan nuevas ideas y estrategias para crecer la empresa.
- Se fomenta la creatividad y la innovación. Cuando todos los miembros saben qué hacer y conocen su impacto en la empresa, se producen nuevas ideas e innovaciones que permiten el crecimiento.
- Se escuchan. Todos están en la misma página y cuando surge un problema están dispuestos a apoyar. Además, escuchan activamente las opiniones de los demás y ayudan a ofrecer soluciones.

No trabajan en equipo si…

- Tú tomas todas las decisiones.
- Cada área se preocupa por sus propias metas y culpan a los demás de no alcanzarlas.
- No se conocen o comunican continuamente entre ellos.
- Existe una competencia (no “sana”) entre áreas o individuos.
- No confían en los demás miembros o existe una falta de respeto hacia su trabajo.
- Hablas como “yo” y no como “nosotros”.

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martes, 17 de mayo de 2016

SIN LA MENOR PROBABILIDAD... DE FUTURO, Y ASAMBLEA EN LA CARPINTERÍA

"El amor, la única fuerza creativa" 

de Jack Canfield

“La educación es el arma más poderosa 
que puedes usar para cambiar el mundo”.
Nelson Mandela

“Los hijos no necesitan padres impresionantes 
sino seres humanos que hablen su lenguaje 
y sean capaces de penetrar en su corazón” 
Augusto Cury


“Un profesor universitario quiso que los alumnos de su clase de sociología se adentrasen en los suburbios de Boston para conseguir las historias de doscientos jóvenes. A los alumnos se les pidió que ofrecieran una evaluación del futuro de cada entrevistado. En todos los casos los estudiantes escribieron: «Sin la menor probabilidad». Veinticinco años después, otro profesor de sociología dio casualmente con el estudio anterior y encargó a sus alumnos un seguimiento del proyecto, para ver qué había sucedido con aquellos chicos. Con la excepción de veinte individuos, que se habían mudado o habían muerto, los estudiantes descubrieron que 176 de los 180 restantes habían alcanzado éxitos superiores a la media como abogados, médicos y hombres de negocios.


El profesor se quedó atónito y decidió continuar el estudio. Afortunadamente, todas aquellas personas vivían en la zona y fue posible preguntarles a cada una cómo explicaban su éxito. En todos los casos, la respuesta, muy sentida, fue: «Tuve una maestra».

La maestra aún vivía, y el profesor buscó a la todavía despierta anciana para preguntarle de qué fórmula mágica se había valido para salvar a aquellos chicos de la sordidez del suburbio y guiarlos hacia el éxito.


–En realidad es muy simple –fue su respuesta–. Yo los amaba.”

DEL LIBRO 
Autores: 
LOPERA GUTIÉRREZ, JAIME 
y BERNAL TRUJILLO, MARTA INÉS

Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y, además, se pasaba el tiempo golpeando.

El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.

Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.

Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto. 

En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un lindo mueble.

Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo: "Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos".

La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto.

Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.

Ocurre lo mismo con los seres humanos. Observen y lo comprobarán. Cuando en una empresa el personal busca a menudo defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, es cuando florecen los mejores logros humanos.
Es fácil encontrar defectos, cualquier tonto puede hacerlo, pero encontrar cualidades, eso es para los espíritus superiores que son capaces de inspirar todos los éxitos humanos.