Jackie Robinson:
rompió varias barreras y se hizo inmortal
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El tema del racismo, que por desgracia aún sigue vigente, de vez en cuando, ha sido el triste protagonista de muchas historias deportivas. Hoy os voy a hablar de uno de los héroes que consiguió romper una barrera en ese país que se supone que es el paradigma de las libertades pero en el que sólo hace 50 años los negros no se podían sentar en la parte delantera de un autobús. Os presento a Jackie Robinson.
"Porque no nos ha dado Dios espíritu de timidez,
sino de fortaleza, de amor y de dominio propio". 2 Timoteo 1:7
«Quien vence sus propios impulsos
es el único capacitado para vencer a sus enemigos»
"La posesión más lujosa, el tesoro más valioso que todos tenemos, es la dignidad personal"."La vida no es un deporte para espectadores. Si vas a pasar toda tu vida en la tribuna nada más mirando lo que pasa, en mi opinión, estás desperdiciando tu vida"."La vida no es importante a menos que influyas en la vida de otros"."No hay una persona libre en este país hasta que todos y cada uno de nosotros sea libre"."Hoy en día, los negros juegan en todos los clubes de las Grandes Ligas y en todas las ligas menores. Junto a millones de otros negros en otros ámbitos de la vida, estamos dispuestos a ser la cara de lo que creemos. En el béisbol o fuera de él, ya no estamos dispuestos a esperar hasta el Juicio Final para la igualdad — la queremos aquí en la tierra, así como en el cielo". J.R.
Hay personas que dejan huella en el mundo. Atletas que con su talento y personalidad cambian la manera de practicar y ver un deporte. Michael Jordan, Johan Cruyff, Wayne Gretzky, Joe Montana y Jackie Robinson son algunos ejemplos. Precisamente, este último cambió la manera de concebir el béisbol, de atacar las bases y de combatir contra los lanzadores. Jackie Robinson fue también el símbolo de la lucha contra el racismo, contra una sociedad anclada en prejuicios retrógrados que tuvo que evolucionar al ver a un jugador negro, el primero en pisar un campo de las Grandes Ligas, ser el mejor que habían visto jamás.
Branch Rickey, presidente de los Brooklyn Dodgers, le firmó para su club, en 1946, por su talento sin interesarse por el color de su piel. Robinson tuvo que hacerse un hueco hasta que, el 15 de abril de 1947, debutaba con los Dodgers y se convertía en el primer jugador negro en la MLB. Ejemplo de lucha, perseverancia y paciencia acabó convirtiéndose en una leyenda pero, ¿qué tuvo que soportar hasta ser reconocido por la sociedad?
Siempre hubo, sin embargo, quien apoyo a Robinson. El presidente de la liga, Ford Frick, el comisionado, Happy Chandler, la estrella Hank Greenberg y el shortstop de los Dodgers, y capitán, Pee Wee, fueron las voces que apoyaron siempre a Jackie. El mismo Wee, en un partido en el que sus propios fans insultaban a Robinson, fue hasta él y le cogió del hombro. Ese simple gesto se convirtió en un símbolo de la historia del béisbol.
El 31 de enero de 1919 nació en Cairo, Georgia (uno de los estados tradicionalmente confederados) Jack Roosevelt Robinson (su segundo nombre se lo pusieron en honor del presidente estadounidense, que falleció 25 días antes de nacer Jack). Su abuelo, ojo, su abuelo, no era un hombre como todos los demás. Casi no tenía ese estatus, el de ser humano. El abuelo de Jack era esclavo. El caso es que de muy jovencito llegó a California, un lugar avanzado que no obstante no escapaba del racismo imperante en los Estados Unidos. Además, la pobreza en la que vivía su familia le llevó a meterse en una banda callejera, que por suerte para él abandonó. No obstante, sí que dio muestras desde joven de su combatividad antirracista. Fue detenido por insultar a un policía que detuvo a un amigo suyo, también negro.
Consiguió ir a la Universidad de California Los Angeles (UCLA) y allí destacó en atletismo, baloncesto, tenis, fútbol americano y béisbol, si bien el que peor se le daba fue el que precisamente eligiría años después: el béisbol. Y hubiera sido jugador de fútbol americano si no llega a ser por la II Guerra Mundial. Estaba a punto de fichar por un equipo profesional cuando los japoneses bombardearon Pearl Harbour y Jackie se incorporó al Ejército.
Estando destinado en Texas, Robinson protagonizó una escena que se haría muy famosa. Era 1944 y Jackie se disponía a subir a un autobús del Ejército. El conductor le conminó a que se fuera a la última fila, pero el valiente georgiano se negó. Tras el aviso del conductor, la Policía Militar lo detuvo y se inició un proceso contra él, en el que llegaron a acusarle de ir borracho, cosa totalmente falsa. Aunque fue absuelto, el proceso le privó de la posibilidad de entrar en combate.
Tras un breve periodo como entrenador de baloncesto de chicos, Jackie recibió una oferta de un equipo de béisbol de la Negro League, los Kansas City Monarchs (estando en el Ejército, Robinson les había escrito una carta ofreciéndose para jugar con ellos). Para los que no lo sepáis, la Negro League era una competición exclusiva para negros. Los blancos tenían otra.
En 1945, los Boston Red Sox de la Liga blanca le hicieron una prueba a Jackie y a otros jugadores de color. La prueba fue un infierno porque no pararon de recibir insultos racistas. Robinson salió de allí humillado. Años más tarde, los Red Sox serían el último equipo americano en recibir negros en sus filas. Poco más tarde, Branch Rickey, el presidente de los Brooklyn Dodgers, otro equipo de la liga convencional, le hizo una oferta a Robinson, pero le preguntó si sería capaz de aguantar los insultos racistas sin entrar en las provocaciones. «¿Busca usted un jugador negro que tenga miedo de responder?», preguntó Jackie. «No, busco un jugador negro que tenga agallas para no responder«, replicó Rickey, que convenció a Robinson para que fichara por su equipo, con un compromiso por parte del jugador de color de aguantar los insultos con estoicismo.
Robinson fue cedido a los Montreal Royals, pertenecientes a la Liga internacional (una competición menor), convirtiéndose en el primer negro en hacerlo. En un viaje del equipo a Florida, se dio la circunstancia de que Jackie tuvo que dormir en la casa de un político negro local, porque la ley de ese estado no permitía que Robinson compartiera hotel con sus compañeros de equipo. Los pueblos negaban al equipo de Robinson permiso para entrenar en sus campos e incluso se suspendían partidos por parte de las autoridades con tal de no permitir que un negro jugara. Los Royals tuvieron que cancelar incluso una gira por los estados del sur por tener a un afroamericano en sus filas.
Jackie se ganó el cariño de los aficionados de Montreal e ir a verlo se convirtió en una atracción. Hasta que en 1947, el equipo matriz de Robinson, los Brooklyn Dodgers, requirieron sus servicios para jugar en la Liga profesional, en la grande. El 15 de abril de ese año, Jackie Robinson se convirtió en el primer jugador de la época moderna del béisbol en romper la barrera racial de este deporte. No pasaba algo así desde 1880.
Pero en su propio equipo tuvo problemas. Algunos jugadores de los Dodgers se negaron a sentarse junto a él y por supuesto, a jugar con él. El entrenador, Leo Durocher, atajó la rebelión: «No me importa si este tío es amarillo o negro o si tiene rayas como una puta cebra. Soy el entrenador de este equipo y digo que él juega. Es más, os digo que nos va a hacer a todos ricos. Y si alguno de vosotros no sabe usar el dinero, veré como serán traspasados».
Hubo problemas por la presencia de Jackie en la Liga. Los Saint Louis Cardinals amenazaron con una huelga por la presencia de Robinson, aunque no la llevaron a cabo por que la Liga los amenazó con suspenderlos. Aún así, Robinson recibió algún golpe que otro durante el partido. Ante los Philadelphia Phillies, Robinson tuvo que aguantar cómo desde el banquillo contrario le insultaban y le decían que se fuera a recoger algodón. En otro encuentro en Cincinnati, mientras el público insultaba a Jackie, su compañero Pee Wee Reese se puso a su lado y rodeó con su brazo al afroamericano. Este Reese dijo en una ocasión: «Puedes odiar a un hombre por varias razones, pero el color de su piel no es una de ellas». Robinson recibía humillaciones a donde fuera. Contrincantes que escupían a sus zapatillas, lanzadores que tiraban a darle en la cara, aficionados que lanzaban gatos negros al campo… Pero no todo eran malas experiencias. El veterano jugador judío Hank Greenberg, que llevaba toda su vida recibiendo insultos, se acercó a él en un partido entre los Dodgers y los Pittsburgh Pirates (el equipo de Greenberg) y, al oído, le dio palabras de ánimo: «La mejor manera de combatir los insultos de los rivales es batirles en el campo».
Su fama fue creciendo y lo que es mejor, consiguió que cada vez más negros dieran el salto a la Liga profesional. Le dedicaron canciones y portadas de cómics, mientras él seguía recibiendo insultos y amenazas de muerte. Sin abandonar los Dodgers, se retiró del béisbol en 1956.
Cuando se retiró se le diagnosticó diabetes. No obstante, Robinson siguió con su lucha contra el racismo. Creó un banco para ayudar a negros y una constructora para edificar casas para gente desfavorecida. Hasta Martin Luther King lo alabó. Por los problemas de droga de uno de sus hijos también se embarcó en la lucha contra la drogadicción. Pero casi no le dio tiempo, porque apenas un año después del fallecimiento de su hijo, el 24 de octubre de 1972, Jackie Robinson murió en Connecticut víctima de un ataque al corazón provocado por una diabetes que ya le había dejado ciego. Tenía 53 años. 2.500 personas acudieron a su funeral, presidido por el reverendo Jesse Jackson.
Tras su muerte, su viuda creó la Jackie Robinson Foundation, dedicada a ayudar a jóvenes desfavorecidos a tener unos estudios.
En 1997, año en el que se cumplió el 50 aniversario de su debut en la Liga profesional, fue retirado el dorsal que siempre llevó Robinson, el 42, de todos los equipos americanos. Sólo el panameño de los Yankees Mariano Rivera lo lleva aún, porque ya era suyo cuando se retiró el dorsal. Cuando Rivera deje el béisbol, nadie más llevará nunca el número de un hombre que tuvo las agallas de enfrentarse a todo una nación para que no le discriminasen por su color de piel.
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