EL Rincón de Yanka: ⛬ CENTROS DE PROGRESO X: SEVILLA, DUBROVNIK, CAMBRIDGE, HOUSTON Y SAN FRANCISCO

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viernes, 7 de octubre de 2022

⛬ CENTROS DE PROGRESO X: SEVILLA, DUBROVNIK, CAMBRIDGE, HOUSTON Y SAN FRANCISCO


Centros de Progreso, 
Parte 36: Sevilla (navegación)
Chelsea Follett indica que las expediciones que partieron del puerto en Sevilla expandieron los horizontes de la humanidad.
Hoy presentamos la parte No. 36 de una serie de artículos publicados por HumanProgress.org denominada Centros de Progreso. ¿Dónde ocurre el progreso? La historia de la civilización es de muchas maneras la historia de la ciudad. Es la ciudad la ha ayudado a crear y definir el mundo moderno. Esta columna proveerá una introducción breve a los centros urbanos que fueron el sitio de importantes avances culturales, económicos, políticos, tecnológicos, etc.
El Centro de Progreso No. 36 es Sevilla durante la Era de los descubrimientos en Europa, entre mediados del siglo 15 hasta mediados del siglo 16, cuando la ciudad era un importante puerto a la vanguardia del progreso en la navegación marítima. En 1519, una expedición con cinco barcos salió de Sevilla con la intención de darle la vuelta al mundo. En 1522, solo un barco de esa expedición regresó, el galeón Victoria. Y victorioso fue, habiendo navegado 42.000 millas para circundar exitosamente el globo —un hito en la historia de la navegación.

Hoy, Sevilla es la capital, así como también la ciudad más poblada y rica en Andalucía, y su puerto continúa ocupado dado que es el único puerto de río en España. El puerto maneja exportaciones como vino, fruta (incluyendo naranjas, que es conocido que crecen por todo su alrededor y perfuman la ciudad de Sevilla), aceitunas y minerales. El puerto también maneja importaciones, incluyendo aceite y carbón. La construcción de buques es una parte importante de la economía de la ciudad, junto con la industria de servicios y turismo. La ciudad es conocida como la capital mundial del baile flamenco, y a lo largo de la ciudad hay frecuentes presentaciones de esa forma de baile, que es probablemente una fusión de formas de danza asiáticas y europeas, derivada de una ola de inmigración del noroeste de India hacia Andalucía entre los siglos 9 y 14. La ciudad también es conocida entre los turistas por sus shows de toros y su religiosidad, con muchos creyentes volcándose a la ciudad durante sus festejos de Semana Santa (La Semana Santa de Pascua). La ciudad también es el lugar de varias óperas famosas, incluyendo el Barbero de Sevilla o La Traviata.

Las maravillas arquitectónicas de Sevilla han sido destacadas como el fondo de películas y series de televisión famosas, incluyendo la Guerra de las Galaxias y Juego de Tronos. Mientras que la ciudad contiene destacados edificios modernos, como la estructura encofrada más grande de madera, las distintivas Setas, Sevilla sigue siendo mejor conocida por su arquitectura histórica. El casco antiguo de la ciudad contiene no menos que tres Sitios Patrimonio de la UNESCO. Uno de estos es el palacio real Alcázar de estilo mudéjar, que fue en gran medida construido por los castellanos en el siglo 14 en el lugar de una fortaleza de la anterior era de la dinastía abadí (1023-1091), incorporando algunas de las estructuras originales, para convertir este sitio en el hogar del Rey Pedro el Cruel (1334-1369). Hasta hoy, la familia real continúa ocupando el Alcázar cuando visita Sevilla, haciendo que este sea el palacio más antiguo en Europa que todavía está en uso.

Otro Sitio Patrimonio del Mundo es la Catedral de Sevilla, que tardó más de un siglo en ser construida. Completada en 1507, esta presentaba una imagen extravagante durante la era de oro de Sevilla de comercio, justo como lo hace hoy. Sigue siendo la Iglesia gótica más grande del mundo, así como también la Iglesia más grande de cualquier tipo. Se dice que al comité de la construcción original se le encargó crear algo “tan bello y tan magnífico que aquellos la vean pensarán que estamos locos”. Los árboles de naranja que la rodean encantan a los visitantes con el olor característico de Sevilla.

El último Sitio Patrimonio del Mundo es el Archivo General de las Indias. Este fue comisionado en 1572 por el Rey Felipe el Prudente (1527-1598), quien supervisó el clímax del Imperio Español, para servir como la Casa de Cambio de los Mercaderes (Casa Lonja de Mercaderes) donde los comerciantes de Sevilla podían hacer negocios relacionados con sus viajes al Mundo Nuevo. A lo largo de su historia, diferentes porciones de esta enorme construcción del Renacimiento han servido tales propósitos diversos como una academia de pintura, una bodega para almacenar granos, y un refugio para huérfanos y viudas. Como su actual nombre lo sugiere, el Archivo General de las Indias ahora sirve como un repositorio de documentos de archivo que ilustran la historia del Imperio Español y su comercio transatlántico.

Según la mitología, el fundador de Sevilla fue nadie más y nadie menos que el famoso héroe semi-dios de la literatura clásica, Hércules. Una plaza con un jardín llamada la Alameda de Hércules, construida en 1574, saluda a los visitantes hasta el día de hoy con una imponente estatua del héroe. Más precisamente, el fundador mítico de la ciudad fue el dios fenicio Melgar, quien luego fue identificado con Hércules. La parte más antigua de Sevilla probablemente fue construida alrededor del siglo 8 a.C., en una isla en el Río Guadalquivir (derivado del árabe al-wādī l-kabīr, que significa “el gran río). Sevilla fue multicultural desde su incoación, definida por la mezcla de los Tartessos, un pueblo ibérico indígena, y los fenicios, quienes fueron atraídos por el potencial de la ciudad para convertirse en un puerto comercial.

La geografía de Sevilla tal vez la destinó a convertirse en un puerto importante. La ciudad marca el punto en el río Guadalquivir de 408 millas de largo después del cual los barcos ya no pueden continuar viajando tierra adentro. Como el único río importante y navegable de España, el Guadalquivir ha sido utilizado para transportar productos desde al menos el siglo 8 a.C. cuando los antiguos fenicios trasladaron metales preciosos que fueron minados en España con botes, cargándolos hacia el mar y entregando la carga al primer puerto importante del mundo en Byblos, en lo que hoy es el Líbano, así como también a los asirios. El río no solo era la principal arteria del tráfico de entrada y salida de Andalucía, sino que además proveía acceso al Atlántico, que luego se volvió crítico para la exploración del Mundo Nuevo y, últimamente, el logro de darle la vuelta al globo.

A lo largo de los años, Sevilla fue gobernada por la cartagineses, los romanos (cuyos muros de la ciudad permanecen parcialmente intactos), los visigodos, los moros, y los castellanos. La ciudad siempre fue una importante puerta de entrada para el comercio y fue progresivamente diversificándose mediante el constante flujo entrante de productos y personas de culturas diferentes. Pero fue durante la Era de Oro de España, en el punto máximo del comercio transatlántico del Imperio Español en el siglo 16, que Sevilla llegó a ser una de las ciudades más grandes de Europa Occidental.

Si podría visitar Sevilla durante sus días de gloria, entraría en una metrópolis intoxicarte con una arquitectura ecléctica representando siglos de mezcla de culturas. Como una rima española dice, “Quien no ha visto Sevilla, no ha visto maravilla”. Caminando alrededor de las multitudes a lo largo de los caminos cuidadosamente azulejados y de sus plazas con mosaicos, hubiese visto un pujante centro comercial y cosmopolita que era el lugar de comerciantes de alrededor del continente, y hubiese escuchado no solo español, sino inglés, flamenco, e italiano, entre otros idiomas. Mientras que el Islam fue prohibido en 1502, allí permaneció una minoría significativa de moros, anteriormente musulmana, conocidos como moriscos, algunos de los cuales continuaron practicando el Islam en secreto. Los africanos esclavizados estarían enardecidos con las habladurías de las últimas expediciones marítimas pioneras, conforme las grandes potencias europeas competían por el dominio de las avenidas del comercio oceánico y participaban en una carrera para ser los primeros en descubrir rutas marítimas prometedoras hacia tierras inexploradas.

En 1503, España le concedió a Sevilla derechos exclusivos de comercio con el Mundo Nuevo, y la ciudad prosperó. Pero, como el historiador británico Richard Cavendish ha notado, “La idea de que dicha red de actividad humana podía ser controlada por una burocracia demostró ser irremediablemente irrealista y a pesar de toda la cascada de plata, España siguió siendo un país pobre”. El que el peso del monopolio de Sevilla y otras políticas que limitaban la libertad económica pusieron sobre la economía española contribuyeron a los problemas financieros del gobierno, incluyendo nuevo eventuales bancarrotas de la Monarquía Española (1577, 1575, 1596, 1607, 1627, 1647, 1652, 1662, y 1666). Los privilegios respaldados por el gobierno y gozados por las élites en áreas que van desde el comercio hasta el manejo de la tierra, la inflación monetaria derivada de la llegada de la plata del Mundo Nuevo, y el alto gasto del gobierno en la guerra eran algunos de los factores que socavaron el desarrollo económico. La era de oro de Sevilla fue corta, acabando cuando la corona transfirió el control del comercio con el Mundo Nuevo a Cádiz en 1717.

Entre las multitudes de la Sevilla del siglo 16, hubiese podido ver al conocido novelista Miguel de Cervantes (1547-1616), quien estudió en el colegio jesuita de Sevilla en la década de 1560 y volvió a la ciudad en 1588 durante unos cuantos años. Sevilla aparece en varios de sus trabajos, por ejemplo, al proveer el lugar para su novela acerca del crimen organizado en la ciudad, Rinconete y Cortadillo. En un poema, Cervantes caracterizó a la ciudad de esta manera: “¡oh gran Sevilla, Roma triunfante en ánimo y riqueza!” En la obra maestra de Cervantes, Don Quixote, el epónimo carácter principal de esa novela pionera (primero publicada en 1605), recibe una invitación para visitar Sevilla porque “era justo el lugar para encontrar aventura, porque en cada calle y cada esquina de la calle habían más aventuras que en cualquier otro lugar”.

Una sensación de aventura ciertamente debe haber llenado el aire en el fatídico día en el que una expedición zarpó desde el puerto de Sevilla con la intención de darle la vuelta al mundo. Ese logro tuvo un costo: la expedición partió con alrededor de 260 personas, pero solo 18 de regresaron a Sevilla luego de completar la vuelta. Siendo un reflejo de la reputación multicultural de Sevilla, los sobrevivientes que completaron el viaje representaban a varias nacionalidades. Había tres Galicias, tres castellanos, dos griegos, un supernumerario veneciano, un sobrecargo jefe de Génova, un marino portugués, un artillero alemán, y seis personas vascas, incluyendo el capitán final de la expedición, Juan Sebastián Elcano (c. 1486-1526). El veneciano Antonio Pigafetta (c. 1491-c. 1531), mantuvo diarios precisos que sirven como crónica de un viaje que muchos académicos consideran el relato más confiable de la expedición. Ausente en el retorno estaba el explorador portugués Fernando Magallanes (1480-1521), quien había planificado la expedición española, pero murió en ruta hacia las Filipinas.

La era del descubrimiento de Europa presenció la competencia entre muchos países, pero Portugal y España lideraron el camino. Primero, Portugal dominó, descubriendo y proclamando el dominio de los archipiélagos atlánticos de Madeira y Azores en 1419 y 1427, respectivamente, y encontrando una ruta marítima hacia la India que cambiaría el juego en 1498, alrededor del Cabo de Buena Esperanza de África. El enfoque portugués en la navegación incluso resultó en el inusual apodo real del Príncipe Enrique el Navegante (1394-1460). En 1501, el florentino Americo Vespucci (1451-1512), mientras que estaba en una expedición portuguesa buscando otra ruta marítima hacia Asia, descubrió lo que el denominó el Mundo Nuevo —y de este nombre obtenemos el término “América”. Los avances en la construcción hacia principios del siglo 16 de embarcaciones, incluían el desarrollo de un tipo de embarcación más estable, rápido y más manipulable llamado el galeón. Estos aceleraron el progreso de la navegación.

Mientras que los gobiernos patrocinando las expediciones puede que hayan sido rivales, los grandes viajes solían ser la empresa de la cooperación multicultural, con miembros de la tripulación proviniendo de muchos países —los españoles sirviendo en expediciones portuguesas y vice versa, conforme las coronas española y portuguesa competían por contratar al mejor talento. España empezó a rivalizar la supremacía de Portugal en el mar en parte gracias a su apertura a la pericia de extranjeros. Fue España la que financió al explorador genovés Cristóbal Colón (1451-1506) en su famoso viaje de 1492 hacia América, que él confundió con las Indias del Este (las Indias Occidentales le deben su nombre a ese error, y “Colombia”, derivada del nombre de Colón, continúa siendo un término poético para América). El nativo de Florencia, Vespucci, murió como un ciudadano español en Sevilla, con el título de navegante y primer piloto mayor de España, en 1512. El explorador español Vasco Núñez de Balboa (1475-1519) se convirtió en el primer europeo que cruzó América hasta llegar al Océano Pacífico en 1513, y en 1516 Juan Díaz de Solís (1470-1516), que puede haber nacido en Sevilla o en Lisboa, se convirtió en el prime europeo en llegar a Uruguay, mientras estaba en una expedición española.

Magallanes soñaba con encontrar una ruta comercial directa hacia las Islas de las Especias, en lo que hoy es Indonesia, que evitara tener que pasar alrededor de África con sus muchas protuberancias rocosas. La traicionera ruta del Cabo de Buena Esperanza había llegado a ser conocida como el cementerio de barcos. Luego de repetidos intentos fallidos de solicitar financiamiento para su viaje ante el monarca portugués, Magallanes fue a Sevilla en 1517 para probar su suerte con la corona española. Respaldando la visión de Magallanes, pero muy endeudado, el rey adolescente de España (el futuro Emperador Romano Carlos V) fue incapaz de financiar totalmente el viaje. El sector privado intervino para hacer posible la expedición de Magallanes. Cristóbal de Haro (s.m. 1541), un financista nacido en Burgos y un comerciante conectado a los Fuggers, una destacada familia banquera alemana, aportó los fondos restantes y críticos que se requerían para el viaje, así como también los productos con los que la tripulación luego podría hacer trueque.

En 1519, Magallanes partió de Sevilla con una flota de cinco embarcaciones consistiendo de la principal Trinidad, el San Antonio, la carraca Concepción, el Santiago y la Victoria. La Victoria nació como la Santa María en los astilleros de Ondarroa en el norte de España, y fue utilizada para el comercio entre Castilla e Inglaterra antes de que la corona compara la embarcación en 1518. Magallanes la re-bautizó en honor a su capilla favorita en Sevilla, la Santa María de la Victoria.

Luego de un largo viaje a través del Atlántico y de viajes a lo largo de la costa sudamericana en busca de una ruta hacia el Pacífico, el Santiago naufragó en un río argentino en 1520 durante una tormenta. Después, ese mismo año, la expedición descubrió una ruta marítima navegable para cruzar América hacia el Pacífico a través de Chile, que luego recibió el nombre del Estrecho de Magallanes. Hasta que se completó el Canal de Panamá en 1914, el estrecho era el único camino marítimo relativamente seguro entre los océanos Atlántico y Pacífico. En el estrecho, el San Antonio desertó la expedición y volvió a España. Para justificar su deserción, la tripulación describió a Magallanes como un psicópata. Su reputación en Sevilla sufrió y su esposa e hijo fueron sentenciados a un arresto domiciliario. Solo después de que Pigafetta diseminó su relato del viaje fue que la reputación de Magallanes se recuperó. Hasta el día de hoy, las opiniones de Magallanes varían salvajemente.

Luego de cruzar el estrecho, Magallanes nombró el cuerpo de agua más allá de este como Océano Pacífico debido a que sus aguas eran pacíficas cuando ingresó en ellas. Sin estar consciente de la amplitud del océano, los exploradores esperaban cruzarlo en unos pocos días, la tripulación se había acabado toda su provisión de alimentos y se vieron reducidos a devorar las ratas y el aserrín de la embarcación. La mayoría desarrollaron escorbuto, una enfermedad causada por una deficiencia de vitamina C, y muchos murieron de desnutrición.

Pero sus problemas no acabaron cuando finalmente llegaron a Guam y las Filipinas. Un miembro esclavizado de la tripulación cuya lengua nativa era malaya, Enrique de Malacca (1495-después de 1522), conversó exitosamente con los locales, demostrando que ellos habían de hecho llegado a Asia. Puede que él haya sido la primera persona en darle la vuelta al mundo. La expedición pronto se vio involucrada en conflicto —la Batalla de Mactan. Magallanes lideró a un grupo de su tripulación para combatir por un gobernante local, Humabon de Cebu, en contra los guerreros de Lapulapu, quien era el jefe tribal de Mactan, una isla ubicada aproximadamente a una milla al este de Cebu. Mientras que la tripulación de Magallanes estaba mejor armada, los hombres de Lapulapu los superaban en número, y mataron a Magallanes con una flecha envenenada. Hoy, los indonesios celebran una fiesta honrando a Lapulapu por derrotar a una fuerza extranjera, y un destacado santuario en Mactan muestra una estatua de Lapulapu, y un mural de Magallanes y Lapulapu en combate. Según Pigafetta, luego de que la tripulación se negó a liberar a Enrique después de la muerte de Magallanes, como estaba especificado en el testamento de este último, Enrique exitosamente conspiró con Humabon para lograr su exterminación y conseguir su libertad. Humabon invitó a una parte de la expedición, incluyendo al astrólogo marítimo, San Martín de Sevilla, a una comida y allí los hizo matar. Los sobrevivientes de la expedición escabulleron (hundieron su embarcación deliberadamente) la Concepción en 1521 porque ya no tenían suficientes hombres para tripular tres barcos, y el Trinidad después naufragó en las Islas de Especias.

Cuando la Victoria finalmente atracó en el puerto de Sevilla tres años luego de su partida, cargada con especias, esta disparó un saludo con la pólvora que quedaba en la expedición. Pálidos y esqueléticos, los miembros de la tripulación desembarcaron lentamente, para siempre marcados por la memoria de motines, enfermedades, hambre, guerra y tormentas en el mar. Su líder Elcano los llamó “los hombres más flacos que alguna vez existieron”. Las multitudes entusiastas de sevillanos que los saludaron les entregaron velas y los aplaudían conforme los miembros de la expedición caminaban temblando y sin palabras hacia la capilla que le dio nombre a la embarcación, el santuario de Santa María de la Victoria, para darle gracias por haber sobrevivido. Hoy, una losa en la capilla los honra a ellos. A lo largo de su calvario, los primeros navegadores que le dieron la vuelta al mundo contribuyeron profundamente al entendimiento humano de la navegación: encontraron el Estrecho de Magallanes, aprendieron acerca de la inmensidad del Océano Pacífico, y confirmaron que el mundo era redondo. Las especias que ellos transportaron a Sevilla eran valiosas, pero el mayor tesoro que trajeron a casa fue su arduamente ganado conocimiento de navegación.

Explotando con actividad mercantil y buscadores de aventuras de alrededor de Europa, la Sevilla del siglo 16 le dio a la humanidad la primera expedición que le dio la vuelta al mundo, que fue probablemente “el viaje marítimo más importante en la era de los descubrimientos”. Esa era trajo consigo una nueva etapa de globalización basada en el mar que expandió los horizontes de la humanidad, permitiendo el trazo de mapas del mundo. Conforme civilizaciones distantes entraron en contacto, el conflicto brutal se dio muchas veces, incluyendo el comercio transatlántico de esclavos y las luchas de poderes coloniales. Pero la interconexión global permitió la nueva pericia en navegación de la humanidad, que eventualmente ayudó a crear la sociedad moderna, con un intercambio de largo alcance de conocimiento científico y la prosperidad generada por el comercio mundial. Financiadas tanto por reyes como por comerciantes, las expediciones que partieron del puerto de Sevilla sin duda cambiaron al mundo. Es por estas razones que Sevilla ha encontrado su lugar como nuestro Centro de Progreso No. 36.

Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 3 de mayo de 2022.

Centros de Progreso, 
Parte 37: Dubrovnik (Salud pública)
Chelsea Follett destaca la importancia de Dubrovnik como un importante Centro de Progreso por haber logrado un hito en la historia de la salud pública.
Hoy presentamos la trigésima séptima de la serie de artículos publicados por
HumanProgress.org llamada Centros de Progreso. ¿Dónde ocurre el progreso? La historia de la civilización es, en muchos sentidos, la historia de la ciudad. Es la ciudad la que ha ayudado a crear y definir el mundo moderno. Esta serie de artículos brindará una breve introducción a los centros urbanos que fueron sitios de grandes avances en la cultura, economía, política, tecnología, etc.
El trigésimo séptimo Centro de Progreso ahora se llama Dubrovnik, pero históricamente se conocía como Ragusa. La pintoresca ciudad portuaria recibe el sobrenombre de “la perla del Adriático” por su belleza. Pero la ciudad también ha sido llamada “el Hong Kong del Mediterráneo” por su histórica aceptación de la libertad personal y económica y su prosperidad basada en el comercio marítimo. La pequeña ciudad-estado de la República de Ragusa no solo estuvo a la vanguardia de la libertad en su época, siendo uno de los primeros países en prohibir la esclavitud, sino que la brillante ciudad mercante en el mar también fue el sitio de un hito temprano en la historia de la salud pública: períodos de espera de cuarentena, que se implementaron por primera vez en 1377. En 1390, Dubrovnik también creó la primera oficina de salud pública permanente del mundo. Quizás más que cualquier otra ciudad, Dubrovnik puede afirmar haber ayudado a crear la idea de la salud pública.

Hoy, Dubrovnik es mejor conocida por sus exquisitas vistas, incluidos muchos edificios históricos y museos. Se encuentra en la región croata del sur de Dalmacia, mejor conocida por la raza de perro dálmata, que existió desde 1375. El turismo domina la economía. Gran parte del diseño de la ciudad permanece prácticamente sin cambios desde el año 1292, con calles estrechas y sinuosas empedradas; innumerables monumentos medievales, torres y monasterios; y encantadoras villas rodeadas de jardines y campos naranjos. La ciudad vieja es un sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, que cuenta con una arquitectura gótica, renacentista y barroca bien conservada en forma de numerosas iglesias y palacios. La ciudad a menudo se considera un importante centro artístico de Croacia y el sitio de muchas actividades culturales, representaciones teatrales y musicales, festivales y museos. La playa de Banje de la ciudad también es popular, y el puerto de Gruz ahora está lleno de cruceros.

El dramaturgo irlandés George Bernard Shaw (1856-1950) afirmó: “Aquellos que buscan el paraíso en la Tierra deberían venir a Dubrovnik”. Los fanáticos de Game of Thrones pueden reconocer a Dubrovnik como el escenario que da vida a la ciudad costera ficticia de King's Landing. Pero mientras que King's Landing fue la capital de una monarquía absoluta despótica, en realidad Dubrovnik estuvo dedicada a la libertad en un grado inusual desde sus inicios y se enorgullece de no haber tenido rey. “La ciudad-república era de carácter liberal y brindaba asilo a refugiados de todas las naciones –uno de ellos, según la leyenda, fue el rey Ricardo I (Corazón de León) de Inglaterra, quien desembarcó en la isla costera de Lokrum en 1192 a su regreso de las Cruzadas”, según la Enciclopedia Británica.

Dubrovnik fue una ciudad-estado tributaria bajo la soberanía veneciana entre 1205 y 1358, que mantuvo una independencia sustancial y creció próspera como potencia mercantil. Fue durante ese período, en 1348, cuando la peste bubónica llegó por primera vez a la ciudad. En cuatro años, la enfermedad acabó con la vida de quizás dos tercios de los ciudadanos. Y eso fue solo la primera ola. Durante la pandemia de la peste negra, las pausas periódicas a menudo fueron seguidas por nuevos brotes.

En 1358, Hungría presionó a Venecia para que entregara el control de Dubrovnik y nació la República de Ragusa (1358-1808). Fue durante la era republicana que la ciudad creó la novedosa medida de salud pública de la cuarentena y la practicó entre 1377 y 1533. Si bien no fue perfecta –se produjeron brotes de peste en 1391 y 1397– la medida fue revolucionaria. Otras ciudades pronto implementaron protocolos similares, como Ginebra en 1467.

“No debería ser una sorpresa encontrar Dubrovnik en el corazón de la historia del origen de la cuarentena, porque la ciudad fue una supernova marítima durante gran parte de la era medieval”, señala el periodista británico Chris Leadbeater. Siendo una república aristocrática con menos de 10.000 personas viviendo dentro de sus muros y una constitución parecida a la de Venecia, Dubrovnik fue gobernada por un consejo de príncipes comerciantes seleccionados de las familias patricias que comprendían alrededor de un tercio de la población de la ciudad. A diferencia de Venecia, las filas de la nobleza nunca se cerraron formalmente, lo que significa que las familias de comerciantes recientemente exitosas podían obtener el estatus de patricios. Los límites de mandato impidieron que el principal funcionario del gobierno, el rector, sirviera durante más de un mes, después de lo cual no podría volver a buscar el puesto durante dos años. Además Dubrovnik “nunca vio un aumento elaborado en las funciones burocráticas ni sintió el gran peso de la intervención del gobierno como lo hicieron los venecianos”, optando por una interferencia gubernamental relativamente limitada con el sólido comercio de la ciudad.

Si pudiera visitar Dubrovnik durante sus años dorados marítimos (1350-1575), entraría en una vibrante ciudad costera llena de arquitectura de piedra, diversos viajeros que hablan idiomas que van desde el alemán al turco y al italiano, e inundada de arte y comercio. Es posible que haya visto a mujeres de la nobleza usando joyas finas, ellas eran libres de intercambiar sus joyas sin el permiso de los hombres, incluso en esa época de extrema desigualdad de género, contribuyendo así a un lucrativo mercado de exportación.

El historiador económico croata Vladimir Stipetić ha señalado que “Dubrovnik comerciaba como Hong Kong, Singapur, Taiwán … pero lo hizo unos quinientos años antes … [y como esos países] se volvieron prósperos … por [su] política económica adoptada”. Como resultado de la relativa libertad económica de la ciudad y los recursos ahorrados por el desinterés de la ciudad en el expansionismo militar, la flota de cientos de barcos mercantes de Dubrovnik a veces superó en número a los de Venecia, a pesar de que esta última cuenta con una población quizás 10 veces mayor que la de Dubrovnik. La expansión económica de Dubrovnik también se debe, por supuesto, a la capacidad de innovación de su gente. En el siglo XV, un humanista, comerciante y noble de Dubrovnik llamado Benedetto Cotrugli (1416-1469) publicó Della mercatura e del mercante perfetto (El comercio y el comerciante perfecto), que se cree que es el primer trabajo sobre contabilidad en el mundo. También era un manual comercial que abogaba por la honestidad en todos los tratos.

La república medió en el comercio entre el Imperio Otomano y lo que popularmente se llamaba la cristiandad. Ubicada en la intersección de territorios que practicaban el islam, el catolicismo y el cristianismo ortodoxo, Dubrovnik mantuvo una política de comercio amistoso con personas de todas las religiones en una era en la que las tensiones religiosas eran altas, al tiempo que respaldaba internamente el catolicismo. La cultura de la ciudad era inusualmente “secular, sofisticada, individualista” y cosmopolita para su época. Durante su era republicana, Dubrovnik se convirtió en un importante centro de la literatura y el arte eslavos, así como de la filosofía, particularmente en los siglos XV, XVI y XVII, lo que le valió a la ciudad el apodo de “La Atenas eslava”. Produjo escritores notables, como Cerva (1463-1520), Šiško Menčetić (1457-1527), Marin Držić (1508-1567) e Ivan Gundulić (1589-1638), ahora considerado el poeta nacional de Croacia. Su poema más famoso es el “Himno a la Libertad”.

O liepa, o draga, o slatka slobodo,
dar u kom sva blaga višnji nam Bog je dô,
uzroče istini od naše sve slave,
uresu jedini od ove Dubrave,
sva srebra, sva zlata, svi ljudcki životi
ne mogu bit plata tvôj čistoj lipoti.

O hermosa, o preciosa, o dulce Libertad,
el más grandioso regalo de todos los tesoros que Dios nos ha dado,
la verdad de toda nuestra gloria,
la decoración de Dubrovnik,
toda la plata, todo el oro, todas las vidas humanas
no valen la pena tanto como tu pura belleza.

A pesar de su falta de poder militar y su minúsculo tamaño, la libertad económica y la notable estabilidad política y social de Dubrovnik ayudaron a la pequeña república a sobrevivir durante casi medio milenio antes de que Napoleón la conquistara en 1808. Aunque Dubrovnik se vio obligada en ocasiones a rendir tributo a sus vecinos más poderosos para mantener la independencia política, los ciudadanos de la república estaban orgullosos de su relativa libertad. De hecho, el lema en latín de la república era Non bene pro toto libertas venditur auro, que significa “La libertad no se vende por todo el oro del mundo”. La bandera de la república era simplemente la palabra Libertas (en latín, “libertad”) en rojo sobre fondo blanco. De 1792 a 1795, Dubrovnik también emitió monedas de plata llamadas libertinas, con la palabra Libertas en la posición central del diseño. Además, la república fue uno de los primeros países europeos en abolir la esclavitud, prohibiendo la trata de esclavos en 1416. El consejo de gobierno de la ciudad votó que “ninguno de nuestros nacionales o extranjeros, y cualquiera que se considere de Dubrovnik, puede de ninguna manera o bajo cualquier pretexto comprar o vender esclavos … o ser un mediador en tal comercio”.

Reconociendo la amenaza que los brotes recurrentes de peste bubónica representaban para su ciudad, la gente de Dubrovnik tomó medidas para preservar su prosperidad comercial y su propia existencia. Gracias a las medidas de salud pública de Dubrovnik, la ciudad logró evitar muchas muertes e incluso lograr una importante expansión comercial durante el período de la peste.

La peste bubónica es una enfermedad bacteriana que, cuando no se trata, suele ser mortal a los pocos días de la aparición de los síntomas. La peste bubónica ha devastado a la humanidad muchas veces, e incluso se ha encontrado en esqueletos humanos que datan del año 3000 a.C. Los casos de peste bubónica todavía ocurren incluso hoy. El primer brote de la enfermedad que se extendió lo suficiente como para denominarse pandemia ocurrió en el siglo VI d.C., durante el reinado del emperador bizantino Justiniano I. Pero la pandemia de peste bubónica que devastó Asia, África y Europa en el siglo XIV –llamada la Peste Negra o la Gran Pestilencia– demostró ser la pandemia más fatal en la historia registrada, matando quizás hasta 200 millones de personas, incluido hasta el 60% de la población de Europa.

Ese brote surgió por primera vez en el oeste de China. En solo tres años, entre 1331 y 1334, la peste bubónica mató a más del 90% de la población de la provincia de Hebei, que cubre un área de tierra un poco más grande que Irlanda. Más de 5 millones de cadáveres presentaban un anticipo de las muertes por venir.

La escala de la devastación es difícil de imaginar. La Peste Negra azotó Europa desde 1346 hasta 1353. En 1348, la bacteria acabó con el 60% de la población de Florencia. Ese mismo año, la peste llegó a Francia y en cuatro años al menos un tercio de los parisinos estaban en la tumba. Al año siguiente, la peste llegó a Londres y redujo a la mitad la población de esa ciudad. En prácticamente todas las ciudades y pueblos se repitió la tragedia.

Un relato de primera mano de la devastación señala: “[E]sta mortalidad devoró tal multitud de ambos sexos que no se pudo encontrar a nadie que llevara los cuerpos de los muertos al entierro, pero hombres y mujeres llevaron los cuerpos de sus propios pequeños a la iglesia sobre sus hombros y los arrojaron a fosas comunes, de las cuales salía tal hedor que casi nadie podía pasar por un cementerio”.

Los sobrevivientes fueron perseguidos por el dolor y la soledad. En 1349, el escritor italiano Francesco Petrarca, que perdió a muchos compañeros a causa de la peste, incluida su musa Laura, escribió:

“¿Dónde están nuestros queridos amigos ahora? ¿Dónde están los rostros amados? ¿Dónde están las palabras cariñosas, las conversaciones distendidas y amenas? … ¿Qué abismo se los tragó? Había una multitud de nosotros, ahora estamos casi solos. Deberíamos hacer nuevos amigos –pero cómo, cuando la raza humana está casi extinguida; Y, ¿por qué, cuando me parece que el fin del mundo está cerca? ¿Por qué fingir? Estamos solos de verdad”.

A pesar de las dificultades de la vida, la supervivencia era preferible a la muerte, y la gente hizo un gran número de intentos innovadores para prevenir y tratar la enfermedad que diezmaba a la humanidad. Muchas de esas medidas fueron trágicamente ineficaces, como las sangrías y evitar los baños (Se pensaba que bañarse expandía los poros y lo hacía vulnerable a las enfermedades). Algunas medidas ayudaron un poco en la prevención de enfermedades –como evitar los malos olores, incluidos los cadáveres en descomposición, y fomentar una mejor ventilación en el hogar.

Es bien sabido que la comprensión medieval de cómo se propagaban las enfermedades dejaba mucho que desear. Muchos asumieron que la Peste Negra fue un castigo divino por los pecados de la humanidad, lo que dio origen el angustioso movimiento flagelante, y algunas de las mentes más brillantes del momento en la Universidad de París, cuando el rey de Francia les encargó que explicaran la peste, concluyeron que los movimientos de Saturno tenían la culpa. Otros culparon a la brujería. Reprensiblemente, otros utilizaron violentamente a las minorías religiosas como chivos expiatorios: “Las prácticas higiénicas limitaron la propagación de la peste en los guetos judíos, lo que llevó a culpar a los judíos por la propagación de la peste y a masacres generalizadas, especialmente en Alemania y Europa Central”.

Sin embargo, aunque es posible que no hayan captado la causa de la enfermedad, la gente medieval poseía el concepto general de contagio. Sabían que la peste se diseminaba de un lugar a otro y que la transmisión se estaba dando de alguna manera: los vectores sospechosos iban desde el viento hasta la mirada de una persona infectada.

Afortunadamente, la gente medieval no necesitaba saber que la peste bubónica se propaga principalmente a través de las pulgas para darse cuenta de que limitar el contacto con personas y objetos de los sitios de brotes conocidos era el curso de acción más prudente. Esta idea se generalizó en parte a través de los trabajos de varios médicos que publicaron folletos o tratados médicos en toda Europa que pueden haber representado “el primer esfuerzo a gran escala en la historia de la instrucción popular en salud”. El médico catalán Jaume d'Agramont (m. 1350 de la peste), por ejemplo, aconsejó al público que no comiera alimentos de “regiones pestilentes” y escribió que “la asociación con una persona que padece una enfermedad pestilente” podría hacer que la enfermedad se propague desde una persona a otra “como un reguero de pólvora”. La posibilidad de transmisión interpersonal se volvió ampliamente sospechosa, aunque pocos adivinaron el papel de la pulga como intermediario.

Incluso antes de la peste, Dubrovnik dio varios pasos hacia una mejor salud pública. Si bien ahora damos por sentadas las medidas básicas de higiene, Dubrovnik fue un caso atípico medieval cuando limitó la eliminación de basura y heces en la ciudad en 1272. La ciudad prohibió a los cerdos en las calles de la ciudad en 1336, contrató a los barrenderos en 1415 y creó un sistema de alcantarillado completo a principios del siglo XV. La relativa prosperidad de Dubrovnik le permitió ofrecer salarios competitivos para atraer a médicos de otras ciudades, como Salerno, Venecia, Padua y la sede de la primera universidad, Boloña. En 1390, Dubrovnik también creo la primera oficina de salud pública permanente del mundo para hacer cumplir sus diversas normas de salud pública.

Los incentivos económicos ayudaron a motivar las innovaciones en salud pública y saneamiento de la ciudad dependiente del comercio: “Las medidas sanitarias en Dubrovnik se mejoraron constantemente porque la ciudad se vio obligada a encontrar una manera de protegerse de las enfermedades y al mismo tiempo conservar las lucrativas relaciones comerciales que formaron su base económica”. Durante el estallido de 1347, el escritor y noble de Dubrovnik Nikola Ragnina (1494-1582) afirmó que la gente primero intentó desterrar la plaga con fuego: “No había cura y todo el mundo se estaba muriendo. Cuando la gente vio que sus médicos no podían defenderlos, decidieron … purificar el aire con fuego”. Los incendios pueden haber ayudado a matar algunas de las pulgas portadoras de la plaga, pero finalmente fueron un experimento fallido. Entonces, intentaron algo nuevo.

Incluso una comprensión primitiva de cómo se propagó la enfermedad resultó suficiente para que la gente de Dubrovnik intentara un experimento radical e histórico en la prevención de enfermedades. En 1374, Venecia estableció por primera vez períodos de espera para que los pasajeros de los barcos ingresaran a su ciudad, pero esto quedó a discreción de los burócratas de salud, lo que llevó a una aplicación irracional y selectiva. Pero en 1377, el consejo de Dubrovnik implementó un sistema mucho más lógico: todos los pasajeros entrantes y los miembros de las caravanas comerciales que llegaban de áreas infectadas debían esperar 30 días en la cercanía de la ciudad de Cavtat o en la isla de Mrkan antes de ingresar a las murallas de la ciudad de Dubrovnik. El período de cuarentena pronto se amplió a 40 días (la palabra “cuarentena” significa “40 días”) –un número que probablemente se alcanzó como resultado de la experiencia, ya que el curso completo de la peste bubónica desde la contracción hasta la muerte fue típicamente de alrededor de 37 días.

“La administración de Dubrovnik llegó a la idea de la cuarentena como resultado de su experiencia en el aislamiento de las víctimas de la lepra para evitar la propagación de la enfermedad”, señala la historiadora Ana Bakija-Konsuo. “La ciencia histórica sin duda ha demostrado la prioridad de Dubrovnik en la 'invención' de la cuarentena. El aislamiento, como concepto, se había aplicado incluso antes de 1377, como se menciona en el Estatuto de la Ciudad de Dubrovnik, que fue escrito en 1272 y … es la primera mención del aislamiento de los enfermos de lepra”. Los refugios de cuarentena de piedra junto al mar de Dubrovnik, a veces considerados los primeros hospitales de peste en Europa, fueron llamados lazaretos en honor a Lázaro, el santo patrón de los leprosos. Hoy en día, los lazaretos de la ciudad sirven como atracciones turísticas y salas de conciertos.

Los devastadores brotes de peste finalmente obligaron a Venecia a implementar una prohibición total de que cualquiera ingrese a sus muros, lo que detuvo el comercio y la vida de la ciudad, pero los períodos de espera limitados de Dubrovnik permitieron que la república mantuviera sus puertas abiertas a personas y mercancías del extranjero. “Por lo tanto, Dubrovnik implementó un método que no solo fue justo y equitativo, sino también muy sabio y exitoso, y [eventualmente] prevaleció en todo el mundo”, según el historiador Ante Milošević. Los procedimientos de cuarentena siguen siendo la política estándar hasta el día de hoy cuando se trata de ciertas enfermedades contagiosas.

La pandemia de la Peste Negra a veces se considera el final de la civilización medieval y el comienzo del período del Renacimiento. Enfrentada a una enfermedad que no sería tratable hasta la llegada de los antibióticos en la década de 1940, Dubrovnik ciertamente experimentó un renacimiento, recuperándose de la ola inicial de muertes para convertirse en la primera ciudad en implementar una respuesta coherente de salud pública a la peste bubónica. La invención de la cuarentena por parte de Dubrovnik representa no solo quizás el mayor logro de la medicina medieval, sino también el surgimiento de una de las herramientas de prevención de enfermedades más antiguas de la humanidad y un punto de inflexión en la historia de la salud pública. Con sus fuertes ideales de libertad y devoción a la salud pública, Dubrovnik durante su era republicana se ha ganado su lugar como nuestro trigésimo séptimo Centro de Progreso.

Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 25 de mayo de 2022.

Centros de Progreso, 
Parte 38: Cambridge (Física)
Chelsea Follett destaca la importancia de Cambridge durante la era de la Revolución Científica.
Hoy presentamos la trigésima octava entrega de la serie de artículos publicados por
HumanProgress.org llamada Centros de Progreso. ¿Dónde ocurre el progreso? La historia de la civilización es, en muchos sentidos, la historia de la ciudad. Es la ciudad la que ha ayudado a crear y definir el mundo moderno. Esta serie de artículos brindará una breve introducción a los centros urbanos que fueron sitios de grandes avances en la cultura, economía, política, tecnología, etc.
Nuestro trigésimo octavo Centro de Progreso es Cambridge durante la Revolución Científica. Los siglos XVI y XVII constituyeron un período de cambios drásticos en la forma en que la humanidad conceptualizaba y buscaba entender el mundo. Los académicos dieron saltos masivos en campos como las matemáticas, la astronomía, la química y, quizás lo más notable, la física. Podría decirse que ninguna ciudad contribuyó más profundamente a esa nueva comprensión que Cambridge.

Hoy, Cambridge es una ciudad universitaria pintoresca y transitable llena de arquitectura impresionante, pubs acogedores y mentes brillantes. “Cambridge es el cielo … Mientras caminas, la mayoría de las personas se ven increíblemente brillantes, como si probablemente fueran a ganar un Premio Nobel”, dice la autora Sophie Hannah. De hecho, si Cambridge fuera un país ocuparía el cuarto lugar en la lista de países según el número de ganadores del Premio Nobel. Cambridge recibe el apodo de “la ciudad de los sueños sudorosos” como un guiño a la incansable dedicación de sus académicos, en contraste con el antiguo apodo de la ciudad universitaria rival de Oxford, “la ciudad de las agujas de ensueño”.

Las grandes mentes que han definido Cambridge se reflejan en su arquitectura y obras de arte. Los aspectos arquitectónicos destacados incluyen la capilla del King's College de estilo gótico, que presenta la bóveda de abanico más grande del mundo, y el Puente Matemático, diseñado en 1749 con la técnica de entramado radial tangencial, que crea la ilusión de un arco aunque el puente está construido solo con vigas rectas. Los canalones de conductos, o canaletas, que recubren muchas de las calles antiguas de la ciudad y los edificios universitarios deben su construcción nada menos que a Thomas Hobson, el exitoso propietario de un establo convertido en benefactor, de quien obtenemos el término elección de Hobson (esto es, “tómalo o déjalo”). La ciudad también cuenta con obras de arte fascinantes, como el reloj Corpus Crhonophage, un enorme reloj electromecánico “de adentro hacia afuera” que permite a los espectadores ver el mecanismo de escape de saltamontes, generalmente oculto. El reloj está rematado con una estatua en movimiento llamada Chronophage (“el devorador de tiempo”), una entidad parecida a un saltamontes construida con acero inoxidable, oro y esmalte. Según el artista, el relojero y ex alumno de Cambridge John Taylor (n. 1936), “la hora es exactamente correcta cada cinco minutos hasta una centésima de segundo”.

Cambridge también es conocida por el Museo Fitzwilliam, la animada plaza del mercado de la ciudad, y el pasatiempo popular entre turistas y estudiantes de navegar en batea (un método de navegación en aguas poco profundas) en el río Cam –la característica natural alrededor de la cual se construyó la ciudad. La vía fluvial ha convertido el área en un sitio atractivo para granjas desde la Edad del Hierro y ha permitido que Cambridge sirva como un centro comercial a lo largo de los siglos, incluso para los romanos (que llamaron a la ciudad Duroliponte, que significa “el fuerte en el puente”), los vikingos y los sajones.

Pero el verdadero significado de Cambridge comenzó con la fundación de la Universidad de Cambridge, que comenzó con un misterio de asesinato. En 1209, una mujer fue encontrada muerta en Oxford, y su muerte provocó un alboroto que alteraría el curso de la historia académica. Ella era local y sus conciudadanos culparon a los forasteros atraídos por su ciudad para estudiar y enseñar en la Universidad de Oxford. En ese momento, la mayoría de los estudiantes de la universidad eran clérigos adolescentes, también llamados clérigos. El principal sospechoso era un empleado de artes liberales, que rápidamente huyó de su casa alquilada.

La gente del pueblo estaba resentida por los privilegios legales especiales, la riqueza relativa y la reputación de bebedores y peleadores de los clérigos –las relaciones tensas entre la ciudad y la toga no son nada nuevo. El asesinato adquirió un significado urgente en el conflicto más amplio entre la gente del pueblo y la universidad, y una turba de lugareños alborotados pronto encarceló a los compañeros de cuarto del sospechoso. Esto ocurrió en medio de una lucha de poder entre la Iglesia y la corona. Se dice que el rey Juan excomulgado ordenó personalmente el ahorcamiento de los clérigos encarcelados “en desprecio de los derechos de la iglesia”. Los otros alumnos e instructores de la universidad huyeron por temor a más ejecuciones. Hasta el día de hoy, el crimen no se ha resuelto –algunos dicen que el asesinato fue un accidente, mientras que otros afirman que fue un asesinato.

Los eruditos dispersos, incluido posiblemente el presunto asesino, continuaron sus estudios en otros lugares. Lo que se convertiría en la Universidad de Cambridge comenzó como “no más que un grupo de académicos que habían huido de Oxford y que habían comenzado a enseñar a sus estudiantes en casas alquiladas en el vecindario alrededor de la iglesia de St. Mary”. La iglesia de Santa María hoy marca el centro de Cambridge. En 1214, cuando el rey y la iglesia se reconciliaron, se obligó a los ciudadanos de Oxford a dar la bienvenida a los eruditos y ofrecerles rentas reducidas. Pero las tensiones permanecieron altas en Oxford (hirviendo periódicamente, como en el motín del Día de Santa Escolástica), y muchos ex oxonianos optaron por permanecer en Cambridge.

Pronto, la Universidad de Cambridge se convirtió en una potencia intelectual por derecho propio, donde grandes pensadores llevaron la comprensión humana del mundo a nuevas alturas. “Creo que Cambridge es un asilo, en todos los sentidos de la palabra”, bromeó una vez el poeta inglés A. E. Housman. Y, de hecho, la ciudad dio a luz ideas tan innovadoras que muchas de ellas pueden haber sonado locas cuando se expresaron por primera vez.

Cambridge ha formado grandes mentes en muchas áreas de logros. Considere las artes. Las calles de Cambridge han sido transitadas a lo largo de los siglos por genios literarios y poéticos, incluidos Edmund Spenser (1552-1599), Christopher Marlowe (1564-1593), John Milton (1608-1674), William Wordsworth (1770-1850), Lord Byron (1788-1824), Alfred Tennyson (1809-1892), William Thackeray (1811-1863), A. A. Milne (1882-1956), C. S. Lewis (1898-1963), Vladimir Nabokov (1899-1977), Sylvia Plath (1932-1963) y Douglas Adams (1952-2001). Los exalumnos famosos de Cambridge incluyen comediantes, como John Cleese (n. 1939), Eric Idle (n. 1943), Sacha Baron Cohen (n. 1971) y John Oliver (n. 1977), así como actores galardonados como como Emma Thompson (n. 1959) y Hugh Laurie (n. 1959). Además, Cambridge le dio al mundo hazañas musicales que van desde la comedia Always Look on the Bright Side of Life hasta el conocido éxito de la década de 1980, Walking on Sunshine.

A continuación, considere la filosofía y la economía. Cambridge educó al célebre teólogo católico, filósofo humanista y pionero de la tolerancia religiosa Erasmo (1466-1536). Otros filósofos destacados que eran cántabros incluyen a Bertrand Russell (1872-1970) y Ludwig Wittgenstein (1889-1951). Cambridge también fue el alma mater de economistas influyentes, como el alarmista sobre la superpoblación Thomas Malthus (1766-1834), el padre del asediado campo de la macroeconomía John Maynard Keynes (1883-1946) y los ganadores del Premio Nobel Milton Friedman (1912-2006) y Angus Deaton (n. 1945).

Pero podría decirse que las mayores contribuciones de Cambridge al progreso humano se produjeron en las ciencias naturales y físicas. William Harvey (1578-1657), el médico y anatomista que detalló por primera vez el sistema circulatorio de la sangre humana estudió en Cambridge. Francis Bacon (1561-1626), el padre del empirismo y uno de los fundadores del método científico, estudió en Cambridge y representó a la Universidad de Cambridge (que durante un tiempo fue una circunscripción del Parlamento con sus propios representantes) en el Parlamento Británico en 1614.

La mayoría de los historiadores consideran que la Revolución Científica comenzó con la idea del astrónomo polaco Nicolaus Copernicus (que estudió en Boloña, otro Centro de Progreso, y en Padua) de que la Tierra gira alrededor del sol en lugar de que el sol gire alrededor de la Tierra. Sin embargo, la revolución culminó en la tranquila ciudad universitaria de Cambridge con la redacción de los Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica de Newton (los Principia, publicados en 1687), una obra pionera que hizo avanzar el conocimiento de la humanidad sobre física y cosmología. Hasta el día de hoy, la Biblioteca de la Universidad de Cambridge conserva la impresión de la primera edición del libro propiedad del autor Isaac Newton (1642-1727), que contiene sus notas escritas a mano para la segunda edición garabateadas en él.

Si Newton fue el padre de la física moderna, podría decirse que Cambridge fue el lugar del nacimiento de dicho campo. El curso de la vida de Newton giró en torno a Cambridge; se podría decir que la gravedad intelectual de la ciudad lo mantuvo en su órbita y no pudo resistir su atracción. Recibió su licenciatura y maestría de la Universidad de Cambridge. Al igual que Bacon, Newton se desempeñó brevemente como miembro del Parlamento en representación de la Universidad de Cambridge (entre 1689 a 1690 y entre 1701 a 1702). En 1669, solo un año después de completar su maestría, Newton se convirtió en el encargado de la Cátedra Lucasiana de Matemáticas, que ahora se encuentra entre las cátedras más prestigiosas del mundo, y permaneció en esa posición hasta 1702.

La cátedra fue posible gracias a la financiación privada de un benefactor llamado Henry Lucas (c. 1610-1663). Lucas fue un clérigo, político y ex alumno de Cambridge que también legó generosamente una colección de unos cuatro mil libros a la Biblioteca de la Universidad de Cambridge. Otros profesores lucasianos famosos incluyen al matemático Charles Babbage (1791-1871), a menudo llamado el “padre de la computación” por concebir la primera computadora digital automática; y el físico teórico Stephen Hawking (1942-2018), quien, a pesar de los graves problemas de salud causados por la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA es una enfermedad progresiva de las neuronas motoras), hizo varias contribuciones notables a su campo, incluida la conceptualización de la radiación de Hawking. La Cátedra Lucasiana incluso ha atraído la atención de la cultura popular: en la conocida franquicia de ciencia ficción Star Trek, se dice que un personaje central llamado Data ocupa el puesto de la Cátedra Lucasiana a finales del siglo XXIV.

La cátedra financiada con fondos privados permitió a Newton hacer varios avances en los campos de las matemáticas, la óptica y la física, como el desarrollo del primer telescopio reflector. Una generosa financiación privada también hizo posible la publicación de los Principia. El astrónomo y físico Edmond Halley (1656-1742), homónimo del cometa Halley y heredero de un magnate del jabón, viajó a Cambridge para alentar, editar y financiar la publicación de los Principia de Newton. En su libro, Newton demostró cómo los planetas giran alrededor del sol, controlados por la gravedad. Una leyenda popular sostiene que Newton formuló por primera vez la teoría de la gravedad a mediados de la década de 1660 después de ver caer una manzana de un árbol. Sorprendentemente, el manzano exacto que a menudo se dice que lo inspiró sigue vivo –se encuentra a unas 70 millas al noreste de Cambridge en la casa de la familia de Newton, Woolsthorpe Manor. Injertado desde ese árbol histórico, ahora se puede ver otro “manzano de Newton” en Cambridge. Si Newton finalmente hizo su pensamiento más trascendental en su lugar de nacimiento o en su hogar intelectual en Cambridge, una cosa es segura: los Principia tomaron el mundo por sorpresa. A menudo se dice que su publicación sentó las bases de la física moderna.

Después de la revolución científica, Cambridge siguió produciendo pensadores que cambiaron el mundo, como Henry Cavendish (1731-1810), el descubridor del hidrógeno (al que denominó “aire inflamable”). Más tarde, el Laboratorio Cavendish de Cambridge fue el hogar de importantes descubrimientos, incluido el del electrón en 1897, el neutrón en 1932 y la estructura del ADN en 1953. Este último se produjo gracias al trabajo del físico Francis Crick (1916-2004) y el biólogo James Watson (n. 1928), quien puede haberse basado en los hallazgos de otros cántabros, incluida la química Rosalind Franklin (1920-1958). El físico Niels Bohr (1885-1962), quién desarrolló el modelo atómico de Bohr, también estudió en Cambridge. La ciudad universitaria también fue escenario de otros momentos revolucionarios en la historia científica, como la invención de la tecnología de fertilización in vitro (1968-1978), la primera identificación de células madre (1981) y la primera tecnología de reconocimiento ocular (1991).

También debe mencionarse que Cambridge educó al fundador de la biología evolutiva, Charles Darwin (1809-1882). Darwin alteró para siempre la comprensión de los seres vivos al postular los conceptos científicos fundamentales de la evolución animal y humana y la selección natural. Junto con Newton, es probablemente la figura más influyente de la historia científica que surgió de las aulas de Cambridge – yuno de los hombres más influyentes de la historia, punto.

Cambridge creció desde sus orígenes no convencionales de misterio y asesinato hasta convertirse en un centro intelectual que desempeñó un papel fundamental en la Revolución Científica, que a menudo se dice que se completó con la publicación de los Principia. Gracias a la rigurosa cultura de la comunidad académica de Cambridge y al financiamiento de generosos benefactores, la ciudad a menudo ha servido como sede de la búsqueda de la verdad y la comprensión por parte de la humanidad. Muchos estudiosos creen que la nueva forma de pensar que surgió durante la Revolución Científica condujo directamente al movimiento de la Ilustración en los siglos XVII y XVII. Las innovaciones de la revolución científica continúan formando la base de la comprensión actual de la humanidad del mundo natural, incluida la física moderna. Es por estas razones que debemos gravitar hacia Cambridge como nuestro trigésimo octavo Centro de Progreso.

Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 5 de agosto de 2022.

Centros de Progreso, 
Parte 39: Houston (vuelo espacial)
Chelsea Follett destaca el papel de Houston como la ciudad que más ha contribuido a avanzar la exploración espacial.
Hoy presentamos la trigésima novena entrega de la serie de artículos publicados por
HumanProgress.org llamada Centros de Progreso. ¿Dónde ocurre el progreso? La historia de la civilización es, en muchos sentidos, la historia de la ciudad. Es la ciudad la que ha ayudado a crear y definir el mundo moderno. Esta serie de artículos brindará una breve introducción a los centros urbanos que fueron sitios de grandes avances en la cultura, economía, política, tecnología, etc.
Nuestro trigésimo noveno Cetro de Progreso es Houston durante la carrera espacial del siglo XX, el famoso período de rivalidad entre EE.UU. y la Unión Soviética sobre que nación podría lograr más en el ámbito de la exploración espacial. Apodada la “Ciudad espacial” porque alberga el famoso Centro de Control de Misiones de la NASA, Houston ha hecho más para avanzar en la exploración espacial que cualquier otra ciudad.
Hoy, como la cuarta ciudad más poblada de EE.UU. (solo superada por nuestros anteriores Centros de Progreso como Nueva York, Los Ángeles y Chicago), Houston es una ciudad portuaria bulliciosa y en expansión. Como la ciudad más grande de Texas y del sur del país, Houston es también un próspero centro de tradiciones culturales regionales y cuenta con la exhibición de ganado y el rodeo más grandes del mundo. El Rodeo de Houston atrae a millones de visitantes anualmente y ha atraído a artistas musicales famosos a lo largo de los años, desde Elvis Presley hasta Beyoncé Knowles. Pero la ciudad también es cada vez más multicultural. Más del 20% de los habitantes de Houston de hoy nacieron en el extranjero, con poblaciones particularmente grandes provenientes de India, Vietnam, China (la ciudad tiene su propio barrio chino floreciente), África y América Latina.

Houston también tiene la distinción de ser la ciudad más grande del país sin regulaciones de zonificación, que sus votantes han rechazado repetidamente. Esto le da a la ciudad una reputación de administración liberal de tierras. La ausencia de zonificación de Houston ha llevado a que muchas empresas y casas coexistan como vecinos, creando yuxtaposiciones inusuales –y precios de vivienda relativamente asequibles, incluso cuando la población de la ciudad casi se ha duplicado desde 1970, llegando a 2,3 millones. Como ha señalado el escritor Nolan Gray, la ciudad de Houston libre de zonificación es “capaz de crecer, adaptarse y evolucionar como ninguna otra ciudad” con una “supernova de construcción en curso”. Houston, quizás la metrópolis más asequible de EE.UU., es una ciudad centrada en los automóviles que se extiende sobre un vasto paisaje llano. Houston es también un importante destino cultural y culinario conocido por sus numerosos museos y restaurantes, así como por su gran zoológico y, por su puesto, el Centro Espacial –la principal atracción de la zona para los turistas internacionales.

Informes de exploradores europeos sugieren que tribus nativas como el pueblo Akokisa alguna vez vivieron en lo que ahora es el área de Houston. El sitio estaba escasamente habitado en 1826, cuando el colono John Richardson Harris (1790-1829) fundó una ciudad dentro de los límites de lo que ahora es Houston y la llamó Harrisburg en su honor. Una década después, Harrisburg fue destruida durante la Revolución de Texas por tropas mexicanas que perseguían al ejército de Texas. Una semana después, la Batalla de San Jacinto (1836) tuvo lugar a unas 20 millas al este de la actual Houston, poniendo fin a la guerra y Texas obtuvo su independencia de México.

La gente de la recién independizada República de Texas (1836-1846) construyó una ciudad con acceso al sistema de navegación de la Bahía de Galveston para que sirviera como centro de transporte y capital temporal. Dos hermanos emprendedores del estado de Nueva York, el inversionista John Kirby Allen (1810-1838) y el profesor de matemáticas convertido en empresario Augustus Chapman Allen (1806-1864), quienes habían trabajado juntos para mantener los canales de suministro en funcionamiento durante la guerra, compraron tierras en las orillas de Buffalo Bayou para la nueva ciudad. Los hermanos se convirtieron así en los padres fundadores de Houston.

El sitio tomó su nombre del líder militar, estadista y ciudadano cherokee (por inducción, no por nacimiento) nacido en Virginia Sam Houston (1793-1863), quién llevó al ejército de Texas a la victoria contra México y fue celebrado como un héroe de guerra. Sus logros a lo largo de su vida incluyeron servir como presidente de la República de Texas, representar a Texas en el Senado de EE.UU., convertirse en gobernador de Tennessee (aunque renunció temprano para vivir entre los Cherokee) y gobernador de Texas. Sigue siendo el único individuo que alguna vez se desempeñó como gobernador de dos estados diferentes.

La ciudad de Houston sirvió como lugar de reunión del Congreso de la República de Texas (1836-1846) desde 1837 hasta 1839, cuando la capital se trasladó a Austin. En 1846, Texas fue admitido formalmente como estado dentro de EE.UU., y para 1850, el primer año del censo después de que Texas se uniera a EE.UU., había 2.396 habitantes de Houston. Dos décadas más tarde, esa cifra había aumentado a 9.332, y el Congreso de EE.UU. designó a Houston como puerto oficial de navegación. Las mejoras en los canales de navegación ayudaron a Houston a prosperar como centro comercial.

En 1900, un desastre azotó al cercano pueblo de Galveston. Un huracán de categoría 4 mató entre 8.000 y 12.000 galvestonianos, lo que lo convierte en el huracán más mortífero en la historia de EE.UU. hasta el día de hoy. Muchos huyeron tierra adentro desde las ruinas de la devastada Galveston y se mudaron a Houston. Al año siguiente, se descubrió petróleo en Spindletop, a unas 80 millas al este de Houston. Se descubrió más petróleo en Humble, a unas 20 millas al noreste de Houston, en 1905 y en Goose Creek, a unas 25 millas al este de Houston en 1906. La ubicación de Houston hizo que fuera una opción natural para desarrollar equipos para yacimientos petrolíferos.

Entre la afluencia de nuevos residentes después del huracán y la proximidad de la ciudad a varios descubrimientos de yacimientos petrolíferos, la economía de Houston creció rápidamente. En 1912, se fundó la Universidad Rice. En 1925, se completó el Canal de Navegación de Houston de 25 pies de profundidad, y el puerto de Houston dio la bienvenida a su primer barco de aguas profundas, lo que convirtió a la ciudad en una puerta de entrada al comercio mundial. Houston se convirtió en la ciudad más poblada de Texas según el censo de 1930, con 292.352 habitantes. El transporte marítimo eficiente de la ciudad enriqueció a Houston a medida que crecía la industria petrolera de Texas en las décadas de 1920 y 1930, con más y más refinerías de petróleo apareciendo a lo largo del Canal de Navegación de Houston. A fines de la década de 1940, el puerto de Houston era el segundo más activo del país, clasificado por tonelaje de mercancías transportadas, y para mediados de la década de 1950, la población de Houston había aumentado a un millón de residentes.

Pero la década de 1960 es cuando comenzaron las mayores contribuciones de Houston a la humanidad, cuando la ciudad se convirtió en el sitio donde los controladores de vuelo en la Tierra dirigían a los astronautas hacia la última frontera. Después de que el ingeniero estadounidense Robert Goddard (1882-1945) inventara los cohetes de combustible líquido de alto vuelo y el físico estadounidense J. Robert Oppenheimer (1904-1967) supervisara la primera detonación de una bomba atómica en 1945, la competencia en el campo de los cohetes entre la Unión Soviética y EE.UU. pronto se extendió a los vuelos espaciales. El lanzamiento soviético del primer satélite, el Sputnik 1, en 1957 llevó a EE.UU. a crear la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA). En 1961, el liderazgo soviético en la carrera espacial se hizo más pronunciado cuando la URSS lanzó el primer hombre al espacio, Yuri Gagarin (1934-1968) en una nave espacial llamada Vostok 1.

Ese año, después de una larga búsqueda, la NASA seleccionó a Houston como la ubicación de un nuevo laboratorio de vuelos espaciales tripulados debido al clima templado de la ciudad, la disponibilidad de terrenos, el suministro de agua, el fácil acceso a un puerto importante, la capacidad de producción industrial bien establecida y la presencia de una gran universidad de investigación (Universidad Rice), entre otros factores. El hecho de que el vicepresidente de ese momento, Lyndon B. Johnson (1908-1973), fuera tejano, también puede haber ayudado. La construcción comenzó en 1962. En un discurso de ese año en la Universidad Rice, el presidente John F. Kennedy declaró:

“Nos reunimos en una universidad destacada por su conocimiento, en una ciudad destacada por su progreso, en un estado conocido por su fortaleza, y necesitamos los tres … Esta ciudad de Houston, este Estado de Texas, este país de EE.UU. no fue construido por aquellos que esperaron y descansaron y desearon mirar hacia atrás. Este país fue conquistado por aquellos que avanzaron, y también lo hará el espacio … Lo que una vez fue el puesto de avanzada más alejado de la antigua frontera de Occidente será el puesto de avanzada más alejado de la nueva frontera de la ciencia y el espacio. Houston, su ciudad de Houston, con su Centro de Naves Espaciales Tripuladas, se convertirá en el corazón de una gran comunidad científica y de ingeniería”.

El Centro de Naves Espaciales Tripuladas se inauguró formalmente en 1963 y pasó a llamarse Centro Espacial Lyndon B. Johnson en 1973 después de la muerte de Johnson. El famoso Centro de Control de Misiones de este establecimiento ha guiado todas las misiones espaciales tripuladas estadounidenses desde Gemini IV en 1965 y administra las partes estadounidenses de la Estación Espacial Internacional en la actualidad. Cuando hablan de forma remota con el “CAPCOM” (el miembro del equipo de operaciones en tierra a cargo de las comunicaciones) en el Centro de Control de Misiones, los astronautas se refieren a él por sus indicativos de llamada de radio “Mission Control” o, simplemente, “Houston”.

Mientras que Gemini IV se lanzó desde Florida como la mayoría de las misiones de la NASA, Houston asumió el control de vuelo en el momento en que la nave espacial dejó la torre de lanzamiento y entró en el cielo. Los controladores de vuelo en Houston monitorearon todos los aspectos de la misión, incluida la trayectoria de la nave espacial y los niveles de combustible y oxígeno, así como la frecuencia cardíaca y respiratoria de la tripulación. Liderándolos a todos estaba el director de vuelo –el “líder de la orquesta”, como lo expresó un controlador de vuelo jubilado. La NASA se refiere a Houston como el “centro neurálgico de los vuelos espaciales tripulados estadounidenses”. Gemini IV fue solo la segunda misión de vuelo espacial tripulada de la NASA; envió astronautas a orbitar la Tierra a gran altura. Involucró la primera “caminata espacial” (actividad de un astronauta fuera de una nave espacial) realizada por un estadounidense –menos de un año después de que los soviéticos lograran la primera caminata espacial– y llevó a cabo muchos experimentos científicos.

En 1967, Houston adoptó oficialmente el apodo de “Ciudad Espacial”. Los controladores de vuelo en Houston guiaron misiones innovadoras, incluida Gemini VIII en 1966, en la que se acopló con éxito la primera nave espacial, y Apolo 8 en 1968, la primera misión tripulada en llegar a la luna y orbitarla antes de regresar a la Tierra. Los astronautas de este último se convirtieron en las primeras personas en ver la totalidad de la Tierra desde lejos, una vista capturada en la notable fotografía “Earthrise”. El equipo también emitió una cautivadora transmisión de Nochebuena, leyendo del Libro del Génesis. Más personas sintonizaron para escuchar las voces de los astronautas de las que jamás habían escuchado simultáneamente cualquier voz en la historia. Pero el mayor logro de Houston durante la era espacial fue, sin duda, la misión Apolo 11 en 1969, cuando los pies humanos pisaron la luna por primera vez.

Las palabras del astronauta Neil Armstrong (1930-2012) al aterrizar en la superficie lunar ahora son famosas: “Ese es un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad”. Pero fueron seguidas directamente por una línea dirigida al Control de Misiones del mismo nombre de Houston, “Houston, Base Tranquilidad aquí. El águila ha aterrizado”. Alrededor de 600 millones de personas, una quinta parte de la población mundial en ese momento, vieron el aterrizaje en vivo, incluido más de un 85% de los hogares estadounidenses. Las personas vivas en ese momento a menudo recuerdan vívidamente dónde estaban durante ese “salto gigante para la humanidad”.

Los ojos del mundo estaban puestos en los astronautas que plantaban una bandera estadounidense en la luna. Pero en una habitación sin ventanas, estacionados en filas detrás de las pantallas de las consolas transmitiendo datos críticos, en su mayoría vestidos con camisas de cuello blanco, corbatas delgadas y protectores de bolsillo, los controladores de vuelo en Houston eran los héroes silenciosos de la era espacial. Sus consolas IBM de color gris pálido proporcionaron unos 1.500 elementos de información en constante cambio para su análisis. Debido a que requería la presencia de controladores de vuelo las 24 horas del día durante las misiones de varios días, cada rol se cumplió por varias personas en cuatro turnos superpuestos de 8 horas. En el momento de primer aterrizaje en la luna, la edad promedio de los controladores de vuelo era de solo 32 años, y la mayoría había estudiado ingeniería, matemáticas o física. El principal director de vuelo fue Cliff Charlesworth (1931-1991), que tenía una licenciatura en física y se acercana a sus 40 años.

Las instalaciones de la NASA en Houston albergan más que el Control de Misiones; una vez también contuvo el Laboratorio de Recepción Lunar, donde los primeros hombres que caminaron sobre la luna pasaron un tiempo en cuarentena a su regreso a la Tierra, y la mayoría de las muestras de rocas lunares se almacenan en Houston hasta el día de hoy. Houston también sirve como base para el entrenamiento de astronautas.

Si bien la seguridad de la tripulación siempre tuvo prioridad sobre el éxito de la misión, la exploración espacial y el entrenamiento de astronautas son actividades peligrosas, y ocurrieron muertes de astronautas como la de Theodore Freeman (1930-1964), quién murió durante el entrenamiento de astronautas en Houston debido a un choque con aves. Houston participa en la conmemoración anual de la NASA a los astronautas caídos. En un contraste de valores, el gobierno soviético ocultó infamemente muchas muertes del programa espacial durante décadas, como la de Mitrofan Nedelin (1902-1960), quien pereció en una explosión encubierta en la plataforma de lanzamiento junto con otras 100 personas, y el piloto ucraniano Valentin Bondarenko (1937-1961), quien murió durante el entrenamiento de cosmonauta a los 24 años.

En 1970, las habilidades de gestión de Houston se pusieron a prueba como nunca antes cuando el Apolo 13, el tercer intento de alunizaje, sufrió la explosión de un tanque de oxígeno. Poco después, el astronauta Jim Lovell (n. 1928) pronunció la frase ahora famosa, “Houston, hemos tenido un problema aquí” (más conocida en la forma abreviada, “Houston, tenemos un problema” de la película de 1995 Apolo 13 que dramatizó el incidente).

La explosión daño la nave espacial e hizo imposible un alunizaje. La atención de Houston se centró en llevar a los astronautas de vuelta a la Tierra con vida. Con la falla del sistema de soporte vital del módulo de comando, la tripulación se trasladó al módulo lunar. Ese módulo solo estaba destinado a soportar a dos hombres durante dos días, pero gracias al pensamiento innovador del equipo en Houston, los nuevos procedimientos permitieron que el módulo lunar soportara a tres hombres en el transcurso de 4 días. El director de vuelo, Gene Kranz (n. 1933), eligió una ruta de regreso a la Tierra que implicaba dar la vuelta a la luna, y el director del Centro de Vuelos Espaciales Tripulados de Houston, Robert Gilruth (1913-2000), tomó decisiones con respecto a la última parte del viaje de regreso que resultó en el aterrizaje seguro de los astronautas en el Pacífico. Las acciones tanto de los astronautas como del personal de tierra en Houston fueron esenciales para evitar la pérdida de vidas.

En total, la NASA completó seis misiones exitosas que llevaron humanos a la luna, siendo la última Apolo 17 en 1972. Doce humanos han caminado sobre la luna, y todos han sido astronautas estadounidenses cuyas misiones fueron guiadas por Houston. Las últimas palabras pronunciadas en la luna provinieron del astronauta Gene Cernan (1934-2017) y fueron: “Nos vamos como vinimos y, si Dios quiere, como regresaremos, con paz y esperanza para toda la humanidad”.

A pesar de esa retórica que enfatiza la unidad, la rivalidad internacional fue un factor importante que motivó la exploración espacial. Después del final de la Guerra Fría, la industria espacial ya no estuvo sujeta a la intensa competencia que impulsó el progreso durante la Carrera Espacial, y la exploración espacial tripulada se estancó. Al momento de escribir este artículo, solo cuatro caminantes lunares siguen vivos, con edades comprendidas entre los 86 y 92 años. Pero una nueva era de esfuerzos espaciales privados, liderados por compañías como SpaceX, Blue Origin y Virgin Galactic, puede permitir una vez más a la humanidad alcanzar las estrellas a medida que las ganancias impulsan una nueva carrera espacial. A casi 400 millas al suroeste de Houston, cerca del extremo sur de Texas, SpaceX ha construido su propio puerto espacial, Starbase. Hoy, Houston también alberga un puerto espacial comercial urbano que se está expandiendo a medida que “Space City” busca posicionarse como un centro no solo para la actividad de la NASA sino también para los vuelos espaciales privados.

Houston pasó de ser un puesto comercial en apuros y devastado por la guerra a convertirse en un nexo mundial de transporte de petróleo y luego en la capital de la era espacial. Desde el despegue en adelante, los astronautas estadounidenses que batieron récords y pusieron a prueba los límites de lo posible, confiaron en Houston para garantizar el éxito de la misión y llevarlos a salvo a casa. Mucha gente todavía considera que el alunizaje es uno de los mayores logros de la humanidad. Sin duda, fue la mayor hazaña de exploración de la historia. Por guiar a la humanidad hasta la última frontera, Houston ha aterrizado como nuestro trigésimo noveno Centro de Progreso.

Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 17 de agosto de 2022.

Centros de Progreso, 
Parte 40: San Francisco (Revolución digital)
Chelsea Follett destaca la importancia de San Francisco como un centro de progreso por haber un jugado un papel fundamental en la revolución digital.
Hoy presentamos la cuadragésima entrega de la serie de artículos publicados por
HumanProgress.org llamada Centros de Progreso. ¿Dónde ocurre el progreso? La historia de la civilización es, en muchos sentidos, la historia de la ciudad. Es la ciudad la que ha ayudado a crear y definir el mundo moderno. Esta serie de artículos brindará una breve introducción a los centros urbanos que fueron sitios de grandes avances en la cultura, economía, política, tecnología, etc.
Nuestro cuadragésimo Centro de Progreso es San Francisco durante la revolución digital, cuando los empresarios fundaron varias empresas tecnológicas importantes en el área. La parte sur del área más amplia de la Bahía de San Francisco obtuvo la metonimia de “Silicon Valley” debido a la asociación del centro de alta tecnología con el transistor de silicio, utilizado en todos los microprocesadores modernos. Un microprocesador es la unidad central o motor de un sistema informático, fabricado en un solo chip.

La humanidad se ha esforzado durante mucho tiempo por desarrollar herramientas para mejorar nuestras probabilidades de supervivencia y hacer que nuestras vidas sean más fáciles, más productivas y más agradables. En la larga historia de inventos que han marcado la diferencia en la vida cotidiana de la persona promedio, la tecnología digital, con sus innumerables aplicaciones, se destaca como una de las innovaciones más significativas de la era moderna.

Hoy, el Área de la Bahía de San Francisco sigue siendo mejor conocida por su asociación con el sector tecnológico. Con sus icónicas casas victorianas, colinas con fuertes pendientes, tranvías, niebla, Chinatown (que se anuncia a sí mismo como el más antiguo y más grande fuera de Asia) y, por supuesto, el puente Golden Gate, la ciudad de San Francisco es famosa por sus vistas distintivas. Como señala la Enciclopedia Británica, “San Francisco ocupa un lugar seguro en el sueño romántico de EE.UU. –un puerto marítimo moderno, elegante, hermoso y mundano cuyas calles empinadas ofrecen vistas impresionantes de una de las bahías más grandes del mundo”. Los intentos de preservar la apariencia de la ciudad han contribuido a las estrictas restricciones a las nuevas construcciones. Quizás relacionado, la ciudad es una de las más caras de EE.UU. y sufre una crisis de asequibilidad de la vivienda. San Francisco ha luchado en los últimos años con la falta de vivienda generalizada y las muertes y delitos relacionados con sobredosis de drogas. Con la mayor concentración de multimillonarios del país, gracias a la industria de la tecnología digital, y la presencia omnipresente de personas sin hogar, San Francisco es una ciudad de extremos.

La metrópolis densamente poblada de hoy fue una vez un paisaje de dunas de arena. En 1769, un grupo de exploración dirigido por el explorador español Gaspar de Portolá (1716-1786) registró el primer avistamiento documentado de la Bahía de San Francisco. En 1776 comenzó el asentamiento europeo de la zona, encabezado por el misionero español Francisco Palóu (1723-1789) y el expedicionario José Joaquín Moraga (1745-1785). Esta última es homónima de San José, una ciudad en la costa sur de la Bahía de San Francisco, a unas 50 millas de San Francisco pero ubicada dentro del Área de la Bahía de San Francisco y el Área Estadística Combinada de San José–San Francisco–Oakland. San Francisco fue el puesto de avanzada más al norte del Imperio español en América del Norte y más tarde el asentamiento más al norte de México después de la independencia de ese país. Pero la ciudad permaneció relativamente pequeña y desconocida.

En 1846, durante la Guerra México-Estadounidense, EE.UU. capturó el área de San Francisco, aunque México no cedió formalmente California hasta el Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848. En ese momento, San Francisco solo tenía alrededor de 900 residentes. Ese número creció rápidamente durante la Fiebre del Oro de California (1848-1855), cuando el descubrimiento de oro convirtió al tranquilo pueblo en una bulliciosa ciudad en auge de decenas de miles al final del período. El desarrollo del puerto de la ciudad condujo a un mayor crecimiento y ayudó a que el área se convirtiera en un centro de las primeras industrias de radio y telégrafo, presagiando el papel de la ciudad como líder en tecnología.

En 1906, tres cuartas partes de la ciudad fueron destruidas por un terremoto devastador y un incendio relacionado causado por la ruptura de una tubería de gas en el terremoto. La ciudad se reconstruyó a partir de la destrucción y continuó su crecimiento, junto con el Área de la Bahía en general. En 1909, San José se convirtió en el hogar de una de las primeras estaciones de radio del país. En la década de 1930, el puente Golden Gate se convirtió en parte del horizonte de San Francisco y se inauguró la famosa prisión Alcatraz, de máxima seguridad de la ciudad, que albergó a prisioneros famosos como el gánster de la era de la Prohibición Al Capone (1899-1947). En 1939, en Palo Alto, a poco más de 30 millas al sur de San Francisco, William Hewlett (1913-2001) y David Packard (1912-1996) fundaron una empresa que fabricaba osciloscopios, instrumentos de laboratorio que muestran señales electrónicas en forma de ondas. Llamaron a la empresa Hewlett-Packard. Durante la Segunda Guerra Mundial, la empresa pasó a fabricar tecnología de radar y artillería. Ese campo pronto se vinculó a la informática. Esto se debe a que investigadores de la Universidad de Pensilvania crearon una nueva herramienta para calcular tablas de tiro de artillería, entre otras tareas: la primera computadora digital de uso general.

“Computadora” fue una vez un título de trabajo para una persona que realizaba cálculos. La primera máquina computadora, llamada Electronic Numerical Integrator and Computer, o ENIAC, debutó en 1945. Costó alrededor de $500.000 o casi $8 millones en dólares de 2022, medía 8 pies de alto y 80 pies de largo, pesaba 30 toneladas y necesitaba un mantenimiento constante para reemplazar sus frágiles tubos de vacío. Antes, cuando las computadoras eran del tamaño de una habitación y requerían que muchas personas las operaran, también tenían aproximadamente 13 veces menos energía que un teléfono de bolsillo moderno e inteligente que cuesta aproximadamente 17.000 veces menos.

El mayor reclamo de fama de San Francisco y Silicon Valley se produjo con el surgimiento de una tecnología digital más conveniente y poderosa. En 1956, el inventor William Shockley (1910-1989) se mudó de la costa este a Mountain View, una ciudad en la bahía de San Francisco ubicada a unas 40 millas al sur de San Francisco, para vivir más cerca de su madre enferma. Ella todavía vivía en la casa de su infancia de Palo Alto. Ese año ganó el Premio Nobel de física junto con el ingeniero John Bardeen (1908-1991) y el físico Walter Houser Brattain (1902-1987). El premio los honró por coinventar el primer semiconductor funcional casi una década antes, en 1947, en Bell Laboratories en Nueva Jersey.

Después de mudarse a California, Shockley fundó Shockley Semiconductor Laboratory, la primera compañía en fabricar transistores y procesadores de computadora con silicio –las versiones anteriores usaban germanio, que no puede soportar altas temperaturas. Su trabajo proporcionó la base para muchos otros desarrollos electrónicos. También en 1956, los laboratorios de IBM en San José inventaron la unidad de disco duro. Ese mismo año, Harry Huskey (1916-2017), profesor de la Universidad de California en Berkeley, a unas 114 millas de San Francisco, diseñó la primera computadora digital de Bendix, o G-15.

Shockley tenía una personalidad abrasiva y luego se convirtió en una figura controvertida debido a sus puntos de vista marginales vocales relacionados con la eugenesia y la esterilización masiva. En 1957, ocho de los empleados de Shockley dejaron la empresa por desacuerdos con él para iniciar su propia empresa junto con el inversor Sherman Fairchild (1896-1971). Lo llamaron Fairchild Semiconductors. Shockley los llamó “los ochos traidores”. En la década de 1960, Fairchild Semiconductors fabricó muchos de los componentes informáticos para el programa espacial Apolo dirigido desde Houston, el anterior Centro de Progreso. En 1968, dos de los “ocho traidores”, Gordon Moore (n. 1929) y Robert Noyce (1927-1990), el último de los cuales se ganó el apodo de “el alcalde de Silicon Valley”, dejaron Fairchild para iniciar una nueva empresa en Santa Clara, a unas 50 millas al sureste de San Francisco. La llamaron Intel. Moore sigue siendo conocido como el creador de la Ley de Moore. Fue él quien predijo en 1965 que el poder de procesamiento de las computadoras se duplicaría cada 18 meses.

En 1969, el Instituto de Investigación de Stanford en la Universidad de Stanford, a unas 35 millas al sureste de San Francisco, se convirtió en uno de los cuatro “nodos” de la Red de Agencias de Proyectos de Investigación Avanzada. ARPANET fue un proyecto de investigación que algún día se convertiría en Internet. En 1970, Xerox abrió el laboratorio PARC en Palo Alto, que pasaría a inventar las interfaces gráficas de usuario y la computación ethernet. En 1971, el periodista Don Hoefler (1922-1986) publicó un informe en tres partes sobre la floreciente industria informática en el sur del Área de la Bahía de San Francisco que popularizó el término “Silicon Valley”. El ritmo del cambio tecnológico se aceleró con la invención de los microprocesadores ese mismo año.

Así como la fiebre del oro del siglo XIX atrajo a los buscadores de fortuna, la promesa de ganancias potenciales y la emoción de las nuevas posibilidades que ofrece la tecnología digital atrajeron a empresarios e investigadores al Área de la Bahía de San Francisco. En la década de 1970, se fundaron en la zona empresas como Atari, Apple y Oracle. En la década de 1980, el Área de la Bahía de San Francisco era la capital indiscutible de la tecnología digital (Algunos consideran que los años de 1985 a 2000 constituyen la era dorada de Silicon Valley, cuando empresarios legendarios como Steve Jobs (1955-2011) estuvieron activos allí). San Francisco sufrió otro terremoto devastador en 1989, pero estuvo acompañado por un número de muertos relativamente pequeño. En la década de 1990, las empresas fundadas en el Área de la Bahía de San Francisco incluían eBay, Yahoo!, PayPal y Google. A la década siguiente, se les unieron Facebook y Tesla. A medida que estas empresas crearon valor para sus clientes y lograron el éxito comercial, se hicieron fortunas y el Área de la Bahía de San Francisco se hizo más rica. Eso fue particularmente cierto en San Francisco.

Si bien muchos de los eventos importantes de la revolución digital tuvieron lugar en una variedad de ciudades en el Área de la Bahía de San Francisco, San Francisco también fue sede de la fundación de varias empresas tecnológicas importantes. Entre 1995 y 2015, las principales empresas fundadas o reubicadas en San Francisco incluyeron Airbnb, Craiglist, Coinbase, DocuSign, DoorDash, Dropbox, Eventbrite, Fitbit, Flickr, GitHub, Grammarly, Instacart, Instagram, Lyft, Niantic, OpenTable, Pinterest, Reddit, Salesforce, Slack, TaskRabbit, Twitter, Uber, WordPress y Yelp.

San Francisco ayudó a crear las redes sociales y la llamada economía colaborativa que ofrece a muchos trabajadores una mayor flexibilidad. Al optimizar el proceso de entregas de comestibles, reservas de restaurantes, alquileres de casas vacacionales, servicios de transporte, ventas de segunda mano, compras de criptomonedas y chats de grupos de trabajo, las empresas con sede en San Francisco han hecho que innumerables transacciones e interacciones sean mucho más convenientes.

Las nuevas tecnologías a menudo presentan desafíos además de beneficios, y las innovaciones de San Francisco junto con Silicon Valley ciertamente no son una excepción. Las preocupaciones sobre la privacidad de los datos, el ciberacoso, la adicción a las redes sociales y los desafíos relacionados con la moderación del contenido del discurso en línea son solo algunos de los temas que atraen debates en la actualidad relacionados con la tecnología digital. Pero no hay vuelta atrás a un mundo sin computadoras, y la mayoría estaría de acuerdo en que las inmensas ganancias de la tecnología digital superan los diversos dilemas que plantea.

Prácticamente todas las personas con acceso a una computadora o un teléfono inteligente tienen una experiencia directa al beneficiarse de los productos de varias empresas de San Francisco, y el Área de la Bahía de San Francisco en general desempeñó un papel en la creación misma de Internet y las computadoras modernas. Es difícil resumir todas las formas en que las computadoras, las tabletas y los teléfonos inteligentes han cambiado para siempre la forma en que la humanidad trabaja, se comunica, aprende, busca entretenimiento y más. No hay duda de que San Francisco ha sido una de las ciudades más innovadoras y emprendedoras de la Tierra, ayudando a definir el surgimiento de la era digital que transformó el mundo. Por estas razones, San Francisco es nuestro cuadragésimo Centro de Progreso.

Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 10 de septiembre de 2022.