EL Rincón de Yanka: EL KGB Y LA CIA: CONTROL DE LA MENTE DE LA POBLACIÓN 👥

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viernes, 28 de octubre de 2022

EL KGB Y LA CIA: CONTROL DE LA MENTE DE LA POBLACIÓN 👥



¿Qué relación tuvo el KGB con el OCULTISMO? 

¿Qué investigaciones sobre PARAPSICOLOGÍA 
se realizaron al otro lado del TELÓN DE ACERO? 

Durante años, el SERVICIO DE INTELIGENCIA SOVIÉTICO no escatimó en medios económicos para investigar acerca de los FENÓMENOS PARANORMALES y tratar de descubrir las técnicas que permitirían un desarrollo total de los PODERES DE LA MENTE. 


Tras la Revolución Bolchevique en el año 1917, Rusia quedó en manos del Gobierno Provisional de los Soviets, constituido principalmente por los liberales que convivieron con el recién creado Soviet de Petrogrado (San Petersburgo) compuesto por obreros y diputados militares. Después de la victoria de la revolución, el Gobierno Provisional y el Soviet de Petrogrado estaban convencidos de que en Rusia nunca habría un Estado policial. Pero como sucede casi siempre con los países en desarrollo, los ideales democráticos cedieron paso a la política y al orden del país. Y lamentablemente, Rusia no fue diferente…

Así que el 20 de diciembre de 1917 se fundó la organización Checa –la “Comisión Extraor-dinaria”– que se ocupó de los servicios de inteligencia política y militar soviética (sucediendo a la antigua Ojranka zarista), cuyo principal objetivo era suprimir cualquier acción de carácter contrarrevolucionario. Félix Dzerzhinski se convirtió en el fundador y el primer jefe despiadado de la inteligencia soviética quien no dudaría en cometer acciones atroces en lucha contra los enemigos del es-tado.

LA KGB, UN GOBIERNO EN L A SOMBRA

En cuanto Lenin se retiró de la política por su enfermedad en el año 1922, Stalin accedió al puesto del Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética y los cambios en las políticas del estado no se hicieron esperar. Después de la creación ofi cial de la URSS en 1923, se creó la GPU – Administración Política del Estado de la NKVD (Comisariado de asuntos internos de la Federación Soviética Rusa)–, que tenía la potestad de celebrar juicios rápidos contra los contrarrevolucionarios, espías y terroristas. A diferencia de la “Checa”, que estaba establecida temporalmente como el medio necesario para proteger la revolución, la GPU ( posteriormente KGB) y sus seguidores ocuparon un lugar central en el sistema estatal soviético.

Se puede decir lo que se quiera acerca de la filosofía materialista soviética, pero no se puedenegar la presencia del misticismo y de la metafísica en el sistema del estado soviético. Analizando los hechos históricos resulta más que evidente que el misticismo estaba presente en los símbolos del Estado, la ideología, las ceremonias y los eventos públicos. Lo primero que hicieron los bolcheviques es publicar una serie de decretos, que en cierta medida se pueden considerar como un acto de magia: cambiaron el calendario juliano por el calendario gregoriano desplazando todas las festividades religiosas y crearon una nueva franja horaria. Esto solo era el principio...

Tras la llegada de los soviets al poder, el nuevo gobierno se enfrentó con el problema de la protección de la transmisión de los mensajes operativos. El Estado soviético y su ejércitono tenían un sistema de encriptación fiable. Contrariamente a la creencia popular, el Departamento Especial de la Checa (KGB) no fue creado para llevar a cabo investigaciones científicas en la esfera del ocultismo y misterio, sino para resolver muchos problemas relacionados con la organización del servicio criptográfico. Su dirección fue asignada a Gleb Ivanovich Bokii.

En aquel momento, muchos místicos y ocultistas rusos se unieron a la vida cultural y política del país pensando que eso les salvaría de la persecución roja. Pero no sucedió así. En cuanto los dirigentes soviéticos detectaron claramente a los enemigos ideológicos les declararon “saboteadores” que importunaban la creación del nuevo estado y por consiguiente, poco a poco, fueron siendo eliminados. Pero ni el encarcelamiento ni las ejecuciones frenaron a quienes seguían creyendo en sus ideales.

Para la mayoría de las personas interesadas en la historia de los servicios especiales soviéticos, el Departamento Especial está asociado con actividades en el campo del estudio de looculto y el desarrollo de sustancias tóxicas. No se puede negar que existieron estas actividades, pero por ejemplo, el departamento de toxicología apareció solo en 1934, y los estudios

“Muchos MÍSTICOS Y OCULTISTAS se unieron a la vida cultural y política del país pensando que eso les salvaría de la persecución roja.

En el campo de los fenómenos paranormales se llevaron a cabo desde 1924 hasta 1937 bajola dirección del médico-biólogo Alexander Barchenko, que tuvo una gran influencia sobreel jefe de Departamento Gleb Bokii. Poco a poco, se crearon laboratorios de investigación integrados por los más destacados científicos. El Departamento Especial fue evolucionando hasta desarrollar las actividades más insospechadas y atroces…

No hay nada más atrayente que tentar el secreto; pero aún más atractivo es el misterio escondido dentro del secreto mismo. Acercarse y descubrir un secreto es la suerte de aquellos que poseen talento y perseverancia; darse cuenta de la presencia de misterio dentro del misterio es el destino de los elegidos. Seguramente, uno de estos elegidos fue el creador del Departamento Especial Gleb Bokii. Para entender el funcionamiento de este departamento es necesario conocer un poco más de cerca las inclinaciones ideológicas de este revoluciona-rio y oficial de seguridad de entonces. Eran sus propios subordinados quienes afirmaban que Gleb Bokii era un demonio encarnado que comía carne de perros y bebía la sangre de la gente (sic).

Bokii planteó buscar y contratar a la gente con supuestos poderes psíquicos. Él creía que para la criptografía no valía cualquier tipo de gente porque consideraba que este tipo detrabajo solo lo podían realizar las personas con un “don divino”. Con esta convicción y con el afán de crecimiento de los trabajadores con los poderes especiales, no es de extrañar que por el departamento empezaran a desfilar los personajes más singulares: los hechiceros Sami, los chamanes de Buriatia, los especialistas en criptografía, los expertos en venenos mortales, hipnotizadores, psíquicos, gente con supuestos poderes telepáticos y clarividentes…

Para desarrollar estas investigaciones, Gleb Bokii se unió al científico- místico Alexander Barchenko que le ayudó a realizar los experimentos de transmisión de pensamientos en el espacio. Barchenko convenció a Bokii de realizar las investigaciones centradas en los poderes de la mente que, posteriormente, se convirtieron en la base científica para la creación de un nuevo laboratorio secreto de energía neuronal de la Checa. Su objetivo era el desarrollo de armas psicotrónicas, los medios de control mental, zombificación y manipulación de la mente de millones de personas.

Gleb Bokii y Barchenko seguían profundizando en las ciencias ocultas. Sus principales intereses se habían centrado en el estudio de los fenómenos bioeléctricos, producidos en las células de un organismo vivo. Se abrieron varias vías de investigaciones bajo la dirección de Barchenko, al que asignaron el puesto de experto en psicología y parapsicología, que también se ocupaba de la elección del personal para los trabajos criptográficos y del descifradode los códigos secretos, curanderismo, chamanismo, clarividencia, hipnosis y de las personas que afirmaban comunicarse con el Más Allá.

Desde finales de los años veinte del siglo pasado, el Departamento Especial empezó a contratar a los “especialistas” para la realización de trabajos específicos. Para la comprobación de los poderes psíquicos de estas personas se designó un espacio –conocido como “El cuarto negro”–, donde los candidatos al puesto debían demostrar sus poderes. Barchenko enseñó a Bokii las teorías metafísicas y le convenció para unirse a una organización secreta conocida como “La Hermandad del Trabajo Unido”, que posteriormente estudiaría una de las ramas de la antigua doctrina Dunhor, que supuestamente superaba el conocimiento moderno, pero cuyos principios se perdieron con el tiempo.

EXPEDICIONES EN BUSCA DEL PODER SOBRENATURAL

Bokii y Barchenko obtenían enormes fondos para sus investigaciones. No en vano, el Departamento Especial recibía alrededor de 100 mil rublos –lo que en el cambio de divisa, en la actualidad, se correspondería a unos 570 mil euros–. Después de varias expediciones a la península de Kola (norte de Rusia, región de Múrmansk), Barchenko, supuestamente, descubrió unas antiguas pirámides. Este hallazgo confirmaba su convicción de que la antigua Hiperbórea, el hogar del hombre original y el principio terrestre y celeste de la civilización, estaba ubicado en este enclave.

“GLEB BOKII planteó buscar y contratar a la gente con supuestos poderes psíquicos, ya que creía que para la criptografía no valía cualquier tipo de gente.

En 1926, por orden personal del director del Checa Dzerzhinski, Barchenko organizó una expedición a Crimea para encontrar la entrada a las ciudades abandonadas de las antiguas civilizaciones Neápolis escita (finales del siglo III a. C) y Mangup- Kale, una ciudad decuevas y al mismo tiempo, la fortaleza más grande de la península.

Dos años más tarde, otra expedición se dirigió a Altái, una cordillera de Asia Central que ocupa territorios de Rusia, China, Mongolia y Kazajistán, para observar los objetos voladores no identificados (la primera en la historia soviética). Una de las expediciones más conocidas de Barchenko fue la que organizó para viajar a la península de Kola en busca de la “piedra de Orión” o “Graal”, que supuestamente generaba y transmitía a distancia la energía psíquica y proporcionaba la conexión con el Cosmos. Por alguna razón desconocida estos documentos no han llegado a desclasificarse. De hecho la poca información que apareció sobre los hallazgos de Barchenko en esta expedición son los documentos desclasificados de la organización secreta de Alemania nazi “Ahnenerbe” hace 25 años.

CIENCIA AL SERVICIO DEL ESTUDIO DE FENÓMENOS PARANORMALES

Desde finales de 1919 hasta 1927, Gleb Ivanovich Bokii tomó posesión de prácticamente todas las escuelas científicas creadas hasta el momento. Ya por aquel entonces, los científicos rusos sentaron las bases de las armas psicotrónicas que con frecuencias electromagnéticas afectaban al subconsciente y destruían la psique del ser humano.

Teniendo medios más que suficientes, Bokii había conseguido crear varios institutos de investigación que mantuvieron sus laboratorios secretos. Durante años en la OGPU, Bokii ha conseguido no solo apoderarse de los laboratorios, sino también de fábricas, de campos de entrenamiento militar y otras instalaciones que, tras su derrota en 1937, se convirtieron enla propiedad del Secretario General Stalin y sus servicios secretos.

En la década de 1930 en la geopolítica mundial no había nada secreto para el todopoderoso y omnipotente Iósif Stalin y, gracias a los servicios de la inteligencia secreta, estaba al tanto de los pasos dados por muchos “enemigos” del país, incluido el camarada GlebIvanovich Bokii. Sin embargo, el líder soviético entendía que, por el momento, no debería tocar a Gleb Ivanovich; de lo contrario podría perder todo lo conseguido por este hombre, dirigiendo el Departamento Especial con su enorme trabajo realizado día a día en todas las áreas sociales y tecnologías del país. Stalin, como un gran depredador, sabía esperar.

Y por fin, llegó el momento oportuno, el Departamento Especial cayó bajo “la Gran Purga”de Stalin. En la primera ola de ejecuciones cayó Bokii que, hasta su arresto, encabezó la dirección del Departamento Especial creado en 1921 por la orden de V. I. Lenin.

Gran cantidad de científicos y especialistas en diversas ramas de ciencia y tecnología, los institutos y los laboratorios de investigación –algunos ya clausurados–, los polígonos y las bases militares, las fábricas y los aeródromos, todo se convirtió en propiedad de Stalin. Así, entraron a formar parte de una nueva estructura gubernamental de inteligencia, por cierto, idéntica a la de Bokii, con sus instituciones científicas, laboratorios y zonas de pruebas.

A Barchenko esperaba el mismo destino. Tras su ejecución desapareció el trabajo de dos volúmenes, sobre el método de exposición de los campos de energía en la conciencia humana, escrito por él en prisión. Lo más probable es que fuese interceptado por los servicios de Stalin. De la misma celda desaparecieron los registros y diarios de la expedición de Alexander Barchenko al norte de Rusia, donde tuvo la oportunidad de descubrir los restos de, supuestamente, una antigua civilización de hiperbóreos. Realmente, la NKVD sabía cómo mantener sus secretos, pero los delegados de Stalin sabían aún más.

La eliminación de Bokii, Barchenko y otros investigadores que se dedicaron a la investigación parapsicológica en la URSS, favoreció a las fuerzas nazis, ya que la Ahnenerbe se convirtió en un monopolio de facto en el campo del uso práctico del conocimiento oculto en Europa. Una vez más, los intereses de los regímenes dictatoriales coincidieron: tanto Stalin como Hitler se deshicieron de personas no deseadas. El país soviético perdió grandes talentos, tal vez personas ingenuas en su lucha por la hermandad humana universal, gente que podría ser necesaria pronto, ya que se acercaba la Segunda Guerra Mundial.

Gleb Bokii marcó el inicio de la investigación parapsicológica en la URSS. Su espíritu se eleva sobre muchos trabajos y ensayos científicos, realizados en las secciones y laboratorios secretos de la NKVD, la KGB y el Ministerio de Defensa que, se desclasificaron en los últimos años para que podamos emitir evaluaciones veraces, de la vida y obra, de un místico con uniforme de la Checa; un hombre único con esencia y mente rozando lo diabólico…

“GLEB BOKII marcó el inicio de la investigación parapsicológica en la URSS. Su espíritu seeleva sobre muchos trabajos y ensayos científicos realizados en las secciones y laboratoriossecretos de la NKVD y la KGB, y recientemente desclasificados. (LOS SECRETOS MEJOR GUARDADOS DE LA KGB por MERCEDES PULLMAN)



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De 1930 a la muerte de Stalin en 1953 el gobierno de la Unión Soviética estableció una agencia destinada a la organización de campos de trabajos forzados por todo el país. Su nombre ha quedado para la historia universal de la infamia: el Gulag. GULag eran las siglas de la Dirección de Campos de Trabajo pero los prisioneros que pasaban por esos campos lo denominaron “el triturador de carne”. La obra de Aleksandr Solzhenitsyn “Archipiélago Gulag” hizo llegar a Occidente la tragedia por la que pasaron catorce millones de delincuentes comunes y presos políticos. Otros seis o siete millones fueron deportados a áreas remotas y otros cuatro o cinco millones pasaron por “colonias de trabajo”. Por poner un ejemplo de las condiciones de vida en los campos del Gulag, de los 10.000-12.000 jóvenes polacos enviados a Kolyma en 1940-1941 solo 583 seguían vivos en 1942.

En 1954, los nuevos dirigentes del Presídium Supremo de la URSS comenzaron las rehabilitaciones de los presos del Gulag que habían sobrevivido pero pronto surgió un nuevo sistema de represión política: las psikhushkas o psicoprisiones. El punto de partida era claro, cualquier pensamiento “desviado”, una disidencia, era un síntoma inequívoco de desequilibrio mental. Como el propio Nikita Khruschev dijo en 1959 “podemos decir con claridad de aquellos que se oponen al comunismo que su estado mental no es normal”. Los pensamientos de la jerarquía política se extendieron con rapidez y rotundidad al ámbito sanitario. De una forma implícita primero y explícita después, los conceptos, definiciones y criterios diagnósticos de las enfermedades mentales se ampliaron para poder incluir bajo ese amplio paraguas teórico y práctico la desobediencia política.

Esta política de patologización de la disidencia se camufló mediante la manipulación de los conocimientos científicos y los servicios sanitarios públicos para unos fines bastardos. Un alto oficial de la KGB, Andrey Vyshinsky organizó el uso de la psiquiatría con un doble objetivo: aplastar la disidencia y mandar una poderosa advertencia a cualquiera que tuviera dudas. La base teórica de los responsables del Politburó era muy sencilla: cualquier persona que se opusiera al régimen soviético no podía estar bien de la cabeza puesto que ningún ciudadano en sus cabales se opondría al mejor sistema político del mundo.

El tratamiento psiquiátrico de los disidentes coincidió con el aumento del poder de la KGB, la policía secreta del estado soviético. Tras la II Guerra Mundial, y la incautación de información de los campos nazis y sus terribles experimentos se avivó el interés por el posible uso político de la medicina. La ventaja de la psiquiatría es que tiene una capacidad de control sobre la vida personal mucho mayor que cualquier otra especialidad médica. El diagnóstico de enfermedad mental permitía excluir la opinión del supuesto paciente sobre su diagnóstico y tratamiento, despreciar sus protestas e imponer cualquier tipo de terapia mientras se proclamaba el mejor interés de la persona y las necesidades de la sociedad en su conjunto.

El sistema convirtió la psiquiatría en un arma contra los “contrarrevolucionarios”. Los servicios de salud mental se organizaron en un sistema doble, una parte en la cual la psiquiatría se utilizaba para la represión política, cuya cabeza era el Instituto Nacional Serbsky para la Psiquiatría Social y Forense de Moscú y un sistema más homologable con Occidente con una psiquiatría más “normal” que encabezó el Instituto Psiconeurológico de Leningrado. Ambas instituciones eran la cabeza de cientos de hospitales psiquiátricos.

Los profesores Andrei Snezhnevsky y Marat Vartanyan, psiquiatras del Instituto Serbsky describieron la disidencia como “una forma progresiva de esquizofrenia que no deja síntomas en el intelecto o el comportamiento hacia el exterior, pero que causa un comportamiento que es antisocial o anormal.” Los disidentes de la nueva generación tras la época del Gulag se denominaban a sí mismos “prisioneros de conciencia” y empezaron a ser internados en hospitales psiquiátricos en las décadas de 1960 y de 1970. El internamiento les privaba de derechos y también les desacreditaba y les privaba de apoyos tanto en el interior del país como en los países occidentales. ¿Quién podía oponerse a la hospitalización de un enfermo?

De este modo, todos aquellos que se oponían al régimen recibían un diagnóstico de enfermedad psiquiátrica y un tratamiento que eran normalmente fármacos poderosos como tranquilizantes y antipsicóticos, lo que se denominó la camisa de fuerza química. Aquellos que seguían mostrando señales de resistencia o como decían los responsables, de desadaptación, recibían dosis aún más potentes o se les administraban inyecciones de insulina que causaban un coma hipoglucémico y un estado de choque. Otros eran atados a la cama o envueltos en sábanas empapadas que al secarse, causaban un fuerte dolor. Finalmente hay informes del uso desmedido de electrochoques o de punciones lumbares inhumanas. De ese modo, ciudadanos perfectamente sanos pero desafectos al régimen comunista, que eran considerados un problema, una carga y una amenaza, fueron diagnosticados como enfermos mentales, puestos bajo la tutela del Estado, retirados de la vida comunitaria e internados durante años, manipulados farmacológicamente y, literalmente, torturados. El resto de la población podía ver hacia donde llevaba la disidencia con el régimen.

Por poner un ejemplo, Konstantin Päts, el presidente de Estonia en la ocupación soviética fue deportado a Leningrado en 1940 y condenado a prisión en 1941 por sabotaje contra-revolucionario y propaganda antisoviética. En 1952 fue sometido a una hospitalización forzosa en un psiquiátrico por su “persistente declaración de ser el presidente de Estonia”. Fue trasladado a distintos hospitales para enfermos mentales hasta su muerte el 18 de enero de 1956.

El terrible sistema de las psicoprisiones se puso en cuestión cuando el exterior empezó a saber lo que estaba pasando dentro de las fronteras de la Unión Soviética. En 1965 Valery Tarsis escribió su autobiografía titulada “Pabellón 7: una novela autobiográfica” y en 1971 Vladimir Bukovsky, disidente, biólogo, neurofisiólogo y autor junto a otro psiquiatra represaliado Semyon Gluzman de un “Manual de Psiquiatría para disidentes” consiguió sacar a escondidas un informe de 150 páginas denunciando los abusos que se estaban cometiendo y seis historias clínicas, pidiendo a «psiquiatras occidentales» que las revisaran y comunicaran si estaban de acuerdo con el régimen de aislamiento impuesto a esos pacientes. Cuarenta y cuatro psiquiatras europeos mandaron una carta a The Times expresando sus serias dudas sobre esas seis personas. La primera condena oficial de estos abusos tuvo lugar el 30 de agosto de 1977 cuando la Asamblea general de la Organización Psiquiátrica Mundial (WPA) condenó el «abuso sistemático de la psiquiatría con motivos políticos en la URSS«.

Estas publicaciones y el alcance internacional de activistas como Alexander Solzhenitsyn y Andrei Sakharov desembocaron no en una eliminación de las psikhushkas sino en una nueva etapa de represión. Yuri Andropov, el jefe de la KGB que posteriormente ascendería al puesto de Primer Ministro reclamó una lucha renovada contra “los disidentes y sus amos imperialistas”. Para eso puso en marcha un nuevo plan iniciado en 1969 que continuó aprovechando la psiquiatría como herramienta de represión. Específicamente, publicó un decreto sobre “Medidas para prevenir el comportamiento peligroso por parte de personas con enfermedades mentales”. Los psiquiatras fueron dotados de amplios poderes a cambio de diagnosticar e internar a cualquiera que encajase en la descripción de un agitador político. Eso convirtió a los médicos no solo en responsables de los arrestos sino también de los interrogatorios. El diagnóstico psiquiátrico aceleraba el proceso represivo y evitaba “molestias” como los procesos judiciales o las sentencias públicas.

Al mismo tiempo el sistema construía su propio armazón de mentiras. El encarcelamiento en un hospital psiquiátrico de un disidente debía seguir de la forma más parecida posible el modelo de tratamiento de cualquier otro enfermo mental. Un grupo de psiquiatras del régimen facilitaba la tarea proporcionando listas de síntomas que podían utilizarse para la elaboración de un diagnóstico.

El más ampliamente utilizado fue una característica denominada “esquizofrenia indolente”, un trastorno psicológico definido por el mismo Andrei Snezhnevsky anteriormente citado. Este diagnóstico calificaba la disidencia política como un fallo para valorar correctamente la realidad, algo que podía aplicarse a cualquiera que no siguiera la línea oficial. Específicamente, la situación mental del disidente fue descrita como “un tipo continuo de esquizofrenia que se define como refractaria y que cursa con una progresión que puede ser rápida (maligna) o lenta (indolente) y que tiene mal pronóstico en ambos casos.”

Era por tanto un trastorno sutil, pernicioso, que no podía ser curado. Además se dijo a los psiquiatras que buscaran otros síntomas como psicopatías, hipocondría o ansiedad y toda otra serie de señales donde la intencionalidad política era aún más evidente, identificando rasgos socialmente reprobables como el pesimismo, la mala adaptación social, el conflicto con la autoridad, los “delirios de reformas”, la perseverancia en los errores y las supuestas ideas de “lucha por la verdad y la justicia”. Se hizo saber también que los síntomas de esta esquizofrenia indolente eran difíciles de detectar y que para el ojo poco entrenado podían pasar por personas “casi sanas”.

El número de personas afectadas está por determinar. En los archivos de la Asociación Internacional sobre el Uso Político de la Psiquiatría se ha identificado un mínimo de 20.000 ciudadanos que fueron hospitalizados por razones políticas, pero ese número se considera muy inferior a la realidad. De hecho, con la subida al poder de Mikhail Gorbachev en la década de 1980, se fue abandonando esta práctica y se fueron liberando de las psicoprisiones a numerosos prisioneros políticos. El año 1986 se liberó a 19, a 64 el año siguiente, pero en 1988 se anunció que de los 5,5 millones de ciudadanos soviéticos que aparecían en los registros psiquiátricos, más del 30% serían eliminados de las listas. Un año más tarde se volvieron a revisar estos archivos y se encontró que el número se acercaba a más de 10,2 millones de personas inscritos en “dispensarios psiconeurológicos” para los que había un total de 335.200 camas hospitalarias.

Este capítulo de la historia de la Unión Soviética es un ejemplo espeluznante de los extremos a los que llegan los regímenes totalitarios. Según un superviviente de las psikhushkas, Viktor Nekipelov, las personas implicadas en estos procesos «no eran mejores que los médicos criminales que realizaron experimentos inhumanos en los prisioneros de los campos de concentración nazis”. Al final, también nuestra definición de enfermedad mental va cambiando y en cualquier sociedad es dependiente de los valores, las costumbres y las leyes. Un ejemplo puede ser la criminalización de la homosexualidad o las diferencias en el catálogo de patologías entre distintos países o entre distintas épocas del mismo país.

En la actualidad se mantiene el debate sobre los derechos individuales y la capacidad de injerencia y «normalización del ciudadano» por las entidades políticas. Algunas personas piensan que la autoridad debe actuar sobre aquellos individuos que son una amenaza para sí mismos y que causan una carga para la sociedad como los fumadores o los jugadores mientras que otros defienden el derecho individual a la libertad, incluso para actos autolesivos. Vamos también convirtiendo en patológicas cosas que han estado siempre presentes como la melancolía o la obesidad y hay quien teme que podamos ir más allá y convirtamos en diagnóstico de enfermedad mental cosas como la timidez, la religiosidad extrema, el sexismo o el racismo. Al final es una discusión sobre dónde acaban los límites de lo normal, qué cosas están dentro de esos límites y hasta qué punto la sociedad debe uniformizar e imponer normas y pautas de conducta a todos sus miembros.

Para leer más:

En 1973, el director de la CIA, Richard Helms, ordenó que se destruyeran a toda prisa todos los documentos de un proyecto con más de 20 años: el MK Ultra. Un año después, el New York Times denunciaba en sus páginas que la CIA había estado realizando actividades ilegales dentro de Estados Unidos. Sí, se refería al proyecto que Helms intentó enterrar poco antes.

Bajo el nombre de proyecto MK Ultra, la CIA se dedicó durante 20 años a realizar pruebas y ensayos secretos e ilegales. El objetivo no era otro que entender y controlar la voluntad del ser humano. LSD, hipnosis, técnicas psiquiátricas, terapia electroconvulsiva, tortura... Los métodos empleados en el proyecto eran variados y muy alejados de todo lo que se considera ético actualmente.

Casi 70 años después, de los más de 150 subproyectos de investigación asociados a MK Ultra solo conocemos algunos de los secretos de uno de los mayores escándalos históricos de Estados Unidos. Por desgracia, gran parte de la información se perdió en 1973, y el máximo exponente de los datos se encuentra en un informe de 1963 que sobrevivió milagrosamente a la purga de Helms. No obstante, la historia comienza mucho antes.

El incidente de Pont-Saint-Esprit

La noche del 15 de agosto de 1951, el pequeño pueblo de Pont-Saint-Esprit se vio envuelto en uno de los episodios más raros de su historia: más de 250 personas fueron invadidas por la histeria colectiva. Al menos 50 de ellas terminaron en una residencia psiquiátrica. Otros siete tuvieron peor suerte y murieron, dos de ellos por suicidio. Tiempo después, el British Medical Journal informaba que el origen del brote se debía a la contaminación del pan por cornezuelo, entre cuyos componentes está el ácido lisérgico, precursor del potente alucinógeno conocido como LSD.

No es hasta mucho después que el descubrimiento de ciertos documentos lanzaron otra hipótesis a la palestra: ¿y si en vez de cornezuelo, el pueblecito francés hubiera sido objeto de un experimento con LSD y otras drogas? Un experimento de control mental llevado a cabo por la CIA más allá de suelo estadounidense. Aunque esto es solo la hipótesis sostenida por el periodista de investigación H. P. Albarelli, lo cierto es que el bioquímico e investigador Frank Olson fue uno de los hombres enviados a Pont-Saint-Esprit durante aquellas fechas. Curiosamente, Olson también estaba implicado en diversos proyectos secretos.

Este científico ingresó en la CIA y se unió al grupo MK Ultra un año antes del suceso de Pont-Saint-Esprit, según salió a la luz después de su muerte. Su presencia y la naturaleza del proyecto en el que participaba supone una tremenda e inquietante coincidencia que autores como Albarelli no han dejado pasar: Olson conecta a la CIA con el pueblo de Francia.

Una de las cosas que quedó patente en 1974 y en 1977, cuando se revelaron más de 20.000 páginas sobre el proyecto, es que la agencia de inteligencia buscaba una sustancia química con la que influir en la voluntad de las personas: controlar, hacer más dóciles, conseguir confesiones y arrancar secretos... Las aplicaciones eran muchas y en la gran mayoría de procedimientos se utilizaba algún tipo de droga alucinógena con el objetivo de doblegar la voluntad. Aquí va otra coincidencia: Olson, que estuvo en Pont-Saint-Esprit, y que participó en MK Ultra de forma muy activa, saltó desde la ventana de su hotel dos años después del incidente.

Frank Olson, el científico que saltó desde la ventana de un hotel

Según el informe, Frank Olson saltó una madrugada de 1953 desde la ventana de la habitación 1018A, en el decimotercer piso del Statler Hotel, en pleno Manhattan. No sobrevivió. Su compañero, Robert Lashbrook, dijo despertarse poco después de que se lanzara, sin poder hacer nada. Si retrocedemos apenas unas semanas antes, Olson junto a varios de sus compañeros, fueron objeto de un extraño experimento. No en el sentido técnico, probablemente, pero un experimento al fin y al cabo.

En pleno apogeo del programa secreto, el equipo científico del MK Ultra fue invitado a un retiro de trabajo en una cabaña junto a un lago. Allí, en la segunda noche, fueron drogados con LSD sin que lo supieran. Por desgracia, no ha trascendido la intención del acto (aunque el Gobierno de Estados Unidos admitió en 1970 el suceso), pero lo que queda claro es que supuso un antes y un después en la vida de Olson. Desde ese momento comenzó a plantearse seriamente dejar el proyecto y la CIA. Olson era un bioquímico reputado, militar y con muchas décadas de servicio en los servicios militares de investigación, especialmente en la guerra biológica. Su especialidad eran los aerosoles y armas aéreas.

Según la investigación realizada por su familia, décadas después de su muerte, y con la ayuda de detectives y documentalistas, Olson había presenciado todo tipo de cosas en la CIA, especialmente en sus viajes a Europa. Por ejemplo, Olson contó en sus notas privadas como vio a un soldado voluntario morir echando espumarajos por la boca y convulsionando tras haberle administrado gas sarín. Los informes leídos tras su muerte muestran que el investigador había mostrado su incomodidad ante este tipo de experimentos en varias ocasiones. Sus viajes a los centros secretos de detención en Alemania y otras partes de Europa eran relativamente frecuentes y allí, según afirma su familia, quién ha tenido acceso a documentos personales de Olson, pudo ver escenas similares a la del soldado en muchas ocasiones. Gran parte de los documentos recopilados están ahora disponibles para su revisión en un proyecto fundado por la propia familia.

Sin embargo, fue a partir del momento en el que su superior le administró LSD que Olson pareció querer retirarse de la acción de forma definitiva. En 1953 solicitó su destitución como jefe de operaciones. Sin embargo, sus superiores "le obligaron a rebajar la presión psicológica que sufría" con la ayuda de un psiquiatra, el Dr. Harold Abramson, íntimamente ligado al proyecto. En las últimas conversaciones con el Dr. Abramson aconsejó el internamiento de Olson en un psiquiátrico de forma inmediata. Frank Olson aceptó, al parecer, de buena gana, por lo que fue trasladado a un hotel, junto Robert Lashbrook, quien lo acompañaba durante el proceso de tratamiento. Poco después, Olson y Lashbrook se encontraban en el Statler alojados, esperando a la hospitalización del primero. Esa misma noche, Frank saltó.

El eco de una caída

El salto de Olson tuvo mucho más impacto del esperado. En primer lugar, propició una sanción al proyecto MK Ultra que lo ralentizó profundamente. Aun así, la iniciativa continuó operando hasta 1964, momento en el que probablemente la falta de resultados y las condiciones más transparentes de la administración pública americana comenzaron a hacer mella y MK Ultra comenzó su desmantelamiento paulatino. MK Ultra fue clausurado, y la gran mayoría de sus documentos destruidos, en 1973, tras la decisión de Helms, que se temía una inspección interna por parte del Gobierno.

Lo que le ocurrió a Olson, casi 20 años antes, fue parte de un efecto dominó cuyo eco comenzó lento y continuó aumentando hasta la década de los 70. Efectivamente, por entonces, algunos periodistas habían comenzado a desenterrar historias sobre la iniciativa, lo que había puesto sobre aviso a Richard Helms. En 1975, un chivatazo de NYT provocó la formación de las conocidas como Comisión Church y Comisión Rockefeller. Estas se dedicaron a diseccionar las actividades de la CIA en busca de irregularidades. Las investigaciones demostraron que la Agencia de Inteligencia Americana, junto al Departamento de Defensa, había llevado a cabo experimentos ilegales y que implicaban a seres humanos.

A pesar de los esfuerzos de las comisiones encargadas, la destrucción de la gran mayoría de papeles durante los años anteriores supuso un problema enorme. De todos los subproyectos, acuerdos y operaciones no quedan más que los testimonios de algunos de los afectados recogidos por la comisión. Según estos, eran drogados sin saberlo y sometidos a diversos tipos de interrogatorios y pruebas. ¿Y dónde están todos esos sujetos de pruebas supuestamente muertos? ¿Qué relación hay con sucesos como el de Francia? ¿Qué sabía Olson? Todo ha quedado en un profundo oscuro.

Documento Cia Demuestra Existencia Mkultra Ediima

La familia de Olson comenzó una investigación por su cuenta una vez que empezaron a salir las "irregularidades" del caso. Investigadores como Jon Ronson, que siguió este y otros casos de índole militar, afirman que el forense encontró pruebas de golpes en el cráneo diferentes a los de la caída. Golpes que podrían haber dejado a Olson inconsciente antes de ser arrojado por la ventana. No obstante, oficialmente nunca se aceptó tal hecho, aunque se indemnizó a la familia por una cuantiosa suma con la excusa de que su marido había sido drogado (sin su consentimiento) en el retiro al que fue invitado por su superior.

A estas alturas, la muerte de Olson, protagonista involuntario de la historia, queda en la niebla tanto como muchos de los objetivos del proyecto MK Ultra. Todo lo que nos quedan son numerosos restos de informes (que están disponibles) y un laborioso trabajo de investigación realizado por periodistas, investigadores particulares y la propia familia. Según estos informes existían, al menos, 149 subproyectos en los que participaron varias universidades, fundaciones dedicadas a la investigación e instituciones similares. Al menos 80 instituciones y 185 investigadores privados fueron parte de MK Ultra, aunque muchas de ellas no sabían, ni sabrán jamás, para qué o quién lo hacían y qué consecuencias tendrían sus actos.


cómo la CIA intentó destruir la mente de una persona 
para reconstruirla a su gusto. No te lo pierdas en "Historia prohibida".


Nos preparan una realidad que será un infierno. Lo dice también Barak Obama. Con la luz azul activarán neuronas que en ratones, los hacen comer por el tiempo que ellos quieran, o ponerse violentos. Poner pensamientos. Como si fuera una frase que se repite ininterrumpida mente.
Ya hay videos de lugares públicos que en lugar de las clásicas luces blancas las tienen azules. La noche será como un estado de sitio para nosotros.
Si están haciendo de todo para que escaseen los alimentos y si sumaran escasez más activar el comer, están creando canibalismo.
Masas violentas de repente sin causa y sin control más que el de ellos.
Tendremos que tener rifles para dispararles a las luces.
O bien empezar a practicar con una onda o gomera como el rey David.

CONTROL MENTAL RELIGIOSO Y EMINENTE GUERRA SANTA

VER+:

Operación MK ULTRA (Parte I)

Operación MK ULTRA (Parte II)

Operación MK ULTRA (Parte III)

En la novela que Aldous Huxley publicó en 1932, 
"Un Mundo Feliz", se afirma algo así como:
“Vamos a cambiar voluntariamente 
vuestras mentes, vuestras creencias 
y pensamientos”.

LA GUERRA CONTRA LAS MENTES: 
Las técnicas modernas de manipulación psíquica y control de las masas. 

 A mediados del siglo XX, el psiquiatra Joost Meerloo publicó "The Rape of the Mind", uno de los trabajos más exhaustivos en el campo de la psicología del control mental. Y a pesar de que han pasado 70 años desde su publicación, los poderes totalitarios que hoy tienen el control global siguen usando los mismos principios por Meerloo...

Nuestro tiempo en sus manos - Alfredo Díaz, doblaje.