EL Rincón de Yanka: 💡 PROHIBIDO PENSAR

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sábado, 17 de junio de 2017

💡 PROHIBIDO PENSAR


💡Prohibido pensar
La característica que mejor define a esta época que nos ha tocado vivir es la anulación del pensamiento propio. Que pensar está prohibido lo saben muchos, lo reconocen cuatro y lo ignoran muchos otros, pese a que ellos cumplen a rajatabla con la prohibición que ignoran, ya que están siendo adoctrinados en la técnica del no pensar.
Las oligarquías mundiales, enfrentadas para sus asuntos egoístas pero siempre unidos para dominar más y mejor a la plebe obediente, han conseguido la anulación del pensamiento con bastante facilidad.

Para ello ha hecho falta adoctrinar convenientemente al ser humano desde la niñez. De ahí la escuela obligatoria. Desde las guarderías, se adoctrina a los pobres niños en las modas políticas, en los discursos obligatorios, adaptados con juegos o canciones para que mejor lo entiendan los púberes. Así, los niños verán con normalidad todo lo que los poderes necesitan que creamos de pe a pa. Pero jamás se enseña a pensar con criterio propio. Eso nunca. Apenas se les instruye tampoco, solo se les adoctrina.

La televisión, el cine, la radio, los periódicos y los libros que se publican son otros instrumentos no menos importantes. No digamos ya el arte, o lo que llaman arte, que no es sino una tomadura de pelo en toda regla, pero de la que está prohibido pensar sobre lo que es en realidad. Si usted entra a una galería de arte y se encuentra un calzoncillo colgado de una pared y un retrete asqueroso con cadena de metal expuesto en el centro de la sala, pero en los letreros explicativos o en el audio que cuenta la historia de estas “obras” le meten un rollo absurdo, pedante, ridículo, ininteligible y vergonzoso y aun así, usted después dice que ha estado viendo obras de artes modernas, es usted el que está prohibiéndose pensar a sí mismo.

Lo interesante es el porqué. Por qué una gran mayoría acepta que le prohíban pensar o se lo autoprohíbe a sí misma. En un mundo saturado de tecnología, se comprueba a diario cómo todos saben cómo funciona su móvil, su i-phone, su ordenador, el mando a distancia de su televisor último modelo, la vitrocerámica de la cocina, etc. No digo que sea muy difícil, pero hay que ponerse a ello, hay que leerse, al menos de forma somera, las instrucciones. Sí interesa saber el funcionamiento de las máquinas, pero poco o nada importa conocer el funcionamiento de la política, del origen real del dinero actual, de la manipulación masiva, etcétera. Si a alguien le haces cavilar un poco, enseguida te dirá la manida frase: “Bueno, bueno, esto es así y ya está. No me hagas pensar ahora, que bastantes problemas tengo ya”. De lo que podemos deducir que el pensar es un problema, entonces. Interesante. ¡Cuánto gandulismo mental! Da pereza pensar; es triste, pero es una realidad que ocurre a nivel mundial.

Y si a esta pereza de conectar las neuronas del propio cerebro, añadimos que empieza a estar sancionado socialmente, es la mezcla perfecta. Todo aquel que piensa por sí mismo es, a priori, sospechoso. No saben de qué, pero es sospechoso, eso lo tienen claro. Lo que nadie cuestiona es la permanente satisfacción de los deseos. Hay que pasarlo bien, hay que disfrutar, hay que descansar, hay que ser feliz, hay que meditar, hay que autoayudarse y otros muchos hayques que no son sino excusas para no pensar y seguir rodando hacia adelante, cuando delante solo tenemos un precipicio por el que nos despeñaremos sin remedio.

El ser humano se distingue de los animales justo por eso, por el hecho de ser una criatura pensante, con capacidad para deducir ideas de los hechos que observa a diario y sacar conclusiones de ello. Y para pensar necesitamos el lenguaje. Y aquí está la clave. En este punto están consiguiendo la victoria definitiva y que destruirá al ser humano. Están aniquilando el lenguaje. Leer los titulares de los diarios o ver las noticias por televisión, no importa en qué idioma ni en qué país, empieza a asemejarse demasiado a un extraño rompecabezas en el caso de no tener una mente manipulada. Si nuestra función pensante está adecuadamente anulada, esos titulares serán como el aire que se respira y el lector o telespectador no-pensante lo asumirá y lo archivará, aunque no lo entienda, pero lo verá normal.

Las nuevas generaciones están siendo sometidas, a todas horas, a una propaganda brutal de lo políticamente correcto, del cómo, qué y cuándo pensar. Manejan muy bien los aparatos electrónicos, pero están perdiendo la capacidad de hacerse preguntas decisivas. Para ellos todo está en las pantallas, todo se resuelve apagando o encendiendo botones. El problema más grave es que se agote la batería de su aparato electrónico favorito. Por eso van bien surtidos de cables, cargadores, adaptadores y demás parafernalia. Los niños y adolescentes son dependientes del teléfono y de las redes sociales, donde solo hay fotos y cortísimas frases, a menudo mal escritas, con muchos dibujitos sustitutivos de una frase original; imágenes rápidas, que se suceden sin fin, con mucha música, estridente o relajante, según interese, que no permita ni siquiera analizar lo que ven.

Necesitan aprender a leer despacio, comprendiendo, asimilando y planteándose interrogantes. El hábito de hacerse preguntas, incluso sobre lo que creemos que son convicciones inamovibles, es muy saludable y molesta mucho al poder. Aunque solo sea por eso, por fastidiar a los que nos oprimen con absoluta impunidad, pensemos un poco más.