EL Rincón de Yanka: LIBRO "EL PROCESO SINODAL": UNA CAJA DE PANDORA. 100 PREGUNTAS Y 100 RESPUESTAS

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martes, 29 de agosto de 2023

LIBRO "EL PROCESO SINODAL": UNA CAJA DE PANDORA. 100 PREGUNTAS Y 100 RESPUESTAS


100 preguntas y 100 respuestas


Bajo el título «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión», el "Papa" Francisco (BERGOGLIO) convocó en Roma el «Sínodo sobre la sinodalidad». Esta es la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. A pesar de su impacto potencialmente revolucionario, el debate en torno a este Sínodo ha quedado en gran medida restringido a «los de adentro». El público en general sabe poco al respecto. Por eso, para llenar este vacío y explicar de manera sencilla lo que está en juego, la asociación Tradizione Famiglia Proprietà y otras asociaciones hermanas han publicado el libro «Proceso sinodal: Una caja de Pandora» en 8 idiomas.
Escrito en formato breve de preguntas y respuestas, explica de forma clara y directa la situación. Está en marcha un plan para reformar la Santa Madre Iglesia que, llevado hasta sus últimas consecuencias, podría subvertir sus propios cimientos.
Prefacio
16 de junio de 2023
Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús

Mis más sinceras felicitaciones por la publicación de El proceso sinodal: Una caja de Pandora, que aborda con claridad y amplitud una situación gravísima en la Iglesia de hoy. Es una situación que con razón preocupa a todo católico reflexivo y a toda persona de buena voluntad que observe el daño evidente y grave que se está infligiendo al Cuerpo Místico de Cristo. Se nos dice que la Iglesia que profesamos —en comunión con nuestros antepasados en la fe desde el tiempo de los Apóstoles— como Una, Santa, Católica y Apostólica, ahora será definida por la sinodalidad, un término que no tiene historia en la doctrina de la Iglesia y para el cual no existe una definición razonable. La sinodalidad y su adjetivo, sinodal, se han convertido en consignas con las cuales se está fraguando una revolución para cambiar radicalmente la autocomprensión de la Iglesia, de acuerdo con una ideología contemporánea que niega mucho de lo que la Iglesia siempre ha enseñado y practicado. No es una cuestión puramente teórica, pues esta ideología ya se ha puesto en práctica desde hace algunos años en la Iglesia en Alemania, difundiendo ampliamente la confusión y el error y su fruto, la división —de hecho, el cisma— con grave daño de muchas almas. 

Con el inminente Sínodo sobre la Sinodalidad, es razonable temer que la misma confusión, error y división puedan afectar a la Iglesia universal. De hecho, ya ha comenzado a suceder a través de la preparación del Sínodo a nivel local. Solo la verdad de Cristo, tal como nos es transmitida en la perenne e inmutable doctrina y disciplina de la Iglesia, puede abordar eficazmente la situación, revelando la ideología subyacente, corrigiendo la confusión mortal, el error y la división que se está propagando, e inspirando a los miembros de la Iglesia a emprender la verdadera reforma, que es la conversión diaria a Cristo vivo para nosotros en la enseñanza de la Iglesia, en su oración, su adoración y su práctica de las virtudes y de la disciplina. El proceso sinodal: Una caja de Pandora, a través de una serie de cien preguntas y respuestas, hace brillar la luz de Cristo y la verdad de Cristo sobre la preocupante situación actual de la Iglesia. 

El estudio de estas preguntas y respuestas ayudará a los católicos sinceros a ser “colaboradores en favor de la verdad” de Cristo (3 Jn 8), como todos los miembros de la Iglesia están llamados a serlo, y así a ser agentes de la renovación de la Iglesia en nuestro tiempo, fieles a la Tradición Apostólica. Agradezco a todos los que trabajaron tan diligente y excelentemente para formular las preguntas apropiadas y brindar respuestas competentes. Es mi esperanza que el fruto de su trabajo esté disponible para los católicos de todo el mundo para la edificación de la Iglesia, como nos enseña san Pablo: “Por el contrario, viviendo en la verdad y en el amor, crezcamos plenamente, unidos a Cristo. Él es la Cabeza” (Ef 4, 15). 

Por intercesión y bajo la protección de la Virgen Madre de Nuestro Señor, la Santísima Virgen María, que Él nos ha dado como Madre en la Iglesia (Jn 19, 26-27), que el grave daño que ahora amenaza la Iglesia sea apartado, para que, fiel a Nuestro Señor, que es nuestra única salvación, Ella pueda cumplir su misión en el mundo. Con el más profundo afecto y estima paternal, devotamente vuestro en el Sagrado Corazón de Jesús y en el Inmaculado Corazón de María.
Raymond Leo Cardenal BURKE

Introducción 

Con el título Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión, el Papa Francisco ha convocado en Roma un “Sínodo sobre la sinodalidad”. 
Se trata de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. 
A pesar de su impacto potencialmente revolucionario, el debate en torno a este Sínodo ha permanecido en gran medida restringido a los especialistas. 
El público en general sabe poco al respecto. El presente libro quiere llenar este vacío, explicando de manera sencilla lo que está en juego. 
Hay un plan en marcha para reformar la Santa Iglesia que, llevado a sus últimas consecuencias, podría subvertirla hasta sus cimientos. Aunque se presenta a sí mismo como una Asamblea Ordinaria, varios factores hacen de este Sínodo un acontecimiento insólito, que algunos querrían ver incluso como un divisor de aguas en la historia de la Iglesia, una especie de Concilio Vaticano III de facto. 

Una asamblea nada “ordinaria” 

Un primer factor es su propia estructura. Tras una amplia consulta internacional, están previstas dos sesiones plenarias en Roma, en 2023 y 2024, precedidas de un retiro espiritual para los participantes. Un segundo factor es su contenido. Mientras que las Asambleas Generales ordinarias suelen tratar temas específicos (los jóvenes en 2018, la familia en 2015, etc.), esta vez se quiere cuestionar la estructura misma de la Iglesia. Se propone repensar la Iglesia, transformándola en una nueva “Iglesia constitutivamente sinodal”1, cambiando elementos fundamentales de su constitución orgánica. Este cambio podría ser radical, ya que algunos documentos sinodales hablan de una “conversión”, como si la Iglesia hubiera seguido hasta ahora un camino equivocado y tuviera que dar un giro de 180 grados. Un tercer factor que hace de esta asamblea un acontecimiento inusual es su carácter de proceso. Este sínodo no pretende discutir cuestiones doctrinales o pastorales, para llegar después a ciertas conclusiones, sino emprender un “proceso eclesial” para reformar la Iglesia. No pocos temen que se abra la caja de Pandora. De este modo, la “sinodalidad” corre el riesgo de convertirse en una de esas “palabras talismán” de las que hablaba el pensador católico Plinio Corrêa de Oliveira: 
una palabra dotada de una gran elasticidad, susceptible de ser fuertemente radicalizada, de la que se abusa con fines propagandísticos. Manipulada por la propaganda, “empleándose tal palabra tendenciosamente, comienza a refulgir para el paciente con un brillo nuevo que lo fascina y lo lleva mucho más lejos de lo que podría pensar”. 2

Esta reforma sinodal de la Iglesia, afirma la Comisión Teológica Internacional (CTI), recuperaría antiguas estructuras de participación comunitaria en la Iglesia del primer milenio, descuidadas durante demasiado tiempo debido a la hegemonía de una eclesiología jerárquica que habría que superar.3 
El Sínodo sobre la sinodalidad se presenta así como un divisor de aguas en la historia de la Iglesia y, en concreto, del actual pontificado. Según el vaticanista Jean-Marie Guénois, Francisco “está preparando su reforma capital: la de la sinodalidad. Espera convertir a la Iglesia, piramidal, centralizada y clericalizada, en una comunidad más democrática y descentralizada donde el poder se comparta más con los laicos”.4 

El Synodaler Weg alemán 

Entre los defensores más radicales de la “conversión sinodal” de la Iglesia se encuentra una mayoría de obispos alemanes, que incluso han lanzado un “camino” propio: el Synodaler Weg. Este Weg (camino, en alemán) concentra y relanza las reivindicaciones más extremas del progresismo alemán. En las intenciones de sus promotores, el Weg no debería limitarse a Alemania, sino servir de modelo y fuerza motriz para el Sínodo universal. En el vasto universo de los promotores de la “sinodalidad”, los alemanes aparecen así como una facción extrema, aunque articulada e influyente. Entre conocidos vaticanistas existe el temor de que, un poco como ocurrió en la época del Concilio Vaticano II, cuando “el Rin desaguó en el Tíber”5, la influencia de los progresistas alemanes podría ser decisiva en los trabajos sinodales. Llevado a sus últimas consecuencias, el Weg implicaría una profunda subversión de la Santa Iglesia. Así lo afirma el cardenal Gerhard Müller, antiguo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe: “Sueñan con otra Iglesia que no tiene nada que ver con la fe católica (…) y quieren abusar de este proceso, para llevar a la Iglesia Católica, no solo en otra dirección, sino hacia la destrucción de la Iglesia Católica”.6 Si el Sínodo universal aceptase siquiera una parte del Weg alemán, podría desfigurar la Iglesia tal como la conocemos. Por supuesto, no sería el fin de la Iglesia Católica. 
Confortada por la promesa divina, ella tiene la certeza de la indefectibilidad, es decir, aquella prerrogativa en virtud de la cual durará hasta el fin de los tiempos (Mt 28, 20), y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella (Mt 16, 18).

Un camino ya fracasado

Antes de aplicar el “camino sinodal” a la Iglesia Católica, sus promotores quizá harían bien en estudiar experiencias similares en otras religiones, que han resultado infructuosas.

Tomemos el ejemplo de la Iglesia de Inglaterra, que emprendió su particular “camino sinodal” en la década de 1950. Es digno de mención el testimonio de Gavin Ashenden, antiguo obispo anglicano y capellán de la Reina Isabel, que se convirtió al catolicismo: 
“Creo que los antiguos anglicanos pueden ser de alguna ayuda, porque ya han visto la artimaña de la sinodalidad aplicada a la Iglesia de Inglaterra, con efectos divisorios y destructivos. Como antiguos anglicanos, ya hemos visto esta trampa. Forma parte de la espiritualidad de los progresistas. En pocas palabras, envuelven contenidos cuasi marxistas en lenguaje espiritual y luego hablan del Espíritu Santo”.7 

Una advertencia similar nos dirige el padre Michael Nazir-Ali, antiguo obispo anglicano de Rochester y ahora sacerdote católico. Según él, “debemos aprender de la confusión y el caos derivados de lo ocurrido en la Iglesia de Inglaterra y en algunas iglesias protestantes liberales”.8 Pero ni siquiera hay que ir demasiado lejos para ver el fracaso de este planteamiento. He aquí el desastre de la Iglesia en Alemania. Resulta irónico que precisamente el Synodaler Weg sirva de modelo para la reforma de la Iglesia universal. A nadie se le escapa que la Iglesia en Alemania está casi desapareciendo, en medio de la peor crisis de su historia, precisamente como consecuencia de la aplicación de ideas y prácticas similares a las que inspiran el Weg. ¿Por qué se quiere imponer a la Iglesia un “camino” que ha llevado al desastre en otros lugares?

Por otra parte, como mostrará este libro, el Camino Sinodal —tanto el alemán como el universal— apenas entusiasma a unos pocos. El número de personas que participan en los diversos procesos consultivos es irrisorio. Hay una indiferencia generalizada. ¿Sabrán interpretar esta indiferencia los promotores del Camino Sinodal? ¿Se darán cuenta de que están jugando un partido con las tribunas vacías? Si fuera un partido de fútbol… ¡pero está en juego nada menos que la Esposa de Cristo! 

Del conciliarismo a la 
sinodalidad permanente 

Por mucho que se presente como “moderno” y “actualizado”, el espíritu sinodal se nutre de viejos errores y herejías. Ya a principios del siglo XV, con el pretexto de adaptar la Iglesia a la nueva mentalidad nacida con el Humanismo, surgió la corriente llamada “conciliarista”, que pretendía reducir el poder jerárquico del Papa en favor de una asamblea conciliar. La Iglesia debía estructurarse, como expresión de la voluntad de los fieles, en “sínodos” locales y regionales ampliamente autónomos, cada uno con su propia lengua y costumbres. Estos sínodos debían reunirse periódicamente en un “concilio general” o “santo sínodo”, detentor de la máxima autoridad en la Iglesia. El Papa, reducido a primus inter pares, tendría a su vez que someterse a las decisiones de los concilios, mediante el voto igualitario de los participantes. En sus manifestaciones más auténticas, el espíritu que anima al Synodaler Weg alemán, y también al Camino Sinodal universal, no hace más que asumir y revivir estos viejos errores, ya condenados por varios Papas y Concilios.

Viejos errores, dicho sea de paso, denunciados por el teólogo Joseph Ratzinger: “La idea del sínodo mixto como suprema autoridad permanente para el gobierno de las iglesias nacionales es, a la luz de la Tradición de la Iglesia, así como a la luz de la estructura sacramental y de la finalidad específica de la Iglesia, una quimera. Un sínodo de este tipo carecería de toda legitimidad y deberíamos contundente y claramente negarle la obediencia”. 9 

Alienus factus sum in domo matris meae 

Para el observador diligente, el panorama se tiñe de tonos apocalípticos. Está en marcha una maniobra para demoler la Santa Iglesia Católica, borrando elementos fundamentales de su constitución divina, de su doctrina y de su moral, haciéndola así irreconocible. Como ya se ha dicho, el cardenal Müller advierte que, aplicadas de forma maximalista, las reformas sinodales, en las intenciones utópicas de algunos promotores, podrían conducir “a la destrucción de la Iglesia Católica”. 
La más terrible de las destrucciones pues es hecha por manos consagradas que, al contrario, deberían protegerla de todo peligro. Nunca antes había resonado tan clara como hoy la admonición de Paulo VI: “Algunos practican la autocrítica, se diría que hasta la auto-demolición. (…) 

La Iglesia es golpeada también por quienes de Ella forman parte”. 10 Ante un panorama tan sombrío, muchos católicos se sienten perdidos, desanimados, confusos, perplejos e incluso decepcionados. Y no todos reaccionan adecuadamente. Algunos ceden a la tentación del sedevacantismo: abandonan la Iglesia para volverse autorreferenciales. Otros sucumben a la tentación de la apostasía: abandonan la Iglesia para abrazar otras confesiones. La mayoría se hunde en la indiferencia: abandonan a la Iglesia a su triste destino… ¡Se equivocan de manera flagrante! Amicus certus in re incerta cernitur. Es precisamente ahora cuando la Santa Iglesia necesita hijos amorosos e intrépidos que la defiendan de sus enemigos, externos e internos. 

¡Dios nos pedirá cuentas! En lugar de eso, nos preguntamos, como hizo Plinio Corrêa de Oliveira en 1951: 
“¿Cuántos son los que viven en unión con la Iglesia este momento que es trágico, como trágica fue la Pasión, este momento crucial de la historia en que una humanidad entera está optando por Cristo o contra Cristo?”. Escribía también: “Debemos pensar como la Iglesia piensa, sentir como la Iglesia siente, actuar como la Iglesia quiere que procedamos en todas las circunstancias de nuestra vida. Esto supone (…) el sacrificio de una existencia entera”.11 

Un sacrificio que resulta tanto más doloroso si se tiene en cuenta que a muchos altos cargos de la jerarquía eclesiástica no siempre les gusta y, de hecho, a veces lo persiguen con encono. Casi podemos exclamar parafraseando al salmista: Alienus factus sum in domo matris meae – “Me he convertido en forastero en la casa de mi madre” (cf. Sal 68, 9). Sí, alienus, pero todavía in domo matris meae, es decir, en la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, fuera de la cual no hay salvación. Este es el espíritu que anima a los autores de este libro.

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2 Plinio Corrêa de Oliveira, Trasbordo ideológico inadvertido y Diálogo, C.I.O, Madrid 1971.
4 Jean-Marie Guénois, Le pape François crée des cardinaux pour assurer sa continuité, Le Figaro, 26-8-22.
5 Ralph M. Wiltgen, Il Reno si getta nel Tevere. Storia interna del Vaticano II, Effedieffe, Milán 2020.
7 Jules Gomes, Anglican Converts warn of Synodal Perils, ChurchMilitant.com, 10-11-22
8 Ibid.
9 Joseph Ratzinger, Democratizzazione della Chiesa? in Annunciatori della parola e servitori della vostra gioia, Opera Omnia, vol. XII, Libreria Editrice Vaticana 2013, p. 183.
10 Insegnamenti di Paolo VI, Tipografia Poliglotta Vaticana, vol. IV, 1968, p. 1188- 1189.
11 Plinio Corrêa de Oliveira, Via Crucis, Tesoros de la Fe, Lima 2015, p. 19 y 15-16


Cardenal Müller 
a InfoVaticana:
«Los falsos profetas que se presentan como progresistas han anunciado que convertirán a la Iglesia Católica en una organización de ayuda para la Agenda 2030

Se acerca la fase final del Sínodo de la Sinodalidad que comenzará este próximo mes de octubre. Entre los 400 asistentes (entre cardenales, obispos, laicos y religiosos) participará el ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe: el cardenal Müller.
Ya que desde el Vaticano han comunicado que los periodistas solo tendrán acceso a la información que ellos mismos proporcionen, hemos querido charlar con el purpurado alemán sobre este próximo acontecimiento eclesial que tiene a buena parte de la Iglesia en vilo.
Como verán a lo largo de la entrevista (hecha por escrito ya que el cardenal está esta semana en Polonia) Müller aborda las cuestiones planteadas sin rehuirlas y entrando hasta el fondo de la cuestión.

Entrevista al cardenal Müller:

P- Este próximo mes de octubre dará comienzo la fase final del Sínodo de la sinodalidad ¿Cómo lo afronta?
R- Rezo para que todo esto sea una bendición y no un perjuicio para la Iglesia. También estoy comprometido con la claridad teológica para que una Iglesia reunida en torno a Cristo no se convierta en una danza política en torno al becerro de oro del espíritu agnóstico de la época.
P- El Papa Francisco le incluyó en la lista de los participantes que tendrán voz y voto en el Sínodo ¿Cómo recibió la noticia?
R-Quiero hacer lo mejor que pueda por el bien de la Iglesia, por la que he dedicado toda mi vida, pensamiento y trabajo hasta ahora.
P-¿Tiene pensado el mensaje que va a transmitir durante la Asamblea?
R-Sobre todo quisiera decir, en vista de las muchas decepciones de los jóvenes de Lisboa: una Iglesia que no cree en Jesús el Cristo, el Hijo del Dios vivo, ya no es la Iglesia de Jesucristo. Cada participante deberá estudiar primero el primer capítulo de Lumen Gentium, que trata del misterio de la Iglesia en el plan de salvación del Dios Trino. La iglesia no es el patio de recreo de los ideólogos del “humanismo sin Dios” ni de los estrategas de las conferencias del partido impedidas.
La voluntad universal de Dios de salvar, que se encuentra en Cristo, único Mediador entre Dios y los hombres, realizada histórica y escatológicamente, es el programa futuro de Su Iglesia y no el Gran Reinicio de la “élite” atea-globalista de banqueros multimillonarios que esconden su despiadado enriquecimiento personal detrás de la máscara de la filantropía.

P-¿Qué le parece la medida de que no se acepte que los periodistas sigan en directo lo que ocurre?
R-No sé la intención que hay detrás de esta medida, pero 450 participantes ciertamente no mantendrán las cosas cerradas. Muchos explotarán a los periodistas en su propio beneficio o viceversa. Esta es la gran hora de la manipulación, de la propaganda de una agenda que hace más daño que bien a la Iglesia.
Si los laicos participan en él con derecho a voto, entonces ya no se trata de un sínodo de obispos
P-Hay algunas voces que han criticado la presencia de laicos en esta Asamblea sinodal ¿A usted que le parece?
R-Los obispos participan en su cargo ejerciendo la responsabilidad colegiada sobre toda la Iglesia junto con el Papa. Si los laicos participan en él con derecho a voto, entonces ya no se trata de un sínodo de obispos o una conferencia eclesiástica que no tiene la autoridad docente apostólica del colegio episcopal. Hablar de un Concilio Vaticano III sólo se le puede ocurrir a una persona ignorante, porque un sínodo romano de obispos no es desde el principio un concilio ecuménico, que el Papa no podría declarar posteriormente sin ignorar el derecho divino de los obispos a un Concilio Vaticano III, que podría fundar una nueva Iglesia superando o completando la supuestamente estancada en el Concilio Vaticano II.
Cada vez que los efectos populistas inclinan la balanza hacia decisiones tan espontáneas, se oscurece la naturaleza sacramental de la Iglesia y su misión, incluso si posteriormente se intenta justificarla con el sacerdocio común de todos los creyentes y se intenta nivelar la diferencia en esencia con respecto a el sacerdocio de ordenación sacramental (Lumen Gentium 10).

P-Cada vez hay más obispos y fieles que expresan su preocupación por lo que pueda ocurrir durante este Sínodo ¿Hay algo a lo que temer?
R-Sí, los falsos profetas (ideólogos de las nubes) que se presentan como progresistas han anunciado que convertirán a la Iglesia Católica en una organización de ayuda para la Agenda 2030. En su opinión, sólo una Iglesia sin Cristo encaja en un mundo sin Dios. Muchos jóvenes regresaron de Lisboa decepcionados porque el foco ya no estaba en la salvación en Cristo, sino en una doctrina de salvación mundana. Al parecer hay incluso obispos que ya no creen en Dios como origen y fin del hombre y salvador del mundo, pero que, de manera pannaturalista o panteísta, consideran que la supuesta madre tierra es el comienzo de la existencia y la neutralidad climática la meta del planeta tierra.
P-¿Cree que pueden aprobarse cambios en materia de fe y doctrina como pretenden algunos grupos y movimientos dentro de la Iglesia?
R-Ningún persona en la tierra puede cambiar, añadir o quitar la Palabra de Dios. Como sucesores de los apóstoles, el Papa y los obispos deben enseñar a la gente lo que Cristo terrenal y resucitado, el único maestro, les ha ordenado hacer. Y sólo en este sentido se aplica la promesa de que el ejército y la cabeza de su cuerpo permanecen siempre con sus discípulos Mt 28, 19s). La gente confunde, lo cual no es sorprendente dada la falta de educación teológica básica incluso entre los obispos, el contenido de la fe y su insuperable plenitud en Cristo con la progresiva reflexión teológica y el crecimiento de la conciencia de la fe de la Iglesia a lo largo de la tradición eclesiástica (DEI verbum 8-10). La infalibilidad del Magisterio sólo se extiende a la conservación y a la fiel interpretación del misterio de la fe confiado una vez por todas a la Iglesia (depositum fidei o sana doctrina, la enseñanza de los Apóstoles). El Papa y los obispos no reciben una nueva revelación (Lumen gentium 25, DEI verbum 10 ).
Bendecir la obsolescencia inmoral de personas del mismo o del sexo opuesto es, como contradicción directa, una blasfemia
P-¿Qué ocurriría si, por ejemplo, la Asamblea sinodal aprobase la bendición a parejas homosexuales, el cambio de moral sexual, la eliminación de la obligatoriedad del celibato sacerdotal o el permitir el diaconado femenino? ¿Usted lo aceptaría?
R-El celibato sacerdotal debe ser eliminado de esta lista, ya que la conexión del sacramento del Orden Sagrado con el carisma de la renuncia voluntaria al matrimonio no es dogmáticamente necesaria, aunque esta antigua tradición de la Iglesia latina no puede ser abolida arbitrariamente de un plumazo, como los Padres del Concilio lo subrayaron expresamente el Concilio Vaticano (Presbyterorum Ordines 16). Y los ruidosos agitadores rara vez se preocupan por las preocupaciones de salvación de las comunidades sin sacerdotes, sino más bien por atacar este consejo evangélico, que consideran anacrónico o incluso inhumano en una época sexualmente ilustrada. Bendecir la obsolescencia inmoral de personas del mismo o del sexo opuesto es una contradicción directa con la palabra y la voluntad de Dios, una blasfemia gravemente pecaminosa. El sacramento del orden en los niveles de episcopado, presbiterio y diaconado puede proporcionar poder divino.
Sólo un bautizado cuya vocación haya sido verificada por la Iglesia en cuanto a su autenticidad puede recibir el derecho. Tales exigencias con una mayoría de votos serían obsoletas a priori. Tampoco podrían ser implementados en el derecho canónico por todo el colegio de obispos con el Papa o por el Papa solo porque contradicen la revelación y la confesión clara de la Iglesia.
La autoridad formal del Papa no puede separarse de la conexión sustantiva con la Sagrada Escritura, la Tradición Apostólica y las decisiones dogmáticas del Magisterio que le precedió. De lo contrario, como Lutero malinterpretó el papado, se pondría en el lugar de Dios, quien es el único autor de su verdad revelada, en lugar de simplemente testificar fielmente, en la autoridad de Cristo, de la fe revelada de una manera no abreviada y no adulterada. y presentándolo auténticamente a la iglesia.
En una situación tan extrema, de la que Dios puede salvarnos, todo funcionario eclesiástico habría perdido su autoridad y ningún católico está ya obligado a obedecer religiosamente a un obispo herético o cismático (Lumen Gentium 25; cf. respuesta de los obispos a la mala interpretación de Bismarck). del I. Vaticano, 1875).

P-¿Cree que se está haciendo lo suficiente desde la Iglesia para defender con claridad las verdades que hoy están en discusión?
R-Lamentablemente no. Su tarea sagrada es proclamar la verdad del Evangelio con valentía dentro y fuera de la iglesia. Incluso Pablo se opuso abiertamente una vez al comportamiento ambiguo de Pedro (GAL 2), sin, por supuesto, cuestionar su primacía establecida por Cristo.
No debemos dejarnos intimidar dentro de la Iglesia ni dejarnos seducir por la perspectiva de una carrera por la buena conducta deseada desde arriba. Los obispos y sacerdotes son nombrados directamente por Cristo, lo que deben tener en cuenta los respectivos superiores en la jerarquía. Sin embargo, están en comunidad entre sí, lo que incluye la obediencia religiosa en cuestiones de fe y la obediencia canónica en el gobierno de la Iglesia. Pero esto no exime a nadie de su responsabilidad de conciencia directamente ante Cristo, pastor y maestro, cuya autoridad santifica, enseña y guía a los creyentes.
También debe hacerse una distinción estricta entre la relación del Papa con sus nuncios y empleados del Vaticano y la relación colegiada del Papa con los obispos, que no son sus subordinados sino sus hermanos en el mismo oficio apostólico.
Siempre que los Papas se han sentido o se han comportado como políticos, las cosas han ido mal
P-¿Qué papel debe jugar el Papa en estos momentos?
R-A lo largo de la historia de la Iglesia, siempre que los Papas se han sentido o se han comportado como políticos, las cosas han ido mal. En política se trata del poder del pueblo sobre el pueblo, en la Iglesia de Cristo se trata del servicio de la salvación eterna de los hombres, al que el Señor ha llamado a los hombres para que sean sus apóstoles. El Papa está sentado en la Cátedra de Pedro. Y la forma en que se presenta a Simón Pedro en el Nuevo Testamento, con todos sus altibajos, debería ser un fortalecimiento y una advertencia para cada Papa. En el Cenáculo, antes de su Pasión, Jesús le dice a Pedro: Una vez convertidos, fortaleced a vuestros hermanos (Lc 22,32), es decir, en la fe de Cristo, Hijo de Dios vivo (Mt 16,16). Sólo así es él la roca sobre la que Jesús construye su iglesia, las puertas del infierno no pueden ser superadas.


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EL PROCESO SINODAL: UNA CAJ... by Yanka



Mis queridos hijos e hijas en Cristo:

¡Que el amor y la gracia de Nuestro Señor Jesucristo esté con vosotros siempre!

En este tiempo de gran agitación en la Iglesia y en el mundo, debo hablaros con corazón de padre para advertiros de los males que nos amenazan y para aseguraros la alegría y la esperanza que siempre tenemos en nuestra Señor Jesucristo. El mensaje malvado y falso que ha invadido a la Iglesia, Esposa de Cristo, es que Jesús es sólo uno entre muchos, y que no es necesario que Su mensaje sea compartido con toda la humanidad. Esta idea debe ser evitada y refutada en todo momento. Debemos compartir la gozosa buena noticia de que Jesús es nuestro único Señor y que Él desea que toda la humanidad de todos los tiempos pueda abrazar la vida eterna en Él.

Una vez que comprendamos que Jesucristo, el Divino Hijo de Dios, es la plenitud de la revelación y el cumplimiento del plan de salvación del Padre para toda la humanidad para todos los tiempos, y lo aceptemos con todo nuestro corazón, entonces podremos abordar los otros errores que plagan nuestra Iglesia y nuestro mundo que han sido provocados por un alejamiento de la Verdad.

En la carta de San Pablo a los Gálatas, escribe: “Estoy asombrado de que tan pronto estéis abandonando al que os llamó por {la} gracia {de Cristo} por un evangelio diferente {no es que haya otro}. Pero hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Pero incluso si nosotros, o un ángel del cielo, os anunciamos un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema! Como hemos dicho antes, y ahora lo repito, si alguno os predica un evangelio distinto del que habéis recibido, ¡sea anatema! (Gálatas 1:6-9)

Como su padre espiritual, creo que es importante reiterar las siguientes verdades básicas que la Iglesia siempre ha entendido desde tiempos inmemoriales, y enfatizar que la Iglesia existe no para redefinir las cuestiones de fe, sino para salvaguardar el Depósito de la Fe como nos ha sido transmitido por Nuestro Señor mismo a través de los apóstoles, los santos y los mártires. Nuevamente, recordando la advertencia de San Pablo a los Gálatas, cualquier intento de pervertir el verdadero mensaje del Evangelio debe ser rechazado categóricamente por ser perjudicial para la Esposa de Cristo y sus miembros individuales. 
  1. Cristo estableció Una Iglesia—la Iglesia Católica—y, por lo tanto, sólo la Iglesia Católica proporciona la plenitud de la verdad de Cristo y el camino auténtico hacia Su salvación para todos nosotros. 
  2. La Eucaristía y todos los sacramentos son divinamente instituidos, no desarrollados por el hombre. La Eucaristía es verdaderamente el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Cristo, y recibirlo en la Comunión indignamente (es decir, en un estado de pecado grave e impenitente) es un sacrilegio devastador para el individuo y para la Iglesia. (1 Corintios 11:27-29). 
  3. El Sacramento del Matrimonio es instituido por Dios. A través de la Ley Natural, Dios ha establecido el matrimonio entre un hombre y una mujer fieles el uno al otro de por vida y abiertos a los hijos. La humanidad no tiene el derecho ni la verdadera capacidad de redefinir el matrimonio. 
  4. Cada persona humana es creada a imagen y semejanza de Dios, hombre o mujer, y se debe ayudar a todas las personas a descubrir su verdadera identidad como hijos de Dios, y no apoyarlas en un intento desordenado de rechazar su innegable identidad biológica y dada por Dios.  
  5. La actividad sexual fuera del matrimonio es siempre un pecado grave y ninguna autoridad dentro de la Iglesia puede tolerarla, bendecirla ni considerarla permisible. 
  6. La creencia de que todos los hombres y mujeres serán salvos independientemente de cómo vivan sus vidas (un concepto comúnmente conocido como universalismo) es falsa y peligrosa, ya que contradice lo que Jesús nos dice repetidamente en el Evangelio. Jesús dice que debemos “negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz y seguirlo”. (Mateo 16:24). Él nos ha dado el camino, a través de Su gracia, a la victoria sobre el pecado y la muerte a través del arrepentimiento y la confesión sacramental. Es esencial que abracemos el gozo y la esperanza, así como la libertad, que provienen del arrepentimiento y de la confesión humilde de nuestros pecados. A través del arrepentimiento y la confesión sacramental, cada batalla contra la tentación y el pecado puede ser una pequeña victoria que nos lleve a abrazar la gran victoria que Cristo ha ganado por nosotros. 
  7. Para seguir a Jesucristo, debemos elegir voluntariamente tomar nuestra cruz en lugar de intentar evitar la cruz y el sufrimiento que Nuestro Señor nos ofrece a cada uno de nosotros individualmente en nuestra vida diaria. El misterio del sufrimiento redentor, es decir, el sufrimiento que Nuestro Señor nos permite experimentar y aceptar en este mundo y luego ofrecerle de nuevo en unión con Su sufrimiento, nos humilla, nos purifica y nos lleva más profundamente a la alegría de una vida vivida en Cristo. Eso no quiere decir que debamos disfrutar o buscar el sufrimiento, pero si estamos unidos a Cristo, al experimentar nuestros sufrimientos diarios podemos encontrar la esperanza y el gozo que existen en medio del sufrimiento y perseverar hasta el fin en todo nuestro sufrimiento. (cf. 2 Tim 4,6-8)
En las próximas semanas y meses, muchas de estas verdades serán examinadas como parte del Sínodo sobre la Sinodalidad. Debemos aferrarnos a estas verdades y ser cautelosos ante cualquier intento de presentar una alternativa al Evangelio de Jesucristo, o de impulsar una fe que hable de diálogo y hermandad, mientras intentamos eliminar la paternidad de Dios. Cuando buscamos innovar en lo que Dios en Su gran misericordia nos ha dado, nos encontramos en un terreno traicionero. La base más segura que podemos encontrar es permanecer firmemente en las enseñanzas perennes de la fe.

Lamentablemente, es posible que algunos tilden de cismáticos a quienes no estén de acuerdo con los cambios que se proponen. Sin embargo, tenga la seguridad de que nadie que permanezca firmemente en la plomada de nuestra fe católica es un cismático. Debemos permanecer descaradamente y verdaderamente católicos, independientemente de lo que pueda surgir. Debemos ser conscientes también de que no estamos dejando que la Iglesia se mantenga firme contra estos cambios propuestos. Como dijo San Pedro: “¿Señor a quién iremos? Tu tienes las palabras de la vida eterna." (Jn 6:68) Por lo tanto, permanecer firmes no significa que estemos buscando salir de la Iglesia. En cambio, aquellos que proponen cambios a lo que no se puede cambiar buscan apoderarse de la Iglesia de Cristo, y ellos son de hecho los verdaderos cismáticos.

Les insto, hijos e hijas míos en Cristo, a que ahora es el momento de asegurarse de mantenerse firmes en la fe católica de todos los tiempos. Todos fuimos creados para buscar el Camino, la Verdad y la Vida, y en esta era moderna de confusión, el verdadero camino es el que está iluminado por la luz de Jesucristo, porque la Verdad tiene un rostro y de hecho es Su rostro. . Tengan la seguridad de que Él no abandonará a Su Novia.

Sigo siendo tu humilde padre y servidor,




Todos los compromisos con Francisco tienen malos resultados

Como se argumenta en un artículo de julio de 2022 de The Remnant, el hecho de que los católicos tradicionales no estén de acuerdo sobre si Francisco es o no realmente el Papa no debería impedirnos ponernos de acuerdo sobre un diagnóstico preciso de lo que representa para la Iglesia de hoy:
"Bergoglio es el hombre anticatólico permitido por Dios para ejercer el poder sobre el Cuerpo Místico de Cristo como Papa reputado, al servicio de Satanás y los globalistas, para avanzar en la crisis de la Iglesia mediante un calculado proceso de destrucción que hace perder muchas almas pero que, en última instancia, purificará a la Iglesia".
Incluso si declaráramos que el hombre no es el Papa, este diagnóstico no cambiaría. Como tal, nos queda tratar de discernir las mejores maneras de combatir los males que resultan de la ocupación del papado por parte de Francisco.

Al igual que con cualquier gran mal en la Iglesia o en el mundo, la respuesta católica adecuada implica necesariamente la oración y la penitencia, como Nuestro Señor nos dijo:
"Cuando entró en casa, sus discípulos le preguntaron en secreto: ¿Por qué no pudimos expulsarlo? Y Él les dijo Este no puede salir sino con oración y ayuno". (Marcos 9:27-28)

Dada la naturaleza extrema de la crisis, deberíamos oír más llamamientos de los pastores de la Iglesia para que los católicos pidan la gracia de Dios a través de la oración y la penitencia. Sin embargo, como Sor Lucía dijo al P. Agustín Fuentes en 1957, un aspecto de la crisis implica la necesidad de que los católicos fieles actúen incluso en ausencia de la guía de sus pastores:
"Padre, no debemos esperar a que venga de Roma un llamamiento al mundo por parte del Santo Padre, para hacer penitencia. Tampoco debemos esperar a que la llamada a la penitencia venga de nuestros obispos en nuestra diócesis, ni de las congregaciones religiosas. ¡No! Nuestro Señor ya ha utilizado muy a menudo estos medios y el mundo no ha prestado atención. Por eso, ahora, es necesario que cada uno de nosotros comience a reformarse espiritualmente. Cada uno no sólo debe salvar su propia alma, sino también las almas que Dios ha puesto en nuestro camino. . . El demonio hace todo lo posible para distraernos y quitarnos el amor a la oración; nos salvaremos juntos o nos condenaremos juntos" (Sor Lucía al Padre A Fuentes).

Así que debemos hacer lo que podamos a nivel espiritual aunque nuestros pastores no nos guíen; y cuanto más hagamos por intentar ser santos, más podremos combatir el mal de los enemigos de la Iglesia.
Además de luchar la batalla con las armas espirituales que Dios nos dio, debemos considerar si algo bueno puede venir de adoptar un enfoque conciliador con Francisco. Durante los primeros años de la ocupación del papado por parte de Francisco, se podría argumentar que había ciertas circunstancias en las que era mejor guardar silencio sobre sus afrentas al catolicismo, siempre y cuando no tratara de obligarnos a compartir sus creencias o a cambiar nuestras prácticas. Tal vez, por ejemplo, el párroco de una creciente parroquia de Misa en latín no quería perder el favor del obispo local denunciando Amoris Laetitia - uno podría ver espacio para un juicio prudencial de que era mejor guardar silencio en tales casos.

Pero las circunstancias han cambiado ciertamente en este punto. Ya no podemos tener ninguna duda sobre lo que Francisco y sus colaboradores intentan hacer con la Iglesia católica: ya no ocultan el hecho de que quieren eliminar la tradición católica y librar a la Iglesia de quienes se aferran a ella. Francisco ha declarado abiertamente la guerra al verdadero catolicismo de muchas maneras, desde la Traditionis Custodes y el Sínodo sobre la Sinodalidad, hasta sus frecuentes insultos a quienes se adhieren a lo que la Iglesia siempre ha enseñado. Aparentemente, quiere hacer todo lo posible para persuadir al mayor número de personas de que abandonen el camino que los santos católicos han seguido durante dos mil años.

Como tal, incluso si hay alguna medida que un pastor en particular pueda tomar para aplacar a Francisco en aras de mantener el favor, ese esfuerzo conciliador generalmente favorece los esfuerzos de Francisco para llevar a cabo su ataque general contra la Iglesia. El silencio implica consentimiento y señala a católicos y no católicos por igual una o ambas de dos mentiras desastrosas: que lo que Francisco hace es coherente con la doctrina de la Iglesia, y que no hay verdaderos católicos que se le opongan.

Además, hoy hemos llegado al punto en que el silencio tiende a imitar el ejemplo de San Pedro negando a Nuestro Señor:

"Cuando encendieron el fuego en medio de la sala y se sentaron alrededor, Pedro estaba en medio de ellos. A quien vio una criada sentada junto a la lumbre, y le contempló atentamente, y dijo: También éste estaba con él. Pero él lo negó, diciendo: Mujer, no le conozco. Y al poco rato, viéndole otro, dijo: Tú también eres uno de ellos.
Pero Pedro dijo: Oh hombre, no lo soy. Y al cabo de como una hora, otro hombre afirmó, diciendo: A la verdad, éste también estaba con él; porque también es galileo. Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y al instante, mientras él aún hablaba, cantó el gallo". (Lucas 22:55-60)
Guardar silencio sobre Amoris Laetitia puede no haber señalado nada a aquellos que no estaban familiarizados con la enseñanza de la Iglesia, pero guardar silencio sobre los actuales ataques de Francisco a Nuestro Señor y a Su Iglesia -que continuamente crecen en frecuencia e intensidad- le dice al mundo: ¡No lo conozco!

Podemos y debemos resistir a los tiranos globalistas, pero ellos controlan casi todo y cuentan con la ayuda de Satanás. La única grieta en la armadura de nuestro enemigo es su total incapacidad para resistir los asaltos de los verdaderos católicos que luchan como santos.
Evitar el pecado de las negaciones de Pedro no requiere, por supuesto, que hagamos tontamente más de lo que el deber exige. Como en todo ejercicio de la virtud, la prudencia debe dictar la forma en que nos oponemos a Francisco, pero parece poco probable que haya alguna excusa legítima para que los católicos (especialmente los pastores) se abstengan de exponer claramente la verdad católica no adulterada en oposición a los errores que Francisco difunde.

El obispo Strickland, por ejemplo, ha proporcionado recientemente ejemplos perfectos de resistencia caritativa y prudente a la agenda de Francisco, incluyendo su carta pastoral del 22 de agosto de 2023 a su rebaño:

"En las próximas semanas y meses, muchas de estas verdades serán examinadas como parte del Sínodo sobre la Sinodalidad. Debemos aferrarnos a estas verdades y desconfiar de cualquier intento de presentar una alternativa al Evangelio de Jesucristo, o de impulsar una fe que hable de diálogo y fraternidad, mientras se intenta eliminar la paternidad de Dios. Cuando tratamos de innovar sobre lo que Dios, en su gran misericordia, nos ha dado, nos encontramos en un terreno traicionero. La base más segura que podemos encontrar es permanecer firmes en las enseñanzas perennes de la fe".

Habla como un hombre que se da cuenta de que ningún católico tiene nada que temer por dar testimonio fiel de la verdad que Nuestro Señor confió a Su Iglesia. No importa el castigo que Francisco intente infligir al obispo Strickland, Nuestro Señor y todos aquellos que buscan seguirle verán esa persecución como una bendición:
"Bienaventurados seréis cuando os vituperen y os persigan, y digan todo mal contra vosotros, sin verdad, por mi causa: alegraos y gozaos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos. Porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros". (Mateo 5:11-12)
Es comprensible que esa persecución nos asuste. Todos somos pecadores débiles que necesitamos la misericordia infinita de Dios. Sin Él, es evidente que no podemos hacer nada de valor. Debido a la debilidad humana, a veces nos puede faltar el valor para defender la fe como deberíamos, pero no debemos engañarnos creyendo que la debilidad tiene algún parecido con la virtud. Nuestro Señor no asignó ninguna bienaventuranza a la huida temerosa de los lobos.

Incluso podemos ver que Dios misericordiosamente nos permite darnos cuenta de que luchar por la Fe Católica no adulterada es la única manera posible de vencer a nuestros enemigos hoy en día. Como Michael Matt enfatizó recientemente en su Remnant Underground, no hay solución política. Podemos y debemos resistir a los tiranos globalistas, pero ellos controlan casi todo y cuentan con la ayuda de Satanás. La única grieta en la armadura de nuestro enemigo es una completa incapacidad para resistir los asaltos de los verdaderos católicos que luchan como santos.
El papel principal (y quizás único) de Francisco en toda esta operación es disuadir a los católicos de luchar como santos. Los que le apoyan para "ganar un poco de tiempo" están, por tanto, ayudando a nuestro enemigo a ganar más terreno. No debemos temer sus insultos, ni sus censuras injustas, ni siquiera sus excomuniones - más bien, debemos temer dar a cualquiera la impresión de que estamos del lado de Francisco en su guerra contra Dios y Su Iglesia. ¡Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros!

La Era De La Iglesia Sinodal / Revolución / Sínodo de la Sinodalidad / Julio Loredo y Luis Román

Una Nueva Iglesia La Iglesia Sinodal / Sr Julio Loredo con Luis Román

"SINODALIDAD" es un sustantivo abstracto, una palabra-comodín, palabra-baúl, palabra-autobús, palabra-depredadora,  muy generalista y abstracta e imprecisa, vaciando el contenido y desvirtuando su significado. Es el neolenguaje que nos quiere imponer el marxismo cultural. Es una palabra TALISMÁNICA como decía Plinio Corrêa de Oliveira. 
Ludwig Wittgenstein sostenía que nuestra visión del mundo viene condicionada por el lenguaje y que nuestro lenguaje determina, a su vez, nuestra interpretación de este. No se trata de un juego tautológico sino del hecho de que el lenguaje es la arcilla modeladora de lo que interpretamos. Si somos personas de un escaso vocabulario, mas allá de algún posible modo taciturno o "dienterrotismo" que nos puedan achacar, tendremos una visión precaria de las cosas. El lenguaje, como epicentro de la batalla entre la civilización y la barbarie -concepto que no ha dejado de perder vigencia durante uno solo de nuestros días históricos- es el responsable de ese ensanchamiento visionario de la realidad, y legitima el ascenso, cúspide y decadencia de los pueblos. Idiomas ricos y pródigos en la lengua cotidiana de sus ciudadanos, consiguen naciones prósperas, cultas y con una expresión panorámica del porvenir. Ninguna comarca exitosa se ha construido con analfabetos e iletrados, y el primer orgullo de cualquier pueblo es el caudal de su lenguaje que garantiza la fijación de su acontecer, su tradición, su literatura, y su posible grandeza.  
“Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo”. (…) “Que el mundo es mi mundo, se muestra en que los límites del lenguaje (el lenguaje que yo sólo entiendo) significan los límites de mi mundo”.


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