En la muerte de Fandiño 🐂
Juan Manuel de Prada
Juan Manuel de Prada
España ya no sabe honrar a un torero muerto porque ha renunciado a la tragedia, porque ya no tiene arte ni teología para entender el misterio de un hombre que se pasea tranquilamente entre el más acá y el Más Allá.
A Iván Fandiño lo vi, en una de sus tardes de gloria en Las Ventas, entrando a matar al toro sin muleta, como si quisiera fundirse con él, hasta hacerse minotauro. En el toreo de Fandiño había una visceralidad que lo llevó a especializarse en ganaderías duras, de las que las estrellitas no quieren ni oír hablar. Así, toreando toros imposibles, hizo faenas memorables, de las que salía hecho un eccehomo, con los caireles tintineando sangre y la mirada apuñalada de muerte. De Fandiño, vasco de Orduña que había sido pelotari antes de acariciar el percal, escribió muy bellamente Rosario Pérez que "sus arrugas encierran el vernos machadiano del hombre que vive en paz con el mundo y en guerra con sus propias entrañas"; y esta guerra íntima lo obligaba a vivir en un desafío constante. "Después de muchas faenas -confesó a Rosario Pérez-, puedes llegar a sentir el dolor de perder a alguien; todo se quebranta en el alma cuando afloran tantos sentimientos: la soledad, el vacío, el sentirte realizado y a la vez hundido".
En toda faena hay una prefiguración de la muerte y de la gloria eterna; y esta es la razón por la que el torero, como describía Fandiño, se siente a la vez tan realizado y hundido. En el toreo hay una catequesis bestial de las realidades más dolorosas y gloriosas de la vida. Y Fandiño, muriendo a manos de un torno, nos acaba de dar la lección más cruda y esencial de esa catequesis que ya casi nadie entiende en España. Escribía Foxá que los toros son "el espectáculo de un pueblo religioso acostumbrado por su sangre a pasearse tranquilamente entre el más acá y el Más Allá". Esta aceptación serena de la tragedia, este pasearse tranquilamente entre el más acá y el Más Allá, es lo que daba al español de antaño su gravedad honda, su aplomo honrado y sufriente, su firmeza ante la adversidad. El español de antaño sabía que el más acá es un valle de lágrimas que hay que caminar con entereza, para ser digno acreedor de un Más Allá de caricias encendidas y venas vibradoras. Pero esto ocurría antaño, cuando el español medio era un bendito de Dios que nacía con el arte y la teología aprendidos por ciencia infusa; hogaño, el español medio está maldito de Dios y nace envuelto en un olor a caquita que es el hábitat en el que aprende a vivir, aferradito a su más acá de bienestar y pamplinas, lleno de miedo al Más Allá. Miedo de blando y de cagón.
España huele a miedo y retambufa, España es un patético desfile de eunucos y locazas que tienen miedo a la muerte y se abanican con un dengue aspaventero. España ya no sabe honrar a un torero muerto porque ha renunciado a la tragedia, porque ya no tiene arte ni teología para entender el misterio de un hombre que se pasea tranquilamente entre el más acá y el Más Allá. Y las alimañas que celebran la muerte de Fandiño en la cochiquera de Twitter son la vanguardia temblona de ese miedo con olor a caquita, disfrazado de ideología animalista. Pero uno se pone a rascar en esa bazofia y siempre termina encontrando un castañeteo de dientes, una sangre de horchata, un alma floja y barbilinda. La cobardía de esta España maldita de Dios puede recurrir a los subterfugios más miserables y canallescos, puede incluso reír como ríen las hienas. Pero detrás de su risa desdentada sólo hay olor a caquita.
En el cuerpo muerto de Fandiño, lleno de costurones que son mordiscos de Dios, está la supervivencia de una España que se pasea tranquilamente entre el más acá y el Más Allá. Y eso amedrenta a la chusma con olor a caquita, que ya la daba por enterrada; por eso defecan su cagalera de insultos en Twitter. Pero algún día esa España resucitará, como el cuerpo muerto de Fandiño, y os cobrará vuestras burlas, mamarrachos.
Publicado en ABC el 19 de junio de 2017.
"No quiero irme nunca,
me quedaré en el recuerdo,
en la mente, en el alma, donde nunca muera".
Iván Fandiño
🌹
ODA A FANDIÑOOtra tarde numinosa
Sublime marca de alarde
De la entrega de los héroes
Que nos ofrecen su sangre
Fandiño vasco de ley
Español de recias claves
Ceremonias de tormentas
De cornadas de penetrantes
Que yo quiero ser torero
No quiero ser pelotari
Quiero enfrentarme a la muerte
Como los grandes gigantes
De la tauromaquia eterna
Cuajando arenas y tardes
Con chicuelinas de brío
Manoletinas cortantes
Que yo quiero ser torero
No quiero ser pelotari
Quiero sentir el rebufo
De suspiros y avatares
En los cosos de victoria
De aureolas vigilantes
Donde brilla el rojo fuego
De las muletas flotantes
Que yo quiero ser torero
Y cruzar la puerta grande
De las plazas de leyenda
Reservada a los gigantes
Orduña será torera
Será un nombre relevante
En la historia del toreo
Pues por ti daré mi arte
Otro torero español
Vive su ascenso a los lares
De la estirpe de los reyes
Triunfadores esenciales
Que trascenderán los siglos
Pues su nombre araña el aire
Que impregna los monumentos
Que se forja en los timbales
Paquirri y Sanchez Mejias
Manolete de Linares
El Yiyo con Joselito
Victor Barrio y mil enjambres
Son la verdad de la fiesta
Son la verdad de la carne
Del rito ceremonial
De faenas angulares.
Fandiño ya eres historia
Vivirás entre los grandes
Luciendo pases y quites
En las tardes celestiales
Julián Gómez Brea
EN EL RECUERDO POR SIEMPRE: IVÁN FANDIÑO (1980-2017)
#QEPD
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