EL Rincón de Yanka: julio 2024

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miércoles, 3 de julio de 2024

PELÍCULA "ESTRELLAS EN LA TIERRA (Taare Zameen Par)": CADA NIÑO ES ÚNICO Y ESPECIAL ☆☆☆☆✨🌍

 

ESTRELLAS  EN  LA  TIERRA
CADA  NIÑO   ES   ESPECIAL

Hermosa película, sin duda tendría que ser vista por todo el mundo, especialmente padres y profesores, el mundo necesita altas dosis de empatía para seguir evolucionando.
"Taare Zameen Par" es una película de la India que narra la historia de un niño llamado Ishaan Awasthi quien tiene necesidades especiales debido a dislexia (dificultad especifica en el aprendizaje de la lectura y escritura de un niño que no presenta ningún otro déficit intelectual o sensorial, y que está sometido a un régimen de escolarización normal), lo cual le impide progresar en el colegio; y de Ram Nikumbh, su maestro.

Ishaan Awashi es un niño de 8 años cuyo mundo está plagado de maravillas que nadie más parece apreciar: colores, peces, perros y cometas, que simplemente no son importantes en la vida de los adultos, que parecen más interesados en cosas como los deberes, las notas o la limpieza. E Ishaan parece no poder hacer nada bien en clase. Cuando los problemas que ocasiona superan a sus padres, es internado en un colegio para que le disciplinen. Las cosas no mejoran en el nuevo colegio, donde Ishaan tiene además que aceptar estar lejos de sus padres. Hasta que un día, el nuevo profesor de arte, Ram Shankar Nikumbh, entra en escena y se interesa por el pequeño Ishaan.

¡ATENCIÓN PADRES CON NIÑOS 
QUE TIENEN DIFICULTADES DE LECTOESCRITURA!

Me ha llenado el corazón esta película. Me ha hecho volver a la infancia y recordar muchos momentos en los cuales, como el niño protagonista, mi cabeza estaba principalmente ida hacia fantasías, dibujos, juegos e imaginaciones, lo cual era visto por los demás como un problema, como una indisciplina, como un niño no apto para estudiar que había que dejar por imposible.

Entonces, cuando un pequeño (que por ser así no es tonto ni falto de inteligencia, sino simplemente necesitado de un ritmo distinto) siente como la familia, los maestros y los demás niños te recriminan, te miran raro, sin entender que todos los árboles no tienen el mismo ritmo de crecimiento ni de poda, entonces ese niño incomprendido, sufre mucho, se siente afuerado, se ensimisma, se hacia solitario, insociable, incluso puede hundirse y perecer.

La suerte del niño protagonista de esta preciosa y educativa película es que se cruza en su camino un maestro que nada más verlo, comprende qué es lo que le pasa, entiende su proceso y lo que está ocurriendo dentro de su ser. Este maestro resulta un bendito de Dios, un ángel de la guarda, un salvador, un valedor del débil, segregado e incomprendido ante el mundo y la gente que lo habita.

El director Aamir Khan demuestra con esta película que sabe filmar una historia real como la vida misma, tocando con mucha ternura los sentimientos y las contrariedades por las que cualquier marginado ha de pasar, removernos el alma y la fuente de las lágrimas, y además compaginarlo todo con canciones pegadizas al estilo del cine indio actual de Bollywood, e incluso ser un serio aspirante a suceder al magnífico e imperecedero director indio de "El mundo de Apu", Satyajit Ray.

Bellísima película, una desapercibida aguja de oro en un pajar de miles de filmes intrascendentes llenando las carteleras, la cual será encontrada o vista por muy pocos seres humanos. Yo por lo pronto he cumplido escribiendo de forma gratis y desinteresada sobre esta joya cinematográfica "made in India".

Por último les hago una llamada a los padres que tienen niños con dificultades de lectoescritura: ¡Vean esta película! Les será de mucha utilidad, les abrirá ventanas que quizás no conocían, de las que no se habían percatado o que no sabían que se podían abrir. Será una bendición para ustedes y para sus hijos.



¿Cómo papás, mamás, entrenadores, 
maestros, adultos, vecinos, podemos ver más allá?
¿Podemos ver más allá de las apariencias?
¿Podemos ver más allá de los prejuicios?
¿Podemos ver más allá de las etiquetas?
¿Podemos ver más allá de lo pre establecido?
¿Nacimos para volar o para arrastrarnos?


Un día, Thomas Alva Edison llegó a casa y le dio a su mamá una nota.
Él le dijo a ella: "Mi maestro me dio esta nota y me dijo que sólo se la diera a mi madre".
Los ojos de su madre estaban llenos de lágrimas cuando ella leyó en voz alta la carta que le trajo su hijo.
"Su hijo es un genio, esta escuela es muy pequeña para él y no tenemos buenos maestros para enseñarlo, por favor enséñele usted".
Entonces la madre se dedicó a enseñarle a Edison.
Muchos años después la madre de Edison falleció, y él fue uno de los más grandes inventores del siglo.

Un día él estaba mirando algunas cosas viejas de la familia. Repentinamente él vio un papel doblado en el marco de un dibujo en el escritorio.
Él lo tomó y lo abrió. En el papel estaba escrito:
"Su hijo está mentalmente enfermo y no podemos permitirle que venga más a la escuela".
Edison lloró horas, entonces él escribió en su diario: "Thomas Alva Edison fue un niño mentalmente enfermo, pero por una madre heroica se convirtió en el genio del siglo".

Qué impresionante la reacción de la mamá, ¿verdad?
En lugar de leer lo que realmente decía la carta, y habiendo podido hacer sentir menos a su hijo, le dió un giro completamente y ¡le inyectó seguridad y certeza a su hijo!
Le hizo creer que era un genio y se lo creyó tanto, que creció y murió siéndolo.
Es asombroso el poder que tienen los padres sobre los hijos.
ES MUY IMPORTANTE RECORDAR SIEMPRE EL PODER QUE TIENEN LAS PALABRAS…
Y como la mamá de Edison, no hay que dejar que las palabras nos afecten, si ya las escuchamos entonces hay que superar las expectativas de los demás y lo más importante…
¡No rendirse nunca!
Autor: desconocido

Taare Zameen Par - Estrellas en la Tierra

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martes, 2 de julio de 2024

HEROÍNAS Y HÉROES DE VERDAD: LOS POCOS QUE SON IMPRESCINDIBLES por DR. FIN 🗽


Heroínas y Héroes de verdad


Después de cuarenta años de eso que llamamos “democracia” debería haber quedado claro, a no ser que que seamos lentos, o cortos, que la política es un engaño y un peligroso cáncer mental; el que no vea que la “democracia” no existe, que este régimen que nos somete se denomina “partitocracia”, que no se culpe, todo está muy bien diseñado para engañar a los Pueblos. En este tiempo la mayoría ha sido víctima del engaño, polarizados en “izquierdas y derechas”, pero lo importante, después de cuarenta años, es abrir los ojos a la realidad, sobre todo por los que vendrán detrás… ¿Qué país y qué Mundo pensamos dejar como herencia?…

No tuve la suerte de conocer a mis abuelos, murieron luchando entre ellos en una guerra, circunstancia que genera emociones enfrentadas y ayuda a no posicionarse en ningún bando; pensemos en un Niño de padre ucraniano y madre rusa, padre palestino y madre israelí, rojos y azules, buenos y malos. Todos manipulados, supuestas izquierdas y derechas, posicionados a un lado u otro del poder, del banquero, del productor, guionista y director, de esta macabra representación que llamamos Mundo.
Nunca he sido politizado, un hecho que, viendo hasta donde hemos sido capaces de llegar hoy, en el siglo XXI, se observa ya como una grave patología…

Hace pocos días celebraban un acto en la localidad donde vivo, recordaban la muerte de seis personas durante la guerra y lo hacían en el lugar donde descubrieron los cuerpos enterrados; la tensión se notaba en el ambiente y de haber tenido armas no me extrañaría que hubieran terminado liándola entre vecinos, incluso entre miembros de la misma familia, porque no todos estaban de acuerdo con la celebración del acto. Dolor, odio y rencor, noventa años después…
No sería de extrañar que, mientras celebraban este acto, en otro lugar hubiera alguno similar del otro bando, pero lo más triste es saber que de no haber wolframio en España nuestra historia habría sido diferente.

España y sus principales actores son meros títeres, personajes secundarios en un bochornoso escenario internacional, por lo que conviene abrir los ojos y organizarnos para ejercer nuestra SOBERANIA, circunstancia que primero requiere UNIDAD, dejar atrás el engaño de “izquierdas y derechas”, rojos y azules, morados y verdes.
Si ponemos el foco en las regiones más politizadas de España y del Mundo podremos ver que la política es la causa de los conflictos, ese es su fin, que no pretende solucionar nada, solo divide y enfrenta, manipula, enquista para enriquecerse haciendo crónica esa división.

Cataluña, País Vasco, Galicia; Oriente Medio, Yugoslavia, África…

En España vemos que los amos del cortijo, PPsoe, supuestamente pelean contra el nacionalismo, un teatro de marionetas donde los partidos nacionalistas se suman a la “fiesta de la democracia” para chupar del bote, para trincar un trozo de pastel; plantaban batalla con la excusa de “defender y proteger una identidad” pero a la hora de la verdad, AHORA, Hoy, se han mostrado como los más sumisos al NOM, a la UE y a toda la basura que diseñan en la ONU e intentan imponer a través de su brazo armado, CIA-OTAN. Doblemente traidores.

¿Cómo ponemos FIN a esto, qué podemos hacer?

…“DIVIDE y VENCERAS”.
“PAN y CIRCO”.

Estos son los dos ingredientes principales de la Pócima del Poder, los que miles de años después nos mantienen en coma, aletargados, sumisos como corderos, por lo que una solución pasa por hacer pública, popular, esta RECETA; darle la vuelta a estas dos sencillas IDEAS y que todos comprendamos su efecto perverso sobre los Pueblos.
Esta es la Fórmula de los Imperios, una sencilla Lección que miles de millones de supuestos Adultos necesitan aprender con URGENCIA, porque con la que está cayendo desde 2020 está claro que el poder pretende diezmar a los Pueblos.
Lo mismo que decimos a los Niños al llegar a cierta edad, que los Reyes Magos son los Padres, es lo que debemos hacer hoy con esas masas de Ciegos que muchos ya llaman “borregos”, zoquetes o cenutrios, rebaños humanos, corderos de sacrificio: “Palacios, parlamentos y medios de comunicación no son lo que parecen, están ahí para explotar al Ser Humano, son pastores de los diferentes rebaños”; líderes que conducen a los rediles…

LÍDER del REDIL.

Hoy no resulta difícil hacer ver al más despistado que los partidos políticos trabajan Juntos contra Nosotros, votan unidos en Europa y aquí discuten por tonterías, que en las cuestiones importantes siempre han estado/están/estarán de acuerdo = En Eterno Tiempo Muerto…
Se me pone la carne de gallina por tener que explicar algo tan obvio, pero es lo que hay, el daño hecho al Intelecto es muy grande y luego está el Ego, que hace que la Ignorancia se enquiste dentro de las molleras con pocas luces, por lo que no conviene discutir; dar información a pinceladas y hacerlo con AMOR, no insistir o saldrá humo por esas orejas…

(¿A quién tiran los chemtrails, a las Nubes o a Nosotros? ¿A los dos, lo resecan todo fuera y dentro calcifican Cerebro y Pineal, de ahí el tremendo despiste del personal?)

Religión, política y deporte, empleados para dividir, para enfrentar, para distraer y entretener, pero podemos intentar darle la vuelta empleando este último para UNIR:
Resulta una auténtica vergüenza que se esté disputando un evento deportivo como la Eurocopa de fútbol, a nivel europeo, donde además participa Ucrania, mientras en la propia Ucrania, Rusia o Palestina, todos los días mueren Seres Humanos en esos conflictos; ayer, hoy, mañana. No sé en Ucrania y en otros lugares, pero hay ya 15.000 Niños muertos en Palestina, 38.000 Seres Humanos.
¿Pretenden manipularnos, normalizar la barbarie? ¿Se trata de alguna técnica de ese control mental que tanto gusta a la élite y afecta a nuestro cerebro? ¿Por qué consentimos?

Los futbolistas, pobres víctimas, ignorantes protagonistas del actual CIRCO ROMANO, cegados por la ambición son convertidos en cómplices de todo lo que acontece a su alrededor, lo mismo que sucede con Nosotros, pero a mayor reconocimiento social y popularidad mayor RESPONSABILIDAD. Hoy el Mundo necesita Héroes de verdad, pidamos su ayuda y compromiso para visibilizar todo lo que ocurre y después apoyémosles porque serán estigmatizados, señalados y tachados de cualquier patraña por los medios de comunicación.

“HE DESPERTADO, DENUNCIO Y RENUNCIO AL NOM QUE PRETENDEN IMPONER, ADEMÁS MIENTRAS EXISTA UNA SOLA GUERRA EN LA TIERRA NO VOLVERE A JUGAR UN PARTIDO; EL CIRCO TERMINO”. Existen diferentes fórmulas, los que decidan no competir como forma de protesta y los que decidan hacerlo con la intención de ganar, para aprovechar a ser el centro de atención y así tener más voz.
En este caso hablamos de aprovechar la Eurocopa de fútbol, pero estas fórmulas son válidas para todos los deportistas, para cualquier campeonato del Mundo; al principio serán pocos los que se decidan a actuar, a lanzar sus protestas o a no presentarse, pero a medida que vayan uniéndose otros sus ausencias y denuncias sonarán como un GRITO, el GRITO UNÁNIME de los Pueblos, “BASTA YA, NO AL NOM”.

Últimamente hemos observado VIDA en las Universidades, hemos visto al Intelecto de esta Especie denunciando la barbarie y pidiendo JUSTICIA; tomemos el “relevo” y acudamos a los valores que se encuentran protegidos “a buen recaudo” en el deporte y en sus practicantes, recurramos a ellos.
Recordemos la LUZ que supuso Novac Djokovic y un pequeño puñado de tenistas con los pasaportes y la presión para las vacunaciones, a varios luchadores de la UFC desafiando al NOM o al valiente Marcos Llorente, bastante más informado sobre Salud que la mayoría de médicos de este país. Han visto caer a sus compañeros, a muchos Seres Humanos en perfectas condiciones físicas que han sido atacados y destrozados, es posible que tengan algo que decir; viendo que los medios de comunicación callan y lo CENSURAN quién sabe, si quisieran podrían liarla parda.

El “PAN y CIRCO”, sin Circo, se volvería mucho más serio; solucionemos esta situación de una Santa vez y después sí, que comience ya la Fiesta…

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lunes, 1 de julio de 2024

LIBROS "DEFENDER LA VERDAD" y "AUTOPSIA AL PERIODISMO": 📰💲CÓMO UN PERIODISMO AMORAL QUEBRANTA LOS PILARES DE LA SOCIEDAD por RAFAEL NIETO

 

AUTOPSIA AL 
PERIODISMO
Como un periodismo amoral 
quebranta los pilares de la sociedad

No amigos, no se dejen engañar. No hay un "periodismo de izquierdas" malo y un "periodismo de derechas" bueno. Cualquier periodismo que lleve "apellido" será malo por pura lógica. Es bueno el periodismo limpio, que no esconde ni oculta, que es libre y responsable, que no le teme al poder, que hace lo necesario para servir al público. Y es malo todo aquel "periodismo" que sirve a una ideología, sea cual sea, o que sirve a unos intereses bastardos, que se alejan del interés general y del bien común.
Un mal periodismo tiene consecuencias terribles a nivel social, aunque no sean fáciles de observar a los ojos del mundo relativista. Periodismo amoral es el que cree que la verdad no existe, o que en caso de existir vale tanto como la mentira. Es amoral el periodismo relativista, que cree que el bien y el mal son intercambiables. Es amoral el periodismo sin normas morales, pagado por el poder, al servicio de interés particulares y no del conjunto de la sociedad. Es amoral, en suma, el periodismo que renuncia a contribuir al bien común a través de su servicio a los demás; y ese servicio se concreta y resume en la búsqueda y la defensa de la verdad. Por eso, escribí mi primer libro "DEFENDER LA VERDAD".
INTRODUCCIÓN

Éste es el libro que siempre quise escribir. La tesis doctoral que quise hacer. El libro que sigue la estela de aquel “Defender la verdad” (2017) donde ya expuse por qué estoy en el periodismo y por qué cada día estoy más convencido de que la batalla en la que tengo que pelear es ésta. La batalla por la verdad. Pero un escritor (aunque lo sea de manera no profesional, como es mi caso) necesita, además de tener una idea e intentar plasmarla en algo concreto, un socio, un editor. Que en mi caso es amigo porque me ha demostrado una confianza impresionante. “Escribe lo que quieras, que yo te lo publico”, me ha dicho, viéndome arquear las cejas de pura incredulidad. Porque ese es el sueño de todo escritor, profesional o amateur, de todo aquel que quiere contar cosas a los demás: tener un editor que es tu amigo y que confía en tu trabajo. Gracias, Álvaro Romero, de nuevo. Creo que publiqué mi primer artículo de opinión cuando tenía 15 años. En el instituto de bachillerato al que fui, el Gregorio Marañón en el madrileño Barrio del Pilar, teníamos una revista creada por los propios estudiantes. La revista se llamaba “La Gregoria”. Hice un artículo hablando de unos gitanos que habían hecho no sé qué trastadas a unos chicos del barrio, y probablemente (porque no lo recuerdo) terminé haciendo alguna afirmación indecorosa hacia el colectivo en general. El resultado es que a los pocos días de la publicación del artículo, un grupo de chavales de raza gitana me esperaban a la salida del instituto, seguramente para darme las buenas tardes. La cosa no pasó a mayores gracias a un profesor con mucha mano izquierda. Pero ese día empecé a comprender que lo de dar la opinión libremente, por escrito, “mola mucho” pero a veces puede darte algún susto. Y que, por mucho que de entrada te garanticen tu derecho a expresarte, siempre habrá gente interesada en que no hables.

Desde entonces ha llovido mucho, y para ser sincero diré que a pesar de llevar dos décadas largas dedicándome al periodismo en medios de comunicación (sobre todo en la radio) apenas he tenido problemas para decir con libertad en cada momento lo que las cosas me han parecido, gracias sobre todo a la confianza que siempre he tenido por parte de mis directores y de los medios en los que he trabajado. Soy consciente, sin embargo, de que mi caso no es precisamente el que más abunda. Si no se explica bien por qué el periodismo ha muerto como profesión, sus causas y sus culpables, es imposible entender lo que está ocurriendo en el mundo del siglo XXI, en plena pandemia, con la mitad del planeta conspirando contra la otra media. Un mundo donde la mentira se ha erigido, como ya anticipó J. F. Revel, en la primera fuerza motora universal. Decía que este libro quiso ser, en su día, una tesis doctoral. Cuando terminé los cursos de doctorado en la Universidad San Pablo CEU de Madrid (año 2010), propuse a mi querido profesor Alejandro Muñoz Alonso (qepd) que fuese mi director de tesis; un trabajo en el que pretendía demostrar cómo los medios de comunicación habían contribuido a la degradación y corrupción de los sistemas democráticos en Europa.

Mantuve la esperanza de poder hacer ese trabajo durante algunos meses en los que intuyo que mi antiguo profesor de Opinión Pública no quería quitarme la ilusión que, seguro, veía en mis ojos. Finalmente, tomando un café en el hall del Hotel Eurobuilding, puso fin a mi ingenua pretensión: “Nunca vas a poder demostrar científicamente que los MCS han deteriorado la democracia”, me soltó, con delicadeza pero firme convicción. Al principio dudé; luego (cosa normal en todo alumno) desconfié. Pero finalmente, comprendí que Muñoz Alonso tenía razón. No todo lo que uno sabe que es cierto puede ser demostrado científicamente. No pudo ser tesis doctoral (elegí otro tema mucho más objetivable), pero sí puede ser un libro, este libro. Y aclaro desde el principio que lo que me mueve a tratar este asunto no es mi preocupación por la democracia liberal (que es muy relativa), sino la añoranza del buen periodismo y la enorme tristeza y decepción por un proceso lento pero imparable de suicidio del oficio periodístico, de renuncia a su deontología, de connivencia culpable con los grandes pecados de la sociedad moderna. Un oficio que ha dejado de oponerse a los poderes fácticos en defensa de la verdad y del servicio a la ciudadanía para unirse a esos poderes fácticos con el fin de perpetuar su control social a costa, precisamente, de la verdad y de la justicia. Curiosamente, después de mi libro “Defender la verdad”, otros periodistas han publicado obras utilizando la misma palabra..., Pedro J. Ramírez, Bieito Rubido o Arcadi Espada, entre otros. Todos ellos liberales y, por tanto, con una visión liberal de lo que es la verdad; moldeable, subjetiva, inalcanzable..., casi como un sueño, como un imposible metafísico, aunque deseable. En este libro que tiene Vd. en sus manos (escrito por un católico no liberal), veremos que no, que la verdad no es nada de eso, y que para alcanzar y defender la verdad primero debe tener uno el alma limpia, las manos libres y la ayuda de Dios. En el primer capítulo de este libro, hacemos un intento de definir y explicar en profundidad qué es el periodismo y qué es la verdad. Lo primero es imposible sin lo segundo. Pero a lo segundo no se puede acceder ni por casualidad, ni de una manera inconsciente. En un mundo donde la mentira lo ha inundado todo, y todo lo maneja y corrompe, conocer y transmitir la verdad a veces puede ser algo casi heroico; y que, en todo caso, puede comprometer muy seriamente a quien lo hace.

En los siguientes capítulos veremos cómo es hoy el panorama mediático, por qué un oficio tan increíblemente maravilloso se ha prostituido y corrompido de una forma tan lamentable, y cuáles son las consecuencias sociales de todo ello. No es un panorama muy halagüeño, pero sí creemos que es rabiosamente fiel a la realidad. Nuestra tarea, en esta obra, es la de simples forenses: estudiamos el “cadáver” y emitimos un informe que refleja las causas y raíces del óbito. Eso, sí, procurando evitar un tono de funeral. Al revés, procuramos, como buenos cristianos, que ni siquiera un drama así nos robe la sonrisa, ni la alegría, ni la esperanza en una futura regeneración. Como nada es casual, esta obra empieza a escribirse un 8 de diciembre de 2021, Día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Ha sido ella, la Madre de Dios, quien tantas veces me ha dado fuerzas para seguir adelante, a pesar de las muchas dificultades. Y es a Ella, a mi madre celestial, a quien dedico en primer lugar este trabajo, y ojalá que también sus frutos, que espero sean buenos para la sociedad.

Vivencia y experiencia del periodismo

No recuerdo bien cuándo exactamente me decidí a ser periodista. Sí puedo decir que José María García, el mítico e inconfundible periodista y locutor deportivo, ejerció un enorme influjo personal en mí cuando apenas contaba yo quince o dieciséis años. No solamente escuchaba sus programas nocturnos a diario, sino que los grababa y los oía después, durante horas, a veces atraído por sus enfados y descalificaciones (casi siempre dirigidas a mandatarios deportivos), otras por el uso de su voz, de su peculiar tono y del silencio expectante como estrategias para mantener la atención de sus oyentes. García siempre fue un verdadero maestro en la presentación, el desarrollo y la conclusión de los temas que analizaba en sus programas radiofónicos. Pero, más allá de esas estridencias (a menudo acompañadas de insultos, motes y burlas, todo hay que decirlo), García recordaba con bastante frecuencia algunas condiciones de la profesión periodística que se me fueron quedando grabadas, ya en aquella tierna edad, y que con el paso del tiempo he ido comprobando que, efectivamente, resultan completamente nucleares para quienes desean, sinceramente, dedicarse honradamente a ese oficio “de contar y cantar cosas”. Él, por ejemplo, hablaba constantemente de la independencia del periodista. Una independencia que, naturalmente, casi nunca puede ser total y absoluta (salvo en ciertos casos de periodistas freelance, y quizá ni siquiera) pero que, al menos, sí debe consistir en mantener una distancia prudencial, y muy saludable, con los poderes públicos, tanto políticos como económicos y sociales. García presumía de su independencia y, de alguna manera, la “demostraba” siendo extraordinariamente crítico con todos los dirigentes, independientemente de su color político o condición social. Llegando incluso, en muchas ocasiones, a escenificar la ruptura pública de viejas amistades en defensa de su derecho a ejercer una crítica libre.

Aunque, naturalmente, podríamos poner decenas de ejemplos de periodistas que también han llevado su independencia profesional al límite, he querido concretarlos en J.M. García por el papel decisivo que, como antes decía, ha tenido en mi trayectoria personal y laboral. Pero recuerdo, en aquellos últimos años de Antena 3 Radio y posteriores en la Cadena Cope, también al inolvidable Antonio Herrero, “El primero de la mañana”, a Manuel Martín Ferrand, a Luis Herrero, a Encarna Sánchez, etc., muchos de ellos incluidos luego en lo que se llamó “el sindicato del crimen”, de manera despectiva, precisamente porque compartían esa manera de enfrentarse al poder político (entonces, los gobiernos de Felipe González). Todos tenían su estilo personal, pero todos solían subrayar con frecuencia, ante sus oyentes, la exigencia de ejercer el periodismo con la suficiente independencia como para que ningún juicio periodístico dejase de hacerse por temor a represalias. En aquellos primeros años del bachillerato, donde, como dije anteriormente, comencé a publicar mis primeros artículos de opinión en la revista del instituto, solía leer a diario las columnas de opinión de los articulistas del ABC, el periódico que compraba mi padre prácticamente a diario. Jaime Campmany, Alfonso Ussía, Alejandro Muñoz Alonso, Lorenzo Contreras, Darío Valcárcel, Antonio Burgos..., con unos coincidía más que con otros, pero todos influyeron de manera notable en mi manera de escribir de entonces, en la forma de estructurar un artículo de opinión para ser capaz de exponer un asunto, desarrollarlo brevemente y hacer un juicio crítico sobre la cuestión principal logrando interesar al lector y “enamorarlo” a lo largo de solamente unas pocas líneas. Recuerdo muy bien cómo recortaba y guardaba en carpetas las mejores columnas de Campmany y Ussía, principalmente, que fueron los que más me influyeron. Campmany era un prodigio de erudición y columnismo socarrón, con esa retranca murciana y esa facilidad para ir de lo serio a lo sarcástico, pero siempre con la elegancia e inteligencia de los mejores. Del Ussía de ABC recuerdo su ironía y la valentía con la que tocaba los asuntos más duros, si bien, por supuesto, no ignoraba entonces (ni, por supuesto, ahora) que ambos hacían un articulismo muy ligado a una ideología, la conservadora o “de derechas”, siempre crítica con la izquierda y siempre favorable al único partido de derechas que había entonces, que era el PP. Para un chaval de quince años, eso entonces no suponía un problema ni una contradicción con el hecho de ser lo bastante “independiente” para poder hacer una crítica mordaz al gobierno. Empecé a escribir, más por diversión que porque tuviese la menor posibilidad de publicar nada, y sobra decir que mis primeros artículos eran prácticamente copias de mis “ídolos” del periodismo. Un batiburrillo con frases típicas de José María García, el descarado atrevimiento de Encarna Sánchez, el ingenio de Campmany y la gracia de Ussía, aunque por pura lógica, con la ingenuidad, inexperiencia, falta de criterio, ausencia de matices y, sobre todo, ignorancia de cómo funciona el mundo de un chico que estaba estudiando el bachillerato. Después de unos meses publicando artículos en “La Gregoria”, mi siguiente experiencia como “columnista novel” fue durante el primer curso de la Licenciatura de Periodismo en la Universidad San Pablo CEU. Empecé a colaborar en un programa de radio de una emisora local de Madrid, Radio ELO, escribiendo artículos que luego leían en directo unos compañeros de clase. La radio era, para mí, todavía una gran desconocida y no me atrevía a ponerme delante de un micrófono (sin duda, debido a mi gran timidez, entonces muy evidente). Pero esa primera autoexigencia de tener que preparar todas las semanas un artículo de opinión sobre un asunto de actualidad, me empezó a acostumbrar a la servidumbre natural del oficio periodístico: estar al tanto de la actualidad, leer periódicos, escuchar informativos, aprender de los maestros para poder estar “a la altura” y no decepcionar a los oyentes de aquella pequeña emisora local.

Me viene a la memoria la noticia, que se produjo el 5 de abril de 1994, del suicidio de Kurt Kobain, el entonces líder de Nirvana, uno de los grupos de rock más importantes del mundo. Recuerdo bien que tuve una acalorada discusión con mis compañeros sobre el enfoque de la cuestión de fondo, porque mientras ellos consideraban que un suicida demostraba una gran valentía por el hecho de ser capaz de afrontar el fin voluntario de su propia vida, yo veía claramente que, al contrario, en aquel comportamiento había básicamente una actitud cobarde, de huida, de no querer afrontar los problemas que, sin duda, en el caso de Kobain, venían derivados de su fama y sus adicciones. Se puede decir que aquel “intercambio de pareceres” fue mi primera “discusión de redacción”, si bien todavía no existía tal redacción, sino solamente un aula vacía de la Facultad. Una de las primeras cosas que me llamó la atención de mi primera etapa universitaria (la de la Licenciatura de Periodismo, en la Universidad San Pablo CEU de Madrid) fue el perfil de la mayoría de mis compañeros. De entrada, apenas dos o tres personas, en una clase de unos 40 alumnos, comprábamos el periódico a diario. Aunque en la Facultad había un aula de “lectura de prensa”, con los principales periódicos del día, casi nunca había alumnos que se pasasen por allí, y cuando había, casi siempre eran los mismos. Si preguntabas a tus compañeros por sus preferencias profesionales de futuro, la mayoría querían salir en TV, ser presentadores, ser famosos, ganar dinero...Apenas había compañeros que quisieran, por ejemplo, escribir en prensa escrita, ser directores de periódico, o dedicarse a la radio en informativos. Como mucho, en deportes. Lo cierto es que ese mismo perfil que encontré como alumno de Periodismo es el que después vi también en los medios de comunicación por los que he ido pasando. Muy poca gente realmente excepcional. Muy pocos periodistas “de raza”, con olfato y carácter, con verdadera vocación. Más bien, eso, personas atraídas por la fama, la influencia social, la popularidad y el dinero. Cuando encontrabas a alguien distinto, a un verdadero periodista, lo notabas enseguida, al instante. Te dabas cuenta por cómo hablaba, por la forma de razonar, de sacar conclusiones. Por su capacidad analítica. Siempre he dicho que tuve la enorme suerte de poder disfrutar de algunos profesores realmente brillantes en aquella primera etapa universitaria. Recuerdo con mucho cariño a Javier María Pascual, que nos daba “Redacción Periodística”. Era un veterano periodista navarro, que había dirigido la Agencia EFE en su tierra natal, y que nos daba no solamente nociones muy claras de cómo escribir correctamente, sino también unas prácticas que siempre me resultaron provechosas. Por desgracia, la mayoría de compañeros no pensaban lo mismo, y algunos (con la crueldad que siempre demuestran los cobardes) se burlaban del viejo profesor, le ponían motes y se pasaban sus clases enredando. También recuerdo con mucho agrado, en Teoría del Periodismo, a Justino Sinova, hombre de prensa escrita, primero en Diario 16 y después en El Mundo, quizá uno de los profesores cuya personalidad más recuerdo y más me ha influido después como informador. Era un hombre muy serio, que desde el primer día nos trasladó la responsabilidad que representaba nuestra profesión, las consecuencias que puede tener el mal ejercicio del periodismo, la importancia de la ética y la deontología...Pero también los sacrificios que entraña el ejercicio profesional, las dificultades en el día a día, etc. Sus clases estaban tan pegadas a su actividad como periodista, te contaba tantas historias personales, te hablaba de tantos otros profesionales..., que me quedaba embobado. Por supuesto, no me perdía ni una de sus clases.

Lo mismo puedo decir de otros magníficos profesionales de quienes, a pesar de los años que han pasado ya, sigo guardando un recuerdo entrañable. Alberto Miguel Arruti, qepd, veterano periodista de Radio Nacional y de TVE, que llegó a tener también cargos directivos en el ente público, y que nos daba asignaturas como Teoría de la Comunicación Social, Sistemas y Medios de Comunicación, o Sistemas Informativos en el Mundo Actual. Arruti era un hombre muy cercano y simpático, con el que llegué a tener una excelente relación personal. José Manuel González-Torga, forjado también en la “escuela” de periodistas y locutores de Radio Nacional de España, nos dio las asignaturas de Teoría y Técnica de la Información Radiofónica, Teoría y Técnica de la Información Televisiva, y Técnicas de Expresión Oral y Escrita. Era también un excelente profesor, fue un profesional de un enorme prestigio, y aprendí muchas cosas en sus estupendas clases. La carrera universitaria no hace que tengas más vocación de aquella con la que llegas. Entre otras cosas porque, como he dicho en bastantes ocasiones, es imposible que un chico de 18 años pueda tener la suficiente madurez como para asimilar correctamente una cantidad ingente de conocimientos no solamente teóricos y académicos, sino también humanos. Yo salí de la Universidad con 22 años y una Licenciatura en Periodismo, pero naturalmente no sabía nada sobre el periodismo como oficio, como profesión, como pasión, como forma de vivir, como forma de pensar.

Fueron las prácticas profesionales, que empecé a realizar muy pronto, apenas en segundo año de carrera, las que me acercaron ya definitivamente a la realidad del oficio. Antes aún, con apenas 19 años, estando todavía en primero de carrera, ya me inicié delante de un micrófono, junto a unos compañeros de promoción, en una emisora local llamada Onda Norte, cuya primera ubicación estaba en un piso de la calle Francos Rodríguez, muy cerquita de la Dehesa de la Villa y del Instituto La Paloma. Luego vendrían otras prácticas también en radios locales, como Radio Enlace, en el barrio de Hortaleza. Hablamos de un tipo de radio aficionado, artesanal, donde igual tenías que estar delante del micrófono como manejar la mesa de sonido, o poner una bombilla en el estudio, porque se había fundido y no podías ni leer. Más tarde, vendrían las prácticas regladas en emisoras generalistas, a través de los convenios que tenía la universidad con distintos MCS. Primero en la Cadena Cope, allí coincidí con Antonio Jiménez, Paco Pelegrín, Elsa González..., por allí estaban todavía José María García, Antonio Herrero, Luis Herrero...Gente a la que, con mi juventud, y desde la ingenuidad de los pocos años, uno veía como perfectos e inalcanzables, como mitos vivientes. En Onda Cero trabajé con Víctor Arribas, Javier Fernández Arribas, Félix Madero...También conocí Radio Exterior de Radio Nacional de España, una emisora completamente distinta, donde un chico que estaba empezando tenía muchísimas posibilidades y recursos a su disposición, por los medios con los que se contaba y además, en turno de fin de semana. Hacer prácticas en emisoras de primer nivel, con apenas 20 años, te da un bagaje que no puede sustituir ningún máster ni módulo universitario. Esa es la radio de verdad, allí se trabaja sin red, y aunque tengas la etiqueta de becario, los oyentes no son becarios, son personas que al encender la radio quieren escuchar a locutores buenos, que hablen correctamente y no se equivoquen, lógicamente, sin importarles la categoría profesional que tú tengas. Recuerdo la indescriptible emoción de mis primeros boletines de madrugada, con Paco Pelegrín, los fines de semana, meses de octubre a diciembre de 1995. Daba igual que fuesen las 3 de la mañana..., la luz roja se encendía y tú eras uno más, un locutor delante del micrófono de la Cope, posiblemente con miles de personas escuchándote.

Recuerdo de aquellos años al sacerdote y periodista José Luis Gago, uno de los fundadores de la COPE. Cuando yo hice mis primeras prácticas allí, “el padre Gago” se paseaba por las mesas de la redacción, con su sotana y su clergyman, la Biblia y el rosario encima, ayudando en lo que podía a los más jóvenes. Un hombre muy cariñoso y muy cercano, al que todo el personal mostraba siempre un enorme respeto. No era exactamente un jefe de redacción, sino más bien un consejero en aspectos éticos, un supervisor final de noticias que pudieran tocar a la línea editorial de la casa y que quizá necesitaban un retoque antes de ser lanzada en antena. El padre Gago estaba mucho más cerca de nosotros los becarios que de García o Antonio Herrero. De mi etapa en Onda Cero, recuerdo sobre todo mis salidas para cubrir noticias como reportero de información local, ya que estuve en la sección de Madrid. Aquella etapa fue crucial para mí, ya que el reportero es un periodista puro que tiene que obtener casi todos los elementos informativos. Normalmente, partes de un teletipo de agencia, pero después dependes de tu olfato, de la suerte que tengas, de las fuentes que consigas, y de lo dispuestos que estén los demás a hablar. Porque en la radio, lo sustancial, lo primero es el sonido. De poco sirve la noticia, por mucho valor que tenga, si no la puedes ofrecer con un testimonio, el sonido de un accidente, de una explosión por ejemplo, o del derribo de un edificio que amenazaba ruina. Llegar a la redacción sin un sonido relevante era un pequeño fracaso.

Eduardo García Serrano: "El periodista no tiene que ser objetivo, tiene que buscar la verdad"


COMBATE POR LA VERDAD Eduardo García Serrano

La Tradición de la Iglesia nos recuerda con firmeza que los medios de comunicación tienen que estar al servicio de la Verdad, cuanto más los medios católicos. Pues Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Él Único Camino que conduce al Padre, la única Verdad que no se puede relativizar y la única Vida que tiene Palabras de Vida Eterna. Entrevista en BUTACAS VACIAS al periodista D. Eduardo García Serrano. Nos cuenta su coherencia como comunicador católico. Reflexiona sobre su larga experiencia como profesional en los medios de comunicación (prensa, radio y televisión). Una apasionante aventura desde sus comienzos en el legendario periódico el Alcázar hasta nuestros días. Eduardo se ha mantenido siempre fiel a la Verdad, aunque haya tenido que sacrificar prestigio, dinero, comodidad... Él no lo cuenta como pérdida sino como una ganancia. Estaría dispuesto a dar la vida por la Verdad, que es dar la vida por Cristo. 
Lo repite tres veces muy convencido. Al igual que San Pedro cuando arrepentido de las tres negaciones, confirma tres veces su amor por Cristo, ya resucitado. La Iglesia Católica es la única religión verdadera y así lo defiende García Serrano. La Iglesia no debe intentar amigarse con sus enemigos rebajando el listón del Evangelio. Denuncia el gran aggionarmento en la Iglesia tras el Concilio y cómo se ha ido acelerando el proceso de infiltración del modernismo y su ruptura con la Tradición. Pone a Chesterton como modelo de periodista católico y nos recuerda su genial frase “Cuando era joven creía en Dios y ahora que soy mayor sólo creo en Dios”. Nos anima a seguir defendiendo la Tradición, pues aunque somos minoría la victoria es nuestra. “Por fin, Mi Inmaculado Corazón triunfará” dijo la Virgen en Fátima. También repasa los aspectos esenciales de la historia de España y su grandiosa vocación como faro de la Cristiandad. No les desvelo más de esta apasionante entrevista.