LA CAÍDA DE LUCIFER:
CRÓNICAS DEL COMBATE ESPIRITUAL
En «La Caída de Lucifer: Crónicas del Combate Espiritual», el Padre Ralph Semper nos ofrece una visión profunda y urgente sobre la presencia y el impacto de Satanás en el mundo contemporáneo. Este libro esencial no solo explora la naturaleza del mal, sino que también proporciona herramientas concretas para detectarlo, enfrentarlo y finalmente vencerlo.
Desde los rincones oscuros de lo oculto hasta las manifestaciones más sutiles en la Nueva Era y terapias alternativas, esta obra desentraña las diversas formas en que las fuerzas malignas se infiltran en la vida diaria. El autor examina detenidamente temas como la brujería, el satanismo y los ataques demoníacos, ofreciendo un análisis claro y riguroso respaldado por testimonios impactantes y experiencias reales.
«La Caída de Lucifer» también se sumerge en el reino espiritual de ángeles y demonios, destacando su rol en el eterno conflicto entre el bien y el mal. A través de capítulos reveladores, el Padre Semper enseña a los lectores cómo «ponerse la armadura de Dios», reprender espíritus malignos y cultivar la resiliencia espiritual necesaria para superar estos desafíos.Con una narrativa cautivadora y un mensaje poderoso, este libro no es solo una lectura; es un manual de supervivencia espiritual para todos aquellos que buscan preservar su alma y combatir las fuerzas del mal en el mundo actual.Prepárese para ser armado con conocimiento y fe, listo para enfrentar las sombras con la luz de la verdad divina.
«La Caída de Lucifer: Crónicas del Combate Espiritual» es una guía indispensable para todos los que están comprometidos en la batalla espiritual diaria, ofreciendo esperanza, fortaleza y estrategias para triunfar sobre la oscuridad que busca desviar a la humanidad de su camino hacia la luz.
INTRODUCCIÓN
Hay tres áreas del mal contra las cuales somos llamados a luchar por gracia de Dios: el mundo, la carne, y el diablo. El mundo está en este sentido formado por las presiones injustas e inmorales, así como por las estructuras que enormemente nos rodean: la agresiva competencia, la adoración del dinero, el culto de las experiencias sexuales y del placer, la actitud del no puedo-indiferencia hacia aquellos en gran necesidad, tales como los millones de hambrientos, y el ultraje contra el medio ambiente. La carne es nuestra naturaleza caída proclive al pecado, la tendencia en cada uno de nosotros a rebelarnos contra Dios y las leyes de Dios. Necesitamos pensar solamente en los tradicionales siete pecados capitales del orgullo, codicia, lujuria, ira, gula, envidia, y pereza para tener conciencia de las direcciones en las que estamos tentados a ir en contra de la voluntad de Dios.
Finalmente, está el diablo y sus demonios. El Nuevo Testamento es preciso en su enseñanza sobre la existencia del diablo y sus demonios. La tradición cristiana es igualmente precisa; y la enseñanza oficial de la Iglesia Católica hoy tal como es vista en los documentos del Concilio Vaticano Segundo, en las declaraciones de los Papas, y en el nuevo Catecismo universal no es menos precisa. Uno debería agregar que todas las iglesias ortodoxas orientales y todas las iglesias evangélicas y pentecostales están muy seguras de que el diablo y los demonios existen.
Sin embargo, ahora hay cristianos, incluyendo algunos católicos que niegan que el diablo y los demonios existan. Hay otros cristianos que se muestran inseguros, e incluso hay otros cristianos que simplemente olvidan toda esta área de la doctrina cristiana y para quienes, respecto a toda intención y propósito, el diablo y los demonios no existen, sin importar lo que crean en teoría.
Sin duda hay áreas de la doctrina cristiana que son con justicia periféricas y que no hacen gran diferencia a nuestra comprensión y vida cristiana. Sin embargo, la existencia del diablo y los demonios no es periférica. Ya que, como la Biblia y la Iglesia Católica enseñan, todos estamos involucrados en el combate espiritual con las fuerzas demoníacas, entonces es muy importante saber de ellas. Si todos estamos a veces siendo atacados por fuerzas demoníacas, entonces es vital estar concientes del hecho, de otro modo, no podemos verdaderamente comprender lo que nos está pasando y contrarrestarlo.
El diablo y los demonios no solamente atacan a individuos. Ellos atacan matrimonios, familias, parroquias, instituciones, iglesias, naciones, y al mundo. De nuevo, no creo que podamos entender lo que está pasando en las familias y grupos, ya sean pequeños o grandes, si dejamos de lado los ataques del diablo. Así, por ejemplo, pienso que el diablo ha estado de una manera claramente activa en los problemas de los matrimonies reales recientemente en nuestro país, al atacar a los matrimonios reales, da un golpe estratégico en contra de la institución del matrimonio en bloque.
Pienso también que no podemos entender plenamente el asesinato de seis millones de judíos por los nazis si dejamos de lado el factor demoníaco. Si alguien hubiese dicho en 1925 que dentro de veinte años seis millones de judíos serían muertos en Europa, a él o ella se le habría dicho que tal cosa era entera y completamente imposible. Pero pasó. Es más fácil entender el holocausto si lo vemos no sólo como la obra de Hitler y de algunos otros hombres malvados, sino si nos damos cuenta de que los instrumentos principales detrás de ello eran fuerzas demoníacas obrando mediante hombres pecadores y débiles.
Mi convicción de que todos estamos involucrados en el combate espiritual con las fuerzas demoníacas no solamente se basa en la Biblia y en la enseñanza oficial de la Iglesia Católica. También está confirmada por la experiencia personal, mi propia experiencia de ser atacado por el diablo, aunque también mi experiencia como sacerdote intentando ayudar a otros, especialmente en el ministerio de sanación carismática. Nunca he sido el exorcista oficial de una diócesis, pero en más de una diócesis he sido llamado a ayudar a sacerdotes que estaban oficialmente involucrados en lidiar con casos que requerían el ministerio del exorcismo.
He visto y oído cosas que señalarían muy directamente a una actividad demoníaca directa, por ejemplo, una voz fuerte y agresiva, hablando obscenidades, viniendo de los labios de una mujer aparentemente mansa y piadosa. Y conozco a dos sacerdotes que en un caso particular, con el permiso del obispo, estaban juntos e involucrados con miras a exorcizar a una mujer. Como ambos sacerdotes me contaron, la mujer levitaba. Y algo de aún mucho más importancia, he conocido a personas que fueron maravillosa y gloriosamente liberadas y sanadas, mediante el ministerio de liberación. No puedo evitar sentir como si alguno de los teólogos que están desmitologizando al diablo –que quiere decir, ya no creer más en un diablo personal- hubiesen visto y escuchado las cosas que he experimentado y hubiesen conocido a algunas de las personas que he conocido y que fueron liberadas por el ministerio de liberación, lo pensarían quizás otra vez.
En este libro estoy en primer lugar para ayudar a la gente en el combate espiritual en el cual todos estamos involucrados. Este no es un libro especializado sobre cómo exorcizar personas, ya que no soy la persona correcta para escribir un libro así. Principalmente es un libro que busca ayudar a los cristianos ordinarios en su combate espiritual. Está escrito especialmente en mente para los católicos, aunque espero que otros cristianos lo encuentren útil. Del lado evangélico parece haber una lluvia de libros apareciendo sobre el tema del combate espiritual, pero muy poco del lado católico. El combate espiritual es básicamente el mismo ya sea visto desde un punto de vista católico o evangélico. Pero hay diferencias de aproximación en ciertas áreas y hay una necesidad de literatura católica sobre el tema.
Obviamente muchos protestantes no estarán de acuerdo con todo lo escrito en este libro, por ejemplo, la recomendación de que puede ser bueno pedirle a Nuestra Señora que ore por nosotros, ¡lo cual no es adorar a María! No tenemos que estar de acuerdo, sin embargo, con todo en un libro para beneficiarnos de su lectura. Yo mismo me he beneficiado considerablemente de leer ciertos libros evangélicos con los cuales a veces me siento definitivamente en desacuerdo en ciertas partes. En el verdadero ecumenismo no tenemos que pretender estar de acuerdo en todo; no tememos al reconocer abiertamente y examinar nuestras diferencias. Hacemos esto, sin embargo, respaldando lo fundamental de ser plena y generosamente conscientes de nuestra unidad básica en Cristo, que es más importante que nuestras diferencias. Por eso espero que este libro contribuya en su camino a una mayor comprensión y unidad entre cristianos, especialmente entre católicos y evangélicos.
Los lectores inevitablemente encontrarán referencias a demonios en muchas páginas de este libro, debido a la naturaleza del tema. Sin embargo, una regla importante para el combate espiritual es que no debemos estar pensando y hablando demasiado sobre el diablo y los demonios. Debemos ser concientes de que ellos existen. Debemos aprender a reconocer su actividad y contrarrestarla; pero nuestra atención debe estar mucho más en Jesús, que ha vencido al maligno.
La mejor manera de lidiar con el diablo es enamorarse de Jesús, llenar nuestras mentes de sus pensamientos, dejar que su santo nombre esté frecuentemente en nuestros labios; darle nuestras vidas enteramente a él; y alabarle con todo nuestro ser, entonces no tendremos nada que temer a los ataques del diablo. Recordemos con confianza las palabras de Santiago: "Resistan al diablo, y el huirá de ustedes" (Santiago 4,7). Un último punto: los demonios son ángeles caídos. Intentemos pensar en los ángeles buenos al menos tanto como pensemos en los demonios. Sí, a veces somos atacados por demonios, pero también estamos protegidos por ángeles buenos. Demos gracias a Dios por los ángeles protectores. Pidamos a los ángeles que nos guarden.
Capítulo 1: Ángeles y Demonios en el Nuevo Testamento
La Biblia, especialmente el Nuevo Testamento, es la fuente básica de la revelación cristiana. Para saber qué creer sobre los ángeles y demonios, necesitamos sobre todo mirar la Biblia, especialmente al Nuevo Testamento. Así, en este capítulo vamos a ver en general lo que el Nuevo Testamento dice sobre este tema. Citaré muchos pasajes y daré numerosas referencias, porque creo que esto tendrá un efecto acumulativo. Para entender la revelación cristiana necesitamos entender realmente empaparnos de la palabra de Dios en las Escrituras. Yendo a través de estos textos del Nuevo Testamento sobre los ángeles y demonios ha sido una verdadera ayuda para mí mientras preparaba este capítulo, fortaleció mi fe, hizo más real mi fe. Espero que sea igual para los lectores, aún cuando las referencias a tan grande número de textos puedan resultar muy abrumadoras. Es importante recordar aquí que no estamos lidiando con algunas referencias aisladas a los ángeles y demonios sino con una multitud de textos.
Un ángel se le apareció a José en un sueño y le dijo: "José, hijo de David, no temas en tomar a María como tu esposa, porque el niño concebido en ella es del Espíritu Santo. Ella dará a luz a un hijo, y le llamarás Jesús, ya que él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1,20). Un ángel también le advirtió a José en un sueño que Herodes estaba buscando matar a Jesús, y que ellos debían escapar a Egipto (Mateo 1,13). De nuevo en un sueño, José escucha de un ángel que regrese de Egipto, "porque todos aquellos que estaban buscando la vida del niño están muertos" (Mateo 2,19).
El ángel Gabriel se le apareció a Zacarías y le habló del nacimiento por venir y misión de Juan Bautista (Lucas 1,11). Fue también Gabriel quien se le apareció a María y le informó sobre el nacimiento por venir de Jesús: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por ello el niño que nacerá será santo; él será llamado el Hijo de Dios" (Lucas 1,26). Un ángel del Señor anuncia el nacimiento de Jesús a los pastores, y a él luego se le une una multitud de huestes celestiales, alabando a Dios y diciendo: "Gloria a Dios en lo alto del cielo, y sobre la tierra paz entre aquellos que a quien él da su favor" (Lucas 2,13).
"Vinieron ángeles y le servían (Mt 4, 11; Mc 1, 13)", luego de la tentación de Jesús en el desierto, y un "ángel del cielo se le apareció y le dio fuerzas" (Lucas 22,43) en Getsemaní. Los ángeles están presentes en la resurrección de Jesús (Mateo 28,2; Lucas 24,23; Juan 20,12). En sus enseñanzas Jesús advierte: "Tengan cuidado de no despreciar a uno de estos pequeños; porque, les digo, en el cielo sus ángeles ven el rostro de mi Padre de los cielos" (Mateo 18,10). Jesús también dijo cuando fue arrestado: "¿No creen que puedo apelar a mi Padre, y él me mandará en un instante más de doce legiones de ángeles?" (Mateo 26,53). Los ángeles son también ministros del juicio de Dios en la Segunda Venida de Jesús (Mateo 13,41). Vemos de nuevo a los ángeles activos en los Hechos de los Apóstoles. Dos ángeles hablan a los discípulos en la Ascensión de Jesús (Hechos 1,11). Un ángel rescata a Pedro y Juan de prisión (Hechos 5,19), y hay un relato extenso de un ángel liberando a Pedro de la prisión en el capítulo 12 de Hechos. Un ángel se le aparece a Cornelio y le dice que mande por Pedro (Hechos 10,3), y un ángel le dice a Felipe que tome el camino a Gaza, en donde encontrará al eunuco de la reina de Etiopía (Hechos 8,26). Un ángel se le aparece a Pablo en un sueño durante su viaje a Roma y le asegura que todos en el barco se salvarán (Hechos 27,23). "Un ángel del Señor le hirió (a Herodes Agripa) fue carcomido por los gusanos y murió" (Hechos 12,23).
Hay un número enorme de referencias a los ángeles en las epístolas del Nuevo Testamento. Para los lectores que deseen revisarlos, las referencias son: 1 Corintios 4,9; 1 Corintios 1,1.: 10; Gálatas 1,8; Gálatas 3, 19; Colosenses 2,18; 2 Tesalonicenses 1,7; 1 Timoteo 5,21; Hebreos 1,4; Hebreos 2,2; 2 Pedro 2,4; Judas 6. Finalmente, hay referencias numerosas a los ángeles en el último libro de la Biblia, Apocalipsis.
El siguiente es un hermoso ejemplo:
"Y todos los ángeles están de pie alrededor del trono y en torno los ancianos y los cuatro vivientes, y cayeron sobre sus rostros delante del trono y adoraron a Dios cantando: '¡Amén! ¡Bendición, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos! Amén' (Ap 7,11)".
He mencionado las referencias anteriores en el Nuevo Testamento sobre ángeles hasta cierto punto porque tomadas como un todo éstas dan la idea de unos seres reales muy personales que hablan y actúan. Si uno desmitologiza a los ángeles, entonces es lógicamente seguro que también desmitologice a otras cosas en el Nuevo Testamento, tales como el Nacimiento Virginal de Jesús y su Resurrección, así como el dogma de la Encarnación, que desde luego es precisamente lo que muchos cristianos liberales han hecho. No es necesario decir, que los cristianos que desmitologizan a los ángeles – que no creen en ángeles personales – también desmitologizarán al diablo y a los demonios. Así, respecto a ello, – tales cristianos no hay una cosa tal como un combate espiritual contra seres demoníacos - ¡no hay tales seres contra los que luchar!
Ahora es tiempo de ver lo que el Nuevo Testamento dice sobre el diablo, también llamado Satanás, y los demonios. "Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto, en donde por cuarenta días fue tentado por el diablo' (Lucas 4,1). Esto es seguido de tres tentaciones especiales, luego de las cuales leemos: "Cuando el diablo había terminado cada prueba, se apartó de él hasta un momento oportuno".
Cuando Pedro intenta disuadir a Jesús de ir a su Pasión, Jesús lo reprendió: "¡Apártate de mí, Satanás!" (Mateo 16,23). Satanás quita la semilla de la palabra de aquellos que la han recibido (Marcos 4,15). "El diablo ya había puesto en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, que lo traicionara' (Juan 13,2), y después que Judas "recibió el pedazo de pan, Satanás entró en él" (Juan 13,25). Satanás intenta sacudir a los discípulos como el trigo (Lucas 22,31).
El Diablo es el enemigo que siembra cizaña en el campo de trigo del Señor (Mateo 13,39). "Satanás ató por dieciocho años" (Lucas 13,16) a una mujer lisiada. Jesús dijo: "Ví a Satanás caer del cielo como un rayo. Vean, les he dado autoridad para pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo; y nada los dañará" (Lucas 10,18) – esto sigue a las palabras de los setenta y dos: "¡Señor, en tu nombre incluso los demonios se nos someten!".
Hay desde luego gran número de referencias en el Nuevo Testamento de Jesús echando fuera demonios. Luego de sanar a la suegra de Pedro, leemos:
"Aquella noche le llevaron muchos que estaban poseídos por demonios; y él expulsó los espíritus con una palabra, y sanó a todos los que estaban enfermos" (Mate 9,16). Hay una extensa descripción de la expulsión de demonios dedel hombre en el país de los Gerasenos. Los espíritus impuros entraron en los cerdos que se arrojaron al mar y se ahogaron (Marcos 5,1). Hubo una expulsión del demonio del hombre mudo, cuando los fariseos dijeron, "Por el jefe de los demonios echa fuera a los demonios " (Mateo 9,32). De manera similar, Jesús es acusado de echar fuera demonios por el poder de Beelzebú cuando libera y sana a un endemoniado que estaba ciego y mudo (Mateo 12,22).
El muchacho epiléptico fue sanado instantáneamente cuando "Jesús reprendió al demonio, y salió fuera de él" (Mateo 17,14). Los discípulos preguntaron: "¿Por qué no pudimos expulsarlo?" y le respondió que fue "Debido a su poca fe". Había un hombre con un espíritu impuro en una sinagoga que fue expulsado: "Y el espíritu impuro, haciéndole convulsionar y gritar a viva voz, salió de él" (Marcos 1,26). Este último texto significará mucho para los cristianos de nuestros tiempos que han escuchado "gritos a viva voz" mientras los demonios salen de la gente.
También hay referencias al diablo y a los demonios en los Hechos de los Apóstoles y en las epístolas. Pedro le dijo a Ananías: "¿Por qué Satanás ha llenado tu corazón para mentir al Espíritu Santo y quedarte con parte de los productos de la tierra?" (Hechos 5,3). Una joven en Filipos tenía un espíritu de adivinación, que fue expulsado por Pablo (Hechos 16,16). "Los saduceos dicen que no hay resurrección, o ángeles, o espíritu; pero los fariseos reconocen todos los tres" (Hechos 23,8). "Los gentiles se volverán del poder de Satanás a Dios" (Hechos 26,18). "Satanás tienta" (1 Corintios 7,5) "y busca engañarnos" (2 Corintios 2,11).
"Él trata de atraparnos" (2 de Timoteo 2,7 y 2 de Timoteo 2,26). "Satanás se disfraza a sí mismo de ángel de luz " (2 Corintios 11,14). "Algunas (viudas) ya se han apartado para seguir a Satanás" (1 Timoteo 5,15). "Por ello para librarme (Pablo) también de volverme engreído, un aguijón me fue dado en la carne, un mensajero de Satanás para atormentarme, para evitar que me volviese demasiado engreído" (2 Corintios 12,7). Satanás impide a Pablo hacer un viaje a Tesalónica (1 Tesalonisenses 2,18). "La venida del impío será manifiesta por el obrar de Satanás, que usará todo poder, señales, maravillas mentirosas, y toda clase de engaños perversos para aquellos que se perderán" (2 Tesalonisenses 2,8).
"Resistan al diablo, y él huirá de ustedes" (Santiago 4,7). "El Dios de paz en breve aplastará a Satanás bajo sus pies" (Romanos 16,20). "Los hijos de Dios se distinguen de los hijos del diablo" (1 Juan 3,10).
"Todo el que comete pecado es un hijo del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio. El Hijo de Dios se reveló con este propósito, para destruir las obras del diablo" (1 Juan 3,8). En el libro de Apocalipsis hay varias referencias al diablo y los demonios. En el capítulo 12 el dragón persigue a la "mujer vestida de sol", que da nacimiento a un hijo. "Y se desató una guerra en el cielo; Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón. El dragón y sus ángeles respondieron, pero fueron derrotados, y ya no hubo lugar alguno para ellos en el cielo. El gran dragón fue lanzado, la serpiente antigua, que se llama el Diablo y Satanás, el engañador de todo el mundo – él fue lanzado a la tierra y sus ángeles fueron lanzados con él" (Apocalipsis 12,7).
En Apocalipsis capítulo 20 un ángel "capturó al dragón, la serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, lo ató por mil años, y lo arrojó al abismo, lo encerró y puso su sello sobre él, para que ya no engañase más a las naciones, hasta que los mil años acabasen. Luego de ello debe ser sacado por un poco de tiempo".
Después, "Cuando los mil años acaben, Satanás será liberado de su prisión y saldrá a engañar a las naciones de los cuatro extremos de la tierra, Gog y Magog, con miras a reunirlos para la batalla. Ellos serán tan numerosos como las arenas del mar. Marcharon sobre la anchura de la tierra y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada. Pero el fuego cayó del cielo y los consumió. Y el diablo que los había engañado fue lanzado al lago de fuego y azufre, en donde la bestia y el falso profeta estaban, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 20,7).
Otras referencias a los demonios incluyen Hechos 19,13 (en donde los exorcistas judíos fueron heridos por un espíritu maligno), 1 Corintios 10,20, 1 Timoteo 4,1, Santiago 2,19. ("Incluso los demonios creen – y tiemblan"), 1 Corintios 15,24, Efesios 1,21, Efesios 3,10, Efesios 6,12, 1 Pedro 3,22. En Judas hay una referencia a los demonios como ángeles caídos: "Y los ángeles que no conservaron su propia posición, sino que abandonaron su propia morada, él los ha puesto en cadenas eternas bajo la oscuridad más profunda para el juicio del gran día" (versículo 6).
Dos textos del Nuevo Testamento son especialmente importantes para nuestro tema del combate espiritual y los cito por completo.
"Finalmente, fortalézcanse en el Señor y en la fuerza de su poder. Pónganse de toda la armadura de Dios, para que puedan permanecer en pie en contra de los engaños del diablo. Porque nuestra lucha no es contra los enemigos de la carne y sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal que están en las alturas (Ef 6, 10-12). Por ello tomen toda la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo, y habiendo hecho todo, manténgase firmes. Sigan con ello, y cíñanse el cinturón de la verdad alrededor de su cintura, y pónganse la coraza de la justicia. Como zapatos para sus pies pónganse el celo por el evangelio de la paz. Con todo ello, tomen el escudo de la fe, con el cual podrán apagar todas las flechas ardientes del maligno. Tomen el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios" (Efesios 6,10).
"Estén siempre atentos y listos para lo que venga, pues su enemigo, el diablo, anda buscando a quien destruir. ¡Hasta parece un león hambriento! Resistan los ataques del diablo; confíen siempre en Dios y nunca duden de él. Ya saben que en todo el mundo otros seguidores de Cristo están sufriendo como ustedes". 1 Pedro 5:8-9
Nos quieren ocupados y preocupados en tonterías...
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