ESPECTROS DE LA MOVIDA
POR QUÉ ODIAR LOS AÑOS 80
«La movida madrileña fue una escena (des)cultural
frívola, clasista, ególatra y neoliberal»
frívola, clasista, ególatra y neoliberal»
La movida de los ochenta trajo una descultura de muerte y juventicidio: un tercio de mi generación murió por las malditas drogas promocionadas y fomentadas por esa transición desconectada de realidad misma. Y los culpables de tanta muerte no tienen ningún remordimiento? ¿No han tenido ninguna responsabilidad? Y se ve que todavía se sigue añorando. Ahora nos dirigen los de la movida madrileña: los causantes de cientos de miles de jóvenes muertos por la movida de la muerte y del pinchazo DE LAS DROGAS.
En los años ochenta, la mayoría de los españoles aspiraban a ser modernos. El vértigo de las mutaciones sociales –del catolicismo a la posmodernidad– no dejaban tiempo para preguntarse qué tipo de modernidad necesitábamos. De manera creciente, fue cuajando un paradigma cultural narcisista que hoy sigue vivo y que es compartido por la izquierda y la derecha. Definidos como «una explosión de libertad», fueron también tiempos de censura, competición extrema y amnesia política.
Tres décadas después, se pueden valorar mejor las películas de Almodóvar, los tabúes de una revolución sexual con veinte años de retraso y la carga política de palabras como «creatividad», «meritocracia» y «transgresión». Los ochenta impusieron un consumismo pop, una anglofilia con sabor a cena descongelada y una mirada condescendiente sobre cualquier cuestionamiento del mercado. En este sentido, no faltaron casos de apartheids culturales que marginaban los contenidos preferidos por las clases bajas (casi siempre más vivos que los que promocionaba el sistema).
En gran medida, las derrotas discursivas y materiales de los ochenta impiden imaginar un futuro mejor. Es hora de pasar revista a los espectros de la Movida.
«Vamos a dejar a España que no la va a reconocer ni la madre que la parió», amenazó Alfonso Guerra en 1982, poco después de que el PSOE llegara al poder con su neoliberalismo travestido de socialismo. Y sin duda cumplió su promesa: una década después, España se había convertido en lo que Julio Anguita llama «un país de funcionarios, putas y camareros».
La vaselina de ese proceso de sodomización social fue la cultura, y de esto trata ‘Espectros de la movida. Por qué odiar los años ochenta’ (Akal), nuevo libro del crítico musical Víctor Lenore. Un verdadero ejercicio de memoria histórica que desmonta el relato oficial, sin falsas nostalgias y utilizando las mismísimas palabras de los protagonistas y sus adláteres.
Tan amado como odiado por su anterior ensayo, el best seller contracultural ‘Indies, hipsters y gafapastas’, que aireaba las miserias de la modernidad contemporánea, Lenore remueve ahora los polvos que trajeron estos lodos: los endiosados artistas de la movida y el régimen que los amamantó.
Para hablar de yuppies, pegamoides, babosos, irritantes, paletos y otros misterios, nos ponemos la chaqueta de hombreras, los calentadores y el guante de lentejuelas y contactamos con Víctor Lenore vía satélite. Que Mister X nos coja confesados.
"El humor corrosivo de Víctor Lenore hace de "Espectros de la movida" una lectura regocijante, a la vez que revulsiva; y logra desenmascarar a quienes, con sus músicas y películas inocuas –pero no hay nada más inicuo que la inocuidad–, apacentaron a varias generaciones, llevándolas hacia el redil que interesaba a los mayorales del rebaño, allá donde se utilizaban «un puñado de nuevas libertades –políticamente inofensivas—para tapar otras que entonces empezaban a negarse». A Lenore sólo le falta añadir que esas libertades políticamente inofensivas fueron todas de naturaleza sexual. Así la movida sirvió a los tiranos para hacer realidad, una vez más, la infalible sentencia de Aldous Huxley: «En la medida en que la libertad política y económica disminuyen, la libertad sexual tiende a aumentar»". Juan Manuel de Prada
Se pasó del misionero a oscuras a la pansexualidad en muy poco tiempo. ¿Cómo afectó esto a la juventud?
Como dice Juan Manuel de Prada, eso fue un ataque a los valores familiares. Se intentó prestigiar la soltería y desprestigiar los lazos fuertes, que son los de la familia. Canciones como ‘Quiero ser mamá’ de Almodóvar y McNamara son elogios de la sexualidad individual frente a la familia: quiero ser mamá pero para que mi hija sea prostituta, actuar de forma luciferina, sacar dinero a los yuppies que tenemos alrededor… El sistema nos quiere solteros y los lazos humanos fuertes les espantan porque van contra sus dogmas del mercado liberal.
Y luego está el asunto de la homosexualidad, tradicionalmente considerada como un vicio burgués por la extrema izquierda.
¿Crees que el PSOE potenció al homosexual frívolo, consumista y superficial porque es más dócil ante los abusos del sistema?
Yo creo que no fue una conspiración, sino que ese tipo de homosexual sintoniza de forma natural con el sistema. Primero, tiene que ver con las industrias de la moda, la publicidad y la música, que desde los sesenta en Estados Unidos e Inglaterra fue dominada por homosexuales, así que aquí se apuntaron todos de golpe. Y luego tiene que ver con que el consumidor perfecto es una pareja sin hijos que los dos tienen sueldazo, la típica parejita de gays que pone su modernidad en cambiar todo el rato y se aburre si no tiene novedades culturales: el perfil canónico para lo que buscaba el PSOE. También fue una forma que tuvieron de diferenciarse de la derecha sin que hubiera ningún cambio en la estructura económica.
Una de las referencias de esa televisión de la transición caótica sin dirección ni sentido era "LA EDAD DE ORO" de Paloma Chamorro que se convirtió en uno de los rostros de aquella "vanguardia" de la movida que más bien fue de la la morticia porque mató a cientos de miles de jóvenes de mi generación, con una estética gamberra (esos pelos) y la manera narcótica de direccionar tanto aparente caos, y es que debía ser difícil intentar tener una mínima entrevista seria con gente sin ente como Fabio McNamara, Kaka DeLuxe, Nazario o Poch, por poner unos ejemplos. El programa, como era de esperar, acabó escandalizando hasta el punto de ser retirado de la tele. Algunos de sus invitados fueron: Alaska, Gabinete Caligari, Loquillo, Miquel Barceló, Los Nikis, Bernardo Bonezzi, Radio Futura, Pedro Almodóvar, Siniestro Total, Paralisis Permanente…
Supongamos que me han dado un porrazo en la cabeza y he perdido la memoria. ¿Cómo me explicarías lo que fue la movida madrileña sin pelos en la lengua?
Te diría que fue una escena cultural frívola, clasista, ególatra, autocomplaciente y neoliberal, germen de un montón de dinámicas culturales muy nocivas que todavía perviven. Porque esto no es un libro sobre los ochenta, es un libro sobre la cultura actual. Hace poco, Alaska dijo que «Warhol es el tío que mejor vio el futuro cultural». Tiene razón: con sus diarios, fue el primer bloguero; con sus polaroids, fue el primer instagramero; con su Warhol TV, fue el primer youtuber. Warhol vio que la cultura iba a dar un giro hacia el individualismo y el narcisismo donde solo importan los clics, el dinero, la fama y la atención.
Siempre se ha considerado a la movida un fenómeno apolítico; sin embargo, en tu libro revelas que en el fondo tenía una fuerte carga ideológica.
La ideología más resistente es la que no crees que es ideología, sino una decisión personal. El otro día mi editor, que es algo más joven que yo, recordaba que en Madrid, en la sala Jácara, se cerraban las sesiones con las canciones ‘Todos los paletos fuera de Madrid’ de 7º Sello y ‘El imperio contraataca’ de Los Nikis. Y eso no es casual. La de los paletos dice que los de ciudad, los señoritos, son mejores que los campesinos. Y la de Los Nikis es nostalgia del pasado colonial, mirada despectiva hacia Sudamérica y «somos los mejores porque tenemos un ejército de puta madre».
¿La ideología de la movida implicaba abrazar el individualismo?
El individualismo, el narcisismo y la anglofilia. A los de la movida les parecían cutres los cantautores de la guitarrita. Una misa, un comedor social o un sindicato les parecían cosas absurdas, rechazables, antiguas y cursis, cuando justamente eran espacios de relación social de la clase trabajadora. Entonces, cuando dicen que la movida no es política, no es militante, no es panfletaria, no es cierto: hay unos valores políticos muy fuertes.
Pese a que el título habla de «espectros» y de «odiar», tu libro es bastante contenido, es más un manual para comprender los 80 que para aborrecerlos. ¿Buscaste deliberadamente ese tono templado?
En este libro tenía dos opciones: hacer muchas entrevistas o leer muchos libros. Escogí los libros porque creo que la gente cuando se hace mayor falsea sus recuerdos de juventud, y es mejor ver lo que decían en la época. Y me di cuenta que las cosas que decían sobre sí mismos eran mucho más duras que lo que yo podía decir de ellos. Por ejemplo, cuando Pedro Almodóvar dice «nosotros militábamos en la frivolidad». No hace falta que les insulte cuando se retratan ellos mismos.
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La heroína,
el mal que se llevó por delante
a la generación de la Movida
La "generación perdida". Jóvenes que, en los años ochenta, cayeron en el abismo de las drogas ante la impotencia de las generaciones que los precedieron. Un auténtico drama social que comocionó a la España de la época y que Cuéntame cómo pasó refleja en el último capítulo, El café, con toda su crudeza.
"Perdí al 50% de los amigos por la droga", nos cuenta Óscar Aibar, director de la serie. "Gente que empezó en el rock, en los cómics conmigo y que empezaron a jugar con una desinformación absoluta con ese tema y se le fue de las manos".
En otoño de 1983, la prensa informaba de, al menos, un centenar de muertes por sobredosis durante aquel año. El diario ABC aseguraba que el 91% de los jóvenes españoles había probado "algún tipo de estupefaciente". Un negocio que, según El País, movía 300.000 millones de pesetas.
Cuéntame, cronista de nuestra propia historia, ha convertido la trama de la droga es uno de los pilares de la temporada. La heroína, presente en años anteriores a través del personaje de Inés, irrumpe ahora en San Genaro y sacude la vida de sus vecinos: uno tras otro, los jóvenes del barrio empiezan a caer en sus garras. Entre ellos, Luis, el amigo de la infancia de Carlos.
"Cuando estoy dirigiendo a Luis o a otro de los que están tocados por ese tema, me acuerdo mucho de mis amigos. Me acuerdo de cómo nunca me miraban a los ojos cuando hablábamos de ese tema, cómo me rehuían la mirada", recuerda Aibar.
Clima de inseguridad ciudadana
Junto al consumo de drogas, a principios de los ochenta se produce un aumento de la delincuencia alarmante. Entre 1976 y 1982, los delitos crecieron un 106%. La policía se vio desborada, hasta el punto de que solo conseguía detener a uno de cada 150 traficantes.
Con este panorama, los vecinos se echaron a la calle en muchos barrios de España. La respuesta de las autoridades aún tardaría en llegar: hasta el año 1985 no se pondría en marcha el Plan Nacional sobre Drogas.
El consumo de drogas marcó la década de los ochenta. La drogadicción trajo consigo la aparición de enfermedades infecciosas como el VIH, la tuberculosis o la extensión de la hepatitis, enfermedades que fueron muy frecuentes entre los usuarios de heroína callejera. Los consumidores de “caballo” experimentaban constantemente episodios de robos y venta de sus propias posesiones para poder adquirir drogas. A finales de la década fue catastrófico el número de muertes en las calles de las ciudades. Los años en que hubo más muertes fue en la franja de entre el 89 y el 92. Gran parte de las generaciones de los 60 y 70 acabaron falleciendo en las cárceles, calles y hospitales. El trágico desenlace de estas prácticas se dio en la época de los 90, que luchó incansablemente contra las drogas, años en los que se produjo la consolidación del complejo terapéutico-represivo.
Cantantes muertos por la droga:
una generación que vivió al filo de la navaja
una generación que vivió al filo de la navaja
Grandes talentos del pop español como Antonio Vega, Antonio Flores o Enrique Urquijo cayeron por sus adicciones
«Son compañeros de un viaje que solo ellos y yo entendemos». Con estas palabras se refería Manolo Tena, en una entrevista a Efe, a Antonio Flores (1961-1995), Enrique Urquijo (1960-1999) y Antonio Vega (1959-2007). Todos ellos eran amigos, y todos ellos cayeron en el infierno de las drogas. En ellos se hicieron realidad los versos de Allen Ginsberg en «Aullidos»: «He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, histéricos famélicos muertos de hambre arrastrándose por las calles, negros al amanecer buscando una dosis furiosa».
El autor de «Sangre española» era, sin embargo, el superviviente. Hace unos años a nadie le hubiera sorprendido que también sucumbiera al pinchazo fatal. Vivía, al igual que el resto, en un constante tira y afloja con la muerte. Había burlado su destino y la vida le ofrecía ahora una segunda oportunidad, tras exorcizar sus fantasmas en el documental «Un extraño en el paraíso» (2015): «Yo era el poeta y el fantoche, el filósofo y el perro loco. El mismo tío que podía hacer soñar, y el que fastidiaba la noche. Algo así como la mala noticia en una fiesta de cumpleaños. Haciéndole trampas a la muerte. A quien arruiné completamente la vida fue a mí mismo», decía.
La heroína privó al pop español de algunos de sus mejores representantes, y a Manolo Tena le nubló la inspiración en su mejor momento. Joaquín Sabina le dedicó una canción en «Física y química» (1992), «Conductores suicidas», cuya letra podía aplicarse a cualquiera de los músicos aquí citados: «No voy a negarte que has marcado estilo / que has patentado un modo de andar / sin despeinarte por el agudisimo filo / de la navaja de esta espidica ciudad. / Salías a hacer turismo al borde del abismo / pero creo que de un tiempo a esta parte / te has deslizado al lado marron (...) / Buscando en la basura un gramo de locura».
ROCKEROS: "¡EL QUE NO ESTÉ COLOCADO,
que se coloque... y al loro!"
ENRIQUE TIERNO GALVÁN
que se coloque... y al loro!"
ENRIQUE TIERNO GALVÁN
Enrique Tierno Galván pronunció esta irresponsable frase en 1984 en un festival de música en el Palacio de los Deportes de Madrid. Y en aquellos desventurados años de ‘La Movida Madrileña’.
VER+:
Carmen Avendaño ha dedicado media vida a combatir el narcotráfico desde la asociación Érguete y al frente de Madres contra la Droga.
de 'La Bola de Cristal' a 'La Movida'.
La Movida y otros superventas del felipismo
mantienen un prestigio artificial
y sus defensores no aceptan críticas
La Movida y otros superventas del felipismo
mantienen un prestigio artificial
y sus defensores no aceptan críticas
Antonio Flores - Siete Vidas
1 comments :
Soy del 78, así que muchos de los despropósitos de la movida los vivo de pequeño.
He pasado por tu blog buscando referencias del libro de Lenore.
Creo que "La movida" es una construcción, un producto, como diría Khristo. No voy a negar su existencia a lo Álvarez del Manzano, pero sí cuestionar el relato, que a estas alturas es leyenda o casi hagiografía, de esa época. ¿A quien beneficiaba esto? Bueno, el relato de la crítica artística de los 80 es muy claro al respecto. España me moría de ganas de mostrar que era un país moderno a base de entrar en la OTAN, la CEE y preparar el terreno al neoliberalismo. (Muchísimas gracias, Isidoro) Vamos, la premisa es que Madrid era el centro de la modernidad (parodias por Almodóvar en "Laberinto de pasiones" aunque pocos se dieron cuenta de la premisa)
No soy tan demoledor con programas como La bola de Cristal o La edad de Oro. Primero porque tuvieron sus dificultades de emisión y producción. El primero en una línea marxistoide que a algún jefazo de TVE quitaría el sueño (tipo viva el mal, viva el capital o las cajas de ahogos y tensiones), segundo, porque en ese batiburrillo de contenedores de edad se lanzaban proclamas inauditas a los niños (cómo estimular su imaginación apagando la tele)
En cuanto a la edad de oro, el mismo concepto fue semilla de su destrucción. En entrevistas (contadisimas) a Paloma Chamorro se puede ver que ella buscaba una idea de gaceta global de las artes, no solo las plásticas. Al programa se lo acusó de escándalo, de sesgado (ya que sus detractores decían que Chamorro invitaba a sus colegios), y pese a todas las contrariedades que sufrió se le dio libertad hasta atragantarse. Paloma Chamorro nunca busco notoriedad personal por su trabajo, aunque siempre que se menciona este programa nos tenemos que tratar una foto suya con los pelos cardados) En una entrevista con Manuel Hidalgo reconoció que le encantaba estar en segundo plano, y que era una de las personas que menos provecho había sacado de "ese movimiento" que tanto entrevistador como entrevistada evitaron mencionar.
Hoy día la movida está idealizada, totemizada e idolatrada, tanto que va a tener un museo en Malasaña, en el que, como no, tendrá presencia estelar Alaska. Con eso lo tenemos todo dicho. Es tomar el todo por la parte. "Ese movimiento" fue una eclosión de numerosas formas artísticas (fotografía,cine, pintura, cómic, música, moda, diseño...) y tuvo numerosos exponentes (Los que están vivos rehúsan vivir de réditos pasados y trabajan en sus proyectos, salvo que te llames Alaska o Vaquerizo...)
Una anécdota: Hace unos años el tradicional Baile de la Rosa monegasco tuvo como idea temática La movida. Para tal evento invitaron a aquellos más representativos: Almodóvar, Bibiana Fernández, Alaska y su marido (que tiene mi misma edad, y cuando eclosionó la movida tendría...seis meses). En esa fiesta estaba también Ceesepe, que al contemplar el pitote, saldría echando pestes de la fiesta y afirmando que con semejante caterva no lo pongan.
Muchos artistas (supervivientes) de ese periodo son consientes de la apropiación cultural ejercida por el partido en el poder (que si hubiera sido la oposición, sin duda la "movida" habría sido de derechas) recuerdan el periodo, pero evitan glorificarlo (ni vivir a sus expensas). Por supuesto, hay excepciones que tienen realities y son material de cabecera de las publicaciones Sogepaq, que para colmo son los que más ruido hacen. Pero muchos otros son conscientes de eso que hablabas del egocentrismo y se mantienen en un perfil mediático bajo, haciendo su trabajo.
Entre los que se han muerto por el camino, de viejos y los desinformados, hay un cúmulo de trolas sobre la movida que no veas.
No voy a comentar la parte de la drogadicción, que daría para una réplica mucho más larga, pero en líneas generales comparto más opiniones contigo al respecto de este tema que con el de la movida. Y, además, la historia se está repitiendo. Pero nadie quiere ver qué la bomba ya ha estallado.
Un saludo. Gracias por tu entrada.
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