LA ESCLAVITUD POSTMODERNA
DE LA AGENDA 2030 GLOBALISTA
LAS 5 MOTIVACIONES SOCIALES BÁSICAS SEGÚN SUSAN FISKE
TEORÍA DEL PODER COMO CONTROL
Los seres humanos tienen cinco motivos sociales esenciales para el bienestar psicológico y social:
- La necesidad de pertenecer;
- La necesidad de entendernos a nosotros mismos, a otras personas y al mundo en el que vivimos;
- La necesidad de crecer y cultivar una autoimagen positiva;
- La necesidad de confiar (ya sea en otras personas o en la eficacia de las instituciones sociales);
- La necesidad de control, autonomía y competencia sobre el curso de nuestra vida.
La mayoría de estas necesidades requieren tener poder personal, ya que el poder no es meramente la habilidad de controlar a otros, sino también la capacidad de moldear nuestra vida según nuestros deseos. Ese poder también es necesario para formar relaciones sanas, dado que todas las relaciones sociales están estructuradas por dinámicas de poder. Una persona sin poder carece de un sentido de dignidad. La sociedad no respeta a un hombre impotente.
UNIVERSIDAD DE GRANADA
MMXVII
Cognición Social
Susan Fiske puede considerarse como una de las impulsoras y delimitadoras de lo que hoy en día se denomina “Cognición Social”, esto es, el estudio de cómo el conocimiento (contenido y estructura) sobre la realidad social y los procesos cognitivos (adquisición del conocimiento, representación y recuperación de la información) son claves para comprender la conducta social.
La Cognición Social ha mostrado ser una de las áreas más prolíficas de la Psicología Social, y un prometedor campo de intersección con otras disciplinas.
Desde sus inicios investigadores, Fiske contribuyó enormemente al desarrollo de este campo de investigación.
En primer lugar, realizando algunas de las investigaciones que tuvieron un hondo impacto en la disciplina. Por ejemplo, cuando en 1989 la Revista de Psicología Social me pidió que editara un monográfico incluyendo un artículo impactante en nuestra disciplina y pidiéndole a diferentes colegas que escribieran comentarios y reflexiones sobre dicho trabajo, elegí el trabajo titulado “Bases categoriales y contextúales de la memoria de personas y de la estereotipia”, publicado en 1978 y del que era co-autora la profesora Fiske. Se trataba ya de un trabajo de los que dejan huella en una disciplina. Curiosamente, podríamos decir que esa fecha, hace 28 años, es el comienzo de la colaboración entre Susan Fiske e investigadores de nuestra universidad.
Su “Modelo continuo en la formación de impresiones” (continuum model), desarrollado junto a Steven Neuberg (Fiske & Neuberg, 1990), fue uno de los primeros modelos duales, que tanto proliferaron después, en los que se contrastaba la automaticidad del pensamiento humano con el control y la deliberación. Más concretamente, dicho modelo estableció alguno de los mecanismos de los que dependía que prestáramos atención bien a las características individuales de una persona bien a los estereotipos relativos a tal persona como miembro de un determinado grupo. En su caso, el mecanismo propuesto fue la motivación: si dependemos de los demás, probablemente atenderemos a las características idiosincráticas; si no, a las estereotípicas.
Su aproximación investigadora, que se refleja en el título de su trabajo de 1992 “Thinking is for doing” (Fiske, 1992), nos ha mostrado que las personas somos relativamente buenos perceptores sociales, a pesar de que numerosas investigaciones arrojaban una visión “defectuosa” del pensamiento humano, plagado de errores y sesgos, que dotamos de significado a nuestro mundo (a través de las características percibidas en los demás, estereotipos, e historias) y que nuestras estrategias de pensamiento dependen de nuestras metas.
En segundo lugar, la contribución de Fiske a la Cognición Social, se refleja en la publicación, junto a su mentora y colega Shelley Taylor, de la primera edición del libro "Social Cognition", en 1984. Desde esta edición, hasta la última aparecida el año pasado, este manual se ha convertido en el libro de referencia en este campo, mostrando que es perfectamente posible acercarse a este tema, amplio y difícil, sin perder rigor ni profundidad.
Como he indicado, hoy en día la Cognición Social es uno de los campos de mayor reputación en la Psicología, pero en la década de los ochenta del siglo pasado, adentrarse en este terreno implicaba altas dosis de riesgo y, en consecuencia, valentía y talento de quien decidía adentrarse en él, especialmente cuando, como ocurría en el caso de Fiske, ni siquiera tenía una plaza fija como profesora. Bajo el fuego cruzado de los propios psicólogos sociales (quienes consideraban a la cognición social como poco social) y de los psicólogos cognitivos (quienes la consideraban poco cognitiva), la tarea fue, como mínimo, abrumadora.
Estereotipos y poder
Muy vinculada a su investigación sobre cognición social, está su teoría sobre el “Poder como control" (Fiske, 1993), según la cual las personas sin poder tienden a estereotipar poco a quienes tienen poder sobre ellas, pues dado que sus resultados dependen de estas personas con poder, les interesa formarse una impresión lo más individualizada y exacta posible. En cambio, las personas con poder son más vulnerables a la estereotipia de quienes dependen de ellas, bien porque no necesitan formarse esa impresión individualizada, bien porque no pueden prestar atención a tantas personas, o bien porque no quieren hacerlo. Desarrollos posteriores de la teoría mostraron que las personas con poder pueden (sin darse cuenta) estereotipar y menospreciar a sus subordinados a través de dos procesos diferentes: por “defecto” (default), no prestándole atención a la información inconsistente con los estereotipos; y por “diseño” (design), esto es, intencionadamente y dedicándole esfuerzo y recursos cognitivos, porque centrándose en la información consistente con el estereotipo los “poderosos” pueden sentirse más seguros y legitimados en sus posiciones de poder. En esta línea, la profesora de nuestra universidad, Rosa Rodríguez Bailón, profundizó en la importancia que la “legitimidad” en posiciones de poder y liderazgo puede tener (Rodríguez-Bailón, Moya, & Yzerbyt, 2000): los resultados de su investigación mostraron que -como ocurría en estudios previos-, en comparación con quienes no tenían poder, los líderes prestaban más atención a los atributos estereotípicos negativos. Sin embargo, en un segundo estudio encontró que este proceso solo ocurría cuando el poder era ilegítimo, pero no cuando era legítimo.
Además, en investigaciones posteriores encontró que cuando una persona era elegida líder de una forma arbitraria (e.g., no basada en sus cualidades), y se le pedía que eligiera entre dos ayudantes para que trabajasen con ella (uno con mayores cualificaciones que el otro), tendían a elegir al menos cualificado. En cambio, cuando el líder era “legítimo”, elegía al de mejores cualificaciones. Creo que se pueden obviar, por evidentes, las profundas implicaciones que estos procesos tienen para cualquier organización.
En este tipo de investigaciones aparece con evidente claridad lo que decía al inicio de mi discurso: la interacción entre la psicología y la realidad social. Organizaciones con determinados procedimientos, en este caso en el sistema de selección -esto es, que reclutan para puestos de responsabilidad a personas poco capacitadas-, favorecen determinados procesos psicológicos en dichas personas (como formarse ciertas impresiones y seleccionar como ayudantes a otras personas -poco capaces- que no puedan amenazar su posición), lo que a su vez repercute en la propia organización, legitimándose, en este caso, una estructura social no solo injusta, sino también ineficiente y difícil de cambiar.
El Modelo del Contenido de los Estereotipos
Este modelo (Fiske, Cuddy, Glick, & Xu, 2002) se ha centrado en dos dimensiones que usamos cuando percibimos a los demás, ya sea como individuos o como grupos: la competencia (e.g., inteligencia, capacidad) y la sociabilidad (e.g., simpatía, cordialidad). Estas percepciones dependen de la estructura social, esto es, del poder o estatus que ocupan los grupos y de la relación entre ellos de cooperación o competición. Sus investigaciones han demostrado que dependiendo de la combinación entre competencia (alta o baja) y sociabilidad (alta o baja), los grupos suscitan emociones diferentes: orgullo, desprecio, envidia, y lástima, así como conductas también diferentes. Utilizando tanto métodos de encuesta, como experimentos de laboratorio y la nuevas técnicas de neuro-imagen, el laboratorio de la Dra. Fiske ha demostrado, por ejemplo, como deshumanizamos y despreciamos a quienes percibimos como no competentes y no sociables (e.g., las personas sin techo o drogadictas), nos alegramos de los males de quienes percibimos como competentes pero no sociables y por ello los envidiamos (e.g., las personas ricas y poderosas), y sentimos lástima hacia quien percibimos como poco competentes pero sociables, (e.g., las personas mayores, discapacitadas o las mujeres que desempeñan roles tradicionales).
De nuevo, una teoría propuesta por la Dra. Fiske ilustra cómo las condiciones sociales moldean nuestra psicología y como ésta psicología contribuye a una determinada organización social. Por ejemplo, si minusvaloramos a quienes vemos como afectuosos pero poco competentes, es muy probable que estos grupos sigan en su posición de inferioridad.
La Teoría del Sexismo Ambivalente
Junto al prof. Peter Glick, Fiske elaboró la teoría del Sexismo Ambivalente (Glick y Fiske, 1996), quizás la teoría más influyente en las últimas décadas sobre este tema. Según esta teoría las relaciones entre hombres y mujeres son únicas y diferentes a las existentes entre otros grupos en los que aparece el prejuicio, y lo son porque junto a la dominancia de los hombres sobre las mujeres (prácticamente en todo el mundo los hombres ocupan, en comparación con las mujeres, posiciones de mayor estatus, poder y acceso a los recursos), se da la interdependencia: los hombres mantienen relaciones estrechas con mujeres desde que nacen y las necesitan para satisfacer sus necesidades afectivas. Esta combinación de superioridad y dependencia da lugar a dos formas de sexismo: el hostil, similar a lo que tradicionalmente se ha considerado sexismo, y el benévolo, una visión subjetivamente positiva de las mujeres (e.g., las mujeres son maravillosas”, “los hombres no pueden vivir sin ellas , etc.), que es más fácil de aceptar por las propias mujeres, y que no suele ser visto como sexismo, pero que puede ser incluso mas peligroso que el sexismo hostil. La complementariedad de sexismo hostil y benévolo lleva a castigar a las mujeres que se “salen” de su papel y desafían el poder de los hombres (e.g., profesionales, feministas, lesbianas, “seductoras”) y recompensa a las mujeres siempre y cuando se ajusten a las prescripciones de rol de género tradicionales (e.g., esposas, madres).
Diversos investigadores de nuestra universidad han colaborado activamente en el desarrollo de esta teoría, mostrando con sus investigaciones algunas de las consecuencias dañinas del sexismo benevolente.
Aun cuando lo importante para quien se dedica a la ciencia son las contribuciones al conocimiento de la realidad, no lo es menos cómo ese conocimiento se divulga y comparte. En este sentido, la contribución de la profa Fiske no es menos abrumadora: autora de más de 350 libros, capítulos y artículos, sus obras han sido traducidas al húngaro, polaco, chino, italiano, griego, aleman, italiano, coreano, y español. Trabajadora incansable, ha sido co-editora desde el año 2000 del “Annual Review of Psychology”, de la 4a y 5a edición del “Handbook of Social Psychology”, del “Sage Handbook of Social Cognition”, o de “Social Neuroscience”, entre otros trabajos.
Esta activa y rica vida investigadora y académica de la profesora Fiske la ha hecho acreedora de innumerables premios y reconocimientos, dentro del campo de la Psicología. Por ejemplo, la American Psychological Association le otorgó en 1991 el premio a la Contribución de la Psicología al Servicio Público para un investigador joven, y en 2010 a la Contribución Científica Distinguida; la Association for Psychological Science en 2016 el Mentor Award for Lifetime Achievement; o este mismo año 2017 la European Federation of Psychologists’ Associations (EFPA) y la American Psychological Foundation, el premio Wilhelm Wundt-William James”, en reconocimiento a su distinguida contribución a la ciencia y a la profesión de la Psicología y a la promoción de la cooperación efectiva entre Europa y Norte América.
También otras disciplinas y entidades han reconocido el mérito de la profesora Fiske (e.g., pertenece a asociaciones como la American Philosophical Society, National Academy of Sciences, British Academy, o New York Academy of Sciences), habiendo recibido el doctorado Honoris Causa por tres prestigiosas universidades europeas (Lovaina, Leiden y Basilea).
A la par de sus méritos como investigadora, la profesora Fiske se ha caracterizado por un compromiso, desde el inicio de su carrera, con la igualdad y la dignidad humana, empeñada siempre en que el conocimiento psicológico estuviera al servicio del bienestar de las personas. Sirvan como ejemplos, su testimonio en 1989 ante la Corte Suprema de los Estados Unidos en el caso “Hopkins V. Price Waterhouse”, un juicio en el que se argumentaba que una mujer directiva había sido penalizada en su empresa por no adherirse a los roles tradicionales de género, que sentó un precedente en la jurisprudencia sobre discriminación de género; su testimonio experto ante la Comisión para Temas Raciales creada por el Presidente Clinton; o su artículo sobre la tortura publicado en la revista Science en 2009 (Fiske, Harris, & Cuddy, 2004).
No quisiera terminar sin resaltar las cualidades humanas excepcionales de la profesora Fiske. Dentro de su teoría sobre el Contenido de los Estereotipos, algunos investigadores han encontrado una tendencia compensatoria entre las dimensiones de competencia y sociabilidad. Esto es, quien tiende a ser percibido como alto en una dimensión (e.g., muy sociable) tiende a ser visto como bajo en la otra (poco competente), y viceversa (no tiene que extrañarnos pues la tendencia de algunos colegas a mostrarse poco sociables pensando que de esa manera aumentarán la competencia con la que se les percibe). Sin embargo, hay excepciones a esta tendencia compensatoria. La profesora Fiske es el mejor ejemplo de esta excepcionalidad: alguien que habiendo alcanzado las máximas cotas en la competencia científica es a la vez un ejemplo claro de generosidad, sencillez y empatia. Siempre dispuesta a acoger en su universidad y en su casa, literalmente, a quien quiere acercarse a ella; y siempre dispuesta a aceptar una invitación de cualquier lugar del mundo en el que se la requiera, a pesar de la incomodidad de viajes y cambios horarios. Esta disponibilidad suya cobra especial valor cuando quien la requiere no es una gran o prestigiosa universidad, sino universidades o departamentos más modestos, y especialmente quienes inician su carrera académica e investigadora, y que siempre han encontrado en la Dr. Fiske no solo un modelo, sino el apoyo instrumental y emocional que tantas veces necesitamos.
Como conclusión puedo afirmar que la trayectoria académica e investigadora de la profesora Fiske, así como las repercusiones para el avance del conocimiento y la solución de los problemas sociales de sus investigaciones, la hacen merecedora de la distinción que hoy se le otorga.
En nombre de la Universidad de Granada considero un alto honor contar con la profesora Susan T. Fiske en su claustro de Doctores Honoris Causa.
Muchas gracias por su atención.
Las motivaciones sociales básicas.docx by jyounis3765
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