Así sería La Coruña que fue destruida:
«Hoy tenemos una ciudad, pero pudo ser otra»
Investigadores de la Universidad de Santiago y el Centro Infográfico Avanzado de Galicia reconstruyen de forma virtual edificios desaparecidos y proyectos no realizados, entre ellos algunos de los más destacados de la ciudad en el pasado
«Hoy tenemos una ciudad, pero pudo ser otra completamente distinta de haberse conservado, no todos, pero sí edificios valiosos que desaparecieron probablemente por razones simplemente especulativas, sin atender a su interés artístico o patrimonial», afirma el coruñés Jesús Ángel Sánchez, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Santiago, sobre la arquitectura desaparecida en La Coruña durante las últimas décadas.
La imposibilidad de volver a disfrutar de aquellas obras de arte y el interés en conocerlas mejor llevó al grupo de Investigación y Desarrollo en Artes y Humanidades a poner en marcha un proyecto para recuperar de forma virtual los inmuebles más destacados en colaboración con el Centro Infográfico Avanzado de Galicia. El trabajo llevado a cabo por casi una veintena de investigadores coordinados por Sánchez ha permitido devolver a la vida a algunos de aquellos edificios que marcaron la vida de las ciudades y villas gallegas tras una ardua labor.
«No hay planos, sobre todo planos fiables, porque puede haber dibujos o planos de épocas como pueden ser los siglos XVII y XVIII, donde hay diferencias entre el plano y lo construido, que también es importante», explica Sánchez, quien este martes ofreció una conferencia en la Real Academia Galega de Belas Artes sobre este asunto y que apunta que para conseguir definir el diseño de los edificios se han combinado las fuentes bibliográficas con fotografías antiguas y con los escasos planos disponibles.
El director del proyecto destaca que a estos investigadores les interesa mucho la difusión de su trabajo «porque en muchos casos en estas desapariciones de edificios hay historias bastante lamentables de malas decisiones, de falta de protección, falta de interés, tanto por las autoridades como por el público, y de ahí se pueden extraer lecciones para el futuro de lo que no debería volver a pasar».
Entre los inmuebles de La Coruña reconstruidos por este equipo se encuentra el Pabellón Lino, que se dedicaba a actividades recreativas y se hallaba en los jardines de Méndez Núñez. «Era una arquitectura de madera muy endeble y frágil, pero fue muy relevante en el paisaje urbano coruñés porque fue uno de los primeros edificios que introdujo formas modernistas, formas del Art Nouveau», señala Sánchez.
También se reconstruyó de forma virtual la Casa Gótica de O Parrote, en la plaza situada hoy frente al hotel Finisterre, de cuya pérdida dice que fue «gravísima para la ciudad, puesto que era la mejor muestra de arquitectura civil tardogótica de quizás en Galicia, era un auténtico palacio urbano muy singular, del cual no quedó finales de la Edad Media o comienzos del Renacimiento que había en La Coruña y nada».
Otro rescate del pasado fue el del teatro Emilia Pardo Bazán, que se encontraba donde hoy se asienta la Autoridad Portuaria, así como la Casa Palacio del Marqués de Almeiras, ubicada en la esquina de San Andrés con Torreiro, además del primitivo mercado de la plaza de Lugo (PLAZA DE EUSEBIO DA GUARDA), del que Sánchez recuerda que fue construido en hierro y sustituido en 1958 «por uno más moderno, pero no mejor, puesto que se acabó demoliendo porque era bastante defectuoso, lo cual también nos enseña que hay ocasiones en las que estos edificios se sacrificaron y lo que se construyó en su lugar realmente no aportó nada».
Otro ejemplo de esa forma de actuar es lo sucedido con la Casa del Marqués de Almeiras, de la que comenta que “fue sustituida por un bloque de pisos bastante brutal y desproporcionado que no aportó nada en el comienzo de San Andrés.
Pero estos investigadores no limitan su campo de trabajo a la arquitectura desaparecida, ya que también abordan la recreación de «edificios que se proyectaron pero nunca pasaron del papel o no se terminaron». En este grupo figura el proyecto completo de las Casas de Paredes que el capitán general de Galicia Pedro Martín Cermeño diseñó para la fachada marítima de la Marina en el siglo XVIII y del que solo se construyeron algunos edificios, un trabajo que está desarrollando el catedrático emérito Alfredo Vigo Trasancos. A este trabajo se suma el de la reforma de la plaza de la Harina, la actual de Azcárraga, «que hubiera creado una gran plaza neoclásica en el corazón de la Ciudad Vieja».
El responsable del grupo de investigación advierte de que reconstruir uno de estos edificios implica una media de cinco o seis meses de trabajo «porque no estamos usando inteligencia artificial, sino que es un trabajo de auténtica artesanía digital». «Siempre le digo a los diseñadores gráficos que lo que hacen es artesanía, porque van modelando piedra a piedra, elemento a elemento, con mucho esfuerzo de tiempo y muchas correcciones, porque aquí trabajamos historiadores y diseñadores gráficos resolviendo los problemas que se van planteando, que son muchos», comenta.
La reconstrucción permite además conocer aspectos ignorados sobre las obras desaparecidas, ya que los diseñadores gráficos «proporcionan mejoras sobre las imágenes antiguas al tener herramientas para mejorar la definición y los detalles», destaca Sánchez, quien añade que estos profesionales «hacen preguntas en el desarrollo de las restituciones, se plantean preguntas de por qué ciertas partes de los edificios o ciertos elementos tienen unas características o unas orientaciones y eso lo vas resolviendo dentro de la lógica del edificio».
Los investigadores de este grupo han realizado recreaciones de edificios de toda Galicia y una especialmente significativa, la dirigida por Julio Vázquez sobre la villa de Portomarín, que desapareció al ser inundada por el embalse de Belesar.
«Fue otro ejemplo de sacrificio de un pueblo y sus habitantes, porque tenía interés histórico-artístico y era un conjunto protegido desde 1946», detalla Jesús Sánchez. «Se salvaron algunos edificios, pero no todo, y sobre todo se perdió la memoria de un enclave fundamental del Camino de Santiago, que fue sustituido por una especie de pueblo falso que para los habitantes no decía nada, no tenía ningún vínculo emocional o afectivo», continúa el catedrático.
El objetivo que se marcaron los investigadores «fue ayudar a reparar un trauma para los últimos habitantes de Portomarín que todavía recuerdan el viejo pueblo, que para ellos era su infancia y su juventud, ese lugar idealizado donde todo era mejor con respecto al pueblo nuevo», señala. Para contribuir a esa recuperación, la exposición organizada sobre este trabajo incluyó un recorrido por la localidad ahora anegada con la ayuda de gafas de realidad virtual, una experiencia que emocionó a quienes habían conocido el viejo Portomarín.
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