EL Rincón de Yanka: 📝 CARTAS DESDE COLOMBIA: A LA MADRE PATRIA: ¡VIVA LA HISPANIDAD, ABAJO LA LEYENDA NEGRA!

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martes, 14 de mayo de 2019

📝 CARTAS DESDE COLOMBIA: A LA MADRE PATRIA: ¡VIVA LA HISPANIDAD, ABAJO LA LEYENDA NEGRA!

La leyenda negra contra España continúa

Cartas desde Colombia: 
a la Madre Patria

Mi nombre es Carlos Arturo Calderón Muñoz, nací en Santiago de Cali y actualmente resido en San Bonifacio de Ibagué, ambas ciudades se encuentran en Colombia. 

“La culpa de nuestro atraso la tiene España”, “Es que sólo vinieron a robar y a exterminar a los indios”, “Si no fuera por nuestro oro no serían ricos” y un larguísimo etc. Quien esto escribe nació y creció en medio de la leyenda negra en contra de la patria de la cual una gran parte de su sangre desciende. Los nacidos en la América Hispánica nos hemos desarrollado en medio de una ruptura catastrófica, pues en un ataque de traición, guiado por los enemigos de la hispanidad, se nos separó de nuestra madre. Obligándonos a creer que había sido un triunfo de la independencia, cuando en realidad nos habían dejado huérfanos, usando nuestras propias manos para darle muerte a quien nos había dado a luz. Crecí en un medio lleno de odio en el cual maestros, catedráticos y la sociedad en general, inoculaban en las psiques de las nuevas generaciones una endofobia intolerante y brutal. Nos enseñaron a odiar a nuestros ancestros, a llorar por indios y negros y a regocijarnos por las penas de los ibéricos.


Nunca nos enseñaron historia, de ser así no hubiéramos podido hacer más que admirar a tan tremendos locos, que por lealtad y honor (palabras tan raras hoy en día) eran capaces de abandonar para siempre su hogar y construir nuevas fronteras en lugares tan lejanos como el extremo sur de América, las estepas rusas o el sudeste asiático. Se rehusaron a que Clío nos hablara del desarrollo, la ciencia, el derecho romano, la cultura helénica, la justicia social y tantas otras maravillas traídas de Europa. Ocultaron el pasado, se abstuvieron de decirnos que los indios se mataban los unos a los otros, cometían genocidios y purgas étnicas. No nos dijeron que muchos de esos nativos se unieron a España, por su propia voluntad, para liberarse del yugo de los que en el “Nuevo Mundo” les oprimían. Callaron el hecho de que muchos de los descendientes de esos indios pelearon hasta la muerte para defender a la corona de las huestes independentistas, que acabaron con ese bello lugar al que le decían el Virreinato de la Nueva Granada, pero al que ahora llamo Colombia.

Ahora que veo como la cruzada anti hispánica se ha vuelto visceral y el deseo del GLOBALISMO es fragmentar el suelo ibérico, para que no se presente una muralla infranqueable en el sur europeo, como sucedió por tantos siglos, noto de manera inequívoca el mismo veneno que ha recorrido el lado opuesto del atlántico por más de dos siglos. A mis hermanos españoles los han intoxicado con el odio a su propia sangre, neutralizando sus instintos para que de forma apacible se encaminen al fin de su existencia. La impotencia material me recorre al ver, desde los Andes, como la madre patria está al borde de desaparecer definitivamente. Me rehúso a creer que estoy contemplando el fin de Hispania, la muerte de Gothia. Sé que muchos no podrán entender por qué alguien desde las Américas tendría este nivel de empatía, pero la verdad es que la sangre no se disuelve por efectos del tiempo o el espacio. En realidad, el aislamiento sólo crea nostalgia y por ende la necesidad impetuosa de restablecer el paraíso perdido, al que yo solamente puedo denominarle como España. En honor a los 400 años de la muerte de Cervantes, cito las palabras de quien para mi es el héroe mítico más grandioso de todos los tiempos “El amor no engendra cobardes”. Y la verdad es que yo amo mi sangre, a mis antepasados y a mi Historia, en síntesis, yo amo a España. Siento que como mínimo debo decirle a los que habitan en la Hispania Europea, que no están solos.

A pesar de que al territorio español han llegado cientos de miles de invasores provenientes de América, que incitados por el odio y la envidia anhelan destruir todo lo que no sea como ellos, quiero que sepan que todavía somos muchos los que nos sentimos orgullosos de nuestra ascendencia hispánica. Les quiero decir que la propaganda con la que los han bombardeado por casi cuatro décadas, nosotros la hemos resistido por más de doscientos años. Aun cuando los esfuerzos de los enemigos de la hispanidad han sido soberbios no han logrado reducirnos. Porque en la América profunda, todavía somos muchos los que nos enfrentamos al rechazo social por defender nuestro idioma y llenos de gran satisfacción decimos: ¡Qué Viva España

Somos los que se entristecen cuando retiran el retrato de un conquistador y los primeros en saltar de alegría cuando un pasodoble se toma el espacio sonoro. Les puedo decir, sin temor a equivocarme, que España no reside solamente en los cuarenta millones que hoy habitan en el suelo primigenio, sino que se expande por los corazones de muchos otros a lo largo del globo; aquellos que tienen la esperanza inclaudicable de que la hispanidad resurgirá. Porque si España tiene que pelear por otros ocho siglos para reconquistar su ser, estaremos encantados de ser las primeras bajas de esa nueva cruzada.

Desde la América Española les digo a ustedes, mis hermanos, que no colapsen. Les pido que sigan resistiendo la embestida del salvajismo, porque la verdad es que a ustedes nos los odian por ninguna de las mentiras y exageraciones que se han propagado en su contra. Ustedes son objeto de ataques, porque viven en un paraíso sin igual llamado España; los quieren destruir, porque a los que albergan odio no le gusta admitir que su posición ha sido el fruto de su propia incapacidad. No quieren progresar por sus medios, prefieren destruir a los que han llegado más lejos, para así no tener que afrontar la obvia realidad de que han exteriorizado los rencores que tienen hacia si mismos, porque es más fácil culpar a los demás. Es nuestro deber honrar los sacrificios de todos los que vinieron antes de nosotros para construir esa gran nación; es nuestra obligación dejarles a los que están por venir un mundo mejor que aquel que nosotros recibimos. 

No sé si llegaré a viejo, pero si de algo estoy seguro es que si lo hago, no le diré a la siguiente generación que les tocó nacer en un mundo sumido en la mierda porque yo no fui capaz de luchar. No les hablaré de España y la hispanidad como un bonito reino de fantasía que existe en la tierra de las hadas, sino como una realidad tangible que vive porque un día le dijimos NO al GLOBALISMO y como masa nos jugamos nuestro derecho a la vida en una épica lucha. 

Si hoy en día es más importante la comodidad material, los resultados del Barcelona y lo políticamente correcto; si tiene mayor valor doblegar los instintos para disfrutar del Face, la fiesta o el dinero mientras nos exterminan con comodidad. Si todo lo anterior es más valioso que nuestra sangre, prefiero ser lo único que puede ser un hispano, prefiero ser un discípulo del Quijote, un español. Porque “El amor no engendra cobardes” y España es el amor de mi vida. 
Desde San Bonifacio de Ibagué

CARTAS DESDE COLOMBIA: 
LOS INDIOS DEL REY

«Si tuviera veinte vidas estaría dispuesto a inmolarlas por la religión católica y por el rey de España». Esas fueron algunas de las últimas palabras pronunciadas el 13 de julio de 1824 por un coronel del ejército realista en Popayán, actual Colombia, antes de ser fusilado por las tropas “libertadoras”.

Este coronel, quien murió sin saber que había sido ascendido a general por su rey y que se rehusó a ser vendado porque quería morir de cara al sol (¿Premonición de un himno futuro?), no era europeo, ni siquiera era blanco, era un indio mestizo y su nombre fue Agustín Agualongo.

Cuando se habla de las guerras de emancipación americanas se suele fabricar un escenario en el que una fuerza multicultural de indios, negros, zambos, mulatos y demás mestizos se enfrentaron a la opresión genocida blanca hasta lograr su libertad. En realidad, ambos bandos contaron con una mezcla de todos los colores. Rara vez se menciona que los jerarcas del independentismo eran hombres blancos y acaudalados que traicionaron a su rey y a su país para lucrarse de los negocios que tenían con la masonería anglosajona. Mucho menos se reconoce que una mayoría aplastante de los grupos indígenas a lo largo de todas las Américas decidieron pelear del lado de la corona en ese periodo oscuro.

Agualongo era parte de la alta sociedad de San Juan de Pasto, ciudad occidental de Colombia que se caracterizó por una férrea defensa de la unidad con España, llegando a derrotar en varias ocasiones a los ejércitos de Antonio Nariño y Simón Bolívar. Cuando todo el virreinato de la Nueva Granada, además de Guayaquil y Quito, había caído bajo el poder independentista, los 21 pueblos indígenas que circundaban Pasto continuaron en una guerra de guerrillas, proclamando su lealtad al rey Fernando, estos nobles indios persistieron en su lucha hasta 1830. Esta actitud no fue una excepción sino una regla a lo largo de América.

En el caribe colombiano existen los poblados de Mamatoco, Gaira, Bonda y Ciénaga que suelen ser desconocidos por el español e incluso el colombiano promedio de hoy, pero en las guerras de emancipación sus residentes indígenas fueron imprescindibles para que Santa Marta soportara el asedio de los rebeldes. En 1816 el cacique de Mamatoco, Antonio Núñez, fue nombrado capitán de los ejércitos del rey y años más tarde, en 1823, cuando los ejércitos realistas ya tenían cuatro años de haber sido derrotados en el puente de Boyacá, muchos de estos indios retomaron Santa Marta. En 1813 la aristocracia criolla de Cartagena, que estuvo al servicio de la independencia desde sus inicios, tuvo que afrontar levantamientos de las clases populares indígenas que se sentían traicionadas al ver como sus líderes locales desconocían al rey.

Los indios guajiros históricamente han ocupado un territorio que se extiende por la frontera colombo-venezolana, en sus dominios fueron una total maldición para las tropas independentistas. Muchos de los refuerzos de los ingleses entraron por esa zona al país y en los anales de la historia militar británica hay volúmenes enteros que hablan de la feroz resistencia de esos nativos a los que llamaban barbaros, pero que los reconocían como valientes y decididos por la causa del rey de España.

El militar anglosajón Francis Burdett O´Connor, reconoce en sus escritos que desembarcó en Margarita con 800 lanceros y al llegar a Riohacha sólo le quedaban 261. Las tremendas bajas eran producto del enfrentamiento con guajiros, que como guerrilleros les resistían en cada pueblo por el que pasaban.

Ya que hablamos de Venezuela, en donde nació Simón Bolívar, la propaganda negra no ha sido capaz de callar las voces de los fantasmas del pasado. Mientras el gobierno bolivariano utiliza el día de la hispanidad para hablar de la resistencia indígena (Resistencia antiespañola por supuesto) en el común de la hermana Venezuela todavía resuena la feroz lucha de los indios caquetios del Coró, que para la vergüenza de muchos fueron más realistas y españoles que cuantiosos blancos americanos, empezando por Bolívar.

Estos indios fueron leales a España desde la conquista, rechazaron a los piratas ingleses y franceses durante los siglos XVI y XVII y cuando la independencia llegó combatieron sin descanso a las tropas de Francisco Miranda. Sus últimos reductos fueron finalmente derrotados en 1823, cuando la batalla de Carabobo ya era parte de la historia. Su lealtad fue castigada con sangre, de los más de 8000 indios caquetios que habitaban la localidad antes de la guerra, poco menos de 1800 sobrevivieron al conflicto.

Muchos indios, al igual que esclavos y mestizos, se incorporaron en una guerrilla que llegó a convertirse en un ejército bajo el mando del asturiano José Tomás Bobes, quien logró derrotar a los ejércitos independentistas de Venezuela y por escaso tiempo la mantuvo alejada de la garra separatista. En 1829 las últimas guerrillas mixtas, que incluían muchos indígenas de diferentes latitudes venezolanas, cayeron ante el avance del mundialismo. 

Contrario a la propaganda negra, España siempre fue muy respetuosa con las tradiciones y culturas locales de sus súbditos. En el Perú, los ejércitos realistas tenían un gigantesco componente de “cholos”, que es una forma genérica, y en ocasiones despectiva, de llamar a los grupos indígenas de esa república hermana. Eran descritos por sus superiores, como el general Pezuela, como soldados dispuestos a hacerse matar en sus puestos. El problema es que cuando ya habían pasado casi 3 siglos de presencia española en esos territorios, la mayoría de esos indios no hablaba la lengua de Cervantes.

Sus lenguas nativas, siendo el quechua y el amayra las mayoritarias, eran protegidas por las leyes de la corona, razón por la cual muchos mandos medios españoles aprendían sus idiomas para darles instrucciones en batalla; no es de extrañarse que hubiera tal lealtad por España. En el Perú se conformó el regimiento de Nobles Patricios del Cuzco, cuyo cuerpo de oficiales estaba compuesto por los descendientes de las 13 casas de sangre Inca. Es decir, en plena guerra de independencia, los descendientes del imperio Inca continuaban con el estatus de nobleza de sus ancestros dentro de la estructura social española.

En 1814 uno de los caciques miembros de este cuerpo, Mateo Pumacahua, traicionó a España y se sublevó a favor de la independencia. Su posición de noble inca y oficial del rey fue intranscendente para sus hermanos de sangre, fueron los propios indígenas los que frustraron su intento golpista y después de derrotarle se mantuvieron junto a la corona hasta el fatídico final.

Los iquichanos combatieron por la hispanidad aun cuando el virrey se había rendido, fueron liderados por un simple campesino indígena, Antonio Huanchaca, quien al igual que el pastuso Agualongo juró defender con su vida a España y su rey. Debieron ser más que vanas palabras, pues su comportamiento en batalla fue tan destacado que terminó siendo Brigadier general de los ejércitos del Perú.

Moviéndonos más al sur, en ese Chile mítico y telúrico, las tribus indígenas, alguna de ellas idealizada por Alonso de Ercilla en su soberbia obra cumbre “La Araucana”, fueron tan dignas de reconocimiento como cualquier otra. Los ofrecimientos de ayuda logística y militar a la causa del rey tuvieron un carácter permanente. En 1813 el cacique Villacurá se declaró a sí mismo y a sus gobernados como adictos al rey y dispuso todos sus recursos para combatir hasta el último hombre en la defensa de Chillán.

En 1817 media docena de caciques y otros tantos nobles ofrecen al rey todos sus medios para la lucha. Los jinetes araucanos eran sumamente habilidosos y respetados por los españoles, siempre combatieron con sus ropajes tradicionales, como lo hicieran pueblos nativos europeos junto a los romanos. A todos sus nobles se les daban posiciones de oficiales en el ejército y vestían con el decoro propio de Europa.

Por su parte los pehuenches combatieron a muerte en todo el territorio continental chileno y en la Patagonia argentina contra las fuerzas independentistas. Su lucha fue tan extensa que no fueron derrotados sino hasta el año de 1832, tiempo para el cual batallas históricas de la independencia como las de Ayacucho, Pichincha y Junín ya tenían varios años de terminadas. En el cono sur también se contó con el apoyo de los lafkenches, wenteches, boroganos, reches y en general todo el mundo mapuche.

Los hermanos Pincheira consolidaron uno de los últimos reductos del realismo en América, estos organizaron guerrillas que desafiaron el poder republicano en Chile y la Argentina. Sus victorias militares no se hubieran logrado de no ser por el apoyo irrestricto de los ya mencionados pehuenches. Los caciques Neculmán, Canumilla y Martín Toriano fueron de sus aliados nativos más destacados.

Me gustaría poder citar a todos los pueblos y comunidades indígenas que pelearon a favor de España en la independencia, pero cada vez que viajo por mi geografía nacional, cada vez que abro un libro o página web saltan cientos de nuevos nombres y epopeyas locales de amerindios que lucharon por la corona. También hubo grupos que pelearon por los independentistas, pero a diferencia de aquellos que combatieron por la hispanidad no tuvieron números tan grandes ni hazañas tan heroicas.

Es aquí donde saltan las hienas iracundas a proclamar que todos esos indios fueron obligados a luchar y que cualquiera que lo niegue no pasa de ser un apólogo del exterminio de los pueblos originarios de América. La verdad, el mestizo que esto escribe no puede aceptar esa idea. España no tuvo colonias, sino provincias. La madre patria era la tierra de seres alegres y orgullosos que desconocían el rigor del mundo feudal de la edad media, eran libres, o arrogantes dependiendo quien los juzgue, gracias a que habían aprendido a vivir bajo el cerco enemigo. No se rindieron, sino que hicieron de la lucha por la subsistencia su actuar habitual, rendirse nunca ha sido su costumbre. Eran herederos de Roma por lo tanto llevaban civilización, no arrasaban en obras de saqueo masivo como suele hacerlo el Islam.

¿Y eso qué? Pues, lo que digo no es idealización, es realidad. En las Américas siempre existieron las leyes de indias, que dedicaban capítulos enteros a la protección de los derechos de la población conquistada. Los nativos gozaron de un estado de bienestar porque eran ciudadanos del imperio. Hoy existe la medicina tradicional indígena porque los españoles la recopilaron en tomos y la incorporaron a la historia escrita. El amayra, el quechua, el guaraní, los múltiples dialectos mayas, las más de 65 lenguas indígenas de mi natal Colombia y muchos otros cientos a lo largo del continente sobreviven al día de hoy porque fueron respetadas, mantenidas y legalmente protegidas por la corona. Si un español europeo se atreve a contradecir este hecho, le reto a que me explique cómo es que el vasco, catalán y gallego gozan de tal salud en la madre patria.

En Europa o en América, Hispania , como Roma, aglutinó bajo un sueño común a los pueblos y a diferencia de Israel o los Aztecas se encargó, siendo la nación vencedora, de que los vencidos mantuvieran su dignidad. Esa actitud es la antítesis de la realidad pragmática, de hecho es de locos. Debe ser por eso que los hispanos vemos como arquetipo de la nobleza al álter ego de Alonso Quijano.

España siempre ha sido propensa a la libertad, por lo tanto odia la esclavitud y a los esclavos, los indios no podían ser sometidos a ese flagelo y si llegaron esclavos negros al continente fue por los tratados impuestos a Iberia cuando fue derrotada militarmente por sus hermanos europeos. El trueque, los ídolos paganos, la hechicería, las parteras y prácticamente todos los vestigios de cultura local fueron protegidos. De haber sido diferente mi país sería, desgraciadamente, como los Estados Unidos de América, en donde es más fácil encontrarse a un chino o a un bantú que ver un navajo o un sioux.
¿España fue perfecta? No, hubo abusos, homicidios y robos como en cualquier comunidad humana de la historia sin importar su raza o cultura. Pero a diferencia de muchas otras naciones, incluso en la sofisticada Europa, la madre Hispania, mi amada Gothia, se caracterizó por continuar la nobleza propia de la civilización clásica.

Esos indios pelearon con fanatismo extremo y amor incondicional por su protector, por su padre, pues era así como imaginaban a un rey que nunca vieron. Lo que sucedió después no tiene nombre, La masonería y el sanedrín no conocen la magnanimidad. A lo largo de todo el continente se presentaron masacres y exterminios de pueblos locales durante los siglos XIX y XX. Para satisfacer la necesidad de carne de res de los ingleses, en Argentina se aniquilaron a las tribus que ocupaban el lugar que se necesitaba para el ganado. En todo el continente se cargó contra las lenguas nativas, se ridiculizaron sus costumbres y la Iglesia católica, si es que así se le puede llamar a ese engendro infiltrado que conocemos hoy, convirtió a fuerza de cañón a los otrora protegidos paganos. En Colombia los indios no volvieron a ser reconocidos como ciudadanos con plenitud de derechos hasta la Constitución de 1991.

El tiempo ha pasado y así como los españoles cambiaron a Don Pelayo por Zapatero y Rajoy, los indios han sido absorbidos por un globalismo atroz que los usa para la promoción de la dictadura. ¿Qué importa si el Che Guevara los consideraba una fuerza bruta que podía ser utilizada como carne de cañón en las revoluciones marxistas? ¿A qué indio le interesa que a la nobel de la paz, Rigoberta Menchú, no le importaba que comunidades indígenas diferentes a la suya fueran masacradas por los sandinistas con tal de obtener reconocimiento económico y mediático? ¿A qué indio le importa que Evo Morales, presidente indígena de Bolivia, se desborde en demagogia pachamamista mientras saquea los recursos de sus hermanos para regalárselos a las mega-petroleras internacionales? Déjenme decirles, ¡a ninguno! Esos indios de hoy actuarán como lobotomizados en favor de la causa mundialista porque ya no se acuerdan de quienes han sido.

Marruecos refuerza su flota con un submarino ruso de última generación, la alcaldía de Londres ha quedado bajo dominio musulmán, China se hace con el control del oro, la finanza judía concentra más poder que nunca y lo peor de todo, las mujeres españolas han dejado de dar a luz, debe ser porque el hombre español ya no ama la vida. Casi todos esos indios, salvo por sus líderes mestizos, eran puros, su conexión con España era cultural y administrativa, no habían lazos genéticos. Aun así se enfrentaron al Apocalipsis de su tiempo con valentía incuestionable.

¿Qué haré yo que tengo sangre española en mis venas? 

¿Qué harán ustedes europeos blancos? Estamos a las puertas del Ragnarök, la hispanidad, como parte indivisible de Europa, tendrá que pelear. Nos quieren extinguir y personalmente no deseo que la siguiente generación recuerde a España como al mito de la Atlántida, deseo que la vivan. España y Europa deben sobrevivir, esta vez es nuestro turno de que así sea.

Desde San Bonifacio de Ibagué, Colombia

Cartas desde Colombia a la Madre Patria: 
«Nos robaron el oro»

«Nos robaron el oro». Esa es la excusa por antonomasia de todos los que en la América española justifican su atraso parasitario con la caricaturesca distorsión del pasado. Lo que fuera una de las tantas piezas de la maquinaria de propaganda negra creada por potencias adversas, pasó de ser la entretenida historia de ficción de las imprentas enemigas a una realidad de piedra creída por los americanos y, desgraciadamente, los hermanos españoles.

A tal punto ha llegado la ignominia, que aquel que esto escribe ha tenido que ver como en un evento carente de pugnas históricas, como es el Festival Internacional del Humor, realizado en Bogotá, Colombia, algún humorista español se ha disculpado con el público por lo mal que se habían portado sus compatriotas con este pueblo.

Dejando atrás el repudio que aún causa en mí el recuerdo de ese bochornoso momento, tengo que traer a los inconmovibles números para que desmonten la tergiversación creada en la época de los imperios y mantenida en el tiempo de las democracias. Se suele argumentar que el subdesarrollo de este continente se debe a las gigantescas cantidades de metales preciosos extraídos del subsuelo americano por España, para luego llevarlos a los mercados del mundo. En síntesis, la lógica de la ecuación es que la riqueza fue transferida de América a España, algo sostenido por intelectuales de izquierda de la región, como el ya fallecido Eduardo Galeano.

Los cálculos hechos hasta la fecha estiman que entre el siglo XVI y XVII, más exactamente entre los años 1503 y 1660, a España llegaron unas 185 toneladas de oro y en trescientos años de presencia española en el “Nuevo Mundo” unas 80.000 toneladas de plata. Esas cifras en sí mismas no nos dicen nada, aunque sin duda aquellos que usan esa rara palabra (Latinoamérica), pondrán el grito en el cielo y creerán con más vehemencia que nunca en su posición. Sin embargo, es imperativo decir que esas cantidades le darían risa a cualquier multinacional minera del siglo XXI.

En 2014 la hermana república del Perú extrajo la “irrisoria” cantidad de 171 toneladas de oro. Es decir que solo el Perú produce por sí mismo en poco más un año, lo que España en casi doscientos de explotación minera en todos sus territorios Americanos. Si a eso le sumamos que en ese mismo año México produjo 110.4 toneladas, Argentina 60, Chile 44.5, Colombia 43.6, Venezuela 22.7, Ecuador 15.3, Nicaragua 6.8, Bolivia 6.6, Guatemala 6.2 y Honduras 3, nos encontramos con las sorprendente cifra de 519.6 toneladas de oro extraídas, en míseros 365 días, de los territorios de la América Hispánica. Por cierto, gracias a las aventuras dinásticas de la casa de Austria, Brasil también fue parte del Imperio español entre 1580 y 1640. Así que si gustan, pueden agregar a ese número las 90.5 toneladas que Brasil extrajo ese mismo 2014.

En lo que a plata se refiere, actualmente entre los 20 países con mayor producción de este metal en el mundo, hay 7 naciones derivadas del Imperio. Estas son México, Perú, Chile, Bolivia, Argentina, Guatemala y República Dominicana. Las cuales produjeron en 2014 más de 13,300 toneladas de plata; seis años de la actual producción americana, equivalen a 300 de la época imperial.
La compañía AngloGold Ashanti explota el yacimiento de oro más importante de Colombia
Pero estamos hablando de naciones, nunca podríamos imaginarnos que fuerzas privadas tuvieran tal poder ¿Verdad? En realidad, en el año en el que Alemania le hizo olvidar el maracanazo a los brasileros, con 7 bellos regalos, la multinacional minera Barrick Gold produjo más oro que el mismo Perú, con una exorbitante cifra de 194.4 toneladas. Le siguen Newmont Mining con 150,7, AngloGold Ashanti con 138 y para abreviar, podemos decir que la décima compañía minera del mundo, Sybanye Gold, produjo 49,4 toneladas de oro, cifra mayor a la de países como Chile y Colombia.

¿Qué nos dicen todos esos datos? Pues que las monstruosas cantidades de riquezas robadas por los malvados españoles, con las cuales se podrían construir ciudades enteras hechas de oro puro y pavimentar todos los caminos hacia Roma con plata; esas fortunas ganadas a costa de los océanos de sangre indígena vertidos por toda América… En realidad, no son más que una insignificante proporción de lo que hoy produce un país modesto. Es más, ni siquiera se requiere de todo un Estado, empresas privadas actuales no sólo superan la cantidad extraída por el Imperio Español de la época, sino que en muchas ocasiones logran opacar la producción de naciones enteras hoy en día.

Esto nos lleva a develar la que tal vez sea la realidad económica fundamental, la fuente de la riqueza es el trabajo. La capacidad de transformación de la realidad, a través de los esfuerzos y habilidades propias, es la que genera el progreso. Entre mejor sea el desempeño colectivo mejor será el producto general, es decir, la sociedad. Desgraciadamente la codicia hace parte de la realidad humana y estos generadores de “riqueza rápida” en realidad son agentes corruptores, que si no son controlados terminan por diluir a la fuerza de trabajo.

Estas tierras no sólo han sido maldecidas con oro y plata, además hemos nacido en territorios llenos de esmeraldas, cobre, coltán, petróleo, coca y mucho más. A pesar de tener tan soberbios recursos a nuestra disposición, no hemos sabido aprovecharlos por pura y física flojera. El petróleo no se puede beber, el oro no se come. Cuando el consumismo aumenta la producción de lo fundamental se descuida, el hedonismo reemplaza a la tradición y el goce sensual sustituye la satisfacción de lo que se gana con el sacrificio.

Cultivo de drogas en Colombia.

En Colombia muchos sueñan con ser traquetos (capos de la droga) y las niñas buscan ponerse tetas (implantes mamarios) para ser las consentidas de un traqueto o simplemente prostituirse al mejor postor. Obviamente los sueños de ilegalidad no los tienen todos los ciudadanos, pero una gran parte de la población vive bajo el efecto de esta droga facilista, en la que el catalizador del estimulante es el último celular, la canción más depravada y el trabajo en el que menos se haga pero más se gane. Como toda droga, cuando la realidad retoma los bastiones de la percepción se siente dolor y asco por la insatisfacción que deja el vacío post-alucinógeno.

La tendencia de los átomos es la de acercarse al placer y alejarse del dolor, es mucho más fácil no tener que enfrentar la molestia causada por la culpa y proyectarla hacia alguien más. Mucho mejor si ese enemigo es un fantasma inofensivo que no podrá contraatacar. La evidencia clara de este argumento nos la da el comportamiento de esas masas con respecto al actual y real saqueo de las riquezas naturales.

En un ejemplo local, la ya mencionada AngloGold Ashanti ha creado un caos en la ecología colombiana. A través de manejos corruptos ha comprado a funcionarios del Estado, quienes le han concedido autorizaciones para desarrollar su negocio en parques naturales, páramos y nacederos de agua. Esta multinacional está extrayendo cantidades gigantescas de oro (realmente gigantescas) en pleno 2016 mientras destruye el ecosistema.

El caso más destacado de esta depredación se muestra en Cajamarca, Tolima. En donde el proyecto la Colosa ya afecta a más de 161 nacimientos de agua, le arrebata el suministro hídrico a varios municipios y amenaza con contaminar el agua utilizada para regar la despensa agrícola de Colombia. Como es de esperarse en estas repúblicas bananeras, los dineros ganados se irán a paraísos fiscales como las Islas Vírgenes Británicas y las pocas migajas que dejarán en regalías e impuestos, no alcanzarán sino para llenar las arcas de los corruptos de turno. Por un poco de oro estamos entregando nuestra agua y nuestra comida, nuestra vida.

Como colombiano que ha estado presente en manifestaciones y eventos en contra de esta multinacional, les puedo decir que no he visto la más mínima fracción de aquellos que todos los días se quejan de lo “robado por España”, hacer algo para enfrentarse a los pulpos que nos están atacando. No para defender ese metal, sino para proteger las bases de nuestra supervivencia.

Los mismos que escupen odio a mi cara por sentirme orgulloso de mi madre, España, son los que deliberadamente ignoran los peligros reales que afrontamos hoy. No les interesa el oro, su país, sus antepasados, la sangre que les recorre o nada que no sea la autosatisfacción y la evasión de sus propias responsabilidades.

A todos mis hermanos en España les digo, ustedes no son responsables del atraso de nadie; no están obligados a reparar a nadie por nada. Todo aquél que les hable de saqueo, sólo quiere aprovechar los beneficios de lo que han logrado con su trabajo.

Si España cae, no va a ser por culpa del Sionismo, de los ingleses, de la inmigración tercermundista, de los banqueros o del hada de los dientes. No somos como ellos, no justificaremos nuestra tragedia en las acciones de terceros; si España cae será únicamente nuestra culpa, por haber mirado para otro lado cuando teníamos que luchar, por estar quejándonos cuando teníamos que trabajar.

España no es rica por el “oro robado”, lo es por el sacrificio milenario que se pierde en los albores del tiempo y que ha llegado a nuestros días. Lo es por los dos siglos de lucha contra Roma, por los ochocientos años reconquistando su tierra, por salvar a Europa del Islam, por explorar hasta el último confín del universo, por vencer antes que nadie a la insurrección comunista, en fin, es grande por ser “cuna de gloria, valentía y blasón”, como dice la bella canción que tan magistralmente interpretaba Manolo Escobar.

Somos los únicos responsables de nuestro destino, en las Américas o en Europa. El verdadero tesoro de España, uno mucho más valioso que todo el oro del mundo, ha sido su sangre. Ya es hora de hacer que vuelva a hervir, para que con su propagación fecunde las semillas de una nueva España, de una nueva edad dorada Europea.

Desde San Bonifacio de Ibagué, Colombia

Cartas desde Colombia a la Madre Patria: 
¡España es un peligro mortal 
para la victoria del mundialismo!

Las masas son emocionales, actúan en base a estímulos que aunque son invencibles mientras están presentes, duran muy poco tiempo. Los globalistas trabajan a larguísimo plazo, milenios enteros. En múltiples ocasiones a lo largo de su ascenso han tenido retrocesos que han sabido neutralizar para luego recuperar lo perdido de forma progresiva. El Brexit, el plebiscito en Colombia y Trump fueron triunfos de colectivos que logran hacer retroceder a los amos del mundo, pero esas victorias pueden convertirse rápidamente en válvulas de escape con las que se alivie la presión acumulada y se retome el trayecto definido.

Ahora bien, España no tiene una fuerza identitaria con la potencia suficiente como para ser tomada en serio. Nadie ha logrado unificar al mundo español, nada que decir del hispano. Primo de Rivera abogaba por un destino común y esa afirmación, independientemente de los motivos que tuviera el líder falangista, tiene demasiado poder. En España la gente no es consciente de la fuerza tan tremenda que tienen.

Antonio García Ferreras (La Sexta) y Joan Tardá (ERC)

Si yo lo digo suena a fantasía de jovenzuelo idealista, pero es claro que los pragmáticos líderes de la finanza internacional que manejan la sede de Londres, están convencidos de lo mismo que yo: ¡España es un peligro mortal para la victoria del mundialismo! Los hispanos están tan distraídos con Telecinco y La Sexta en ese lado del atlántico y con payasadas semejantes en el mío, que no notan que de forma consecutiva por varios siglos se ha atacado la unidad de España. Los intentos por separar Cataluña y sublevar a los vascos no son más que la continuación del desmembramiento del imperio. Hay decenas de millones de individuos con reservas sanguíneas hispanas apostados en toda América, incluida la anglosajona.

Trump ha sido un éxito porque despertó el instinto de supervivencia de los blancos anglosajones. Todavía nadie despierta ese fuego en la amalgama de pueblos blancos que componen a Hispania, Gothia, Iberia o como le quieran llamar. Eso se debe a que se habla de España como un pequeño país europeo cuando en realidad sigue siendo, al menos en potencia, un imperio intercontinental. El sionismo lo sabe y por eso divide con tanta sevicia a la hispanidad, sabe que si aparece el líder correcto no contaría con unos treinta y tantos millones de españoles, sino con al menos unos 100 millones de blancos que tienen como lengua común la que hablara el Quijote y que se extienden desde las Montañas Rocosas hasta el último pico de los Andes.

Si estos fueran movidos por un furor quijotesco puro podrían con facilidad hacer lo que siempre ha hecho España, establecer bienestar social sin que eso implique caer en la mentira de la igualdad. Ese progreso material atraería rápidamente a otros 300 millones de habitantes de la América hispana entre mestizos, indios y demás, que como en el pasado jugarían su vida por la causa del Rey. Todo sin la necesidad de decir que la diversidad es nuestra fuerza o demás basura progresista que sólo busca camuflar el genocidio de los blancos y posteriormente de las razas que queden. España pudo establecer un sistema de castas en las Américas que respetaba las particularidades de cada pueblo a la vez que les daba progreso material a todos.

El mundialismo no promueve las particularidades de los catalanes, vascos o gallegos, simplemente les inculca odio hacia su hispanidad a la vez que los diluyen en un mar multicultural. Si les quitáramos a los separatistas catalanes los votos de los musulmanes apenas podrían ocupar un puñetero escaño. El objetivo es diluirnos en tantos Estados como sea posible. Sólo miren a los grupos de izquierda de las Américas, desde los bolivarianos hasta los comunistas más descarados existe la idea de una “Latinoamérica” unificada. La sangre se abre paso a través de cualquier mentira y muchos de esos hispanos que trabajan para la causa mundialista, por convicción o por engaño, anhelan lo mismo que los que aman su hispanidad, la reconstrucción de su hogar. Es un deseo que pertenece a nuestro inconsciente colectivo y que sin importar en qué lado del espectro nos encontremos queremos lograr. El sionismo lo sabe y por eso frustra la victoria absoluta de cualquier ideología en el continente, porque ya fuera una Hispanoamérica comunista o capitalista, esta se uniría bajo la verdad incontestable de su sangre común y eso es algo que ellos no se pueden permitir.

No debemos tomar los triunfos de otras latitudes como propios, es obvio que debemos apoyar y celebrar las avanzadas de los estadounidenses con Trump, como la de los húngaros con su presidente, pero nuestro mayor espaldarazo a esos procesos sería el de catalizar una revolución semejante en nuestro suelo. Le guste o no admitirlo a los demás, Europa existe porque España contuvo al Islam, porque lo derrotó en Lepanto, porque llevó a escalas colosales la exploración de América, porque derrotó antes que nadie al comunismo de Stalin, porque llevó a una transmutación a los romanos, para que pasaran de conquistadores de Hispania a ser regidos por emperadores Hispanos. España ha sido fundamental en muchos de los periodos históricos de la supervivencia Europea. Es un deber que volvamos a levantarnos para proteger no sólo al español, sino al francés, al alemán, al sueco, al noruego, al inglés, al austriaco, al italiano, al griego a… nuestro destino común.

Feministas radicales, punta de lanza mundialista contra el hombre blanco.

El mayor genocidio de la historia está tomando lugar, los blancos están siendo exterminados. Este mestizo (que está mucho más cerca de lo blanco que de lo café) les dice que no hay nada de malo en sentirse orgullosos de lo que son y en lo que a mí respecta, me siento muy feliz de esa parte de mí ser que es heredera de occidente. Aquellos poderosos que se opusieron al Brexit (y los que lo apoyaron), los que se oponen a Trump ( y los que lo apoyan) y los que favorecieron el Sí ( y el no) en Colombia son los mismos. La misma tribu luchando por su supremacía. Tomando posiciones en todos los lados de la contienda para que sin importar el resultado puedan avanzar en su plan.

Pues bueno, ya sea que los derrotemos en Colombia, Argentina o Méjico igual serán triunfos para la hispanidad. Los cantos de unión cada vez suenan con más fuerza a través del atlántico. ¡Despierta España
Despierta Hispania! hay otra reconquista por lograr y esta vez no tendremos que avanzar hasta las tierras adyacentes al mediterráneo, habrá que llegar hasta el estrecho que navegara Pedro Sarmiento de Gamboa pero al que les dio por llamar con el nombre de Drake, es hora de que el Quijote cabalgue hasta el fin del mundo.
Desde San Bonifacio de Ibagué, Colombia

Cartas desde Colombia: 
Feliz Día de la Hispanidad

Algunos le llaman el día de la raza, otros el de la resistencia indígena, pero en lo que a mí respecta seguirá siendo el día de la hispanidad. El 12 de octubre no me interesan los datos históricos que hablen de las victorias de España, ni las estadísticas que muestren el debacle producido por nuestros defectos. Nada que pueda ser procesado por la fría lógica matemática tiene cabida en el momento en el que la sangre hierve al unísono de su propia melodía.

No es momento para recordar a Pelayo, Isabel o Cervantes, no porque debamos ignorar la grandeza de la historia hispana que se pierde en los albores del tiempo. Tenemos que olvidarnos momentáneamente de esos héroes, porque ninguno de ellos manifestó su heroísmo en esta tierra teniendo como objetivo el que se reconociera su persona. Esos ancestros, los que llegaron a los libros de historia y los que permanecen en el anonimato, tenían como único propósito el triunfo de una realidad a la que llamaban España, que hoy se ha hecho tan grande que sobrepasó los continentes y se entiende como el inconsciente colectivo de millones de personas que pertenecen al arquetipo de la hispanidad.

Garci Fernández o el Cid se verían sumamente avergonzados si se les exaltara el día en el que no se conmemora a los individuos sino al colectivo que conforman. El 12 de octubre es el día en que celebramos la idealización de nuestras cualidades, por las que nuestros predecesores derramaron ríos interminables de sangre durante milenios. Esas gotas rojas fecundaron un suelo del que brotaron las semillas que tomaron el mundo con una marcialidad y alegría, que sólo puede provenir de esa porción de la península ibérica.

Es nuestro sagrado deber cuidar de ese maravilloso tesoro, que aunque no lo crean no está representado en el nombre de nuestros territorios, sus costumbres, religión o monumentos. El verdadero e invaluable tesoro que sólo nosotros tenemos y que nunca podrá ser propiedad de nuestros enemigos, aunque se tomen toda Europa, corre dentro de todos nosotros. Es rojo, inconfundiblemente rojo y sólo se le puede rendir su merecido tributo cuando el corazón que le bombea late sin reservas por lo que representa. Nuestro tesoro es esa sangre hispana que nos recorre y es de ese mantra líquido, de ese código genético, que emanan todas las estructuras materiales que hacen tan maravilloso nuestro mundo físico.

Colón tomando posesión de Guanahaní en nombre de los Reyes Católicos el 12 de octubre de 1492.

Pueden alejarlos de España y aunque esa distancia sea tan extensa en el tiempo como el transcurso de su vida natural, nunca se cortará la conexión con un linaje que trasciende los marcos de la temporalidad y el espacio. No importa si les encierran por once años en un gulag en la época del post guerra o si nacen en un territorio dominado por más de dos siglos de leyenda negra, la hispanidad vivirá en todos y cada uno de nosotros mientras tengamos la entereza suficiente de aceptar lo que somos. Porque si la mano del hombre o de la naturaleza destruye el suelo madre sin dejar rastro alguno de su existencia física, será esa sangre quijotesca, dirigida por una voluntad que se construye su propio camino al avanzar, la que le dé una nueva forma a nuestra esencia y le conecte con su amanecer en el tiempo.

El 12 de octubre no sólo es la Fiesta Nacional de España, sino que también es el Día en que todos los hispanos del mundo celebramos aquello que nos une: la Hispanidad.

No tengo idea si algún día el destino me concederá mi ferviente deseo de conocer la Madre Patria y realmente no me importa. La hispanidad no es materia, es un arquetipo y si nuestros enemigos, muchos de los cuales son hermanos engañados, creen que podrán destruir lo que somos cambiando el nombre a algunas calles o encerrándonos por pensar diferente, están totalmente equivocados. Todas esas formas son la manifestación de nuestra sangre y mientras esta no se mezcle, mientras le seamos fieles, siempre volverá a surgir.

A todos aquellos que me han precedido en Europa y las Américas, sin importarme si su nombre es recordado o no, les doy mi más sincero agradecimiento por haber vivido como lo hicieron. Gracias a ustedes hoy puedo sentirme orgulloso hasta las lágrimas de pertenecer al linaje de los hispanos, gracias a esa sangre que por mis venas corre puedo ver el mundo con esa jocosa alegría de hombres que aunque su alma haya sido destruida siempre mantienen una sonrisa en su rostro; por ustedes me veo rodeado de mujeres a las que no les basta con ser bellas sino que además tienen que ser estandartes de heroísmo. Gracias a ustedes hablo el idioma más bello de todo el mundo y gracias a ustedes me encuentro en un tiempo histórico en el que están a punto de exterminarnos a todos. ¡Qué alegría tan grande! La contienda será épica y mi generación tendrá el privilegio de triunfar por sobre la corrida más peligrosa de nuestra historia.

Venceremos, no por nuestros ancestros, ni por mi nombre o por el de aquellos que esto lean, lo haremos por lo que todos representamos, por ese nombre que nos define, por la hispanidad.

A mis hermanos hispanos en España, las Américas y en todo el ancho mundo ¡Feliz día de la hispanidad! Las flores volverán a nacer y me aseguraré de que esas generaciones futuras que nos sucederán en estos territorios o en colonias ya fuera de esta tierra, reciban ese fascinante regalo que me dieron al nacer. Esa roja, loca, quijotesca y heroica sangre hispana que me hace tan feliz.

Por siempre españoles, por siempre hispanos.

Desde la hispanísima San Bonifacio de Ibagué, 
en la hispanísima Colombia.
NUEVA ESPAÑA EN SU MÁXIMO ESPLENDOR



Comparación entre la conquista y civilización española 
y la conquista británica en América




Elvira Roca: 
“Después de Roma, el Imperio español ha sido el hecho 
más importante de la historia de Occidente”


QUE BONITA ERES ESPAÑA


Así es, lo es. España no es sólo un trozo de tierra o una bandera que se posee. España es de todos y para todos. Parte de los problemas que ocurren en este país, es por la falta de una identidad española, por la falta de unión, consenso y por supuesto por la falta de cultura. Por la falta de conocer, precisamente España. En EEUU, se iza la bandera con orgullo, y se defiende y protege con honor y valor, seas de la ideología que seas. En la mayoría de los países es así, la bandera y la patria es de todos, de todas las ideologías.

Hubo un tiempo, un tiempo cruel y duro, en el que nos matábamos entre hermanos y en el que todo español gritaba ‘viva España’. Sí, gritaban que viva España, su España, la España que ellos defendían. La que cada uno quería para sus hijos. Pero siempre por España
¿Qué ha pasado ahora? ¿Por qué llaman puta a mi tía por llevar una bandera roja y gualda? ¿Por qué estás pensando que soy un ‘facha’ por escribir ésto? En mi humilde opinión, a los de arriba, les interesa que estemos divididos. Les interesa que no sepamos quiénes somos, que no nos hagamos fuertes unidos, que no sepamos lo grandes y lo fuertes que podemos llegar a ser como españoles. Que no sepamos qué es España. Tal vez yo tampoco lo sepa. Pero te voy a contar lo que es para mí.

España es mi familia, mis padres que sudaron sangre y lágrimas por mí, su trabajo, sus esfuerzos. Mis antepasados que lucharon por dejarme una España mejor, mis abuelos y sus abuelos. Mis amigos, mis hermanos, el barrio en el que nací, el parque donde me tomé mi primera cerveza, el bar de Moncloa donde me tomé mi primera copa. España son las españolas, las morenas, las rubias, esa sonrisa pícara, esos ojos verdes o negros, ese vacile y esa salsa que sólo tenéis vosotras. España es los españoles. La alegría, la felicidad, la simpatía, la chulería madrileña, la gracia andaluza, la frialdad del norte…

España son los Pirineos nevados, el Valle de Arán, la ciudad Condal, Barcelona al mar. España es el Atlántico de Galicia, un atardecer en finisterre, esa ‘musiquiña’ de una gallega poniéndote un blanco en frente del mar. Son los campos de Castilla, tierra de Reyes, tierra que vio nacer nuestro idioma con el que ahora te pinto, querida patria. Castilla es la tierra del Cid Campeador, de las aventuras más leídas en el mundo entero, de la obra de arte de Don Quijote. Es esa tierra de cuyo nombre me quiero acordar. Es la tierra donde nacían los dioses de antaño, Extremadura, Pizarro, Cortés… España son las calas azul cristalino del Levante, de Valencia, de Murcia. El mar que baña las preciosas playas andaluzas. La cerveza en el chiringuito, frente al mar, mirando de reojo a esa morena malagueña. España son las sevillanas, las cordobesas… El desierto donde Clint Eastwood tanto se «alegró el día», tabernas almerienses…

España es la Alhambra, la Giralda, la Almudena, la Gran Vía, las Catedrales de Santiago y de Burgos y de Córdoba, la Sagrada Familia, la Torre del Oro, el acueducto de Segovia, las ruinas romanas de Cartagena, la muralla de Ávila, las Hoces del río Duratón, el Ebro y el Tajo. La guitarra, el flamenco, la buena poesía, Quevedo, Góngora, Unamuno, Dalí, Picasso..

España es la tortilla de patata poco cuajada, paella del Levante, el cocido madrileño, los churros de año nuevo resacoso, el roscón de Reyes sin frutas de esas que no le gustan a nadie. El aperitivito’´, las tapas y más tapas con ese oro líquido entre medias. ¿Cuántas llevas? Ni idea. El marisco gallego, las gambas de Huelva, los percebes (a quién demonios se le ocurriría probar eso, tenía que ser español). Es la fabada asturiana, las migas de Aragón, el jamón, el ‘pescaito’ de Cádiz. La crema catalana, la butifarra, la carne de buen buey castellano, y poco hecha no, que muja. Las rabas de santander, el vino tinto, el aceite de oliva… España es sentarse en el sofá y resoplar después de una comida repleta de cualquiera de estos manjares, y la siesta.

Es imposible nombrarlo todo. Pero lo más importante, es que España es cultura. España es Cartago. España es Roma. España es celta. España resistió y recibió los regalos de los musulmanes. España es el país de María. De Santo Tomás y de San Francisco Javier. Lo más importante es que España fue el Imperio más grande de la historia bajo el manto de Isabel y Fernando. Con Carlos I y Felipe II en España, chicos y chicas, no se ponía el sol. Los héroes innombrables, la valentía, el martirio, el honor y la gloria. Rodrigo Díaz de Vivar, Blas de Lezo, Don Pelayo, los hermanos García Noblejas, Daoíz y Velarde, que se revelaron contra los franceses aquél dos de mayo… España son la piel de gallina y los pelos de punta con los que escribo ahora mismo. España soy yo. España eres tú. España somos nosotros, desde nuestros ancestros hasta descendientes.

En serio, ¿que coño más quieres?

¿Qué es España? 

¿Qué significa ser español y qué significa históricamente España? 
Cómo preguntas clave cuya respuesta hecha en puridad y sin deudas para con las ideologías modernas, no puede sino conducir al rearme espiritual frente a la decadencia y degeneración de nuestro tiempo…