EL Rincón de Yanka: 📗 LIBRO "CATÓLICOS EN TIEMPOS DE CONFUSIÓN"

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lunes, 3 de diciembre de 2018

📗 LIBRO "CATÓLICOS EN TIEMPOS DE CONFUSIÓN"

García de Cortázar: 
«Es el momento de gritar 'hasta aquí hemos llegado' 
y desandar el camino falso»
Decía Walter Benjamin que el significado auténtico de la historia solo brilla en tiempo de peligro. Nuestra actual crisis ha sacado a la luz la indefensión de una sociedad que creyó posible olvidarse de sus propios fundamentos éticos y ha hecho ver con claridad las actitudes irresponsables, la frivolidad con la que se ha manejado una preciosa herencia nacional y el absurdo de un anticatolicismo disfrazado de laicidad. Somos la única civilización que se avergüenza de sí misma, somos la única nación que renuncia a su historia.En esta hora grave de España, Católicos en tiempos de confusión, el nuevo libro de Fernando García de Cortázar, es un manifiesto a favor de que el humanismo de tradición cristiana vuelva a ser la referencia que nos defina, de tal forma que nuestros valores, los propios de la civilización occidental, recuperen su hegemonía. Que se reconozcan como los más identificados con las ideas de libertad, justicia social, progreso colectivo, y conciencia histórica. Este es el espacio moral, desde el que la obra del catedrático de Deusto invita a los españoles a abandonar su resignada desidia e iniciar una tarea de reconquista de todo aquello que en un tiempo no lejano los distinguía.
"¡Basta de silencios! ¡Gritad con cien mil lenguas! porque, por haber callado, el mundo está podrido". Santa Catalina de Siena
"Para comprender lo que está ocurriendo en España habrá que empezar por reconocer que algo grave le está pasando a este hermoso país. Que nada tiene de normal ese empeño de nuestra patria en despojarse de su sentido histórico, de su voluntad de permanencia y de los valores sobre los que se ha ido constituyendo".
¿Quién se expresa así? ¿Quién habla del momento actual como "grave", momento que "nada tiene de normal"? ¿Un extremista, un indocumentado exagerando? No, es el jesuita vasco Fernando García de Cortázar, catedrático de Historia Contemporánea y Premio Nacional de Historia, uno de los dos o tres intelectuales cristianos con acceso a la prensa generalista y el debate cultural. A sus 76 años, y con sus credenciales, la amplitud de visión histórica se le supone.

¿Qué le pasa a España? ¿Es sólo el nacionalismo excluyente o la voluntad de romper el país, tendencia que siempre él ha combatido? No. "El golpismo separatista es mucho más un síntoma que el origen de nuestros problemas", explica en su nuevo libro "Católicos en tiempos de confusión" (Ediciones Encuentro). No es sólo España: es toda la cultura Occidental.
Cristianos: años de desidia intelectual y dejarse acallar

El libro, dice, va dirigido a católicos y no católicos, y menciona a menudo a las personas que sin gozar del don de la fe -que Dios da a quien quiere- sí valoran la cultura judeocristiana y su defensa del hombre, la verdad y la dignidad. Los cristianos, y los que creen que la cultura cristiana española ha sido algo bueno, algo liberador, y que puede seguir siéndolo, simplemente, se han dejado acallar y han desaparecido de la cultura y la política.
"Durante las últimas décadas hemos rodado por una pendiente de desidia intelectual, de complaciente ignorancia, de feroz relativismo, de altanera deslealtad a nuestros principios. Se ha preferido el entretenimiento a la cultura, el placer al esfuerzo, la intensidad de momentos fugitivos a la tenacidad de una obra duradera. [...] Es el momento de gritar 'hasta aquí hemos llegado' y de desandar el camino falso. Hay unas palabras de Paul Valéry que no deberíamos olvidar cuando observamos el erial que la crisis global de Occidente ha dejado: 'la horrible facilidad de destruir'".

Los valores abandonados que hay que recuperar
¿Qué propone García de Cortázar? Afirma que "deben volver a identificarnos las ideas que se ha considerado inútil defender en estos años de insoportable trivialidad, los baluartes morales entregados sin lucha", exhorta en el prólogo.

¿Qué ideas y valores son esos que hemos abandonado sin lucha y hay que recuperar? Hace una enumeración:

- la libertad
- el patriotismo
- la defensa de la familia
- la educación al servicio de la igualdad de oportunidades
- la propiedad y el trabajo al servicio del bien común
- el auxilio a los humildes, la lucha contra la marginación
- la tolerancia ante quien discrepa
- el respeto a la dignidad de cada persona
- "el valor irrenunciable del cristianismo en la formación de nuestra cultura" 

El libro, una recopilación de artículos clasificados por su temática, tiene algo de "mea culpa" aunque muy matizado. García de Cortázar, miembro del Foro Ermua, valiente al enfrentarse a las amenazas de ETA y los radicales independentistas violentos, ha reflexionado en los últimos años sobre el vacío católico en la política.
"En los años de la Transición, se consideró inconveniente crear una fuerza política confesional, y probablemente se trató de una actitud aconsejable, pero que no podía prever el vaciado pavoroso de valores esenciales sobre los que se ha ido construyendo nuestra democracia. Se creyó que bastaba con que existieran fuerzas inspiradas por el humanismo cristiano [...] Pero todo ello se convirtió en un implacable proceso de dejación que recluyó los valores del cristianismo en el ámbito de la privacidad", constata el autor.

El libro recopila un centenar de artículos breves, de pluma elegante y contundente, clasificados en 5 categorías, con unos 20 cada uno:
- ¿El catolicismo, una fe en retirada?: sobre la fe católica hoy en Occidente, el fruto que ha dado y lo que aún aporta
- Los católicos, la sal de la tierra: libertad y esperanza entre los católicos, especialmente en los actuales debates sociales españoles
- El católico ante su propia vida: temas que pueden interesar a cristianos de todo el mundo, sobre el mal, la muerte, la oración (¿no responde Dios?), el dolor, "lo esencial", la eternidad...
- España, realidad, patria y tarea: la visión de un historiador que ama a España y denuncia sus males actuales
- Cristianos en la brecha, santos cotidianos y tiempos fuertes: personajes que han asombrado o edificado al autor, especialmente santos y mártires y cristianos que ha conocido y le han hecho pensar.

La trivialidad, populismo y ansias de poder atacan a la fe
Hugo O'Donnell señaló los ataques recientes contra la identidad cristiana de España. Así, mencionó el “revisionismo contra Fray Junípero Serra” (el santo fundador de California) pero también cómo el médico misionero padre Pajares, contagiado de ébola, era recibido en España “entre burlescos desapegos y desprecios de un sector mediático que llamaba riesgo y malversación a atenderlo, aunque luego se abochornaron y desdijeron”. O la falta de interés por el obispo español Juan José Aguirre en Bangassou, en República Centroafricana, un país que en 8 meses lleva 7 curas asesinados. “Son ataques desde la trivialidad, el populismo, el ansia de poder”, etc...
“Dios, en su encarnación en Cristo, nos interpela para que nada de lo humano, de lo que pasa en nuestra vida, nos sea ajeno... García de Cortázar recupera esa frase de "mi reino, ahora,  no es de este mundo", que no significa que su reino no se encarne en las realidades de este mundo. Hay quien usa esa frase en el mundo católico para proponer el escapismo. Sí, en la vida hay padecimientos y hay que luchar para mejorarla. Adoptando esos compromisos, el cristiano encuentra sentido de su fe, y comparte los dolores de Jesucristo en su labor intelectual, docente, etc... Sí, en la vida hay lágrimas, pero deben convertirse en un fruto fecundo”.
“Estamos en momentos propicios a la desesperación, Señor, y tu esperanza es una necesidad y una decisión. Necesitamos pasar, Señor, de la palabra al acto, de la intención al ejemplo, de la profecía al precio que hay que pagar por enfrentarse al orden injusto…”.
“Hace 2000 años lo que sucedió en la cruz dejó de ser el dolor inútil de quien nada tenía. Con ese signo iluminando nuestros pueblos, mente y corazón, España y Occidente adquirieron una confianza en que la bondad era una decisión inspirada por el Espíritu. El poder se limitó, se conminó a los opulentos a aceptar la dignidad del humilde y la sombra de la Cruz se sigue alzando en el clamor contra la injusticia y en la esperanza en una vida mejor para todos. No es signo de privilegio ni ofensa a los no creyentes -el libro va dedicado también a ellos- sino una larga lucha por la dignidad y la igualdad, miembros todos de de una civilización dos veces milenaria, la única del mundo tan decididamente dispuesta a suicidarse, a segar sus raíces, abolir su carácter, desangrar su existencia...”

A lo largo de su historia la Iglesia no ha sido un adalid de las libertades y la democracia, por lo que los eclesiásticos no saben ni lo han sabido nunca que, paradójicamente, el mensaje evangélico está en el origen del caminar del hombre en busca de la igualdad y su liberación. Ahora que conmemoramos el 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos debemos recordar que en cada uno de los principios promulgados en 1948, resuena un mensaje que los cristianos no hemos dejado de llevar al mundo desde que se enunció por vez primera en palabras de Jesús hace veinte siglos.
Nuestra Fe nos exige un compromiso público y en este libro se aboga por un espacio público para los católicos. Y, al mismo tiempo, creo que es claro, este no es un libro solo para los católicos, que, gracias a Dios, tienen su fe y su liturgia y sus creencias; sino también a todo ese espacio que, diríamos, de católicos culturales.

La gran Oriana Fallaci decía que ella era una cristiana cultural. O el propio Gustavo Bueno decía: "Yo soy ateo católico". Es de decir, soy ateo dentro de la cosmovisión católica. Entonces, yo insisto mucho en esto, en que la cosmovisión católica es en la que ha impregnado ciertamente de sus señas de identidad a Occidente y no reconocer es no reconocer, efectivamente, el gran hecho cultural de la Iglesia y el gran hecho cultural del Evangelio.
Entonces, este libro pretende que, incluso, personas agnósticas cultas reconozcan lo que significa la religión, lo que significa Occidente, lo que significa la cultura cristiana. Porque eso, desde la más absoluta objetividad, eso es un hecho en sí, incuestionable. Más allá de creencias, prácticas... Es un hecho incuestionable. Entonces, ¿por qué las ideas de libertad, de fraternidad, de solidaridad o como quiera llamarse ahora, surgen prácticamente en Occidente; surgen bajo el Imperio Romano; por qué surgen en Europa? Porque antes se predicó, el Sermón de la Montaña, antes se predicó Las Bienaventuranzas.

Creo que, efectivamente, tenemos que mirar nuestra responsabilidad. Y abandonar, muchas veces, este espacio de pasividad. Este espacio de pasividad en el cual estamos sumergidos, muchas veces, bueno, por ciertas deficiencias en la Iglesia a lo largo de la historia; por no saber que nuestro mensaje no debe quedar reducido al ámbito de la vida privada, sino que debe ir a las plazas y a las calles; y también recordando que nuestro mensaje es muy original y que el sentido de la acomodación no debe ser tan grande a acomodarnos en lo que en cualquier momento digan los políticos o la sociedad.
Yo creo que quizás ese es uno de los grandes fallos de la Iglesia. El no creer que su mensaje es original y estar continuamente a remolque del léxico y del lenguaje y de las concesiones que vienen del mundo político o del mundo social.

Muchas veces, hemos creado una iglesia o una religión de practicantes más que de creyentes. Entonces, yo creo que tenemos que hacer una iglesia y una religión de creyentes vivos, que se crean el mensaje y que se crean con esas consecuencias que, yo insisto, en la historia y en la vida actual.
Nuestro mensaje no es solo para contentar nuestras ganas, diríamos, de ser mejores, nuestro deseo de aplacar nuestra soledad, sino que nuestro mensaje es un mensaje que trata de liberar a las personas, que trata de decir, bueno, que la vida no termina aquí, que hay un más allá.
Tenemos que insistir mucho más en la trascendencia. Y eso es obligación de todos los que hemos sido educados en la fe católica. Y lo debemos hacer las personas que tenemos voz, con la voz que tenemos o la forma de escribir.

Los católicos hemos de recobrar nuestra responsabilidad ante lo que está ocurriendo. No debemos limitarnos a dar consuelo a las victimas de la injusticia, apoyo a quienes sufren la miseria o atención a los marginados. Nos corresponde proclamar que nuestra idea de la dignidad del hombre nos exige denunciar el escándalo de la pobreza. A nosotros nos atañe la denuncia de lo que tanto ha empobrecido materialmente a los ciudadanos. A nosotros se nos exige que alcemos la voz para manifestar que es nuestro cristianismo no cualquier forma de solidaridad o cualquier impulso compasivo el que nos compromete en la defensa de los seres humillados y en la rehabilitación de una sociedad desguazada en los valores que la constituyeron. Nos corresponde regresar al espacio público, a la arena política, al conflicto social, a la tierra en la que el cristianismo durante veinte siglos no ha dejado de dar la voz de alarma justa, la palabra adecuada de consuelo, el grito de escándalo ante el atropello.
Solo en Tu Nombre, Jesús, puedo enfrentarme a un mundo que te ha olvidado. […] Creo, Jesús, que eres indispensable en un mundo que solo sobrevive. Te agradezco la vida que me has dado. 
Canta lengua jubilosa 
Tomás de Aquino

1. Canta lengua jubilosa
El misterio del altar,
De la sangre generosa
y del cuerpo que es manjar,
Los dio el Rey de las naciones
Para el mundo rescatar.

2. De María virgen pura
Para dársenos nació,
Habitando en nuestro mundo
Como hermano nos habló,
y su pasó entre nosotros
En prodigio terminó.

3. En la cena postrimera
Hasta el fin llevó su amor,
Observando todo el rito
Que en la Ley se prescribió,
Hizo su cuerpo comida
Y a los doce se entregó.

4. Con palabra poderosa
El Verbo hijo de Dios,
En su cuerpo y en su sangre,
Pan y vino transformó,
Los sentidos no lo entienden,
Mas la fe lo recibió.

5. A tan grande sacramento
Rindamos adoración
Que en figuras anunciando
Plenamente se cumplió,
Veneremos el misterio
Con la fe del corazón.

6. A Dios Padre soberano
Y a su Hijo el Señor
Alabanza y gloria eternas
En incesante bendición,
Y al Espíritu Divino
Eternos himnos de amor.
Amén
*
Pange, lingua, 
gloriosi Córporis mystérium
Sanguinísque pretiósi,
Quem in mundi prétium
Fructus ventris generósi
Rex effúdit géntium.

Nobis datus, nobis natus
Ex intácta Vírgine,
Et in mundo conversátus,
Sparso verbi sémine,
Sui moras incolátus
Miro clausit órdine.

In supremæ nocte coenæ
Recumbens cum frátribus,
Observata lege plene
Cibis in legálibus,
Cibum turbæ duodenæ
Se dat súis mánibus.

Verbum caro, panem verum
Verbo carnem éfficit,
Fitque Sanguis Christi merum,
Et, si sensus déficit,
Ad firmandum cor sincerum
Sola fides súfficit.

Tantum ergo Sacraméntum,
Venerémur cérnui:
Et antíquum documentum
Novo cedat rítui;
Præstet fides suppleméntum
Sénsuum deféctui.

Genitori Genitóque,
Laus et iubilátio;
Salus, honor, virtus quoque,
Sit et benedíctio;
Procedénti ab utróque
Compar sit laudátio.


Amenazas: se intenta acabar con todo vestigio cristiano, la ideología de género, la legislación educativa, la ley de Memoria Histórica.
“No podemos consentir que mermen nuestras libertades”.
El texto, enviado a todos los miembros activos de esa Asociación, al que ha tenido acceso Religión Confidencial, es un minucioso análisis de los siguientes aspectos: Política y Legislación; Familia y moral sexual; Educación; Mass Media, Redes Sociales y ámbito de la cultura; Economía y empresa; Investigación y divulgación científicas; y Valor y sentido de la Historia.

'Católicos en tiempos de confusión' 
de Fernando García de Cortázar