EL Rincón de Yanka: 🌎 "LA CRUZADA DEL OCÉANO": He aquí la mayor aventura jamás vivida por pueblo alguno

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martes, 4 de diciembre de 2018

🌎 "LA CRUZADA DEL OCÉANO": He aquí la mayor aventura jamás vivida por pueblo alguno

LA CRUZADA DEL OCÉANO
La gran aventura de la conquista de América
He aquí la mayor aventura jamás vivida por pueblo alguno. En poco más de medio siglo, los españoles hallaron, exploraron, conquistaron y en buena parte poblaron un territorio veinte veces mayor que la península Ibérica, llegaron a un nuevo continente, abrieron dos océanos y dieron por vez primera la vuelta al mundo. 
El descubrimiento y conquista de América cambiaron para siempre la historia universal. Las hazañas de Colón, Núñez de Balboa, Cortés, Pizarro, Elcano, Cabeza de Vaca y tantos otros son simplemente sobrecogedoras. Con ellos, otros miles de españoles anónimos tuvieron que enfrentarse a situaciones de una dureza extrema. Pero no solo hubo proezas náuticas y bélicas. En América, por primera vez, una potencia vencedora prohibió esclavizar a los vencidos, les reconoció dignidad de seres humanos, dictó órdenes para su protección... 
La evangelización dio a la conquista un tono absolutamente singular. Fue una cruzada: la cruzada del océano. Este libro de José Javier Esparza, autor de algunos éxitos como La gran aventura del reino de Asturias —más de 50.000 ejemplares vendidos—, cuenta, paso a paso, esa apasionante aventura. Y responde a algunas preguntas decisivas: ¿Hubo genocidio en América? ¿Qué papel jugaron las mujeres en la conquista? ¿Por qué se dio el mestizaje?... Con espíritu divulgativo, se describe la mayor hazaña de todos los tiempos, que en buena medida prolonga la gesta de la Reconquista.

PRÓLOGO

En poco más de cincuenta años, entre 1492 y 1545, España descubrió, exploró, conquistó y en buena parte pobló un territorio veinte veces mayor que la Península Ibérica.En poco más de medio siglo, España abrió al conocimiento occidental un continente nuevo y dos océanos, hasta las islas del Pacífico. En poco más de cincuenta años, un país de en torno a 7 millones de habitantes, que además mantenía una guerra en Europa y otra en las costas africanas, había derrotado a dos poderosos imperios autóctonos en América. En poco más de cincuenta años, España creó el más longevo de los imperios ultramarinos y lo mantuvo durante casi tres siglos frente al permanente acoso de Francia e Inglaterra. 

Si esto lo hubieran hecho otros, nos parecería una hazaña extraordinaria. Como lo hemos hecho nosotros, españoles, todos los días echamos basura encima. Pero no: fue, objetivamente, una hazaña extraordinaria. Y la hicieron españoles. 

La conquista española de América es una de las mayores gestas jamás escritas por pueblo alguno. Lo es por el desafío físico, material, de dominar un territorio tan inmenso. Pero lo es,sobre todo, por los rasgos civilizadores que la conquista trajo consigo. Nunca antes una potencia vencedora había prohibido esclavizar a los vencidos;España lo prohibió. Nunca antes una potencia vencedora había sometido a examen moral la legitimidad de sus conquistas; España la sometió. Nunca antes una potencia vencedora había trasladado sus conocimientos a las lenguas autóctonas de los vencidos; España los trasladó.Todas esas cosas no se hicieron por prurito humanista, sino por razones religiosas: la conquista de América quiso ser, ante todo, una obra de expansión de la fe cristiana, tal y como estas cosas se entendían en los siglos XV y XVI. Fue propiamente una cruzada. La última cruzada. La cruzada del océano.

Este libro cuenta exactamente eso: el descubrimiento, exploración, conquista y población de América, desde el primer viaje de Colón en 1492 hasta la culminación de las grandes conquistas y exploraciones. El relato de La cruzada del océano comienza con la llegada de Colón al monasterio de La Rábida y concluye con las campañas de exploración y conquista en el Pacífico, ya entrada la década de 1560. Metódicamente se repasan las empresas de Indias desde la llegada a las Antillas hasta las grandes exploraciones por Norteamérica y el Amazonas, pasando por las conquistas de Panamá, México, el Perú, Nueva Granada, Chile y el Plata. Un capítulo final reconstruye los aspectos fundamentales del mundo virreinal —la estructura política, la evangelización, la economía, etc.— y, a modo de epílogo, proponemos un salto en el tiempo para contar la última gran campaña española en América, que fue la vacunación masiva contra la viruela en 1803. La cruzada del océano tiene que verse como un manual divulgativo que en un solo volumen, de forma sintética pero lo más completa posible, narra y describe qué fue la conquista de América y cómo se hizo. El libro viene a prolongar, en cierto modo, los tres volúmenes publicados en La Esfera de los Libros sobre la Reconquista: La gran aventura del Reino de Asturias, Moros y cristianos y ¡Santiago y cierra, España!, porque la aventura americana es prolongación natural de la Reconquista, hija de un mismo espíritu. 

¿Qué aporta este libro? Ante todo, la voluntad de reconocer la conquista en su justa dimensión, que ciertamente es enorme.Además, la determinación de escapar tanto de las leyendas rosas como de las leyendas negras, porque tanto unas como otras no son sino distorsiones de la realidad. La conquista de América, la cruzada del océano, fue propiamente una conquista, es decir, una operación de dominio, de poder, y en su crónica surgen inevitablemente los mismos episodios de violencia, depredación y guerra que en cualquier otra conquista de cuantas la Historia conoce. Pero, al mismo tiempo, fue una empresa guiada por un innegable espíritu de misión en el sentido religioso del término: se trataba de convertir a la Cruz a pueblos que vivían al margen de ella, y por eso en la aventura aparecen elementos tan insólitos como la prohibición de la esclavitud, la protección legal de los indígenas, el mestizaje o la multiplicación de catedrales, universidades y hospitales a lo largo de todo el territorio conquistado. El resultado de todo eso fue un mundo nuevo: un mundo que ya no era el de las culturas amerindias, pero que tampoco era propiamente una España ultramarina, porque la América Hispana muy pronto tuvo su singular personalidad.El antecedente más parecido que se le puede encontrar a este magno proceso es la construcción del imperio romano: del mismo modo que Roma creó en Europa un mundo sobre la base de su lengua, sus legiones y su derecho,así España creó en América un mundo sobre la base de su religión, su idioma y su ley. 

La religión, en efecto, es crucial, y nada se entiende sin ella. Por supuesto que los aspectos económicos y políticos fueron determinantes en la iniciativa del salto al otro lado del mar —y ello desde su origen—, pero una visión objetiva del asunto obliga a revisar muchos tópicos sobre la naturaleza económica de la conquista. La empresa americana difícilmente se habría prolongado en el tiempo sin la convicción de estar actuando en consonancia con un proyecto de origen divino, bajo un expreso mandato evangelizador.En un mero cálculo de coste-beneficio, la empresa de Indias habría quedado suspendida muy pronto, en cuanto se vio que aquello no era Asia, ni había allí ricas ciudades ni prósperos mercados, ni se hallaba el paso a Cipango y a Catay. Durante los primeros veinte años hay más sinsabores que gloria y, por otro lado, las cifras de bajas son aterradoras: un 30, un 40, hasta un 50 por ciento de muertos en cada expedición a los pocos meses de pisar tierra. ¿Beneficios? Durante muchos años,muy pocos. Las grandes entradas de oro y plata tendrán que esperar hasta la década de 1540. ¿Y mientras tanto? Mientras tanto, nuestra gente actuaba movida por la certidumbre de ser el brazo de Dios para convertir a aquellos infieles, un sentimiento inseparable del afán de gloria y fama que elevara el nombre del conquistador hasta el Olimpo de los grandes héroes. Por eso España no se marchó de allí. 

Enfrente estaban los indios, por supuesto. Pero también sobre este particular hay que hacer infinitas matizaciones y revisar numerosos tópicos.Los excesos románticos de la literatura indigenista nos han vendido la imagen del pérfido depredador español que llega a las Indias para explotar al buen indio que dormitaba tranquilamente en la puerta de su bohío. Es una imagen ridícula. Primero y ante todo: los indios son tan protagonistas de la conquista como los propios españoles.Colón jamás habría podido instalarse en La Española sin la aquiescencia de una buena parte de los taínos. Cortés jamás habría conquistado México sin los tlaxcaltecas y otros pueblos aliados, como Pizarro jamás habría conquistado el Perú sin los tallanes, los huancas y los chachapoyas, entre otros muchos. Segundo y no menos fundamental: taínos, tlaxcaltecas, tallanes y demás pueblos aliados de los conquistadores se unieron a los españoles porque estaban siendo salvajemente explotados por los caribes, los aztecas y los incas, respectivamente. Esa era la realidad. 

La estampa del indio que dormitaba feliz a la puerta de su bohío es estrictamente falsa. Las comunidades amerindias, prácticamente sin excepción, eran sociedades muy conflictivas, muy violentas, donde unos pueblos aniquilaban a otros sin la menor contemplación, donde la esclavitud era una institución absolutamente convencional, donde las mujeres —en términos generales— eran usadas como objeto de cambio y donde los sacrificios humanos formaban parte de la vida cotidiana.Todo esto no fue un invento de los cronistas para legitimar la hegemonía española; todos los hallazgos arqueológicos lo confirman. Por eso los pueblos más débiles, los que sufrían la violencia de los más fuertes, se unieron a los españoles de muy buen grado:aquellos sujetos barbudos envueltos en hierro eran su única salvación. La conquista no se sustancia, pues, en un simple esquema «europeos contra indios». La realidad fue muchísimo más compleja. Y así como hubo poblaciones indígenas enteramente aniquiladas, hubo otras —de hecho, la mayoría— que abrieron la puerta a la conquista y contribuyeron a la radical transformación del continente. Las cosas fueron así. 

¿Y no hubo una gran mortandad de indígenas? Sí. ¿Y no se exterminó a los indios hasta el punto de que se puede hablar de un genocidio? No, y este es otro tópico que es imperativo revisar.A este respecto los estudios de los últimos treinta años son prácticamente unánimes: hubo ciertamente altas cifras de mortandad entre las poblaciones amerindias, pero las cifras se reparten por igual entre los aliados de los españoles y sus enemigos, y aún más, las cifras de mortandad entre los propios españoles son, proporcionalmente,más elevadas aún que entre los nativos. Es decir que la mortandad es cierta, pero no el genocidio. ¿Cuál fue la causa? Todo apunta a que la causa principal de la mortandad entre nativos y entre españoles fueron los virus: los indígenas cayeron a mansalva bajo el efecto de enfermedades que los españoles llevaron consigo y que en aquel mundo eran desconocidas —peste porcina, viruela, sarampión, etc.—, mientras que los españoles quedaban aniquilados por enfermedades tropicales —malaria, dengue, leishmaniosis, tripanosomiasis, etc.— que no sabían cómo tratar. 

Cuando Pizarro llega al Perú, la población del imperio inca llevaba varios años soportando los efectos de una dura epidemia de viruela mucho antes de que ningún español hubiera asomado por allí el morrión. Cuando Hernando de Soto se encuentra con la misteriosa Dama de Cofitachequi, en la actual Carolina del Sur, lo que halla a su alrededor es un poblado convertido en necrópolis por el efecto de las enfermedades. La llegada a las Indias de los primeros niños europeos, con su carga de varicelas, sarampiones, paperas y demás, fue más letal que cualquier ejército. Mientras tanto, las expediciones de Bobadilla, Ovando y Pedrarias, por ejemplo, contabilizaban hasta un 50 por ciento de bajas mortales apenas dos meses después de haber desembarcado, los de Pizarro caían fulminados por infecciones, etc. Los avances de la medicina en el último medio siglo han permitido explicar numerosos episodios de este género. Es asombroso que todavía hoy tantos historiadores sigan renuentes a introducir el factor médico en sus narraciones de la conquista. En este volumen el lector hallará frecuentes referencias a estos aspectos médicos, imprescindibles para hacerse una idea correcta de la situación. 

Hay en La cruzada del océano otros elementos que no es habitual encontrar en las narraciones genéricas sobre la conquista. Por ejemplo, el papel de las mujeres, tanto españolas como indias. Por ejemplo, la dimensión científica de aquella aventura, porque el hallazgo de un mundo nuevo modificó radicalmente el acervo del conocimiento occidental. Por ejemplo, el aspecto económico, porque la Carrera de Indias —y su extensión al Pacífico con la conquista de Filipinas— construyó la primera red comercial global de la Historia. Hay, en fin, otras muchas cosas que decir, pero tal vez el mejor modo de hacerlo sea, sencillamente, contar lo que pasó.Baste consignar que a principios del siglo XIX, pocos años antes de que aquel Nuevo Mundo obtuviera su independencia, un alemán como Humboldt se admiraba de que en México no hubiera esclavitud, de que allí los campesinos fueran menos pobres que en Alemania y de que las instituciones científicas de la Nueva España volaran a un nivel superior al de buena parte de Europa. Baste, igualmente, señalar que la mayor parte de las comunidades indígenas, llegadas las guerras de la independencia, prefirieron defender las banderas de la corona española antes que las de la oligarquía criolla. Son dos datos que permiten hacerse una idea fehaciente de la extraordinaria magnitud de aquella aventura. Una vez más, la comparación con lo que históricamente supuso el imperio romano no es improcedente. 

«No todo fue horror —escribe Octavio Paz en sus Vislumbres de la India—:sobre las ruinas del mundo precolombino los españoles y los portugueses levantaron una construcción histórica grandiosa que, en sus grandes trazos, todavía está en pie.Unieron a muchos pueblos que hablaban lenguas diferentes,adoraban dioses distintos, guerreaban entre ellos o se desconocían. Los unieron a través de leyes e instituciones jurídicas y políticas pero, sobre todo, por la lengua, la cultura y la religión. Si las pérdidas fueron enormes, las ganancias han sido inmensas». 

Este libro describe cómo empezó todo: los primeros movimientos de un balance donde, en efecto, las ganancias fueron inmensas. Para todos.




Entrevista a José Javier Esparza 
sobre el descubrimiento y conquista de América